INTERPRETACION MARXISTA DE LA HISTORIA ... - Salvador Allende

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En otra crónica, Edwards insistía en este tema que tanto le llamaba la atención: "En Chile cantaban preferentemente las mujeres. La más genial y creadora de todas fue doña Blanca Tejado de Ruiz. Sofía del Campo y su hija, Rosita Serrano, llamaron la atención en todas las partes donde las escucharon ... Juan Rafael Allende cantaba y payaba. Portales cantaba en la guitarra....O'Higgins tocaba el piano. ¿Qué pasó en Chile para que dejaran de cantar y de payar los hombres?" 231 . Desde 1909 ya se discutía el problema de las penas a la mujer por adulterio. Edwards Bello comentaba: "El marido que sorprende a su esposa infraganti, en delito de adulterio, puede darle muerte y queda eximido de castigo, según el número 11 del artículo 1 del Código Penal. En el Congreso Nacional se ha recibido un mensaje tendiente a abolir dicha ley. Se trataba de uno de los aspectos del triunfo de los derechos de las mujeres. Sin embargo, hay otras leyes, como las referentes a hijos ilegítimos, que debieron ser abolidas con mayor razón, por cuanto la llamada ley del honor casi no ha tenido uso entre nosotros; en cambio, las leyes que mayores humillaciones hacen pasar a las madres solteras, son del uso cotidiano... hay en Chile innumerables personas mediocres de la clase privilegiada cuya única importancia consiste en su origen familiar legítimo y por lo mismo defienden lo poco que les queda para alimentar su vanidad. En este sentido es Chile la más atrasada de las democracias... No hay en el mundo país donde se cometan más ultrajes contra mujeres por pandillas de cogoteros como en el nuestro... si un escuadrón de mujeres fuera a las cárceles para castigar con sus uñas a esos repugnantes cobardes, yo diría: las mujeres han ganado la batalla" 232 . Este hombre, que miraba con simpatía la causa de las mujeres desde comienzos del siglo XX, narraba el funcionamiento de los Salones Literarios, estimulados por las mujeres cultas de la burguesía: "Doña Lucía Bulnes tuvo un salón literario, que conocí en 1920. Doña Lucía publicaba revistas, escribía cuentos y crónicas con vigor y originalidad ... Sin sombra de snobismo, recibía de preferencia a intelectuales.. otros salones literarios fueron los de doña Martina Barros de Orrego, de doña Inés Echeverría y de doña Ana Swinburn... Esta recibía en su casa a escritores, músicos, poetas. Fue en sus salones donde D'Halmar, de guantes y corbata Lavaliére, conoció a don Federico Puga Borne, su protector" 233 . Escritoras En esos escenarios leyeron sus escritos Iris (Inés Echeverría de Larraín) Shade (Mariana Cox), Sarah Hubner, Lily Iñiguez Matte, Amalia Errázuriz y Teresa Prats. Iris (1868 -1949) escribió numerosas obras: "Hacia el Oriente", "Emociones Teatrales", "Hojas caídas", "Tierra Virgen", "Perfiles Vagos", "Diario Intimo" y el libro en francés "Entre deux mondes". Tenía una pluma sarcástica, especialmente con su clase oligárquica, ya en plena crisis; su ruptura con ella, condujo a Iris a hacerse ferviente partidaria del "León de Tarapacá", vivencia que reflejó en su libro Alessandri, evocaciones y resonancias. En 1916 llegó a manifestar que "los peores enemigos de la evolución de la mujer (habían sido) los que creen ser despojados de su dominio secular, es decir, los hombres, en su calidad de clérigos, de padres o de maridos" 234 . Shade, autora de "Un remordimiento" y "La vida íntima de Marie Goetz", este último editado en 1909, perdió gran parte de la fortuna heredada de su familia Cox. Al igual que Iris tuvo inquietudes por los problemas sociales hasta el día de su muerte (1914). El crítico literario Alone (Hernán Díaz), enamorado a los 20 años cuando ella lo doblaba en edad, le rindió homenaje en el libro "La sombra inquieta". Teresa Prats, que se hacía tiempo para escribir después de una larga jornada de trabajo, dio a luz "El Romance de Madame Recamier", incursionando con temas sobre educación y arte en el campo del periodismo. "Cuando hablaba -dijo de ella Gabriela Mistral- se hacía honda la vida y el saberla en el mundo limpiaba la existencia". Elvira Santa Cruz, que escribió con el pseudónimo Roxane, directora de la revista infantil "El Peneca", manifestaba en 1913 que la mujer que trabajaba "era discriminada a tal punto que 80

