Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna debajo de las aguas de los lagos y en todo otro lugar aún no profanado por la planta o los vicios de los hombres, quienes no les ven por causa del Velo que tienen ante sus ojos, aunque ellos bien que nos ven a nosotros..." Por cierto, que semejante desaparición de los Tuatha cuenta con dos hermosos precedentes concordantes, uno el de las leyendas iniciáticas de Oriente contenidas en las Estancias de Dzyan o .lían, que forman la base de La Doctrina Secreta, de H. P. B., Y otro el de las leyendas análogas que sirvieron de base a Hesiodo para su Teogonía. Estas últimas dicen que "la raza de hombres de la Edad de Oro -la edad de Jano, jina o jaina- vivió como una tribu de dioses sobre la tierra". Apartados ellos, al fin, de las miserias que sobrevinieron luego a la humanidad, se durmieron para morir con la dulzura de la niñez tranquila, convirtiéndolos Zeus en amables genios (o jinas), quienes, invisibles desde entonces a los ojos humanos, recorren constantemente la tierra, velando por sus hermanos menores los hombres... Son ellos, pues, los resplandecientes númenes que en los inefables trigales de la luz recogen las doradas gavillas con que sustentan e iluminan a los hombres en el Sendero. Sus fúlgidos pensamientos pueblan la atmósfera mental de los hombres inspirados (genios y poetas) , porque la inspiración no es sino el acto de sumergirse la mente en semejantes esplendores inmortales para traducir el lenguaje humano su excelsa belleza o su recóndita verdad, y su rasgo distintivo es el de dejar sumergida en divina titilación nuestras almas cual banderas agitadas por el viento en una marcha triunfal 65 . El otro precedente, quizá, de la desaparición de la raza Tllatha está constituído por este pasaje del Libro de Dzyan (Estancias antropológicas, números 10, II Y 12), que dice: "Así, de dos en dos, en las siete Zonas, la Tercera Raza dió nacimiento a la Cuarta; los Suras (o Dioses) se convirtieron en Asuras (no Dioses); la Primera en cada Zona, era del color de la Luna; la Segunda, amarilla como el oro, la Tercera, roja, y la Cuarta, de color castaño, que se tornó negra por el pecado... Crecieron en orgullo los de la Tercera y Cuarta diciendo: "Somos los reyes; somos los dioses". Tomaron esposas de hermosa apariencia de la raza de los aún sin mente, o "de cabeza estrecha", engendrando monstruos, demonios maléficos, hombres machos y hembras y también khados con mentes pobres. Construyeron templos para el cuerpo humano, rindiendo culto a varones y hembras. Entonces cesó de funcionar su Tercer Ojo (el ojo de la intuición y de la doble vista). Construyeron enormes ciudades... labrando sus propias imágenes según su tamaño y semejanza y las adoraron... Fuegos internos habían ya destruído la tierra de sus padres (la Lemuria) y el agua amenazaba a la Cuarta Raza (la Atlántida)... Las primeras grandes aguas vinieron y sumergieron las siete grandes islas... Los buenos todos fueron salvados, y los malos destruídos... Pocos hombres quedaron: algunos amarillos, algunos de color castaño y negro, y algunos, rojos. Los del color de la luna -los Tuatha- habían desaparecido para siempre. La Quinta Raza (el Asia actual), producida del tronco santo, quedó y fué gobernada por los primeros Reyes Divinos... Las Serpientes (Dragones de la Sabiduría o Rishis) volvieron a descender e hicieron las paces con los hombres de la Raza Quinta, a quienes educaron e instruyeron"... En cuanto a las respectivas mágicas de Tuathas y Fir-bolgs, los cantos de los bardos no nos dejan lugar a dudas, pues que en los Topographial Poems irlandeses de O'Dugan y de O'Heering se leen hermosas estrofas de los rapsodas o bardos primitivos, tales como la que sigue: "¿Quién se atrevería, ¡oh viajero!, a pasar por estos sagrados sitios vecinos al mar sin recordar emocionado que huellan nuestras plantas los viejos dominios de la gloriosa raza de 65 Roberto Brenes Mesén, El canto de las Horas (San José de Costa Rica, 1911). Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 100 www.samaelgnosis.net
