Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna vaca"; es decir, que se inició en los Misterios de ella; 5ª.-, es tan sagrada la Vaca religiosa entre los brahmanes, que todo pecado, por enorme que sea, puede ser lavado, purificándose el pecador con los cinco productos de ella; 6ª.-, igual concepto de absoluta purificación por la Vaca se ve en la sura II del Corán, casi por entero consagrada a aquélla; 7ª-, el sacrificio de la Vaca y la Ternera -en odio simbólico, por supuesto, a las arias religiones de la V ACAconstituye la base fundamental de todo el ceremonial religioso que leemos en el Pentateuco, muy especialmente el relativo a la iniciación de los levitas o sacerdotes (Éxodo, XXIX, y Números, XIX) ; 8ª.-, ese mismo sacrificio se conserva hoy en todos los pueblos tocados de semitismo, como el marroquí, y ese mismo constituye la raigambre ocultista de nuestras bárbaras e inabolibles corridas de toros; 9ª.-, vemos, en fin, alusiones más o menos directas a la Vaca y a la Ternera sagrada en cuantas etimologías vaqueiras van consignadas en los dos tomos primeros de esta Biblioteca, e igualmente en la Vaca astral de los sadhus o saduceos indostanos; en el Boyero celeste de nuestra Astronomía; en la Vaca a que se alude tan extrañamente en múltiples pasajes de Las mil y una noches; en el Toro de San Marcos y la Vaca del Portal de Belén; en las Vacas del Sol y Bueyes de Gerión, culto iniciático atlante que se dijo robado por Hércules; en la Ternera de Paruadi; en las Vacas de Faraón; en el Bos griego, latino e ibero; en la Ka-ba del Corán; en la Vaca del Manava-Dharma-Sha5tra; en el Buey delMaha-Deva; en el Becerro de Oro de Aarón; en el Toro de Ormud, y, en fin, dondequiera que haya una religión, es decir, dondequiera que haya hombres... ¡Tal es, pues, nuestro amable bisonte de Altamira; un respetable buey ;\pis más de cuantos en el mundo han sido, pese a los escrúpulos de nuestros paleontólogos del hueso-fósil de Cantabria o de Aquitania, no del hueso-tradición, que no pueden roer todavía, por lo visto! Volvamos a la interrumpida iniciación troglodita de nuestros viejos paleolíticos. Dejamos a nuestro neófito desmayado y sin sentido, por efecto de las terribles pruebas de la tierra, el agua, el aire y el fuego, pasando por alto otra relativa a la mujer, prueba no menos tremebunda. Desdoblado, en términos técnicos sea dicho, el candidato, como se desdobla su cuerpo astral del físico con el cloroformo y otros hipnóticos, su astral o su doble era conducido a la parte más honda y secreta de la iniciática caverna, al camarín o adytia donde hoy encontramos las pinturas. Allí se le daba por magia una de esas escenas de videncia astral, que quien, como yo, las ha tenido, no llega a olvidarlas nunca, porque son el más fiel trasunto del Walhalla nórdico, el Amenti egipcio, el Devachán hindú, el Cielo de Indra, el Paraílio de Mahoma, en plena luz astral y, ¡por supuesto!, sin postizos sensualismos. Semejantes escenas de magia, por otra parte, quedaban de tal manera impresas en el cerebro físico del candidato, que, para no perderlas, más de una vez hubo de intentar el reproducirlas allí mismo... ¡Por eso las rocas que ostentan hoy tales apuntes pictóricos o estilizados, al modo de los que toman "sobre el terreno" todos los artistas, se nos presentan con esa yuxtaposición sucesiva y caótica, ese trazar y borrar concatenado que se practica, por ejemplo, en las pizarras de examen por los alumnos! ¿Quién no ha visto, efectivamente, en tales pizarras el gráfico, verbigracia, del teorema de Pitágoras, sobre la esfumada ecuación de segundo "grado, y bajo una o cien fórmulas sucesivamente trazadas y luego mal borradas por los alumnos que han ido desfilando ante ellas? Pues eso mismo, ínterin no viene una explicación mejor, es lo que nos parecen a nosotros esos espléndidos lienzos de roca, como el clásico de la Caverna de San Román de Candamo, donde, sobre las ancas de un ciervo, pongo por caso, cae la cabeza de un bovino, que a su vez se ve medio borrado por otros y otros, hasta hacer de la rocosa superficie una como pizarra de examen, un verdadero palimpsesto, como aquel que hiciera descubrir tras una escritura monacal del medioevo nada menos que el célebre Breviario visigótico de Anniano o Código de Alarico. Además, en semejantes superficies de las pinturas trogloditas, por ejemplo, en la de la Cueva de San Román, de Candamo, bien pudo cumplirse una de las leyes del inconsciente o Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 236 www.samaelgnosis.net