queda borrada del escalafón social; se diría que al preferirlo a la limosna que de mala gana le dan los parientes, cometen un acto reprensible y... es marcada con ignominioso baldón". Sara Hubner, autora de "Al desnudo", "Desde lo alto" y de varios artículos, fue una escritora más rupturista aún que las anteriores. Iconoclasta, valiente, impactó al mediocre y formal mundo burgués de la época. Tan contestaría o más fue Teresa Wilms Montt (1893-192l). Nacida en Viña del Mar se casó muy joven con Gustavo Balmaceda, del que tuvo 2 hijas. Separada, partió con Vicente Huidobro a Buenos Aires. Al terminar este romance viajó a París y Madrid, paseando su talento y belleza, admirada por Juan Ramón Jiménez, Valle Inclán y Joaquín Edwads Bello. Luego se presentó en Nueva York como voluntaria de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial; sus mejores páginas las acuñó en cuatro libros: "Los tres cantos", "En la quietud del mármol", "Anuari" y "Cuentos para los hombres que todavía son niños" 235 . En la primera década del siglo XX comenzaba a hacerse notoria la presencia de mujeres profesionales. Inés Echeverría reflexionaba desde su rincón burgués en 1915. "Con nuestra mayor sorpresa han aparecido unas mujeres perfectamente educadas con títulos profesionales, mientras nosotras apenas sabemos los misterios del Rosario" 236 . De esta generación de profesionales sobresalieron, para nombrar algunas, la educadora Amanda Labarca y las abogadas Matilde Brandann y Matilde Throup. En 1924 se fundó el Club de Profesoras y en 1926 la Asociación de Mujeres Universitarias. La lucha por el derecho al voto tuvo nuevas voceras con la creación de la Unión Femenina de Chile en Valparaíso en 1927, que pronto dió sus frutos con la conquista del derecho al voto a nivel municipal en 1931. El contexto indoamericano. Capítulo VIII LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Los Pueblos Originarios de nuestro continente continuaron sufriendo en el siglo XX la escalada colonialista iniciada por la corona ibérica y seguida por el Estado burgués criollo. El despojo de tierras se reforzó con el pretexto de expandir la denominada "frontera interior". Este proceso condujo en varios países al exterminio de varias nacionalidades originarias de nuestra tierra, al mismo tiempo que se acentuaba el fenómeno de transculturización-aculturización y la migración de millones de indígenas a las ciudades en crecimiento. No obstante, el movimiento indígena resurgió con fuerza en algunos países, especialmente en México, cuya revolución ya hemos analizado en el capítulo I. Asimismo, se expresó con renovada energía en Colombia, bajo la conducción de Quintín Lame. De 1916 a 1924 hubo numerosas acciones de recuperación de tierras, especialmente en la zona del Cauca, Cundinamarca y la región bañada por el Magdalena. Un fenómeno poco corriente en otros movimientos similares del continente fue la integración de las organizaciones de Pueblos Originarios en los Congresos de la Central Sindical Colombiana. En Ecuador también se produjo un ascenso de las luchas indígenas, que fue reprimido con una inusitada masacre de 5.000 personas en septiembre de 1923 por el sólo hecho de reclamar sus ancestrales tierras 237 . Se reorganizaron en 1926 en el Congreso Indígena de Cayambe. La violencia del Estado volvió a expresarse con la masacre de 3.000 indígenas en Columbe y Colta. Los indígenas vuelven a la carga en 1934, orientados por Ambrosio Lasso, quien "lleva años de lucha. Representa el renacer del espíritu quichua. Es uno de los nietos de Rumiñahui" 238 . 81

queda borrada del escalafón social; se diría que al preferirlo a la limosna que de mala gana le dan<br />

los parientes, cometen un acto reprensible y... es marcada con ignominioso baldón".<br />

