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20<br />

r e v is t a d e f ilo s o f ƒa<br />

www.revistade filosofia.com


La selección de originales para publicación, se someten de manera sistemática a un informe<br />

de expertos externos a la entidad editora de la revista y a su consejo de editorial.<br />

Estos informes son la base de la toma de decisiones sobre su publicación o no, que corresponde<br />

en última instancia al Consejo de Redacción de la revista y a la Dirección de<br />

la misma.<br />

BASES DE DATOS QUE RECOGEN LA REVISTA EIKASIA<br />

BIBLIOTEQUE NATIONALE DE FRANCE


CONSEJO DE REDACCIÓN<br />

<strong>Eikasia</strong> Revista de Filosofia<br />

www.revistadefilosofia.com<br />

Consejo de Redacción (en constitución): Dr. Fernando Pérez Herranz (Universidad de Alicante), Dr.<br />

Patricio Peñalver (Catedrático Filosofía, Universidad de Murcia), Dr. Alberto Hidalgo Tuñón<br />

(Universidad de Oviedo), Dr. Román García (Dr. en Filosofía. Director Instituto de Estudios para la Paz),<br />

Mtro. Rafael Morla (Catedrático de Filosofía, Universidad de Santo Domingo, RD.), Dr. Antonio Pérez<br />

(Universidad de la Laguna), Dr. Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, Dr. Felicisimo Valbuena (Universidad<br />

Complutense de Madrid), Dr. Jose Antonio López Cerezo (Universidad de Oviedo), Dr. Silverio Sánchez<br />

Corredera, Dra. Alicia Laspra (Universidad de Oviedo), Dr. Pablo Huerga Melcón, D. Mariano Arias, Dr.<br />

Jacobo Muñoz (Catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.) Dr. Félix Duque<br />

(Catedrático Historia Moderna Universidad Autonoma Madrid), Dr. Luis Álvarez Falcón (Universidad de<br />

Zaragoza).<br />

Maquetado y diseño: Francisco Fdez. Yebra.<br />

Secretaría de redacción: Noemí Rodríguez y Pelayo Pérez<br />

Director Ejecutivo: Dr. Román García.<br />

Edita: <strong>Eikasia</strong> Ediciones<br />

Bermudez de Castro 14 bajo c 33011 Oviedo. España.<br />

T: +34 984 083 210 F: +34 985 080 902<br />

www.eikasia.es<br />

eikasia@eikasia.es<br />

ISSN 1885-5679


<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía 20 (septiembre 2008)<br />

www.revistadefilosofia.com<br />

INDICE<br />

1.- Fernando Miguel Pérez Herranz. José Miguel Santacreu Soler. Universidad de Alicante.<br />

Las rutas de la humanidad Fenomenología de las migraciones, pp.1-135.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

2.- María Isabel Ackerley.<br />

El Mito Internet, pp.137-158<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

3.- Miguel Espinoza. Universidad de Estrasburgo.<br />

Nota antipragmática, pp.159-168.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

4.- Maximiliano Korstanje. Buenos Aires.<br />

Reseña sobre la posición de Séneca a los viajes, pp. 169-172.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

5.- Alberto Hidalgo Tuñón. Universidad de Oviedo.<br />

Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo, pp. 173-195.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

6.- Asier Pérez Riobello. Universidad de Oviedo.<br />

Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo, pp. 197-220.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

7.- Pelayo Pérez García. Oviedo.<br />

El ego trascendental a debate , pp. 221-223.<br />

8.- Alberto Hidalgo Tuñón. Universidad de Oviedo.<br />

«Egos trascendentales» y «caballos de Troya». Primera Parte. Apunte sobre lo «trascendental» en el materialismo., pp.<br />

225-239.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

9.- Román García Fernández. Oviedo.<br />

El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua , pp. 241-298.<br />

ÉTICA, DERECHOS HUMANOS Y COOPERACIÓN<br />

1.- María Isabel Ackerley.<br />

J. L .Borges y la Ética, pp. 299-308.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

CALLE FILOSOFÍA<br />

Relato bibliográfico, por Javier López Alós,pp 309-310 .<br />

El tiempo de las aves, por Javier López Alós, pp. 311-312 .<br />

EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Humoremasviolentos y delincuentes . Por Antonio José López Cruces.


LAS RUTAS DE LA HUMANIDAD<br />

Fenomenología de las migraciones<br />

Fernando Miguel Pérez Herranz<br />

José Miguel Santacreu Soler<br />

Departamento de Humanidades Contemporáneas Universidad de Alicante<br />

ÍNDICE<br />

AGRADECIMIENTOS<br />

Capítulo 1. Género de la Ruta («Ruta», «rutas»)<br />

De la Tipología de la Ruta<br />

De los actantes<br />

De la elección entre múltiples trayectorias<br />

De la ruta fija o el triunfo del turista<br />

Capítulo 2. Etimología, campo semántico y símbolo de la «Ruta»<br />

Del término «Ruta»<br />

De los nombres de las rutas<br />

Del más famoso homo viator que conocieron las rutas: Don Quijote de la Mancha<br />

Capítulo 3. Definición de Ruta<br />

Del mote «Navegar es necesario»<br />

De los mitos envolventes de la Ruta<br />

Capítulo 4. Diferencia específica de la Ruta Humana<br />

De las rutas etológicas<br />

De las rutas antropológicas<br />

De las rutas históricas<br />

Las primeras civilizaciones<br />

Dialéctica Ruta/Frontera<br />

Variantes en la Ruta<br />

Protectores de la Ruta<br />

Enérgicos preparativos y felices casualidades<br />

Capítulo 5. Para una clasificación de la Ruta<br />

De los criterios formales: los fines<br />

De los criterios materiales: las categorías<br />

De la complejidad de la Ruta<br />

a) La Ruta del Interior<br />

El Imperio Romano<br />

b) Las Rutas religiosas<br />

La Ruta de Santiago, Xavier Carro<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008) 1-135. http://www.revistadefilosofia.org


Peregrinación, elemento fundamental del Islam, Mikel Epalza<br />

Ziyara, la visita a los santos lugares del Islam chií, José Cutillas<br />

c) Las Rutas de la Moneda<br />

Las rutas de los mercaderes: Fenicia y Grecia, Adolfo J. Domínguez<br />

d) Las rutas de la energía<br />

e) Las Rutas del Desplazamiento<br />

Las Rutas del exilio<br />

Las Rutas de los sefardíes, José Hinojosa<br />

f) Las Rutas de las Guerras<br />

La Ruta de las guerras napoleónicas<br />

La Ruta de las guerras de EE.UU, hacia la República Imperial<br />

La Meta Ruta o la rata del conocimiento<br />

El modelo de la doble esfera<br />

Cuantificar es necesario<br />

Las rutas de la ciencia, Jorge Juan, Emilio Soler<br />

Las Rutas por analogía, Literatura, Pintura, Pedagogía, Filosofia, Mística<br />

Capítulo 6. Testigos y bardos de la Ruta<br />

Crónicas de los viajeros por tierra<br />

Crónicas de los viajeros por mares y ríos 137 Crónicas de los viajeros por aire<br />

Capítulo 7. La ruta abierta o «última frontera» a la ruta cerrada o «red virtual»<br />

De la ruta abierta o última frontera<br />

Intermezzo<br />

La ruta cerrada<br />

EPÍLOGO<br />

Manifiesto metodológico<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008) 1-135. http://www.revistadefilosofia.org


LAS RUTAS DE LA HUMANIDAD 1<br />

Fenomenología de las migraciones<br />

Fernando Miguel Pérez Herranz<br />

José Miguel Santacreu Soler<br />

Departamento de Humanidades Contemporáneas Universidad de Alicante<br />

Para Alicante, cruce de caminos<br />

"El mundo es la casa de los que no la tienen". Las mil y una noches (de origen persa o<br />

indio).<br />

"Sorprendida de pronto, como quien por descuido<br />

ha dejado caer su alhaja en la corriente,<br />

vacilante, cual suelen estar sendas nocturnas<br />

para los caminantes en bosque oscurecido,<br />

así, yace confusa ella en la oscuridad,<br />

pues perdió aquel brillante que guiaba su ruta".<br />

William Shakespeare,Venus y Adonis, 825 (edición de Ramón García González)<br />

"El descubrimiento de América y el del paso a las Indias Orientales a través del cabo<br />

de Buena Esperanza constituyen los dos acontecimientos más grandes e importantes<br />

de que se tiene constancia en la historia de la humanidad". Adam Smith, 1812.<br />

"Un pequeño paso para el hombre; un gran paso para la humanidad". Palabras<br />

pronunciadas por Neil Armstrong al pisar la Luna en 1969.<br />

AGRADECIMIENTOS<br />

Uno de los fenómenos más recurrentes de la historia de los seres humanos es la<br />

continua movilidad de individuos, grupos e incluso pueblos enteros de unos lugares de la<br />

Tierra a otros. Hace ya tres años que los autores de este libro nos preguntamos por la<br />

posibilidad de entender las migraciones humanas desde categorías históricas más que<br />

sociológicas, psicológicas y aun metafísicas. Y creímos encontrar en la Ruta un concepto<br />

muy fértil, que podría clarificar esta cuestión de tanta actualidad. Para estudiar la Ruta<br />

organizamos dos seminarios e invitamos a especialistas competentes con el fin de tratar en<br />

extensión y comprensión la Ruta desde la perspectiva de la Historia. El resultado de<br />

aquellos intentos, discusiones y propuestas queda ahora resumido y sistematizado en este<br />

1 Este artículo apareció publicado como libro, con el mismo título, en el 2006 en Simat de la Valldigna<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 1


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

libro que hemos titulado Las Rutas de la Humanidad. Fenomenología de las migraciones,<br />

donde « Humanidad » hay que entenderlo no en un sentido fijo y concluido, sino en un<br />

sentido dinámico y vivo, una Humanidad haciéndose continuamente, a través del comercio<br />

y de los intercambios, pero también de los choques y de los conflictos, entre los distintos<br />

estados y pueblos que habitamos el planeta Tierra y que pertenecemos a la misma especie.<br />

Cerrado este ciclo, queremos dar las gracias a las Instituciones que nos han posibilitado las<br />

condiciones materiales para iniciarlo y para llevarlo a su término: Al Vicerrectorado de<br />

Extensión Universitaria de la Universidad de Alicante y muy especialmente al<br />

vicerrector, José Carlos Rovira Soler, cuya Comisión de Ayudas de Extensión<br />

Universitaria y Cultura nos prestó un generoso apoyo que permitió la celebración de los<br />

seminarios en los curso académicos 2002-2003 y 2003-2004. Al Departamento de<br />

Humanidades Contemporáneas y a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de<br />

Alicante, que nos acogen y donde ejercemos nuestra actividad profesional con la libertad y<br />

estabilidad que requiere nuestro trabajo.<br />

Y, desde luego, a todos los participantes en el seminario. Agradecemos las<br />

aportaciones y el diálogo que generosamente nos ofrecieron los profesores Pere Anguera<br />

Nolla (Universitat Rovira i Virgili), Les rutes dels conflictes hispans: Les guerres<br />

carlistes; Nuria Tabanera (Universidad de Valencia), Las rutas de las migraciones: España<br />

en América; y Anne-Hélène Suàrez (Universidad de Barcelona), Las rutas de las religiones<br />

de Oriente (El camino del Dao).<br />

Y de manera especial a los profesores que han querido acompañarnos con sus textos y<br />

mapas: Adolfo J. Domínguez Monedero (Universidad Autónoma de Madrid), Las rutas de<br />

los mercaderes: Fenicia y Grecia ; Emilio Soler (Universidad de Alicante), Las rutas de la<br />

ciencia: Jorge Juan y Antonio de Ulloa; José María Bermúdez de Castro (Codirector del<br />

«Proyecto Atapuerca»), Las rutas de nuestros antepasados: Los nietos de Lucy; José<br />

Hinojosa (Universidad de Alicante), Las rutas del judaismo (Los sefardíes); Xavier Carro<br />

(Universidad de Alicante), Las rutas del Catolicismo (El Camino de Santiago); Mikel de<br />

Epalza y José Cutillas Ferrer (Universidad de Alicante), Las rutas del Islam.<br />

Tenemos una deuda especial con Antonio José López Cruces, que ha repasado<br />

por ediciones La Xara.<br />

2<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

pacientemente el texto y al que debemos mejoras estilísticas y conceptuales, lo que no nos<br />

exime de nuestra responsabilidad en los defectos que la obra pudiera contener. Y<br />

agradecemos la valentía de la joven editorial La Xara, que ha confiado en nuestro trabajo y<br />

emprende la aventura de ofrecérselo a los lectores. A todos , muchas gracias.<br />

Mayo de 2005<br />

CAPÍTULO 1. GÉNERO DE LA RUTA («RUTA», Y «RUTAS»)<br />

Todos los seres en movimiento dejan rastros, trazas o vestigios que, al ser<br />

observados por otros seres en movimiento, se transforman en trayectorias: el aparecer o<br />

el ocultarse del sol, la ruta de un astro; el acercarse o alejarse un jabalí, la ruta de la caza;<br />

el titilar de una luz, la ruta de la estrella fugaz; el llevar alguien una mercancía a otro<br />

lugar, la ruta del comercio; el abrirse paso por un bosque ayudado por un machete, la ruta<br />

del aventurero ...<br />

Los seres humanos empiezan muy pronto a dejar sus huellas en el gatear inseguro<br />

del bebé, y terminan soñando con la conquista de la «última frontera», la inmensidad del<br />

espacio exterior. Y entre uno y otro, el hombre ha caminado por todos las sendas de la<br />

tierra para huir de los agobios de la vida cotidiana, para hacerse con productos exóticos y<br />

lujos impensables o, simplemente, para alcanzar fama y regresar triunfador a su aldea. Y<br />

hasta se inventará trayectorias imaginarias que conducen nuestras almas, y aun nuestros<br />

cuerpos, allá a lo lejos, a los cielos del Señor...<br />

La Ruta —con R mayúscula— es uno de los modos de la trayectoria topológica, un<br />

concepto abstracto. Y la ruta / rutas —con r minúscula— , sus manifestaciones materiales<br />

en el globo terráqueo. Para iniciar, realizar y concluir una ruta, se exige, al menos, un<br />

actante móvil. Este actante puede ser simple —un predador, un aventurero, un expulsado o<br />

perseguido...— o complejo —una familia impura, un grupo hereje, un pelotón de<br />

reconocimiento...— . Si la ruta es viable, enseguida será utilizada por otros actantes<br />

móviles que se multiplican y mezclan inevitablemente: a veces se asocian para hacer la<br />

ruta más asequible; otras, lucharán por su control. El Gran Kublai Kan (1214-1294), nieto<br />

del no menor Gengis Kan (1167-1227), une a China con el resto de Eurasia en 1258 y<br />

miles de personas (entre las que aún se recuerda a Marco Polo, que llega a Pekín en<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 3


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

1275) podían ir y venir por las ratas de caravanas que cruzan las praderas del norte<br />

asiático y por la Ruta de la Seda del Sur. La ruta permite el intercambio de cachivaches<br />

muy variados entre los actantes, que se especializan según su función: misioneros,<br />

mercaderes, diplomáticos, guerreros ... y es puerta de entrada para el conflicto y la lucha<br />

por hacerse con los beneficios que reporta su explotación: especias, finos tejidos, oros y<br />

piedras preciosas... En el límite, algún actante Ciber-Emperador sueña con transmutar el<br />

globo terráqueo en una red tan tupida y densa que haría indistinguibles todas las rutas como<br />

un ovillo trenzado por doquier; un actante Ciber-Emperador convertido en el Dios de<br />

Leibniz, que instantáneamente se encuentra en todos los lugares del mundo, administrador<br />

de la cibercultura, ideología que no habría de dejar ningún rincón de la tierra al margen de<br />

su influencia y poder. La velocidad —y su ciencia, la dromología estudiada por Virilio—<br />

reduciría el espacio y el tiempo a la pura Nada: «el mundo es velocidad».<br />

DE LA TOPOLOGÍA DE LA RUTA<br />

Las rutas no son trayectorias absolutas, sino relativas a distintas topologías, que<br />

han de tener presente la codimensión del objeto, un término que usan los matemáticos para<br />

tratar problemas en los que interviene un <strong>número</strong> muy elevado de dimensiones.<br />

Codimensión significa que la diferencia entre la dimensión del objeto y la del espacio en la<br />

que está sumergido se mantiene invariable. Por ejemplo, un punto fijo divide una recta; pero<br />

una recta divide un plano; y un plano divide un espacio tridimensional... En todos los casos,<br />

la codimensión es uno, pues l-0=l;2-l = l;3-2 = 1... Sea X un mapa usual de España; X es,<br />

en este caso, bidimensional; y la frontera entre España y Francia, unidimensional. Si ahora<br />

trazamos un camino de Alicante a París, el lugar por el que se atraviesa la frontera es de<br />

dimensión cero.<br />

Si viajamos en avión, el mapa es tridimensional y la frontera, el plano bidimensional<br />

que atraviesa el avión. Pues bien, y esto es lo interesante: tanto en el mapa bidimensional (2-<br />

1), como en el viaje tridimensional (3-2), la codimensión de la frontera permanece<br />

invariante (1). Este ejemplo permite intuir que hay, al menos, dos grandes tipos de rutas:<br />

las tridimensionales del aire y las bidimensionales del globo terráqueo.<br />

Al pasar de la topología a la geografía, las trayectorias se transforman en múltiples<br />

rutas materiales: las terrestres, las marítimas y las aéreas. Otros tipos de rutas con mayor<br />

4<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

<strong>número</strong> de dimensiones quedan para el imaginario de las pseudociencias: visionarios,<br />

parapsicólogos y desesperados por las injusticias o fracasados de la vida, que buscan<br />

incansables y angustiados rutas alternativas para huir de un mundo demasiado amargo,<br />

tenebroso o maldito como para habitar en él. Quizá una salida expeditiva sean los «agujeros<br />

negros», esperanza que sedujo incluso a científicos de la talla de Stephen Hawking.<br />

¡Lástima!, porque él mismo la ha reconocido falsa.<br />

La Ruta, en todo caso, no es trayectoria efímera, sino camino marcado y señalizado;<br />

un recorrido de ida que contempla la vuelta, pues la Ruta para serlo ha de incorporar<br />

también la rutina.<br />

Las rutas de la tierra: Su privilegio les llega por ser las primeras que trazan los<br />

homínidos de los que descendemos: salir del bosque y cruzar la sabana; luego atravesar las<br />

montañas, los valles, los ríos y los pequeños lagos...; otra vez las cumbres nevadas y vuelta<br />

a los desiertos o a las vegas. Los actantes se acompañan de caravanas de caballos, bueyes,<br />

camellos o de exóticos elefantes. La rueda les permite construir carros y carromatos. Los<br />

primeros vehículos con ruedas se utilizaron hace cinco mil años en Uruk, que pronto se<br />

transmutaron en los temibles carros de guerra tirados por caballos que portan un conductor<br />

y un arquero para la batalla... Con el tiempo se irán inventando los carruajes, los coches, los<br />

automóviles... y necesitarán caminos, carreteras y aun autopistas para deslizarse por ellas<br />

con rapidez y seguridad.<br />

Las rutas del mar. Cuando las rutas terrestres se interrumpen por grandes masas de<br />

agua, los homínidos se las han de ingeniar para trasladarse por medio de troncos<br />

ahuecados, balsas de troncos y de pieles, flotadores... como atestigua la ocupación de<br />

Australia hace cuarenta mil años. El ingenio humano construye desde embarcaciones de<br />

tablas hasta las galeras griegas de remos. Y con mayor finura las galeras romanas con velas<br />

de abanico (la tarquina romana), que permite aprovechar el viento de costado, y lleva palos<br />

de trinquete y de mesana; luego vendrán galeones, carracas, carabelas y veleros, que<br />

aligeran el peso de los barcos con la suficiente consistencia para soportar cañones decisivos<br />

en el combate naval; más adelante incorporaron la máquina de vapor y los barcos<br />

tradicionales se convierten en aquellos vapores de ruedas que surcan el Mississipi con sus<br />

aventureros y tahúres; también incorporan hélices, la madera se reemplaza por hierro y<br />

acero, y hoy surcan la mar buques, transatlánticos y portaaviones...<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 5


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

Las rutas del aire: ¿Y por qué no intentar el viaje a imitación de las aves? El<br />

genio, la perseverancia y la soberbia humanos culminan con éxito el sueño de Dédalo. El<br />

talento de Leonardo da Vinci, que imagina máquinas para mover gigantescas alas en<br />

proporción al peso de las aves y ayudar a los brazos del hombre, aún nos conmueve. Pero son<br />

el inglés George Cayley en 1853 y el alemán Otto Litienthal entre 1891 y 1896 los pioneros<br />

en recuperar el sueño de Dédalo, y los hermanos Wilbur y Orville Wright de Ohio quienes,<br />

en 1903, honran el fracaso de Ícaro al permanecer en el aire 59 segundos en el mítico Flyer.<br />

El globo de aire caliente, el dirigible, el planeador, el aeromotor... constituyen las<br />

primeras formas del actual avión a reacción que hacen posible la guerra, el comercio y el<br />

turismo globalizados.<br />

DE LOS ACTANTES<br />

La Ruta es la particularidad por la que puede ser distinguida toda organización<br />

familiar, comunitaria o política que se expande: desde las tribus de cazadores-recolectores<br />

hasta los ejércitos imperiales. Es la seña de reconocimiento de haber salido y haber<br />

regresado. Los grupos exógenos compiten por el mayor <strong>número</strong> de rutas que sean<br />

capaces de establecer, cada una de las cuales queda clausurada por medio de fronteras<br />

(naturales o políticas) y las eventuales uniones entre ellas. En el límite, que es el deseo aun<br />

cuando inconsciente de la comunidad en expansión más poderosa, se fantasea el<br />

entretejimiento de todas las rutas en una única ruta, o red global o imperio único.<br />

En el ínterin, encontramos la situación normal: múltiples rutas que, al hacerse<br />

más densas, terminan por cruzarse entre sí. Algunos puntos de esos cruces se tornan en<br />

nudos o puntos privilegiados de las rutas: Atenas, Roma, Jerusalén, Petra, Estambul,<br />

El Cairo, Venecia, Samarkanda, Cádiz, México, Pekín, Cuzco... son puntos que<br />

llamaremos cruces de caminos. Y como ejemplo especialmente querido por nosotros,<br />

Alicante, desde donde escribimos. Estos puntos privilegiados a veces pertenecen al<br />

inicio de la ruta; otros, a lugares intermedios de cobijo y avituallamiento; otros, a su fin,<br />

por ser términos non plus ultra: Finisterre, Aliud Mare, el Mar Cohalhado o el «mundo<br />

sin gente» de Dante (Canto XXVI del Infierno) ...<br />

La dificultad de toda ruta se encuentra en su puesta en marcha. ¿De dónde sacan los<br />

actantes la energía necesaria? Pues la energía no está disponible indiscriminadamente; y<br />

6<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

aun cuando lo estuviese, puede ser descartada en favor de otros proyectos. La todopoderosa<br />

dinastía china Ming (1368-1644) repudia deliberadamente la expansión comercial e<br />

imperial por el Índico, porque no quiere malgastar recursos para traer de allende el mar<br />

los tributos que China necesita para defender su frontera terrestre. Los Ming apostaron<br />

por la Frontera sobre la Ruta y dejaron el campo libre a los europeos.<br />

Mas una vez abierta la ruta es más fácil disponerse a recorrerla. Por eso no se le<br />

concede el mismo valor a quien la inaugura —a Francisco Pizarro, que hizo por vez primera<br />

la ruta de Ecuador y anduvo la costa ecuatoriana desde Manabí hasta enfrente de la isla de<br />

Puná, mientras los barcos caleteaban sin alejarse mucho de la costa— que a quien la<br />

recorre una vez trazada —Pacheco, el enviado de Pizarro a instancias de Almagro, que<br />

torna a seguir la ruta ya acostumbrada por los descubridores del Perú, esa ruta mixta que<br />

consistía en recorrer parte del trayecto por mar y parte por tierra—, según nos cuenta G.<br />

