INTERPRETACION MARXISTA DE LA HISTORIA ... - Salvador Allende

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21.06.2014 Views

Estado ha contribuido a fortalecer la nación, pero la nacionalidad, que va más allá de normas jurídicas, es preexistente al Estado. Por lo demás, el Estado en América Latina y Chile nunca llegó a ser esencialmente nacional, ya que las clases dominantes enajenaron nuestra soberanía vendiendo las riquezas del país al capitalismo foráneo. Así como nunca hubo una real burguesía "nacional", tampoco existió un Estado verdaderamente nacional. El Estado promovió las principales obras de infraestructura, especialmente aquellas relacionadas con los productos de exportación. En Iquique se reforzaron las instalaciones portuarias; en Pisagua y Taltal se construyeron nuevos muelles; en 1897 se invirtieron $ 3.416.896 en la construcción de ferrocarriles de Talca a Constitución, de La Calera a Pelícano, de Temuco a Pitrufquén y de Valdivia a Pichi-Ropulli. Asimismo, se iniciaron las obras del expreso Santiago a Valparaíso; en l9l0 se inauguró el ferrocarril transandino y se aceleró la construcción de las vías férreas desde el Norte hasta Puerto Montt. Se fomentó el servicio de tranvías y alumbrado eléctrico de Santiago y Valparaíso, San Felipe y San Bernardo, inaugurándose el primer tranvía eléctrico el 2 de septiembre de 1900. Dos años más tarde había alumbrado público en la Alameda, Plaza de Armas y otras calles céntricas de Santiago. Las líneas telegráficas que unían Santiago con Valdivia alcanzaron a 11.769 kilómetros. El Estado se hizo cargo de la reconstrucción de Valparaíso, luego del terremoto de 1906. Barros Luco inició la construcción del puerto de San Antonio, y Juan Luis Sanfuentes las obras de mejoramiento del puerto de Antofagasta. Bajo la presión de los trabajadores, el Estado promulgó las siguientes leyes sociales: en 1909 sobre Habitaciones Obreras; en 1907 sobre descanso dominical; en 1912 sobre protección a la infancia desvalida; en 1913 sobre inembargabilidad de las cuotas mortuorias; en 1915 la ley de "la silla". En 1916 la ley de indemnización por accidentes del trabajo. Al año siguiente, la de previsión de los empleados de Ferrocarriles del Estado y la de Salas Cunas. En 1918, se dictó el primer Código Sanitario y en 1920 creó la Caja de Crédito Popular, además del Código del Trabajo y otras leyes de la década de 1920 que veremos en los próximos capítulos. A contrapelo de la Iglesia Católica, el Estado promovió la creación de numerosas escuelas primarias y secundarias. En 1915 el número de alumnos matriculados en las escuelas fiscales era de 322.434, cifra que subió a cerca de 450.000 en 1925. El 26 de agosto de 1920 fue promulgada la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria. Como se puede apreciar, el Estado no era -ni es- una mera superestructura. No puede caracterizarse de tal una Institución que se hace cargo de las actividades que no puede realizar la clase dominante por su cuenta, como las obras de infraestructura, la educación, salud, vivienda, la regulación del mercado y del régimen monetario, el orden jurídico y la legislación laboral. No deben escindirse sus funciones en lo económico, social y político porque el Estado es una las formas principales de expresión de esa totalidad, que es la Formación Social. Para analizarlo cabalmente no basta con una teoría económica o política sino que es fundamental una teoría global de la formación social histórica-concreta. En consecuencia, consideramos erróneas las caracterizaciones de Estado "oligárquico", "benefactor", "asistencialista", "populista", "militar", "neoliberal",etc., porque han sido hechas por encima de la Formación Social, como si el Estado pudiera caracterizarse unívocamente por la ideología del gobierno de turno que lo administra. Nunca hay que confundir Estado con Gobierno. Al Estado hay que definirlo en consonancia con las fases históricas de la Formación Social y por las relaciones de dependencia que se establecen con los países llamados "centro". En tal sentido, opinamos, para el período que analizamos, que el Estado chileno de 1900 a 1920 fue burgués con características dependientes o semicoloniales. Un Estado burgués, sin burguesía industrial, sin revolución democrático-burguesa, que representaba los intereses del capitalismo primario exportador y de las burguesías minera, terrateniente, financiera y comercial. Definirlo como un 120

