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revista completa en pdf - Revista EL BUHO

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que suele convertir al maestro <strong>en</strong> juguete del niño y<br />

al estudiante <strong>en</strong> c<strong>en</strong>sor del catedrático”. A mí no me<br />

tocó la pedagogía blanda 70 y tantos años después.<br />

La difer<strong>en</strong>cia es que al bu<strong>en</strong> primer secretario de<br />

Educación Pública le pegaban con una vara, a mí con<br />

una regla de madera.<br />

Los días de calma no duraron una semana <strong>completa</strong>.<br />

La seño Aurora pronto regresó a su rutina, a<br />

exigir, a “fom<strong>en</strong>tar el trabajo fecundo y creador”,<br />

como decía el presid<strong>en</strong>te de aquel tiempo y a qui<strong>en</strong><br />

ella citaba con asiduidad. Ella marchaba <strong>en</strong>tre las<br />

filas dictando de memoria los municipios de Durango<br />

y sus cabeceras, la geografía del estado, los ríos, las<br />

sierras, las zonas desérticas. En realidad se sabía todo<br />

lo que había que saber <strong>en</strong> aquellos tiempos para ser<br />

una bu<strong>en</strong>a maestra. Conocía los nombres de todos<br />

los gobernadores desde la Indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, nos explicaba<br />

por qué aquella calle llevaba el nombre de algún<br />

prócer, y quién fue el susodicho. Me parecía una <strong>en</strong>ciclopedia<br />

andando. No he conocido a nadie que como<br />

ella escriba <strong>en</strong> el pizarrón tan rápido y con tan bu<strong>en</strong>a<br />

caligrafía, puras líneas rectas y círculos casi perfectos.<br />

Han de saber que la seño Aurora, si uno le preguntaba<br />

con cuidado y humildad, lo sacaba de dudas, nunca<br />

dejaba un problema sin resolver, ni una tarea sin calificar<br />

de sus 48 alumnos.<br />

La seño Aurora era estricta y a las mamás les<br />

gustaba, pero a nosotros no; no nos daba tiempo para<br />

un respiro. Nadie podía salir al baño, apr<strong>en</strong>dimos<br />

a disciplinar el cuerpo, a no tomar agua o refresco<br />

antes de la clase e ir a la casita antes de <strong>en</strong>trar al salón.<br />

Los alumnos de mi grupo y yo éramos los más tristes<br />

de toda la escuela, casi no jugábamos <strong>en</strong> el patio a la<br />

hora del recreo. A pesar de ello, nos las ing<strong>en</strong>iábamos<br />

para de vez <strong>en</strong> cuando hacer un chiste a costa de la<br />

seño o de algún compañero y gozar un poco. Muchos<br />

nos quedábamos <strong>en</strong> el aula <strong>completa</strong>ndo la tarea y<br />

otros castigados, algunos nada más porque habían<br />

sonreído y no pudieron explicar por qué. Pero también<br />

éramos los mejores. En los concursos internos,<br />

a veces calificábamos arriba que los de cuarto y quinto<br />

para resolver problemas de matemáticas. En los<br />

concursos de <strong>en</strong>ero que organizaba la directora, mi<br />

grupo sacó el primer lugar <strong>en</strong> matemáticas, historia<br />

y ortografía. La motivación para sobresalir era fuerte:<br />

si no lo hacíamos la seño Aurora se <strong>en</strong>ojaba.<br />

Martín, era el más aplicado y de memoria prodigiosa,<br />

ganó ese año el concurso estatal de geografía<br />

de Durango que organizaba una radio difusora local.<br />

Cuando fue el certam<strong>en</strong>, <strong>en</strong> el cine Principal, todo los<br />

del grupo fuimos a echarle porras, también fueron de<br />

otros grupos porque además de Martín participaban<br />

alumnos de cuarto y quinto. Cuando se dio el fallo,<br />

todos gritamos de cont<strong>en</strong>to, la directora organizó la<br />

porra y se notaba que estaba dichosa. La seño Aurora<br />

sólo esbozó una sonrisa y le acarició el pelo a Martín<br />

cuando nos juntamos. La mamá del chamaco, como<br />

nos decían, no cabía de feliz y felicitó a la seño Aurora<br />

porque su hijo fue v<strong>en</strong>cedor <strong>en</strong> la justa (se notaba que<br />

a la mamá le gustaban las compet<strong>en</strong>cias) y porque<br />

hacía muy bi<strong>en</strong> su trabajo, también a la directora,<br />

para no dejar. No recuerdo quién pagó, si la mamá de<br />

Martín, la directora o la seño Aurora, pero nos invitaron<br />

un refresco <strong>en</strong> el Excélsior, que era la nevería<br />

de los popis, <strong>en</strong> una equina de la mera Plaza de<br />

Armas. A Martín le tocó una copa de nieve.<br />

Ese fue su día. Pero el <strong>en</strong>canto se acabó el<br />

lunes sigui<strong>en</strong>te.<br />

Para empezar la clase la seño le dijo a Martín que<br />

76 El Búho

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