Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
como en prisiones, aherrojadas en su propio cuerpo físico, anhe<strong>la</strong>ntes siempre, sin embargo,<br />
de vo<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> mansión de ultratumba, naciendo para una segunda vida en cuerpo espiritual, a<br />
<strong>la</strong> manera como del c<strong>la</strong>ustro materno ya nacimos a esta nuestra actual vida física.<br />
Por<strong>que</strong> todo el ciclo de existencia <strong>que</strong> conocemos se reduce en verdad a <strong>la</strong> muerte o<br />
expulsión de cada organismo. <strong>que</strong> así es segregado de otro organismo padre-madre al <strong>que</strong><br />
debemos <strong>la</strong> respectiva vida, y a <strong>la</strong> vida, o embarazo, en un segundo organismo <strong>que</strong> recibe el<br />
nombre de madre siempre. Por ejemplo: <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> espermática formada en el organismo<br />
masculino, y viviente en él durante un período, muere para este organismo padre en el<br />
momento de ser el<strong>la</strong> sembrada con <strong>la</strong> fecundación en otro nuevo organismo femenino. Todo<br />
organismo vegetal, animal o humano es, pues, concebido femeninamente en un organismo<br />
anterior al tenor de <strong>la</strong>s leyes de <strong>la</strong> nutrición y de <strong>la</strong> vida, y es expulsado masculinamente de<br />
a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> vida anterior para vivir una nueva en un organismo subsiguiente o madre, <strong>que</strong> si<br />
femeninamente le recibe, masculinamente le <strong>la</strong>nza o deposita en el amplio seno de una<br />
segunda madre, <strong>la</strong> Madre-Tierra, <strong>que</strong> nos recibe y sustenta desde <strong>la</strong> cuna al sepulcro.<br />
Pero tal serie, cual sucede con todas <strong>la</strong>s demás series según lo <strong>que</strong> llevamos<br />
analógicamente establecido en anteriores capítulos, no se interrumpe aquí, sino <strong>que</strong> nuestra<br />
ignorancia, más <strong>que</strong> nuestros groseros sentidos físicos, no nos permite ya seguida en toda<br />
su olímpica magnitud e increíble sublimidad.<br />
En efecto, esa misma Madre-Tierra y ese mismo organismo <strong>que</strong> el<strong>la</strong> nos ha formado e<br />
incrementado desde el nacimiento hasta <strong>la</strong> plenitud de <strong>la</strong> edad viril, llegada <strong>la</strong> madurez<br />
psíquica <strong>que</strong> se l<strong>la</strong>ma vejez -salvo los casos más o menos excepcionales de muerte<br />
temprana o violenta en los <strong>que</strong> el dicho fenómeno se precipita- nos <strong>la</strong>nza masculinamente al<br />
espacio naciendo de <strong>la</strong> matriz de nuestro propio organismo, a <strong>la</strong> misteriosa región de<br />
Paersephone, o <strong>la</strong> Luna, al tenor de lo <strong>que</strong> ya vimos respecto a <strong>la</strong> distinción entre los<br />
diferentes componentes del Hombre en los textos de Plutarco y de otros. También, en fin,<br />
más ade<strong>la</strong>nte hay algo -o sean los principios superiores de Atma-Buddhi-Manas, o Divina<br />
tríada del Hombre- <strong>que</strong> es devuelto masculinamente desde <strong>la</strong> Luna al Sol, para cerrar el ciclo<br />
inmenso <strong>que</strong>, al tenor de <strong>la</strong> iniciación, cierra ese Vagabundo, "ese Cometa" psíquico y físico<br />
de nuestro ser, cuya órbita tiene su perihelio espiritual y su solsticio en el Sol; su afelio<br />
espiritual y su otro solsticio de invierno en <strong>la</strong> Tierra, mientras <strong>que</strong> los dos equinoccios de<br />
primavera y de otoño radican en esa región lunar <strong>que</strong> es <strong>la</strong> efectiva puerta de entrada de <strong>la</strong><br />
dicha eterna Tríada humana, y también luego <strong>la</strong> puerta de salida...<br />
Y no se repute esto como un mero tropo, sino como una realidad <strong>que</strong> pasma por su propia<br />
excelsitud. Para <strong>la</strong>s propias ciencias modernas de <strong>la</strong> astronomía y <strong>la</strong> geología, ya el par<br />
este<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> Luna con <strong>la</strong> Tierra, y esta última desde sus diversas atmósferas hasta <strong>la</strong>s capas<br />
sólidas y fluidas <strong>que</strong> parecen envolver a su metálico núcleo, no son sino <strong>la</strong>s capas sucesivas<br />
de un gigantesco huevo de dos yemas, huevo <strong>que</strong> abarca en sí a <strong>la</strong> Luna y a <strong>la</strong> Tierra física,<br />
huevo astronómico de Brahma, <strong>que</strong> por el estudio comparado de <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s dobles, <strong>la</strong>s<br />
variables, <strong>la</strong>s temporarias, de un <strong>la</strong>do, y de otro por el de los cometas, ha de evidenciamos<br />
en día no lejano algo muy hondo respecto de <strong>la</strong> generación y <strong>la</strong> biología de los mundos.<br />
Dejando, sin embargo, todo lo <strong>que</strong> referirse pueda en el problema a <strong>la</strong> parte cosmogónica,<br />
y limitándonos a <strong>la</strong> meramente antropológica, <strong>que</strong> es igual a aquél<strong>la</strong>, aun<strong>que</strong> en radio más<br />
reducido (microcosmos) , podemos añadir <strong>que</strong>, dentro de <strong>la</strong> po<strong>la</strong>ridad orgánica existente<br />
entre el sistema sexual o polo negativo de nuestro cuerpo físico y el sistema mental o polo<br />
positivo del mismo, puede establecerse una importantísima corre<strong>la</strong>ción, no ajena ya del todo<br />
a nuestros conocimientos anatómicofisiológicos, y base, además, de todo el mecanismo<br />
físico, no espiritual, de <strong>la</strong> mayéutica.<br />
Por el primer polo, o polo negativo, nacemos, en efecto, y por el segundo, o polo positivo<br />
de <strong>la</strong> mente, morimos; es decir, nacemos a <strong>la</strong> segunda vida, pero naceremos a esta última<br />
<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 72 www.samaelgnosis.net