Estado "oligárquico" conduciría a negar la esencia del Estado, como representante de todas las fracciones de la clase dominante, encargado de amortiguar sus contradicciones. El Estado es controlado por fracciones de la clase dominante, pero al mismo tiempo hace las veces de mediador con los diversos sectores sociales, aparentando actuar como árbitro "al servicio de de los intereses generales de la Nación". Ese encubrimiento a veces confunde y dificulta, para muchos, el análisis de los intereses de fondo que representa. Cometen un grave error teórico los investigadores que consideran al Estado como un mero reflejo o consecuencia directa de la infraestructura económica. Es obvio que la estructura económica condiciona el Estado, pero éste en determinados períodos históricos, cuando una fracción burguesa pasa a ser hegemónica en el bloque de poder, puede plantear una política que modifica en parte la economía. Algo similar puede ocurrir con la cuestión social y, sobre todo, con los planes educacionales y de salud. La ideología del Estado, especialmente con el desarrollo de los medios de comunicación, traspasa toda la sociedad civil, imponiendo masivamente su moral. En fin, la relación estructura-superestructura constituye un binomio dialéctico articulador de una determinada formación social. El Estado no es autónomo con respecto a las clases, pero ejerce una relativa autonomía. No es una autonomía en relación a la clase dominante sino que tiene una cierta flexibilidad para realizar las tareas generales de reproducción social que no pueden cumplir los capitalistas por separado. Es relativamente cierto que "los gobiernos pasan y el Estado queda", pero este proceso no es estático pues las funciones del Estado no siempre son las mismas; cambian de acuerdo a las alteraciones de la formación social y de la fracción o fracciones de la clase dominante que ejercen hegemonía. Un gobierno puede modificar las funciones del Estado, aunque mantenga su esencia, al servicio de la dominación burguesa en su conjunto, como lo veremos al analizar los cambios de las funciones del Estado en los gobiernos de Alessandri e Ibáñez, que preanuncian el tipo de Estado de las décadas de 1930 en adelante. El Estado chileno de las primeras décadas del siglo XX era, al decir de Poulantzas, un "estado de excepción permanente" porque no tenía el respaldo de la sociedad civil, sino el de una minoría, asentada en el fraude y el cohecho, como hemos visto y veremos en páginas siguientes. La historiografía tradicional ha convertido en una verdad casi absoluta la tesis de que el llamado "estado portaliano" entra en crisis después de 1891, con la instauración de la "república parlamentaria". Esta caracterización, apuntada originalmente por Alberto Edwards y luego reafirmada por Francisco Encina, Jaime Eyzaguirre y Mario Gongora, tiene una fuerte carga ideológica. Cuando Edwards la estampó en La Fronda Aristocrática, enero 1927, enfrentaba una coyuntura política signada por la intervención de los militares en la política. Para él, la superación de la crisis del "Estado portaliano", abierta desde 1891, sólo podía provenir de un gobierno fuerte que restaurara la preeminencia del presidencialismo. No por azar, Francisco Encina fue ministro del primer gobierno autoritario de Ibáñez. En esa época comenzaba a generarse en Europa una concepción del Estado que tenía dos vertientes, por lo menos: una, la socialdemócrata, que propugnaba un "socialismo" estatista, confundiendo socialismo con estatismo, y otra encabezada por Benito Mussolini que enfatizaba el papel de un estado autoritario con basamento social corporativo. Paralelamente, aunque con otra orientación, en 1926, Keynes comenzaba a teorizar acerca de las nuevas funciones que debía desempeñar el Estado, tema que luego sistematizará a raíz de la crisis mundial de 1929-30. Este no es el capítulo o lugar donde cuestionaremos la caracterización de Edwards y sus seguidores, tarea que acometeremos en el tomo VIII sobre una Teoría de la Historia para Chile. Por el momento, señalaremos suscintamente, para el período que estamos analizando, que no es efectivo que el Estado llamado "portaliano" entrara en crisis a partir de 1891. El mito del orden y la estabilidad se había derrumbado con las guerras civiles de 1851 y 1859, además de las innumerables 121

Estado "oligárquico" conduciría a negar la esencia del Estado, como representante de todas las<br />

fracciones de la clase dominante, encargado de amortiguar sus contradicciones.<br />