El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna Lughaid? 66 . Este es el verdadero país de Démond que nos hace olvidar gustosos y para siempre al viejo país de Ith, EL BOSQUE DE LOS AMARILLOS AVELLANOS MÁGICOS, este es el verdadero país del ensueño; LA DULCE COMARCA DE LOS AVELLANOS ESCARLATA, el país de Logha, donde Allican, el hijo de Bice-alms, el vate más gallardo, fué inmolado como un cordero por Atengus en el Ar-Midir... Yo vi, yo vi, todavía en su más lejana pujanza el espeso bosque aquel de los rojos avellanos, yo le vi hasta el día en que él fué talado completamente por el joven y fuerte Liath, el hijo de Laighne, como vi también todas las glorias de los Fir-bolgs, con sus amoríos, raptos, robos, destrucciones y estragos infinitos, y con sus tabletas mágicas escritas con estiletes en el alfabeto de los ogamscraobs 67 . Por supuesto, el país de los avellanos amarillos o áureos, el país de Ith, It o Ti, no es sino la ciudad o Logia de la Buena Ley, el pueblo de los Magos blancos orientales, u hombres solares, desterrados de su país por los poderosos Magos negros occidentales o fir-bolgs, los de los avellanos escarlata, o sea de las imitaciones y culto teñido en la inocente sangre de víctimas humanas tales como Alli-can, Heli, Elias o Elías, es decir, El caballero del Cisne, con todo el alcance que a tan complicado y universal mito hemos dado en el capítulo Lohengrin en nuestro W ágner, mitólogo y ocultista. Porque, efectivamente, hay todo un mundo de revelaciones a poco que se comparen las historias del pueblo mexicano y el occidental europeo con la doctrina tradicional en Oriente. Esta nos dice que la palabra It fué primero un término mágico, término que Wilford no entendió y cuyo jeroglífico y sublime significado puede verse en el capítulo X de De gentes del otro mundo. Después fué el nombre de un Rey Divino, a la manera. del Hércules Tuatha u ógmico, que colmó de beneficios a los hombres. Parece ser, en efecto, que fueron tales los horrores, angustias y devastaciones continuadas durante largos años entre los dos pueblos rivales de la Buena y de la Mala Ley (atlantes y arios) que los pueblos occidentales no pudiendo resistir más alzaron los brazos al cielo y clamaron: ¡It! Pero como la palabra It era una clave mágica de alcance incalculable 68 , el Destino se rindió 66 Este Lughaid, dada la procedencia gallega de las gentes de la Irlanda de entonces, es también, acaso, la raíz toponímica de pueblos españoles, tales corno Lugo (Galicia) , Lugones (Asturias), Lagos, etc. Desmond o Démon, acaso tenga relación asimismo con la palabra griega daimon o "espíritu inspirador", que tan conocida nos es ya en su primitivo significado, desnaturalizado hoy. 67 En cuanto a las "cámaras sepulcrales", grutas o cármenes de Erinn también cantadas por los bardos, no eran ellas tampoco sino lugares secretos de iniciación en los terribles misterios necromantes de los fir-bolgs, con sacrificios humanos análogos a los que el Padre Diego Durán nos describe, con cargo a los pueblos de América en su Historia de la tierra firme e islas de la Nueva España, a raíz de la conquista de este último país. Claro está que, más tarde y por fanatismo religioso, en lugar de iniciarse ya en misterios que se fueron perdiendo y de pasar por el consabido sepulcro en el que entonces como hoy yace inerte el candidato hasta que le resucita la voz y la Palabra Sagrada del maestro, dispusieron ser llevados después de muertos allí muchos reyes y personajes que antes, como profanos, no pasasen por el dicho sepulcro. Dicho sepulcro aún se ve en la pirámide de Gizeth y en otros muchos sitios iniciáticos aun de ciertas instituciones secretas modernas. ¿Qué mejor iniciadora, en efecto, que la muerte física? 