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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

CAPÍTULO XXI. EL "DON QUIJOTE DE LA MANCHA" Y LOS<br />

"JINAS"<br />

Don Quijote y Sancho, como hombres representativos de dos opuestos mundos.El simbolismo de los dos círculos<br />

del infra y el supramundo. - ta zona intermedia de <strong>la</strong> humana vulgaridad. - El anhe<strong>la</strong>do retorno a <strong>la</strong> Tierra de <strong>la</strong><br />

Edad de Oro. - Ideales "b<strong>la</strong>ncos" y realidades "negras". - El gran pecado de Cervantes y de Shakespeare. - El<br />

vate iluminado y el místico iluminador. - Cervantes, ¿padre o padrastro de Don Quijote? - La tercera parte <strong>que</strong> le<br />

falta a <strong>la</strong> obra, con <strong>la</strong> triunfal ascensión de Nuestro Señor Don Quijote a los Cielos. - ¡Drama, pero no tragedia! -<br />

El "tate tate, folloncicos" resultará inútil algún día para <strong>que</strong> el futuro Epimeteo del Titán manchego escriba <strong>la</strong><br />

tercera parte de <strong>la</strong> historia de éste y le liberte. - El eterno símil de <strong>la</strong> madera de sándalo y del hacha <strong>que</strong> <strong>la</strong><br />

corta. - Mérito y desgracia de los <strong>Libro</strong>s de Caballería. - Los endriagos, vestigios y demás caterva de entes <strong>que</strong><br />

pulu<strong>la</strong>n en estos libros, existen de un modo efectivo. - El mundo astral y el físico. - Luchadores silenciosos. - Las<br />

Dulcineas verdaderas. - Cómo y cuán caro paga <strong>la</strong> Humanidad sus errores en tal materia. - Los Sanchos<br />

eternos. - La cena de <strong>la</strong>s bur<strong>la</strong>s. - Proyección del mundo jina en el mundo humano <strong>que</strong> opera <strong>la</strong> imaginación. -<br />

Ejemplos. - Lo enseñado por el arte y lo positivo <strong>que</strong> nos cerca. - Don Quijote y San Francisco de Asís. - Los<br />

dioses de ayer son hoy nuestros demonios.<br />

Hemos dicho en el capítulo anterior <strong>que</strong> <strong>la</strong> célebre Sátira de Cervantes en su Don Quijote,<br />

lejos de destruir <strong>la</strong> incomprendida literatura caballeresca o jina, <strong>la</strong> eleva y depura. En efecto,<br />

los dos protagonistas del mismo, o sean el caballero Don Quijote de <strong>la</strong> Mancha, antes<br />

ingenioso hidalgo, y su escudero Sancho Panza, el hombre de los prácticos y positivistas<br />

vivires, no son dos hombres cualesquiera, sino dos hombres representativos, el uno del<br />

Reino del Ideal y de <strong>la</strong> Justicia, a <strong>que</strong> aspiramos, y el otro de <strong>la</strong> triste cárcel p<strong>la</strong>tónica de <strong>la</strong><br />

l<strong>la</strong>mada Realidad, en cuyas mal<strong>la</strong>s de ilusión vivimos.<br />

Y dondequiera <strong>que</strong> van estos dos hombres, allí están representados los dos respectivos<br />

mundos, el semianimal de Sancho y el jina de su señor. Es más: no hay, puede decirse, una<br />

so<strong>la</strong> línea de <strong>la</strong> excelsa obra donde dichos dos mundos no se presenten en contraste y<br />

lucha, lucha y contraste del <strong>que</strong> podemos dar un adecuado simbolismo matemático-biológico,<br />

<strong>que</strong> no es para desdeñarlo.<br />

Cuando superponemos dos círculos iguales, b<strong>la</strong>nco el uno y negro el otro, haciendo<br />

coincidir sus centros, prácticamente los dos círculos no son sino uno; pero si empezamos a<br />

separarlos, se demarcan en seguida tres zonas distintas, una creciente b<strong>la</strong>nca, otra creciente<br />

negra y una zona común a ambos, y decreciente o gris. La primera simboliza al mundo jina<br />

del ideal, o supramundo; <strong>la</strong> segunda, al submundo de una l<strong>la</strong>mada realidad animal; <strong>la</strong> tercera<br />

es, en fin, el mundo propiamente dicho, <strong>la</strong> zona gris intermedia en nuestro derredor. El símil<br />

de dichos dos círculos (o esferas si hab<strong>la</strong>mos en geometría de tres dimensiones) se ve<br />

constantemente realizado en <strong>la</strong> Naturaleza, ora en <strong>la</strong> cariocinesis celu<strong>la</strong>r, por <strong>la</strong> <strong>que</strong> de una<br />

so<strong>la</strong> célu<strong>la</strong> se hacen dos, separándose con estricta sujeción al simbolismo; ora en todos los<br />

demás crecimientos naturales: el del tronco arbóreo bifurcado en ramas, el de los hijos<br />

separándose de su hogar natal o célu<strong>la</strong> social l<strong>la</strong>mada familia, el de <strong>la</strong>s ideas y los partidos<br />

saliendo casi siempre de una misma idea-tronco con dos tendencias diferentes, <strong>que</strong> acaban<br />

siendo tan opuestas y enemigas como lo b<strong>la</strong>nco de lo negro.<br />

Tales eran, antes de comenzar <strong>la</strong> peregrina historia, el sosegado hidalgo Alonso Quijano el<br />

Bueno y Sancho Panza, su vecino. Dos hombres grises, vulgares, superpuestos, con toda <strong>la</strong><br />

típica vulgaridad de su aldea manchega. Pero un día hubo de caer sobre <strong>la</strong> fértil tierra de <strong>la</strong><br />

psiquis de aquél una semil<strong>la</strong> jina, redentora, idealista, semil<strong>la</strong> venida de muy lejos, como<br />

suelen venir todas, es a saber, de <strong>la</strong> famosa literatura caballeresca, madre de soñadores y<br />

poetas, mal avenidos con <strong>la</strong> vulgaridad sanchopancesca de <strong>la</strong> vida, escue<strong>la</strong> de caballeros de<br />

ese Santo Grial de <strong>la</strong> virtud y de su natural recompensa o compensación en éste o en otro<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 218 www.samaelgnosis.net

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