Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
desterrado, recuerda no poco a lo <strong>que</strong> con el rey de Egipto aconteciese a Abraham y a su<br />
esposa Sahara. Finalmente, San Agustín (De Civil. Dei) libro VIII) canta a su modo a<strong>que</strong>l<br />
paraíso diciendo:<br />
"Antes de <strong>que</strong> se hal<strong>la</strong>sen en España <strong>la</strong>s venas de p<strong>la</strong>ta y oro, <strong>la</strong>s guerras no existían, y<br />
muchos de sus hijos del país se consagraron al estudio de <strong>la</strong> Filosofía. Los pueblos vivieron<br />
seguros y quietos con santísimas costumbres; cada pueblo se regía por el Magistrado,<br />
nombrado cada año por los varones de más excelsa erudición y piedad. Las cosas todas se<br />
regu<strong>la</strong>ban por lo bueno y por lo justo, no por el número de leyes, aun<strong>que</strong> se dice <strong>que</strong> hubo<br />
algunas escritas y de grandísima antigüedad, sobre todo entre los turdetanos. Los<br />
ciudadanos no tenían entre sí pleitos ni controversias, y si algunas había eran de <strong>la</strong><br />
emu<strong>la</strong>ción en <strong>la</strong> virtud, <strong>la</strong> naturaleza de Dios, <strong>la</strong> razón y <strong>la</strong>s buenas costumbres. Los hombres<br />
eruditos, en determinados días, controvertían públicamente de estas cosas, y también<br />
asistían mujeres a tales certámenes".<br />
El resumen de cuanto venimos diciendo es <strong>que</strong> toda <strong>la</strong> historia clásico-<strong>la</strong>tina de España,<br />
menospreciada hoy como fábu<strong>la</strong> por desaprensivas gentes <strong>que</strong> tienen el don funesto de<br />
esterilizarlo todo, es <strong>que</strong> en toda <strong>la</strong> zona occidental de Europa, antes de llegarse a los<br />
tiempos <strong>que</strong> l<strong>la</strong>mamos históricos, acaecieron colosales luchas religiosas como triste herencia<br />
de <strong>la</strong> Atlántida, <strong>la</strong>s cuales están simbolizadas en <strong>la</strong>s luchas de los Titanes, ora contra Urano,<br />
primero, ora contra Saturno, su hijo, ora, en fin, contra Júpiter, venciendo al primero y siendo<br />
vencidos por el último y aun por el segundo. A<strong>que</strong>llos "hijos del dios Término" (el dios It o Ti,<br />
cap. X de De gentes del otro mundo) para los cultos vulgares equivalían y siguen<br />
equivaliendo a asuras, welsungos, philis-theos, daimontes, tuathas y demás enemigos de los<br />
dioses exotéricos, de los dioses-hombres, nacidos de mujer, de los <strong>que</strong> tan pródigo se<br />
mostró desde el primer momento el antropomórfico o idolátrico paganismo. Pero ellos, en<br />
verdad, representaban <strong>la</strong> espiritualidad, el deber, el sacrificio, <strong>la</strong> Ciencia-Religión primitiva o<br />
jina, frente a <strong>la</strong>s pasiones inferiores del hombre, cada una de <strong>la</strong>s cuales, loh, ceguedad<br />
humana!, tenía un dios, un animal, un altar y un culto. Desterradas <strong>la</strong>s nobles gentes jinas en<br />
Persia e India, primero, en el Mediterráneo oriental y en Egipto después, como más o menos<br />
llevamos apuntado, aún perduraron <strong>la</strong>rgos lustros en Occidente, a <strong>la</strong> manera del Sol, su<br />
imagen y su cuna (<strong>que</strong> diría Plutarco), quien cuarldo se oculta en a<strong>que</strong>llos países, aún sigue<br />
alumbrando algunas horas después en éstos, mientras Véspero (el p<strong>la</strong>neta Venus en su<br />
elongación a <strong>la</strong> izquierda del Sol) todavía perdura entre tanto en aquéllos, recordándoles<br />
¡;'e<strong>la</strong>ncólico el Sol <strong>que</strong> ya no luce para ellos y sí para los otros. . .<br />
y tan inmensa y decisiva fué esta influencia. <strong>que</strong> de Titanes y Titania derivan todos los más<br />
viejos nombres ibéricos: Lusitania, Carpetania, Turdetania, Aquitania, Britania, Mauritania,<br />
Tingitania, Edetania, ]acetania, Suesetania, Igeditania, Auritania, Contestania, Iliberitania y<br />
otras más. Pero como los tales rebeldes Titanes provenían de sangre ario-at<strong>la</strong>nte de <strong>la</strong><br />
Buena Ley, y habían venido de Oriente a <strong>la</strong> Atlántida en los dos días postreros de ésta, antes<br />
los vemos en los Tanis de Egipto, rechazando según An<strong>que</strong>til los ata<strong>que</strong>s más furiosos, y en<br />
los atenienses, cuyos heroísmos re<strong>la</strong>tara el sacerdote de Sais, o Issa, a Solón, y <strong>que</strong> P<strong>la</strong>tón<br />
nos ha transmitido en sus Diálogos. El mismo <strong>Libro</strong> de los Números (cap. XIII), los Psalmas<br />
(LXXVII) e Isa<strong>la</strong>s (cap. XIX), nos hab<strong>la</strong>n de tales Titamin, Tsoan, Zoan o Chohan, nombres a<br />
su vez <strong>que</strong> sirven de puente para entroncar todas estas rebeldías con <strong>la</strong>s más viejas aún y<br />
ya cosmogónicas <strong>que</strong> se leen en <strong>la</strong>s Estancias de Dzyan, comentadas por <strong>la</strong> Maestra H. P.<br />
B. 186 .<br />
186 Hay, en fin, Tanos, en Grecia; Tanais, en el Danubio, o más bien en el Don; Thanas y Thanatos, <strong>la</strong> <strong>la</strong>guna Meotis, y<br />
también, según Solino, una is<strong>la</strong> británica a <strong>la</strong> <strong>que</strong> el venerable Beda l<strong>la</strong>mó Tanetos, hoy Tenet. También Tanaro es, según<br />
Plinio, el río de Lombardía, y según éste y Tito Livio, Taneto; Ptho<strong>la</strong>meo menciona a Tanito en <strong>la</strong> Galia togada; Plinio hace<br />
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