El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna el semiconsciente humano. ¿Cuántas veces todos nosotros, sentados en el banco del paseo solitario o cabe el peñasco de la playa, no hemos dibujado al azar sobre la arena, con la punta del bastón o del paraguas, caprichos, extravagancias, nonadas de aquellas cosas que precisamente preocupan nuestra imaginación, es a saber: el estudiante de matemáticas, sus gráficos geométricos; el enamorado, el nombre de la amada, enlazado con el suyo propio en los más caprichosos arabescos; el dibujante, sus apuntes, que tanto tienen siempre de "rupestres" o de "trogloditas", y el distraído, en fin, los más absurdos trazos "rectos, curvos, sinuosos y de absurda concepción de quien, entre tanto, sueña? ¿Por qué, pues, no ha podido acontecer lo mismo con el candidato a la iniciación en los largos momentos angustiosos y aburridos que preceden a todo examen? Lo que el desocupado dibuja sobre el mármol del café, y el chiquillo sobre el blanco muro del edificio, a quien afea con sus toscos y elementarios mamarrachos, o el grosero, en fin, sobre ciertos sitios que excusado es nombrar, bien puede corresponderse hoy con aquellas pinturas primievales con las que, "en magia de caza", soñaba inconsciente el troglodita con cacerías como las de sus anhelos, llenas de peripecias emocionantes, sin que tratase de realizar con ello, nunca, el embrutement, la sugestión necromante de futuros animales a los que cazar después. Cabras, renos, ciervos, rebecos, caballos, osos, aves, peces, etc., pudieron así mezclarse con signos de contabilidad, con diseños de elementales de lo astral, que decimos los teósofos y cabalistas, con damas en danza prehistórica, aún conservada en la llamada "danza prima" de Asturias y de infinitos otros pueblos, con toda clase de estilizaciones y pinturas, en fin, desde las que, con un estudio serio de pictografías comparadas se pasa insensiblemente a las runas en puntos y rayas u ogam craobs escandinavas e irlandesas (los tectiformes de los actuales paleontólogos); a las tarjas de primitiva contabilidad por quinquenas y veintenas (dedos de las manos y pies), que llevamos estudiadas en tantos lugares de esta Biblioteca; a los célebres itinerarios gráficos de la peregrinación azteca que aparecen en los códices mexicanos del Anahuac, y, para no cansar más, a los dioses mexicanos, con documentos tan elocuentes como el de la célebre Peña-Tú, que digan lo que quieran nuestros equivocados aunque bien intencionados doctos, no es sino un sol como los soles-dioses de México, una representación del divino Fuego primitivo, con las líneas sinuosas debajo como en todo el simbolismo primitivo, desde el signo Piscis astronómico, el nombre de María, el Mar, Isis, Maya o la Ilusión, hasta la mismísima letra eme de todos los alfabetos. que no es tampoco sino otro de los simbolismos del Agua, la contraparte femenina, la Luna, etc., etc....¡Casi es seguro, afirmamos, que dicha Peña- Tú, por algo así llamada, no es sino el dios Tu baal o Túbal, el mismo al que nuestra tradición histórica hace primer poblador, u "hombre guía" de España! Por otra parte, en cacerías y danzas como las aludidas, no hay por qué no ver un efectivo precedente, por ejemplo, de las astrales correrías de Diana por los bosques celestes o jinas del mito mediterráneo, aquellas cacerías sin fin, aquellas bacanales en las que la diosa se enamoraba de sus elegidos y mataba a sus contradictores y émulos, los Endimión. los Narcisos, los Pastores} en cadena de mitos tras mitos, verdaderamente inacabable. Por todo esto y mucho más, que cabría en un grueso libro, pero no en el breve capítulo presente, hay derecho a esperar que nuestros sabios, dando de lado a su consabido e injusto prejuicio al fósil-tradición, que sólo pueden mostrarle nuestros estudios teosóficos de religiones comparadas, entren de lleno en el estudio oriental, donde tienen las claves indispensables para formar un juicio completo acerca de lo que ignoran y buscan con tan pésima orientación como buenos deseos. Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 237 www.samaelgnosis.net
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
el semiconsciente humano. ¿Cuántas veces todos nosotros, sentados en el banco del paseo<br />
solitario o cabe el peñasco de <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya, no hemos dibujado al azar sobre <strong>la</strong> arena, con <strong>la</strong><br />
punta del bastón o del paraguas, caprichos, extravagancias, nonadas de a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s cosas <strong>que</strong><br />
precisamente preocupan nuestra imaginación, es a saber: el estudiante de matemáticas, sus<br />
gráficos geométricos; el enamorado, el nombre de <strong>la</strong> amada, en<strong>la</strong>zado con el suyo propio en<br />
los más caprichosos arabescos; el dibujante, sus apuntes, <strong>que</strong> tanto tienen siempre de<br />
"rupestres" o de "trogloditas", y el distraído, en fin, los más absurdos trazos "rectos, curvos,<br />
