Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
Romaine para cuidar de todo cuanto concierne a los siervos de <strong>la</strong> rubia Creide, <strong>la</strong> de áureos<br />
cabellos. Allí he dormido sobre mullidos lechos de pluma, entre abrigados cobertores. Allí he<br />
bebido néctares deliciosos en limpias tinas..."<br />
Y en el Poema de Lomna, el Enoch ir<strong>la</strong>ndés, se añade, en fin:<br />
"¡Oh Lomna, Lomna!... Tú no fuiste muerto por los hombres, por esos hombres de <strong>la</strong>s<br />
ma<strong>la</strong>s gentes de Luighne; tú no fuiste muerto por un jabalí ni por otra fiera alguna, ni has<br />
muerto por una caída, ni tampoco en tu lecho... ¿Vives, pues, todavía, oh tú, Lomna<br />
maravilloso? ¿Vives tú allí donde sólo los inmortales residen?.."<br />
Esta Tierra de Befinn, cuya etimología extraña corre parejas con <strong>la</strong> del Lomna inmortal y <strong>la</strong><br />
de <strong>la</strong> vetusta Creide, no es sino a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> Mansión de <strong>la</strong>s Maravil<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> Naturaleza, <strong>la</strong> Tierra<br />
del Descanso, debajo del cielo <strong>que</strong> sostuvo At<strong>la</strong>nte con sus hombros, <strong>que</strong> el héroe bárdico<br />
Rusismundo llegó a habitar después de sus luchas; tierra a <strong>la</strong> <strong>que</strong> llegan todos los héroes<br />
caballerescos al ser "osirificados" o coronados, como C<strong>la</strong>reo, el amante de Florisea, en <strong>la</strong><br />
gran nove<strong>la</strong> etíope y bizantina <strong>que</strong> a través de los siglos acaba dando lugar a Los trabajos de<br />
Persiles y Sigismunda, de Cervantes 145 , por<strong>que</strong>, a bien decir, el mito escandinavo o<br />
protosemita nórdico, el mito grecorromano, el ir<strong>la</strong>ndés, el coránico y el bíblico son uno<br />
mismo, cambiando sólo los nombres y los tiempos.<br />
Es más: héroes caballerescos de esta c<strong>la</strong>se, tales como Amadís de Gau<strong>la</strong><br />
(simbólicamente, "el amador de <strong>la</strong> altura", o sea el galo, el gá<strong>la</strong>ta, el ga<strong>la</strong>ico, el samaritano,<br />
etc., <strong>que</strong> todos estos nombres son idénticos) y el gran Raimbaud de Va<strong>que</strong>iras<br />
(simbólicamente, el va<strong>que</strong>iro astur, el búddhico "Conductor de <strong>la</strong> Vaca", <strong>que</strong> aparece como<br />
amante de <strong>la</strong> divina Beatrice, a <strong>la</strong> manera de Dante y de Petrarca, en <strong>la</strong> página 118 de <strong>la</strong><br />
Hiddru tradition in Masonery), no son sino los prototipos simbólico-caballerescos del héroe<br />
humano en lucha con el Destino o "Luz Astral", y camino del mundo jina desde el día en <strong>que</strong><br />
nace (si no antes) hasta el día de su muerte, <strong>que</strong> es el de su iniciático triunfo. Como tales<br />
prototipos, tienen su representación, día por día y pueblo por pueblo, en algún héroe chico o<br />
grande, en algún genio o jina humano, <strong>que</strong> por su triunfo ha venido a constituirse así,<br />
después de muerto, es decir, después de pasar a a<strong>que</strong>l mundo, en el "hombre<br />
representativo", numen o guía, ora de una simple familia, ora de una comarca, una región,<br />
una raza o una época, ya <strong>que</strong> en <strong>la</strong> matemática seriación de <strong>la</strong>s unidades humanas de los<br />
diferentes órdenes todos somos héroes: grandes, pe<strong>que</strong>ños o ínfimos, puesto <strong>que</strong> a todos,<br />
aquí abajo, nos es obligatoria <strong>la</strong> lucha como, única razón de nuestra existencia en este<br />
mundo dual, verdadera zona intermedia <strong>que</strong> pertenece a <strong>la</strong> vez al submundo (Hades, Hel<strong>la</strong>,<br />
Infierno o "lugar inferior") de los elementales, y al supramundo (Campos Elíseos, Cielo,<br />
Devachán, Amenti, Paraíso, etc.) de los jinas. Tal es el hermoso simbolismo pitagórico de los<br />
dos círculos secantes: el de arriba, o supramundo, y el de abajo, o submundo, dando lugar<br />
en su zona de fntersección a una tercera y doble región, <strong>que</strong> es nuestro mundo 146 .<br />
Por eso, cuando en cualquier obra de índole más o menos ocultista se quiere salir de este<br />
nuestro transitorio y prosaico mundo, se tropieza en seguida y a <strong>la</strong> vez, como diría el<br />
vizconde de Figaniere, con el submundo y el supramundo, <strong>que</strong> le son simétricos,<br />
simbólicamente hab<strong>la</strong>ndo, y <strong>que</strong>, por su conjunto, constituyen lo <strong>que</strong> solemos l<strong>la</strong>mar "el<br />
145 Véase Wágner, mitólogo" ocultista, capítulo de "Tristán e Iseo", <strong>que</strong>, a bien hacer, debiéramos transcribir aquí, como<br />
asimismo todo lo re<strong>la</strong>tivo a otros héroes <strong>que</strong> saltan en diversas páginas de los tomos <strong>que</strong> le preceden.<br />
146 No podemos detenemos aquí a desarrol<strong>la</strong>r este símil geométrico, <strong>que</strong> es del mayor alcance trascendente, según<br />
pueden convencerse los lectores estudiándole.<br />
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