Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

samaelgnosis.net
from samaelgnosis.net More from this publisher
21.06.2014 Views

El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna entonces, como ahora, detienen al iniciado, quien sólo por intervalos puede llegar al fin a conocer el grande objeto de la iniciación. Hierofantes y legisladores se sirvieron de ella como de un resorte poderoso para hacer adoptar al pueblo ciertos preceptos que hubiera sido difícil hacerle aceptar por la fuerza. Entre los iniciados era un estímulo la idea de querer imitar a la Divinidad, la cual, decían, oculta a nuestra vista los resortes con que mueve el Universo, asegurando que sus alegorías encerraban verdades importantes para más despertar el deseo de conocerlas. Juraban guardar profundo secreto y castigaban con la muerte al indiscreto que los revelaba o al no iniciado que encontraban en el templo, privando, por último, al traidor de toda participación en los Misterios y del trato de los iniciados. Al estímulo del secreto se unía lo difícil de la admisión y los intervalos que tenían lugar en la sucesión de grados. Los que aspiraban a la iniciación del Sol en los Misterios de Mithra, en Persia, pasaban por muchas y terribles pruebas. Empezaban por fáciles ensayos y llegaban por grados a extremos peligrosos, que amenazaban la vida del candidato. Decía Suidas que nadie podía obtener el título de iniciado sin haber demostrado por su constancia en tales pruebas que era hombre virtuoso y estaba exento del influjo de las pasiones. Llegaban a doce las pruebas principales, aunque otros aseguran que era mayor su número. Las pruebas de la iniciación eleusina eran menos terribles, aunque severas, pues hacía pasar al aspirante por intervalos en los cuales permanecía como estacionario, sin poder avanzar, períodos de tiempo que era necesario llenar al ascender de los Pequeños a los Grandes Misterios, causando cierta incertidumbre que alarmaba casi siempre a la curiosidad del candidato. Pitágoras quiso poseer el secreto de la ciencia sagrada de los Padres Egipcios, y fué iniciado en los Misterios de este país, pasando por pruebas terribles, que supo vencer y le hicieron digno de recibir la instrucción a que aspiraba. Los esenios, entre los judíos, no admitían al aspirante en sus Misterios sin haber antes pasado por las pruebas de distintos grados. Llegaban por la iniciación a ser hermanos aquellos que antes no eran más que meros conciudadanos, sujetándose a los nuevos deberes que contraían; como miembros de una fraternidad religiosa que acercaba más y más a los hombres, y en donde el pobre y el débil podían acudir por asistencia al rico o poderoso, a quienes estaban ligados por una verdadera amistad. En los Misterios de Orfeo juzgábase el iniciado libre del imperio del mal y elevado a una existencia superior y feliz; en los de Eleusis decían que sólo para ellos ostentaba el Sol sus más vivos resplandores; igual felicidad prometían a los iniciados en los Misterios de Cibeles y de Atis. En los Misterios de Mithra era costumbre repetir al iniciado una leyenda sobre la justicia, recomendando a los hombres una virtud de que daban ejemplo, y era motivo de duelo en las ceremonias de la iniciación la supuesta muerte del Sol, celebrando luego su resurrección con las mayores muestras de regocijo; estas ceremonias se hicieron extensivas a las iniciaciones en los Misterios de Adonis, que se practicaban en la Fenicia. Tales eran, de un modo general, según Servet, los Misterios o doctrinas primitivas que encontramos esparcidos en fragmentos de las obras de la antigüedad y que así han llegado hasta nosotros. Ahora, como entonces, ocupa al hombre el estudio del gran número de teorías referentes a las leyes de la Naturaleza y sus misterios, teorías anticipadas por los antiguos, cuyo profundo saber debemos buscar, no en sus obras filosóficas, sino en los símbolos que empleaban para enseñar las grandes ideas. Sin embargo, poco a poco fueron perdiendo los Misterios su importancia primitiva, hasta desaparecer o, por lo menos, ocultarse. Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 60 www.samaelgnosis.net

