Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
Otro caso, aún más hermoso, nos refiere el mismo autor respecto de los pueblos del otro<br />
<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> Cordillera. "Los naturales de Cuchuma -dice-, al saber <strong>que</strong> se acercaba el Inca,<br />
hicieron un fuerte donde se metieron con sus mujeres e hijos. Los incas los cercaron, y. por<br />
guardar <strong>la</strong>s órdenes de su rey, no quisieron combatir el fuerte, <strong>que</strong> era harto f<strong>la</strong>co, y les<br />
ofrecieron paz y amistad, <strong>que</strong> ellos no quisieron recibir. En tal porfía estuvieron unos y otros<br />
más de cincuenta días, en los cuales se ofrecieron muchas ocasiones en <strong>que</strong> los incas<br />
pudieran hacer mucho daño a los contrarios; mas, por guardar su antigua costumbre. dejaron<br />
<strong>que</strong> les apretase el hambre. No pudiendo sufrir<strong>la</strong>, al fin, los niños, no sólo eran éstos<br />
recogidos y alimentados, sino <strong>que</strong> les daban también para <strong>que</strong> comiesen sus padres. Todo lo<br />
cual visto por los contrarios, y <strong>que</strong> no recibían socorro, acordaron rendirse sin partido alguno,<br />
pareciéndoles <strong>que</strong> los <strong>que</strong> habían sido tan clementes cuando ellos eran rebeldes y<br />
contrarios, lo serían mucho más cuando les viesen humil<strong>la</strong>dos y rendidos, como así fué,<br />
por<strong>que</strong> los incas les dieron de comer y les desengañaron diciéndoles <strong>que</strong> no procuraban<br />
ganar tierras para tiranizadas, sino para hacer el bien a sus moradores, como les mandaba<br />
su Padre el Sol". (Ibíd., II, cap. VIII) 92 .<br />
Y así, por mucho <strong>que</strong> se bus<strong>que</strong>, acaso no se encuentre en toda <strong>la</strong> historia europea un<br />
caso tan gal<strong>la</strong>rdo, tan sensato y tolerante, como el <strong>que</strong> entraña este sucedido, <strong>que</strong> el incacronista<br />
nos re<strong>la</strong>ta de esta manera:<br />
"Cuando a los de Chayanta les llegó el mensaje del Inca para <strong>que</strong> se les sometiesen, unos<br />
decían <strong>que</strong> era muy justo <strong>que</strong> se recibiese al hijo del Sol por señor y se guardasen sus leyes;<br />
pues se debía creer <strong>que</strong>, siendo ordenadas por el Sol, serían justas, suaves y provechosas,<br />
todas en favor de los vasallos y ninguna en interés del Inca. Otros opusieron <strong>que</strong> no tenían<br />
necesidad de rey ni de nuevas leyes, <strong>que</strong> <strong>la</strong>s <strong>que</strong> tenían eran muy buenas, pues <strong>la</strong>s habían<br />
guardado sus antepasados, y <strong>que</strong> les bastaban sus dioses, sin tomar nueva religión y nuevas<br />
costumbres. Se acordó, por tanto, decide a aquél <strong>que</strong>, entretanto <strong>que</strong> les enseñaban <strong>la</strong>s<br />
leyes, el Inca y su ejército entrasen en <strong>la</strong> provincia, con pa<strong>la</strong>bra <strong>que</strong> les diese de salirse y<br />
dejados libres si les contentaban sus leyes... El Inca aceptó <strong>la</strong>s condiciones y fué recibido<br />
con veneración y acato, mas no con fiesta y regocijo, y así estuvieron, entre el temor y <strong>la</strong><br />
esperanza, hasta <strong>que</strong> los consejeros ancianos <strong>que</strong> tenía el Inca, en presencia del príncipe<br />
heredero <strong>que</strong> asistió a <strong>la</strong> enseñanza, les manifestaron <strong>la</strong>s leyes, así <strong>la</strong>s de su religión como<br />
<strong>la</strong>s del gobierno de su república, hasta <strong>que</strong> <strong>la</strong>s entendiesen; y viendo <strong>que</strong> todas eran en<br />
honra y provecho del país, <strong>la</strong>s aceptaron con grandes fiestas." (Ibíd., II, cap. 20.)<br />
Cosas semejantes, y otras aún más admirables <strong>que</strong> también nos re<strong>la</strong>ta el cronista, prueban<br />
<strong>que</strong> tenemos a <strong>la</strong> vista, si no un pueblo jina, por<strong>que</strong> el jina está por encima del sexo, sí un<br />
pueblo verc<strong>la</strong>deramente protegido en su infancia post-at<strong>la</strong>nte por jinas -efectivos <strong>que</strong><br />
transparentan sus protecciones a <strong>la</strong> manera de los "todas" con los "badagas" de <strong>la</strong> India, <strong>que</strong><br />
vimos en el anterior capitulo. lJn pueblo verdaderamente humano, en suma, <strong>que</strong> al practicar<br />
así el bien, no podía menos de recibir, como reciben siempre los buenos, <strong>la</strong> augusta<br />
protección de esos seres hiperfísicos o de "cuarta dimensión" <strong>que</strong> nos guían solícitos, y entre<br />
los cuales más de una vez están nuestros muertos <strong>que</strong>ridos. De ello hay además una<br />
referencia hermosísima re<strong>la</strong>tiva, ya <strong>que</strong> no a los incas, a los mexicanos. cuyas doctrinas,<br />
como derivadas del mismo origen, establecían semejante <strong>la</strong>zo entre los hombres buenos y<br />
sus jinas protectores.<br />
De aquí <strong>la</strong>s virtudes de a<strong>que</strong>l pueblo, de <strong>la</strong>s <strong>que</strong> daremos esta so<strong>la</strong> prueba:<br />
92 En el célebre drama inca Ol<strong>la</strong>ntay, recientemente estrenado con grandísimo éxito en a<strong>que</strong>llos países, tremo<strong>la</strong> gal<strong>la</strong>rda<br />
esta generosidad verdaderamente jina o paternal de los incas.<br />
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