Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
con sus típicas fauna y flora y domesticado el perro; empieza <strong>la</strong> época pastoril, entrándose<br />
en a<strong>que</strong>llos períodos de <strong>la</strong> piedra pulimentada y el bronce, <strong>que</strong> hubieron de sucederse con<br />
intervalos irregu<strong>la</strong>res, cada vez más confusos y de más corta duración, <strong>que</strong> se en<strong>la</strong>zan unos<br />
con otros por medio de emigraciones y fusiones étnicas. Las primitivas pob<strong>la</strong>ciones europeas<br />
interrumpen su evolución especial y, sin perecer, son absorbidas por otras razas, por decido<br />
así, por <strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s de sucesivas inmigraciones <strong>que</strong> venían del África, acaso de una Atlántida<br />
perdida -cosa ya imposible por <strong>la</strong> distancia de tantos milenios como habían pasado desde <strong>la</strong><br />
catástrofe-, y, en fin, de <strong>la</strong> prolífera Asia. De una parte vinieron los iberos; de otra, los<br />
pe<strong>la</strong>sgos, ligures, sicanios, etruscos, etcétera, precursores todos de <strong>la</strong> gran invasión aria.<br />
"Cuando se hacen dec<strong>la</strong>raciones como <strong>la</strong>s <strong>que</strong> preceden, los sabios se apresuran a exigir<br />
pruebas históricas, en lugar de legendarias, en apoyo de tales asertos. ¿Es posible el hal<strong>la</strong>r<br />
tales pruebas? Sí, seguramente, por<strong>que</strong> es tal su abundancia, <strong>que</strong> resultan abrumadoras<br />
para todo pensador exento de prejuicios. Una vez <strong>que</strong> el estudiante de ocultismo se apodera<br />
del hilo conductor, puede encontrar tales testimonios por sí mismo. Presentamos hechos y<br />
mostramos caminos. Que el viajero los siga, ya <strong>que</strong> cuanto va dicho es muy suficiente para<br />
este siglo."<br />
Estas pruebas históricas, en efecto, existen, por<strong>que</strong> vivos están aún los monumentos <strong>que</strong><br />
<strong>la</strong>s constituyen. Empecemos por ellos.<br />
Los viajeros <strong>que</strong>, como Fergusson, han recorrido <strong>la</strong> India llenos de <strong>la</strong> consabida vanidad<br />
europea <strong>que</strong> a todo lo joven -hombre o pueblo- caracteriza, no han podido menos de<br />
<strong>que</strong>darse pasmados ante el número, <strong>la</strong> ri<strong>que</strong>za y <strong>la</strong> antigüedad de los templos-hipogeos <strong>que</strong><br />
visitaran; algunos, como los de Elefanta y Karli, verdaderas "capil<strong>la</strong>s sixtinas del arte<br />
troglodita y rupestre" más prodigioso, con mucho mayor razón <strong>que</strong> nuestra pobre covacha de<br />
Altamira. Allí, en Karli, pudieron ver, por ejemplo, no ya "pinturas rupestres", sino "esculturas<br />
rupestres" colosales y templos subterráneos, <strong>la</strong>brados, a guisa de topos, "por innumerables<br />
generaciones" de hombres postat<strong>la</strong>ntes, pero anteriores a nuestros degenerados negroides<br />
paleolíticos, gentes <strong>que</strong>, a lo sumo, convivieran con aquél<strong>la</strong>s, como hoy sus antecesores del<br />
África austral, con flechas y armas de piedra por todo equipo, conviven en el mismo p<strong>la</strong>neta<br />
con Nueva York, Berlín, París y Londres, intransitables de automóviles.<br />
A <strong>la</strong> manera como <strong>la</strong>s casas ricas están exornadas de estatuas y de buenos cuadros, <strong>la</strong>s<br />
de <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se media sólo de cuadros mediocres, y <strong>la</strong>s de los campesinos con meras y<br />
aborrecibles estampas multicolores, o sin adorno alguno, todo lo <strong>que</strong> era opulencia en<br />
a<strong>que</strong>llos pueblos, era miseria a <strong>la</strong> sazón entre los paleolíticos europeos. La iniciación<br />
religiosa de los unos se operaba en a<strong>que</strong>llos regios hipogeos inacabables de Ellora, de Karli,<br />
de Nagon-Back, de Elefanta, o en esotros hipogeos artificiales de <strong>la</strong>s Pirámides, sucesores<br />
de los del Alto Nilo <strong>que</strong> ahora empezamos no más <strong>que</strong> a medio conocer. La especie de<br />
iniciación ñániga, bhilísea 169 y de otros pueblos bandidos, <strong>que</strong> por <strong>la</strong>s muestras debió<br />
operarse en el adytia de nuestras covachas con incultos cazadores paleolíticos -nietos<br />
degenerados de <strong>la</strong> civilización at<strong>la</strong>nte, <strong>que</strong> no abuelos de <strong>la</strong> oriental ni de <strong>la</strong> egipcia- siempre<br />
fuera pobre de ideología como de medios, y está dada su c<strong>la</strong>ve con sólo examinar <strong>la</strong>s<br />
pinturas recién descubiertas <strong>que</strong> nos lo patentizan.<br />
Un examen comparativo de <strong>la</strong>s grutas <strong>que</strong> ostentan pinturas paleolíticas nos demuestra<br />
<strong>que</strong> todo en el<strong>la</strong>s estaba dispuesto como para una iniciación. Desde luego, <strong>la</strong> situación de<br />
el<strong>la</strong>s era siempre lo más retirada e inaccesible <strong>que</strong> se podía encontrar, ora en los peñascos<br />
169 Es decir, <strong>la</strong> iniciación de esos bandidos bhilis a los <strong>que</strong> se refiere el capitulo VIII de Por <strong>la</strong>s grutas y selvas del<br />
lndostán, gentes <strong>que</strong>, como los tugs y tantos otros brigantes de todos los tiempos, tienen su iniciación, y son los más<br />
supersticiosos, turbulentos e intrépidos del Indostán, junto a <strong>la</strong> Ciudad Muerta de los Montes Vindya.<br />
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