Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
apariencia de a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s enseñanzas religiosas, sobre todo del Corán, y <strong>que</strong> son meros<br />
velos 213 , hemos considerado como únicamente jina a semejante mundo hiperliminar; por<strong>que</strong>,<br />
en efecto, los jinas o entidades del bien, legítimos señores del tal mundo, tienen sometidos<br />
bajo su poder a los elementales perversos de lo astral, residenciándolos de tiempo en<br />
tiempo, como ya vimos lo hacían los shamanos del capítulo IX, re<strong>la</strong>tivo a Oriente y los jinas,<br />
obligándolos a reparar los males causados, en esas "rectificaciones históricas" <strong>que</strong> nosotros<br />
decimos, y por <strong>la</strong>s <strong>que</strong> el bien acaba triunfando siempre sobre el mal, aun<strong>que</strong> otra cosa crea<br />
nuestro cretinismo, y rodeando además con sus protecciones (el Corán, Sura XIII, v. 12) a<br />
todos y a cada uno de los hombres a <strong>la</strong> manera del l<strong>la</strong>mado "Ángel de <strong>la</strong> Guarda" por los<br />
cristianos.<br />
Y, a punto ya de terminar nuestra difícil tarea, no encontramos nada mejor <strong>que</strong> reproducir<br />
<strong>la</strong> frase <strong>que</strong> aparece en <strong>la</strong> sura XVII, verso 31 del Corán, <strong>que</strong> dice: "Hemos difundido en este<br />
libro toda c<strong>la</strong>se de enseñanzas y parábo<strong>la</strong>s para <strong>la</strong> instrucción de los hombres, aun<strong>que</strong> éstos<br />
tengan siempre por costumbre el negarse a todo, excepto a su ciega incredulidad." Para ello<br />
hemos procurado emplear, no sólo <strong>la</strong> luz ordinaria de <strong>la</strong> ciencia positiva y de <strong>la</strong> historia, luz<br />
<strong>que</strong> está en <strong>la</strong> misma Madre Naturaleza, sino esotra luz interior de 1a Intuición, <strong>que</strong> dijo el<br />
clásico, mediante <strong>la</strong> cual puede reconocer el hombre <strong>la</strong>s cosas espirituales: Luz de luces,<br />
Lumen de lumine de Deo Vero, cumpliendo ese precepto <strong>que</strong> hasta <strong>la</strong> misma Iglesia Católica<br />
consigna al comenzar <strong>la</strong> Misa y <strong>que</strong> es <strong>la</strong> patente mayor de <strong>la</strong> grandeza del<br />
librepensamiento, cuando reza: Emitem lucem tuam et veritatem tuam, ipse me deduxerunt et<br />
aduxerunt in Monte Santumtuum et in Tabernacu<strong>la</strong> tua, luz, en fin, <strong>que</strong> es también <strong>la</strong><br />
perpetua Luz Celeste <strong>que</strong> alumbra a nuestros jinas o muertos o . ¡Et lux perpetua luce ad eis!<br />
"Vivimos en el Espíritu -dijo Caste<strong>la</strong>r- como vivimos en el aire; y como amamos, creemos",<br />
pero no en creencias exotéricas, impuestas por otros y arteramente ve<strong>la</strong>das por ellos,<br />
dejando <strong>la</strong> letra <strong>que</strong> <strong>mata</strong> y no el espíritu. <strong>que</strong> vivifica, sino creencias asentadas en el gran<br />
principio de <strong>que</strong> <strong>la</strong> Divinidad <strong>que</strong> anima al Cosmos todo también nos anima a nosotros en<br />
forma de esa Luz interior de nuestra conciencia, <strong>que</strong> es el Sol esplendoroso de nuestro<br />
místico cielo interno, a condición sólo de <strong>que</strong> no le nublen <strong>la</strong>s densas tormentas de nuestras<br />
pasiones, esas pasiones <strong>que</strong> al quitarnos de <strong>la</strong> vista ese nuestro Sol, también nos hacen<br />
invisibles a "los hijos del Sol", <strong>que</strong> son los jinas, y a cuyos deleites de vida superior pareció<br />
aludir Plinio en sus Epísto<strong>la</strong>s cuando dijo a<strong>que</strong>llo de Demus alienes oblectationibus veniam,<br />
ut nostris impetremus...<br />
Y puede el hombre, como dice Maeterlinck, haber cometido los crímenes más viles, sin <strong>que</strong><br />
el mayor de ellos alcance a debilitar por un instante el hábito de frescura y de pureza<br />
inmaterial <strong>que</strong> le cobija en sus ensueños, mientras <strong>que</strong> a veces el mero acercamiento de uno<br />
de esos l<strong>la</strong>mados sabios, acaso precisamente por <strong>la</strong> paradoja de <strong>que</strong> ignoran todo cuanto<br />
convenirles pudiera, puede sumir a nuestra alma en <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s más angustiosas y densas,<br />
por<strong>que</strong> el hombre, pese a sus dolores, de caído, es un eterno optimista <strong>que</strong> confía siempre<br />
en esa Voz Interior de nuestro JINA DORMIDO, verdadero Oro del Rhin de nuestras Aguas<br />
mentales y caóticas, <strong>que</strong> le hace caminar entre abismos y espinas hacia un mañana de<br />
liberación resp<strong>la</strong>ndeciente, cuando se deje aquí abajo su bestia y vuele a <strong>la</strong> celeste Morada<br />
de los Jinas, Devas, Angeles o como se los quiera denominar, y <strong>que</strong> le aguardan gozosos<br />
como a peregrino <strong>que</strong> regresa de un viaje de penalidades y peligros.<br />
213 La Sura LXXII del Corán, consagrada como otras muchas a los jinas o genios, hace, en efecto, distinción entre<br />
a<strong>que</strong>llos genios (vers. 1º.) <strong>que</strong> escucharon atentos una lectura del Cordn, diciendo: "Hemos oído una lectura extraordinaria",<br />
y otros (verso 6º.), cerca de los cuales algunos humanos "buscan refugio, no haciendo, empero, sino aumentar su demencia<br />
con ello".<br />
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