68 Como que el simbolismo de lt era nada menos que los tres lados del triángulo simbólico desarticulados y puestos en forma de cruz, cual si se quisiese significar con ello q1,le con aquellas luchas la forma y la vida iban a acabar con el mundo, dado que si la cruz es sinónimo de dolor, destrucción y muerte, el triángulo, como elemento fundamental de toda forma geométrica, es sinónimo de vida. Claro es, por otro lado, que la cruz, como símbolo de muerte de lo inferior (la cruz formada por nuestro cuerpo físico perecedero), lo es también de glorificación y de promesa de otra vida en el país de la postcruz, que podríamos decir, o sea en el mundo del descanso cantado por los bardos como el país solar, el país de lt o de los amarillos avellanos o abedules mágicos, siempre opuesto a este nuestro bajo mundo tridimensional o físico, que, aun en el caso del pintoresco país de Lughaid, no tiene sino avellanos escarlata, es decir, bellezas tintas en la sangre de continuas víctimas, dado que en él la vida de la forma no se mantiene sino a costa de la destrucción continua de otras formas, de las que se alimenta aquélla. Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 101 www.samaelgnosis.net
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
debajo de <strong>la</strong>s aguas de los <strong>la</strong>gos y en todo otro lugar aún no profanado por <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta o los<br />
vicios de los hombres, quienes no les ven por causa del Velo <strong>que</strong> tienen ante sus ojos,<br />
aun<strong>que</strong> ellos bien <strong>que</strong> nos ven a nosotros..."<br />
Por cierto, <strong>que</strong> semejante desaparición de los Tuatha cuenta con dos hermosos<br />
precedentes concordantes, uno el de <strong>la</strong>s leyendas iniciáticas de Oriente contenidas en <strong>la</strong>s<br />
Estancias de Dzyan o .lían, <strong>que</strong> forman <strong>la</strong> base de La Doctrina Secreta, de H. P. B., Y otro el<br />
de <strong>la</strong>s leyendas análogas <strong>que</strong> sirvieron de base a Hesiodo para su Teogonía.<br />
Estas últimas dicen <strong>que</strong> "<strong>la</strong> raza de hombres de <strong>la</strong> Edad de Oro -<strong>la</strong> edad de Jano, jina o<br />
jaina- vivió como una tribu de dioses sobre <strong>la</strong> tierra". Apartados ellos, al fin, de <strong>la</strong>s miserias<br />
<strong>que</strong> sobrevinieron luego a <strong>la</strong> humanidad, se durmieron para morir con <strong>la</strong> dulzura de <strong>la</strong> niñez<br />
tranqui<strong>la</strong>, convirtiéndolos Zeus en amables genios (o jinas), quienes, invisibles desde<br />
entonces a los ojos humanos, recorren constantemente <strong>la</strong> tierra, ve<strong>la</strong>ndo por sus hermanos<br />
menores los hombres... Son ellos, pues, los resp<strong>la</strong>ndecientes númenes <strong>que</strong> en los inefables<br />
trigales de <strong>la</strong> luz recogen <strong>la</strong>s doradas gavil<strong>la</strong>s con <strong>que</strong> sustentan e iluminan a los hombres en<br />
el Sendero. Sus fúlgidos pensamientos pueb<strong>la</strong>n <strong>la</strong> atmósfera mental de los hombres<br />
