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Miguel Espinoza | La realidad última: átomos y vínculos sustanciales<br />
sigue necesariamente que toda otra cosa, todo lo compuesto por átomos, es sólo un epifenómeno y no una verdadera<br />
realidad.<br />
El quinto y último principio estipula que no hay devenir, que no hay cambio, movimiento ni modificación de<br />
ninguna clase sin que haya un desplazamiento de átomos. Se trata, en particular, de la mejor definición del<br />
atomismo mecanicista y materialista: se afirma que nada en absoluto puede ocurrir, por ejemplo, ninguna actividad<br />
inorgánica, vital o psíquica, sin desplazamiento atómico.<br />
Desde un punto de vista atomista, sin estos axiomas hay que abandonar toda esperanza de comprensión<br />
racional del mundo. Los principios que acabo de enumerar definen todo atomismo, pero existen varias especies de<br />
él según la naturaleza de los átomos considerados. Repasemos brevemente las especies principales.<br />
2. Especies de atomismo<br />
(I) Los átomos de Leucipo y de Demócrito tenían sólo dos propiedades, una forma geométrica completada por<br />
un gancho para facilitar la unión, y un peso que los hacía caer paralelamente hacia la tierra.<br />
(II) Al comienzo de la Edad Moderna se planteó el problema de la relación entre los átomos y las matemáticas.<br />
Para algunos los átomos eran de naturaleza matemática, para otros, había que separarlos nítidamente de las<br />
matemáticas. Newton atribuyó a los átomos dos propiedades, la solidez —eran partículas mínimas ultrasólidas,<br />
razón por la cual no se podían dividir— y la sensibilidad a la gravitación, razón por la cual, por ejemplo, la luz,<br />
siendo atómica, debía desplazarse más rápidamente en un medio denso que en uno transparente.<br />
(III) Boscović, en cambio, vio los átomos como centros de fuerza, puntos desde donde emanaban y hasta<br />
donde se dirigían los otros átomos. Al encabezar la ontología con los centros de fuerza y no con la materia, esta<br />
concepción se encuentra en la base de todas las ontologías menos materialistas (o más espiritualistas, si se prefiere)<br />
posteriores —piénsese, por ejemplo, en la monadología leibniziana.<br />
(IV) Según la monadología, los últimos componentes del Universo son psíquicos. Por eso, en lugar de un<br />
atomismo materialista se obtiene un atomismo panpsiquista, y así como el materialismo llega a ser gradualmente<br />
incapaz de explicar lo menos material, así, inversamente, el panpsiquismo llega a ser gradualmente incapaz de<br />
explicar lo menos psíquico.<br />
(V) Las partículas de la física contemporánea son electromagnéticas y en su concepción se abandonan varias<br />
de las propiedades de las partículas de la física clásica. Por ejemplo, al tener las partículas de la física cuántica un<br />
comportamiento corpuscular y ondulatorio, ya no están puntualmente situadas en el espacio y en el tiempo. No son<br />
cerradas como las mónadas y son interiormente afectadas por el campo en que están, y modifican, a su vez, el<br />
campo en que están.<br />
(VI) Los átomos de Whitehead, concebidos como ínfimos organismos y no como corpúsculos materiales,<br />
retoman las propiedades notables de apertura, de sensibilidad al entorno y la ausencia de localización puntual en el<br />
espacio y en el tiempo de las partículas según la concepción electromagnética. Pero eso no es todo: además, como<br />
las mónadas, los átomos whiteheadianos son, al menos en parte, entidades psíquicas, “gotas de experiencia”,<br />
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MARZO<br />
2012