INTERPRETACION MARXISTA DE LA HISTORIA ... - Salvador Allende

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21.06.2014 Views

imperialismo inglés, primero, y el norteamericano después, se apropiaron del salitre y del cobre, las principales riquezas de Chile. A nuestro juicio, este período de enajenación de la economía nacional debería denominarse "De semicolonia inglesa a semicolonia norteamericana". Esta calificación, que expresa con mayor rigurosidad el nuevo carácter de la dependencia, nos permite definir los alcances de la transformación de Chile en un país semicolonial. La categoría de dependencia, aplicada a Chile, adquiere de este modo un carácter específico. No basta hablar de dependencia en términos generales sino que es necesario cualificar las fases históricas de la dependencia. No es lo mismo la dependencia del período colonial española que durante el siglo XIX y, menos aún, en la etapa imperialista. El proceso de apropiación de las riquezas nacionales por las empresas foráneas a fines del siglo pasado dio un nuevo carácter al proceso de la dependencia. El imperialismo inglés se apropió del enclave salitrero, que proporcionaba el 81% del total de las exportaciones, convirtiendo al Norte Grande en una cuasi-factoría. El excedente económico de esta "era del salitre" fue en gran medida apropiado por las empresas extranjeras. La parte restante quedó en manos del Estado y de la burguesía criolla, que se beneficiaron de los altos ingresos fiscales provenientes de los derechos de exportación del salitre. Las inversiones del imperialismo en el área de las materias primas básicas consolidaron el modo de producción capitalista en Chile a principios del siglo XX y acentuaron el tipo de economía primaria exportadora, que había condicionado el desarrollo del país desde los tiempos de la colonia. No obstante esta clara generalización de las relaciones de producción capitalista, numerosos escritores han sostenido que Chile de principios de siglo era un país en el que predominaban relaciones feudales. Estos autores han subestimado el desarrollo capitalista en la minería. Y también en agricultura, confundiendo la categoría de latifundio con la de feudalismo. El estudio riguroso de las relaciones de producción en las empresas agropecuarias chilenas de esa época nos ha permitido a llegar a la conclusión de que el capitalismo agrario era el régimen preponderante de producción, sin desconocer la existencia de explotaciones de carácter familiar y la supervivencia de formas pre capitalistas en las áreas más retrasadas del agro. La consideración de las relaciones de producción para caracterizar el modo de producción predominante en las sucesivas formaciones socioeconómicas de Chile han sido fundamento de nuestra metodología en el análisis del período colonial y el republicano. Aquello críticos que nos han atribuido un enfoque " circulacionista" parecen no advertir que siempre hemos puesto el acento en la producción y no en la circulación de mercancías. Nuestra caracterización de la existencia de una fase de transición al capitalismo embrionario en el Chile colonial se basó precisamente en el hecho de que comprobamos la introducción del régimen del salariado en las principales explotaciones mineras. El mismo criterio metodológico nos permite señalar que durante el siglo XIX se generalizaron las relaciones de producción capitalista en la minería y en algunas empresas agropecuarias. Creemos haber demostrado que en América Latina jamás hubo algún modo preponderante de producción feudal. El hecho de que se generara una economía de exportación y que las colonias quedarán integradas al mercado mundial iba contra toda tentativa de implantar un régimen feudal, pero ello no significaba la existencia generalizada de relaciones de producción capitalistas, desde el comienzo de la conquista española. Por el contrario, hemos puesto énfasis en la existencia de relaciones esclavistas y semiesclavistas, como la encomienda, la esclavitud negra e indígena y otros regímenes precapitalistas y serviles de trabajo. Estos regímenes comenzaron a ser sustituidos desde fines del siglo XVII por salariado minero y el peonaje, formas que evidenciaban inequívocamente la introducción y ulterior desarrollo de las relaciones sociales de producción capitalistas, marcando la tendencia del proceso histórico. Lo que interesa en la interpretación de la realidad es señalar las tendencias de los procesos que después se van a generalizar, y no el análisis estático. Nuestro enfoque no ha sido de tipo "circulacionista" porque es obvio que un modo de producción no se define por las formas de intercambió sino por las relaciones de producción. 24