sinuosos y de absurda concepción de quien, entre tanto, sueña? ¿Por qué, pues, no ha<br />
podido acontecer lo mismo con el candidato a <strong>la</strong> iniciación en los <strong>la</strong>rgos momentos<br />
angustiosos y aburridos <strong>que</strong> preceden a todo examen? Lo <strong>que</strong> el desocupado dibuja sobre el<br />
mármol del café, y el chiquillo sobre el b<strong>la</strong>nco muro del edificio, a quien afea con sus toscos y<br />
elementarios mamarrachos, o el grosero, en fin, sobre ciertos sitios <strong>que</strong> excusado es<br />
nombrar, bien puede corresponderse hoy con a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s pinturas primievales con <strong>la</strong>s <strong>que</strong>, "en<br />
magia de caza", soñaba inconsciente el troglodita con cacerías como <strong>la</strong>s de sus anhelos,<br />
llenas de peripecias emocionantes, sin <strong>que</strong> tratase de realizar con ello, nunca, el<br />
embrutement, <strong>la</strong> sugestión necromante de futuros animales a los <strong>que</strong> cazar después.<br />
Cabras, renos, ciervos, rebecos, caballos, osos, aves, peces, etc., pudieron así mezc<strong>la</strong>rse<br />
con signos de contabilidad, con diseños de elementales de lo astral, <strong>que</strong> decimos los<br />
teósofos y cabalistas, con damas en danza prehistórica, aún conservada en <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada<br />
"danza prima" de Asturias y de infinitos otros pueblos, con toda c<strong>la</strong>se de estilizaciones y<br />
pinturas, en fin, desde <strong>la</strong>s <strong>que</strong>, con un estudio serio de pictografías comparadas se pasa<br />
insensiblemente a <strong>la</strong>s runas en puntos y rayas u ogam craobs escandinavas e ir<strong>la</strong>ndesas (los<br />
tectiformes de los actuales paleontólogos); a <strong>la</strong>s tarjas de primitiva contabilidad por<br />
quin<strong>que</strong>nas y veintenas (dedos de <strong>la</strong>s manos y pies), <strong>que</strong> llevamos estudiadas en tantos<br />
lugares de esta Biblioteca; a los célebres itinerarios gráficos de <strong>la</strong> peregrinación azteca <strong>que</strong><br />
aparecen en los códices mexicanos del Anahuac, y, para no cansar más, a los dioses<br />
mexicanos, con documentos tan elocuentes como el de <strong>la</strong> célebre Peña-Tú, <strong>que</strong> digan lo <strong>que</strong><br />
quieran nuestros equivocados aun<strong>que</strong> bien intencionados doctos, no es sino un sol como los<br />
soles-dioses de México, una representación del divino Fuego primitivo, con <strong>la</strong>s líneas<br />
sinuosas debajo como en todo el simbolismo primitivo, desde el signo Piscis astronómico, el<br />
nombre de María, el Mar, Isis, Maya o <strong>la</strong> Ilusión, hasta <strong>la</strong> mismísima letra eme de todos los<br />
alfabetos. <strong>que</strong> no es tampoco sino otro de los simbolismos del Agua, <strong>la</strong> contraparte femenina,<br />
<strong>la</strong> Luna, etc., etc....¡Casi es seguro, afirmamos, <strong>que</strong> dicha Peña- Tú, por algo así l<strong>la</strong>mada, no<br />
es sino el dios Tu baal o Túbal, el mismo al <strong>que</strong> nuestra tradición histórica hace primer<br />
pob<strong>la</strong>dor, u "hombre guía" de España!<br />
Por otra parte, en cacerías y danzas como <strong>la</strong>s aludidas, no hay por qué no ver un efectivo<br />
precedente, por ejemplo, de <strong>la</strong>s astrales correrías de Diana por los bos<strong>que</strong>s celestes o jinas<br />
del mito mediterráneo, a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s cacerías sin fin, a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s bacanales en <strong>la</strong>s <strong>que</strong> <strong>la</strong> diosa se<br />
enamoraba de sus elegidos y <strong>mata</strong>ba a sus contradictores y émulos, los Endimión. los<br />
Narcisos, los Pastores} en cadena de mitos tras mitos, verdaderamente inacabable.<br />
Por todo esto y mucho más, <strong>que</strong> cabría en un grueso libro, pero no en el breve capítulo<br />
presente, hay derecho a esperar <strong>que</strong> nuestros sabios, dando de <strong>la</strong>do a su consabido e<br />
injusto prejuicio al fósil-tradición, <strong>que</strong> sólo pueden mostrarle nuestros estudios teosóficos de<br />
religiones comparadas, entren de lleno en el estudio oriental, donde tienen <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ves<br />
indispensables para formar un juicio completo acerca de lo <strong>que</strong> ignoran y buscan con tan<br />
pésima orientación como buenos deseos.<br />
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