INTERPRETACION MARXISTA DE LA HISTORIA ... - Salvador Allende

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No obstante, experimentó un ostensible crecimiento, “Mientras en 1874 había una dotación de 249.218 cabezas de ganado vacuno, éste había ascendido a 1.635.140 en 1910 y a 2.163.131 en 1919” 64 . La reproducción de ovejas en las estancias magallánicas fue el fenómeno más relevante de este crecimiento ganadero. De 400.000 ovejas que pastaban en el extremo sur en 1892 se subió a 2.300.000 en 1903 y a cerca de los tres millones en 1920. La industria frigorífica de Magallanes, que faenaba decenas de miles de ovejas al año, “tuvo su máximo auge en 1916” 65 . El proceso de concentración de la propiedad territorial en el extremo sur, iniciado a fines del siglo pasado, se acentuó desde 1900 a 1920, fenómeno que puede cuantificarse mejor en el siglo XX, ya que en 1919 se publicaron estadísticas más fidedignas, y en 1923 el relevante trabajo de Juvenal Valenzuela: “Album de informaciones agrícolas”. La Ley 1.716 de 1904 autorizó la venta de un millón de hectáreas en Magallanes. Los compradores fueron nuevamente los estancieros ingleses y, especialmente, las sociedades de los Menéndez, Montes y Braun. La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, cuyos accionistas principales eran los Menéndez, a principios del presente siglo “ocupaba en arriendo, en propiedad o en concesiones gratuitas, un total de 2.300.000 hectáreas” 66 . En los remates fiscales de 1903 y 1905, esta sociedad adquirió 384.834 hectáreas. Los gobiernos de esa época, expresión de la alianza del imperialismo inglés con la burguesía criolla, otorgaron nuevas conseciones a los agricultores y ganaderos. La Ley de enero de 1913 renovó por un plazo de 15 años el arrendamiento de miles de centenares de hectáreas de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. Como dato ilustrativo de este favoritismo señalamos que dicha sociedad pagaba como arriendo el irrisorio precio de $ 3,61 anuales por hectárea. La “colonización” de Aysén comenzó a principios del siglo XX con “permisos de ocupación a particulares” para explotar ganado ovino. Rápidamente, se produjo el fenómeno de concentración monopólica de la tierra. La “Estancia Industria” de Aysén, cerca de Coyhaique, y la “Sociedad de los Cisnes” se apropiaron de 800.000 y 650.000 hectáreas respectivamente. Bajo la presidencia de Riesco se entregaron 4,5 millones de Hás, en gran parte a colonos extranjeros: españoles, italianos, irlandeses, suizos y alemanes, especialmente en la región sureña 67 quienes se dedicaron más a la especulación que a fomentar el cultivo. “Ninguno de esos concesionarios –anotaba el diario Austral el 24/10/1916- ha pedido selvas vírgenes para llevar a la práctica su promesa de colonización”. En la antigua Araucanía también se aceleró el fenómeno de concentración de la propiedad territorial. Las sociedades particulares, que compararon a bajísimos precios las tierras que expropió por la violencia el Estado a los mapuches, consolidaron a principios de este siglo el latifundio sureño, Julio César Jobet señala que “en el período de 1901-1906 se otorgaron 46 grandes concesiones con un total de 4.700.000 hectáreas a la Sociedad Ñuble-Rupanco en Osorno, Concesión el Budi en Cautín, Concesión General Korner, más tarde Concesión Nueva Italia en Malleco. (...) Este sistema de concesiones a sociedades particulares o a grandes funcionarios, dio origen al latifundio sureño y obligó a miles de genuinos colonos a abandonar la región para radicarse en el territorio de Neuquén, donde alrededor de 20.000 chilenos han fecundado esas zonas. Además provocó una larga secuela de crímenes, robos, despojos, cuatrerismo, vandalismo y conflictos sociales” 68 . En síntesis, en el período 1891-1920 no se registra una crisis agropecuaria de la envergadura que sostienen los autores que sólo se basan en el descenso de la exportación agrícola. A nuestro juicio, existió un crecimiento de la producción destinada al mercado interno, aunque a un ritmo inferior al aumento vegetativo de la población. El crecimiento de la producción agrícola fue el resultado de la ampliación del área cultivada y no del aumento significativo de la productividad, a pesar de una cierta mecanización del agro, como la introducción de la trilladora Pitts. Las tierras cultivadas aumentaron de 6 a 8 millones de hectáreas de 1917 a 1935. 69 Este retraso de la agricultura chilena ganaderas si iba a poner prontamente de manifiesto. Junto a las modernas estancias ganaderas y a las haciendas agrícolas, supervivían formas precapitalistas y millones de hectáreas sin cultivar, abandonadas por los terratenientes en espera de una mayor valorización de la tierra. 34