Hemos puesto el acento en la producción y no en la mera circulación de mercancía. Y precisamente el estudio de las relaciones de producción nos permitió comprobar que el régimen del salariado fue introducido en la minería chilena a fines del siglo XVII. Si hemos insistido en que la producción estuvo, desde el comienzo de la colonización española, destinada al mercado mundial en formación, no era porque creyéramos que el sólo hecho de comercializarla le daba un carácter capitalista, sino porque la incorporación al mercado internacional tuvo una dinámica que favoreció la implantación de relaciones de producción capitalistas. Si los críticos de los "circulacionistas" se hubieran dedicado a investigar los regímenes del trabajo -en lugar de dogmatizar abstractamente sobre el método marxista para definir un modo de producción- habrían encontrado que la tendencia histórica de las relaciones de producción capitalista se originó a fines del siglo XVII, consolidándose en la era republicana. La comprensión de que América Latina quedó incorporada a un sistema económico mundial es básica para realizar un enfoque global y totalizante no sólo de la acumulación capitalista de las metrópolis sino también del proceso resultante de la dependencia. Ese enfoque nos permite aquilatar la especificidad que adquiere en Chile la relación "metrópoli imperialista-país oprimido" a principios del presente siglo. El excedente económico extraído en Chile semicolonial por las compañías imperialistas sirvió para favorecer la acumulación capitalista europea y norteamericana, al mismo tiempo que nuestra economía primaria exportadora se hizo más dependiente y sensible a las fluctuaciones del mercado mundial. En un proceso de desnacionalización sin precedentes en la Historia de Chile, la burguesía criolla de principios de siglo consumó la entrega de las principales riquezas nacionales a las empresas imperialistas, iniciada en la década de 1880. Los gobiernos de la llamada "República Parlamentaria" trataron de justificar la entrega del salitre y del cobre con el argumento de que no había otro camino para aumentar los ingresos del Estado. El periodo de semicolonia inglesa -que dura hasta 1930, década en la que el imperialismo norteamericano adquiere preponderancia, desplazando al británico- se caracterizó no sólo por la entrega de las riquezas nacionales sino también por la dependencia comercial de Chile respecto de Inglaterra. De un total de exportaciones de 72.919.892 pesos de 38 peniques correspondieron a Inglaterra 53.832.992. En cuanto a las importaciones, de un total de 69.206.552 pesos Chile comparó al mencionado país por valor de 32.086.959 pesos, proporción que se mantuvo hasta la primera guerra mundial. Las casas comerciales y financieras inglesas levantaron majestuosos y edificios en Valparaíso, como signo elocuente en su poderío económico. Valparaíso "era la verdadera capital económica del país. Allí se hacían los negocios financieros y de salitre. Allí estaba el asiento, la oficina principal de los grandes bancos (...) Se oía mucho inglés en sus calles, muchos apellidos, y hasta muchos nombres eran ingleses" 39 . Valparaíso era un puerto de importancia mundial en el Pacífico porque en esa época no se había abierto el canal de Panamá. Los barcos europeos, que estaban obligados a dar la vuelta por el estrecho de Magallanes en su ruta al Asia Oriental, debían hacer escala en Valparaíso, tanto de ida como la vuelta, para abastecerse y descargar mercaderías. El capital extranjero, especialmente en inglés, controlaba la mayoría de los bonos hipotecarios en circulación. Según Luis Aldunate Carrera, a fines del siglo pasado, de $22.672.650 en bonos del Banco de Valparaíso, $14.881.450 pertenecían a extranjeros; en el Banco Nacional de Chile, de $22.463.200 más de 8 millones correspondían a europeos. Aldunate también hace referencia a los depósitos a la vista o a corto plazo, cuyo monto ascendía a 130 millones de pesos en 1894: " una cuota muy alta de esos valores pertenece al comercio extranjero. Tan sólo en la plaza de Valparaíso, en la cual hay 50 y 60 millones de pesos depositados en sus distintas oficinas bancarias, se estima que el 70 a 75% corresponde al comercio extranjero" 40 . Los ingleses también invirtieron capitales de las tierras magallánicas, comprando cientos de miles de hectáreas que destinaron a la exportación del ganado lanar. Asimismo, eran dueños de los ferrocarriles del Norte Grande. Valdés Vergara sostenía en 1913 que por concepto de ganancias 25

imperialismo inglés, primero, y el norteamericano después, se apropiaron del salitre y del cobre, las<br />

principales riquezas de Chile.<br />

A nuestro juicio, este período de enajenación de la economía nacional debería<br />

denominarse "De semicolonia inglesa a semicolonia norteamericana". Esta calificación, que<br />

expresa con mayor rigurosidad el nuevo carácter de la dependencia, nos permite definir los alcances<br />

de la transformación de Chile en un país semicolonial. La categoría de dependencia, aplicada a<br />