Cevallos en Visión teórica del Ecuador.<br />

Los actantes que recorren las mismas rutas han de compartir cierta simpatía o ciertos<br />

intereses. Cuando llega la antipatía o la guerra, en la ruta ya no caben todos y algunos<br />

actantes han de buscar nuevas trayectorias para perseguir los antiguos fines. Tras la<br />

emancipación de los Países Bajos, los holandeses, que habían navegado bajo pabellón<br />

español, hubieron de competir como nación marítima independiente con sus anteriores<br />

dueños para seguir comerciando con las Islas de las Especias. No les era fácil, pues la<br />

ruta a través del Cabo de Buena Esperanza estaba cerrada por los portugueses y la del<br />

Estrecho de Magallanes, por sus antiguos señores, cuyo control querían evitar. Por ello les<br />

quedó como único y hasta entonces inexplorado camino el de la circunnavegación del<br />

archipiélago más meridional de la Tierra del Fuego. Dos naves holandesas comandadas por<br />

Jacob Le Maire y Wilhelm Schoutens en 1616, merced a un viento favorable, fueron<br />

capaces de pasar por delante de las últimas estribaciones del archipiélago fueguino, tan<br />

temido por sus tormentas. Las naves holandesas, para evitar la confrontación, prefirieron la<br />

ruta alrededor del tormentoso Cabo de Hornos, a pesar de que este trecho de recorrido<br />

estaba muy amenazado por fuertes e inesperados huracanes, según puede leerse en el<br />

curioso libro titulado Los fueguinos y escrito por R.P. Martín Gusinde.<br />

Si las rutas se encuentran abiertas, los actantes tienden a ser diversos y plurales.<br />

Incluso los regímenes políticos se hacen tolerantes como ocurrió en el reinado del chiíta<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 7


Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

Abbas I (1588-1620) de la dinastía de los Safávidas, que había fundado una teocracia<br />

aislada en Persia. Abbas, más negociante que belicoso, anima a judíos y armenios a<br />

establecerse en el territorio y a comerciar en la ruta internacional de la seda. Su tolerancia<br />

le disuade incluso a costear una iglesia franciscana para los portugueses.<br />

Los conflictos en las rutas obligan en algún momento a abrir todas ellas al comercio<br />

y al mercado, pero no sin haberse registrado graves sucesos. Así ocurre con el comercio de<br />

los tiempos coloniales entre Buenos Aires, Santa Fe, Méjico y Chile. A Lima llegaba y de<br />

ella salía todo aquello con lo que era lícito comerciar. Los comerciantes del Perú van a<br />

Panamá a comprar mercaderías que luego venden en las famosas ferias del Istmo. El<br />

contrabando y, sobre todo, la envidia de los ingleses que deseaban tomar parte en las ferias,<br />

provocan el cambio de ruta, la cual en su principio estuvo limitada por el Monarca a un<br />

determinado <strong>número</strong> de embarcaciones. Pero aquella situación era muy inestable, requería<br />

mucha energía para mantenerla, y lo que se llamó «libre comercio», y la navegación en<br />

escala ilimitada por cuantos quisieron emprenderla, pudo realizarse desde 1778, como<br />

relata Pedro Dávalos y Lissón en un libro cuyo título es todo un manifiesto: La primera<br />

centuria: causas geográficas, políticas y económicas que han detenido el progreso moral y<br />

material del Perú en el primer siglo de su vida independiente.<br />

Al despejarse los misteriosos bosques,al humanizarse los inabarcables mares y<br />

desiertos, las rutas van quedando abiertas y pueden transitarse primero como camino o senda<br />

y, con el tiempo necesario para ello, como carretera, autovía y aun autopista de peaje. Se<br />

requiere mucho sudor, mucho sufrimiento, mucha vida y mucha muerte para conseguir<br />

que la ruta permanezca. La ruta-haciéndose (in-fieri) obliga a los humanos con sus recursos<br />

—animales y artefactos— a permanecer en guardia, a precaverse contra todo lo que les<br />

rodea. Abrir una ruta es proceso muy costoso para los actantes móviles humanos. Ellos<br />

saben que montañas, ríos y mares ofrecerán toda la resistencia posible y que la muerte es<br />

compañera inevitable de viaje. Muchos de los actantes que recorren las rutas no pueden<br />

culminar su objetivo y quedan absorbidos y tragados en el esfuerzo. Cada topología impone<br />

sus propios límites, y su materialidad geográfica, sus propios obstáculos. Por tierra: nieves y<br />

aludes...; por mar: naufragios y tormentas...; por aire: tornados y huracanes... El hombre ha<br />

de saber desenvolverse para salir airoso de tantas trampas y habrá de usar la fuerza del<br />

emprendedor, la competencia del mejor estratega, la capacidad del innovador... Solvencia<br />

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que el europeo moderno ha simbolizado en Robinson Crusoe, el náufrago por<br />

antonomasia, que sobrevive sumando su ingenio con los restos que puede salvar del barco<br />

encallado, en función del orden técnico de la metrópoli, ahora perdido. El colmo de las<br />

desdichas es el precipitado de múltiples obstáculos que William Golding desgranó en su<br />

terrible El señor de las moscas: los náufragos que, para salvarse, sobreviven en una isla<br />

perdida en el océano, prisioneros de lo desconocido, con el riesgo de perder su propia<br />

personalidad, de convertirse en seres irreconocibles incluso para ellos mismos... Nada de<br />

extraño tiene que las rutas sean pródigas en marcas de la muerte: sepulturas, criptas, fosos,<br />

túmulos, cenotafios, catacumbas, montículos de tierra, palos y piedras, zagüías,<br />

columbarios, cárcavas, cruces rudimentarias, cruceiros refinados, ancuviñas ...<br />

Las rutas abren fronteras y se intersectan con otras rutas: Los actantes aprenden<br />

otras maneras de comprender y valorar el mundo (el todo) con sus componentes (las<br />

partes). Los actantes adquieren hábitos novedosos, transforman sus categorías de espacio y<br />

tiempo. Y en la empresa nadie es prescindible. Aparentemente poco tienen que ver los<br />

humanistas, que se escriben largas epístolas y citan a los clásicos, con los portugueses que<br />

entran en relación con el mundo asiático, o con los españoles que recorren maravillados<br />

las Nuevas Indias. Mas si navegantes, mercaderes o misioneros no se hubieran hecho<br />

acompañar de escribanos que aprendieron las artes de las letras en los textos de Nebrijas y<br />

Erasmos, desconoceríamos sus gestas y crueldades. Sobre los proyectos y organización de<br />

los poblados del África subsahariana, carentes de escritura, apenas si se supo algo hasta<br />

que llegaron los misioneros europeos que empezaron a escribir sobre sus costumbres y sus<br />

anhelos.<br />

Hay trayectorias imaginarias que, por el contrario, nunca pueden ponerse en<br />

marcha a pesar de los esfuerzos intelectuales, los sacrificios físicos y los gastos económicos.<br />

Escúchese a Pedro Vicente Maldonado relatar los esfuerzos por trazar la ruta de las<br />

Esmeraldas y la cantidad de actantes que intervienen sin ver sus esfuerzos<br />

recompensados: Miguel Cabello Balboa (1578) y Fray Alonso de Espinosa (1585)<br />

hablan de una ruta a Esmeraldas por los Yumbos; Pedro de Arévalo (1600) intenta abrir<br />

una vía por Cotocollao, Nono, el Alambí, Gualea y Niguas, hasta llegar a un embarcadero en<br />

el Guayllabamba, y seguir por el Esmeraldas hasta Atacames; Cristóbal de Troya (1607), el<br />

fundador de San Miguel de Ibarra, lleva a cabo una penosa exploración y se propone<br />

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romper camino por las Salinas, Yambaquí, Guadalupe, los ríos de Lita y Tipulbí, Malpucho<br />

y el Santiago, que anteriormente había sido navegado por Arévalo en su viaje de regreso.<br />

Troya sondeó este río y volvió a Quito por los Malabas y Tipulbí; el mercader Martín de<br />

Fuica (1615) llevaba sus planes hacia el Sur, tomando el derrotero, de Hatunsiccho, Isinlibí<br />

y San Juan de Maqui hasta Caraques; Fray Diego de Velasco traza la vía por Cansacoto y<br />

Niguas (estos dos últimos proyectos coincidían aproximadamente con el de José de<br />

Resavala, que quedó anotado en la Carta de Maldonado); Pablo Durango Delgadillo<br />

(1621) se propone abrir el camino desde Ibarra al río Santiago, por el cual las<br />

embarcaciones debían salir al puerto de Limones; Francisco Pérez Menacho (1626) que,<br />

después de la muerte de Durango, intenta continuar su obra; Juan Vicencio Justiniani<br />

(1651) parte asimismo de San Miguel de Ibarra, prefiere salir más al Norte, por el río<br />

Mira, haciendo puerto en la Gorgonilla o Tumaco; Nicolás de Andagoya y Otalora (1677)<br />

que, igual que Arévalo, juzgaba que había que pensar en Atacames y que la mejor ruta<br />

sería la que parte de Quito, llega al río Silanchi, en donde se puede hacer un embarcadero,<br />

para de allí pasar al río Blanco o de Fuego y al de Esmeraldas (Arévalo y Andagoya son, en<br />

cierto modo, los antecesores de Maldonado, cuyo camino, sin embargo, se apartó del<br />

Guayllabamba y del Silanchi); Fernando Soto Calderón (1713), a quien deslumhran las<br />

mercedes y premios que se le concedían a Juan Vicencio. A Soto le dieron también licencia<br />

para que realizara el proyecto por el Mira. Todos o casi todos exploraron las montañas,<br />

gastaron tiempo y caudales, escribieron representaciones y memoriales, pero sus esfuerzos<br />

fueron en balde.<br />

DE LA ELECCIÓN ENTRE MÚLTIPLES TRAYECTORIAS<br />

Una vez en la ruta, las posibilidades de actuación de los actantes son innumerables y<br />

el destino, el hado o el designio desaparecen en la libertad de cada individuo. Las libertades se<br />

multiplican, la responsabilidad de la elección se fortalece y el mundo se fragmenta en mil<br />

trozos que lo iluminan con otros tantos colores y reflejos.<br />

Así, para resolver la cuestión de si era preferible para los barcos de vela la ruta<br />

a través del Estrecho de Magallanes o a través del Cabo de Hornos, Carlos III envía en<br />

1785 la fragata Santa María de la Cabeza, a las órdenes de Antonio de Córdoba. Con<br />

marinos instruidos y científicamente preparados, se llevan a cabo detenidas medidas e<br />

investigaciones, hasta el punto de que sus resultados todavía hoy son aprovechables. De sus<br />

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informes sobre el clima y la geografía se concluye que la ruta más ventajosa para el viaje ha<br />

de seguir la línea alrededor del Cabo de Hornos.<br />

Pero ¡ ay!, la ruta marítima del Cabo de Hornos es demasiado larga y los imperios<br />

británico, francés y norteamericano desarrollan sucesivamente diversos proyectos para<br />

construir un canal interoceánico por América Central que acorte la distancia a la mitad. Ya<br />

no se trata de investigar y medir las rutas naturales, sino de transformarlas mediante la<br />

técnica y la ingeniería. En 1914 los norteamericanos inauguran el Canal de Panamá —un<br />

proyecto original de los franceses— para reducir la ruta de sus barcos entre Washington y<br />

San Francisco. Los franceses sabían lo que significa construir y utilizar los canales entre<br />

mares, pues no en vano habían abierto el canal de Suez muchos años antes, para acortar las<br />

distancias de la ruta marítima de Marsella a Indochina, enfrentándose al Imperio Turco. Pero<br />

los norteamericanos saben negociar y compran las obras del Canal de Panamá a los<br />

franceses, pactan con los británicos el permiso para terminar de construir el canal y propician<br />

la independencia de Panamá como nuevo estado separado de Colombia para ejecutar su<br />

proyecto.<br />

DE LA RUTA FIJA O EL TRIUNFO DEL TURISTA<br />

Si la ruta se normaliza y queda limitada por fronteras naturales —desiertos,<br />

mares...— o impuestas —murallas, guerreros...— tiende a ritualizarse y o bien se<br />

vulgariza o bien, ahogada por las múltiples subrutas que la atraviesan (caminos, sendas,<br />

carreteras...), desaparece. La ruta incipiente deja de ser estela de mar, vereda de caballerías,<br />

nube de polvo... Las mercancías se trasladan de un lugar a otro, las mesnadas se desplazan<br />

para defender las fronteras, los juglares pasan con sus estridentes canciones, sus brillantes<br />

colores y su verso florido de aldea en aldea, de pueblo en pueblo, hasta conseguir ser<br />

recibidos por algún rey para solaz de sus príncipes y princesas, situación en la que hubo de<br />

verse el simpar caballero de la Triste Figura y su escudero, el bueno de Sancho, sujetos de<br />

las burlas de los señores de Zaragoza en aquellos geniales capítulos de la segunda parte de<br />

El Quijote.<br />

Mas cuando la ruta pierde su función propia puede continuar ejercitándose si<br />

adquiere la característica de ser auto-recurrente: la ruta se muestra a sí misma como ruta.<br />

Es la ruta que, dejando de ser ruta, se transforma, para delicia de burócratas y<br />

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administradores, en ruta-museo. La ruta pasa de ser flujo inestable a sustancia fija e<br />

inmutable. Los ministerios de Turismo y las concejalías del ramo han encontrado aquí una<br />

fórmula mágica para atraer divisas: dejar que cualquiera se convierta por unos días en<br />

aventurero. El turista puede definirse, desde esta perspectiva, como aquel caminante,<br />

viajero o andador que reduplica la ruta. Sea el japonés, turista por antonomasia, que se<br />

desliza por las rutas que les trazan los avispados ministeriales, incluidos los otrora<br />

conquistadores alemanes. La Oficina Central de Turismo de la Alemania del acero y la<br />

ingeniería inserta en sus prospectos en inglés unos atractivos eslóganes, que hacen<br />

referencia tanto a las partes: el centenario de los hermanos Grimm, como al todo:<br />

Alemania, «Fairy Tale Germany» y «Germany A Fairyland». No es de extrañar, pues, que<br />

en la década de los noventa se anuncie la llegada anual de 400.000 turistas japoneses al año<br />

adictos a los cuentos, que van tras los pasos de «Caperucita Roja y Beethoven». En su<br />

recorrido turístico por la República Federal, en el que figuran la «Ruta de los cuentos» y la<br />

«Ruta romántica» como objetivos principales, el viajero oriental curioso puede comprobar,<br />

para su asombro, la falsedad del tópico del origen asiático de cuentos como los músicos de<br />

Bremen o el flautista de Hamelín.<br />

CAPÍTULO 2. ETIMOLOGÍA , CAMPO SEMÁNTICO Y SÍ<strong>MB</strong>OLO DE LA RUTA<br />

Ruta, como cualquier otro término, tiene su vida propia, su (auto)biografía. Al<br />

aplicarse las rutas a la Ruta, la filología adquiere el poder de otorgar sentido.<br />

DEL TÉRMINO<br />

De creer a Raimundo de Miguel, autor del Diccionario latino-español<br />

etimológico, editado por la librería General de Victoriano Suárez, «rumpo», el verbo<br />

latino del que procede «ruta», es una voz onomatopéyica formada por imitación del<br />

sonido de la cosa que se rompe. «Ruta» no es, por etimología, un mero ponerse en<br />

marcha automáticamente, sino acción intencional, la acción de abrir cortando maleza.<br />

En ello coincide el diccionario Le Robert que hace proceder route del latín y lo<br />

ejemplifica con el sintagma « rumpere viam / ouvrir un passage».<br />

«Abrirse camino» no es acción indiferente, ni, por naturaleza, amable. Ruta<br />

posee una cara violenta y agresiva: «Fero rumpenda per hostes est via» («Hay que<br />

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abrirse camino con la espada a través de los enemigos») escribe Virgilio. El recuerdo<br />

del autor de la Eneida no es ni gratuito ni puramente estético. Virgilio narra el viaje que,<br />

por predicción divina a causa de los triunfos guerreros a lo largo de los siglos, lleva a<br />

Eneas a la fundación de Roma. Ruta modélica que servirá de justificación del Imperio<br />

Romano.<br />

DE LOS NO<strong>MB</strong>RES DE LAS RUTAS<br />

El término Ruta pertenece a un campo semántico vinculado, por una parte, a las<br />

vías o itinerarios que siguen los ganados; y, por otra, a la vía pública, y que acoge un<br />

montón de términos asociados a la fugacidad de la existencia: ondulatorio, flexible,<br />

fluctuante...<br />

Camino, vía (latín): Tierra hollada por los muchos que pasan y que a ninguno<br />

pertenece, pues nadie puede llevarse parte del camino para su hacienda, so pena de<br />

merecer castigo.<br />

Senda, sendero: Camino angosto, poco trillado, que se forma a fuerza de pasar<br />

por él personas y animales.<br />

Vereda: Vía hollada por caballos trotones y de portante. Por extensión, caminos<br />

para los ganados trashumantes; la Mesta, por citar un caso, establece un ancho de 25<br />

varas. Pero también son veredas los itinerarios que recorrían los frailes visitando varios<br />

poblados para predicar en ellos.<br />

Calzada: Camino empedrado y levantado en alto que permite caminar por<br />

cualquier lugar, incluidos los terrenos pantanosos, a hombres y bestias. Los romanos<br />

son celebrados por la construcción de calzadas que permiten conectar las poblaciones<br />

con una rapidez inusitada para la época. La calzada es uno de los símbolos de la ruta<br />

civilizada. Famosa fue la calzada llamada Camino de la Plata que, construida por<br />

Marco Craso, unía Mérida con Salamanca.<br />

Cañada: Pequeño camino o valle entre montes de pequeña altura, por donde<br />

suelen pasar los ganados.<br />

Rastro: Huella que deja alguien en algún lugar y que permite reconstruir el<br />

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camino seguido. Cuando no se deja rastro, imposibilita la configuración de la Ruta.<br />

Derrota: Viaje que los navios hacen por la mar, quizá porque se gobiernan por<br />

la rueda de los vientos. Los navegantes sabe bien cómo utilizar la figura en forma de<br />

estrella o rumbo, junto con la carta y la aguja de marear.<br />

Estela: Huella que deja algún objeto que se mueve por las aguas —ríos, lagos o<br />

mares— y por contigüidad, en el aire.<br />

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LAS RUTAS DE LA HUMANIDAD<br />

Trayecto: El camino que se traza para ser recorrido con algún objeto o motivo o<br />

la acción de recorrerlo.<br />

Itinerario: Descripción de algún camino o jornada con los comentarios<br />

pertinentes de sucesos, habladurías, condición de las gentes por donde pasa, distancias<br />

entre ciudades y otras particularidades y curiosidades que a bien se tengan de decir. Los<br />

itinerarios, con el tiempo, se han transformado en guías de viaje.<br />

Jornada: El recorrido que un hombre puede andar buenamente de camino en un<br />

día desde el amanecer al anochecer; en la época de los viajes a pie, hasta bien entrado el<br />

siglo XIX en España, la jornada se tasa en el equivalente a diez leguas o treinta millas.<br />

DEL MÁS FAMOSO HOMO VIATOR QUE CONOCIERON LAS RUTAS: DON QUIJOTE DE LA<br />

MANCHA<br />

El homo viator español por antonomasia es D. Quijote, que sabe que «más vale<br />

camino que posada» y cuya ruta se ha convertido ya en guía para turistas de ocasión.<br />

Demos la palabra a Daniel Eisenberg en Invenciones y escándalos cívicos en el<br />

cervantismo oficial: "Hay también la tontería —en la cual, por mis muchos y repetidos<br />

pecados, el que habla se ha encontrado metido— de señalizar la ruta de Don Quijote y<br />

después las de Don Quijote y Sancho. Esto, claro, no por motivos intelectuales ni<br />

académicos —no son sinónimos— sino con propósito comercial: el fomento del turismo<br />

manchego. El señalizar la ruta de Don Quijote es un proyecto harto difícil cuando no<br />

sabemos cuál era su «lugar» o aldea, que Cervantes no quiso que identificásemos.<br />

También nos faltan otros datos, como por ejemplo cómo llegó de La Mancha castellana<br />

a la aragonesa en tan poco tiempo, que parece un Amadís llevado por Urganda. Además<br />

hay detallitos como ventas en ruinas, en medio de la nada, fotografiadas por Astrana<br />

Marín y otros. El señalizarlas no crearía ingresos, sino problemas de infraestructura".<br />

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CAPÍTULO 3 DEFINICIÓN DE RUTA<br />

El recorrido realizado hasta aquí nos permite ofrecer una definición, siquiera<br />

provisional, de ruta:<br />

La ruta es trayectoria proyectada en un plano, de codimensión uno, recorrida<br />

según un fin, mediante el uso de técnicas o tecnologías propias y adecuadas de cada<br />

época existencial, que contempla siempre el retorno, la vuelta o la circularidad del<br />

camino. Las técnicas primitivas estuvieron vinculadas a la domesticación de animales y<br />

al uso de armas, por rudimentarias que fueran; las técnicas romanas, a la construcción<br />

de calzadas; las técnicas burguesas, al empleo de barcos; las técnicas capitalistas, a la<br />

aplicación de las máquinas de vapor —ferrocarril, vapores de ruedas— y de los motores<br />

— automóvil, avión—; las técnicas ciberimperiales, la transmisión de bits a la velocidad<br />

de la luz por la INTERNET, que se conforma ella misma como La Ruta de nuestro<br />

tiempo o kairós.<br />

A lo que hay que añadir el resultado de la rata: Las rutas son trayectorias que<br />

permiten unir y separar colectivamente (por contacto o contigüidad) sociedades,<br />

pueblos, culturas... y transformar así las relaciones entre los hombres, sus conocimientos<br />

sobre el mundo y los vínculos con las entidades que aún no se han incorporado a las<br />

rutas, como ángeles, demonios, dioses o espíritus. La ruta no sólo une a los hombres,<br />

también los separa. Con frecuencia, y sin asomo de paradoja, la ruta une a los alejados<br />

que se imaginan dotados de extraordinarios caracteres, y separa a los vecinos, que<br />

suelen estar de acuerdo en querer las mismas cosas, por las que lucharán a muerte. "Yo<br />

estoy de acuerdo con mi primo Carlos, comentaba Francisco I, rey de Francia: los dos<br />

queremos Milán".<br />

Pero esta definición debe incluir un tercer elemento sine qua non o condición<br />

material: La ruta siempre está condicionada por el sistema energético con el que se pone<br />

en marcha. Se requiere una gran desviación de energía y flujos materiales de la tierra<br />

para obtener otra mayor cantidad de energía (potencial) que la empleada.<br />

DEL MOTE «NAVEGAR ES NECESARIO»<br />

Todos los pueblos que se han comunicado con otros pueblos se han visto<br />

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obligados a reconocerse como humanos entre sí. Muchos de ellos se han encontrado en<br />

el camino y, seguramente, aceptarían de buen grado el lema que podía leerse en el<br />

escudo de una familia florentina del siglo XV: Navigare necesse est, vivere non necesse<br />

(Vivir no es necesario; navegar es necesario). Este lema es fiel transcripción de otro<br />

usado ya por Pompeyo, que, a su vez, renovaba el mote de los eternos navegantes —<br />

aeinautai— a los que perteneció Tales de Mileto, aquel sabio matemático, astrónomo y<br />

hombre de negocios, personaje que se encuentra en el pórtico de todas las historias de la<br />

filosofía y de las ciencias, que abriera una nueva luz al demostrar el triángulo equilátero.<br />

