21.06.2014 Views

Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

-¿Permites <strong>que</strong> te siga? -dijo Moisés al Desconocido, luego <strong>que</strong>, lleno de veneración, se<br />

hubo prosternado <strong>la</strong>rgo rato ante él.<br />

-Si lo deseas, puedes hacerlo.-replicó el Sabio desconocido-; pero mucho me temo <strong>que</strong> no<br />

has de tener <strong>la</strong> paciencia bastante para permanecer conmigo. ¿Podrás, en efecto, soportar<br />

en silencio muchas cosas cuyo verdadero sentido no comprendas a primera vista? 140 .<br />

-Si el Señor quiere -insinuó humildemente Moisés-, me hal<strong>la</strong>rás perseverante siempre, y yo<br />

jamás te desobedeceré.<br />

-Pues bien -terminó el Desconocido Maestro-: si estás decidido a seguirme, no me<br />

interrogues acerca de nada de <strong>que</strong> yo no te haya hab<strong>la</strong>do primero.<br />

En el acto se pusieron en marcha Maestro y discípulo. Aquél embarcó en una barquita,<br />

haciendo a éste <strong>que</strong> le siguiese; pero, ya lejos de <strong>la</strong> oril<strong>la</strong>, <strong>la</strong> echó a pi<strong>que</strong>. Moisés, entonces,<br />

no pudo menos de preguntar:<br />

-Maestro, ¿me puedes decir por qué ejecutas tan extraña acción? -Veo con dolor -replicó<br />

éste- <strong>que</strong>, efectivamente, careces de <strong>la</strong> debida paciencia para permanecer conmigo.<br />

-¡Oh Maestro!, no me vituperes ni me impongas, te ruego, obligaciones demasiado difíciles<br />

de soportar.<br />

Un poco más allá, en el camino, encontraron los viajeros a un joven de mal aspecto, a<br />

quien, en el acto, el Desconocido se echó sobre él y le mató. Moisés, al ver a<strong>que</strong>llo, no pudo<br />

menos de exc<strong>la</strong>mar:<br />

-¡Oh Maestro, al así <strong>mata</strong>r a un hombre inocente <strong>que</strong> no ha <strong>mata</strong>do a nadie, temo <strong>que</strong><br />

hayas cometido una acción detestable a los ojos de Dios y de los hombres! ¿O es, por el<br />

contrario, <strong>que</strong> hay algo <strong>que</strong> justificarlo pueda?<br />

-¡Ya te dije <strong>que</strong> carecías de <strong>la</strong> suficiente paciencia para ser mi discípulo! -contestóle,<br />

disgustado, el Maestro.<br />

-¡Perdonadme una vez más, <strong>que</strong> será <strong>la</strong> última! -murmuró Moisés humildemente.<br />

Siguieron, pues, caminando entrambos hasta <strong>que</strong> llegaron a <strong>la</strong>s puertas de una ciudad,<br />

cuyos habitantes se negaron a recibirles, al tenor de <strong>la</strong>s leyes de <strong>la</strong> hospitalidad hacia todo<br />

viajero. El Desconocido advirtió a Moisés <strong>que</strong> los muros de <strong>la</strong> ciudad amenazaban ruina, y<br />

éste, sin poderse contener, prorrumpió en estas frases:<br />

-Aun<strong>que</strong> réprobos, oh Maestro, ¿cómo consientes <strong>que</strong> siga así el muro de <strong>la</strong> ciudad, y<br />

caiga algún día sobre ellos?<br />

El Desconocido paró en firme <strong>la</strong> marcha diciéndole severamente a Moisés:<br />

-¡Ha ocurrido igual <strong>que</strong> te pronostiqué! Como ya me llevas preguntado tres veces, en<br />

contra de lo convenido, aquí mismo habré de dejarte; pero no quiero <strong>que</strong> juzgues mal de mí<br />

por lo <strong>que</strong> llevo hecho si no te contesto a tu insana curiosidad. .. Sábete, pues, <strong>que</strong> hundí el<br />

barco, por<strong>que</strong> si de allí a pocas horas le hubieran tenido sus dueños y se hubieran hecho con<br />

él a <strong>la</strong> mar, habrían caído irremisiblemente en manos de los piratas <strong>que</strong> merodeaban por<br />

a<strong>que</strong>l sitio, y los hubieran ahorcado. En cuanto al joven, le maté por<strong>que</strong> él hab<strong>la</strong> antes<br />

<strong>mata</strong>do injustamente a otro, y se disponía a <strong>mata</strong>r a un segundo y un tercero, y el ir a parar<br />

de un modo fatal a manos del verdugo le habría causado mucho mayores sufrimientos,<br />

aparte de <strong>la</strong> inmensa vergüenza <strong>que</strong> sobre toda su familia, <strong>que</strong> son creyentes sinceros,<br />

habría caído al así expiar sus delitos. Dios, en recompensa, les dará a los padres un hijo mil<br />

veces mejor <strong>que</strong> el <strong>que</strong> han perdido. Por lo <strong>que</strong> respecta, en fin, a <strong>la</strong> mural<strong>la</strong>, te diré tan sólo<br />

<strong>que</strong> apoyada en el<strong>la</strong> está <strong>la</strong> casa de unos pobres huérfanos, y bajo su suelo yace un gran<br />

tesoro escondido por su padre, y <strong>que</strong> el Señor no piensa devolverle hasta <strong>que</strong>, entrada ya <strong>la</strong><br />

pubertad, se aseguren más en <strong>la</strong> virtud. .. Si los de <strong>la</strong> ciudad hubiesen sabido 10 del muro<br />

140 De aquí el nombre oriental de Guro, dado a todos los instructores. Guro, en efecto, equivale indistintamente a<br />

"pesado" y a "maestro".<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 184 www.samaelgnosis.net

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!