INTERPRETACION MARXISTA DE LA HISTORIA ... - Salvador Allende

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en la década 1930-40, obliga a estudiar el aprismo como uno de los fenómenos políticos más relevantes de nuestra América. Es obvio que el APRA de 1924-1945 no fue el mismo que el del período posterior, donde de la Torre y su partido se transformaron en el soporte del Estado burgués semicolonial, que en temprana época pretendieron sustituir. Este último APRA representaba intereses de clase distintos a los de Haya joven, tanto porque la estructura de clases había cambiado como porque el APRA postulaba un nuevo programa. Decir hoy que esta evolución estaba predeterminado en el proyecto político primigenio podría ser un buen ejercicio intelectual, pero no explica el acontecer histórico, la influencia que ejerció el aprismo en las masas populares no sólo peruanas sino también latinoamericanas y las polémicas vivas que suscitó en torno a la estrategia nacional-antiimperialista. El pensamiento del joven Haya de la Torre, nacido en Trujillo en 1895, partió de un esquema falso, que hoy día llamaríamos dualismo-estructural. Haya de la Torre supuso que había en la sociedad peruana un sector capitalista (imperialista) y otro feudal, alimentado por los terratenientes criollos. Este feudalismo, según él, se remontaba a la colonización española, prolongándose durante la República hasta las primeras décadas del siglo XX. En ese momento, se produjo la inversión de capital extranjero, dando paso a la introducción del capitalismo. Por lo tanto, dijo Haya, el imperialismo constituyó la primera etapa del capitalismo en Latinoamérica, a diferencia de Europa. Como este capitalismo se ha unido con el feudalismo, la lucha -decía Hayahay que darla tanto contra el imperialismo como contra el feudalismo. La liberación nacional se alcanzará entonces a través de una revolución antiimperialista y antifeudal. Uno de los aspectos más relevantes de la política aprista fue haber puesto de manifiesto la importancia del papel cada vez más creciente que jugaba el Estado. Haya de la Torre insistió en que la dominación imperialista se daba no sólo a través de la penetración económica sino también del control del Estado: "El instrumento de dominación imperialista en nuestros días que ese Estado más o menos definido como de un aparato político es poder" 19 . El APRA levantó un programa avanzado de nacionalización, especialmente de las principales empresas en manos del capital monopólico. "La primera actitud defensiva de nuestros pueblos tiene que ser la nacionalización de la riqueza arrebatando a las garras del imperialismo" 20 . Además de los trabajadores de la ciudad y las minas, Haya reivindicaba con fuerza los derechos de las comunidades indígenas. Al igual que otros jóvenes intelectuales de su época, Haya de la Torre estaba muy sensibilizado por la cuestión indígena, que habían puesto de relieve en el anarquista Manuel González Prada, Luis Valcárcel y otros estudiosos de este sector que constituía entonces cerca de la mitad la población en Perú. Como otros intelectuales progresistas de su tiempo, Haya de la Torre replanteó el problema de la unidad latinoamericana: "El inmenso poder del imperialismo no puede ser afrontado sin la unidad de los pueblos latinoamericanos. Pero como contra esta unidad conspiran, ayudándose mutuamente, nuestras clases gobernantes y el imperialismo, y como éste ayuda a aquellas y les garantiza el mantenimiento del poder político, el Estado, instrumento de opresión de una clase sobre otra, deviene arma de nuestras clases gobernantes nacionales y arma del imperialismo para explotar a nuestras clases productoras y mantener divididos a nuestros pueblos (...) América Latina debe constituir una Federación de Estados, el poder político debe ser capturado por los productores" 21 . Otro sería el cantar de Haya a partir de la década de 1950. Los precursores del Marxismo Latinoamericano Las ideas del materialismo histórico, que venían madurando en América Latina desde fines del siglo XIX, tomaron cuerpo teórico con Luis Emilio Recabarren, José Carlos Mariátegui; Julio Antonio Mella, considerados como los precursores del pensamiento marxista en nuestra América. Nosotros hemos demostrado que el venezolano Salvador de la Plaza fue también uno de los precursores más relevantes de dicho pensamiento. 16