El lema «Navigare necesse est» podría servir muy bien como recordatorio para nuestros<br />

tiempos: los hombres, al entrar en el siglo XXI, no debemos olvidar que para llegar<br />

hasta aquí —nacer con un montón de derechos humanos: a la salud, al subsidio, al<br />

consumo...— no ha bastado con vivir, sino que ha sido necesario navegar. Y no<br />

accidentalmente, porque «navegar» —es decir, ir más allá de la supervivencia, tener<br />

curiosidad por las cosas— es característica esencial de la naturaleza humana a la que<br />

conducen los desequilibrios demográfico y ecológico. Los ingleses dicen Travel<br />

broadens mind (Viajar abre / ensancha la mente). Y la Metafísica de Aristóteles se abre<br />

con estas palabras: «Todos los hombres desean por naturaleza saber», que podríamos retraducir<br />

por «La mitad de los hombres desea por naturaleza navegar»; «La mitad de los<br />

hombres desea por naturaleza trazar rutas». La otra mitad de los hombres, por<br />

contraposición, trazará fronteras. Y entre unos y otros irán componiendo complejidades<br />

que, a su vez, provocarán singularidades históricas, muchas veces creativas y otras,<br />

destructivas: la materia misma de la historia.<br />

DE LOS MITOS ENVOLVENTES DE LA RUTA<br />

El homo viator, el peregrino, el errante, el conquistador, el caballero andante...<br />

se movilizan en busca de energía y materiales. Salen escondidos, quizá, con el disfraz<br />

del desarraigado, con la máscara del héroe, con el boato del aventurero..., y se van<br />

encontrando múltiples trabas en el camino: los imponderables geográficos, los cambios<br />

climáticos, las catástrofes naturales... Una imaginación desinhibida vislumbra seres<br />

monstruosos, habitantes de lo incógnito más allá de océanos, montañas o desiertos que<br />

les aterrorizan y de quienes apetecen sus favores: criaturas voladoras (grifos, pegasos,<br />

pájaros de fuego...); terribles fuerzas de la montaña (cíclopes, abominables hombres de<br />

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las nieves, Pie Grande...); fantasmas de los bosques (licántropos, elfos, gnomos...) o<br />

engendros marinos (tritones, náyades, sirenas..). Una nebulosa de mitos y héroes<br />

acompañan y envuelven las rutas: Ulises, Gilgamés, Jasón y los Argonautas, Sinuhe el<br />

Egipcio, Simbad el Marino, el rey Arturo, el Barón de Münchausen...<br />

Mitos que se permutan en contramitos. A los viajeros se les identifica con la<br />

desgracia, portadores de pestes y epidemias que diezman las poblaciones y disminuyen<br />

las fuerzas de los seres humanos. El Imperio Romano construye un entramado inmenso<br />

de carreteras por las que pueden moverse mercancías, soldados y curiosos, una red que<br />

conecta más de tres mil ciudades desde York hasta Alejandría. Pero en los períodos<br />

comprendidos entre 165-180 y 251-266 ane, los viajeros y ejércitos extienden las<br />

infecciones y enfermedades letales en poblaciones que las desconocen; enfermedades<br />

que contribuirán más adelante a la caída del magno imperio. En África, las rutas se<br />

interrumpen por las enfermedades que transmite la mosca tsé-tsé: malaria, fiebre<br />

amarilla, enfermedad del sueño o ceguera fluvial frenan el crecimiento demográfico<br />

humano y animal, y obstaculizan el comercio y la urbanización de estas poblaciones<br />

africanas hasta el punto de quedarse fuera de las rutas de caravanas, al margen de los<br />

intercambios de mercancías, armas o conocimientos. Las enfermedades nuevas<br />

aparecidas como consecuencia de la ruta perturban a los habitantes de las ciudades<br />

adonde llegan, cuyos médicos no disponen de tratamientos eficaces y la costumbre<br />

popular no sabe cómo enfrentarlas. La fiebre amarilla, que llega a Europa desde<br />

América en el siglo XVIII, afecta al corazón del Imperio Hispánico a través de la ruta<br />

de América: Primero a las islas Canarias en 1701 y pocos años más tarde a Cádiz y a<br />

nuestra Alicante, tal como dice Mercedes Pascual, Fam, malaltia i mort. Alacant i la<br />

febre groga de l'any 1804, La Xara Edicions, Simat de la Valldigna, 2000. El miedo al<br />

contagio desata medidas preventivas como los cordones sanitarios, que no son más que<br />

fronteras en la trayectoria de las naves portadoras de la enfermedad.<br />

En ocasiones, los mitos de la Ruta se neutralizan con los mitos de la Frontera.<br />

Cuando los poderosos caballeros bajan de sus caballos y carromatos y se asientan en<br />

fértiles valles, en acogedores puertos de mar, en ricas llanuras... y a la espera de seguir<br />

el camino, ocupar las rutas y extender sus nuevas reglas de cultura, cantan alrededor del<br />

fuego la tragedia de nómadas y sedentarios. El relato de Caín y Abel o enfrentamiento<br />

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ganaderos / agricultores es el mito que simboliza la dialéctica Ruta/Frontera.<br />

Las mismas religiones pueden acompañar la Ruta u oponerse a ella, porque no<br />

todas las formas culturales favorecen el comercio. Si el confucionismo no fue<br />

beneficioso para la Ruta, pues ponía al campesino por encima del comerciante, el Islam<br />

favoreció a los mercaderes y su comercio. La ruta islámica, hija de las rutas de los<br />

nómadas, fue en gran medida el resultado de una estrategia que favorecía el comercio<br />

por medios ingeniosos: Los agricultores podían abastecer las caravanas y los camellos<br />

durante tres días en los caravasares, libres de impuestos, de manera que los campesinos<br />

también se beneficiaban porque de esta manera se impedia que los animales dañaran sus<br />

tierras. Las rutas de caravanas árabes unidas a las ciudades en la alianza de la Meca<br />

forjaron el Islam.<br />

Nada tiene que ver, en todo caso, el hombre que abre rutas, que ha de habérselas<br />

con lo imprevisto, lo desconocido, lo sorpresivo, con ese otro hombre que puede ser más<br />

héroe, más valiente, más corazón, pero que se enfrenta con adversidades impuestas por<br />

los dioses, por el Destino, como pruebas que quieren calibrar su valor o su astucia. Por<br />

eso, no estamos hablando ahora de Ulises, el de las múltiples tratas y manejos para<br />

salvar las trampas que le tiende Poseidón a su regreso a Ítaca, sino del macedonio<br />

Alejandro Magno, que pone en marcha el programa de los atenienses Jenofonte o<br />

Gorgias para conquistar Persia y dotarse de más energía, necesitados como lo están de<br />

esclavos para poner en rendimiento sus minas, a la vez que ofrece la organización<br />

política que habían desarrollado los griegos. Alejandro se convierte en el mayor mito<br />

del hombre que abre la Ruta.<br />

CAPÍTULO 4. DIFERENCIA ESPECÍFICA DE LA RUTA HUMANA<br />

Todos los seres en movimiento trazan sus caminos, sendas o veredas. Y si<br />

diferentes son los seres en movimiento, diferentes serán los caminos, sendas o veredas<br />

que trazan: un insecto, un ave, un mamífero, un primate, un homínido o un homo<br />

sapiens dejan rastros muy diversos. Dentro de cada género, a su vez, las rutas son muy<br />

variadas. No es la misma clase de ruta la que traza un pequeño grupo humano movido<br />

por la necesidad de encontrar alimentos que la trazada para huir de las fieras o de la<br />

justicia de la tribu a la que se pertenece, o las planificadas por los estados o los<br />

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imperios. Si a los animales les asociamos las rutas etológicas, a las comunidades<br />

humanas, las rutas antropológicas, y a los Estados, las rutas históricas.<br />

DE LAS RUTAS ETOLÓGICAS<br />

Los grandes rebaños animales —renos, caballos, mamuts...— reproducen en sus<br />

«tropismos» las trayectorias recorridas anteriormente, pero exclusivamente si les son<br />

funcionales, «adaptativas», si les permiten llegar a los pastos, a territorios de clima más<br />

acogedor, a corrientes marinas cálidas...; se refuerzan así sus conductas y marcan la ruta<br />

que les permitirá sobrevivir; cuando un individuo se desvía de la ruta, la selección<br />

natural lo pondrá en su lugar. Las rutas migratorias de las aves no sólo han sido bien<br />

estudiadas, sino que han sido espléndidamente filmadas por las cámaras de cine.<br />

Nómadas del viento, documental dirigido por Jean Perrin, es un film de una belleza<br />

exquisita que nos impide siquiera intentar una mínima reseña: ¿Cómo superar la<br />

plasticidad de esas imágenes con la retórica de la escritura? Invitamos al lector a que<br />

disfrute las rutas de las aves columbrando esta magistral película.<br />

Las rutas de los primates son aquí del mayor interés, porque nos ponen en la<br />

dirección seguida por los homínidos. Los chimpancés, como ha observado Jane<br />

Goodall, patrullan las fronteras y realizan incursiones en territorios vecinos, en donde se<br />

apoderan de alimentos. Los homínidos tuvieron que adquirir la posición bípeda, la piel<br />

sin vello, las glándulas sudoríparas... condiciones necesarias para hacer de los seres<br />

humanos seres resistentes a los largos desplazamientos.<br />

DE LAS RUTAS ANTROPOLÓGICAS<br />

Puede conjeturarse que las rutas antropológicas se inician con los primeros<br />

homínidos que recorren la sabana africana. Es natural suponer que esas rutas son aún<br />

mixtas entre las rutas de los animales y la de los homínidos que las interceptan. Los<br />

primeros seres humanos tienden trampas ingeniosas si, como suele afirmarse, el éxito de<br />

la caza consistió más en el esfuerzo cooperador de un grupo de homínidos que en la<br />

potencia de sus herramientas —palos, piedras, fuego... lenguaje y canto... — . Los<br />

homínidos han de adquirir buenas dosis de pericia para conocer los hábitos de las<br />

potenciales presas, su distribución en el espacio o la jerarquía de sus miembros. Los<br />

20<br />

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cambios en las relaciones entre estructuras musculares y óseas reorganizan las funciones<br />

cerebrales, hasta el punto de que puede decirse con S.L. Washburn que «el cerebro<br />

humano es hijo de la mano humana». El complejo mundo de las relaciones entre los<br />

propios hombres, el control de los recursos agrícolas y la capacidad de dar caza a los<br />

animales o de protegerse de ellos, van conformando el sistema vital humano.<br />

Con el invento del fuego, los homínidos repelen a los grandes o terribles<br />

predadores, les tienden trampas y emboscadas; queman extensas zonas del bosque o de<br />

la selva para mejorar la caza y empiezan a estructurar las sociedades humanas: imponen<br />

las reglas del tabú del incesto y de la exogamia; dividen las actividades por el sexo;<br />

rivalizan recolectores y cazadores que entran en conflictos violentos... Los sobrantes de<br />

las tribus, porque no encuentran pareja, carecen de tierras o son expulsados por su<br />

impureza, trazan sus nuevas rutas de caza e inventan utensilios y herramientas<br />

apropiadas para sobrevivir en su condición de fugitivos o errantes, una condición<br />

protegida por Yahvé: "Puso, pues, Yavé a Caín una señal, para que nadie que le<br />

encontrara le hiriera" (Génesis, 4-15). Rutas que, a veces, se cruzan con las de otros<br />

igualmente sobrantes, expulsados o impuros, y aun con comunidades asentadas,<br />

produciéndose escaramuzas entre grupos rivales, según el diagnóstico de Moscovici en<br />

ESCENARIO EVOLUTIVO<br />

Los homínidos de Dmansi (Georgia; pueden representar la primera d ispersión<br />

fuera de África, ocurrida problamente hace entre 1,6 y 1.8 rnilones de años.<br />

Essai sur l'histoire humaine de la nature. Estos homínidos adquieren habilidades que<br />

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permitirán a los humanos alcanzar capacidades de lenguaje y alimentación omnívora, lo<br />

que les singulariza para, a su vez, explorar y colonizar entornos muy diferentes.<br />

La primera ruta histórica y primera manifestación específica de los homínidos 2<br />

que se ha de traer a la memoria se remonta a 1,7 millones de años, al paso del Homo<br />

erectus desde África a Asia, Europa, Siberia y América. La especie humana pierde su<br />

condición de ser natural limitado a su nicho ecológico y se encara al «mundo» que<br />

sobrepasa al «medio ambiente», al «entorno natural». Y ahí, en el «mundo», el hombre<br />

adquiere la dignidad, la diferencia ontològica con los animales.<br />

Hacia el año 8000 ane, y según cálculos del historiador P Jay, los pobladores del<br />

planeta Tierra podrían haber sido seis millones, distribuidos ya por todos los continentes<br />

menos la Atlántida. Nuestros amigos de Atapuerca han afinado mucho el conocimiento<br />

de esta época. José María Bermúdez de Castro nos regaló con este mapa de las rutas<br />

antiguas.<br />

DE LAS RUTAS HISTÓRICAS<br />

Si las rutas etológica y antropológica son verdaderas rutas, las rutas históricas<br />

conforman la Ruta Verdadera. Las primeras rutas históricas son trazadas por los<br />

primeros Estados que se constituyen en el Neolítico. En esta nueva etapa se introducen<br />

la agricultura y la domesticación de animales —ovejas, cabras, vacas, cerdos, caballos...<br />

— , que multiplican la energía que extraen del entorno; ello permite los asentamientos<br />

humanos y la existencia de individuos dedicados a realizar actividades no productivas:<br />

chamanes, artesanos, guerreros... Las rutas de la caza quedan limitadas por fronteras<br />

más o menos estrictas, defendidas por las nuevas comunidades. Algunos grupos<br />

humanos eligen para asentarse territorios que reúnen —a su juicio y según sus<br />

expectativas— riqueza, fertilidad y diversificación: fibras vegetales que les<br />

proporcionan vestidos, cuerdas de arco, redes de pesca ... ; hierbas y drogas que alteran<br />

sus estados de ánimo... ; animales que domestican y les dan leche, lana, cuero...<br />

La vida sedentaria comporta grandes beneficios a los humanos: construyen<br />

2 .- La otra manifestación específica de los homínidos es el razonamiento abstracto que puede realizar<br />

tareas de elección: registra en la lengua significados simbólicos con gran cantidad de conocimientos útiles<br />

y trasmite, mediante la imaginación y el razonamiento, estados que sobrepasan la experiencia directa e<br />

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viviendas y huertas en sus alrededores. La productividad de las tierras se basa en el<br />

esfuerzo y el trabajo. A diferencia del cazador errante, las familias pueden tener más de<br />

uno o dos hijos, lo que les impulsa a intensificar la agricultura... Si una familia de<br />

cazadores-recolectores necesita alrededor de 25 Km 2 de territorio, un agricultor puede<br />

mantener a 50 personas en 2,5 Km 2 . En el paquete de beneficios se incluyen también los<br />

perjuicios: hay que trazar fronteras —empalizadas, murallas... — ; con el paso del<br />

tiempo, los huertos pierden productividad; la caza se hace más escasa; surgen los robos<br />

en los poblados y estalla la violencia espontánea y organizada —ladrones, asesinos... —<br />

, hasta hacerse irreversible; los humanos se hacen más vulnerables a las enfermedades,<br />

resultado de infecciones provocadas por sus propios desechos o por virus de los<br />

animales domesticados. La viruela, la malaria, el sarampión, la gripe... diezman en<br />

muchas ocasiones a la población, que queda más expuesta a las catástrofes naturales —<br />

sequías, inundaciones, granizo... — .<br />

Pero la suerte está echada y, a pesar de todo, los poblados sedentarios sustituyen<br />

a los grupos errantes de recolectores-cazadores y se transforman en ciudades. Una de<br />

ellas, Uruk, encabeza hacia el año 3200 ane el primer Imperio de Summer. La<br />

civilización agraria se expande por zonas cada vez más extensas del planeta Tierra. Por<br />

el sureste de Asia, alrededor de la ciudad de Jericó y de las cuencas del Tigris y el<br />

Eufrates; por lo que hoy llamamos China meridional y septentrional; por el norte de<br />

África, alrededor de Menfis; por la zona del actual México y otras de América Central y<br />

del Sur... Las rutas de la caza se suplen por las rutas para el intercambio de semillas,<br />

ganado de crianza y los resultados de las habilidades artesanales que se desarrollan en<br />

las primitivas ciudades: cerámicas, bronces...<br />

Las fronteras que trazan las comunidades humanas no pueden ser sino muy<br />

inestables. La presión demográfica y las necesidades de energía abren fronteras y<br />

cercos, son el principio de los conflictos entre poblaciones vecinas, cada vez con mayor<br />

<strong>número</strong> de individuos, habitantes de las incipientes ciudades. La guerra organizada y<br />

sistemática es la consecuencia inevitable. Pero no nos adelantemos y esperemos a la<br />

consolidación de los Estados e Imperios.<br />

inmediata.<br />

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El mar es el medio más eficaz para trazar rutas sobre él. O mejor: los «mares<br />

propicios», que dependen de los vientos, no los mares océanos, que fueron por mucho<br />

tiempo tragaderas de osados marineros. Los «mares propicios» son los mares<br />

monzónicos del océano Índico, el archipiélago de Indonesia y el mar de China, que<br />

disfrutan de vientos que, al soplar con continuidad en una dirección durante medio año<br />

y en dirección contraria la otra mitad, aseguran la ida y el regreso de los barcos. Por eso<br />

el navegante ha de observar bien los fenómenos, conocer los ritmos de los vientos y<br />

corrientes marinas, dibujar mapas náuticos y saber transmitir su experiencia. Como el<br />

portugués Diego de Silves que apreció en el Hemisferio Norte del Atlántico una especie<br />

de elipse que siguen los vientos de Oeste a Este y en el Hemisferio Sur, de Este a Oeste,<br />

aquella parte del océano que Andrea Bianco cartografía en 1448 con el nombre de «mar<br />

de los Sargazos». La geografía crea los lechos por los que se han de trazar las rutas y<br />

facilita el intercambio comercial y su precioso corolario: la aparición de lenguas<br />

necesarias para negociar, a su través, precios y calidades de las mercancías.<br />

Las rutas abiertas por los cazadores primitivos tienen siempre un objetivo claro:<br />

abastecerse de energía del entorno. Los agricultores del Neolítico van más allá y su<br />

objetivo es la acumulación de la energía en forma de alimentos, de herramientas, de<br />

agua para riegos..., que les genera riquezas y poder. Los silos se identifican poco a poco<br />

con los propios templos, y se convierten en centros de coordinación de la actividad<br />

económica, de convivencia entre sacerdotes, guerreros, escribanos, hetairas... Esta<br />

acumulación les permite desarrollar técnicas para diferentes funciones: transformación<br />

de productos mediante distintos usos de fuego —hornos para trabajar la cerámica y los<br />

metales... — ; defensa de las poblaciones —fortificaciones...— y sistemas simbólicos de<br />

control y organización —escritura... — . Las rutas se hacen imprescindibles para<br />

acumular energía (incluida la humana: los esclavos), intercambiar los productos<br />

transformados por otros y aprender nuevas maneras de experiencia simbólica humana.<br />

Los conquistadores anglosajones, en fin, pusieron en marcha su dispositivo de<br />

acumulación de El Capital, porque pudieron utilizar la energía de los yacimientos de<br />

carbón y de hierro que les era condición sine qua non para poner en marcha sus rutas<br />

hacia América. Porque las rutas trazan las coordenadas de la vida humana: acumulación<br />

de energía (agua, viento, petróleo...), transformación de las materias (armamento,<br />

textiles, minerales...) y comunicación de símbolos (lenguas, escrituras, mitos...).<br />

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LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES<br />

En puridad conceptual, las primeras rutas genuinamente históricas surgen a<br />

partir de proyectos y necesidades de los primeros Estados —estados imperiales<br />

llamados, muchas veces por pudor, civilizaciones— que gobiernan sociedades urbanas,<br />

complejas y estratificadas, y que se dotan de un ejército, una burocracia de escribas y<br />

una religión comunitaria. Cada imperio-civilización parte de un núcleo que impone su<br />

manera de explotar la energía (molinos, hornos...), sus técnicas de transformación de<br />

esas materias (arados, armas...) y sus específicos signos de comunicación (religión, arte,<br />

política... y mucho más tarde ciencia y filosofía). La energía, la materia y la<br />

comunicación de los demás, de los Otros, les parecerán poco o nada civilizadas y<br />

considerarán que han de hacerse cargo de ellas. El X-centralismo viene de lejos.<br />

Los primeros cuatro imperios o civilizaciones, que se configuran entre los años<br />

3000 y 1000 a.n.e, surgen de manera natural alrededor de las rutas naturales que son los<br />

ríos modulados por medio de sistemas de regadío, canales, diques... Mesopotamia<br />

(Akkad, Babilonia, Summer, Ashshur, Mari...) crece alrededor del Tigris y el Éufrates;<br />

Egipto, del Nilo; India, del Indo y Ganges; China, del Amarillo y el Azul. Las rutas se<br />

abren para conseguir utensilios, armas, alimentos, piedras preciosas... A través de las<br />

rutas se llegan a interconectar los tres primeros imperios por el «pasillo Nilo-Indo».<br />

China lo hará más tarde al entrar en contacto con India y Mesopotamia en busca de jade,<br />

hasta alcanzar así la primera globalización.<br />

MESOPOTAMIA ¡ AH LA HUMANIDAD!<br />

"Cuentan, sin insistir demasiado sobre la realidad del hecho, que cuando se celebró el jubileo de<br />

Víctor Hugo fue organizada una gran fiesta en el palacio del Elíseo, a que concurrieron, aportando<br />

su homenaje, representaciones de todas las naciones. El gran poeta se hallaba en la gran sala de<br />

recepción, en solemne actitud de estatua, con el codo apoyado en el reborde de una chimenea. Los<br />

representantes de las naciones se iban adelantando ante el público y presentaban su homenaje al<br />

vate de Francia. Un ujier, con voz de estentor, los iba anunciando: «Monsieur le Representant de<br />

l'Angleterre!» y Víctor Hugo, con voz de dramático trémolo, poniendo los ojos en blanco, decía:<br />

«L'Angleterre! Ah, Shakespeare!» El ujier prosiguió: «Monsieur le Representant de l'Espagne!» Y<br />

Víctor Hugo: «L'Espagne! Ah, Cervantes!» El ujier: «Monsieur le Representant de l'Allemagne!»<br />

Y Víctor Hugo: «L'Allemagne! Ah, Goethe!» Pero entonces llegó el turno a un pequeño señor,<br />

achaparrado, gordinflón y torpe de andares. El ujier exclamó: «Monsieur le Representant de la<br />

Mesopotamie!» Víctor Hugo, que hasta entonces había permanecido impertérrito y seguro de sí<br />

mismo, pareció vacilar. Sus pupilas, ansiosas, hicieron un gran giro circular como buscando en<br />

todo el cosmos algo que no encontraba. Pero pronto se advirtió que lo había hallado y que volvía a<br />

sentirse dueño de la situación. En efecto, con el mismo tono patético, con no menor convicción,<br />

contestó al homenaje del rotundo representante diciendo: «La Mesopotamie! Ah, l'Humanité!» . J.<br />

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Ortega y Gasset, Obras Completas, IV, pág. 115.<br />