El Estado es controlado por fracciones de la clase dominante, pero al mismo tiempo hace<br />

las veces de mediador con los diversos sectores sociales, aparentando actuar como árbitro "al<br />

servicio de de los intereses generales de la Nación". Ese encubrimiento a veces confunde y dificulta,<br />

para muchos, el análisis de los intereses de fondo que representa.<br />

Cometen un grave error teórico los investigadores que consideran al Estado como un mero<br />

reflejo o consecuencia directa de la infraestructura económica. Es obvio que la estructura<br />

económica condiciona el Estado, pero éste en determinados períodos históricos, cuando una<br />

fracción burguesa pasa a ser hegemónica en el bloque de poder, puede plantear una política que<br />

modifica en parte la economía. Algo similar puede ocurrir con la cuestión social y, sobre todo, con<br />

los planes educacionales y de salud. La ideología del Estado, especialmente con el desarrollo de los<br />

medios de comunicación, traspasa toda la sociedad civil, imponiendo masivamente su moral. En<br />

fin, la relación estructura-superestructura constituye un binomio dialéctico articulador de una<br />

determinada formación social.<br />

El Estado no es autónomo con respecto a las clases, pero ejerce una relativa autonomía. No<br />

es una autonomía en relación a la clase dominante sino que tiene una cierta flexibilidad para realizar<br />

las tareas generales de reproducción social que no pueden cumplir los capitalistas por separado.<br />

Es relativamente cierto que "los gobiernos pasan y el Estado queda", pero este proceso no<br />

es estático pues las funciones del Estado no siempre son las mismas; cambian de acuerdo a las<br />

alteraciones de la formación social y de la fracción o fracciones de la clase dominante que ejercen<br />

hegemonía. Un gobierno puede modificar las funciones del Estado, aunque mantenga su esencia, al<br />

servicio de la dominación burguesa en su conjunto, como lo veremos al analizar los cambios de las<br />

funciones del Estado en los gobiernos de Alessandri e Ibáñez, que preanuncian el tipo de Estado de<br />

las décadas de 1930 en adelante.<br />

El Estado chileno de las primeras décadas del siglo XX era, al decir de Poulantzas, un<br />

"estado de excepción permanente" porque no tenía el respaldo de la sociedad civil, sino el de una<br />

minoría, asentada en el fraude y el cohecho, como hemos visto y veremos en páginas siguientes.<br />

La historiografía tradicional ha convertido en una verdad casi absoluta la tesis de que el<br />

llamado "estado portaliano" entra en crisis después de 1891, con la instauración de la "república<br />

parlamentaria". Esta caracterización, apuntada originalmente por Alberto Edwards y luego<br />

reafirmada por Francisco Encina, Jaime Eyzaguirre y Mario Gongora, tiene una fuerte carga ideológica.<br />

Cuando Edwards la estampó en La Fronda Aristocrática, enero 1927, enfrentaba una<br />

coyuntura política signada por la intervención de los militares en la política. Para él, la superación<br />

de la crisis del "Estado portaliano", abierta desde 1891, sólo podía provenir de un gobierno fuerte<br />

que restaurara la preeminencia del presidencialismo. No por azar, Francisco Encina fue ministro del<br />

primer gobierno autoritario de Ibáñez.<br />

En esa época comenzaba a generarse en Europa una concepción del Estado que tenía dos<br />

vertientes, por lo menos: una, la socialdemócrata, que propugnaba un "socialismo" estatista,<br />

confundiendo socialismo con estatismo, y otra encabezada por Benito Mussolini que enfatizaba el<br />

papel de un estado autoritario con basamento social corporativo. Paralelamente, aunque con otra<br />

orientación, en 1926, Keynes comenzaba a teorizar acerca de las nuevas funciones que debía<br />

desempeñar el Estado, tema que luego sistematizará a raíz de la crisis mundial de 1929-30.<br />

Este no es el capítulo o lugar donde cuestionaremos la caracterización de Edwards y sus<br />

seguidores, tarea que acometeremos en el tomo VIII sobre una Teoría de la Historia para Chile. Por<br />

el momento, señalaremos suscintamente, para el período que estamos analizando, que no es efectivo<br />

que el Estado llamado "portaliano" entrara en crisis a partir de 1891. El mito del orden y la<br />

estabilidad se había derrumbado con las guerras civiles de 1851 y 1859, además de las innumerables<br />

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