Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
para ascender a a<strong>que</strong>l su alto mundo); hint, seña, aviso, sugestión, insinuación, como los <strong>que</strong><br />
de semejante mundo bajan para iluminar a los buenos... El propio nombre Djeminy o<br />
Djaiminy del gran filósofo védico no es en sí sino un anagrama de este inefable y sacrosanto<br />
ape<strong>la</strong>tivo con <strong>que</strong> los hombres designamos a los seres superiores; janos, jaínos y jenios o<br />
genios.<br />
Los pueblos aseamos de Plutarco y de Pherecides de Samos, uno de los maestros de<br />
Pitágoras; los pueblos legendarios lemures de <strong>la</strong> Ciudad del Sol, de <strong>la</strong> Patagonia; los ti-huanaccas<br />
o tihuanacos arios de los Andes, de los <strong>que</strong> tanto hab<strong>la</strong> Ciro Bayo en sus Césares de<br />
<strong>la</strong> Patagonia y en los Caballeros de El Dorado (De gentes del otro mundo, cap. X); los<br />
extraños sacerdotes hindúes <strong>que</strong>, según Schlegel, llevaron <strong>la</strong> religión de J ano o Saturova a<br />
<strong>la</strong> Ciudad Eterna; los sadhus va<strong>que</strong>iros <strong>que</strong> Olcott viese junto a <strong>la</strong> cueva de Kali (Por <strong>la</strong>s<br />
grutas y selvas del Indostán, cap. III); <strong>la</strong>s razas tripolitanas, de <strong>la</strong>s <strong>que</strong> Julio Verne, en su<br />
Matías Sandorf, nos hab<strong>la</strong>, y <strong>que</strong> "no habitan en región alguna <strong>que</strong> no figure en D.1onedas<br />
de p<strong>la</strong>ta" (el metal de <strong>la</strong> Luna); los incomprensibles entes del Umtersberg, de <strong>que</strong> nos hab<strong>la</strong><br />
Franz Hartmann, y los gnomos misteriosos del monasterio de Verue<strong>la</strong>, y tantos otros de <strong>la</strong>s<br />
incomprendidas leyendas de Gustavo Béc<strong>que</strong>r, o los <strong>que</strong> viese, sin duda, Alejandro Csoma<br />
de Koros, en su harapiento viaje heroico por <strong>la</strong>s regiones inexploradas de <strong>la</strong> Tartaria y <strong>la</strong> alta<br />
India del Hind o Hindo y el Juma; en una pa<strong>la</strong>bra, los centenares de casos extrahumanos <strong>que</strong><br />
pueden verse "espumando" aquí y allá en esa gran caldera de Pedro el Botero <strong>que</strong> se l<strong>la</strong>ma<br />
Historia, nos hacen tan inminente. tan inevitable <strong>la</strong> toma en consideración de ellos, por muy<br />
"fantásticos" y muy "absurdos" <strong>que</strong> nos parezcan, tanto <strong>que</strong>, de hoy en ade<strong>la</strong>nte, hay <strong>que</strong><br />
agregar con estos personajes proteicos una nueva interrogante a <strong>la</strong>s tres famosas preguntas<br />
de <strong>la</strong> Esfinge tebana, diciendo: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Y,<br />
sobre todo, ¿con qué seres potentes e invisibles convivimos en este bajo mundo?<br />
El lector <strong>que</strong> en los momentos sublimes de su reconcentración en el mismo y en su vida<br />
espiritual se haga esta última pregunta, <strong>que</strong> pocos se han hecho, acaso no podrá encontrar<br />
en estas modestas páginas nuestras, de mero aluvión informativo, <strong>la</strong> ansiada solución a<br />
tamaña "cuarta pregunta"; pero, al menos, si quiere ser justo, <strong>que</strong> se fije, después de leer<strong>la</strong>s,<br />
en esa contraparte -o "hemisferio tenebroso" de los l<strong>la</strong>mados elementales y elementarios de<br />
teósofos y cabalistas, mundo de gentes opuesto, por decido así, al santo mundo de los jinas,<br />
y, como ellos, invisibles de ordinario, pero harto visibles, ¡ay!, en sus continuas sugestiones<br />
tentadoras <strong>que</strong> siempre nos están empujando hacia <strong>la</strong> locura, <strong>la</strong> perversión y el crimen...<br />
Jinas y elementales son, pues, según nuestras sospechas. los dos polos contrapuestos del<br />
mundo etéreo y el mundo astral <strong>que</strong>, en cuarta o ulteriores dimensiones del espacio,<br />
envuelven y dominan a nuestro mundo físico, con una superioridad sobre nosotros análoga a<br />
<strong>la</strong> <strong>que</strong> tiene el hombre sobre los animales, físicamente más fuertes y mejor armados <strong>que</strong> él<br />
mismo, pero <strong>que</strong> con el Arma Encantada de <strong>la</strong> Imaginación y <strong>la</strong> Razón son por el hombre<br />
vencidos. Pero <strong>la</strong>s fronteras separadoras entre los dos dichos "hemisferios de lo astral" están<br />
muy borrosas, y son muy difíciles de determinar hasta en <strong>la</strong>s regiones mismas <strong>que</strong> tanto se<br />
ocupan de ellos. Es una confusión muy semejante a <strong>la</strong> de nuestra pa<strong>la</strong>bra "día", <strong>que</strong> unas<br />
veces es empleada en sentido estricto para designar so<strong>la</strong>mente el tiempo intermedio entre <strong>la</strong><br />
salida y <strong>la</strong> puesta del sol, presentándose entonces como contraria de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra "noche",<br />
mientras <strong>que</strong> otras veces es empleada en sentido <strong>la</strong>to para denotar el tiempo empleado por<br />
<strong>la</strong> tierra en su rotación, y abarca por ello tanto al "día" en sentido egipcio como a <strong>la</strong> "noche"<br />
misma.<br />
Así, hasta en nuestros mismos libros anteriores aparece semejante confusión entre un<br />
mundo de los jinas, bueno y protector. y un mundo jina, malo y cruel, <strong>que</strong> es el concepto<br />
corriente en los libros religiosos, con sus "suras y asuras", "ángeles y demonios", "genios<br />
buenos y genios malos", etcétera; mientras <strong>que</strong> en el libro presente, apartándonos en<br />
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