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INTERPRETACION MARXISTA DE LA HISTORIA ... - Salvador Allende

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Al Norte se enviaba no sólo trigo sino también cebada, ganado, vacuno, papas, quesos,<br />

vinos, cerveza. En 1907, Julio Zegers calculaba en 50 millones de pesos (2.650.000 libras<br />

esterlinas) la demanda agropecuaria de la zona salitrera.<br />

La mayor parte de la producción de trigo provenía de la antigua Araucanía, colonizada por<br />

los Bunster y Cía, después del aplastamiento de los mapuches en la segunda mitad del siglo pasado.<br />

El “nuevo granero” de Chile, constituido por las provincias de Bío-Bío, Malleco y Cautín, producía<br />

2.100.000 quintales métricos de trigo en 1923. La Ley de riego, dictada en 1914 obviamente a favor<br />

de los terratenientes, la construcción de los canales del Maule, del Mauco en Aconcagua, del<br />

Melado en Línares y del Laja en Bío-Bío, que regaron unas 120.000 hectáreas, facilitó el<br />

incremento de la producción.<br />

Este proceso se acentuó con la consolidación de la renta diferencial de la tierra, iniciada a<br />

fines del siglo XIX. Si bien es cierto que la renta absoluta del suelo –que se fundamenta en la<br />

propiedad de la tierra y que da beneficios por el sólo hecho de poseerla- se mantuvo en el período<br />

que analizamos, no debe soslayarse el hecho de que adquirió una nueva dimensión con el desarrollo<br />

de la renta diferencial, cuya apropiación está determinada no por la propiedad territorial sino por la<br />

ubicación codiciada del predio, la fertibilidad del suelo y la alta tasa de productividad como<br />

resultado de la inversión de capital constante, especialmente maquinaria, y de las relaciones de<br />

producción capitalistas generalizadas entonces en el campo.<br />

Por consiguiente, de 1891 a 1932 se produjo un apreciable rendimiento de la renta<br />

diferencial de la tierra, como se había dado antes, combinada con la renta absoluta que ya provenía<br />

de larga data en los latifundios de la época colonial y republicana.<br />

Los terratenientes siguieron usufructuando de la renta absoluta en las áreas precapitalistas<br />

que quedaban, alquilando la tierra a campesinos y aparceros, que a menudo pagaban el canon con<br />

trabajo o especies. Mientras que en el pago de la renta en especies el terrateniente se apropiaba de<br />

una parte de la producción, en el régimen en dinero se apoderaba del plustrabajo en su forma<br />

monetaria. Estos arriendos comenzaron a generalizarse recién en el siglo XX. Bengoa sostiene que<br />

fue “un fenómeno casi inexistente en el siglo pasado. A partir de 1920 se dio un aumento<br />

crecientemente en los arrendamientos de fundos, que se masificarán en las décadas del cuarenta y<br />

cincuenta 61 .<br />

Este proceso de desarrollo desigual y combinado, pero articulado, paralelamente aumentó el<br />

número de trabajadores que vivían en las haciendas sin ser estrictamente inquilinos. Según Bengoa,<br />

“durante las primeras décadas del siglo veinte, se dio en la zona central una cierta tendencia a<br />

transformar a estos trabajadores estables de las haciendas en una mano de obra totalmente<br />

asalariada, un proletariado agrícola” 62 , creándose pueblos alrededor de los fundos para facilitar su<br />

asentamiento.<br />

La mayor parte de la producción se destinada al mercado interno. Sin embargo, después de<br />

la Primera Guerra Mundial se reabrió el mercado peruano, que había sido tradicional comprador del<br />

trigo chileno desde el siglo XVII. “Nunca se había logrado –anota Sergio Sepúlveda- una<br />

exportación hacia el Perú como la del año 1918 con 619.583 qq.m (...). Las alturas a que llegó la<br />

exportación al Perú en esos años es el reflejo fiel de un fortalecimiento consciente que buscó el<br />

comercio chileno en el área del Pacífico para colocar su trigo, ante la inminencia de la desaparición<br />

de la demanda europea, amenaza que se hace palpable desde la Primera Guerra Mundial. La<br />

reconquista del Pacífico era el resultado de una política comercial de última hora, pero que por<br />

muchas razones resultaba extemporánea. En 1926 se agudiza el drama de nuestro comercio triguero;<br />

después de la última recuperación de la demanda inglesa en 1924 y 1925, la decadencia era un<br />

hecho irremediable y definitivo 63 .<br />

Paralelamente a la explotación triguera, aumentaba la producción de vinos de Talca, Maule,<br />

Linares y Concepción. La industria maderera también experimentaba un alza, especialmente en la<br />

zona al sur del Bío-Bío.<br />

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