Chile, adquiere de este modo un carácter específico. No basta hablar de dependencia en términos<br />

generales sino que es necesario cualificar las fases históricas de la dependencia. No es lo mismo la<br />

dependencia del período colonial española que durante el siglo XIX y, menos aún, en la etapa<br />

imperialista. El proceso de apropiación de las riquezas nacionales por las empresas foráneas a fines<br />

del siglo pasado dio un nuevo carácter al proceso de la dependencia.<br />

El imperialismo inglés se apropió del enclave salitrero, que proporcionaba el 81% del total<br />

de las exportaciones, convirtiendo al Norte Grande en una cuasi-factoría. El excedente económico<br />

de esta "era del salitre" fue en gran medida apropiado por las empresas extranjeras. La parte restante<br />

quedó en manos del Estado y de la burguesía criolla, que se beneficiaron de los altos ingresos<br />

fiscales provenientes de los derechos de exportación del salitre.<br />

Las inversiones del imperialismo en el área de las materias primas básicas consolidaron el<br />

modo de producción capitalista en Chile a principios del siglo XX y acentuaron el tipo de economía<br />

primaria exportadora, que había condicionado el desarrollo del país desde los tiempos de la<br />

colonia. No obstante esta clara generalización de las relaciones de producción capitalista,<br />

numerosos escritores han sostenido que Chile de principios de siglo era un país en el que<br />

predominaban relaciones feudales. Estos autores han subestimado el desarrollo capitalista en la<br />

minería. Y también en agricultura, confundiendo la categoría de latifundio con la de feudalismo. El<br />

estudio riguroso de las relaciones de producción en las empresas agropecuarias chilenas de esa<br />

época nos ha permitido a llegar a la conclusión de que el capitalismo agrario era el régimen<br />

preponderante de producción, sin desconocer la existencia de explotaciones de carácter familiar y la<br />

supervivencia de formas pre capitalistas en las áreas más retrasadas del agro.<br />

La consideración de las relaciones de producción para caracterizar el modo de producción<br />

predominante en las sucesivas formaciones socioeconómicas de Chile han sido fundamento de<br />

nuestra metodología en el análisis del período colonial y el republicano. Aquello críticos que nos<br />

han atribuido un enfoque " circulacionista" parecen no advertir que siempre hemos puesto el<br />

acento en la producción y no en la circulación de mercancías.<br />

Nuestra caracterización de la existencia de una fase de transición al capitalismo<br />

embrionario en el Chile colonial se basó precisamente en el hecho de que comprobamos la<br />

introducción del régimen del salariado en las principales explotaciones mineras. El mismo criterio<br />

metodológico nos permite señalar que durante el siglo XIX se generalizaron las relaciones de<br />

producción capitalista en la minería y en algunas empresas agropecuarias.<br />

Creemos haber demostrado que en América Latina jamás hubo algún modo preponderante<br />

de producción feudal. El hecho de que se generara una economía de exportación y que las colonias<br />

quedarán integradas al mercado mundial iba contra toda tentativa de implantar un régimen feudal,<br />

pero ello no significaba la existencia generalizada de relaciones de producción capitalistas, desde el<br />

comienzo de la conquista española. Por el contrario, hemos puesto énfasis en la existencia de<br />

relaciones esclavistas y semiesclavistas, como la encomienda, la esclavitud negra e indígena y otros<br />

regímenes precapitalistas y serviles de trabajo. Estos regímenes comenzaron a ser sustituidos desde<br />

fines del siglo XVII por salariado minero y el peonaje, formas que evidenciaban inequívocamente la<br />

introducción y ulterior desarrollo de las relaciones sociales de producción capitalistas, marcando la<br />

tendencia del proceso histórico. Lo que interesa en la interpretación de la realidad es señalar las<br />

tendencias de los procesos que después se van a generalizar, y no el análisis estático.<br />

Nuestro enfoque no ha sido de tipo "circulacionista" porque es obvio que un modo de<br />

producción no se define por las formas de intercambió sino por las relaciones de producción.<br />

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