Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
La perpetua virginidad de <strong>la</strong>s huríes coránicas, repetida en diferentes suras, y <strong>la</strong>s tan<br />
gráficas expresiones de esos paraísos hebreos de "tierras <strong>que</strong> manaban leche, miel y<br />
ambrosía", lo <strong>que</strong> hacen es demostramos el parentesco íntimo del pueblo árabe, no sólo con<br />
el hebreo, sino con todos los pueblos primitivos occidentales, ir<strong>la</strong>ndeses y nórdicos, en los<br />
<strong>que</strong> al guerrero, entiéndase bien, no al guerrero de sangre y de batal<strong>la</strong>, sino al guerrero del<br />
Ideal, es decir, al Justo, se le promete eterna bienaventuranza, estimu<strong>la</strong>do aquí abajo en sus<br />
luchas por divinas vírgenes Walkyrias, <strong>que</strong>, montadas en sus caballos albos, como el<br />
Santiago de <strong>la</strong>s leyendas medioevales, les estimu<strong>la</strong>n y defienden en <strong>la</strong>s luchas por el Ideal,<br />
No es culpa, no, de tales tradiciones, ni de reformadores religiosos como Mahoma, el <strong>que</strong><br />
todas estas cosas se hayan echado por el <strong>la</strong>do carnal y no por el mítico, simbólico o ideal<br />
con <strong>que</strong> fueron el<strong>la</strong>s dadas; y para disipar tales errores, gustosos repetiríamos, si ello no nos<br />
llevase demasiado lejos, pasajes como el de <strong>la</strong>s páginas 355 a <strong>la</strong> 362 de El tesoro de los<br />
<strong>la</strong>gos de Somiedo, respecto de los misterios del sexo, y el capítulo XII del tomo III, en lo<br />
re<strong>la</strong>tivo al verdadero concepto nórdico, occidental, oriental y árabe de <strong>la</strong> hurí, dama<br />
caballeresca o walkyria, con <strong>la</strong> <strong>que</strong> no cabe unión sexual alguna, por<strong>que</strong>, al tenor del divino<br />
pasaje evangélico (Mateo, XXII, 25-30), allí ya no se vive como hombres y mujeres, sino<br />
como ángeles (o jinas) en el cielo 135 .<br />
Pero aun<strong>que</strong> todas estas cosas hayan de esc<strong>la</strong>recerse después de <strong>la</strong> muerte, cabe<br />
saber<strong>la</strong>s antes por iniciación, como <strong>la</strong> famosa de los Siete durmientes de <strong>la</strong> caverna <strong>que</strong> en<br />
135 Una de <strong>la</strong>s características diferenciales de <strong>la</strong> Magia b<strong>la</strong>nca sobre <strong>la</strong> negra, dice H. P. B., es <strong>la</strong> de tomar estas cosas, no<br />
en el muerto sentido de <strong>la</strong> unión sexual, sino en el trascendente del divino consorcio del Alma humana (Psiquis, psuché) con<br />
el Espíritu Divino, nous <strong>que</strong> <strong>la</strong> cobija. Como <strong>que</strong> el sexo y sólo el sexo es el yerdadero Velo de Isis entre este mundo de los<br />
hombres y el otro o de los jinas, y por cierto <strong>que</strong> de ello tenemos también un precioso ejemplo en el Corán, cuando en <strong>la</strong><br />
sura II (v. 36 y sig.) , copiada más o menos de otros védicos como el re<strong>la</strong>tivo a <strong>la</strong> ninfa Pramlocha contra los hijos de<br />
Daksha, nos da <strong>la</strong> tradición talmúdicocaldea de los dos jinas Harut y Marut,en estos términos:<br />
Toda <strong>la</strong> angélica cohorte de los Cielos deploraban en presencia de A<strong>la</strong>h <strong>la</strong> terrible maldad y los infinitos vicios de los<br />
hombres, a pesar de estarles enviando el Señor continuamente a sus apóstoles y profetas.<br />
