Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
demás hombres de ciencia, dec<strong>la</strong>rando, dice De Mirville (Pneumatologie, p. 73), ¡<strong>que</strong> era una<br />
obra gnóstica referente a Gigantes antropófagos y tocada de grandísima semejanza nada<br />
menos <strong>que</strong> con el Apocalipsis!<br />
No fué ésta, sin embargo, "<strong>la</strong> opinión de mejores críticos <strong>que</strong> después vivieron". Así, el<br />
doctor Ganneberg llegó "hasta colocar el <strong>Libro</strong> de Enoch en el mismo y preferente lugar <strong>que</strong><br />
el <strong>Libro</strong> tercero de los Macabeos, o sea a <strong>la</strong> cabeza de <strong>la</strong> lista de a<strong>que</strong>llos libros cuya<br />
autoridad se hal<strong>la</strong> más cerca de <strong>la</strong>s obras canónicas", <strong>que</strong> dijo el católico marqués de Mirville<br />
en su citada obra.<br />
Como de costumbre, todos tienen razón, en parte, y en parte se equivocan todos. El<br />
aceptar a Enoch como una persona viva, como un carácter bíblico, es lo mismo <strong>que</strong> aceptar<br />
a Adán como el primer hombre, pues <strong>que</strong> Enoch es un término genérico aplicado a ciertos<br />
individuos de todos los tiempos y en todas <strong>la</strong>s razas y naciones, y de aquí el hecho de qut'<br />
los antiguos talmudistas, doctores del Midrashismo, no estén de acuerdo en sus opiniones<br />
acerca de Hanokh, el Hijo de Yered, pues <strong>que</strong>, mientras <strong>que</strong> unos dicen <strong>que</strong> era un gran<br />
santo amado de Dios, y "<strong>que</strong> fué arrebatado vivo al cielo", es decir, <strong>que</strong> alcanzó el Nirvana o<br />
Mukti aquí en <strong>la</strong> Tierra, cual Buddha y tantos más, para otros talmudistas no era sino un<br />
perverso brujo, cosa, en fin, <strong>que</strong> corrobora <strong>que</strong> todo Hanokh o Vidente era un Adepto de <strong>la</strong><br />
Sabiduría Secreta, sin ninguna especificación acerca del carácter (de <strong>la</strong> Diestra o de <strong>la</strong><br />
Siniestra) del portador de semejante título."<br />
"Para los judíos, el <strong>Libro</strong> de Enoch, sigue diciendo <strong>la</strong> Maestra, es tan canónico como el<br />
Pentateuco. La edad de entrambos no puede determinarse con exactitud, pero el Génesis de<br />
Enoch es, con mucho, anterior a los libros de Moisés, según nos enseña el doctor Jost y<br />
Donaldión. El Pentateuco, tal como hoy le conocemos, es posterior a <strong>la</strong> cautividad de<br />
Babilonia, o sea de hacia el año 150 (antes de J. C.). Guillermo Postel ha presentado a<strong>que</strong>l<br />
libro al mundo y explicado sus alegorías hasta donde le ha sido posible explicarlo y<br />
comprenderlo. El <strong>Libro</strong> de Enoch, en fin, es un compendio de <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong>s razas Tercera,<br />
Cuarta y Quinta. Unas poquísimas profecías de nuestra época actual y un <strong>la</strong>rgo resumen<br />
retrospectivo, introspectivo y profético de sucesos universales y completamente históricos,<br />
etnológicos, geológicos, astronómicos y psíquicos, amén de un poco de Teogonía de los<br />
anales antediluvianos. Citado él diferentes veces en Pistis, Sophia y en el midrashin más<br />
antiguo del Zohar, Orígenes y Clemente de Alejandría le tenían en muy alta estima, y le<br />
mencionan como una obra de antigüedad venerable. Sus visiones, desde el capítulo 18 al 50,<br />
son todas descripciones de los Misterios de <strong>la</strong> liniciación, una de <strong>la</strong>s cuales es <strong>la</strong> del Valle<br />
Ardiendo de los Angeles Caídos, y quizá tuvo mucha razón San Agustín al decir <strong>que</strong> <strong>la</strong><br />
Iglesia rechazaba el <strong>Libro</strong> de Enoch de entre los canónicos a causa de su enorme<br />
antigüedad, ob nimian antiquitatem (La Ciudad de Dios, XV y XXIII.) ¡No cabían, en efecto,<br />
los sucesos <strong>que</strong> en él se mencionan en el estrecho marco de los cinco mil cuatro años antes<br />
de J. C. <strong>que</strong> aquél<strong>la</strong> pretendía asignar al mundo!<br />
El sabio M. de Sacy (Annales de Philosophie, pág. 393), nos dice: "El <strong>Libro</strong> de Enoch<br />
asigna al año so<strong>la</strong>r 364 días, y parece conocer además períodos de tres, cinco y ocho años,<br />
seguidos de cuatro días suplementarios <strong>que</strong>, en su sistema, parecen ser los de los<br />
equinoccios y solsticios." Estos "absurdos" -añade De Mirville- acaso datan de algún<br />
imaginario sistema <strong>que</strong> pudo haber existido antes de <strong>que</strong> el orden de <strong>la</strong> naturaleza hubiese<br />
sido alterado en <strong>la</strong> época del Diluvio Universal, cosa <strong>que</strong> es precisamente <strong>la</strong> enseñada por <strong>la</strong><br />
Doctrina Secreta, pues el propio ángel Uriel dice a Enoch: "¡Todas <strong>la</strong>s cosas, oh Enoch, te<br />
<strong>la</strong>s he reve<strong>la</strong>do! Tú ves ya al Sol, a <strong>la</strong> Luna, y a los <strong>que</strong> conducen <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s del cielo, los<br />
cuales hacen <strong>que</strong> se repitan todas sus operaciones y estaciones. En los días de los<br />
pecadores, los años se acortarán y <strong>la</strong> Luna cambiará sus leyes..." (capítulo LXXIX, traducción<br />
de Laurencio). En a<strong>que</strong>llos días, años antes del Gran Diluvio <strong>que</strong> barrió a los at<strong>la</strong>ntes y<br />
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