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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

mañana mismo nos veremos". "Diciendo estas pa<strong>la</strong>bras -añade el historiador- Angelram<br />

tornóse al cielo, y Anselmo, vivamente impresionado con semejante aparición, hizo l<strong>la</strong>mar al<br />

día siguiente a varios eclesiásticos; recibió con fervor los sacramentos y, aun cuando<br />

disfrutaba de excelente salud, se despidió de sus amigos hasta <strong>la</strong> eternidad. En efecto, al<br />

cabo de pocas horas los sitiados hicieron una salida, y Anselmo corrió, espada en mano,<br />

contra ellos; pero recibió una pedrada en <strong>la</strong> frente <strong>que</strong> al punto le envió al cielo a habitar<br />

a<strong>que</strong>l bello pa<strong>la</strong>cio <strong>que</strong> le mostraba <strong>la</strong> aparición". En este pasaje del cronista cruzado se<br />

inspiró luego el Tasso para su bellísimo "Sueño de Godofredo" (libro XIV de <strong>la</strong> Jerusalén<br />

libertada). La Biblioteca de <strong>la</strong>s Cruzadas (tomo 1) conserva también una muy curiosa carta<br />

de Anselmo de -Ribaumont. Durante dicho sitio de Archas, en fin, empezó a suscitarse<br />

también entre los guerreros de <strong>la</strong> Cruz <strong>la</strong> polémica re<strong>la</strong>tiva a <strong>la</strong> Santa Lanza, <strong>que</strong> tanto les<br />

enardeciese en el sitio de Antioquia, y <strong>que</strong> acabó con <strong>la</strong> prueba del fuego, en <strong>la</strong> cual Pedro<br />

Bartolomé de Marsel<strong>la</strong> cruzó por medio de una hoguera, como los sacerdotes brahmanes lo<br />

practican a veces en <strong>la</strong>s grandes ceremonias y sin <strong>que</strong> recibiese daño alguno, pero no sin<br />

<strong>que</strong>, entusiasmados sus fanáticos partidarios, cayesen sobre él como un santo, para<br />

repartirse sus vestiduras, con lo <strong>que</strong> le acarrearon <strong>la</strong> muerte, cesando desde entonces <strong>la</strong><br />

Santa Lanza en sus prodigios. (Historia de <strong>la</strong>s Cruzadas, por Michaud y Poujou<strong>la</strong>t, libro III) .<br />

Vengamos, finalmente, a unas gentes misteriosas del Líbano, eterno objeto de <strong>la</strong>s iras de<br />

todos los cronistas eclesiásticos 165 .<br />

"Entre los pueblos <strong>que</strong> estuvieron en re<strong>la</strong>ciones con <strong>la</strong>s colonia_ cristianas -dicen Michaud<br />

y Poujou<strong>la</strong>t-, <strong>la</strong> historia no puede olvidar a los asesinos o ismaelitas, cuya secta era oriunda<br />

de <strong>la</strong>s montañas de <strong>la</strong> Persia poco tiempo antes de <strong>la</strong> primera cruzada. Se apoderaron de<br />

una parte del Líbano y fundaron una colonia más arriba de Trípoli y de Tortosa. Esta colonia<br />

estaba gobernada por un jefe, <strong>que</strong> los francos l<strong>la</strong>maban el Viejo o el Señor de <strong>la</strong> Montaña.<br />

Establecido en Massiat, reinaba sobre unos veinte castillos o pe<strong>que</strong>ñas ciudades, o sea unos<br />

sesenta mil súbditos. Su autoridad no tenía límites, y, según creencia de los ismaelitas, podía<br />

distribuir a sus servidores <strong>la</strong>s delicias del Paraíso. Los ismaelitas del Señor de <strong>la</strong> Montaña<br />

estaban divididos en tres c<strong>la</strong>ses o categorías... La superior de dichas c<strong>la</strong>ses se fortificaba<br />

desde su infancia por medio de todo género de ejercicios; aprendía los idiomas y recibía una<br />

165 No acaeció así a escritores como Renán, quien, si no de los iniciados del Viejo de <strong>la</strong> Montaña, sí supo decir de sus<br />

discípulos los esenios galileos:<br />

"Grecia, en bien pocas leguas de distancia, tenía a Esparta y a Atenas, dos antípodas, dos rivales indispensables <strong>la</strong> una a<br />

<strong>la</strong> otra. Lo mismo sucedía en Judea. El desarrollo del Norte, menos bril<strong>la</strong>nte, fué mucho más fecundo, y <strong>la</strong>s obras Jinás<br />

notables del pueblo judío procedieron siempre de allí. La ausencia completa del sentimiento de <strong>la</strong> Naturaleza, <strong>que</strong> conduce a<br />

<strong>la</strong> se<strong>que</strong>dad, <strong>la</strong> barbarie y el desabrimiento, marcó todas <strong>la</strong>s obras puramente hierosimilitanas con un sello árido, triste,<br />

repugnante. Jerusalén, con sus doctores solemnes, sus insípidos canonistas y sus devotos hipócritas y atrabiliarios, no habría<br />

conquistado a <strong>la</strong> humanidad. El Norte, en cambio, dió al mundo <strong>la</strong> cándida Su<strong>la</strong>mita, <strong>la</strong> humilde Cananea, <strong>la</strong> apasionada<br />

Magdalena, el buen padre adoptivo José y <strong>la</strong> Virgen María. Sólo el Norte formó al cristianismo, mientras <strong>que</strong> Jerusalén fué,<br />

por el contrario, <strong>la</strong> verdadera patria del judaísmo obstinado, fundado por los fariseos, consagrado por el Talmud y <strong>que</strong>,<br />

atravesando <strong>la</strong> Edad Media, ha llegado hasta nosotros. En el mundo no hay quizá país más árido y triste <strong>que</strong> los alrededores<br />

de Jerusalén. En cambio, <strong>la</strong> Galilea era una comarca fértil, umbrosa y cubierta de verdura, risueña, en fin, como el<br />

verdadero país del Cantar de los cantares y de <strong>la</strong>s tiernas endechas al "Bien Amado". Durante los meses de marzo y abril <strong>la</strong><br />

campiña se cubre de una alfombra de flores de matices vivísimos y de incomparable hermosura . .. En ningún país del<br />

mundo ofrecen <strong>la</strong>s montañas líneas más armónicas ni <strong>que</strong> inspiren más elevados pensamientos. El mismo horrible estado a<br />

<strong>que</strong> hoy se hal<strong>la</strong> reducida esta comarca, sobre todo cerca del <strong>la</strong>go de Tiberiades, no puede dar una idea de su antiguo<br />

esplendor, y a<strong>que</strong>llos países, hoy deso<strong>la</strong>dos, eran en otro tiempo paraísos terrestres, y hasta <strong>la</strong> hoy horrorosa mansión de los<br />

baños del <strong>la</strong>go, fué, según Josefo (Bell. Jud., lll, X, 8, Y Ant. Jud., XVIII, n, 3) uno de los sitios más hermosos y de más<br />

abundante arbo<strong>la</strong>do de toda Galilea. Los actos más importantes de <strong>la</strong> divina carrera de Jesús se verifican sobre dichas<br />

montañas. Allí sentía su mayor inspiración; allí conversaba, muda y misteriosamente, con los antiguos profetas, y allí se<br />

manifestaba ya transfigurado a los ojos de sus discípulos...".<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 216 www.samaelgnosis.net

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