Hoy ya nadie debería pensar que la Ruta, la organización y la gestión de grandes<br />

territorios son características propias de Occidente, como no lo es la invención de<br />

técnicas y artilugios (Si acaso, como supone V.D. Hanson, el militarismo cívico<br />

fundado en una moral social, que transformó a los occidentales europeos en seres letales<br />

cuando se trata de lucha armada). No parece que hubiese diferencia muy significativa<br />

entre Europa y China en el siglo XV respecto de la población, la extensión de sus<br />

dominios o el estado de la tecnología: la brújula, la imprenta o la pólvora son inventos<br />

de los chinos y los <strong>número</strong>s, de Arabia; los tejidos e hilados de la India o los fundidos<br />

de Mesopotamia son más refinados que los tejidos o fundidos europeos... Son miles los<br />

antiguos exploradores asiáticos de la ruta de la Seda, los que alcanzan el mar Rojo o el<br />

golfo pérsico; y hubo quien se aventuró por lugares remotos como el mercader chino y<br />

musulmán Zheng He (1371-1435), a quien se conoce como el Cristóbal Colón chino,<br />

que alrededor de 1420 navegó desde China a través de Malacca hacia Sri Lanka, hasta<br />

llegar a África. Los imperios chino, mogol u otomano eran coetáneos de los imperios<br />

portugués e hispano en el siglo XVI cuando tiene lugar el descubrimiento de América<br />

por los europeos. El motivo principal que les llevó a tan sorprendente descubrimiento<br />

parece que fue el interés por acortar el camino para el comercio con las Indias. Otra<br />

versión vincula el descubrimiento a la gesta imperial hispánica, y ven en esa ruta el<br />

rastreo y encuentro con el Preste Juan, un reino (mítico) cristiano en África que habría<br />

de aliarse con Roma contra el Islam ad maiorem Dei Gloriam. Una fábula que se cuenta<br />

ya en el siglo XI y que todavía encontramos representada en los mapas cartográficos del<br />

siglo XVII (por ejemplo, en el de Joan Blaeu).<br />

MESOPOTAMIA<br />

En Mesopotamia las rutas fluviales y las caravanas de asnos se combinan para<br />

llevar el comercio y la guerra. El poder unificado en un solo hombre-divinizado permite<br />

realizar planes con estrategias a corto y medio plazo. En tiempos de Sargón I el Grande<br />

(2350-2300 ane) se unifica la llanura sumeria y permite el intercambio de madera,<br />

metales y otros materiales elaborados a cambio de textiles, vinos y otros productos entre<br />

las ciudades. El karum (nombre con el que los acadios denominaban los mercados que<br />

iban creando a orillas del río) de la ciudad de Ashshur y el de la ciudad de Mari, — los<br />

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mercados más importantes del curso medio de los ríos Tigris y Eufrates respectivamente<br />

a partir de finales del tercer milenio antes de nuestra era —, así como el karum de<br />

Babilonia en el punto más cercano del curso bajo de ambos ríos, al noreste de Akkad, se<br />

convierten en el centro de una vasta red de mercados y se prefigura ya la unión del<br />

poder del príncipe, la protección del guerrero y la destreza financiera y comercial de los<br />

mercaderes que trazan las rutas para el intercambio humano. La red mesopotàmica de<br />

las rutas es variopinta:<br />

EGIPTO<br />

— La ruta del lapislázuli está muy consolidada, promovida por los sacerdotes que<br />

buscan piedras preciosas para sus templos.<br />

— La ruta de las expediciones militares para el control de los campesinos y<br />

braceros que trabajan la cada vez mayor extensión de terrenos habilitados.<br />

— La ruta de muy variados productos artesanales entre los que destacan las armas<br />

y las herramientas de cobre y bronce; los tornos para la cerámica o los<br />

ladrillos de adobe...<br />

— La ruta del ganado por donde trasiegan los rebaños de ovejas y cabras del norte<br />

al sur y de las tierras bajas a las altas siguiendo las estaciones.<br />

— Y otras muchas: ruta de las maderas, de los metales...<br />

En Egipto, el faraón y sus subditos, bien guarnecidos por sus fronteras naturales,<br />

el desierto y las gargantas del Nilo, habilitan las rutas internas de Egipto con ese<br />

desprecio característico del que se sabe seguro ante todo lo exterior. Empero, no pudo<br />

impedir la invasión de los hicsos, pueblo semítico del Levante mediterráneo, con el<br />

poderío suficiente para abrir con sus carros de caballos aquella muralla que componían<br />

el mar, el desierto y los grandes saltos del río Nilo. La contra-ruta de los hicsos tuvo<br />

como consecuencia una nueva expansión egipcia, ahora montados sus guerreros en<br />

aquellos carros que les habían vencido. Uno de los faraones egipcios de la Dinastía<br />

XVIII fundada por Amosis en 1570 ane, el faraón Tutmosis III (1480-1448) abre nuevas<br />

rutas de guerra que conducen hasta los confines del Éufrates, con lo que su imperio se<br />

extiende desde el Nilo al Éufrates. A partir de Ramses III (1197-1165 ane) se inicia la<br />

decadencia de los egipcios, que culmina con la invasión del asirio Asurbanipal en el 662<br />

ane, y abre la ruta asiría contra Egipto que en el 332 ane sigue Alejandro Magno. La red<br />

egipcia de las rutas aprovecha al máximo la riqueza natural del desierto y del Nilo:<br />

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—La ruta de las canteras de Egipto para la construcción de edificios y estatuas.<br />

—La ruta del Nilo, un transporte barato, seguro y de gran capacidad.<br />

—La ruta abierta hacia 1.200 ane, por herreros ambulantes que producen armas y<br />

utensilios agrícolas: rejas de arado, azadas y hoces..., que venden al mundo<br />

rural.<br />

INDIA<br />

La población que se extiende a lo largo del Indo aprende a destilar el agua<br />

potable y a separarla de las aguas residuales con sistemas de alcantarillado. Más tarde<br />

(circa 7000 ane), al ser invadidos por los arios, se agrupan alrededor del río Ganges. La<br />

red india de las rutas adquiere múltiples matices y coloridos:<br />

CHINA<br />

—La ruta abierta por los indios de la India por la que ponen en contacto a otros<br />

mundos durante un periodo muy largo de tiempo: los espléndidos tejidos<br />

de algodón, la pimienta y la canela, especias bien deseadas.<br />

—La ruta religiosa que esparció el budismo por toda Eurasia, y que caló de<br />

manera especial en China.<br />

China es, como Egipto, un imperio sostenido en la navegación fluvial; pero a<br />

diferencia del imperio del Nilo, China es atravesada no por uno, sino por más de 5.000<br />

ríos, casi todos navegables, que desembocan en el mar: El Yangtsé (Azul), el Huang<br />

(Amarillo), el Jeilung, el Perla y el Jaije cruzan China de Este a Oeste hacia el océano<br />

Pacífico y el Yalutsangpo y el Nuchiang, de Norte a Sur hacia el océano Índico. Al sur<br />

de la línea Juai-Chinling los ríos cuentan con un volumen de agua invariable que los<br />

hace aptos para la navegación todo el año. El río Amarillo, de 4.800 kilómetros de<br />

longitud, sirve de eje alrededor del cual se fragua la cultura china nacida en un amplio<br />

valle de 740.000 kilómetros cuadrados. Pero aun es más largo el río Yangtsé de 5.800<br />

kilómetros de longitud, que sirve de medio de transporte a más de 250 millones de<br />

personas que habitan sus orillas y valles. El puerto de Shanghai es el de la<br />

desembocadura de este río, el más importante de toda China.<br />

La habilidad mental y técnica de los chinos les lleva a construir numerosos<br />

diques, acequias y sistemas de drenaje para cultivar la inmensa llanura del río Amarillo.<br />

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Además, aprenden a unir los ríos mediante canales artificiales. El más importante de<br />

estos canales fue y es el Gran Canal de 1.700 kilómetros que une Pekín con Sangchon.<br />

Mas para el Imperio Chino nunca fue una prioridad el interés por las rutas oceánicas, y<br />

se protegió siempre de sus enemigos externos enriqueciendo las rutas de comunicación<br />

de sus propios ríos y canales. Hasta que en el siglo XIX China hubo de experimentar la<br />

confrontación brutal de las rutas enfrentadas. La llegada a sus puertos oceánicos de los<br />

navegantes procedentes de los nuevos imperios japonés y norteamericano a mediados<br />

del siglo XIX hace inevitable el conflicto. El choque de las rutas de estos nuevos<br />

imperios con la frontera china fue la causa más importante de la Revolución de 1949,<br />

que vuelve a colocar a China en posición de apertura hacia el resto del mundo, tanto en<br />

el trazado de rutas exteriores tanto en el comercio mundial como en la carrera del<br />

espacio exterior.<br />

DIALÉCTICA RUTA / FRONTERA<br />

Las rutas comerciales, que enriquecen a las gentes y a las ciudades por donde pasan,<br />

atraen a quienes tienen la voluntad de acortar el proceso de producción y de<br />

distribución, y desean quedarse con el objeto producido, listo para el consumo. Dicho<br />

sin eufemismos: las rutas que abren los ladrones. Rutas que se legitiman como rutas de<br />

guerreros: "— ¿Por qué tienes infectado el mar?, increpa Alejandro Magno al pirata. —<br />

¿Y por qué tú tienes infectado todo el mundo? Sólo que, porque yo lo hago con un<br />

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pobre barco, me llaman ladrón, y a ti, porque lo haces con una escuadra, te llaman<br />

emperador". Se despejan entonces las rutas de los guerreros que se intersectan con las<br />

rutas comerciales, que llevan con frecuencia a su destrucción y desaparición. Así ocurre<br />

cuando los arqueros esteparios atacan la frontera noroccidental de China alrededor de<br />

350 ane y obligan a reforzar la frontera en Chiang. Al principio lo hacen con la<br />

caballería; mas su alto precio (un caballo consume el grano para doce personas) invita al<br />

emperador chino a construir muros defensivos contra los esteparios. Muchas son las<br />

rutas guerreras que atacan las rutas de los mercaderes: los escitas contra el Imperio<br />

Asirio; los manchúes contra el Imperio Chino; los aurigas arios contra Persia, que<br />

avanzan hasta el norte de la India llevando consigo una lengua nueva que hará fertilizar,<br />

ideas y prácticas religiosas, y habilidades artesanales (15000 ane); los dorios contra el<br />

Imperio Micénico; los hunos provocan migraciones genéricas y borran las fronteras a lo<br />

largo de Rhin y el Danubio, acaban convirtiendo la Europa septentrional en una<br />

sociedad cristiana y unen las costas del Báltico y el Mediterráneo (374-453)...<br />

Las rutas guerreras invasoras obligan a los pueblos asentados a protegerse con<br />

ingeniosos dispositivos de defensa, conjugándose Ruta y Frontera. Y no sólo se<br />

defiende con muros, murallas, fortines..., sino con las mismas armas de los atacantes:<br />

Los partos en Persia promueven una clase guerrera que, con grandes caballos,<br />

armaduras y flechas, consigue repeler al enemigo rápidamente. Aunque el mejor<br />

antídoto es convertirlos en incompetentes. Las rutas de los arqueros esteparios<br />

desaparecen en el mismo momento en que los jinetes no son capaces de competir con la<br />

estructura de manufacturas e incipientes industrias de armas, los sistemas de<br />

financiación y la logística de abastecimiento. Una fecha simbólica en este asunto<br />

esl764: en Culloden, los escoceses de las tierras altas, armados de espadas, son<br />

derrotados por los disparos de la infantería británica.<br />

VARIANTES EN LA RUTA<br />

Pero no sólo los guerreros transforman las rutas; también las cambian los<br />

impuestos de quienes establecen las fronteras. Alejar las rutas comerciales de la costa y<br />

llevarlas a alta mar es una solución que se les ocurre a los negociantes chinos e indios<br />

para evitar los impuestos que les imponen las autoridades locales a lo largo de los<br />

puertos que visitan durante la navegación costera. Estas nuevas rutas mar adentro<br />

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permiten a los indios circunnavegar la península malaya para alcanzar la China<br />

occidental y continuar tranquilamente con el transporte de clavo y nuez moscada<br />

(Indonesia), de oro y marfil (África), de porcelana y seda (China), de pimienta y<br />

algodón (India)...<br />

Pero otras veces los viajeros quedan atrapados en los caminos naturales. Las<br />

rutas fluviales imponen a comerciantes y guerreros vías muy específicas, los propios<br />

límites de su comercio. Los rápidos y cataratas que se forman en los grandes ríos<br />

africanos —el Níger, el Congo— impiden que la comunicación con el mar sea factible.<br />

El río Nilo ha visto cómo una y otra vez los hombres buscan el lugar de su nacimiento.<br />

Cambises —cuenta la leyenda—, perece en la primera expedición conocida para<br />

alcanzar las fuentes del Nilo. Ptolomeo traza el primer mapa de la región y dibuja un<br />

gran lago y una cadena montañosa a la que llama los Montes de la Luna, y pone un<br />

punto y aparte a una antiquísima leyenda: las fuentes del Nilo ya no se encuentran en las<br />

bocas del cielo, sino en las de la tierra, lo que induce a los más arriesgados a acceder a<br />

ellas y contemplarlas, lo que significa alcanzar y contemplar el nacimiento del mundo.<br />

Heródoto navega río arriba hasta la isla de Elefantina, la actual Asuan, pero topa con la<br />

primera catarata del río. Nerón envía dos centurias en busca del nacimiento del Nilo,<br />

pero los pantanos de Juba, donde el río se dispersa en centenares de canales, le impide<br />

continuar. El jesuíta madrileño Pedro Páez alcanza el lago Tana, las fuentes del Nilo<br />

Azul en 1618, siguiendo las rutas abiertas por los traficantes de esclavos. Richard<br />

Burton y John Hanning Spake, al fin, avistan el lago Tanganika en 1859, aunque, de los<br />

dos, únicamente Spake alcanza las fuentes del Nilo en 1862, mientras Burton se<br />

recupera de una enfermedad.<br />

PROTECTORES DE LA RUTA<br />

Los nómadas esteparios también aprenden de la historia y saben transformar la<br />

ruta guerrera en ruta de mercancías. Pues, aunque siempre les queda el recurso de atacar<br />

los asentamientos agrícolas, acostumbrados al goce de las refinadas mercancías de las<br />

caravanas, prefieren convertirse en sus protectores en vez de ser sus enemigos. Y<br />

entonces llevan la guerra al corazón mismo del comercio. Porque las rutas siempre se<br />

encuentran en muy precario equilibrio, en cuanto alguna de las partes, las más violentas,<br />

se vean injustamente tratadas o sueñen con tomar el poder: Los hunos, desde Hungría,<br />

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provocan el desplazamiento de los germanos, quienes, a su vez, borran las fronteras<br />

romanas del Rhin y el Danubio y acaban convirtiendo la Europa septentrional en parte<br />

de una sociedad nueva, la cristiana; ávaros, búlgaros, kazajos, pechenegos y magiares<br />

hacen también incursiones hacia Europa, porque ellos mismos eran desplazados por<br />

otros grupos nómadas que operan más al Este; los desplazados germanos se convierten<br />

en colonizadores, empujando a la población de habla latina de su límite occidental; otros<br />

llegan a la Britania celta y la transforman en la Inglaterra anglosajona al cultivar los<br />

suelos arcillosos de la isla con el arado (romano) más pesado, provisto de vertedera que<br />

voltea la tierra del surco y la arroja a un lado, convierten los suelos arcillosos anegados<br />

de la Europa occidental en campos de cereales y en viñedos, que sustituyen a los<br />

antiguos bosques y prados pantanosos.<br />

Los sucesivos ataques de los hunos, los ávaros, los vikingos o los magiares dan<br />

lugar a la contraofensiva, hecha realidad en la figura del caballero cristiano, una figura<br />

que alcanza su climax con la figura literaria trituradora, el Caballero de la Triste Figura,<br />

el simpar D. Quijote de la Mancha. Pero para llegar a tan genial símbolo, se hubieron de<br />

recorrer muchas otras figuras. Una de ellas fue la de los partos o los sasánidas de Persia;<br />

los caballeros de la cruz defendieron los poblados que pagaban las rentas de las que<br />

vivían. El caballero utiliza el caballo a galope y concentra toda su energía en la lanza,<br />

cargando de cabeza sobre el enemigo, protegidos con cotas de mallas, espadas y hachas.<br />

La primera ruta que abren es la Primera Cruzada (1099) y llegan a Jerusalén; por el lado<br />

opuesto, los caballeros del Temple permiten el comercio en el camino hacia Santiago de<br />

Compostela. He ahí los límites de esa gran ruta recorrida por el cristianismo. Roma será<br />

el nodo de unión entre Jerusalén (legado del apóstol preferido) y Santiago (legado del<br />

hermano de Jesucristo). Pedro y Santiago quedan conectados por la mediación del<br />

vicario vivo que habita la Roma de Pablo. La unidad en la pluralidad o Dios uno y trino<br />

son herramientas conceptuales filosófico-teológicas para dar cuenta de la complejidad<br />

que el par Ruta/Frontera está provocando.<br />

ENÉRGICOS PREPARATIVOS Y FELICES CASUALIDADES<br />

Las rutas permiten el contacto de los diferentes centros de poder que se van<br />

levantando en los lugares más favorecidos de la tierra: puertos de mar, cuencas<br />

fluviales, llanuras cerealísticas. No hay «milagro griego», ni chino, ni indio..., sino<br />

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cruces continuos de rutas por donde transitan actantes con sus técnicas, sus estrategias,<br />

su ingenio, sus productos elaborados, sus conocimientos... y su suerte. Y unos y otros se<br />

reactivan o fracasan. Y es en ese juego de casualidades y sorpresas en el que se van<br />

consolidando ciertos saberes. Las rutas ponen en contacto energías, materiales y<br />

símbolos que a veces fructifican y a veces se degradan: «Enérgicos preparativos y<br />

felices casualidades» es un espléndido apotegma que utiliza Ferrater Mora para indicar<br />

el éxito de las empresas, y que querríamos utilizar de eslogan para señalar el resultado<br />

de la Ruta, que pone en contacto a todas las civilizaciones salidas de la Edad de Bronce<br />

(3.000 ane) y la formación de imperios-naciones, que eufemísticamente J. Goody llama<br />

«constelaciones centrales». La actual civilización global es uno de esos momentos de<br />

cruce de rutas, un proceso continuo de cambio e intercambio entre innumerables<br />

ciudades y estados. En ocasiones algunos de esos centros, constelaciones, imperios o<br />

civilizaciones toman la delantera y aventajan a los otros por confluencia de causas muy<br />

complejas. Los anglosajones europeos de los siglos XIX y XX se encontraron en la<br />

cúspide y se creyeron que la colonización era algo natural, intrínseco a los hombres<br />

blancos europeos. Una arrogancia mal asumida por los demás estados de Europa que<br />

quieren ocupar esa punta de lanza y les lleva a un enfrentamiento en dos guerras<br />

terribles, en las que sacrifican millones de europeos y concluye con las catástrofes más<br />

terribles que conozcamos: la Shoap, los bombardeos de las ciudades (Londres,<br />

Dresde...) y el uso de la energía atómica contra poblaciones indefensas (Hiroshima y<br />

Nagasaki).... Catástrofes ejecutadas por individuos que, con mayor o menor brillantez,<br />

habían estudiado en las escuelas a Sófocles, Platón, Euclides, Agustín de Hipona,<br />

Dante, Descartes, Kant..., podían seguir la partitura de una ópera de Wagner o de Verdi,<br />

comían con tenedor y cuchillo... La singularidad de la Europa cantada por sus poetas y<br />

conceptualizada por Hegel no es más que un momento de ese cruce de rutas que<br />

temporalmente le dio ventaja y que los herederos temen perder, lo que se manifiesta de<br />

las maneras más paradójicas. Pero las rutas siguen cruzándose y ya empezamos a ver<br />

que otras constelaciones empiezan a brillar con su luz propia y se disponen a tomar<br />

ventaja. Si EEUU inicia el siglo XXI como Señor de la Ruta, ¿quién la dominará al<br />

terminar el siglo? ¿China, India, Suráfrica, Brasil...?<br />

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CAPÍTULO 5. P ARA UNA CLASIFICACIÓN DE LA RUTA<br />

¿Nos atreveríamos a ir más allá de una mera descripción de las rutas, con sus<br />

anecdotarios, variaciones y coloridos? ¿Sería posible construir un campo semántico de<br />

la Ruta, según ejes coordenados que permitan su clasificación? Sólo si los criterios<br />

proceden de características esenciales de las rutas. En primer lugar, es condición formal<br />

que la Ruta posea un objeto, una finalidad. El aventurero, el que sale sin rumbo a lo que<br />

se tope, no abre rutas, sino que, en todo caso, se las encuentra y las utiliza<br />

accidentalmente. No hay «ruta aventurera», sino aventureros que cruzan las rutas a su<br />

favor y, quedando presos de ellas, en ellas dejan sus vidas. Poco interés pueden<br />

ofrecernos el aventurero, el desarraigado, el fugitivo..., excepto cuando ponen su<br />

inteligencia y su pasión al servicio de causas políticas, económicas, religiosas. Sólo<br />

entonces adquiere interés para la Ruta: los corsarios ingleses que «trabajan» para su<br />

Majestad la reina de Inglaterra; los cazadores de osos o bisontes trascienden el<br />

romanticismo de sus existencias cuando transportan las pieles de las piezas cobradas a<br />

los mercados de Vancouver...<br />

DE LOS CRITERIOS FORMALES: LOS FINES<br />

Si el criterio de definición de la Ruta es el fin que se pretende alcanzar, entonces<br />

hemos de remitirnos a los diferentes tipos de fines 3 . El fin no es un término absoluto,<br />

sino local, concreto, que llamaremos referente, por el cual cobra sentido. El fin puede<br />

ser muy complejo, lo que exige que cierto parámetro exterior alcance un valor que<br />

unifique todo el proceso o bien que el valor de alguna variable sea capaz de relacionar<br />

estructuralmente el fin y el referente (el fin de constituir un Estado, por ejemplo, exige<br />

unificar múltiples elementos: territorio, ejército, administración y lenguaje, voluntad<br />

nacional, infraestructuras...). Si, por lo tanto, el concepto de fin integra el contexto<br />

exterior que limita el fin, el referente de ese fin, y el sentido o motor del fin, entonces<br />

existen tres modos de constituirse: Un primer modo, cuando el fin queda determinado<br />

por un contexto exterior que desempeña el papel de límite o frontera; en el caso de que<br />

3 .- Gustavo Bueno en su trabajo «Estado e historia» ha trazado una tipología de los fines<br />

que nos sirve de referencia y que adecuamos al concepto de Ruta. La aceptación de esta<br />

clasificación de G. Bueno no nos compromete a compartir otras ideas suyas; y, en<br />

especial, las consecuencias que obtiene del concepto de imperio hispano, como se verá<br />

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sea el espacio, se llamará fin configuracional; y en el caso de que sea el tiempo, fin<br />

procesual. Un segundo modo, cuando el fin desempeña el papel de plenitud,<br />

estabilización o perfeccionamiento del referente; en el caso moderado se llamará fin<br />

constitutivo; en el caso límite, tal que el referente desaparezca de manera abrupta,<br />

porque el proceso ha concluido su curso, fin consumativo. El tercer modo, cuando se<br />

tiene en cuenta el sentido o composición estructural del referente y el fin; en el caso de<br />

que la composición sea independiente del operador humano, fin lógico; en el caso de<br />

que dependa de los actantes operadores humanos, fin proléptico.<br />

I) Modo según el cual el fin queda determinado por el contexto exterior. Se<br />

considera el referente como una multiplicidad que va a ser totalizada por el fin.<br />