Sara Hubner, autora de "Al desnudo", "Desde lo alto" y de varios artículos, fue una<br />

escritora más rupturista aún que las anteriores. Iconoclasta, valiente, impactó al mediocre y formal<br />

mundo burgués de la época.<br />

Tan contestaría o más fue Teresa Wilms Montt (1893-192l). Nacida en Viña del Mar se<br />

casó muy joven con Gustavo Balmaceda, del que tuvo 2 hijas. Separada, partió con Vicente<br />

Huidobro a Buenos Aires. Al terminar este romance viajó a París y Madrid, paseando su talento y<br />

belleza, admirada por Juan Ramón Jiménez, Valle Inclán y Joaquín Edwads Bello. Luego se<br />

presentó en Nueva York como voluntaria de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial; sus<br />

mejores páginas las acuñó en cuatro libros: "Los tres cantos", "En la quietud del mármol", "Anuari"<br />

y "Cuentos para los hombres que todavía son niños" 235 .<br />

En la primera década del siglo XX comenzaba a hacerse notoria la presencia de mujeres<br />

profesionales. Inés Echeverría reflexionaba desde su rincón burgués en 1915. "Con nuestra mayor<br />

sorpresa han aparecido unas mujeres perfectamente educadas con títulos profesionales, mientras<br />

nosotras apenas sabemos los misterios del Rosario" 236 . De esta generación de profesionales<br />

sobresalieron, para nombrar algunas, la educadora Amanda Labarca y las abogadas Matilde<br />

Brandann y Matilde Throup. En 1924 se fundó el Club de Profesoras y en 1926 la Asociación de<br />

Mujeres Universitarias.<br />

La lucha por el derecho al voto tuvo nuevas voceras con la creación de la Unión Femenina<br />

de Chile en Valparaíso en 1927, que pronto dió sus frutos con la conquista del derecho al voto a<br />

nivel municipal en 1931.<br />

El contexto indoamericano.<br />

Capítulo VIII<br />

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS<br />

Los Pueblos Originarios de nuestro continente continuaron sufriendo en el siglo XX la<br />

escalada colonialista iniciada por la corona ibérica y seguida por el Estado burgués criollo. El<br />

despojo de tierras se reforzó con el pretexto de expandir la denominada "frontera interior". Este<br />

proceso condujo en varios países al exterminio de varias nacionalidades originarias de nuestra<br />

tierra, al mismo tiempo que se acentuaba el fenómeno de transculturización-aculturización y la<br />

migración de millones de indígenas a las ciudades en crecimiento.<br />

No obstante, el movimiento indígena resurgió con fuerza en algunos países, especialmente<br />

en México, cuya revolución ya hemos analizado en el capítulo I. Asimismo, se expresó con<br />

renovada energía en Colombia, bajo la conducción de Quintín Lame. De 1916 a 1924 hubo<br />

numerosas acciones de recuperación de tierras, especialmente en la zona del Cauca, Cundinamarca<br />

y la región bañada por el Magdalena. Un fenómeno poco corriente en otros movimientos similares<br />

del continente fue la integración de las organizaciones de Pueblos Originarios en los Congresos de<br />

la Central Sindical Colombiana.<br />

En Ecuador también se produjo un ascenso de las luchas indígenas, que fue reprimido con<br />

una inusitada masacre de 5.000 personas en septiembre de 1923 por el sólo hecho de reclamar sus<br />

ancestrales tierras 237 . Se reorganizaron en 1926 en el Congreso Indígena de Cayambe. La violencia<br />

del Estado volvió a expresarse con la masacre de 3.000 indígenas en Columbe y Colta. Los<br />

indígenas vuelven a la carga en 1934, orientados por Ambrosio Lasso, quien "lleva años de lucha.<br />

Representa el renacer del espíritu quichua. Es uno de los nietos de Rumiñahui" 238 .<br />

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