Salvador de la Plaza, nacido el 1 de enero de 1896 en Caracas, abrazó muy joven la causa nacional-antiimperialista. Encarcelado y desterrado por el Dictador Gómez, se hizo marxista en el exilio, en el París de la histórica Comuna. Luego, viajó a la isla de Martí en 1924, donde escribió el folleto que pasaremos a comentar. De la Plaza había nacido un año después de Mariátegui y siete años antes que Mella. Los tres adhirieron al marxismo en la III Internacional en la década de 1920. No existen datos concretos acerca de la influencia de Mariátegui en Salvador de la Plaza, aunque pudo haberla tenido por intermedio de Mella, con quien estableció estrecha amistad en Cuba y México, a través de la Liga Antiimperialista de las Américas. Los estudiosos del pensamiento social latinoamericano no han colocado a Salvador de la Plaza entre los precursores del marxismo en nuestro continente. Es muy probable que esta grave omisión se deba a un desconocimiento de la obra del pensador venezolano, especialmente porque sus primeros escritos en la década del 20 fueron muy poco conocido. A nuestro juicio, el análisis de esos trabajos obliga a ubicar inequívocamente a Salvador de la Plaza entre los precursores del marxismo latinoamericano. Como prueba de este aserto, pasamos a analizar su primer escrito: La verdadera situación en Venezuela. 22 La interpretación marxista que allí se hace de una forma social concreta, como Venezuela, es una de las primeras que se hicieron en nuestro continente utilizando el método materialista histórico. El folleto La Verdadera Situación de Venezuela comienza haciendo una defensa de las culturas aborígenes latinoamericanas, especialmente de México y Perú, que "han dejado pocos pero suficientes restos para desmentir la afirmación del conquistador sobre la inferioridad de la raza autóctona". El enfoque del proceso independentista, hecho por De la Plaza, es pionero no sólo en la historiografía venezolana sino también latinoamericana. Sostuvo que la revolución de 1810 "no se inició como revolución social (...) La ‘vida cotidiana’ siguió su curso, como tras un paréntesis de dolor y miseria, no obstante la transformación política efectuada. Las clases sociales continuaron igualmente caracterizadas salvó la incorporación, en la clase gobernante, de nativos que habían adquirido méritos en la guerra: la clase gobernante formada por antiguos nobles, ricos terratenientes, sacerdotes y libertadores" 23 . En una época en que la historiografía magnificaba el papel de los héroes de la Independencia y en que se consideraba a la historia no como una ciencia sino como una cátedra de educación cívica, se necesitaba mucho coraje intelectual y un agudo pensamiento heterodoxo como para atreverse a desmitificar y develar la realidad, sosteniendo que la independencia no significó un cambio de la estructura social y económica. Salvador de la Plaza fue uno de los primeros pensadores de América Latina en afirmar que la Revolución de 1810 tuvo un carácter político formal, que apuntaba sólo cambios en la superestructura, dejando intacta las bases económicas y sociales heredadas de la colonia. También le corresponde el mérito de haber mantenido la continuidad del ideal bolivariano de unidad latinoamericana, demostrando que las clases dominantes de Venezuela, Colombia y Ecuador, con un mezquino criterio provinciano, al servicio de intereses locales de clase, fueron los responsables de provocar la división de la Gran Colombia, base del proyecto bolívariano de unidad de los pueblos de nuestro continente. Abolida la esclavitud, "las masas libres sin embargo no pudieron gozar de su libertad, pues para alimentarse tenían necesidad de trabajar. Solicitaron trabajo y como acontece siempre en el sistema de libre contratación del régimen capitalista quedaron a merced de quienes podían imponer condiciones, los capitalistas. Al esclavo sucedió el peón, el peón gana jornal, pero compra subsistencias en las bodegas o pulperías de las haciendas ( tienda de raya), en donde se les vende a precios considerables y expresamente se les abre el crédito y sus deudas se transmiten de generación en generación. Además, hasta hace pocos años, el jornal se les pagaba en ‘fichas’ sólo cambiables en las mencionadas pulperías" 24 . 17

<strong>Salvador</strong> de la Plaza, nacido el 1 de enero de 1896 en Caracas, abrazó muy joven la causa<br />

nacional-antiimperialista. Encarcelado y desterrado por el Dictador Gómez, se hizo marxista en el<br />

exilio, en el París de la histórica Comuna. Luego, viajó a la isla de Martí en 1924, donde escribió el<br />

folleto que pasaremos a comentar. De la Plaza había nacido un año después de Mariátegui y siete<br />

años antes que Mella. Los tres adhirieron al marxismo en la III Internacional en la década de 1920.<br />