Numerosos latifundistas prefirieron invertir sus capitales en otras áreas de mayores expectativas económicas o gastaron parte de ellos en viajes a Europa, compra de artículos suntuarios y propiedades inmuebles en Santiago, Valparaíso y otras ciudades. Esta baja tasa de inversión de capitales en la agricultura, los millones de hectáreas de tierras incultivadas y otras manifestaciones de atraso estructural fueron los principales factores que incidieron en la crisis agrícola acaecida después de 1930. La industria manufacturera El desarrollo de la industria manufacturera, iniciada en las últimas décadas del siglo pasado, tuvo un nuevo impulso durante la Primera Guerra Mundial, período en el cual se redujeron las importaciones de productos industriales desde Europa y Estados Unidos. Este avance industrial, aunque modesto, marcó el comienzo del proceso de sustitución limitada de importaciones. En la mayoría de los países latinoamericanos esta fase se inició después de la crisis mundial de 1929. En cambio, en Chile, Argentina, México y Brasil, el período de sustitución limitada de importaciones se produjo durante la Primera Guerra Mundial. Para evitar equívocos, es necesario señalar que la industria mantuvo en gran medida un carácter artesanal. Paralelamente a los talleres artesanales, y como expresión del desarrollo desigual y combinado, se levantaron fábricas con numerosos operarios que dieron fisonomía moderna a la incipiente industria manufacturera chielan. Estas fábricas ya no solamente alaboraban herramientas y repuestos para las empresas mineras y agrícolas, como lo habían hecho las maestranzas y fundiciones de la segunda mitad del siglo XIX, sino también producían artículos de consumo popular, como tejidos, vestimentas, zapatos, etc. Sin embargo, esta incipiente industria de sustitución limitada de importaciones no alcanzó a satisfacer la demanda interna. Terminada la guerra, se reanudó la importación de artículos manufacturados. Para evitar en parte la competencia extranjera se dictaron las primeras leyes de protección a la industria nacional, fijando derechos de introducción de varios artículos foráneos y rebajando los derechos aduaneros a las materias primas e insumos destinados a la industria criolla. Los hornos de fundición aumentaron llegando en 1910 a ser más de 50 en todo el país, con centenares de trabajadores en cada uno de ellos. Del mismo modo, las maestranzas, creadas en la segunda mitad del siglo XIX para abastecer las necesidades de las empresas agro-mineras, continuaron desarrollándose, especialmente Balfour y Lyon, Murphy y Cía. Esta última construyó para las empresas salitreras grandes estanques o “cachuchos”, funcionales a los sistemas Gamboni y Shanks; en 1910 fabricó el vapor “Meteoro” de 600 Tn., 3 remolques de 50 Tn. Y 22 lanchas de acero; en 1906 tenía un capital de 125.000 libras esterlinas y ocupaba entre 400 y 800 obreros. La compañía, Balfour y Lyon declaró en 1910 un capital de 100.000 libras esterlinas. Otra empresa que fabricaba maquinaria para la explotación del nitrato fue Brower y Hardie; hizo instalaciones completas para las oficinas salitreras. En Valdivia se levantaron los astilleros Behrens, cuyos 400 operarios fabricaban remolcadores de hasta 500 caballos de fuerza y vapores de pasajeros de 1.000 Tn.; en Valdivia también estaba la Sociedad Metalúrgica “Altos de Hornos”, con 200 obreros que elaboraban en 1910 lingotes y acero en barras, cuya materia prima provenía de Coquimbo 70 . En este período, se ampliaron las fábricas de Cerveza, en particular, las de los Hermanos Adwanter en Valdivia, zona en la cual creció la industria del Cuero y Calzado, como la empresa Rudloff. También aumentaron su producción las textileras El Salto y Bellavista Tomé. Los capitales invertidos en la industria provinieron de extranjeros residentes en Chile desde hacía muchos años y de sectores de la burguesía agraria y financiera chilena que desplazaron parte de sus capitales a esta nueva actividad económica que ofrecía mejores expectativas que el agro. Esta inversión en la industria por los terratenientes –sector que había logrado una importante 35

No obstante, experimentó un ostensible crecimiento, “Mientras en 1874 había una dotación<br />

de 249.218 cabezas de ganado vacuno, éste había ascendido a 1.635.140 en 1910 y a 2.163.131 en<br />

1919” 64 . La reproducción de ovejas en las estancias magallánicas fue el fenómeno más relevante de<br />

este crecimiento ganadero. De 400.000 ovejas que pastaban en el extremo sur en 1892 se subió a<br />

