Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna bienaventuranza eterna", han observado de siempre el curso de tales hechos, y han avisado de ello a la humanidad repetidísimas veces. Puede el escepticismo, si le place, burlarse de todo esto; pero la fe, fundada en el conocimiento y en la ciencia espiritual, así lo viene creyendo y afirmando siempre. Nuestro ciclo actual es un ciclo eminentemente caracterizado por tales muertes A cada paso nos codeamos en esas calles con hombres y mujeres que han perdido ya su alma, y por eso no podemos maravillarnos. en el presente estado de cosas del tremendo fracaso de los últimos esfuerzos de Hegel y de Schelling para construir un sistema metafísico. Cuando varios hechos palpables y visibles de los del moderno espiritismo fenoménico se verifican todos los días, y a pesar de ello son negados por la mayoría de los hombres de las naciones llamadas civilizadas, bien poca probabilidad existe de que pueda ser aceptada una metafísica puramente abstracta por parte de la creciente hueste de los materialistas y positivistas" . Tal se expresa en diversos pasajes de Isis sin Velo la maestra H. P. B., a propósito del gran misterio de la muerte y del destino del alma humana en ultratumba. "El daemonium de Sócrates -añade en otro pasaje- era el ηους mente, o conocimiento de lo divino. Es él, dice Plutarco, purísimo en su origen, no mezclándose sino lo estrictamente necesario con el cuerpo 21 . Cada alma, en efecto, tiene en sí una porción mayor o menor de razón, porque sin ella el hombre no puede ser hombre, pero asimismo cada alma, a su vez, se ve modificada por la parte en que se mezcla con la carne mediante el deseo, y por medio del dolor y del placer se convierte en irracional. No todas las almas, sin embargo, se mezclan con el cuerpo de igual modo: algunas se introducen por completo dentro del mismo, y por eso toda estructura en esta vida es mero deseo o pasión; otras, por el contrario, sólo se mezclan parcialmente con el cuerpo, quedando fuera de él su parte más pura, o nous, flotando por encima de aquél, y tocando o cobijando a la porción superior de la cabeza del hombre, semejante a un hilo salvador que sostiene así a la parte del alma sumergida ya en la materia, o sea en el organismo. El vulgo se figura, sin embargo, que aquel nous está dentro de su cuerpo, al modo como a veces la imagen reflejada en el espejo parece estar en su espejo mismo, pero el hombre inteligente, por el contrario, sabe bien que semejante Protector está fuera de su cuerpo, y le considera como un verdadero daemon, es decir, un dios, un espíritu puro. En cuanto a la suerte del alma, después de la primera muerte que le separó del cuerpo, y la segunda, que le privó posteriormente de su espíritu, Plutarco sigue enseñándonos que "aun separada ya el alma así del Espíritu (νους) como del cuerpo (θυµος), conserva durante largo tiempo aún .el molde o forma anterior del organismo que perdiera, de tal suerte que puede llamársela con justicia su ídolo (ειδολου) o imagen. La luna es el elemento propio de estas almas, porque en él acaban por disolverse, ni más ni menos que los cuerpos de los que han muerto se resuelven en las sustancias componentes de la Tierra. Aquellos, sin embargo. que durante su vida de aquí abajo han sido virtuosos, honestos, viviendo una existencia pacífica y filosófica, sin mezclarse en las pasiones tumultuosas del mundo, se deciden pronto, porque, abandonados por el nous que las cobijase antes, y no haciendo ya uso de las pasiones materiales, se desvanecen en su elemento lunar originario", Todas estas cosas, por supuesto, no eran, ni podían serlo todavía, patrimonio del ignaro vulgo, sino exclusivo de aquellas mentes bastante evolucionadas ya en ciencia y en virtud para poder ser recibidas las enseñanzas de los Misterios. No estarán, pues, de más aquí 21 Por supuesto que la palabra griega tiene un significado radicalmente opuesto al que se le ha querido dar después. Platón, Cicerón y todos los demás clásicos grecolatinos traducen la palabra δαιµονιον por un "quid divinum", es decir, algo celeste e impersonal. Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 56 www.samaelgnosis.net