I a) El fin configuracional queda determinado por un límite o frontera espacial: El<br />

océano es un límite que envuelve los confines de la tierra (el confín es un telos); el<br />

desierto es un límite que interrumpe la expansión de las ciudades, etc.<br />

Lo llamaremos FINIS-TERRAE (o callejón sin salida) de la Ruta, porque topa<br />

con límites exteriores que no puede o no quiere traspasar.<br />

I b) El Fin procesual se sitúa en el futuro temporal: El fin de alcanzar la gloria olímpica<br />

justifica el sacrificio del entrenamiento (el fin por analogía); el fin de mi obrar es el<br />

disfrute beatífico de Dios en el cielo, etc.<br />

Lo llamaremos FIN UTÓPICO de la Ruta, porque ahora el fin es temporal y puede ir<br />

más allá de la vida existencial de los humanos.<br />

II) Modo según el cual el fin se identifica con el resultado. El fin desempeña el papel<br />

de término de plenitud o perfeccionamiento del mismo referente: el fin del embrión es el<br />

organismo adulto; el fin de la educación republicana es el ciudadano... Puede entenderse<br />

de dos maneras:<br />

II al) El fin constitutivo como tendencia a la estabilización: el fin de los torrentes es<br />

mantener el cauce del río.<br />

más adelante.<br />

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Lo llamaremos FIN PERFECCIONADOR, de la Ruta, porque sin él, la ruta<br />

quedaría frustrada, no habría podido llevarse a efecto.<br />

II a2) El fin constitutivo como algo previamente dado a su constitución, una vez<br />

eliminadas las contradicciones y alcanzada la maduración: el escritor, tras concluir la<br />

novela, escribe: Finis coronat opus; el emperador sueña con la humanidad en su estado<br />

final, una vez desaparecidos todos los problemas militares, administrativos,<br />

económicos...<br />

Lo llamaremos FIN INSTRUMENTALIZADOR de la Ruta, porque el fin realimenta el<br />

gasto y los esfuerzos, la dificultad y los sacrificios que imponen los objetivos<br />

establecidos.<br />

II b) El fin consumativo significa que el proceso termina su curso<br />

de manera abrupta: el fin de un organismo ante la muerte; el fin de la<br />

vacuna es la desaparción del virus (viruela...).<br />

Es este tipo LA NEGACIÓN MISMA DEL FIN que se persigue. Si de la utopía<br />

se dice «no hay tal lugar», de esta Ruta se dirá «no hay tal ruta». En el viaje<br />

escatológico al otro Mundo, éste desaparece.<br />

III) Modo según el cual lo importante es el sentido del fin. La composición<br />

estructural del fin, proceso o despliegue, se considera que no es caótico, ni arbitrario, ni<br />

absurdo, sino que posee un sentido. El fin de la actividad de un político es ayudar a sus<br />

convecinos.<br />

III a) El fin lógico posee un sentido independiente de los sujetos<br />

que persiguen ese fin: El fin es obra del Destino, determinado por alguna<br />

causa económica, política, religiosa, etc.<br />

Lo llamaremos FIN NECESARIO de la Ruta, porque se impone por causa<br />

mayor, por los flujos que determinan la vida de los hombres.<br />

III b) El fin proléptico supone que en la programación y planificación de ese fin<br />

interviene el sujeto de manera explícita. El fin es un plan, programa, estrategia...<br />

diseñada explícitamente para su consecución.<br />

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Lo llamaremos FIN PLANIFICADO de la Ruta, porque es un objetivo que se<br />

dirige a otros sujetos a quienes les afecta y a los que se seduce o implica para aunar<br />

esfuerzos y recursos (véase Cuadro 1).<br />

DISTINTOS TIPOS DE FINES APLICADOS A LA RUTA<br />

I) Modo dimensional o fin como límite del contexto exterior<br />

I a) EL FIN FINIS-TERRAE (O CALLEJÓN SIN SALIDA) de la Ruta<br />

I b) EL FIN UTÓPICO FUTURO TEMPORAL de la Ruta<br />

II)<br />

III)<br />

Modo entitativo o fin como resultado<br />

II a1) EL FIN PERFECCIONADOR de la Ruta<br />

II a2) EL FIN INSTRUMENTALIZADOR de la Ruta<br />

II b) NEGACIÓN DEL FIN. No existe tal Ruta<br />

Modo fundamental o sentido y composición estructural del fin<br />

III a) EL FIN NECESARIO de la Ruta<br />

III b) EL FIN PLANIFICADO de la Ruta<br />

Cuadro 1<br />

DE LOS CRITERIOS MATERIALES: LAS CATEGORÍAS<br />

El fin, criterio formal, ha de cruzarse con la materialidad que le proporcionan las<br />

categorías en las que se enmarcan esos mismos fines. Pues ya se ha indicado que no hay<br />

rutas de aventureros ocasionales. Las rutas de los vikingos, comerciantes y<br />

colonizadores de Escandinava que atraviesan el Báltico y el mar del Norte, que llegan a<br />

América por el Atlántico y pueblan Groenlandia (982) y Terranova (1000), no son sino<br />

rutas frustradas, porque no supieron transformar los caminos recorridos en historia; hay<br />

que esperar a Colón, en ruta proyectada y organizada dentro de la política de los Reyes<br />

Católicos hispanos para poder hablar de Ruta. Aunque los pescadores de bacalao<br />

vizcaínos o los ingleses de Bristol, tras intrépidas hazañas, hubiesen alcanzado las<br />

costas de Terranova, su silencio los excluye de haber abierto una Ruta, que, por el<br />

contrario, sí llevaron a cabo Vasco de Gama, Fernando de Magallanes o Juan Sebastián<br />

Elcano. Porque éstos necesitaban encontrar el camino de vuelta, lo que comporta<br />

organizaciones políticas e institucionales que apoyen, protejan y legitimen su viaje.<br />

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Elegimos las grandes categorías que nos ofrecen las ciencias sociales mediante las<br />

cuales se conceptualizan los fenómenos humanos: Política, Cultura, Economía,<br />

Ingeniería, Demografía y Estrategia militar. Si se cruzan los criterios formal y material,<br />

se obtienen los diferentes modos de las rutas: Ruta del Interior; Ruta Religiosa; Ruta de<br />

la Moneda; Ruta de la Energía; Ruta del Desplazamiento y Ruta Político-Militar (Véase<br />

cuadro 2).<br />

DE LA COMPLEJIDAD DE LA RUTA<br />

Que se pueda establecer un criterio de clasificación de la Ruta no significa que<br />

exista la Ruta pura. Cada categoría debe entenderse como categoría predominante.<br />

Sírvanos de muestra la rutas de caravanas de camellos que se despliegan por los<br />

desiertos desde Arabia al Asia central o al Sahara y la ruta americana de los<br />

encomenderos de la monarquía hispana.<br />

El caso de las rutas africanas<br />

Los camellos se propagan por África alrededor del año cero y llegan hasta el<br />

lago Chad, atravesando el desierto del Sahara. Las rutas transsaharianas buscan oro y<br />

extraen sal del desierto. Estas rutas, además de tejidos que cambian por el oro y la sal,<br />

llevan la religión islámica y preparan el camino para que los africanos occidentales<br />

expandan el Islam alrededor del año mil. El camino permite la formación de una lengua<br />

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centralizada en las ciudades costeras, el swahili, de influencia arábiga, pero sólo en las<br />

zonas costeras, pues el África del interior es controlada por africanos de habla bantú,<br />

que mantienen sus religiones tradicionales.<br />

El caso de la ruta americana<br />

En la ruta del descubrimiento de América, van de la mano la religión, la<br />

economía, la energía o el despliegue técnico y militar. Yes, precisamente, la naturaleza<br />

de la Ruta americana lo que provoca tanta polémica. Así, suele afirmarse en los medios<br />

anglosajones que la Monarquía hispana traza una ruta vinculada al «saqueo», frente a la<br />

monarquía portuguesa, que lo hace desde las «relaciones comerciales», debido a las<br />

distintas zonas que el Papado otorga a cada una de las dos monarquías en el Tratado de<br />

Tordesillas (1494). A la monarquía hispana le corresponden las tierras en las que existen<br />

ya imperios (aztecas, mayas, incas...), a los que somete por medio de las armas y de las<br />

enfermedades víricas (gripe, viruela...) que portan los conquistadores. De esta manera,<br />

España construye un imperio terrestre, conectado a la metrópoli por las rutas oceánicas.<br />

La monarquía portuguesa, en cambio, explota latifundios con mano de obra esclava que<br />

ellos mismos transportan desde África. Una vez que las naves doblan el cabo de Buena<br />

Esperanza, los marinos y mercaderes portugueses se dedican al comercio con<br />

poblaciones árabes, indias o chinas, que, por otra parte, les oponen resistencia en<br />

algunos momentos. Más que un imperio comercial dedicado a la colonización de tierras,<br />

Portugal es una talasocracia sostenida por el poder de su fuerza naval reforzada con<br />

cañones. Por cierto, una tesis que ya contempla el padre dominico Francisco Vitoria:<br />

"Además, hay también muchas tierras que ellos consideran desiertos, o que son<br />

comunes a todos los que quieran ocuparlas; y los portugueses sostienen un intenso<br />

comercio con naciones semejantes, que ellos no conquistaron y les reporta grandes<br />

beneficios" (Relección primera sobre los indios recientemente descubiertos, tercera<br />

parte).<br />

Desde medios hispanófilos, esta manera de contar la historia sería una mentira<br />

transmitida como Leyenda Negra. En un reciente trabajo de G. Bueno, España frente a<br />

Europa, se invierten los términos: el «saqueo» fue lo propio de Inglaterra, un «imperio<br />

depredador», frente a España, calificado de «imperio generador». La distinción de<br />

depredador / generador procede de Ginés de Sepúlveda (1490-1573), que distingue en<br />

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Demòcrates Segundo (1545) entre imperium civile y imperium herile. España habría<br />

conformado planes y programas civilizatorios, económicos, eclesiásticos, jurídicos y<br />

aun lingüísticos. Y valga para mostrarlo los «problemas de conciencia» que supuso la<br />

conquista al emperador Carlos, que hace reunir a los mejores teólogos del reino en la<br />

famosa Controversia de Valladolid (1550) y que consigue incluso paralizar por un<br />

tiempo el régimen de Encomienda.<br />

El análisis de este episodio de la historia de la humanidad requiere incorporar<br />

otra HIPER-categoría, la Complejidad, pues no puede reducirse aun asunto de buenos y<br />

malos. Aquel descubrimiento realizado por un italiano al servicio de los Reyes de<br />

Castilla y Aragón, etc., fue el resultado de un largo proceso: el conocimiento de la<br />

esfericidad de la tierra, la presión demográfica en Europa, la necesidad de acortar los<br />

viajes comerciales de especias a la India... una empresa que requería esfuerzos militares,<br />

administrativos o logísticos que sólo una organización estatal podía acometer. El<br />

problema que España tiene es el de pensar en aquel mundo como si estuviese ya<br />

globalizado. España pretendió un imperio Universal, Católico. Por eso se ha hablado<br />

alguna vez de primera globalización (J.E. Willis; aunque para nosotros sería, por lo<br />

menos, la tercera, tras el comercio de los cuatro imperios antiguos y la expansión del<br />

cristianismo por el Imperio Romano). Otra cosa es que ese proceso no pudiera<br />

justificarlo umversalmente (es decir, filosóficamente), porque arrastraba negaciones que<br />

le conducían a la contradicción del sistema: Fundamentalmente, la expulsión de los<br />

judíos, una negación ontològica de una parte del mundo, y una concepción mítica del<br />

mundo aristotélico-cristiana, vinculada a los dogmas de la iglesia romana, inconsistentes<br />

con la nueva física matemática. ¿Cómo podían pretender la universalización quienes<br />

niegan una parte del mundo y quienes defienden el animismo ontológico en la<br />

transubstanciación? El mundo anglosajón, sostenido en los reformadores que apelan a la<br />

Gracia de Dios, concedida por voluntad divina sólo a una parte del mundo, a los<br />

elegidos —holandeses o ingleses — , que, además, podían realizar esa colonización<br />

enfrentada no al mundo indígena, sino a los propios españoles legitimados por el<br />

Papado, y que, por ello, harán caso omiso del reparto de América en Tordesillas. El<br />

principio del ius comunicationis del Padre Vitoria, que es la primera formulación de un<br />

principio filosófico y no teológico del mundo moderno, no pudo competir<br />

intelectualmente con el principio del cogito ergo sum de Descartes, lo que supone la<br />

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derrota filosófica del (virtual) proyecto civilizador español, pero negado de hecho por el<br />

aplastamiento de los conquistadores. A lo que se suma la derrota real de la guerra en el<br />

campo de batalla (guerra de los Treinta Años). Lo cual no quiere decir que el teatro, la<br />

poesía, la arquitectura... que justifican y fortalecen la ideología católica (Calderón,<br />

Góngora, Herrera...), fuese de menor valía que la obra que se creaba en el otro bloque<br />

imperial; ni que no fertilizara posteriores movimientos nacionales y civilizatorios, pues<br />

es bien conocido cómo Suárez o Calderón influyeron en el romanticismo alemán.<br />

Lo que ocurrió, más bien, es que la Monarquía hispana fracasa como Frontera,<br />

pues arrolla y aplasta todo a su paso en América; establece una soberanía imperial que<br />

no tiene en cuenta las organizaciones políticas de los estados constituidos: aztecas, incas<br />

o mayas. El emperador Carlos y sus sucesores no supieron enviar a las Indias hombres<br />

habilidosos, negociantes y estadistas que supieran pactar con los gobernantes indios la<br />

manera de reorganizar la política y la economía de la nueva situación, sino a guerreros,<br />

que muchas veces se enfrentan en guerras entre sí, encomenderos y aventureros, que<br />

privan a los reyes y soberanos indígenas de su potestad. Y ello sin menosprecio ni<br />

menoscabo de los muchos frailes y soldados pertenecientes a la tradición clerical<br />

decente, que denuncian el maltrato a los indígenas, a la vez que tratan de conocerlos, de<br />

estudiar sus lenguas, sus valores o sus dioses... y que consiguen de las monarquías<br />

europeas muchas mejoras en favor de los conquistados (Ley de Burgos de 1512, Leyes<br />

de Indias...). El Imperio Hispano no se comportó como un imperio que busca la justicia,<br />

sino como los atenienses contra la isla de Melos, según Tucídides en el libro V de<br />

Historia de la guerra del Peloponeso: "...el patrón de justicia depende de la igualdad<br />

de poder para coaccionar y que en realidad los fuertes hacen lo que tienen poder para<br />

hacer y los débiles aceptan lo que tienen que aceptar".<br />

Ahora bien, el que fracasara como Frontera, no significa que el Imperio Hispano<br />

fracasara como Ruta: pues pone en contacto zonas bien distintas del mundo y lleva a<br />

lejanos lugares productos tan decisivos para el bienestar de los hombres como la patata,<br />

el tomate, las judías verdes, la calabaza, el maíz...; permite que se desarrollen las artes<br />

militares (barcos con cañones, armas de fuego...); amplia la cristianización del mundo;<br />

formaliza leyes jurídicas internacionales, etc. Ruta que desborda absolutamente el<br />

carácter conquistador y mercantil que lo promueve, si en el ánimo de Colón se hallaba<br />

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quedarse con la décima parte de "todas y cualesquiera mercaderías, siquiera sean perlas,<br />

piedras preciosas, oro, plata, especiería y otras, cualesquiera cosas y mercaderías de<br />

cualquiera especie, nombre y manera que sean, que se compraren, trocaren, hallaren,<br />

ganaren y hubieran dentro de los límites de dicho Almirantazgo..." {Capitulaciones de<br />

Santa Fe).<br />

* * *<br />

A sabiendas, pues, de que la Ruta nunca es genuina, sí podremos destacar algún<br />

elemento de ella que consideremos nuclear y que soporte o articule los demás aspectos<br />

de la Ruta. Pero siempre recordando que nada hay puro bajo el Sol.<br />

a) LA RUTA DEL INTERIOR<br />

El fin que se pretende conseguir al abrir la ruta marca sus justos límites, por lo<br />

que el trazado de la ruta exige encontrar estrategias adecuadas para alcanzar el fin. Es la<br />

actitud del rey o cabecilla con los exploradores: «Si no trazáis la ruta con eficacia, el<br />

grupo no podría sobrevivir». El fin está influyendo por feed-back sobre la ruta trazada,<br />

porque toda la estrategia remitirá una y otra vez al fin. Es la estrategia de los faraones y<br />

su desprecio al extranjero, la del Imperio Romano con su política de los limes o la de<br />

China y la construcción de su muralla.<br />

EL IMPERIO ROMANO<br />

En el siglo II después de Cristo y tras cinco siglos de luchas y conquistas, Roma<br />

consigue el control absoluto de los países ribereños del mar Mediterráneo y de la mitad<br />

occidental del continente europeo hasta la isla de Britania. En ese momento, el imperio<br />

cambia su táctica y trata de mantener lo conquistado desde sus inicios en el siglo III ane<br />

Vencedor de las Guerras Púnicas contra los cartagineses en Sicilia, Hispania y África,<br />

alcanza su apogeo expansionista con el emperador Trajano, oriundo de la provincia de<br />

Hispania y primer emperador adoptivo, que lleva los ejércitos imperiales hasta Armenia,<br />

Siria y Mesopotamia en lucha contra los partos a principios del siglo II después de<br />

Cristo.<br />

En la época de Trajano, Roma posee una economía basada en la agricultura y la<br />

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ganadería, con unas técnicas (aperos de labranza, abonos, cultivos...) que difunden por<br />

las tierras romanizadas; con una artesanía cada vez más concentrada en grandes talleres<br />

para atender las necesidades del ejército; y, por supuesto, con un comercio que<br />

convierte a Roma ciudad en el punto de confluencia de la red de calzadas y derrotas<br />

marítimas por las que circulan los mercaderes. También posee la organización política<br />

más amplia, detallada y estructurada que jamás se desarrollara en el Mundo Antiguo<br />

para gobernar un imperio y tiene un ejército competente que controla los confines del<br />

territorio imperial perfectamente definidos por una línea estática, que en la frontera de<br />

Germania se llamó limes, para evitar la entrada de los bárbaros, y que, por extensión,<br />

dará nombre a los distintos trazados de la frontera del imperio. El limes está conformado<br />

por un espeso camino fortificado con torres de vigilancia y guarniciones de legiones que<br />

lo vigilan, e impide que el imperio se extienda indefinidamente y segrega la ciudad y la<br />

civilización (Roma: la forma) de los bosques y los pantanos (los bárbaros, fuente de<br />

esclavos y soldados: la materia). El principal artífice de la línea defensiva estática fue el<br />

emperador Adriano, que pacta la frontera oriental con los partos en el río Eufrates y<br />

Armenia, fija la línea fronteriza de África en el interior de Argelia, construye murallas<br />

en Britania al sur de Escocia —Yallum Hadriani— y levanta empalizadas a lo largo de<br />

los ríos Rhin y Danubio, el limes de Germania.<br />

Los romanos del siglo II consideran que el interior de las fronteras de su imperio<br />

es la oikoumene, la tierra habitada —cultivada, civilizada— , a la que dotan de un<br />

entramado cultural con-formado por la lengua latina, el derecho romano, las<br />

instituciones políticas, una economía con un sistema monetario definido y un comercio<br />

que goza de una etapa de paz, con un sistema fiscal que financia al Estado y al ejército<br />

imperial, que es el garante de la Fax Romana. En la tierra firme europea del imperio,<br />

construyen una red de caminos empedrados que permiten la circulación de las legiones<br />

y de los carros que transportan las mercancías. En África, ponen en marcha un camino<br />

de caravanas que atraviesan el desierto del Sahara. Y en Asia se expanden hasta los<br />

confines de la Ruta de la Seda, aunque con vías de comunicación más tenues que en la<br />

Europa imperial.<br />

El principal medio de transporte utilizado en el Imperio Romano es el marítimo.<br />

La navegación por el mar Mediterráneo (Mare Nostrum) permite a Roma comerciar con<br />

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todos los puertos del imperio. La ruta vital y más transitada anualmente es la de los<br />

granos embarcados en Alejandría, Sicilia y Cartago en naves enormes con destino a<br />

Roma. El suministro de trigo para la urbe romana es imperativo alimenticio y político a<br />

la vez: Si el trigo no llega a tiempo a Roma significará hambre, enfermedades e<br />

inestabilidad política. La línea de Alejandría se compone de más de cien barcos veleros<br />

que superan las 1.000 toneladas de carga útil cada uno; incluso algunos barcos tenían<br />

capacidad para cargar 1.500 toneladas. Zarpan durante el verano de los puertos de<br />

Puzzoli y de Ostia, creado ex profeso para atracar las naves que traen el trigo destinado<br />

a Roma, y, viento en popa, tardan dos semanas en llegar a Alejandría. Cargan los granos<br />

y emprenden el largo y peligroso viaje de regreso navegando con el viento en contra.<br />

Desde Alejandría, costean Asia, pasan por Rosas y Creta con destino a Malta o Siracusa<br />

desde donde tardan dos o tres meses en llegar a Ostia o Puzzoli navegando en zigzag.<br />

Mientras que el transporte de granos de Sicilia y Cartago se halla en manos de<br />

particulares, el de Alejandría es cuestión de Estado. Otra ruta destacada fue la de las<br />

especias, que atraviesa el Mediterráneo en diagonal sudeste-noroeste.<br />

La seguridad marítima contra los piratas —los de Iliria destacaban por ser los<br />

más terribles— queda garantizada por la vigilancia de dos escuadras asentadas en dos<br />

puertos militares. Una de ellas —compuesta por cincuenta trirremes y quinquerremes—<br />

vigila desde Mesina; la otra, compuesta únicamente por trirremes, vigila desde Rávena.<br />

A estas flotas hay que añadir escuadras provinciales de patrulla y enlaces rápidos,<br />

generalmente liburnas que se usan indistintamente para la protección del tráfico<br />

comercial y para el transporte de las legiones.<br />

Las vías comerciales terrestres y marítimas contribuyen a difundir la<br />

romanización y a establecer lazos sólidos entre las provincias, aunque el ejército es el<br />

principal vehículo de romanización. A medida que el Imperio Romano se expande, las<br />

legiones y sus campamentos llegan más lejos, prolongan las calzadas y montan<br />

campamentos, y se hace necesario reclutar soldados de las provincias para las unidades<br />

auxiliares. Las legiones y sus unidades auxiliares se mueven por toda la oikoumene y<br />

vigilan el limes. Cuando los legionarios se licencian, crean poblaciones rurales de nueva<br />

planta, llamadas centuraciones, como recompensa por los servicios prestados y, como<br />

es natural, la lengua, el derecho y las costumbres de estas nuevas urbes responden al<br />

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modelo romano, al que perpetúan.<br />

El limes no adquiere sólo la función defensiva; sirve también como zona de<br />

contacto y comercio con los pueblos limítrofes; es el lugar perfecto para comerciar con<br />

los pueblos exteriores del otro lado del limes, desde donde traen esclavos, especias, telas<br />

de seda para el imperio; pero también traen problemas, porque no siempre se consigue<br />

dominar o seducir a los otros pueblos, cuyas costumbres pueden ser inconmensurables<br />

con las del imperio. En Judea, los romanos jamás consiguen romanizar a los judíos, que<br />

se sublevan cuando Adriano se propone reconstruir Jerusalén como ciudad Aelia<br />

Capitolina. La rebelión judía del año 132 no finaliza hasta el 135 y aleja<br />

definitivamente a los judíos del Imperio Romano, que componen la primera parte de su<br />

libro santo: la Mishua del Talmud, compuesto durante la resistencia al imperio en el<br />

mismísimo limes. El emperador Marco Aurelio ha de afrontar un ataque de los partos en<br />

Mesopotamia iniciado el año 162 y finalizado en el 166, y otro de los marcómanos en el<br />

Danubio en dos ocasiones (años 167-75 y 178-80); tanto el ataque de los partos como<br />

los de los marcómanos fueron rechazados. El emperador Comodo padece<br />

levantamientos en África y Britania. La dinastía de los Severos (193-235) se vio<br />

desbordada por las luchas en el limes contra partos y marcómanos; de hecho, la invasión<br />

marcómana del año 232 fue la causa directa del final de esta dinastía a manos del<br />

ejército de Maguncia, que se amotina comandado por Julio Vero Máximo.<br />

Los ataques de los pueblos exteriores que transgreden el limes durante el siglo<br />

III son determinantes en la sucesión de generales de fortuna al frente de un imperio<br />

incapacitado ya para defender la línea de la frontera creada por Adriano un siglo antes.<br />

El imperio del siglo III se caracteriza por tener gobiernos militares efímeros. Los<br />

pueblos bárbaros rebasan el limes una y otra vez y los generales salvadores se suceden<br />

uno tras otro. El imperio defiende sus fronteras como puede: general tras general y<br />

reforma tras reforma. El emperador Galieno reorganiza el ejército en el año 260 para<br />

facilitar su movilidad y para que intervenga rápidamente en los puntos de la frontera<br />

amenazados. El emperador Claudio II abandona algunas provincias como la Dacia en el<br />

