Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
propendiendo a <strong>la</strong> línea recta como mínimo de <strong>la</strong>s distancias, corre y corre hacia niveles<br />
inferiores, en los <strong>que</strong>, caso desfavorable, se ve obligado a formar <strong>la</strong>gos <strong>que</strong> detienen o<br />
temp<strong>la</strong>n por lo menos su marcha, acabando siempre, en caso favorable, por detenerse y<br />
perderse en ese "Lago de <strong>la</strong>gos" <strong>que</strong> se l<strong>la</strong>ma mar 125 .<br />
Así, <strong>la</strong>s aguas <strong>que</strong> se muestran en <strong>la</strong> superficie de <strong>la</strong> tierra nos ofrecen <strong>la</strong> más admirable<br />
alternativa de paralización y de marcha, de inercia y movimiento, de ahorro y de trabajo, de<br />
pra<strong>la</strong>ya y de manvántara, de aparente muerte y aparente vida; y torno a decir "aparente",<br />
por<strong>que</strong> allí donde <strong>la</strong>s aguas se nos antojan más muertas o estancadas, allí es donde por ley<br />
de corre<strong>la</strong>ción de fuerza dan lugar a más prodigiosa vida, como si el anterior movimiento<br />
"fluvial" de el<strong>la</strong>s se hubiese transformado alquímicamente, gracias a un eterno catabolismo,<br />
en el prodigioso movimiento vital e interno <strong>que</strong> suponen los millones y millones de pe<strong>que</strong>ñas<br />
vidas o seres <strong>que</strong> el agua engendra al estancarse de un modo "<strong>la</strong>custre", para correr rauda,<br />
ya como savia, sangre o linfa -"agua", siempre, al fin- en los infinitos "arroyos" y "ríos" de los<br />
vasos circu<strong>la</strong>torios de estos seres, vasos encargados de llevar a todas partes el impulso y el<br />
aliento animador o "alma" <strong>que</strong> mantiene sus vidas... ¡Un río estancado en <strong>la</strong>go, y productor<br />
de tantos billones de billones de ríos como seres nacen de él, ¿qué digo como seres?..,<br />
como vasos, fibras, nervios, etc., etc., puedan desarrol<strong>la</strong>r tales micro-bios!...<br />
Semejante sublimidad natural no es para cantada aquí por nuestra torpe pluma. La<br />
gal<strong>la</strong>rdísima de un Eliseo Reclus sería también pobre ante <strong>la</strong> maravil<strong>la</strong> singu<strong>la</strong>r de un<br />
flúido <strong>que</strong> se dice robado antaño por <strong>la</strong> Tierra a su madre <strong>la</strong> Luna cuando el primer Diluvio<br />
de <strong>la</strong>s Teogonías, <strong>que</strong> señaló para aquél<strong>la</strong> el día de su nacimiento y para esta el de su<br />
125 Tal vez, dicho sea de paso, de <strong>la</strong>s tales aguas estáticas, genesíacas o <strong>la</strong>custres, viene el jeroglífico del cero, y de <strong>la</strong>s<br />
dinámicas o fecundadoras, el del río, o sea <strong>la</strong> línea doble de Acuario, , inicial jeroglífica de <strong>la</strong> letra M, con <strong>la</strong> <strong>que</strong> casi todas<br />
<strong>la</strong>s lenguas designan doquiera al elemento femenino: Madre, Mater, Mama, Mar<strong>la</strong>, Maya, Mar. La línea recta del curso del<br />
río atravesando, en fin, al <strong>la</strong>go, viene a componer el primitivo jeroglífico de lo, o sea del número 10, base o madre de<br />
nuestro sistema decimal; el del número .", o valor de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción eterna entre <strong>la</strong> circunferencia, <strong>que</strong> es matriz o elemento<br />
femenino, y su diámetro, <strong>que</strong> es el símbolo eterno de lo masculino, desde el lingham indostánico hasta el bastón de <strong>la</strong><br />