El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna algunas consideraciones acerca de estos últimos 22 . Según la enseñanza iniciática tradicional, la palabra Misterios viene del griego teletai o perfección, y de teleuteia, muerte, como ya hemos dicho. Sus reglas no se daban a los profanos, sino que eran enseñadas por medio de representaciones dramáticas y por otros procedimientos, evidenciando así ante los profanos, iniciando el origen de las cosas, la naturaleza del espíritu humano, sus relaciones con el cuerpo y la manera de purificarse y regenerarse para una vida más elevada. Las ciencias físicas, la medicina, las leyes de la música, la adivinación, todo era enseñado por el mismo sistema, y puede llamarse filosofía a la iniciación en los pasmosos arcanos de los verdaderos misterios y la instrucción en los mismos. Esa iniciación se componía de cinco partes: I. La purificación previa; II. La admisión a la partición en los ritos secretos; III. La revelación epóptica; IV. La investidura o entronización; V. La quinta, producto de todas éstas, en la amistad y comunión interna con Dios, y el goce de la dicha que nace de las relaciones íntimas con seres divinos. Platón llama epopteia, o vista personal, a esta perfecta contemplación de las cosas que se conciben intuitivamente, como verdades e ideas absolutas. Considera también el acto de ceñir el iniciado la corona de los misterios como análogo al hecho de serle conferida a cualquiera la autorización, por parte de sus instructores, de conducir a otros a la misma contemplación. Del quinto grado nace la dicha más perfecta, y, según Platón, la más completa asimilación posible a seres humanos con la Divinidad. "Eran los Misterios, según Herodoto -dice un amigo nuestro bajo el pseudónimo de Servet-, una sucesión de símbolos, y la parte oral de los mismos una explicación accesoria, o bien comentarios sagrados con tradiciones independientes y cortas que encerraban teorías sobre física y moral, en los cuales los planetas y elementos hacían el papel de actores. Aquellos hombres que se dedicaron al estudio de la ciencia y al cultivo del arte, no pudiendo, aislados, vencer los obstáculos que la ignorancia oponía al logro de sus aspiraciones de perfección progresiva tanto en el orden moral como en el intelectual, tuvieron que asociarse, pues, para conseguirlo, llamándose iniciados y denominando Misterios a los métodos comunicativos que dejamos apuntados y al conjunto mismo del caudal de sus descubrimientos y de sus enseñanzas simbólicas. Es evidente la alianza íntima que siempre ha existido entre los sistemas filosóficos y el simbólico, como lo prueban las alegorías que encontramos en los monumentos de todos los tiempos, en los escritos simbólicos de los padres o fundadores religiosos de todas las naciones, y en los rituales de todas las asociaciones místicas y secretas, raudal inagotable de principios invariables y uniformes, que forman un conjunto armonioso y perfecto. En tal concepto debemos apreciar la importancia de la enseñanza simbólica, por el uso constante que con ese motivo hizo de ella la Antigüedad y el influjo que no ha dejado de ejercer en todos los siglos como sistema de instrucción y participación misteriosa. Fueron las iniciaciones escuelas en las que se enseñaron las verdades de la Religión Primitiva, la existencia de un solo Dios, la inmortalidad del alma, los fenómenos de la Naturaleza, las artes. las ciencias, la moral, la legislación, la filosofía, la beneficencia, lo que llamamos hoy metafísica, el magnetismo animal y otras muchas ciencias conocidas sólo de los iniciados. A la filosofía racional de la India se debieron los Misterios Egipcios después de haberse fundado los de la Persia y la Caldea, siendo esta primitiva filosofía la base de la enseñada por Pitágoras y Platón. Sócrates nos dice "que los fundadores de los Misterios o grandes Asambleas de los iniciados eran hombres de genio, quienes en las primeras edades del 22 Las ideas dadas aquí acerca de este punto pueden verse ampliadas en el tomo ni de la BIBLIOTECA DE LAS MARAVILLAS, Wágner, mitólogo y ocultista. El drama musical de Wágner y los Misterios de la antigüedad. Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 57 www.samaelgnosis.net

El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

bienaventuranza eterna", han observado de siempre el curso de tales hechos, y han avisado<br />

de ello a <strong>la</strong> humanidad repetidísimas veces. Puede el escepticismo, si le p<strong>la</strong>ce, bur<strong>la</strong>rse de<br />

todo esto; pero <strong>la</strong> fe, fundada en el conocimiento y en <strong>la</strong> ciencia espiritual, así lo viene<br />

creyendo y afirmando siempre. Nuestro ciclo actual es un ciclo eminentemente caracterizado<br />

por tales muertes A cada paso nos codeamos en esas calles con hombres y mujeres <strong>que</strong> han<br />

perdido ya su alma, y por eso no podemos maravil<strong>la</strong>rnos. en el presente estado de cosas del<br />

tremendo fracaso de los últimos esfuerzos de Hegel y de Schelling para construir un sistema<br />

metafísico. Cuando varios hechos palpables y visibles de los del moderno espiritismo<br />

fenoménico se verifican todos los días, y a pesar de ello son negados por <strong>la</strong> mayoría de los<br />

hombres de <strong>la</strong>s naciones l<strong>la</strong>madas civilizadas, bien poca probabilidad existe de <strong>que</strong> pueda<br />

ser aceptada una metafísica puramente abstracta por parte de <strong>la</strong> creciente hueste de los<br />

materialistas y positivistas" .<br />

Tal se expresa en diversos pasajes de Isis sin Velo <strong>la</strong> maestra H. P. B., a propósito del<br />

gran misterio de <strong>la</strong> muerte y del destino del alma humana en ultratumba.<br />

