Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> condesa, y exomada_ con <strong>la</strong>s ga<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> imaginación creadora, aun<strong>que</strong> "rebajadas<br />
de tal<strong>la</strong>", en <strong>la</strong>s dos nove<strong>la</strong>s dichas y en algunas otras, aparte de los minuciosos trabajos de<br />
<strong>la</strong> Biblioteca Thilorier, de Trary, de <strong>la</strong> baronesa de Oberkirch, de Beugnot, de La Borde, etc.,<br />
para Cagliostro, y los de Oettingel' Bu<strong>la</strong>u y muchos otros, para Saint-Germain.<br />
Saint-Germain, según <strong>la</strong>s Memorias de a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> dama contemporánea de Luis XV, y <strong>que</strong><br />
vivió hasta 1823, se aparece después de muchos años en <strong>que</strong> se le tenía por muerto,<br />
completamente joven, como antaño, a su amiga <strong>la</strong> condesa, <strong>que</strong> ya había envejecido; le<br />
predice todo cuanto amenaza al desgraciado Luis XVI, si no se ade<strong>la</strong>nta con reformas a <strong>la</strong><br />
próxima catástrofe revolucionaria, en <strong>la</strong> <strong>que</strong> hubo éste de perder hasta <strong>la</strong> vida; le seña<strong>la</strong> con<br />
el dedo a los más estúpidos ministros, cuyas iras desafía haciéndose invisible e imprendible,<br />
y cuando, desoídos sus consejos-profecías, ya nada puede hacerse contra los Hados<br />
desencadenados sobre Francia, todavía se le muestra a <strong>la</strong> ilustre dama, según su promesa,<br />
otras cinco veces, en los momentos de mayor angustia para el<strong>la</strong> y para el país, o sea horas<br />
antes de morir el rey, <strong>la</strong> reina, el du<strong>que</strong> de Enghien y el de Berry, y a <strong>la</strong> caída de Napoleón, y<br />
<strong>la</strong> hace presentir para el día de su muerte su sexta y última visita, esa visita de <strong>la</strong> Intrusa, <strong>que</strong><br />
en el mito asturiano se conoce por <strong>la</strong> Huestia o Santa Compaña... ¡La Compañía exaltadora y<br />
gloriosa de cuantos maestros y amigos nuestros nos han precedido en el mundo de los jinas,<br />
o mundo de <strong>la</strong> "cuarta dimensión", en <strong>que</strong> el Maestro Saint-Germain vivía como tal, y siempre<br />
joven, hacía luengos siglos, como "siempre jóvenes" hemos visto y veremos a los demás<br />
personajes jinas del histórico al par <strong>que</strong> legendario cinematógrafo de este libro!...<br />
En efecto, <strong>la</strong> reina María Antonieta escribía a <strong>la</strong> condesa, a <strong>la</strong> vista ya de <strong>la</strong> temible<br />
revolución: "¿Quién es ese personaje tan por encima de lo conocido, <strong>que</strong> viene<br />
interesándose por mí desde hace tantos años, sin darse a conocer, sin recibir una<br />
recompensa, y diciéndome <strong>la</strong> verdad siempre? Desde mi llegada a Francia, y en todos los<br />
acontecimientos importantes de mi vida, un protector misterioso me ha prevenido fielmente<br />
de cuanto tenía <strong>que</strong> temer..." y <strong>la</strong> propia condesa, hab<strong>la</strong>ndo de a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s apariciones<br />
anunciadas y regu<strong>la</strong>res del Maestro, ponía en <strong>la</strong>bios de éste <strong>la</strong> frase típica de amargura con<br />
<strong>que</strong> el mundo de los felices jinas, <strong>la</strong> "Iglesia triunfante", <strong>que</strong> diría el Derecho canónico, se<br />
<strong>la</strong>menta de <strong>la</strong> loca ceguera de los hombres: "A los Hijos de <strong>la</strong> Verdad se les combate<br />
doquiera como a seres peligrosísimos. ¡La Humanidad sólo recibe bien a quien <strong>la</strong> engaña,<br />
pierde y sacrifica!"; y ésta es <strong>la</strong> ceguera real y efectiva, <strong>la</strong> ceguera de <strong>la</strong> falta de intuición, del<br />
don de ver <strong>la</strong> Verdad, Velo de Isis, <strong>que</strong> nos hace no ver a tamaño mundo, <strong>que</strong> se hal<strong>la</strong> a<br />
nuestro <strong>la</strong>do protegiéndonos todo lo <strong>que</strong> merecemos por nuestro karma y un poco más sin<br />
duda..."<br />
Más <strong>que</strong> un "Hijo de <strong>la</strong> Verdad", Saint Germain era uno de los mayores Maestros de el<strong>la</strong><br />
<strong>que</strong> han conocido los tiempos: un toda efectivo. El músico, rival de Paganini en el violín; el<br />
filólogo y poliglota, dotado del don de lenguas de <strong>la</strong> Pentecostés; el prodigioso alquimista,<br />
para quien todas <strong>la</strong>s mayores ri<strong>que</strong>zas no eran sino bagate<strong>la</strong>s despreciables; el consejero de<br />
sabios y de reyes; el ente sobrehumano <strong>que</strong> en sus trances de hasta dos y tres días parecía<br />
verlo todo en el pasado como en el porvenir; el <strong>que</strong> leía pliegos cerrados sin tocarlos, y podía<br />
escribir dos documentos a <strong>la</strong> vez, uno con cada mano; el ser poderoso, en fin, <strong>que</strong> aparecía<br />
como el rayo y desaparecía con el rayo mismo, sería un jina, un personaje perfecto y<br />
rigurosamente histórico, si nosotros, los hombres perversos de esta triste edad, en lugar de<br />
modo misterioso <strong>que</strong> más al por menor se refiere en el citado comen tario segundo de nuestras Páginas ocultistas y cuentos<br />
macabros... Si- éste era el <strong>que</strong> pretendía ser discípulo, al modo como definía Tertuliano al demonio como "<strong>la</strong> mona de<br />
Dios", ¿cómo sería el Maestro Saint-Germain? Algo de tamaña personalidad <strong>que</strong> en dicho comentario le transcribe está<br />
detal<strong>la</strong>do por <strong>la</strong> ingenua y bondadosa condesa de Adhemar.<br />
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