autoridad o <strong>la</strong> batuta del director de una or<strong>que</strong>sta...<br />
Decimos, además, <strong>que</strong> desde <strong>la</strong> fuente hasta el mar "todos son <strong>la</strong>gos", filosóficamente, y debemos intentar probado con<br />
arreglo a nuestro consabido método analógico o teosófico, <strong>que</strong> nos resulta siempre tan práctico y fecundo.<br />
¿Qué es <strong>la</strong> fuente, sino un <strong>la</strong>go ínfimo? Un hilito de agua subterránea penetra en el<strong>la</strong> por su fondo o por su costado, y de el<strong>la</strong><br />
sale luego, como del <strong>la</strong>go sale el río. Por eso los altos <strong>la</strong>gos de montaña son a manera de ganglios y di<strong>la</strong>taciones en el<br />
nacimiento de una gran parte de los ríos.<br />
Pero, por otro <strong>la</strong>do, el <strong>la</strong>go de montaña, encuadrado como está entre los taludes de el<strong>la</strong>, no es sino un mar en miniatura,<br />
con p<strong>la</strong>yas, a veces l<strong>la</strong>nas, a veces acanti<strong>la</strong>das, ni más ni menos <strong>que</strong> tantas costas marítimas, <strong>la</strong>gos <strong>que</strong> se hie<strong>la</strong>n en <strong>la</strong> dura<br />
estación, como lo verifican los mares de los polos.<br />
Y es tan sugestiva, en efecto, <strong>la</strong> analogía, <strong>que</strong>, aun<strong>que</strong> lo pretendiésemos, no podríamos establecer un límite entre el mar<br />
y el <strong>la</strong>go propiamente dicho, como se ve si los seríamos convenientemente, poniendo primero el ínfimo <strong>la</strong>go circunstancial<br />
o los pe<strong>que</strong>ños <strong>la</strong>gos <strong>que</strong> no tienen a veces ni nombre en <strong>la</strong>s Geografías; <strong>la</strong>gunas de altura como <strong>la</strong>s de Peña<strong>la</strong>ra, Bacares,<br />
Gredos, Somiedo, Enol, etc., en nuestro país Vienen luego los típicos Y clásicos <strong>la</strong>gos, encanto de los turistas, con los<br />
celebéJrimos <strong>la</strong>gos suizos a <strong>la</strong> cabeza, siendo ya algunos de ellos mares en miniatura, como los de Ginebra, Como, Garda,<br />
etcétera; <strong>la</strong>gos tipos con los <strong>que</strong> se pasa ya a verdaderos mares, como el <strong>la</strong>go Baikal, el Aral y el Caspio, de Asia, es<strong>la</strong>bones<br />
iniciales los dos últimos de <strong>la</strong> cadena de esa gran depresión plutónica <strong>que</strong> si_e luego con el mar de Azof y el Negro, <strong>la</strong>gos<br />
también a poco <strong>que</strong> cambiasen <strong>la</strong>s condiciones de los respectivos estrechos <strong>que</strong> los ligan y escalonan con el del<br />
Archipié<strong>la</strong>go y el Mediterráneo, quienes acaso constituyeron en <strong>la</strong> prehistoria un inmenso <strong>la</strong>go o mar interior, si hemos de<br />
admitir <strong>la</strong> elocuente leyenda de Hércules. Pero si el Mediterráneo sería así el último y más inferior de los <strong>la</strong>gos, gracias a <strong>la</strong>s<br />
dos depresiones volcánicas de su fondo -<strong>que</strong> los ge610gos comparan, con teosófico acierto, a los viejos cráteres lunares,<br />
como el de Ticho-Brahe-, también es, por otra parte, el primero de los mares ya, el MM <strong>la</strong>tino, testigo y base de toda <strong>la</strong><br />
historia europea, africana del Norte y asiático occideutal, como el mar u Océano Atlántico empieza a serio ya de <strong>la</strong> historia<br />
moderna y futura...<br />
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