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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

-¡Oh, hermanas hormigas: entrad al instante en vuestros hormigueros por temor de <strong>que</strong><br />

seáis ap<strong>la</strong>stadas sin saberlo bajo los pies del ejército innumerable del gran Salomón!<br />

El rey sabio sonrió al oír a <strong>la</strong> hormiga; pasó revista al ejército de los pájaros y dijo al notar<br />

de entre ellos <strong>la</strong> ausencia de <strong>la</strong> abubil<strong>la</strong>:<br />

-¿Dónde está esa ave rebelde <strong>que</strong> así deja de comparecer ante mí, su Rey y Señor?<br />

Presurosa, presentóse de allí a poco el ave y prosternándose ante Salomón, le dijo:<br />

-Te traigo noticias ciertas acerca de <strong>la</strong> gran reina de los pueblos sabeos. He hal<strong>la</strong>do ayer<br />

a esa mujer <strong>que</strong> reina sobre a<strong>que</strong>llos hombres y posee toda c<strong>la</strong>se de cosas preciosas,<br />

incluso un prodigioso trono. He visto además <strong>que</strong> el<strong>la</strong> y su pueblo adoran al Sol como Dios.<br />

Satán, el apedreado, ha engrandecido <strong>la</strong> obra de sus manos y embellecido <strong>la</strong> vista de sus<br />

ojos, apartándoles de <strong>la</strong> verdadera ruta del Señor.<br />

-Veremos, abubil<strong>la</strong>, si has mentido o has dicho <strong>la</strong> verdad -contestó Salomón, y añadió:<br />

-Vete de mi parte con esta carta a <strong>la</strong> reina de Saba, entrégase<strong>la</strong> y, desde respetuosa<br />

distancia, procura ver cuál será su respuesta.<br />

La abubil<strong>la</strong> cumplió con toda fidelidad <strong>la</strong> orden; <strong>la</strong> reina cogió <strong>la</strong> carta y <strong>la</strong> enseñó<br />

triunfalmente a los magnates del reino diciéndoles:<br />

-He aquí el contenido de <strong>la</strong> carta <strong>que</strong> me escribe el gran Salomón de Israel, sabio y rey<br />

de <strong>la</strong>s aves, de los hombres y de los genios: "En el nombre de Dios clemente y<br />

misericordioso. No os levantéis contrá mí. Venid más bien a mí, abandonándoos por entero<br />

al verdadero y único Dios." Luego <strong>la</strong> reina les pidió consejo.<br />

Los magnates respondieron:<br />

-Somos un pueblo fuerte y temido de todos, pero a ti te toca, ¡oh reina!, el disponer lo<br />

<strong>que</strong> por mejor colijas.<br />

La reina, entonces, decidió enviar ricos presentes a Salomón, aguardando los<br />

acontecimientos y <strong>la</strong>s impresiones <strong>que</strong> los enviados con ellos le trajesen.<br />

Cuando éstos depositaron reverentes los regalos a los pies de Salomón, éste les dijo<br />

solemne:<br />

-¿Es acaso <strong>que</strong> <strong>que</strong>réis deslumbrarme con vuestros tesoros? Pues sabed <strong>que</strong> los <strong>que</strong> mi<br />

Dios me ha dado superan infinitamente a todos los tesoros juntos de <strong>la</strong> Tierra. Volved al<br />

punto a vuestra reina, y decid <strong>la</strong> <strong>que</strong> muy en breve iremos a atacar sus Estados con un<br />

ejército cuyo empuje le será imposible resistir y os expulsaremos de vuestro país humil<strong>la</strong>dos<br />

y envilecidos. -Luego c<strong>la</strong>mó a los suyos el rey sabio, y les dijo:<br />

-¡Oh, mis guerreros! ¿Quién de vosotros me va a traer en el acto a <strong>la</strong> propia reina de<br />

Saba sentada en su trono excelso, ante., de <strong>que</strong> a todos los suyos les mueva a venir y a<br />

entregarse a <strong>la</strong> voluntad omnipotente de Dios?<br />

A lo <strong>que</strong> respondió Ifrit, el horrible, el deforme rey de los genios: .-Yo seré, pues, quien te<br />

traiga, si así lo ordenas, Señor, a <strong>la</strong> reina de Saba antes de <strong>que</strong> hayas tenido tiempo de<br />

levantarte de tu trono. Soy lo bastante fuerte y leal, como sabes, para hacerlo.<br />

Otro genio, Sidjill, el <strong>que</strong> escribe con su dedo el <strong>Libro</strong> Eterno de <strong>la</strong>s Vidas, añadió:<br />

-y yo puedo traerte a <strong>la</strong> reina en su trono antes siquiera de <strong>que</strong> hayas pestañeado 12 . -<br />

como así lo hizo.<br />

Salomón, no obstante su poder, <strong>que</strong>dó asombrado ante tamaño prodigio de ver a <strong>la</strong> reina<br />

de Saba tras<strong>la</strong>dada así ante su presencia y deslumbrante de ri<strong>que</strong>zas cuanto de hermosura.<br />

-Haced <strong>que</strong> <strong>la</strong> reina no se dé cuenta de lo <strong>que</strong> le sucede –les ordenó a los genios, y<br />

12 Esta unidad de medida se l<strong>la</strong>ma en sánscrito nimesha, literalmente "parpadeo del ojo", y aún tiene por bajo otra medida<br />

más pe<strong>que</strong>ña, <strong>que</strong> es el truti. Aquí se ve, pues, como en tantas otras cosas del Corán, el influjo de <strong>la</strong>s ideas de parsis e<br />

hindúes.<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 29 www.samaelgnosis.net

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