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Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

recuerda tuvieron lugar a su muerte, o mejor dicho a su tránsito, puesto <strong>que</strong> él no murió<br />

como los demás hombres, sino <strong>que</strong> desapareció súbitamente en medio de una<br />

deslumbradora luz <strong>que</strong> llenó de gloria todo el ámbito de <strong>la</strong> caverna, y <strong>que</strong> le arrebató a un<br />

mundo mejor, mientras <strong>que</strong> su cuerpo <strong>que</strong>dó inerte. Cuando luego esta luz se vió<br />

reemp<strong>la</strong>zada por <strong>la</strong> obscuridad de a<strong>que</strong>l antro, dice Ginsburg, "es cuando pudieron darse<br />

cuenta los discípulos de <strong>que</strong> a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> bril<strong>la</strong>nte lámpara de Israel se acababa de extinguir". Sus<br />

biógrafos añaden <strong>que</strong> durante su entierro se oyeron conciertos de voces procedentes de los<br />

cielos, y cuando su cuerpo fué descendido a <strong>la</strong> profunda fosa para él abierta, salió de el<strong>la</strong><br />

una l<strong>la</strong>ma, mientras <strong>que</strong> una potentísima y augusta voz hizo resonar en el aire estas<br />

pa<strong>la</strong>bras: "¡Este es quien hará temb<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> tierra y conmoverse a los reinos!".<br />

Volvamos a Eliseo, otro de los personajes so<strong>la</strong>res judíos.<br />

Uno de los dichos prodigios con los <strong>que</strong> Eliseo acreditó su nueva misión "bajo el doble<br />

espíritu de su maestro Elías", fué el hacer dulces y potables <strong>la</strong>s aguas de Jericó, <strong>que</strong> eran<br />

salobres e impotables desde <strong>que</strong> Josué había pronunciado contra <strong>la</strong> ciudad un terrible<br />

anatema, <strong>que</strong> de este modo vino a levantar el santo.<br />

Las hazañas proféticas o jinas de Eliseo no les van en zaga a <strong>la</strong>s de su Maestro; así,<br />

cuando aterrados los reyes de Israel, Judá y Edom, fueron a consultarle, el profeta l<strong>la</strong>mó a un<br />

hábil tañedor de arpa, <strong>que</strong> con <strong>la</strong>s dulzuras de su instrumento aquietase los alborotados<br />

ánimos de los regios consultantes, y facilitase con sus mantrams musicales <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción del<br />

profeta (IV, Reyes, nI) . En otra ocasión multiplica enormemente <strong>la</strong> mísera porción de aceite<br />

de una viuda amenazada de cárcel por sus acreedores. En otras transforma una p<strong>la</strong>nta<br />

venenosa en alimenticia, para dar de comer con el<strong>la</strong> a sus adeptos; multiplica, como luego<br />

Jesús, los panes de una ofrenda; libra al general Naaman de los horrores de <strong>la</strong> lepra, con<br />

sólo hacerle bañar en el Jordán siete veces; profetiza <strong>la</strong> muerte del rey Benadad, después de<br />

haber anunciado también <strong>la</strong> mi<strong>la</strong>grosa salvación del pueblo reducido a los " horrores del<br />

hambre, hasta el punto de <strong>que</strong> <strong>la</strong>s madres se comían a sus hijos, etc., etc.<br />

Pero lo <strong>que</strong> más choca en esta interesante biografía <strong>que</strong> salpica aquí y allí a todo el <strong>Libro</strong><br />

IV de los Reyes, es el pasaje referido en el capítulo VI, cuando los sirios, indignados contra el<br />

profeta, trataron de <strong>mata</strong>rle por<strong>que</strong> les adivinaba a distancia todos sus pensamientos y<br />

maniobras contra Israel. El re<strong>la</strong>to en cuestión es el siguiente: "Y dijo el rey de Siria a los<br />

suyos: cid en busca de Eliseo y prendédmele». A lo <strong>que</strong> ellos respondieron: «Mira <strong>que</strong> se<br />

hal<strong>la</strong> en Dothan» 111 . Envió, pues, el rey allá caballos y carros con todas <strong>la</strong>s fuerzas de su<br />

ejército, <strong>que</strong>, llegando de noche, cercaron <strong>la</strong> ciudad. Y levantándose al amanecer el criado<br />

de a<strong>que</strong>l varón de Dios, salió afuera, y como viese todo a<strong>que</strong>l gran ejército con sus carros y<br />

caballos, dióle aviso de ello diciendo: «¡Ay, ay, ay, señor! ¿Qué haremos?». Mas él<br />

respondió: «Nada temas, por<strong>que</strong> son muchos más con nosotros <strong>que</strong> con ellos». Y habiendo<br />

hecho oración Eliseo, dijo: «¡Señor, abre los ojos de éste para <strong>que</strong> vea!». Y abrió el Señor los<br />

ojos del criado y vió; y he aquí el monte entero lleno de caballos y de carros de fuego<br />

alrededor de Eliseo. Mas los enemigos descendieron a él, y Eliseo hizo oración al Señor,<br />

diciendo: «Hiere, te ruego, de ceguedad a esta gente". E hiriólos el Señor para <strong>que</strong> no<br />

viesen, según <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra de Eliseo. Entonces Eliseo les dijo: «No es éste el camino, ni ésta<br />

es <strong>la</strong> ciudad. Seguidme todos, y os mostraré al varón <strong>que</strong> buscáis»; con lo <strong>que</strong> los llevó a<br />

Samaria. y luego <strong>que</strong> hubieron entrado en Samaria, dijo Eliseo: «Señor, abre los ojos de<br />

éstos, para <strong>que</strong> vean». Y abrióles el Señor los ojos, y vieron <strong>que</strong> se encontraban en medio de<br />

111 Ciudad sagrada entre Sichem (o Psi<strong>que</strong>m) y Samaria, o, romo si dijéramos, "en un sitio inaccesible para los profanos<br />

perseguidores".<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 151 www.samaelgnosis.net

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