Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
sepulcros, y cuando estos malos espíritus, por orden de Él, se fueron a internar en <strong>la</strong> manada<br />
de cerdos, todos los de <strong>la</strong> ciudad, temiendo el brillo de <strong>la</strong> verdad eterna, c<strong>la</strong>maron rogándole<br />
<strong>que</strong> saliese de sus términos (ibid., VIII).<br />
De nuevo vuelve Jesús a tomar el barco, y ya en tierras de su ciudad continúa sus mi<strong>la</strong>gros<br />
y predicaciones, no pocas de éstas, tales como <strong>la</strong> de <strong>la</strong> parábo<strong>la</strong> del sembrador (ibid., XIII),<br />
pronunciada simbólicamente desde una nave también. Otra vez (ibid., XIV, 13), cuando el<br />
Bautista fué degol<strong>la</strong>do, Jesús se retira en un barco "a un lugar desierto y apartado", es decir,<br />
al mundo jina, donde opera con <strong>la</strong> multitud el mi<strong>la</strong>gro de los cinco panes y dos peces, de los<br />
<strong>que</strong> comieron nada menos <strong>que</strong> cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, sobrando<br />
además doce cestos llenos de pedazos (ibid., XIV, 15-21). 127 ,<br />
En subsiguientes pasajes vemos <strong>que</strong> el Maestro embarca a los discípulos en <strong>la</strong> navecil<strong>la</strong>,<br />
ordenándoles pasasen a <strong>la</strong> otra ribera del <strong>la</strong>go de Genesareth o jainesareth -el simbólico <strong>la</strong>go<br />
jina, <strong>que</strong> diríamos nosotros-, al <strong>que</strong> les llevaba ya solos, como elegidos o discípulos, mientras<br />
<strong>que</strong> Él despedía a <strong>la</strong> gente -<strong>la</strong> gente profana y se retiraba solo a orar en el monte.<br />
Sobrevínoles, pues, <strong>la</strong> noche a los discípulos en medio de <strong>la</strong>s ondas, como era natural al<br />
perder de vista <strong>la</strong> luz de su Maestro, y el viento -como todos los vientos <strong>que</strong> los elementos<br />
desencadenan siempre contra los buenos y sus nobles obras- les era contrario. "Mas a <strong>la</strong><br />
cuarta vigilia de <strong>la</strong> noche vino Jesús hacia ellos, andando sobre el mar. Cuando así le vieron<br />
llegar hasta ellos sin sumergirse en <strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s, se turbaron, "temiendo fuese un fantasma", y<br />
llenos de miedo comenzaron a darle grandes voces. Jesús les habló al mismo tiempo,<br />
diciéndoles: "¡Tened buen ánimo y nada temáis!", y Pedro, entonces, le dijo lleno de fe:<br />
"¡Señor, si eres tú verdaderamente, mándame <strong>que</strong> vaya a ti sobre <strong>la</strong>s aguas!" A lo <strong>que</strong> el<br />
Maestro le contesta: "¡Ven!" Y bajando Pedro del barco -continúa el texto-, andaba también<br />
sobre <strong>la</strong>s aguas, para llegar a Jesús; mas viendo el viento recio, tuvo miedo. y como<br />
empezase a hundirse, c<strong>la</strong>mó diciendo: "¡Valedme, Señor'" Jesús entonces. extendió su<br />
mano, trabó de él, y le dijo: "¿Por qué dudaste, hombre de poca fe?" 128 Luego <strong>que</strong> entraron<br />
en el barco cesó el viento, y los <strong>que</strong> dentro estaban adoraron a Jesús, diciéndole:<br />
"¡Verdaderamente, Hijo de Dios eres!" Y habiendo pasado a <strong>la</strong> otra parte del <strong>la</strong>go, fueron a <strong>la</strong><br />
tierra de Genesar -]ainesar, ]ainazar, o región de los jinas, <strong>que</strong> nosotros diríamos asimismo-.<br />
donde los hombres de a<strong>que</strong>l lugar, así <strong>que</strong> le reconocieron enviaron por toda a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> tierra y<br />
le presentaron a todos cuantos padecían algún mal, y le rogaban <strong>que</strong> les permitiese tocar tan<br />
sólo a <strong>la</strong> or<strong>la</strong> de su vestido." (ibid., XIV, 22-36).<br />
Quien con Renán o con Strauss se haya tomado <strong>la</strong> molestia de estudiar a fondo los<br />
sinópticos, o sean los primitivos Evangelios de Mateo, Marcos y aun Lucas, amén de muchos<br />
otros de los setenta y dos l<strong>la</strong>mados "apócrifos", no dudará de <strong>que</strong> ellos, ante todo, se han<br />
inspirado en <strong>la</strong>s más arcaicas tradiciones galileas para dar adecuado marco a <strong>la</strong>s poéticas<br />
descripciones de <strong>la</strong> vida de Jesús. Por eso a<strong>que</strong>l autor ha podido decir con pluma inimitable:<br />
127 Subrayamos estos números simbólicos para hacer notar <strong>que</strong> hay todo un capitulo de Cába<strong>la</strong> detrás de estos números y<br />
de los del otro mi<strong>la</strong>gro análogo de "los siete panes y algunos peces (XV, 32) para 4.000 hombres". Recuerde, al efecto, el<br />
lector lo <strong>que</strong> se cuenta de los Cinco Vedas (los cuatro pasados y el presente) y <strong>la</strong> leyenda inicial de Las mil y una noches,<br />
sobre los pececitos de colores de <strong>la</strong> leyenda at<strong>la</strong>nte del Príncipe de <strong>la</strong>s Is<strong>la</strong>s Negras, o <strong>la</strong>s leyendas acuáticas e iniciáticas de<br />
Jonás, Tobias, Juan el Pescador, etcétera, todas a base del agua y de su signo zodiacal Piscis, cuanto a base filológica del<br />
Alefato hebreo, (Véase <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra Aleph en <strong>la</strong>s Enciclopedias.)<br />
128 El Evangelio ha sido el remedio supremo para <strong>la</strong>s penalidades de <strong>la</strong> vida vulgar. un perpetuo sursum corda, una poderosa<br />
distracción de los míseros cuidados terrenales, un dulce l<strong>la</strong>mamiento. como a<strong>que</strong>l <strong>que</strong> Jesús hacía al oído de Marta: "¡Marta.<br />
Marta; tú te inquietas por muchas cosas, siendo así <strong>que</strong> una so<strong>la</strong> es necesaria!" Por eso, gracias a Jesús, <strong>la</strong> existencia más<br />
obscura, más precaria y agobiada bajo el peso de tristes o de humil<strong>la</strong>ntes deberes, ha podido refugiarse en un rincón del<br />
cielo.<br />
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