270. Se forman reinos independientes para intentar crear estados satélites en el limes: El<br />

Reino Gálico se forma en el noroeste para defender el limes de Britania de las<br />

invasiones celtas; el Reino Ostrogodo se encarga de defender los territorios de más allá<br />

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de la Dacia de los pueblos nómadas de las estepas; y el Reino de Palmira se enfrenta al<br />

expansionismo del Reino Sasánida.<br />

A finales del siglo III, el emperador Diocleciano transforma el gobierno del<br />

imperio en una monarquía absoluta y descentraliza la administración del imperio. El<br />

emperador Constantino I lo divide en cuatro prefecturas y, cuando traslada la capital del<br />

imperio a Bizancio el año 331, se cierra la ruta del trigo de Alejandría a Roma, que<br />

ahora se dirige hacia Bizancio, un destino más cómodo y cercano que la ciudad de<br />

Roma. El imperio acaba rompiéndose en dos partes el año 395: Arcadio es emperador<br />

de Oriente y Honorio, de Occidente. Durante el siglo IV, se encomienda la defensa del<br />

limes de Germania a grupos germanos establecidos allí en calidad de federados del<br />

imperio, que recibían un pago anual por la defensa. El limes de Germania fue<br />

progresivamente invadido por los pueblos bárbaros que, en el siglo V, se asientan en<br />

suelo del Imperio de Occidente y lo fragmentan en un mosaico de reinos. Incluso toman<br />

y saquean la mismísima ciudad de Roma (410). El Imperio de Oriente sobrevive algún<br />

tiempo hasta que los restantes limes se desvanecen ante la potencia arrolladora del<br />

nuevo Imperio Otomano.<br />

b) LAS RUTAS RELIGIOSAS<br />

El fin de la ruta es la realización de ese fin, sea cual sea el gasto, el esfuerzo y el<br />

sacrificio. No se repara en los medios, porque al final se encuentra la Tierra Prometida.<br />

La ruta ha de ser despejada aunque haya que destruir una selva, una montaña, un río.<br />

Pero si la ruta impone su impiedad tantas veces, la inteligencia finísima de los viajeros<br />

inventa los puentes colgantes, los caminos zigzagueantes, las barcazas que aprovechan<br />

los vientos y las corrientes marinas... Incluso atravesar el océano en un "cascarón de<br />

nuez". Es la ruta hacia el Paraíso que anhela Cristóbal Colón, si creemos en sus propias<br />

palabras:<br />

"Yo siempre leí qu'el mundo, tierra e agua era esphérico e las auctoridades y esperiençias que<br />

Ptolomeo ... Agora vi tanta disformidad como ya dixe; y por esto me puse a tener esto del mundo,<br />

y fallé que no era redondo en la forma qu'escriven, salvo que es de la forma de una pera que sea<br />

toda muy redonda, salvo allí donde tiene el peçón que allí tiene más alto, o como quien tiene una<br />

pelota muy redonda y en un lugar d'ella fuese como una teta de muger allí puesta, y qu'esta parte<br />

d'este peçón sea la más alta e más propinca al cielo, y sea debaxo la línea equinoçial... Yo no tomo<br />

qu'el Paraíso Terrenal sea en forma de montaña áspera, allí donde dixe la figura del peçón de la<br />

pera, y que poco a poco andando hazia allí desde muy lexos se va subiendo a él..." (Relación del<br />

tercer viaje (1498) en C. Colón, Textos y documentos <strong>completo</strong>s, edición de Consuelo Varela,<br />

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Alianza, Madrid, 1982, pp. 213 y 216).<br />

Más tarde fue el Paraguay el que fue tenido como centro del Paraíso terrestre,<br />

donde se creara el Primer hombre de acuerdo con las crónicas de León Pinelo, el<br />

teólogo de Chuquisaca. Ruta que persiguió el francés Georges Bernanos en 1938<br />

tratando en vano de hallar esa senda de felicidad «borrada ya de la memoria de los<br />

hombres». Para Rodríguez-Alcalá quedó, sí, en el Paraguay, más precisamente en<br />

Villarrica del Espíritu Santo, aquel Paraíso que buscó Bernanos y el que creyó hallar<br />

Pinelo. «Si no está el Paraíso en el futuro / en el pasado está perdido a medias: / mi<br />

infancia vivirá mientras yo viva / y habrá sobre ella una encendida parra: / lejano cielo<br />

verde sobre el mundo». Así lo cuenta, al menos, Juan Manuel Marcos Asunción en<br />

Palabras de los días.<br />

Las rutas religiosas se modulan según la forma de misión o de peregrinación.<br />

Los jesuítas hicieron del viaje la culminación del ideal apostólico de su<br />

fundador, Ignacio de Loyola (1491-1556). La lista de hombres de la Compañía de Jesús<br />

esparcidos por el mundo es inacabable. Recordaremos a algunos tan extraordinarios<br />

como Francisco Javier, viajero por Japón, China..., que muere en la isla desierta de<br />

Sancián (Shang-Chawan) y cuyo cuerpo incorrupto trasladan sus discípulos a Malaca y<br />

luego a Goa, donde se encuentra enterrado. El santo navarro marca la impronta de la<br />

asimilación cultural y adaptación a las culturas ajenas, tan característica del misionero<br />

jesuíta. Es todavía motivo de asombro contemplar a Mateo Ricii vestido de confuciano,<br />

adulador de las élites del Imperio Chino, sorprendiéndolos con sus conocimientos y<br />

artes; o a Alejandro de Rodas con coleta y zapatillas de raso, evangelizando a los<br />

vietnamitas. Como es admirable encontrar a Roberto de Nobili que en Madurai<br />

abandona su lengua, el portugués, sus hábitos alimenticios...y anda cerca de convertirse<br />

en un nativo. O a Jerónimo Javier, buscando la conversión de los emperadores<br />

mogoles... Viajes en los que dejaron sus mártires, como Juan de Brito, quien a lo<br />

Hamlet oriental, es enviado por el rey Raghunatha Thevar a su hermano Uriya, con una<br />

carta en la que va escrita su sentencia a muerte... Y viajes que sirvieron para el mejor<br />

conocimiento de las tierras exóticas de la China, de su fuerza militar, de sus<br />

fortificaciones..., como aquella Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres<br />

del gran Reyno de la China que publicara Juan González de Mendoza en 1585, y que<br />

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hubiera podido ser utilizada para formalizar una estrategia de guerra cuando colonos y<br />

autoridades civiles y eclesiásticas de Filipinas escriben un memorial al rey de España<br />

para que emprendiese la conquista de China y clausurar definitivamente el dominio de<br />

las Indias Occidentales y Orientales; los jesuítas, que sabían lo que significan las buenas<br />

maneras, la persuasión y los signos externos, convencieron al rey de lo ruinosa e<br />

improductiva que sería una empresa tan desorbitada... Pero dejemos ahora las misiones<br />

y veamos con más detenimiento la otra gran ruta de las religiones: la peregrinación.<br />

Las peregrinaciones, reflexiona Claudio Guillén, fueron en su tiempo viajes<br />

organizados, para los cuales era útil una información compartida. Merecida es la fama del<br />

Codex Calixtinus que se conserva en la catedral de Santiago de Compostela. Redactado a<br />

principios del siglo XII por encargo del intrépido obispo Gelmírez y del papa Calixto II, con<br />

influencias cluniacenses, pone a Compostela al servicio de las peregrinaciones y ofrece consejos<br />

prácticos sobre el trazado de la ruta y las dificultades que acechan al peregrino. Basándose en el<br />

manuscrito de Santiago y en el de Ripoll, Jeanne Vieillard publicó la Guide dupélerin de Saint-<br />

Jacques de Compostelle, en que se aprecian estimaciones detalladas de pueblos, de<br />

nacionalidades y también de iglesias y obras valiosas como los portales de la catedral de<br />

Santiago (Vieillard, 1938). Recordaba Marcel Bataillon la utilidad de algunos siglos más tarde,<br />

con la difusión de la imprenta, de aquellas guías cuyo destino era Roma o Jerusalén, como los<br />

Mirabiliae Romae, uno de los primeros incunables, y el Viaggio de Venetia al sancto Sepulchro,<br />

del franciscano Bianchi.<br />

La ruta de Santiago<br />

Por Xavier Carro (Universidad d'Alacant)<br />

En el marco de la religiosidad medieval, la Iglesia fomentó una serie de formas de piedad que<br />

tuvieron una gran influencia sobre la sociedad. Se propagó la devoción popular a los santos que<br />

llevó consigo una veneración por las reliquias y que dio lugar a un ingente y auténtico tráfico<br />

mercantil de toda clase de restos santos. En este ambiente, surgen las peregrinaciones como<br />

elemento penitencial, siendo las tres grandes focos: Roma, Jerusalén y Santiago, alcanzando<br />

esta última gran importancia, ya que Roma era disoluta, pecaminosa y demasiado terrenal y<br />

Jerusalén era un enclave peligroso por las continuas contiendas bélicas de las Cruzadas para<br />

rescatar los santos lugares a los árabes. Santiago se convirtió en el más importante santuario de<br />

todo el orbe cristiano. Compostela será para los sarracenos la Meca cristiana, cuya eficacia<br />

sentían y, como señala A. Castro, intentaron aniquilar. Los reinos hispánicos fijaron su atención<br />

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en Francia y la peregrinación no sólo fue una fuente de santidad, sino de prestigio, poderío y<br />

riqueza. El Camino de Santiago, o "vía francigena" fue un importante instrumento de avance de<br />

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la sociedad europea del Alto Medievo, una arteria que vivificó la primera idea, fraguada en la<br />

corte carolíngia, de un Occidente cohesionado.<br />

La universalidad del Camino fue organizada y tutelada por la orden de Cluny, orden<br />

monástica que se expandió hasta los más recónditos lugares y a partir del siglo XI, esta<br />

injerencia francesa (princesas, monjes, obispos y canónigos, trobadores y peregrinos) se hizo<br />

más perceptible en los reinos hispánicos. La presencia cluniciense tuvo además importantes<br />

repercusiones no sólo para el Camino jalonándolo de monasterios y hospitales, sino que<br />

contribuyó a un restablecimiento de la moral y una vuelta a la espiritualidad de Roma. El<br />

Imperio carolingio se sirvió de la liturgia romana para ejercer el influjo político y religioso que<br />

convenía en sus dominios. Los monjes serán los garantes de la unificación del rito romano,<br />

emprendido por el papa Gregorio VII, frente a las diversas iglesias de los nacientes reinos. Las<br />

iglesias hispánicas, presionadas por la amenaza islámica, fueron muy conservadoras y el rito<br />

mozárabe era una señal de identidad de su pasado frente al enemigo de la Media Luna. También<br />

ofrecieron resistencia a los nuevos ritos y cambios que traían los clunicienses. Por el Camino de<br />

Santiago entró el canto gregoriano que va a sustituir al mozárabe. Ello supuso graves<br />

repercusiones para la sede episcopal de Toledo que pierde influencia eclesial frente al prestigio<br />

e importancia que va ganando Compostela. Santiago va a ser una ventana abierta a Europa. El<br />

Camino facilitó la comunicación entre las comunidades de la cristiandad y fue cauce por el que<br />

fluyó la cultura medieval. Los clunicienses, a parte del cambio de liturgia y de las<br />

infraestructuras con las que dotaron el Camino, propiciaron el paso de la escritura visigótica a la<br />

carolíngia e introdujeron temas y formas de la épica francesa, así como el románico que culmina<br />

en Compostela y el gótico se hace aéreo bajo los cielos castellanos.<br />

En el siglo XV, el culto al Apóstol empieza a declinar. Finaliza así su misión protectora<br />

contra el infiel, con la toma del reino de Granada, acaba la Reconquista. Alborea una nueva<br />

edad y podemos afirmar que el Camino entra en franca decadencia. Con el Renacimiento surge<br />

una nueva figura, más acorde con la evolución de los tiempos: la del caballero que viaja para<br />

conocer países y frecuentar otras cortes, desapareciendo del paisaje el peregrino. Tanto Erasmo<br />

como los reformados hablan en tono satírico de esa forma popular de religiosidad. Parece que en<br />

los siglos XVII y XVIII se reaviva la peregrinación y se entabla una piadosa y enconada<br />

polémica sobre qué santo debe ser elegido patrón de España. En la disputa, tercia Francisco de<br />

Quevedo que abandera y defiende el patronazgo de Santiago Apóstol, frente a los que proponían<br />

a Santa Teresa.<br />

El peregrino es el principal protagonista del Camino. Tanto la filosofía como las<br />

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religiones, desde la antigüedad hasta nuestros días, recurrieron a la metáfora del "homo viator"<br />

para expresar esa condición itinerante del hombre, y que encontramos ya en Platón "la vida es<br />

un viaje desde aquí abajo hasta el cielo" y, en el Viejo Testamento, leemos que el pueblo<br />

elegido es una comunidad peregrinante. Etimológicamente sabemos que deriva de un peregre<br />

("per agros"), un caminar a través de los campos, -un caminar extramuros, por espacios<br />

desprotegidos-, era un enfrentarse a lo desconocido y a todos cuantos peligros acechaban en su<br />

andadura. El término peregrino, aplicado al católico, significaba que la vida terrena era<br />

concebida como un exilio fuera de la verdadera patria que era el Paraíso. En palabras de Pedro<br />

Damián, la peregrinación era un "exilium spiritualis".<br />

El Camino cambia, transforma al peregrino. Sale enriquecido de esa vivencia espiritual,<br />

porque peregrinar es una vía de conocimiento y oración que nos ilumina sobre tantas realidades.<br />

El Camino nos hace más humanos y puede ser un reencuentro con uno mismo, con la naturaleza<br />

y con el Otro. El hombre a través de la peregrinación se religa con lo Transcendente, de ahí ese<br />

ímpetu y esa fuerza para seguir adelante venciendo toda clase de penalidades y sufrimientos. La<br />

gran mayoría de los peregrinos sabían que el Camino era una vía de purificación, de ruptura con<br />

el mundo mientras que su alma se iba predisponiendo al momento supremo que era cuando se<br />

postraba ante el sepulcro del Santo Apóstol. Algunos no esperaban regresar y asumían que la<br />

"peregrinatio" era, a imitación de la de Cristo, una pasión que culminaba también con la muerte.<br />

En primer lugar, el peregrino se echaba al camino en dirección al sepulcro de Santiago<br />

con el fin de alcanzar el perdón o las gracias espirituales o bien la intercesión del Apóstol,<br />

obrando un milagro. El libro II del Codex Calixtinus contiene una extensa relación de milagros<br />

que Santiago hizo a sus devotos para ser difundidos luego en los sermones. La propaganda<br />

funcionaba desde los pulpitos y llegaba a todos los rincones de la cristiandad.<br />

El peregrino, antes de iniciar su andadura hacia Compostela, tenía que dejar en orden<br />

sus bienes terrenales, esto es, hacía testamento y su párroco le expedía unas credenciales que le<br />

servían de salvoconducto para atravesar tierras y librarse de portazgos y gabelas. Era el primer<br />

pasaporte que permitía paso franco por tierras extranjeras. En la iglesia, después de oír misa y<br />

comulgar, recibía el bordón y demás atributos del peregrino. Era una ceremonia en la que<br />

participaba todo el pueblo para despedir a su vecino el cual iniciaba un largo y desconocido<br />

camino, dejando a los suyos y enfrentándose a los peligros que asediaban su caminar. Era un<br />

acto de renunciamiento, muy similar al de los monjes, de ahí su vestimenta o indumentaria<br />

particular, identificadota para que no se le confudiese con mendigos o vagabundos. Los<br />

peregrinos formaban un "ordo" y solían marchar juntos por varias razones; tal vez las más<br />

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importantes eran que en el Camino había que practicar la caridad y además protegerse al<br />

marchar en grupo frente a los ladrones y de hacer frente a las penalidades. La oración, en los<br />

días del Camino, era la compañera inseparable de tantas horas de soledad y despojamiento. En<br />

ese largo y penoso viaje, los monasterios e iglesias cuidaban de las necesidad espirituales como<br />

también de la hospitalidad, ya que en la legislación canónica era deber primordial la asistencia<br />

al peregrino, pues éste era la encarnación de Jesús y de ahí viene la tradición del lavatorio de<br />

pies al peregrino por el abad o el prior. Los monjes lo cuidaban si caía enfermo y recogían sus<br />

últimas voluntades haciéndolas llegar a sus familiares. En los cantos de los peregrinos tenemos<br />

la mejor crónica de sus alegrías y vicisitudes.<br />

Muchos factores intervinieron en el fortalecimiento del Camino de Santiago Por una<br />

parte, un período postcarolingio de paz que propicia el incremento de los viajes, se animan los<br />

caminos por los que transitan caballeros y cruzados, monjes y escolares. Por otra, un notable<br />

aumento demográfico y un importante desarrollo del comercio. El Camino tuvo muchos<br />

protectores, como ya hemos dicho, de una manera muy especial, los monjes de Cluny<br />

empeñados en la reforma gregoriana, al servicio de la unificación de todos los cristianos bajo la<br />

indiscutible autoridad del obispo de Roma. Los papas fueron valedores de la peregrinación<br />

jacobea ya que contaron con su beneplácito. También los monarcas hispanos patrocinaron y<br />

defendieron el Camino, entre estos tenemos que citar a Sancho III el Mayor que muy pronto<br />

comprendió las ventajas que se podían derivar para su reino de Navarra del paso de los<br />

peregrinos. Alfonso VI de León fue un monarca europeizador que supo aprovechar las ventajas<br />

de la peregrinación a Santiago para engrandecer su corte. Y la figura colosal del Arzobispo<br />

Gelmírez que intentó hacer gravitar toda la política hispánica en torno a Santiago. El Camino de<br />

Santiago es ante todo una ruta de peregrinación que supuso además, como dice Lacarra, un<br />

reactivador de la vida de la España cristiana que contribuyó a la renovación social de los siglos<br />

XI y XII.<br />

Hoy, las circunstancias políticas de la Europa actual nos obligan a buscar en el pasado<br />

unas señas de identidad que nos permitan fundamentar unos nexos de comunidad cultural y<br />

Santiago es uno de ellos. Durante siglos, miles de peregrinos marcharon hasta Compostela y en<br />

su caminar borraron las fronteras artificiales impuestas por los hombres para constituir una<br />

única y universal nación, la del Pueblo de Dios. Y al igual que ayer, los hombres y las mujeres<br />

vuelven, como antes, a la soledad del Camino, para, desde la fe o la solidaridad, sentir que el<br />

Amor nos cambia y nos sigue haciendo más humanos. El Camino de Santiago es una plegaria<br />

permanente y un camino para lle gar que siempre quedará en el corazón y en la memoria y ya<br />

nunca saldremos de sus paisajes iluminados por la luz de la Esperanza.<br />

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Peregrinación, elemento fundamental del Islam<br />

Por Míkel de Epalza (Universitat d'Alacant)<br />

El Islam o religión islámica o musulmana es una de las principales religiones del mundo<br />

actual, con sus aproximadamente 1.100 millones de fieles, su largo pasado de catorce siglos<br />

(aunque también remonta sus orígenes a los padres de la humanidad, Adán y Eva bíblicos), su<br />

potente y multiforme espiritualidad y su peso social y político.<br />

Esta religión tiene a la peregrinación como uno de sus elementos fundamentales, uno de<br />

los que se suele llamar "Cinco Pilares del Islam" (.con la Profesión de Fe, las cinco Oraciones<br />

diarias, la Limosna y el Ayuno del mes de ramadán), junto a otras obligaciones, espiritualidad y<br />

costumbres que eso conlleva, a muchos niveles.<br />

El precepto obligatorio, en su sentido estricto, se llama hach ("hache" o "romeaje", en el<br />

español de los musulmanes castellanohablantes de los siglos XV-XVII), pero tiene otras formas<br />

de viaje o desplazamientos religiosos que abarcan con mucha coherencia la fe, la espiritualidad<br />

y la vida entera de los musulmanes y musulmanas (muslimún y muminún, "sometidos a Dios" y<br />

"creyentes en Dios"), según su libro sagrado, el Corán o Alcorán revelado por Dios a su profeta<br />

y mensajero Mahoma (Muhámmad, en árabe). Este texto se lee o recita también en lengua árabe<br />

ya que las traducciones a otras lenguas no tienen el mismo valor religioso -según los teólogos<br />

musulmanes—, aunque sean útiles y hasta necesarias para la mayoría de los fieles que ignoran<br />

esa lengua (el 80%, de lengua turca, persa, urdu, hausa, ...y española).<br />

El hach consiste en realizar la peregrinación a la ciudad natal de Mahoma y cuna del<br />

Islam, La Meca, en la región oriental de la península de Arabia. Lo ha de hacer todo musulmán<br />

adulto una vez en la vida (si no tiene inconvenientes de salud, de dinero, de otras obligaciones).<br />

El ritual se realiza a unos pocos kilómetros al noreste de la ciudad (entre Mina y Arafat), en un<br />

deambular y con rituales muy precisos, sólo en tres días cada año. Los ritos terminan con el<br />

sacrificio de un animal, "La Fiesta del Cordero", que se celebra también en el resto del mundo<br />

islámico. Es la fiesta de la unidad de la comunidad islámica, que manifiesta así,<br />

comunitariamente en La Meca y en todo el planeta ,su adoración y sumisión a Dios (islam<br />

significa "sumisión" a Dios).<br />

Una segunda forma de peregrinación, también en La Meca, es la umra. No es<br />

obligatoria ni tiene unas fechas fijas, aunque los peregrinos del hach lo suelen realizar antes y<br />

después de los ritos obligatorios. Tiene como escenario el centro religioso de la ciudad, en dos<br />

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rituales y lugares muy cercanos: las vueltas y oraciones alrededor del templo de la Kaaba ("El<br />

Cubo"), centro de las oraciones de todo el mundo musulmán, y en un itinerario entre las dos<br />

antiguas colinitas de Safa y Marwá (ahora un gran pasillo cubierto, de unos 700 metros de largo.<br />

A la centralidad mundial del templo (prácticamente vacío por dentro, antiguo templo pagano),<br />

se une la espiritualidad musulmana de veneración al patriarca bíblico Abraham, "Padre de los<br />

creyentes monoteístas", constructor del templo o "Casa de Dios", y a su familia, relacionados<br />

también con el rito de los paseos entre las dos colinas y otros lugares de La Meca.<br />

Una tercera forma de peregrinación musulmana es la ziyara ("visita") a unos santuarios<br />

o lugares de especial recuerdo religioso. Puede ser en la propia Meca (Makka), en los lugares en<br />

los que vivieron Mahoma, su familia y sus primeros compañeros y seguidores. Es sobre todo la<br />

"visita" devota de su tumba, en la Mezquita Mayor de Medina, la ciudad-oasis donde inició su<br />

primitivo "estado-comunidad" del Islam. Y pueden ser otros santuarios, particularmente los<br />

mausoleos donde están enterrados sus descendientes los imames (en el Islam chií, de Irak e<br />

Irán), o hasta en centros locales cuyos restos arqueológicos se conservan aún, en Benifato o en<br />

Guardamar del Segura (Alacant). Son lugares donde muchos musulmanes tienen devoción de<br />

ser enterrados.<br />

Pero quizás el principal elemento espiritual de la peregrinación musulmana, al que<br />

convergen estas formas y ritos diversos, es la disponibilidad de viajar que tienen y han de tener<br />

los musulmanes, disponibilidad a la llamada de Dios abandonando su tierra y todo lo que no sea<br />

la voluntad divina. Hasta las oraciones diarias, los ritos de matar las reses para la alimentación o<br />

el enterramiento -todo ello mirando hacia La Meca, en un viaje espiritual continuo- les fomenta<br />

una espiritualidad de desprendimiento de todo, por "sumisión a Dios" (islam).<br />

Ziyara. La visita a los santos lugares del Islam chií.<br />

Por José Cutillas Ferrer (Universitat d'Alacant)<br />

Una forma especial de viaje en el Islam es el hach ("peregrinación") a La Meca. La<br />

peregrinación a La Meca es la quinta y última de las obligaciones religiosas musulmanas. Y<br />

obliga una vez en la vida a todo musulmán, adulto, que tenga medios suficientes para realizarlo.<br />