2.300.000 en 1903 y a cerca de los tres millones en 1920. La industria frigorífica de Magallanes,<br />

que faenaba decenas de miles de ovejas al año, “tuvo su máximo auge en 1916” 65 .<br />

El proceso de concentración de la propiedad territorial en el extremo sur, iniciado a fines<br />

del siglo pasado, se acentuó desde 1900 a 1920, fenómeno que puede cuantificarse mejor en el<br />

siglo XX, ya que en 1919 se publicaron estadísticas más fidedignas, y en 1923 el relevante trabajo<br />

de Juvenal Valenzuela: “Album de informaciones agrícolas”. La Ley 1.716 de 1904 autorizó la<br />

venta de un millón de hectáreas en Magallanes. Los compradores fueron nuevamente los estancieros<br />

ingleses y, especialmente, las sociedades de los Menéndez, Montes y Braun. La Sociedad<br />

Explotadora de Tierra del Fuego, cuyos accionistas principales eran los Menéndez, a principios del<br />

presente siglo “ocupaba en arriendo, en propiedad o en concesiones gratuitas, un total de 2.300.000<br />

hectáreas” 66 . En los remates fiscales de 1903 y 1905, esta sociedad adquirió 384.834 hectáreas. Los<br />

gobiernos de esa época, expresión de la alianza del imperialismo inglés con la burguesía criolla,<br />

otorgaron nuevas conseciones a los agricultores y ganaderos. La Ley de enero de 1913 renovó por<br />

un plazo de 15 años el arrendamiento de miles de centenares de hectáreas de la Sociedad<br />

Explotadora de Tierra del Fuego. Como dato ilustrativo de este favoritismo señalamos que dicha<br />

sociedad pagaba como arriendo el irrisorio precio de $ 3,61 anuales por hectárea.<br />

La “colonización” de Aysén comenzó a principios del siglo XX con “permisos de<br />

ocupación a particulares” para explotar ganado ovino. Rápidamente, se produjo el fenómeno de<br />

concentración monopólica de la tierra. La “Estancia Industria” de Aysén, cerca de Coyhaique, y la<br />

“Sociedad de los Cisnes” se apropiaron de 800.000 y 650.000 hectáreas respectivamente.<br />

Bajo la presidencia de Riesco se entregaron 4,5 millones de Hás, en gran parte a colonos<br />

extranjeros: españoles, italianos, irlandeses, suizos y alemanes, especialmente en la región sureña 67<br />

quienes se dedicaron más a la especulación que a fomentar el cultivo. “Ninguno de esos<br />

concesionarios –anotaba el diario Austral el 24/10/1916- ha pedido selvas vírgenes para llevar a la<br />

práctica su promesa de colonización”.<br />

En la antigua Araucanía también se aceleró el fenómeno de concentración de la propiedad<br />

territorial. Las sociedades particulares, que compararon a bajísimos precios las tierras que expropió<br />

por la violencia el Estado a los mapuches, consolidaron a principios de este siglo el latifundio<br />

sureño, Julio César Jobet señala que “en el período de 1901-1906 se otorgaron 46 grandes<br />

concesiones con un total de 4.700.000 hectáreas a la Sociedad Ñuble-Rupanco en Osorno,<br />

Concesión el Budi en Cautín, Concesión General Korner, más tarde Concesión Nueva Italia en<br />

Malleco. (...) Este sistema de concesiones a sociedades particulares o a grandes funcionarios, dio<br />

origen al latifundio sureño y obligó a miles de genuinos colonos a abandonar la región para<br />

radicarse en el territorio de Neuquén, donde alrededor de 20.000 chilenos han fecundado esas<br />

zonas. Además provocó una larga secuela de crímenes, robos, despojos, cuatrerismo, vandalismo y<br />

conflictos sociales” 68 .<br />

En síntesis, en el período 1891-1920 no se registra una crisis agropecuaria de la<br />

envergadura que sostienen los autores que sólo se basan en el descenso de la exportación agrícola.<br />

A nuestro juicio, existió un crecimiento de la producción destinada al mercado interno, aunque a un<br />

ritmo inferior al aumento vegetativo de la población.<br />

El crecimiento de la producción agrícola fue el resultado de la ampliación del área cultivada<br />

y no del aumento significativo de la productividad, a pesar de una cierta mecanización del agro,<br />

como la introducción de la trilladora Pitts. Las tierras cultivadas aumentaron de 6 a 8 millones de<br />

hectáreas de 1917 a 1935. 69 Este retraso de la agricultura chilena ganaderas si iba a poner<br />

prontamente de manifiesto. Junto a las modernas estancias ganaderas y a las haciendas agrícolas,<br />

supervivían formas precapitalistas y millones de hectáreas sin cultivar, abandonadas por los<br />

terratenientes en espera de una mayor valorización de la tierra.<br />

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