El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna "Día vendrá, ¡oh, hijo mío! -dice el Tres veces grande Trimegistus-, en que los misterios contenidos en los sagrados jeroglíficos egipcios no vendrán a ser más que ídolos. El mundo entonces tomará equivocadamente por dioses a los santos emblemas de la ciencia, y acusará al Egipto de haber adorado a monstruos infernales. Pero aquellos que de semejante modo nos calumnien adorarán a la Muerte en lugar de adorar a la Vida; seguirán a la locura en vez de practicar la sabiduría; atacarán al amor y a la fecundidad; a manera, de reliquias, llenarán sus templos con huesos de hombres muertos, y en soledad y llanto malograrán a su juventud. Sus vírgenes serán viudas (monjas) antes de ser esposas, y ellas se consumirán en el dolor porque los hombres habrán despreciado y profanado los sagrados misterios de Isis. 24 Cuentan, por su parte, los clásicos romanos que cuando Cicerón regresó, ya iniciado en los Misterios de Eleusis, y fué preguntado acerca de sus impresiones respecto de ellos, hubo de decir que las inefables enseñanzas en ellos recibidas no podía revelarlas a los profanos; pero que, desde el día feliz en que recibió sus secretos, había ya adquirido el pleno y personal convencimiento acerca de la continuidad de la conciencia más allá de la tumba; ES DECIR, QUE HABÍA MATADO A LA MUERTE MISMA. Así se explican las alabanzas que a la regeneración espiritual o nuevo nacimiento operado por los Misterios, consagró después, en unión de tantos otros ilustres romanos, según enseña el propio historiador César Cantú. Abundando en las mismas ideas recibidas en los Misterios, Pablo habla, pues, de "la muerte y de su mentira" en iguales términos que Cicerón, diciéndonos clarísimamente en el capítulo XV de su célebre Epístola primera a los de Corinto: "Mas alguno preguntará: -¿Cómo resucitarán los muertos? ¿En qué calidad o clase de cuerpo han ellos de resucitar? -y yo les respondo: -¡Necio!; lo que tú siembres, si antes no muere, no te reivindicará. Así, cuando siembras, no siembras ya hecha la planta que ha de ser, sino el grano desnudo, que es semilla. Mas Dios ha dado su propio cuerpo a cada una de las semillas, pues que no toda carne es una misma carne: una es la de los hombres, otra la de las aves y otra la de los peces. Hay, pues, cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y sus glorias respectivas son muy distintas. Una, en efecto, es la claridad de! sol, otra la de la luna y otra la de las estrellas, y aun hay diferencia de estrella a estrella en la claridad. Así también la resurrección de los muertos: se siembra en corrupción, y se resucitará en incorruptibilidad; se es sembrado en vileza, y se resucitará en gloria; se es sembrado en flaqueza, y se resucitará en vigor; se es sembrado cuerpo animal, y se resucitará cuerpo espiritual; porque si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. Por eso está escrito: "Fué hecho el Adán primero en el alma viviente, y el postrer Adán en espíritu vivificante. El primer hombre hecho de la tierra es terreno y e! segundo hombre, del cielo, es celestial; porque cual es la tierra, así es lo terreno, y cual es e! cielo, así es lo celestial. Trajimos, pues, lo terreno, y llevaremos la imagen de lo celestial... He aquí que os digo un misterio: Todos ciertamente resucitaremos, mas no todos seremos mudados. En un abrir y cerrar de ojos sonará la final trompeta: los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos mudados, porque es necesario que esto que es corruptible se vista de incorruptibilidad, y esto que es inmortal se vista de inmortalidad, y cuando esto que es inmortal fuese revestido de inmortalidad, se cumplirá la palabra que está escrita: "Tragada ha sido la muerte en la victoria." ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh intrusa, tu aguijón?" y como si pudiese quedar duda acerca del carácter constructivo o iniciático con e! que hablaba, e! incomprendido Apóstol, antes de decir todo esto, había cuidado de preparar el terreno consignando, a guisa de prólogo de tan sublimes verdades, estas frases del capítulo In, que se prestan también a las más serias meditaciones acerca de la diferencia esencial 24 Champollion: Hermes Trimegistus, XXVII Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 61 www.samaelgnosis.net

El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

"Día vendrá, ¡oh, hijo mío! -dice el Tres veces grande Trimegistus-, en <strong>que</strong> los misterios<br />

contenidos en los sagrados jeroglíficos egipcios no vendrán a ser más <strong>que</strong> ídolos. El mundo<br />

entonces tomará equivocadamente por dioses a los santos emblemas de <strong>la</strong> ciencia, y<br />

acusará al Egipto de haber adorado a monstruos infernales. Pero a<strong>que</strong>llos <strong>que</strong> de semejante<br />

modo nos calumnien adorarán a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong> en lugar de adorar a <strong>la</strong> Vida; seguirán a <strong>la</strong> locura<br />

en vez de practicar <strong>la</strong> sabiduría; atacarán al amor y a <strong>la</strong> fecundidad; a manera, de reliquias,<br />

llenarán sus templos con huesos de hombres muertos, y en soledad y l<strong>la</strong>nto malograrán a su<br />

juventud. Sus vírgenes serán viudas (monjas) antes de ser esposas, y el<strong>la</strong>s se consumirán<br />

en el dolor por<strong>que</strong> los hombres habrán despreciado y profanado los sagrados misterios de<br />

Isis. 24<br />

Cuentan, por su parte, los clásicos romanos <strong>que</strong> cuando Cicerón regresó, ya iniciado en los<br />

