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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

Perséfona o Proserpina va separando suavemente, a lo <strong>la</strong>rgo de un gran período de tiempo,<br />

al entendimiento del alma, y por eso a <strong>la</strong> diosa se <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mó también Monogenes, "<strong>la</strong> del<br />

engendro único", por<strong>que</strong> deja libre a <strong>la</strong> parte más excelsa del hombre con <strong>la</strong> segunda muerte<br />

dicha. Está dispuesto, en efecto, por <strong>la</strong> Fe <strong>que</strong> cada una de <strong>la</strong>s dos almas, <strong>la</strong> racional y <strong>la</strong><br />

irracional, al abandonar el cuerpo, vaguen una temporada muy diferente, según los casos,<br />

por <strong>la</strong> región situada entre <strong>la</strong> Tierra y <strong>la</strong> Luna, por<strong>que</strong> en semejante región (Hades) a<strong>que</strong>llos<br />

<strong>que</strong> han sido injustos y disolutos sufren en el<strong>la</strong> el castigo merecido por sus faltas, al par <strong>que</strong><br />

los buenos son allí detenidos también hasta <strong>que</strong> <strong>que</strong>dan purificados de cuantas manchas ha<br />

recibido el alma por su unión con el cuerpo. Cual gentes enfermas en convalecencia, viven<br />

estas últimas almas en <strong>la</strong> región más apacible del aire, comúnmente l<strong>la</strong>mada Pradera o<br />

Jardín de Hades (Campos Elíseos), en donde continúan por un tiempo fijo, previamente<br />

seña<strong>la</strong>do a cada una. Después de esta residencia restauradora, y como si el ser regresase<br />

feliz a su país natal después de errante y angustiosa peregrinación o cruel destierro a lo <strong>la</strong>rgo<br />

de <strong>la</strong> vida, experimenta una inefable sensación de gozo, tal y como principalmente <strong>la</strong> reciben<br />

los <strong>que</strong> están iniciados en los Sagrados Misterios, gozo mezc<strong>la</strong>do con el asombro de verse<br />

cada uno rodeado de a<strong>que</strong>l ambiente propio <strong>que</strong> durante su vida aquí abajo anheló... "Yo sé<br />

bien -añade Plutarco en otro Diálogo, dirigiéndose a su discípulo- <strong>que</strong> tú estás demasiado<br />

bien instruído en <strong>la</strong>s doctrinas recibidas de nuestros sabios antecesores y <strong>la</strong>s sagradas<br />

orgías de Dionysus para prestar oídos a cuantos desgraciados traten de persuadirte como a<br />

otros de <strong>que</strong> el alma, una vez liberada del cuerpo, ni sufre males ni es consciente. Para<br />

nosotros, los <strong>que</strong> pertenecemos a <strong>la</strong> Gran Fraternidad iniciática, no son bien conocidos los<br />

místicos signos; DE ELLO, POR TANTO, NO NOS CABE DUDA YA."<br />

Siguiendo <strong>la</strong> senda trazada por <strong>la</strong>s ideas anteriores, Orígenes, en su Epísto<strong>la</strong> sexta a los<br />

Romanos, dice: "Existe en el hombre una división triple, a saber: 1°, el cuerpo, o <strong>la</strong> carne,<br />

porción más inferior de nuestra naturaleza, en <strong>la</strong> <strong>que</strong> <strong>la</strong> antigua serpiente inscribió <strong>la</strong> ley del<br />

pecado, y por cuyo influjo nos vemos tentados a cometer acciones ma<strong>la</strong>s. 2°, el espíritu,<br />

según el cual expresamos <strong>la</strong> semejanza de <strong>la</strong> naturaleza divina y en el <strong>que</strong> el Creador del<br />

molde mismo de su propia Mente grabó con su dedo <strong>la</strong> ley eterna de justicia, y por el cual<br />

estamos unidos hipostáticamente a Dios y hechos uno con Él. 3°, el alma, o intermediario<br />

entre el cuerpo y el espíritu, y <strong>que</strong>, al igual <strong>que</strong> en una república dividida en dos bandos,<br />

tiene <strong>que</strong> unirse al uno o al otro, puesto <strong>que</strong> se ve contrariamente solicitada por los dos,<br />

siendo libre de elegir, de tal modo <strong>que</strong> acaba por convertirse en espiritual, si toma el partido<br />

del espíritu, y en material si se entrega a <strong>la</strong> carne y a sus concupiscencias." Respecto de<br />

esta alma, dice asimismo P<strong>la</strong>tón (Leyes, X) <strong>que</strong> es nuestro principio motor, y habiendo sido<br />

engendrada antes <strong>que</strong> el cuerpo, no sólo actúa sobre todos los sentidos, sino <strong>que</strong> administra<br />

igualmente a los cielos. Dirige, pues, así el alma todas <strong>la</strong>s cosas en los cielos, en <strong>la</strong> tierra y<br />

en el mar, y sus atributos son <strong>que</strong>rer juzgar, permanecer en su natural estado de alegría,<br />

confianza y amor, o caer en el miedo, <strong>la</strong> tristeza, el odio, juntamente con todos a<strong>que</strong>llos otros<br />

movimientos <strong>que</strong> están unidos a estos sentimientos primitivos... Siendo el<strong>la</strong>, por sí misma,<br />

una diosa, toma siempre por aliado al Nous, o Dios Interior, disciplinando todas <strong>la</strong>s cosas<br />

correcta y felizmente, pero cuando se sumerge en Annoia -o sea el no-nous, el nous negativo<br />

obra en sentido absolutamente contrario en un todo. No hay por qué añadir <strong>que</strong> todo esto no<br />

son sino glosas de los textos buddhistas, y <strong>que</strong> en ello, como diría Bacon, se ve <strong>que</strong> el genio<br />

del pasado era infinitamente más agudo <strong>que</strong> el nuestro.<br />

Zenón de Elea, el fundador del estoicismo, enseñaba también <strong>que</strong> existen en <strong>la</strong> naturaleza<br />

dos cualidades, <strong>que</strong> son eternas: <strong>la</strong> una activa, masculina o Espíritu Divino, y <strong>la</strong> otra pasiva,<br />

femenina y completamente muerta por sí misma cuando no <strong>la</strong> cobija a<strong>que</strong>l espíritu.<br />

Pitágoras, exponiendo también <strong>la</strong> pura filosofía de SiddharthaSakya-Muni o el Buddha,<br />

afirmaba <strong>que</strong> el Ego o Nous era coeterno (con Dios, mientras <strong>que</strong> el alma, para llegar hasta<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 54 www.samaelgnosis.net

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