No existen datos concretos acerca de la influencia de Mariátegui en <strong>Salvador</strong> de la Plaza, aunque<br />

pudo haberla tenido por intermedio de Mella, con quien estableció estrecha amistad en Cuba y<br />

México, a través de la Liga Antiimperialista de las Américas.<br />

Los estudiosos del pensamiento social latinoamericano no han colocado a <strong>Salvador</strong> de la<br />

Plaza entre los precursores del marxismo en nuestro continente. Es muy probable que esta grave<br />

omisión se deba a un desconocimiento de la obra del pensador venezolano, especialmente porque<br />

sus primeros escritos en la década del 20 fueron muy poco conocido. A nuestro juicio, el análisis de<br />

esos trabajos obliga a ubicar inequívocamente a <strong>Salvador</strong> de la Plaza entre los precursores del<br />

marxismo latinoamericano. Como prueba de este aserto, pasamos a analizar su primer escrito: La<br />

verdadera situación en Venezuela. 22<br />

La interpretación marxista que allí se hace de una forma social concreta, como Venezuela,<br />

es una de las primeras que se hicieron en nuestro continente utilizando el método materialista<br />

histórico.<br />

El folleto La Verdadera Situación de Venezuela comienza haciendo una defensa de las<br />

culturas aborígenes latinoamericanas, especialmente de México y Perú, que "han dejado pocos pero<br />

suficientes restos para desmentir la afirmación del conquistador sobre la inferioridad de la raza<br />

autóctona".<br />

El enfoque del proceso independentista, hecho por De la Plaza, es pionero no sólo en la<br />

historiografía venezolana sino también latinoamericana. Sostuvo que la revolución de 1810 "no se<br />

inició como revolución social (...) La ‘vida cotidiana’ siguió su curso, como tras un paréntesis de<br />

dolor y miseria, no obstante la transformación política efectuada. Las clases sociales continuaron<br />

igualmente caracterizadas salvó la incorporación, en la clase gobernante, de nativos que habían<br />

adquirido méritos en la guerra: la clase gobernante formada por antiguos nobles, ricos<br />

terratenientes, sacerdotes y libertadores" 23 .<br />

En una época en que la historiografía magnificaba el papel de los héroes de la<br />

Independencia y en que se consideraba a la historia no como una ciencia sino como una cátedra de<br />

educación cívica, se necesitaba mucho coraje intelectual y un agudo pensamiento heterodoxo como<br />

para atreverse a desmitificar y develar la realidad, sosteniendo que la independencia no significó un<br />

cambio de la estructura social y económica.<br />

<strong>Salvador</strong> de la Plaza fue uno de los primeros pensadores de América Latina en afirmar que<br />

la Revolución de 1810 tuvo un carácter político formal, que apuntaba sólo cambios en la<br />

superestructura, dejando intacta las bases económicas y sociales heredadas de la colonia. También<br />

le corresponde el mérito de haber mantenido la continuidad del ideal bolivariano de unidad<br />

latinoamericana, demostrando que las clases dominantes de Venezuela, Colombia y Ecuador, con<br />

un mezquino criterio provinciano, al servicio de intereses locales de clase, fueron los responsables<br />

de provocar la división de la Gran Colombia, base del proyecto bolívariano de unidad de los<br />

pueblos de nuestro continente.<br />

Abolida la esclavitud, "las masas libres sin embargo no pudieron gozar de su libertad, pues<br />

para alimentarse tenían necesidad de trabajar. Solicitaron trabajo y como acontece siempre en el<br />

sistema de libre contratación del régimen capitalista quedaron a merced de quienes podían imponer<br />

condiciones, los capitalistas. Al esclavo sucedió el peón, el peón gana jornal, pero compra<br />

subsistencias en las bodegas o pulperías de las haciendas ( tienda de raya), en donde se les vende a<br />

precios considerables y expresamente se les abre el crédito y sus deudas se transmiten de<br />

generación en generación. Además, hasta hace pocos años, el jornal se les pagaba en ‘fichas’ sólo<br />

cambiables en las mencionadas pulperías" 24 .<br />

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