inspirados (genios y poetas) , por<strong>que</strong> <strong>la</strong> inspiración no es sino el acto de sumergirse <strong>la</strong> mente<br />
en semejantes esplendores inmortales para traducir el lenguaje humano su excelsa belleza o<br />
su recóndita verdad, y su rasgo distintivo es el de dejar sumergida en divina titi<strong>la</strong>ción<br />
nuestras almas cual banderas agitadas por el viento en una marcha triunfal 65 .<br />
El otro precedente, quizá, de <strong>la</strong> desaparición de <strong>la</strong> raza Tl<strong>la</strong>tha está constituído por este<br />
pasaje del <strong>Libro</strong> de Dzyan (Estancias antropológicas, números 10, II Y 12), <strong>que</strong> dice:<br />
"Así, de dos en dos, en <strong>la</strong>s siete Zonas, <strong>la</strong> Tercera Raza dió nacimiento a <strong>la</strong> Cuarta; los<br />
Suras (o Dioses) se convirtieron en Asuras (no Dioses); <strong>la</strong> Primera en cada Zona, era del<br />
color de <strong>la</strong> Luna; <strong>la</strong> Segunda, amaril<strong>la</strong> como el oro, <strong>la</strong> Tercera, roja, y <strong>la</strong> Cuarta, de color<br />
castaño, <strong>que</strong> se tornó negra por el pecado... Crecieron en orgullo los de <strong>la</strong> Tercera y Cuarta<br />
diciendo: "Somos los reyes; somos los dioses". Tomaron esposas de hermosa apariencia de<br />
<strong>la</strong> raza de los aún sin mente, o "de cabeza estrecha", engendrando monstruos, demonios<br />
maléficos, hombres machos y hembras y también khados con mentes pobres. Construyeron<br />
templos para el cuerpo humano, rindiendo culto a varones y hembras. Entonces cesó de<br />
funcionar su Tercer Ojo (el ojo de <strong>la</strong> intuición y de <strong>la</strong> doble vista). Construyeron enormes<br />
ciudades... <strong>la</strong>brando sus propias imágenes según su tamaño y semejanza y <strong>la</strong>s adoraron...<br />
Fuegos internos habían ya destruído <strong>la</strong> tierra de sus padres (<strong>la</strong> Lemuria) y el agua<br />
amenazaba a <strong>la</strong> Cuarta Raza (<strong>la</strong> Atlántida)... Las primeras grandes aguas vinieron y<br />
sumergieron <strong>la</strong>s siete grandes is<strong>la</strong>s... Los buenos todos fueron salvados, y los malos<br />
destruídos... Pocos hombres <strong>que</strong>daron: algunos amarillos, algunos de color castaño y negro,<br />
y algunos, rojos. Los del color de <strong>la</strong> luna -los Tuatha- habían desaparecido para siempre. La<br />
Quinta Raza (el Asia actual), producida del tronco santo, <strong>que</strong>dó y fué gobernada por los<br />
primeros Reyes Divinos... Las Serpientes (Dragones de <strong>la</strong> Sabiduría o Rishis) volvieron a<br />
descender e hicieron <strong>la</strong>s paces con los hombres de <strong>la</strong> Raza Quinta, a quienes educaron e<br />
instruyeron"...<br />
En cuanto a <strong>la</strong>s respectivas mágicas de Tuathas y Fir-bolgs, los cantos de los bardos no<br />
nos dejan lugar a dudas, pues <strong>que</strong> en los Topographial Poems ir<strong>la</strong>ndeses de O'Dugan y de<br />
O'Heering se leen hermosas estrofas de los rapsodas o bardos primitivos, tales como <strong>la</strong> <strong>que</strong><br />
sigue:<br />
"¿Quién se atrevería, ¡oh viajero!, a pasar por estos sagrados sitios vecinos al mar sin<br />
recordar emocionado <strong>que</strong> huel<strong>la</strong>n nuestras p<strong>la</strong>ntas los viejos dominios de <strong>la</strong> gloriosa raza de<br />
65 Roberto Brenes Mesén, El canto de <strong>la</strong>s Horas (San José de Costa Rica, 1911).<br />
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