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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

haber ahuyentado de el<strong>la</strong>, con a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s medicinas y con <strong>la</strong> oración, los demonios <strong>que</strong> le<br />

llevan muertos ya a sus siete maridos".<br />

Llegados a Rages entrambos, todo sucedió como el arcángel había dicho. Ra<strong>que</strong>l los<br />

recibió con grandísimo contento; los colmó de obsequios, y, recibida <strong>la</strong> pretensión del joven,<br />

le opuso <strong>la</strong> gran desgracia <strong>que</strong> a<strong>que</strong>jaba a su hija: pero el arcángel tranquilizóle diciendo:<br />

"No temas el darle tu hija a éste, por<strong>que</strong> a él, <strong>que</strong> teme a Dios, es a quien le es debida tu hija<br />

por mujer, y por esta razón no ha podido tener<strong>la</strong> otro".<br />

Acabado el ban<strong>que</strong>te e introducidos los consortes en <strong>la</strong> cámara nupcial, <strong>que</strong>mó Tobías <strong>la</strong>s<br />

entrañas del pez, como aquél le había dicho, y con su esposa se puso en oración, al par <strong>que</strong><br />

el arcángel apresaba al demonio obsesor, llevándosele a Tebaida para <strong>que</strong> no dañase más a<br />

nadie. Grande fué <strong>la</strong> sorpresa de los padres cuando, preparada hasta <strong>la</strong> sepultura del nuevo<br />

marido, como los otros siete, los vieron salir sanos y salvos al siguiente día.<br />

Finalmente, tras los festejos de boda y. el cobro de los dineros prestados, regresaron los<br />

dos esposos y el arcángel al <strong>la</strong>do del viejo Tobías, a quien curaron <strong>la</strong>s cataratas untándole<br />

con <strong>la</strong> hiel en los ojos, bendiciendo todos a Dios, <strong>que</strong> les había deparado tamaña felicidad,<br />

tras de probarle, como a Job, con tal cúmulo de adversidades. El arcángel, revelándose en<br />

toda su celeste naturaleza, se despidió de ellos, dejándoles asombrados, no sólo por los<br />

dones de él recibidos, sino de <strong>que</strong> un ser de tan elevada naturaleza hubiese comido y bebido<br />

aparentemente con ellos, "cuando -dice el texto- los ángeles usan de un manjar invisible y de<br />

una bebida -el Soma- <strong>que</strong> tampoco puede ser vista de los hombres...".<br />

Hasta aquí el lindísimo re<strong>la</strong>to bíblico-babilónico.<br />

No obstante <strong>la</strong> indiscutible belleza de este arcadiano, feliz y antiguo <strong>Libro</strong> de Tobías,<br />

dechado de <strong>la</strong>s costumbres patriarcales de a<strong>que</strong>llos tiempos de ensueño jina en <strong>que</strong> los<br />

ángeles convivían con los hombres 114 , el lector conspicuo <strong>que</strong> recuerde <strong>la</strong> sublimidad de los<br />

cuentos de Las mil y una noches, no podrá menos de reconocer <strong>la</strong> inmensa superioridad <strong>que</strong><br />

llevan éstos a aquél, como si estuviesen ellos más cerca de <strong>la</strong> verdad primitiva.<br />

En dichas leyendas orientales, en efecto, cual en <strong>la</strong> incomparable Historia de<br />

Camaralzamán y <strong>la</strong> princesa de Bagdad y en otras muchas, no hay necesidad para <strong>la</strong> trama<br />

del drama de <strong>que</strong> un buen hombre tenga <strong>que</strong> cobrar unos dineros en lejano pueblo de <strong>la</strong>s<br />

montañas de Ecbatana -dinero, sexo y semitismo han sido siempre <strong>la</strong> misma cosa-; ni de<br />

describir al por menor intimidades nupciales; ni de <strong>mata</strong>r sucesivamente a siete maridos; ni<br />

de hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> procreación como supremo fin del matrimonio, olvidando el tan importante o<br />

más del mutuo auxilio entre los cónyuges; ni de hab<strong>la</strong>r de soldadas, recelos, etc., sino <strong>que</strong> el<br />

prólogo mismo del amoroso drama idealista del eterno príncipe con <strong>la</strong> eterna princesa tiene<br />

lugar en el excelso mundo del ensueño o mundo jina, de <strong>la</strong> manera <strong>que</strong> refiere el sugestivo<br />

"cuento", o sea mediante hadas y genios invisibles <strong>que</strong> les hacen enamorarse uno de otro en<br />

sueños del modo más dulce y más puro...<br />

Siguiendo nuestro tema de <strong>la</strong> diferencia esencial entre los hombres de aquí abajo y sus<br />

"protectores" los jinas, diremos <strong>que</strong> casi no hay un rincón en el Antiguo Testamento en el <strong>que</strong><br />

a ellos no se aluda.<br />

Tal sucede con el pasaje en <strong>que</strong> "los hijos de Dios", es decir, de los Elohim o de los finas,<br />

conocen a <strong>la</strong>s hijas de los hombres, determinándose <strong>la</strong> terrible catástrofe at<strong>la</strong>nte o del Diluvio<br />

(Génesis, VI 1). Entonces acaba el imperio de <strong>la</strong> Primera Ley, o sea <strong>la</strong> Ley Natural y<br />

Paradisíaca ("Sabiduría de los dioses" o Teosofía) , y viene el Deuteronomio o Ley Segunda<br />

114 Este recuerdo de <strong>la</strong> convivencia de los "jinas" o ángeles con los hombres, de los <strong>que</strong> tan rico se muestra el Génesis, es<br />

merecedor de un más detenido estudio, <strong>que</strong> hoy no nos permite <strong>la</strong> extensión del presente libro. Esta convivencia, aun<strong>que</strong><br />

subjetiva e interior, es un hecho constante en el alma del justo, aun en esta vida.<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 153 www.samaelgnosis.net

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