Es uno de los rituales que más hondamente ha influido en el sentido comunitario y universalista<br />

del creyente. Con la peregrinación todos los musulmanes sienten su pertenencia a una<br />

comunidad dirigida por Dios. Es la gran fiesta de la comunidad musulmana donde se produce la<br />

Profesión de Fe en común. El centro está en La Meca, que ocupa un lugar primordial para los<br />

musulmanes. Esta visión centralizada condiciona un sistema de orientaciones que focalizan los<br />

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actos de devoción del creyente, desde la oración hasta los ritos de la muerte. En definitiva, es el<br />

fundamento del Islam que mejor representa el aspecto de unidad espacial y temporal de los<br />

musulmanes.<br />

Sin embargo, hay otras formas de peregrinación además del hach a La Meca. Entre<br />

estas, están las visitas a los Lugares Santos del Islam en la Meca, Medina, Jerusalén, etc. Pero<br />

hay un tipo de visitas a mausoleos que destacan, porque son realizadas por la minoría más<br />

importante del Islam, los chiíes. Es la ziyara ("visita") a las tumbas de los imames (los<br />

descendientes del profeta Mahoma en la línea de Alí y Fátima, su hija), a Karbalá, Nayáf,<br />

Machhád, etc. Estas visitas se iniciaron como una alternativa, debido a lo costoso y peligroso<br />

que resultaba el viaje de peregrinación a La Meca. Además de estas, hay considerar las<br />

dificultades políticas que encontraban la mayoría de los chiíes para viajar a La Meca, controlada<br />

por los turcos otomanos desde el s. XVI. Los turcos otomanos eran los defensores del Islam<br />

ortodoxo sunní y la dinastía safaví de Persia tenía como religión de estado el Islam chií. Así<br />

pues, la visita a los mausoleos de los imames en Persia, se convirtió en una alternativa paralela<br />

al hach, que llegó incluso a tener entre los chiíes una importancia mayor que la peregrinación a<br />

La Meca. Así pues, la visita a los mausoleos de Alí en Nayaf, Husayn en Karbalá, el séptimo y<br />

el noveno Imam en Kazimiyya, el Imam Rida en Machhad y Fátima Másume (hermana del<br />

octavo Imam) en Qom, se convirtió en un acto de devoción para los musulmanes chiíes de<br />

Persia y otras regiones con importante población chií.<br />

Tan importante llegó a ser la ziyara a las tumbas de los imames, que se adoptaron los<br />

mismos esquemas que aquellos que servían para los peregrinos a La Meca. Se designó a los<br />

peregrinos que visitaban estos mausoleos con el termino de za'ir ("visitante"). Y al igual que a<br />

los peregrinos de La Meca se les designaba con el título de hachí (título utilizado por persas y<br />

turcos, y que confería un nivel moral y social privilegiado en el mundo islámico) al za'ir a los<br />

mausoleos de los imames se le designaba con el nombre del mausoleo del imam que habían<br />

visitado: karbalaí para los peregrinos de Karbalá, machhadí para los de Machhad, etc. Pero no<br />

sólo existía este paralelismo, igual que los peregrinos de La Meca, los za'ir también debían<br />

realizar rituales muy parecidos durante las visitas a los mausoleos de los imames. Para ayudar a<br />

los peregrinos que visitan los mausoleos existen unos manuales donde vienen recogidas las<br />

oraciones de salutación e invocación al imam (Ziyara nam-e). Este paralelismo también obligó a<br />

designar a los mausoleos de los imames con el nombre de haram ("santuario, prohibido"),<br />

nombre con el que se designa el santuario de la Kaaba en La Meca.<br />

Otro tipo de ziyara de menor nivel, aunque no de menor importancia, son las visitas a<br />

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las tumbas de los descendientes de los imames (Imamzade). Estos se encuentran en gran <strong>número</strong><br />

en la geografía de Irán. Especialmente en las provincias de Qom, Teherán, Kashán y<br />

Mazandarán. Zonas que desde los primeros tiempos del Islam han sido de mayoría chií. En<br />

definitiva la ziyara ("visita") a los mausoleos de los imames y de los descendientes de estos, se<br />

ha convertido en una parte muy importante de los actos de devoción de los musulmanes chiíes,<br />

llegando a equipararse al quinto pilar del Islam, el hach.<br />

Hoy las peregrinaciones tienen sus propias señas de identidad y reconocimiento. Son las<br />

nuevas rutas de peregrinación, que imitan cultos y rituales neopaganos, entre los que brillan con<br />

luz de neón y láseres los festivales de música. Y como ocurre siempre, la ruta se dividirá en dos:<br />

una para los pobres y otra para los ricos. Para los pobres, las ratas de música rock, que traspasan<br />

fronteras nacionales por el aire a través de las ondas de radio y se han convertido en un «móvil<br />

geográfico»: las «rutas del Bacalao» en Valencia se hicieron famosas en la década de los<br />

noventa.<br />

Para los ricos, las rutas que se asocian a la música clásica, entre las que hay que<br />

recordar la ruta a Bayreuth, refinadísimo objeto de culto, organizado por Wolfgang Wagner,<br />

director desde 1995 del festival. El nieto del compositor rige con firme mano la rata que fundara<br />

su mítico abuelo, Richard Wagner.<br />

c) LAS RUTAS DE LA MONEDA<br />

Es la ruta que resolverá de una vez por todas la supervivencia del grupo. Ahora<br />

todos, en mutuo provecho, conciertan una vida pacífica y proporcionada, en la que todas<br />

las partes se armonicen alrededor de un objetivo común. Mas para la realización de un<br />

fin de este tipo es necesario incorporar un medio proporcional para todos. No se ha<br />

inventado otro más flexible que la moneda.<br />

La ruta clásica de la proporción es la ruta de la antigua Grecia, que hemos<br />

heredado los europeos del Mediterráneo. Nosotros escribimos desde Alicante, un<br />

punto enclavado en una de las rutas que recorrieron fenicios y helenos: La ruta de<br />

la proporción, del logos o del símbolo. El symbolon es moneda escindida en dos<br />

fragmentos, uno de los cuales es la parte simbolizante, que remite a la otra parte, la<br />

simbolizada, pero que no está a su disposición. Cuando ambas partes encajan entre sí,<br />

ello permite saber a los testigos, a los comerciantes, que la operación se ha cumplido,<br />

que son las dos caras de una misma totalidad. El comercio así es posible sin temor al<br />

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engaño.<br />

Las rutas marítimas del mar Egeo nos son familiares. Por alguna de las rutas del<br />

legendario mar se inicia nuestra civilización helenística, cuando se reúne un inmenso<br />

ejército para conquistar la legendaria fortificación de Troya, gesta cantada por Homero.<br />

La primera palabra de la Ilíada se refiere a la frustración, a la cólera de Aquiles, que se<br />

niega a combatir para clausurar / destruir aquella «araña en la red» de las ligas<br />

comerciales que traficaban mercancías entre las grandes ciudades antiguas de Mileto o<br />

Éfeso hasta el Asia central. Así se inician la epopeya y la cultura de las que somos hijos.<br />

Una cultura polarizada entre la cólera del joven Aquiles y la astucia del maduro Odiseo.<br />

Estas rutas del mar Egeo contienen una genial originalidad: las rutas forman una<br />

red cuyos nudos son las polis. Las polis no son ciudades cualesquiera. En ellas hay un<br />

continuo conflicto y una continua negociación entre los ciudadanos y sus líderes sobre<br />

qué acciones son o no son justas, correctas, aceptables... Las élites se encuentran<br />

obligadas a argumentar, pero también a iniciar acciones públicas que sean aceptables a<br />

los ojos de los ciudadanos (en aquel tiempo —excluidos bárbaros, esclavos y mujeres—<br />

, una prerrogativa de varones adultos). En las polis hay gran solidaridad entre los<br />

ciudadanos; pero no por un especial milagro de la naturaleza, sino por la manera de<br />

guerrear. El éxito militar, una vez que la guerra se hace más sofisticada, no depende del<br />

valor de un guerrero excepcional (Aquiles), sino del valor y habilidad de cada uno de<br />

los ciudadanos-combatientes, que se han de mantener en línea, sin huir, lo que<br />

debilitaría al grupo. Esto es lo que consigue la falange griega: los ciudadanos guerreros<br />

se hallan pegados el uno al otro, blandiendo la lanza contra el enemigo y protegiendo<br />

con el escudo al compañero que está a su lado.<br />

Los griegos, además, inician múltiples rutas comerciales y también las rutas<br />

monetarias, a partir de la acuñación de moneda por primera vez a cargo del rey Creso<br />

de Lidia (hacia 560-546 ane). Según Heródoto, la idea de cortar pedazos manejables de<br />

metales preciosos con peso idéntico y de acuñar símbolos oficiales sobre ellos para<br />

garantizar su peso y contenido de metal fue obra de los lidios a principios del siglo VIII<br />

ane durante el gobierno del rey Giges. Del reino lidio salen las caravanas hacia Oriente<br />

y las naves que recorren las costas mediterráneas. Lidia se encuentra en plena<br />

encrucijada del comercio y en sus tierras había yacimientos de plata y oro que<br />

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proporcionan el metal para estas primeras monedas que conocemos como electrum, las<br />

cuales sustituyen a los lingotes de metal del sistema de trueque. Los navegantes de todas<br />

las islas del mar Egeo viajan hasta las costas del reino de Lidia, copian aquellas<br />

monedas y las difunden por los puertos que visitan en sus rutas comerciales. Los<br />

primeros en copiarlas fueron los navegantes de la isla de Egina que, veinticinco años<br />

más tarde que los lidios, acuñan sus monedas propias en las que imprimen una tortuga<br />

marina como símbolo oficial distintivo, y llegan a sobrevivir dos siglos. Los navegantes<br />

que surcan el mar entre Corinto y Atenas, las transportan a otras islas y a otros puertos.<br />

A mediados del siglo VI ane, la mayoría de las ciudades a donde llegan los<br />

navegantes de Egina ya han acuñado monedas propias con símbolos genuinos de cada<br />

ciudad: Las monedas de Corinto representan a Pegaso, y las de Atenas a la diosa Atenea<br />

junto a la lechuza. Por aquel tiempo, los persas conquistan el reino de Lidia y se<br />

apoderan de sus talleres de monedas, en los que acuñan las suyas con la imagen del rey<br />

conquistador Darío el Grande, que hacen circular por todas las rutas del Imperio Persa.<br />

Los griegos expanden sus monedas por sus rutas comerciales hasta la península itálica y<br />

los confines del mundo conocido. Al entrar en el siglo V ane, el uso de la moneda de<br />

tipo lidio abarcaba todo el Mediterráneo y las rutas terrestres de las caravanas del<br />

Imperio Persa.<br />

El Imperio Romano extiende el uso de las monedas por el norte de Europa hasta<br />

Germania y Britania; el Imperio Musulmán hereda las monedas persas y las propaga en<br />

sus caravanas por África y Asia; el Imperio Hispánico las difunde por el Nuevo Mundo,<br />

y el Imperio Británico, por las islas más recónditas del océano Pacífico. Hoy contamos<br />

casi con 3.000 años de producción de monedas extendidas a partir de las rutas<br />

comerciales e imperiales desde el Reino de Lidia hasta los confines del mundo<br />

conocido.<br />

La ruta de las monedas lidias hacia occidente entra en conflicto con la ruta de las<br />

monedas del Imperio Chino, nacidas a la par que las lidias. Los chinos idean un sistema<br />

semejante al lidio en el siglo VIII ane. Sus monedas eran cuchillos reducidos fundidos<br />

en cobre con un agujero circular en el mango para transportarlos con una cuerda. Se<br />

daban en prenda de los cuchillos verdaderos, que eran el medio de pago preferido por<br />

los chinos. En la época de Confucio, a finales del siglo VI ane, empieza a usarse sólo el<br />

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mango agujerado del cuchillo reducido fundido en cobre como medio de pago. Había<br />

nacido el cash, que se utiliza durante más de 2.000 años. La Gran Muralla China<br />

(construida en el siglo III ane) impide la penetración de las monedas de tipo lidio que<br />

avanzan a través de la ruta del Imperio Persa y, más tarde, del musulmán. Pero los<br />

navegantes del Imperio Hispánico primero, los del británico después, y los del<br />

estadounidense más tarde, llevan sus monedas hasta el Imperio Chino. Tras el cruce<br />

entre las monedas de plata occidentales —unas monedas de plata que el pueblo chino<br />

empieza a apreciar más que las suyas y que los poderosos locales resellan para usarlas<br />

como propias— y las de cobre chinas, el cash se adapta al sistema lidio. Las primeras<br />

monedas chinas de plata del tipo lidio empiezan a fabricarse a finales del siglo XIX.<br />

Anteriormente, se habían aceptado los pesos de plata del Imperio Hispánico sometidos<br />

al estampillado de caracteres chinos. Hoy el sistema helenístico impera en todas las<br />

monedas del planeta Tierra. Aunque el uso del billete o papel moneda se pone en<br />

circulación por los chinos de la corte Song (960-1279), y los certificados de cambio<br />

emitidos por Yin en 1139. Un siglo después, durante el reinado de Kublain - Kan (1215-<br />

1294), se emplea papel moneda casi de forma exclusiva.<br />

El uso generalizado del papel moneda del tipo chino no empieza a ser común en<br />

el mundo occidental hasta el siglo XVIII. El papel fue inventado y fabricado por<br />

primera vez en China en el año 105 de nuestra era y no llega a Japón hasta el año 610, y<br />

a Samarcanda y Bagdad hasta la segunda mitad del siglo VIII. Los árabes extienden su<br />

uso y fabricación desde Bagdad a Damasco durante el siglo X y a látiva el año 1144<br />

durante la expansión imperial del mundo musulmán hacia occidente. Desde la península<br />

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ibérica pasa a Francia en 1388, a Germania en 1390 y a Gran Bretaña en 1494. Las<br />

naves del Imperio Hispánico lo llevan a México en 1575, y las del Imperio Británico a<br />

Filadèlfia en 1690.<br />

El origen del papel moneda en occidente hay que buscarlo en las cartas de pago<br />

de los orfebres de Londres en el siglo XVII, que prometen el pago de la cantidad<br />

consignada en el papel en monedas de oro o plata. Aunque este tipo de promesas de<br />

pago escritas sobre papel tienen antecedentes importantes en los bancos de giro del siglo<br />

XV y XVI de Génova, Venecia y Amsterdam; sin embargo, el uso de la promesa de<br />

pago como papel moneda hay que buscarlo en el Londres del siglo XVII con el<br />

Gobierno de Cromwell y Carlos II, en que se generaliza el uso de las cartas de pago de<br />

los orfebres, que, a partir de 1670, añaden detrás del nombre del beneficiario de la<br />

promesa de pago las palabras: «o al portador». La facultad de emitir estas promesas de<br />

pago al portador fue monopolizada por el Banco de Inglaterra, creado en 1604, y el<br />

Gobierno inglés reconoce que estos billetes bancarios son negociables mediante un<br />

decreto de 1704. Los billetes del Banco de Inglaterra son títulos convertibles en oro al<br />

portador hasta finales del siglo XVIII, en que empiezan a ser billetes de banco<br />

inconvertibles en el contexto de las revoluciones francesa y norteamericana. Los<br />

gobiernos revolucionarios francés y norteamericano financian sus revoluciones al poner<br />

en circulación billetes inconvertibles: los asignados franceses y los continentales<br />

norteamericanos. La alarma de los tenedores británicos de billetes del Banco de<br />

Inglaterra ante la posibilidad de no poder convertir en oro sus papeles les incita a acudir<br />

en masa a las oficinas del banco a cambiarlos por oro y el Gobierno ordena al banco la<br />

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suspensión del pago en oro, que se prolonga hasta 1814. Los años posteriores serán de<br />

incertidumbre y crisis financieras hasta que el Banco de Inglaterra renueva su acta<br />

constitucional en 1844, que divide el banco en dos departamentos: el de obligaciones y el de<br />

emisión de billetes. La única función del departamento de emisión será la de emitir billetes<br />

cubiertos por un depósito en oro y plata custodiado por el banco. El sistema se extiende por todo<br />

occidente, incluida España, y está vigente hasta 1914, cuando empieza a implantarse el sistema<br />

de billetes fiduciarios emitidos por el Estado y basados en la confianza en el Estado, que les<br />

inyecta valor y mantiene su valor. Durante el siglo XX, el Estado que mayor confianza consigue<br />

para sus billetes es el norteamericano, cuyo dólar se convierte en el medio de pago mundial<br />

aceptado por todos los estados del planeta tierra y punto de referencia para las cotizaciones<br />

internacionales del oro y del petróleo, el bien más importante hoy de la ruta de la energía.<br />

Las rutas de los mercaderes: Fenicia y Grecia<br />

Por Adolfo J. Domínguez Monedero (Universidad Autónoma de Madrid)<br />

Navegar por el Egeo, como hago en el momento de iniciar estas líneas, y por el Mediterráneo en<br />

general no fue en la Antigüedad lo fácil que algunos pudieran creer. Aunque en muchas zonas<br />

no se pierde nunca de vista tierra firme, sus vientos en ocasiones traicioneros, así como otros<br />

accidentes, lo convirtieron no pocas veces en el último destino de intrépidos marinos cuyas<br />

plegarias no acabó atendiendo Poseidón, el dios del mar. Testimonio de ello, son los cada vez<br />

más numerosos y mejor conocidos pecios que reposan en el fondo de este mar. Por ello mismo,<br />

es tanto más significativa la existencia y la constatación de las rutas que siguieron los marinos<br />

griegos desde sus patrias en el Egeo hasta los extremos mismos del Mediterráneo internándose,<br />

incluso, por el Océano, para ellos mucho más terrible y sombrío. Lo mismo podríamos decir<br />

también de los fenicios que partiendo desde una tierra mucho más al oriente, en la costa siriopalestina,<br />

alcanzaron destinos mucho más remotos aún, en las costas atlánticas de la Península<br />

Ibérica y de África.<br />

El motivo principal que movió a estos marinos y navegantes fue, sobre todo en un<br />

primer momento, el comercio; esta actividad les permitiría enormes ganancias. Los autores<br />

antiguos, griegos sobre todo porque casi toda la literatura en lengua fenicia acabó<br />

desapareciendo, aluden en no pocas ocasiones a estas riquezas fabulosas que algunos<br />

afortunados comerciantes conseguían como meta última de sus viajes. Diodoro de Sicilia<br />

describe cómo los fenicios que llegaban hasta la Península Ibérica no contentos con cargar sus<br />

barcos de plata hasta las bordas se deshacían, incluso, de las anclas de sus barcos que estaban<br />

hechas de plomo, y las sustituían por otras hechas de plata para conseguir un poco más de<br />

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beneficio. Aunque no en su literalidad, los hallazgos arqueológicos muestran el interés de los<br />

fenicios por el comercio en metales; es el caso, por ejemplo, del pecio fenicio identificado y aún<br />

in situ en la playa de la Isla de Mazarrón que iba cargado hasta la borda de lingotes de plomo o<br />

de litargirio de forma circular con un peso de, al menos, tres toneladas. No siempre, sin<br />

embargo, los fenicios comerciaban con metales; productos más prosaicos pero igual de<br />

demandados como el vino, el aceite y las salazones, envasados en ánforas, constituían un<br />

recurso interesante para los emprendedores fenicios. Precisamente las ánforas, de muy diversas<br />

procedencias, suelen caracterizar muchos de los yacimientos arqueológicos mediterráneos,<br />

prueba de la intensidad del comercio y del amplio uso de sus rutas por los comerciantes<br />

fenicios.<br />

Para los griegos, que son quienes más informaciones escritas nos han dejado acerca de<br />

los fenicios, éstos eran el prototipo del comerciante astuto y artero, pero capaz de satisfacer<br />

cualquier exigencia y de sacar, de lo más profundo de la bodega de su barco, aquel objeto<br />

precioso y único que podría agradar al gusto más exquisito. Pero los griegos no aprecian a ese<br />

comerciante profesional, al menos cuando empezamos a tener noticias propias de su panorama<br />

cultural en los Poemas Homéricos. Ya en estas obras, las primeras de la literatura griega, se nos<br />

presenta al que, a lo largo de los siglos, acabará siendo el paradigma del viajero incansable que<br />

arriesga su vida, pero también la de sus hombres y su propio barco en pos del cumplimiento de<br />

su destino, Ulises u Odiseo. De regreso a su patria, a Ítaca, vemos cómo sus postreros<br />

anfitriones, los feacios, le han llenado una nave con "dones incontables de bronce y de oro y de<br />

ricos vestidos, cuantos nunca trajera de Troya si hubiera llegado sin sufrir ningún daño salvando<br />

su parte en la presa" (Odisea, XIII, 135-138). Esto es tanto más notable cuanto que Odiseo había<br />

llegado al país de los feacios desnudo y casi muerto, sin nada, después de haber naufragado.<br />

Estos ricos tesoros, que se guardan y se exhiben en los palacios de los reyes homéricos y que<br />

ellos intercambian en innumerables ocasiones no se han obtenido, sin embargo, como fruto de<br />

una actividad comercial, entendiendo como tal el intercambio de bienes o servicios a cambio de<br />

una compensación y con la búsqueda de un beneficio. Este intercambio no es, en la vis ión de las<br />

aristocracias griegas del inicio del Arcaísmo, sino la prueba tangible, el testimonio material de<br />

algo que para ellas es mucho más importante: las relaciones de amistad y hospedaje que estos<br />

reyes y nobles mantienen con sus iguales en cualquier lugar del Mediterráneo en el que se<br />

encuentren.<br />

El objeto valioso, individual, no es más que el recordatorio permanente de esa relación;<br />

cada objeto está cargado de una historia propia que su dueño no evita relatar cuando recibe a sus<br />

huéspedes o cuando decide desprenderse de él para entregárselo a alguno de ellos como ocurre<br />

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con una gran crátera de plata, fabricada en Sidón y que "los fenicios habían transportado por el<br />

brumoso ponto y exhibido en los puertos y dado como regalo a Toante. En pago por Licaón,<br />

hijo de Príamo, se la había entregado al héroe Patroclo el Jasónida Euneo. Aquiles la fijó como<br />

premio de los juegos en honor de su compañero para el más rápido y raudo en la carrera<br />

pedestre" (Iliada, XXIII, 743-749). Como se ve, una pieza con historia que ha ido pasando de<br />

mano en mano y que, a la postre, obtendrá Ulises tras haber vencido la carrera en la que, al<br />

final, figuró como premio (Iliada, XXIII, 778-779). Así, aunque exista un intercambio de<br />

productos no es tal intercambio el objetivo que se persigue, sino que lo que se busca es afianzar<br />

una relación de amistad que puede transcender, incluso, a las generaciones sucesivas.<br />

Es, pues, este voluntario (y quizá artificioso) rechazo "ético" a la ganancia lo que<br />

caracteriza la postura dominante de los círculos dirigentes griegos durante buena parte de los<br />

siglos VIII y VII a.C; es este hecho lo que explica, por ejemplo, el enfado que experimenta<br />

Ulises cuando, durante su estancia en la ya mencionada tierra de los feacios, uno de ellos, el<br />

noble Eurialo le espeta al héroe, que aún no ha revelado su verdadera identidad: "No pareces,<br />

extranjero, que seas varón entendido en los juegos que suelen tenerse entre los hombres; te creo<br />

uno de esos, más bien, que en las naves de múltiples remos con frecuencia nos llegan al frente<br />

de gentes que buscan la ganancia en el mar, bien atento a la carga y a los fletes y al goloso<br />

provecho: en verdad nada tienes de atleta" (Odisea, VIII, 159-164). Vemos aquí la clave de este<br />

pensamiento aristocrático que trasluce toda la concepción ética de los griegos arcaicos: el noble<br />

no ejerce una actividad que le reporte beneficio (kerdos, en griego), sino que le preocupan otras<br />

cosas, como su propio esfuerzo personal, ejercido en las competiciones atléticas o en la guerra;<br />

de ahí el desprecio y cierto sentimiento de superioridad hacia los que transportan objetos sólo en<br />

busca del beneficio. Esta mentalidad griega arcaica suele asignar al "otro", en este caso a los<br />

fenicios, esas tareas que la ética dominante no considera apta para los aristócratas.<br />

