revista completa en pdf - Revista EL BUHO
revista completa en pdf - Revista EL BUHO
revista completa en pdf - Revista EL BUHO
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
aquí <strong>en</strong> forma vehem<strong>en</strong>te.<br />
—Por supuesto replicó Myking, y sin embargo<br />
Heidegger, <strong>en</strong> sus obras <strong>completa</strong>s, —no recuerdo <strong>en</strong><br />
cuál de sus volúm<strong>en</strong>es—, nos dice al respecto que “<strong>en</strong><br />
la oscura boca del gastado calzado interior, bosteza<br />
la fatiga de los pasos laboriosos; que <strong>en</strong> la ruda<br />
pesantez de los zapatos está repres<strong>en</strong>tada la t<strong>en</strong>acidad<br />
de la l<strong>en</strong>ta marcha a través de los largos y monótonos<br />
surcos de la tierra labrada [….]” —y continúa<br />
afirmando—, “que <strong>en</strong> esas botas vibra la tácita llamada<br />
de la tierra, su reposado ofr<strong>en</strong>dar del trigo que<br />
madura y su <strong>en</strong>igmático rehusarse <strong>en</strong> el yermo campo<br />
del invierno […] y, que la propiedad de la tierra es<br />
este útil —la utilidad que proporciona la tierra—, y lo<br />
resguarda el mundo del labriego. Además, Heidegger<br />
insiste que se trata también, de la utilidad que resguarda<br />
la propiedad característica del calzado, del que<br />
emerge este útil mismo, <strong>en</strong> su reposar <strong>en</strong> sí.”<br />
—Estoy de acuerdo contigo repuso Steph<strong>en</strong>, pero<br />
todas estas reflexiones, no me comp<strong>en</strong>san <strong>en</strong> nada<br />
mis reprimidos paseos al aire libre, si no s<strong>en</strong>timos <strong>en</strong><br />
el alma la nostalgia de los días luminosos del verano<br />
que esperamos, mi<strong>en</strong>tras este temporal nos manti<strong>en</strong>e<br />
aquí prisioneros, a pesar de la amable comodidad<br />
del departam<strong>en</strong>to. Mi<strong>en</strong>tras tanto, <strong>en</strong> esta mañana<br />
las horas perezosas pasan l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te, y la torm<strong>en</strong>ta<br />
no ti<strong>en</strong>e la int<strong>en</strong>ción de cesar.<br />
—¡Tranquilízate amigo! ¡Tranquilízate por favor,<br />
Myking!, dijo el señor Maugham, mi<strong>en</strong>tras veía al<br />
fondo; <strong>en</strong> torno a la mesa de cristal del salón de<br />
té, <strong>en</strong> la que se <strong>en</strong>contraban amontonados, <strong>en</strong>cima<br />
de la mesa, varios libros que guardan <strong>en</strong> sus páginas<br />
un sinfín de palabras ya leídas, imág<strong>en</strong>es que vagan a<br />
la deriva, a la av<strong>en</strong>tura, sin cont<strong>en</strong>ido ni semejanza;<br />
también ahí están —sobrepuestas—, algunas <strong>revista</strong>s<br />
y unas hojas sueltas con apuntes o croquis hechos por<br />
Gaugin. ¡Observa amigo mío!, replicó <strong>en</strong>tusiasmado:<br />
esta mañana la p<strong>en</strong>umbra pesada avanza cada vez<br />
más rápido, ella se expresa y se posa sobre todas las<br />
superficies que toca.<br />
¡Al fondo, no se distinguía casi nada! Sin embargo,<br />
las siluetas de nuestros cuerpos alargadas como<br />
fantasmas, también se desdoblan, y sigu<strong>en</strong> el ritmo<br />
de nuestros pasos sobre el piso alfombrado o sobre<br />
los muebles, hasta perderse por completo, más allá de<br />
nuestra imaginación sempiterna.<br />
—Hasta ahora, al señor Maugham se le había<br />
dificultado pronunciar las palabras que lograba sacar<br />
con pereza; daba la impresión de escuchar las voces<br />
de un instrum<strong>en</strong>to musical desv<strong>en</strong>cijado. Y mi padre<br />
Myking bastante aburrido, soportaba el curso de esa<br />
mañana monótona. Él se <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>ía mirando alrededor,<br />
a través de las antiparras susp<strong>en</strong>didos únicam<strong>en</strong>te<br />
sobre la nariz, él levantaba a intervalos, la cabeza<br />
sobre el diván <strong>en</strong> el que se <strong>en</strong>contraba, esperado que<br />
llegara el privilegio de un día de sol estimulante.<br />
¡Mi<strong>en</strong>tras tanto, la lluvia int<strong>en</strong>sa reinicia a intervalos,<br />
su continuo chipi, chipi, sin saber cuánto tiempo<br />
más continuará cay<strong>en</strong>do vertical con ese mismo<br />
ritmo, y los mant<strong>en</strong>drá apartados del mundo exterior!<br />
Ellos no podrán salir a jugar t<strong>en</strong>is como era su costumbre,<br />
ni podrán ir a correr al parque; por lo tanto<br />
continuarán contemplando el paisaje que seguía si<strong>en</strong>do<br />
igual de monótono, fr<strong>en</strong>te al gran v<strong>en</strong>tanal, totalm<strong>en</strong>te<br />
empañado y sudoroso como le bouchers de les<br />
Halles. A pesar de la melancolía y de la depresión que<br />
ello les causaba. Creo —¡debo admitirlo!—, sin temor<br />
a equivocarme, que ese acontecimi<strong>en</strong>to, no deja de<br />
ser un espectáculo maravilloso de la naturaleza.<br />
En este periodo, el otoño y el invierno siempre se<br />
un<strong>en</strong> majestuosos <strong>en</strong> un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro fascinantem<strong>en</strong>te<br />
amoroso: la humedad y el frío se <strong>en</strong>trelazan, inseparables<br />
<strong>en</strong> un abrazo eterno. Las chim<strong>en</strong>eas rojizas y<br />
los techos grisáceos, sobresal<strong>en</strong> por <strong>en</strong>cima de las<br />
90 El Búho