Deseoso el Señor de dar una buena lección a los ángeles <strong>que</strong> tal hab<strong>la</strong>ban, les ordenó <strong>que</strong> escogiesen entre ellos a los dos<br />
ángeles <strong>que</strong> reputasen como más adecuados, para <strong>que</strong> bajaran a <strong>la</strong> Tierra a juzgar a los hombres. Estos dos jueces fueron dos<br />
ángeles de Babel l<strong>la</strong>mados Harut y Marut, <strong>que</strong> antiguamente habían enseñado <strong>la</strong>s artes mágicas a los humanos.<br />
Los dos ángeles descendieron, en efecto, a <strong>la</strong> Tierra, y durante mucho tiempo desempeñaron su misión a maravil<strong>la</strong>,<br />
haciendo reinar de nuevo <strong>la</strong> justicia en <strong>la</strong> Tierra, hasta <strong>que</strong> cierto día se les presentó en el tribunal Zohra o Venul, mujer de<br />
excepcional belleza, a dar contra su marido determinadas <strong>que</strong>jas.<br />
Los dos ángeles, al ver ante sí tamaña hermosura sobrehumana, <strong>que</strong>daron a una presos de amor hacia el<strong>la</strong>, y hasta<br />
hubieran tratado de seducir<strong>la</strong> a no haber el<strong>la</strong> desaparecido tan inesperadamente como viniera.<br />
Los ángeles, de allí a poco, trataron de volver a los cielos, pero se encontraron con <strong>que</strong> <strong>la</strong> entrada les estaba cerrada, a<br />
causa tan sólo de a<strong>que</strong>l mal pensamiento <strong>que</strong> habían tenido hacia <strong>la</strong> hermosa. No hay posibilidad de pintar el desconsuelo<br />
<strong>que</strong> les asaltó entonces a los dos infelices.<br />
Pero como A<strong>la</strong>b, al par <strong>que</strong> justo, es clemente y misericordioso, se compadeció, al fin, de aquéllos, y, gracias a <strong>la</strong><br />
intervención de los demás ángeles en favor de los culpables, les dió a elegir como pena por su pecado, entre <strong>la</strong>s penas<br />
perdurables, el infierno y <strong>la</strong>s de este nuestro mundo transitorio,<br />
Los dos caídos optaron por lo segundo, y desde entonces permanecen en Babilonia, suspendidos entre el cielo y <strong>la</strong> tierra,<br />
y allí continúan consagrados a <strong>la</strong> misión nefasta de tentar a los hombres.<br />
Ellos enseñan al hombre <strong>la</strong> ma<strong>la</strong> magia y <strong>la</strong> ciencia oculta <strong>que</strong> había descendido de lo alto sobre los dos ángeles de Babel,<br />
Harut y Marut, quienes no instruían jamás a nadie en su arte sin antes decides: "Nosotros somos <strong>la</strong> tentación <strong>que</strong> puede<br />
hacerte llegar a ser infiel", "Los hombres -añade el texto aprendían, en efecto, los medios de sembrar <strong>la</strong>s discordias entre el<br />
hombre y su mujer, no lo <strong>que</strong> podía series útil, y sabían <strong>que</strong> el <strong>que</strong> había comprado tal arte estaba desheredado de toda parte<br />
en <strong>la</strong> vida futura; ¡vil precio aquél, por el cual tan incautamente se entregaron ellos mismos!... La recompensa por parte del<br />
Señor les hubiera resultado preferible".<br />
Sobre estas cosas se ocupan extensamente también <strong>la</strong>s suras XXVII, XXXIV y XXXVIII, y en algunos versos de el<strong>la</strong>s se<br />
hace alusión al poder mágico del rey Salomón, recordando una vez más <strong>la</strong> leyenda de <strong>que</strong> los demonios habían escondido<br />
debajo del trono de este rey todos sus libros de magia, con los <strong>que</strong> había sujetado a su poder a genios, hombres y cosas.<br />
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