Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, subió a un monte para orar. Y al par <strong>que</strong> hacía el<br />
Maestro su oración, se cambió e hizo otra <strong>la</strong> figura de su rostro y sus vestiduras se tornaron<br />
b<strong>la</strong>ncas y resp<strong>la</strong>ndecientes. Y he aquí <strong>que</strong> con Jesús hab<strong>la</strong>ban dos varones. Y éstos eran<br />
Moisés y Elías, <strong>que</strong> aparecieron llenos de majestad y <strong>que</strong> le hab<strong>la</strong>ban de su salida o de<br />
Jerusalén. Más Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, y, despertando, vieron<br />
<strong>la</strong> gloria de Jesús y de los dos varones <strong>que</strong> con él estaban. Y cuando éstos se apartaron de<br />
él, dijo Pedro a Jesús, no sabiendo lo <strong>que</strong> se decía: "Maestro, bueno es <strong>que</strong> nos estemos<br />
aquí: hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Y mientras <strong>que</strong><br />
Pedro decía esto, vino una gran nube <strong>que</strong> los envolvió, causándoles gran pánico. Y de <strong>la</strong><br />
nube salió una voz <strong>que</strong> decía: "¡Éste es mi Hijo amado! ¡A él escuchad!" Y cuando <strong>la</strong> voz<br />
cesó, hal<strong>la</strong>ron ya solo a Jesús. Y ellos cal<strong>la</strong>ron y a nadie dijeron cosa alguna de lo <strong>que</strong><br />
habían visto y oído..."<br />
Este texto de Lucas, con ligeras variantes, aparece reproducido en Mateo (XVI y XVII) y en<br />
Marcos (VIII y IX). Luego, tras el re<strong>la</strong>to evangélico de <strong>la</strong> crucifixión viene el de <strong>la</strong> resurrección<br />
y <strong>la</strong> segunda "vida" de Jesús con sus discípulos, donde se dice:<br />
"He hab<strong>la</strong>do, ¡oh Theóphilo!, en mi primer discurso (o Evangelio) - dice Lucas al comenzar<br />
a narrar Los hechos de los Apóstoles-, de cuantas cosas comenzó a hacer y enseñar Jesús,<br />
hasta el día en <strong>que</strong>, después de haber instruído por el Espíritu Santo a los Apóstoles <strong>que</strong><br />
había escogido, fué recibido arriba. A ellos se les mostró vivo después de su pasión, con<br />
muchas pruebas, apareciéndoseles por cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Y<br />
comiendo con ellos les mandó <strong>que</strong> no se fuesen de Jerusalén, sino <strong>que</strong> esperasen <strong>la</strong><br />
promesa del Padre, <strong>que</strong> dijo: "Juan bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados en<br />
Espíritu Santo, no mucho después de estos días." Entonces, los <strong>que</strong> se habían congregado<br />
le preguntaban si en dicho tiempo iba a restaurar el reino de Israel, y Jesús les contestó: "A<br />
vosotros no os toca el saber los tiempos <strong>que</strong> puso el Padre con su propio poder, mas<br />
recibiréis <strong>la</strong> virtud del Espíritu Santo, <strong>que</strong> vendrá sobre vosotros para <strong>que</strong> me seáis testigos<br />
en Jerusalén y en toda <strong>la</strong> Judea y Samaria hasta <strong>la</strong>s extremidades de <strong>la</strong> Tierra." Y mientras<br />
esto decía, se fué elevando y le recibió una nube <strong>que</strong> le ocultó a los ojos de ellos. Y cuando<br />
ellos estaban mirando al cielo, según <strong>que</strong> subía, he aquí <strong>que</strong> le recibían dos varones con<br />
vestiduras b<strong>la</strong>ncas, los cuales, al par, dijeron: "¿Qué estáis mirando, varones galileos? Este<br />
Jesús <strong>que</strong> así asciende al cielo ante vuestra vista, volverá de igual modo." Entonces, desde<br />
a<strong>que</strong>l monte de <strong>la</strong>s Olivas donde se hal<strong>la</strong>ban, se volvieron a Jerusalén.<br />
En este pasaje hubo de inspirarse el inmortal Fray Luis de León para a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> incomparable<br />
Oda a <strong>la</strong> Ascensión del Señor, con <strong>la</strong> <strong>que</strong>, pese a lo conocida <strong>que</strong> es, <strong>que</strong>remos honrar estas<br />
nuestras modestísimas páginas jinas, y <strong>que</strong> dice:<br />
¿Y dejas, Pastor santo,<br />
tu grey en este valle hondo, oscuro, con soledad y l<strong>la</strong>nto,<br />
y tú, rompiendo el puro<br />
aire, te vas al inmortal seguro?<br />
Los antes bienhadados,<br />
y los agora tristes y afligidos,<br />
a tus pechos criados,<br />
de ti desposeídos,<br />
¿a dó convertirán ya sus sentidos?<br />
¿Qué mirarán los ojos<br />
<strong>que</strong> vieron de tu rostro <strong>la</strong> hermosura <strong>que</strong> no les sea enojos?<br />
Quien oyó tu dulzura,<br />
¿qué no tendrá por sordo y desventura?<br />
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