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López García, José Manuel: «José Gaos y la Filosofía coetánea».<br />

inscrito en el ámbito de la singularidad de la persona. El ocuparse y el preocuparse es<br />

una forma individual que realiza la estructura humana. En soledad, meditabundo el<br />

filósofo, no hace sino hablar íntimamente. Cabe también expresar situaciones puramente<br />

afectivas. Todo lenguaje es importante para reflejar con exactitud las vivencias<br />

psíquicas. Lo único a que se puede aspirar es a una mayor aproximación. La persona<br />

humana es comprensión, capacidad de discernir lo falso de lo verdadero, capaz de<br />

oponer en su conciencia la razón y el instinto, capaz de conocer lo necesario y lo<br />

perfecto. En un magnífico libro titulado la idea del hombre, el filósofo catalán Eduardo<br />

Nicol que polemizó con José Gaos sobre diversas interpretaciones de la filosofía,<br />

establece previamente una morfología de la historicidad y de la temporalidad. La vida<br />

humana se cumple y organiza en relaciones o situaciones vitales, integradas en un<br />

complejo unitario de sentido. El fundamento permanente de todas las ideas históricas<br />

del hombre actuales y posibles, es la idea del hombre como ser potencial. La única<br />

constante es la certeza de que el futuro tiene un límite: la muerte. Todo cambia, excepto<br />

la verdad que explica el cambio. Esta es, a grandes rasgos, la antropología filosófica de<br />

Eduardo Nicol.<br />

El hombre, ha dicho Nicol, es el ser que no se completa nunca. Su ser consiste<br />

justamente en ser in<strong>completo</strong> siempre. Para él, completarse es dejar de ser: morirse. Su<br />

experiencia consiste en irse completando indefinidamente. La vida humana es potencia<br />

o disponibilidad.<br />

En 1914 dijo Ortega “yo soy yo y mi circunstancia”. Con ello quería indicar<br />

Ortega que cada sujeto viviente tiene su horizonte peculiar. Circunstancia es lo que está<br />

alrededor de mí. La circunstancialidad determina parcialmente mi vida. Pero mi<br />

circunstancia no es estática ni está definitivamente constituida. Me es dada a medio<br />

hacer. Yo tengo el poder de transformarla. Entre mi circunstancia y yo hay acciones y<br />

reacciones, interacción. Mi circunstancia es exterior, mi situación es interior. Cuando el<br />

hombre mantiene relaciones vitales con lo que no es él mismo, estamos ante una<br />

circunstancia; cuando se entabla una relación consigo mismo se trata de una situación.<br />

Como el hombre tiene la libertad de forjarse, tiene también la facultad de seleccionar<br />

entre una gama, más o menos extensa de posibilidades. Aquí es donde tiene su origen lo<br />

que se ha dado en llamar la evolución histórica.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año II, 9 (marzo 2007). http://www.revistadefilosofia.org 111

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