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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

<strong>la</strong> sura XVIII se consigna de este sugestivo modo:<br />

Siete jóvenes de una de <strong>la</strong>s tribus más distinguidas de <strong>la</strong>s <strong>que</strong> rodeaban al templo de <strong>la</strong><br />

Caba, se sintieron hastiados de <strong>la</strong>s vanidades y de <strong>la</strong> maldad del mundo, y decidieron<br />

retirarse a una recóndita caverna, exc<strong>la</strong>mando: "¡Señor, Señor, concédenos toda tu<br />

misericordia para <strong>que</strong> encontremos el Sendero de <strong>la</strong> rectitud; otórganos el extraordinario<br />

signo del Al-Rakim!"<br />

Conviene advertir <strong>que</strong> el Al-Rakim no es, como alguien ha creído, el nombre del perro <strong>que</strong><br />

acompañaba a los siete ilustres jóvenes, sino el Rakama, o sea <strong>la</strong> tablil<strong>la</strong> sagrada cubierta<br />

con los signos mágicos de <strong>la</strong> verdad y de <strong>la</strong> iniciación. Entonces el Señor los hirió a todos de<br />

sordera, es decir, los dejó inertes y adormecidos durante cierto tiempo, y los despertó luego<br />

para ver quién de ellos podía contar mejor, o sea dar mejor cargo del tiempo así transcurrido<br />

y de <strong>la</strong>s cosas <strong>que</strong> les habían pasado allí.<br />

Como eran siete jóvenes creyentes en A<strong>la</strong>h y seguidores de <strong>la</strong> línea recta, fueron<br />

conducidos luego a <strong>la</strong> presencia del emperador Decio; pero ellos, fortificados en sus<br />

corazones con <strong>la</strong>s cosas inauditas <strong>que</strong> en <strong>la</strong> caverna habían visto, se levantaron<br />

gal<strong>la</strong>rdamente ante el príncipe, diciéndole: "Nuestro Señor es el dueño de los Cielos y de <strong>la</strong><br />

Tierra. No invocaremos jamás otro nombre <strong>que</strong> su divino Nombre, por<strong>que</strong>, de lo contrario,<br />

cometeríamos el mayor de los crímenes. Nuestros conciudadanos adoran a otras falsas<br />

divinidades. ¿Quién puede forjar tales mentiras con cargo a A<strong>la</strong>h? Si vosotros dejaseis a un<br />

<strong>la</strong>do a semejantes ídolos, y os retiraseis también a una caverna, A<strong>la</strong>h os concedería su<br />

Gracia y dispondría todas vuestras cosas para bien".<br />

Por<strong>que</strong> en efecto, los jóvenes habían visto al Sol, cuando salía, dar en el <strong>la</strong>do derecho de<br />

<strong>la</strong> caverna, y en el izquierdo cuando se ocultaba, y esto es uno de los signos de A1ah 136 .<br />

Ellos, mientras tanto, dormían y creían <strong>que</strong> ve<strong>la</strong>ban, y su perro yacía acostado con <strong>la</strong>s patas<br />

tendidas a <strong>la</strong> puerta de <strong>la</strong> caverna. Si tú, oh creyente, los hubieras visto en semejante estado,<br />

te habrías alejado más <strong>que</strong> de prisa: de a<strong>que</strong>l lugar, transido de espanto.<br />

Cuando el Señor, al fin, los despertó de nuevo a esta vida, uno de ellos preguntó a sus<br />

compañeros:<br />

-¿Cuánto tiempo hemos llevado así aquí?<br />

Y otro de ellos respondió:<br />

-A mí me parece <strong>que</strong> un día tan sólo. ¡Quizá unas pocas horas! -El Señor es, en verdad,<br />

quien sabe sólo el tiempo <strong>que</strong> hemos pasado aquí. ¿No habéis oído hab<strong>la</strong>r de a<strong>que</strong>l buen<br />

hombre <strong>que</strong>, cruzando cierto día junto a una ciudad derruída y abandonada, de<strong>la</strong> <strong>que</strong> no se<br />

conservaba ni el nombre, exc<strong>la</strong>mó: "¿Cómo hará Mah revivir a esta ciudad muerta?" El<br />

Señor, en a<strong>que</strong>l instante, hizo morir al <strong>que</strong> tal decía, y así lo tuvo durante cien años, hasta<br />

<strong>que</strong> luego le resucitó y le preguntó: "¿Cuánto tiempo has permanecido aquí?'-' "Un día,<br />

¡quizá unas pocas horas tan sólo?" -respondió el viajero-. "No -le replicó el Señor-; has<br />

estado aquí cien años; sí; mira a tu alimento y a tu bebida; verás <strong>que</strong> no se ha corrompido<br />

todavía; pero, en cambio, mira a tu asno, del <strong>que</strong> no <strong>que</strong>dan ya más <strong>que</strong> cuatro huesos <strong>que</strong><br />

se desmoronan. Verás, no obstante, ahora, cómo hacemos de él un signo o prueba para los<br />

hombres, recogiendo <strong>la</strong> osamenta y cubriéndo<strong>la</strong> de carne..." Al ver este prodigio, el buen<br />

hombre exc<strong>la</strong>mó: "¡Reconozco <strong>que</strong> A<strong>la</strong>h es omnipotente!" 137 .<br />

136 Esto, <strong>que</strong> parece una trivialidad, es una secreta alusión a <strong>la</strong>s "pinturas" o inscripciones iniciáticas <strong>que</strong> en <strong>la</strong> cueva había,<br />

visibles o legibles sólo al heridas los rayos del sol, al modo como se cuenta de <strong>la</strong>s del templo del Cuzco en el cap. II de De<br />

gentes del otro mundo.<br />

137 El re<strong>la</strong>to <strong>que</strong> aquí se añade no pertenece a <strong>la</strong> sura XVIII, <strong>que</strong> nos ocupa. lino al versículo 261 de <strong>la</strong> sura II; versículo<br />

íntimamente concordado con <strong>la</strong> sura a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>. La perfecta discordancia del tiempo "físico" con el "astral" <strong>que</strong> campea por<br />

todo el pasaje está recordada por el Quijote en el re<strong>la</strong>to de <strong>la</strong> célebre cueva de Montesinos, y es un hecho evidente en los<br />

argumentos del ensueño, donde son tan distintas de <strong>la</strong>s de <strong>la</strong> vigilia <strong>la</strong>s nociones del tiempo y el espacio.<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 182 www.samaelgnosis.net

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