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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

Quien tan acabadamente y con tan perfecto realismo supo pintar este mundo, en el <strong>que</strong> lo<br />

vulgar y lo sublime chocan a <strong>la</strong> continua, por ese solo hecho y en natural contraste, nos dejó<br />

pintado también el supermundo jina, <strong>que</strong> tal es <strong>la</strong> ley del Arte Mágico: <strong>la</strong> de hacer florecer en<br />

rosas los estiércoles, hacer brotar del he<strong>la</strong>do invierno de <strong>la</strong> ignorancia <strong>la</strong>s savias de <strong>la</strong><br />

primavera fecunda y lograr, en fin, con <strong>la</strong> pintura del dolor y <strong>la</strong> esterilidad del genio aquí<br />

abajo, hacemos presentir <strong>la</strong> suprema felicidad de otra vida ampliamente compensadora, y en<br />

<strong>la</strong> <strong>que</strong>, siguiendo el dicho de San Pablo, salgamos de <strong>la</strong> cárcel de barro de esta vida ilusoria<br />

a <strong>la</strong>s realidades hipergeométricas de <strong>la</strong> Eterna Luz... ¡Esta es a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> "inacabable aventura<br />

de Don Belianís de Grecia", a <strong>la</strong> <strong>que</strong> en su locura "tantas veces quiso dalle fin al pie de <strong>la</strong><br />

letra nuestro hidalgo", ignorando <strong>que</strong> tal triunfo no se logra sino con <strong>la</strong> apoteosis gloriosa <strong>que</strong><br />

subsigue a toda honrada vida!<br />

Así, cuando Don Quijote hab<strong>la</strong> u obra, el mundo de <strong>la</strong> imaginación -el mundo jina de allá<br />

arriba, por <strong>la</strong> imaginación proyectado aquí abajo- tiende un dulcísimo Velo de Maya sobre los<br />

abrojos y miserias materiales. Si no, vedlo:<br />

Viajad por <strong>la</strong> yerta y trágica Castil<strong>la</strong> desde el amanecer al anochecer de un día<br />

calurosísimo de julio, cual lo hiciera el hidalgo manchego en su primera salida; cruzad por<br />

entre secos rastrojos y ardientes barbechos sin tropezar con una fuente en <strong>la</strong>s hondonadas,<br />

donde <strong>la</strong>nguidecen cuatro secas <strong>mata</strong>s de juncos, amén de algún enhiesto chopo de hoja<br />

pobre, trému<strong>la</strong> y sin sombra; llegad al anochecer a un mal ventorro, donde sólo hay<br />

"ocasiones para no dormir en todo un año, cuanto más en una noche", a <strong>la</strong> morada de un<br />

truhán panzudo y <strong>la</strong>dronzuelo, refugio de dos pingajos femeninos, pasto de sucios arrieros,<br />

encrucijada de caminos sin fin entre lejanas aldeas polvorientas; comed en aquél<strong>la</strong> por toda<br />

comida unos tasajos "de mal remojado y peor cocido baca<strong>la</strong>o, y bebed en desbocado jarro un<br />

vinillo más cristiano <strong>que</strong> moro", y decidme luego <strong>que</strong> todo esto de por sí no es una realidad<br />

bien triste, karma, quizá, de un pasado funesto... ¡Tal es el efectivo marco de <strong>la</strong> primera<br />

salida de nuestro bravo caballero!<br />

Pero introducid, guiados por <strong>la</strong> experta mano del Príncipe de los genios, <strong>la</strong> cuarta dimensión<br />

jina en todo esto, quiero decir, seguid imaginativamente esos mismos lugares con el texto<br />

inmortal leído a fondo, y todo lo veréis cambiar por arte de efectiva magia: ¡esa Magia real<br />

<strong>que</strong> es patrimonio de los vates o poetas!<br />

Con esa doble vista intuitivo-imaginativa del <strong>que</strong> sabe profundizar en estas cosas, veréis<br />

apuntar el alba en el sereno cielo de <strong>la</strong> aldea manchega; abrirse <strong>la</strong>s carcomidas puertas del<br />

corralón <strong>que</strong> mira al campo y salir por el<strong>la</strong>s una figura extraterrestre por lo desacostumbrada,<br />

montada en un jamelgo <strong>mata</strong>lón y enteco, más viejo casi <strong>que</strong> su amo, contrahecha figura<br />

ésta y a <strong>la</strong> <strong>que</strong> no se le ve <strong>la</strong> cara bajo el morrión oriniento y <strong>la</strong> ce<strong>la</strong>da. de cartones de tienda,<br />

reforzados por detrás con travesaños de hierro o de a<strong>la</strong>mbre, y al <strong>que</strong> tampoco se le ve <strong>la</strong><br />

ropa, oculta bajo unos arreos <strong>que</strong>, acaso, sirvieron en <strong>la</strong> conquista cristiana de Sevil<strong>la</strong> o de<br />

Toledo, siglos hada... ¡Es nuestro f<strong>la</strong>mante héroe, camino sin camino de <strong>la</strong>s más soñadas<br />

aventuras!<br />

Vedle luego con su <strong>la</strong>nzón y tras su adarga <strong>que</strong> de <strong>la</strong>s manos no suelta, no parar mientes<br />

en unas tierras <strong>que</strong> no son, por su monotonía, sino mar o desierto, y alzar como todos los<br />

místicos su vista hacia los cielos -los cielos tras los cuales mora su ideal inasequible-,<br />

c<strong>la</strong>mando en verdadero éxtasis: "¿Quién duda sin <strong>que</strong> en los venideros tiempos...?", para<br />

acabar con todo a<strong>que</strong>llo de <strong>la</strong> salida triunfal del rubicundo Apolo, tan parecida en orden<br />

místico a a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> su primera salida, y con <strong>la</strong> invocación jina del ansiado futuro <strong>que</strong> sepa<br />

hacer justicia a sus anhelos y hazañas por mano mágica de nobles encantadores, y también<br />

con <strong>la</strong> invocación verdaderamente a lo San Francisco, "no del hermano lobo o <strong>la</strong> hermana<br />

piedra", sino del buen Rocinante, compañero eterno suyo en todos sus caminos y carreras<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 225 www.samaelgnosis.net

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