Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
CAPÍTULO XXIX. LA CUARTA DE LAS INTERROGACIONES DE<br />
LA ESFINGE<br />
El gran día ensoñado por C<strong>la</strong>ude Bernard. - Ojeada retrospectiva por <strong>la</strong>s páginas del presente libro y los tres<br />
postu<strong>la</strong>dos del mismo acerca de un segundo cuerpo <strong>que</strong> sobrevive a <strong>la</strong> muerte, un segundo mundo superior al<br />
<strong>que</strong> con ésta se pasa, y unos seres jinas <strong>que</strong> moran en dicho mundo. - Resumen de los "hechos jinas"<br />
anteriormente expuestos y de otros mil cuya enumeración es imposible. - A<strong>la</strong>dín, "el jina de A<strong>la</strong>h" y San<br />
Jenadio, "el jina de Dios".Jinas asturianos, vascos, orientales, americanos, austriacos, húngaros, árabes,<br />
romanos, griegos, etc., etc. - Enseñanzas de Edkins en su "Chinese Buddhisme". - Más Y más pa<strong>la</strong>bras<br />
re<strong>la</strong>cionadas con los jinas. - Los Astomos de Plutarco y Pherecides de Samos. - A <strong>la</strong>s tres famosas preguntas<br />
de <strong>la</strong> Esfinge tebana hay <strong>que</strong> añadir una cuarta, re<strong>la</strong>tiva a ¿con quiénes convivimos sin saberlo en este nuestro<br />
mundo? - Elementales y jinas. - Dos maneras de considerar al mundo jina. - El Ángel de <strong>la</strong> Guarda mahometano<br />
y cristiano.La luz de <strong>la</strong> Conciencia y nuestro gran JINA DORMIDO. - "Plenitud", el optimista breviario de Amado<br />
Nervo. - La Piedra filosofal no es sino el principio de <strong>la</strong> sabiduría jina.<br />
La presente edad, egoísta y materialista cual ninguna, al no alzar jamás los ojos de <strong>la</strong><br />
Tierra, aleja, con su insensata ceguera, el advenimiento de a<strong>que</strong>l gran día soñado por el<br />
sabio C<strong>la</strong>ude Bernard, día en el <strong>que</strong> el fisiólogo, el filósofo, el matemático y el poeta hablen<br />
un mismo idioma trascendente, entendiéndose a maravil<strong>la</strong> unos con otros. Pero, ínterin el<br />
mundo, en su loca carrera, no rectifi<strong>que</strong> su desvío hacia estas magnas cuestiones, siempre<br />
tendrá sobre su pensamiento y su corazón el pavoroso enigma de <strong>la</strong> muerte, por<strong>que</strong> como no<br />
vive santamente, y no investiga poco ni mucho en el magno problema, no puede morir con el<br />
ánimo sereno de quien sabe, como todos los arios, <strong>que</strong> no hay más diablo <strong>que</strong> nuestro<br />
propio cuerpo tentador, del <strong>que</strong> triunfamos con <strong>la</strong> muerte, renaciendo en cuerpo espiritual o<br />
jina, como nos ha dicho San Pablo.<br />
Nuestra conciencia, sin embargo, no nos remuerde de haber obrado así en el curso de este<br />
complejo libro, en el <strong>que</strong>, como reza su título, hemos pretendido nada menos <strong>que</strong> el "<strong>mata</strong>r a<br />
<strong>la</strong> <strong>Muerte</strong>", como lo pretendiera y consiguiera este último Iniciado cristiano... Emulos de a<strong>que</strong>l<br />
bravo caballero de <strong>la</strong> Historia de C<strong>la</strong>reo y Florisca 209 <strong>que</strong>, en batal<strong>la</strong> descomunal con el<br />
sufrimiento, disfrazado de justador también, no halló otro medio para vencerle <strong>que</strong> el de<br />
"hacerse el amigo y el hermano del sufrimiento mismo", nosotros, <strong>que</strong> físicamente o como<br />
mortales habremos de rendir a <strong>la</strong> Parca nuestro tributo, creemos haber <strong>mata</strong>do a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
desde el momento en <strong>que</strong>, guiados por a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> enseñanza y mil otras análogas, nos hemos<br />
convencido de toda su mentira, haciéndonos casi su amigo así.<br />
Y, deseosos de comunicar semejante convencimiento a nuestros lectores, hemos escrito<br />
este tan abigarrado como sincero libro, apoyándole en estos tres postu<strong>la</strong>dos (demostrados<br />
cien veces y siempre demostrables) , <strong>que</strong> nos es obligatorio el recordar a guisa de resumen:<br />
a) Que, presidiendo a todas <strong>la</strong>s funciones de nuestro cuerpo material o químico y visible,<br />
hay otro cuerpo espiritual, el cuerpo glorioso, ordinariamente invisible, <strong>que</strong> sobrevive a <strong>la</strong><br />
muerte física según <strong>la</strong> enseñanza unánime de <strong>la</strong>s religiones, del espiritismo y hasta del<br />
propio sentido común no pervertido por <strong>la</strong>s cobardías materialistas 210 . A corroborar<br />
209 “No os parece absurdo y horrible -dice nuestro genial amigo Emilio Carrere, en su reciente libro Almas brujas- <strong>que</strong><br />
todo acabe en el montón de Carroña <strong>que</strong> arrastran <strong>la</strong>s cuatro tab<strong>la</strong>s al espantoso pudridero? ¡Oh, <strong>la</strong> emoción infinita de<br />
sentimos eternos sobre el abismo de <strong>la</strong> muerte! ¡Oh, el consuelo inefable de nuestra esencia divina, romo una lumbre eterna,<br />
como una l<strong>la</strong>ma de Dios, sobreviviendo por los siglos de los siglos a <strong>la</strong> desaparición de <strong>la</strong>s formas!"<br />
210 “No os parece absurdo y horrible -dice nuestro genial amigo Emilio Carrere, en su reciente libro Almas brujas- <strong>que</strong><br />
todo acabe en el montón de Carroña <strong>que</strong> arrastran <strong>la</strong>s cuatro tab<strong>la</strong>s al espantoso pudridero? ¡Oh, <strong>la</strong> emoción infinita de<br />
sentimos eternos sobre el abismo de <strong>la</strong> muerte! ¡Oh, el consuelo inefable de nuestra esencia divina, romo una lumbre eterna,<br />
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