"El daemonium de Sócrates -añade en otro pasaje- era el ηους mente, o conocimiento de<br />

lo divino. Es él, dice Plutarco, purísimo en su origen, no mezclándose sino lo estrictamente<br />

necesario con el cuerpo 21 . Cada alma, en efecto, tiene en sí una porción mayor o menor de<br />

razón, por<strong>que</strong> sin el<strong>la</strong> el hombre no puede ser hombre, pero asimismo cada alma, a su vez,<br />

se ve modificada por <strong>la</strong> parte en <strong>que</strong> se mezc<strong>la</strong> con <strong>la</strong> carne mediante el deseo, y por medio<br />

del dolor y del p<strong>la</strong>cer se convierte en irracional. No todas <strong>la</strong>s almas, sin embargo, se mezc<strong>la</strong>n<br />

con el cuerpo de igual modo: algunas se introducen por completo dentro del mismo, y por<br />

eso toda estructura en esta vida es mero deseo o pasión; otras, por el contrario, sólo se<br />

mezc<strong>la</strong>n parcialmente con el cuerpo, <strong>que</strong>dando fuera de él su parte más pura, o nous,<br />

flotando por encima de aquél, y tocando o cobijando a <strong>la</strong> porción superior de <strong>la</strong> cabeza del<br />

hombre, semejante a un hilo salvador <strong>que</strong> sostiene así a <strong>la</strong> parte del alma sumergida ya en <strong>la</strong><br />

materia, o sea en el organismo. El vulgo se figura, sin embargo, <strong>que</strong> a<strong>que</strong>l nous está dentro<br />

de su cuerpo, al modo como a veces <strong>la</strong> imagen reflejada en el espejo parece estar en su<br />

espejo mismo, pero el hombre inteligente, por el contrario, sabe bien <strong>que</strong> semejante<br />

Protector está fuera de su cuerpo, y le considera como un verdadero daemon, es decir, un<br />

dios, un espíritu puro.<br />

En cuanto a <strong>la</strong> suerte del alma, después de <strong>la</strong> primera muerte <strong>que</strong> le separó del cuerpo, y<br />

<strong>la</strong> segunda, <strong>que</strong> le privó posteriormente de su espíritu, Plutarco sigue enseñándonos <strong>que</strong><br />

"aun separada ya el alma así del Espíritu (νους) como del cuerpo (θυµος), conserva durante<br />

<strong>la</strong>rgo tiempo aún .el molde o forma anterior del organismo <strong>que</strong> perdiera, de tal suerte <strong>que</strong><br />

puede l<strong>la</strong>márse<strong>la</strong> con justicia su ídolo (ειδολου) o imagen. La luna es el elemento propio de<br />

estas almas, por<strong>que</strong> en él acaban por disolverse, ni más ni menos <strong>que</strong> los cuerpos de los<br />

<strong>que</strong> han muerto se resuelven en <strong>la</strong>s sustancias componentes de <strong>la</strong> Tierra. A<strong>que</strong>llos, sin<br />

embargo. <strong>que</strong> durante su vida de aquí abajo han sido virtuosos, honestos, viviendo una<br />

existencia pacífica y filosófica, sin mezc<strong>la</strong>rse en <strong>la</strong>s pasiones tumultuosas del mundo, se<br />

deciden pronto, por<strong>que</strong>, abandonados por el nous <strong>que</strong> <strong>la</strong>s cobijase antes, y no haciendo ya<br />

uso de <strong>la</strong>s pasiones materiales, se desvanecen en su elemento lunar originario",<br />

Todas estas cosas, por supuesto, no eran, ni podían serlo todavía, patrimonio del ignaro<br />

vulgo, sino exclusivo de a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s mentes bastante evolucionadas ya en ciencia y en virtud<br />

para poder ser recibidas <strong>la</strong>s enseñanzas de los Misterios. No estarán, pues, de más aquí<br />

21 Por supuesto <strong>que</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra griega tiene un significado radicalmente opuesto al <strong>que</strong> se le ha <strong>que</strong>rido dar después. P<strong>la</strong>tón,<br />

Cicerón y todos los demás clásicos greco<strong>la</strong>tinos traducen <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra δαιµονιον por un "quid divinum", es decir, algo celeste<br />

e impersonal.<br />

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