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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

parecen a meros cuentos infantiles. Desde luego, vosotros nos habláis de un diluvio, cuando<br />

han sobrevenido otros muchos anteriormente. Además, ignoráis <strong>que</strong> en vuestro país ha<br />

existido <strong>la</strong> raza de hombres más excelente y perfecta, de <strong>la</strong> <strong>que</strong> tú y toda <strong>la</strong> nación<br />

descendéis, después <strong>que</strong> toda el<strong>la</strong> pereció, a excepción de un pe<strong>que</strong>ño número. Vosotros no<br />

lo sabéis, por<strong>que</strong> los primeros descendientes de aquél<strong>la</strong> murieron sin transmitir nada por<br />

escrito durante muchas generaciones, pues <strong>que</strong>, antes de <strong>la</strong> última destrucción por <strong>la</strong>s<br />

aguas, esta misma república de Atenas, <strong>que</strong> a <strong>la</strong> sazón ya existía, era admirable en <strong>la</strong> guerra<br />

y se distinguía en todo por <strong>la</strong> prudencia y sabiduría de sus leyes, cuanto por sus generosas<br />

acciones, contando, en fin, con <strong>la</strong>s instituciones más hermosas de <strong>que</strong> jamás se ha oído<br />

hab<strong>la</strong>r bajo los cielos... Así alcanzasteis a sobrepujar a los demás hombres como<br />

corresponde a un pueblo engendrado e instruído por los mismos dioses, y de aquí <strong>la</strong>s<br />

múltiples y grandiosas empresas a <strong>que</strong> dió cima vuestra república y <strong>que</strong> escritas <strong>que</strong>dan en<br />

nuestros libros. Ellos, en efecto, dicen <strong>que</strong> vuestra república, en un gran día, mostró<br />

bril<strong>la</strong>ntemente su valor y poderío. Arrostrando los mayores peligros, triunfó de sus invasores<br />

at<strong>la</strong>ntes; preservó de <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud a pueblos <strong>que</strong> todavía eran libres, ir a otros pueblos <strong>que</strong><br />

estaban próximos a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas Columnas de Hércules les restituyó su libertad. Mas en los<br />

tiempos <strong>que</strong> siguieron luego hubo grandes terremotos e inundaciones. En el espacio de un<br />

día y de una noche terribles, todos los guerreros <strong>que</strong> tenían proyectado otra vez llegar a <strong>la</strong>s<br />

puertas de vuestros muros fueron abismados en lo profundo. La Is<strong>la</strong> Atlántida desapareció<br />

bajo <strong>la</strong>s aguas del mar, y por eso no se puede recorrer hoy el mar <strong>que</strong> <strong>la</strong> cubre".<br />

La referida época de transición entre los jinas accadios, sumerianos o samitas, autores de<br />

esas primitivas escrituras hieráticas, ogámicas, cuneiformes, por quipos, etc., <strong>que</strong> hemos<br />

visto en todo el p<strong>la</strong>neta desde los quichúa-incas y los tuathas, hasta los babilonios, fenicios y<br />

egipcios, está grabada aún con caracteres indelebles en <strong>la</strong>s Acrópolis, igualmente repartidas<br />

por todo el mundo.<br />

Acrópolis (de akros, altura, punta, y polis, ciudad) equivale etimológicamente a "vivienda y<br />

templo de gentes arcadias, so<strong>la</strong>res o jinas", tanto, <strong>que</strong> en dicha época de transición del<br />

período adelónico al mítico y al histórico se le fueron agregando <strong>la</strong>s construcciones ya<br />

"humanas" de sus faldas y l<strong>la</strong>nura circunva<strong>la</strong>dora <strong>que</strong>, como tales, constituyeron <strong>la</strong> Iópolis<br />

(de Io o Isis, <strong>la</strong> Luna), o sea "<strong>la</strong> morada inferior, humana propiamente dicha o lunar, de los<br />

hijos de Io" (o jonios entre los griegos) , <strong>que</strong>dando desde entonces <strong>la</strong> primera como arca de<br />

los tesoros religiosos, históricos y artísticos heredados por <strong>la</strong> santa tradición o "cába<strong>la</strong>"; lugar<br />

inamovible y templo de <strong>la</strong>s divinidades protectoras de <strong>la</strong> urbe (hombres excelsos, ya<br />

empezados a divinizar desgraciadamente por <strong>la</strong> creciente e ignorante antropo<strong>la</strong>tría) y asilo<br />

de sacerdotes y magistrados en <strong>la</strong>s ulteriores épocas de invasiones entre sus dclópeos<br />

muros, mientras <strong>que</strong> en los antros, criptas o grutas naturales o artificiales, <strong>que</strong> nunca faltaban<br />

debajo del respectivo cerro (igual <strong>que</strong> en <strong>la</strong>s pirámides egipcias), seguían verificándose <strong>la</strong>s<br />

imponentes y terribles pruebas de <strong>la</strong> iniciación, algunas de <strong>la</strong>s cuales han llegado hasta<br />

nosotros. Así, <strong>la</strong> Acrópolis y <strong>la</strong> Iópolis equivalieron entre los griegos a <strong>la</strong> Roma del Capitolio<br />

(caput, cabeza), y a <strong>la</strong> del Aventino (para <strong>la</strong>s gentes adventicias, <strong>que</strong> los vientos de <strong>la</strong>s<br />

guerras, revoluciones y esc<strong>la</strong>vitudes remansaban sobre todas <strong>la</strong>s grandes ciudades<br />

antiguas), al Urin-Cozco, so<strong>la</strong>r o alto, y al Anan-Cozco, o bajo, de los incas (y no a <strong>la</strong> inversa,<br />

<strong>que</strong> es como equivocadamente nos lo da Garci<strong>la</strong>so) , a <strong>la</strong> Sumaria, Somaría o Samaria<br />

(altura, lugar so<strong>la</strong>r o de <strong>la</strong> salud, tanto espiritual como física), y a <strong>la</strong> Accadia (lugar femenino,<br />

inferior, de] valle o l<strong>la</strong>no o "de <strong>la</strong>s aguas"), de <strong>la</strong>s más antiguas ciudades del Tigris y el<br />

Éufrates, Nínive y Babilonia, inclusive, o, en suma, a ]a "ciudad alta" y <strong>la</strong> "ciudad baja" de<br />

tantas y tantas pob<strong>la</strong>ciones pelásgicojinas, como <strong>la</strong> Aka o Aeca samnita y su inevitable<br />

lengua sumeriana, análoga a <strong>la</strong> aún hoy l<strong>la</strong>mada lengua accadia del Indostán, objeto de los<br />

estudios de Hyde C<strong>la</strong>rk, o bien como nuestras Gerona, Tarragona, Má<strong>la</strong>ga, Cádiz, etc. Y es<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 284 www.samaelgnosis.net

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