Misterios de Eleusis, y fué preguntado acerca de sus impresiones respecto de ellos, hubo de<br />

decir <strong>que</strong> <strong>la</strong>s inefables enseñanzas en ellos recibidas no podía reve<strong>la</strong>r<strong>la</strong>s a los profanos; pero<br />

<strong>que</strong>, desde el día feliz en <strong>que</strong> recibió sus secretos, había ya adquirido el pleno y personal<br />

convencimiento acerca de <strong>la</strong> continuidad de <strong>la</strong> conciencia más allá de <strong>la</strong> tumba; ES DECIR,<br />

QUE HABÍA MATADO A LA MUERTE MISMA. Así se explican <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>banzas <strong>que</strong> a <strong>la</strong><br />

regeneración espiritual o nuevo nacimiento operado por los Misterios, consagró después, en<br />

unión de tantos otros ilustres romanos, según enseña el propio historiador César Cantú.<br />

Abundando en <strong>la</strong>s mismas ideas recibidas en los Misterios, Pablo hab<strong>la</strong>, pues, de "<strong>la</strong><br />

muerte y de su mentira" en iguales términos <strong>que</strong> Cicerón, diciéndonos c<strong>la</strong>rísimamente en el<br />

capítulo XV de su célebre Epísto<strong>la</strong> primera a los de Corinto:<br />

"Mas alguno preguntará: -¿Cómo resucitarán los muertos? ¿En qué calidad o c<strong>la</strong>se de<br />

cuerpo han ellos de resucitar? -y yo les respondo: -¡Necio!; lo <strong>que</strong> tú siembres, si antes no<br />

muere, no te reivindicará. Así, cuando siembras, no siembras ya hecha <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta <strong>que</strong> ha de<br />

ser, sino el grano desnudo, <strong>que</strong> es semil<strong>la</strong>. Mas Dios ha dado su propio cuerpo a cada una<br />

de <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s, pues <strong>que</strong> no toda carne es una misma carne: una es <strong>la</strong> de los hombres, otra<br />

<strong>la</strong> de <strong>la</strong>s aves y otra <strong>la</strong> de los peces. Hay, pues, cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y<br />

sus glorias respectivas son muy distintas. Una, en efecto, es <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad de! sol, otra <strong>la</strong> de <strong>la</strong><br />

luna y otra <strong>la</strong> de <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, y aun hay diferencia de estrel<strong>la</strong> a estrel<strong>la</strong> en <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad. Así<br />

también <strong>la</strong> resurrección de los muertos: se siembra en corrupción, y se resucitará en<br />

incorruptibilidad; se es sembrado en vileza, y se resucitará en gloria; se es sembrado en<br />

f<strong>la</strong><strong>que</strong>za, y se resucitará en vigor; se es sembrado cuerpo animal, y se resucitará cuerpo<br />

espiritual; por<strong>que</strong> si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. Por eso está escrito: "Fué<br />

hecho el Adán primero en el alma viviente, y el postrer Adán en espíritu vivificante. El primer<br />

hombre hecho de <strong>la</strong> tierra es terreno y e! segundo hombre, del cielo, es celestial; por<strong>que</strong> cual<br />

es <strong>la</strong> tierra, así es lo terreno, y cual es e! cielo, así es lo celestial. Trajimos, pues, lo terreno, y<br />

llevaremos <strong>la</strong> imagen de lo celestial... He aquí <strong>que</strong> os digo un misterio: Todos ciertamente<br />

resucitaremos, mas no todos seremos mudados. En un abrir y cerrar de ojos sonará <strong>la</strong> final<br />

trompeta: los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos mudados, por<strong>que</strong> es<br />

necesario <strong>que</strong> esto <strong>que</strong> es corruptible se vista de incorruptibilidad, y esto <strong>que</strong> es inmortal se<br />

vista de inmortalidad, y cuando esto <strong>que</strong> es inmortal fuese revestido de inmortalidad, se<br />

cumplirá <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>que</strong> está escrita: "Tragada ha sido <strong>la</strong> muerte en <strong>la</strong> victoria." ¿Dónde está,<br />

oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh intrusa, tu aguijón?"<br />

y como si pudiese <strong>que</strong>dar duda acerca del carácter constructivo o iniciático con e! <strong>que</strong><br />

hab<strong>la</strong>ba, e! incomprendido Apóstol, antes de decir todo esto, había cuidado de preparar el<br />

terreno consignando, a guisa de prólogo de tan sublimes verdades, estas frases del capítulo<br />

In, <strong>que</strong> se prestan también a <strong>la</strong>s más serias meditaciones acerca de <strong>la</strong> diferencia esencial<br />

24 Champollion: Hermes Trimegistus, XXVII<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 61 www.samaelgnosis.net

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!