Sin embargo, la realidad arqueológica nos dice otras cosas; los griegos están implicados<br />

en actividades comerciales en el Mediterráneo oriental y occidental ya desde los años finales del<br />

siglo IX a.C. y tanto en Grecia como en los lugares con los que comercian hay testimonios<br />

suficientes como para observar esas relaciones. Por ende, parece fuera de duda que los<br />

principales beneficiarios de esos intercambios son, como no podía ser de otra manera, los ricos<br />

aristócratas griegos que son quienes tienen los medios económicos para fletar las naves capaces<br />

de recorrer grandes distancias por mar. Pero tampoco deberíamos dejar de lado que, como<br />

hemos dicho, lo que nosotros, a la vista de la realidad material, interpretamos como comercio no<br />

es, en la visión griega arcaica, más que un intercambio de bienes preciosos integrados en un<br />

contexto de relaciones personales privilegiadas como las que nos muestran los Poemas<br />

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Homéricos.<br />

El comercio y el intercambio requieren, qué duda cabe, el trazado de una rata; los<br />

propios Poemas Homéricos y en especial la Odisea, están llenos de referencias a rutas que<br />

siguen los barcos que transportan personas y objetos. Ulises mismo, pero también otros héroes,<br />

se ven, a veces en contra de su voluntad, recorriendo distintas zonas y territorios. En la Odisea<br />

nos encontramos, por ejemplo, el caso de Menelao, el rey de Esparta, que durante ocho años<br />

anduvo errante con sus naves llegando "ya a las costas de Chipre y Fenicia, ya a tierras de<br />

egipcios; que llegué a los etíopes, sidonios y erembos y a Libia ..." (Odisea, III, 81-84) y en el<br />

Himno Homérico a Apolo (vv. 475-544) se nos narra con gran detalle el recorrido que un grupo<br />

de Cretenses hace para ir desde Cnoso hasta Pilo para hacer negocios y obtener dinero, y a los<br />

que el dios Apolo termina conduciendo a su santuario en Delfos para que allí sirvan como sus<br />

sacerdotes. El mar, aunque no siempre es el mismo, no tiene para los griegos más que la función<br />

de trasladarlos a donde desean; por eso, las rutas tienen que tener siempre como puntos de<br />

referencia las costas que a él se asoman y que permiten el desembarco y la realización de<br />

actividades. Por ello, las rutas de los navegantes y de los comerciantes tienen como puntos<br />

consolidados una serie de entornos que el uso va fijando y que se convierten en lugares de<br />

recalada y de referencia obligada. Para que su conocimiento sea útil para el regreso del marino<br />

en otro momento, la ruta debe ser codificada, originándose un relato (que sólo con el tiempo se<br />

convertirá en texto) en el que los diferentes puntos se integran en un recorrido; a este relato se le<br />

conocerá como periplo. Apenas conocemos auténticos periplos griegos porque lo que ha llegado<br />

hasta nosotros han sido los textos que autores ya más eruditos acabaron componiendo,<br />

respetando más o menos la forma de los viejos periplos de los marinos, pero introduciendo ya<br />

otras preocupaciones de tipo más geográfico que estaban ausentes de los genuinos periplos<br />

náuticos. Los periplos hacían la función de nuestras modernas cartas de navegación y sólo los<br />

pilotos expertos eran capaces no sólo de retener en su memoria innumerables detalles de mil y<br />

una rutas sino, incluso, de incrementar con más datos, fruto de nuevos descubrimientos, el<br />

periplo al uso. Como en otras profesiones, estos conocimientos podían pasar de padres a hijos o<br />

de maestros a discípulos con frecuencia rodeados de un secreto que era mejor no desvelar a los<br />

profanos si no querían perderse oportunidades únicas de realizar negocios de gran provecho.<br />

Este mundo de ricos marinos y comerciantes que poco a poco van arriesgándose cada<br />

vez más hacia el occidente hasta atravesar las míticas Columnas de Heracles e internarse en el<br />

Océano lo encontramos reflejado en un texto de Heródoto donde se nos narra el viaje del que<br />

acaso fuese el primer griego que llegó hasta Tarteso. El marino, más bien el patrón y el armador<br />

del barco, se llamaba Coleo y era de la isla de Samos; en un viaje a Egipto que por aquellos<br />

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años (estamos ya en el último tercio del siglo VII a.C.) se estaba convirtiendo en un destino<br />

cada vez más apreciado por quienes, como Coleo, querían hacer buenos negocios, se vio<br />

desviado por el viento, recalando en la isla de Platea, frente a la costa africana. Al partir de allí<br />

para intentar alcanzar su destino, se vio desviado de nuevo por el viento del levante que, al no<br />

amainar, les llevó "casi como si fuesen en una procesión, más allá de las Columnas de Heracles<br />

hasta Tarteso". Allí comprobaron que eran los primeros griegos que habían alcanzado ese punto,<br />

lo que les permitió obtener unos beneficios extraordinarios, que fueron evaluados en sesenta<br />

talentos, lo que equivaldría a más de mil quinientos kilos de plata. En el relato de su viaje se ha<br />

ocultado a propósito la ruta y se ha camuflado con tópicos recurrentes en muchos relatos de<br />

marinos relativos al soplo divino o a la ayuda de los dioses. Pero no podemos dudar de que esos<br />

marinos griegos habían tomado buena nota de la ruta que siguieron porque a partir de ese<br />

momento se inicia un periodo de intensos contactos entre los griegos y la Península Ibérica, que<br />

atestiguan tanto los autores antiguos como los hallazgos arqueológicos.<br />

El siglo VI a.C. será un periodo de gran intensidad en el desarrollo de rutas comerciales<br />

en Iberia; por un lado, los fenicios ya presentes desde hacía al menos doscientos años y, por otro<br />

lado, los griegos, llegados con posterioridad pero enseguida muy involucrados en los circuitos<br />

comerciales preexistentes serán los responsables de la plena integración de la Península en las<br />

redes comerciales del Mediterráneo antiguo. La larga ruta que llevaba a los foceos desde su<br />

lejana patria en la costa de Anatolia hasta los confines del Océano atravesaba todo el<br />

Mediterráneo y tocaba puntos en todas las costas de ese mar; desde Egipto, que durante el siglo<br />

VI se había convertido en poderoso centro de atracción de comerciantes de todo origen hasta las<br />

ricas costas de Etruria, sin olvidar las grandes islas mediterráneas Sicilia, Córcega y Cerdeña y,<br />

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Por el producto o el objeto exótico le transmitía datos y noticias de esos mundos lejanos y<br />

remotos que sus viajes le habían permitido conocer. Y de este modo el objeto se cargaba de un<br />

nuevo sentido, necesario para integrarse de forma plean entre quienes lo recib ían.<br />

d) LAS RUTAS DE LA ENERGÍA<br />

La ruta va eliminando los obstáculos, las contradicciones, los malos<br />

entendidos... que se interponen en el camino para acceder al fin, que repercute en todo<br />

el proceso y provoca su cumplimiento, lo que implica un cambio en esos mismos<br />

valores (fines). Es, por lo tanto, la ruta por antonomasia, la ruta haciéndose a sí misma 4 .<br />

El desplazamiento físico de hombres, animales o máquinas requiere energía. En<br />

el origen de las comunidades de homínidos, la energía se reduce a su propia fuerza<br />

muscular, a la que va añadiendo otras: a medida que aprende a domesticar perros, toros,<br />

renos, caballos, muías, elefantes..., la fuerza muscular de los animales; y, a medida que<br />

inventa artilugios para aprovechar el viento y las corrientes de agua fluviales o<br />

marítimas, la fuerza de la naturaleza. Las energías muscular y mecánica han dominado<br />

casi toda la historia de los seres humanos desde sus orígenes, hace miles de años, hasta<br />

4 .- Es la ruta que persiguió conceptualmente Hegel, en su dimensión idealista: el sujeto que se identifica<br />

con la sustancia. Jünger prosigue el camino hegeliano, viendo en la sustancia la energía. A la fase<br />

constructiva de la ruta de la energía le seguiría una segunda fase destructiva cuando esas energías<br />

liberadas aniquilaran al propio ser humano.<br />

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el siglo XIX de nuestra era. Ambas energías —la animal y la mecánica— son limitadas,<br />

porque su aprovechamiento depende de factores que entonces se encontraban fuera del<br />

alcance de la voluntad humana: no era sencillo controlar las enfermedades de las<br />

bestias, ni aumentar su resistencia..., así como tampoco era fácil dominar la fuerza de<br />

las corrientes de agua ni la velocidad ni la dirección del viento...<br />

La invención de la máquina de vapor hace poco más de dos siglos, y el motor de<br />

explosión Diesel, hace menos tiempo aún, proporciona a los seres humanos una<br />

independencia que requieren para regular a su voluntad —siempre con los límites<br />

impuestos por la termodinámica-la energía con la que poder desplazarse por las rutas<br />

existentes y abrir nuevas rutas inalcanzables antes de estos inventos. El grito de «Izad la<br />

gavia del trinquete», el canto de la salona para coordinar los movimientos de los<br />

marineros, la trepa al mastelero... son curiosidades de erudito arrinconadas en los<br />

polvorientos anaqueles de las bibliotecas.<br />

Las investigaciones para usar el vapor de agua como fuerza motriz empiezan en<br />

el siglo XVII. La primera máquina de vapor fue construida por Thomas Newcamen en<br />

torno a 1712. Su fuerza se aplica como bomba de agua en las minas británicas a<br />

principios del siglo XVIII y para mover engranajes de maquinaria textil a finales del<br />

mismo siglo gracias a la máquina de Belcebú (1769), perfeccionada por James Watt<br />

(1781). Durante la primera mitad del siglo XIX, se sustituyen las energías muscular y<br />

mecánica por la energía (termodinámica) del vapor en la mayoría de las fábricas<br />

textiles, entre las que destacan las de algodón; sin embargo, el uso de la nueva energía<br />

proporcionada por el vapor fue mucho más lento para los medios de transporte terrestre<br />

y marítimo, que continúan con el uso de las mismas formas de energía de la época de<br />

los egipcios, griegos o romanos...<br />

El pionero en utilizar el vapor en la navegación fluvial, Robert Fulton (1765-<br />

1815) recorre los Grandes Lagos y el río Mississipí a partir de 1807 en barcos de dos<br />

chimeneas con obenques. Treinta años más tarde, por los ríos norteamericanos, navegan<br />

casi cien barcos fluviales de noria por una ruta de más de 7.000 kilómetros de ríos<br />

navegables enlazados entre sí con canales. La ruta fluvial del Mississipí del siglo XIX y<br />

sus vapores —entre los que destaca el Great Eastern, botado en 1858 y seis veces<br />

mayor que cualquier otro construido hasta entonces — se convierte en un escenario<br />

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espectacular para numerosas obras de literatura que narran las aventuras de los hombres<br />

de aquellas rutas: Tom Sawyer, Las aventuras de Huckleberry Finn, La cabaña del tío<br />

Tom ...<br />

En Europa, la adopción de norias de vapor en los transportes fluviales y de<br />

cabotaje no fue ni tan rápida ni tan extensa. Sin embargo, a partir de 1840, británicos,<br />

franceses y alemanes comienzan a utilizar hélices movidas primero por máquinas de<br />

balancín, luego oscilantes, más tarde verticales, y, finalmente de vapor, que triunfan sin<br />

competencia a partir de 1874. Su uso se aplica a los transportes trasatlánticos que<br />

mueven a miles de pasajeros entre Europa, América y Australia y facilitan una de las<br />

mayores emigraciones de los europeos hacia los nuevos mundos. La introducción de las<br />

hélices y el vapor en los buques de guerra, si bien fue algo más lenta, acaba por<br />

imponerse en las flotas de los grandes imperios de la época. A finales del siglo XIX,<br />

circulan con toda normalidad los barcos de vapor por las principales rutas fluviales y<br />

marítimas del mundo.<br />

Las necesidades de combustible para los barcos de vapor generan una nueva<br />

ruta: la de los puntos de abastecimiento del carbón que ha de alimentar las nuevas<br />

máquinas de los barcos. Para satisfacer esta necesidad sobrevenida, los imperios crean<br />

colonias en lejanas islas del océano Pacífico, que hasta entonces carecían de interés y<br />

que, de repente, se convierten en puntos vitales para la navegación de los imperios.<br />

Británicos y franceses acaban enfrentándose por su posesión. Los británicos se asientan<br />

en las islas de Nueva Zelanda y los franceses, en las islas de Nueva Caledonia.<br />

Alemanes, rusos, japoneses y norteamericanos tardan poco tiempo en entrar con<br />

beligerancia en el reparto. Los norteamericanos salen beneficiados del litigio y se<br />

apropian de las islas Hawai, Cuba, Filipinas y Guam en 1898. Los japoneses, que<br />

ocupan las islas Marianas en 1898, se cruzan inevitablemente con la ruta<br />

norteamericana, lo que conducirá a terribles consecuencias bélicas en el futuro. Además,<br />

los imperios acortan las distancias entre mares y océanos mediante la construcción de<br />

los canales de Suez y Panamá, que reducen el tiempo de los viajes y el consumo de<br />

combustible de los barcos.<br />

El vapor empieza a usarse en el transporte terrestre por la misma época. Los<br />

pioneros en su uso son los mineros británicos, que utilizan una locomotora rudimentaria<br />

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en 1814 capaz de arrastrar las vagonetas sobre raíles con las que transportan el carbón<br />

extraído. El primer transporte por ferrocarril de pasajeros se efectúa entre Darlington y<br />

Stockton en 1825 y, en menos de 25 años, las líneas de ferrocarril se expanden como<br />

nuevas rutas terrestres en el seno de los principales imperios del mundo. Gran Bretaña y<br />

EEUU pronto aventajan a los otros países en el tendido de vías ferroviarias. En 1854, el<br />

norte de EEUU ya tiene cinco líneas que atraviesan los Apalaches y comienza el tendido<br />

de la ruta del Oeste, que se topa con la resistencia de los indios de las praderas<br />

interiores; en tan idílico paraje serán vencidos, y aun casi exterminados, a manos de<br />

soldados que llegan por la ruta del «caballo de hierro». En los confines orientales de<br />

Europa, el proyecto más ambicioso de los zares rusos fue el Transiberiano para unir<br />

Moscú con el Pacífico.<br />

Tanto los barcos de vapor como los ferrocarriles necesitan combustible para<br />

generar la energía necesaria para los desplazamientos. El combustible puede ser vegetal<br />

o mineral, pero las ventajas técnicas del carbón mineral acaban imponiéndose y se abre<br />

la nueva ruta de las minas de carbón, por cuyo control acaban enfrentándose los<br />

imperios en el corazón de Europa. El cruce de las rutas del carbón de Francia y<br />

Alemania es una de las causas de la Primera Guerra Mundial e influye asimismo en el<br />

inicio de la Segunda, en la que japoneses, norteamericanos y británicos combaten a la<br />

vez por el control de las islas del Pacífico. Los británicos son quienes controlan con<br />

mayor solvencia la ruta del carbón en el siglo XIX y consiguen imponer la ruta de su<br />

imperio como ruta dominante de los mares. En 1919 su flota mercante y la de sus<br />

dominios suman 19 millones de toneladas. Por detrás se encuentran los EEUU con 10,8<br />

millones, Japón con 2,3 y Francia con 2,2 millones de toneladas. Ninguna de las flotas<br />

mercantes del resto de países del mundo supera los 2 millones de toneladas.<br />

El uso del carbón como fuente de energía se va sustituyendo progresivamente<br />

por el uso de los combustibles derivados del petróleo durante el siglo XX, después de<br />

que Diesel utilizase con éxito la gasolina para hacer funcionar el motor de explosión en<br />

1892, y Benz aplicará la nueva energía al automóvil en 1893, lo que deriva en una<br />

aplicación general en locomotoras, buques mercantes y de guerra, y en la nueva e<br />

incipiente aviación que abre la ruta del aire. La utilización del petróleo como fuente de<br />

energía, cuyo uso se inicia cuando están asegurados los puntos de apoyo de las rutas de<br />

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los imperios por todo el planeta, lleva a la necesidad de controlar la fuentes de<br />

producción del nuevo combustible. El tema preocupa fundamentalmente a los estados<br />

que no tienen petróleo suficiente en sus territorios nacionales, sobre todo Gran Bretaña,<br />

Francia e Italia. En la época de entreguerras, franceses y británicos compiten por las<br />

explotaciones del Oriente Próximo y franceses e italianos por las explotaciones<br />

saharianas.<br />

El país pionero en las explotaciones petrolíferas es EEUU. En fecha tan<br />

temprana como 1767, un misionero informa de que los indios de Titusville usan como<br />

ungüento milagroso los efluentes de petróleo que brotan en la zona. Benjamín Silliman,<br />

químico de la Universidad de Yale, analiza muestras de aquel espeso líquido de<br />

Tutusville y concluye que puede retinarse y usarse para el alumbrado. Inmediatamente<br />

se constituye la primera empresa para empezar su extracción y refinado: Pennsylvania<br />

Rok Oil Co., que en 1859 extrae petróleo de su primer pozo. Proliferan los pozos de<br />

explotación y la producción pasa de los 2.000 barriles de 1859 a cinco millones en<br />

1869. Las primeras refinerías se crean en el noreste de Pensilvania y cinco de entre los<br />

pequeños empresarios que explotan los pozos y refinerías se unen en 1870 para crear la<br />

Standard Oil Co. Uno de esos hombres es el futuro magnate John D. Rockefeller y la<br />

macroempresa Standard sirve de modelo para constituir otras empresas de<br />

características semejantes.<br />

Las innovaciones técnicas introducidas en 1901 en el pozo de Spindleton de<br />

Texas permiten transformar la industria extractiva y se origina una nueva empresa que<br />

se hará poderosísima en el futuro: Texas Co. Pero la mayor capacidad técnica de<br />

explotación agota los pozos de Spindleton y la Texas Co., para asegurar la producción,<br />

abre pozos en otros territorios de los EEUU. La ruta extractiva de Texas Co. se cruza<br />

con la de la Standard Oil Co. y el conflicto es inevitable. Las empresas de los<br />

automóviles recién inventados, Ford entre otras, inician la producción masiva de coches<br />

y las refinerías comienzan a producir gasolinas en lugar de queroseno para el<br />

alumbrado. En 1920, estalla la alarma sobre el peligro de que se agoten los pozos<br />

americanos y el Gobierno incita a las empresas a que busquen concesiones en el<br />

extranjero. En 1929 las empresas ya habían invertido 1.400 millones de dólares de la<br />

época fuera del país. Los temores se disipan al encontrarse nuevos pozos en 1930 en<br />

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California, Oklahoma y Texas; pero las inversiones externas no cesan e incluso motivan<br />

una guerra en 1932 entre Bolivia y Paraguay por el control de los pozos de petróleo del<br />

desierto del Chaco, en los que las empresas norteamericanas estaban interesadas. EEUU<br />

comienza a influir decisivamente en las políticas nacionales de los estados<br />

iberoamericanos que poseen petróleo. El Gobierno del presidente mexicano Lázaro<br />

Cárdenas se atreve a expropiar en 1938 los yacimientos que las compañías<br />

norteamericanas tienen en México, lo que provoca graves tensiones con Washington<br />

aunque finalmente las compañías y el gobierno mejicano llegan a un acuerdo que<br />

resolvió el contencioso.<br />

Mientras tanto, los principales países europeos que carecen de pozos petrolíferos<br />

en sus territorios nacionales han de buscarlos en el extranjero. Los geólogos<br />

exploradores los encuentran fundamentalmente en el Oriente Medio y el norte de<br />

África, por lo que el control de estos territorios se hace vital para las grandes naciones<br />

industriales: Francia, Italia, Alemania y Gran Bretaña. Son territorios que pertenecieron<br />

al viejo Imperio Otomano y que las potencias habían repartido según el criterio de<br />

«zonas de influencia»: Argelia para Francia; Libia para Italia; y Egipto para Gran<br />

Bretaña. La Primera Guerra Mundial permite a los estados europeos introducirse en las<br />

zonas restantes del Imperio Otomano que les interesan. La táctica preferida para<br />

lograrlo es fomentar el movimiento nacional árabe nacido en el Congreso Árabe de<br />

París de 1913; mas cuando termina la guerra en 1919 entran en vigor los acuerdos<br />

Sykes-Picot firmados en 1916 entre Francia y Gran Bretaña para repartirse Oriente<br />

Medio. Estos acuerdos son incluidos sucesivamente en los tratados de paz de 1919<br />

(Versalles), 1920 (Severs San Remo) y 1923 (Lausana). La Sociedad de Naciones les da<br />

el visto bueno en 1924 mediante el sistema de mandatos, de suerte que Siria y Líbano<br />

quedan bajo el mandato de Francia, y Palestina e Irak, de Gran Bretaña. Sólo Arabia<br />

Saudí y Persia, que desde 1935 se conoce como Irán, quedan como territorios<br />

independientes.<br />

Las empresas petrolíferas más favorecidas por el reparto son las británicas,<br />

porque controlaron los pozos de Egipto e Irak. Gran Bretaña mantiene un gobierno<br />

directo sobre Palestina y crea principados bajo su mandato en Transjordania e Irak, y<br />

acomoda en el trono a los miembros de la dinastía Hachemita. El primer gran pozo<br />

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petrolífero de Irak se abre en 1927, el pozo de Baba Gurgur y la Irak Petroleum<br />

Company se constituye en 1928. Poco a poco se crea un Cártel del petróleo en Oriente<br />

Medio formado por otras empresas como la Anglo-Persian. En 1935 construyen un<br />

oleoducto desde Irak hasta las costas de Palestina en el Mediterráneo para transportar el<br />

petróleo hacia Gran Bretaña con más facilidad. En la explotación del petróleo había<br />

importantes capitales financieros como el de los Samuel y los Rotschild. Una de sus<br />

empresas más importantes es la Royal Deutch-Shell. En la década de 1930 empieza la<br />

explotación de los pozos de Arabia Saudí y en la de 1940, la de los pozos de Kuwait.<br />

Para introducirse en estas zonas junto a las compañías francesas y británicas, el<br />

Gobierno de EEUU apoya a la familia Al-Saüd, que gobernaba desde 1932 la Arabia<br />

Saudí reunificada en un solo reino. Las primeras explotaciones petrolíferas de Arabia<br />

Saudí se inician en 1938 mediante concesiones a compañías de los EEUU y, poco a<br />

poco, se convierten en los principales abastecedores del mundo. Arabia Saudí supera los<br />

100 millones de toneladas de producción anual en 1960 y es la primera productora de<br />

petróleo del mundo a partir de 1990 con casi 428 millones de toneladas anuales, el<br />

13,5% de la producción mundial.<br />

La Segunda Guerra Mundial significa el fracaso de Alemania en la lucha por el<br />

control del petróleo contra Francia y Gran Bretaña, pero su desenlace también trastoca<br />

el panorama mundial en la explotación del petróleo como consecuencia de dos<br />

fenómenos fundamentalmente: El primero, la independencia de los países árabes<br />

productores de petróleo sometidos a mandato británico o francés (países de los que se<br />

abastecen las principales potencias europeas) junto a la creación del estado<br />

independiente de Israel en 1948. El segundo, el interés de los EEUU por el petróleo de<br />

Oriente Medio con la finalidad de preservar sus reservas nacionales y para consolidar su<br />

posición estratégica mundial, pues el petróleo de Oriente Medio es de importancia<br />

crucial para el desenlace de la guerra a favor de EEUU en la lucha contra Japón.<br />

El buen entendimiento entre la monarquía Al-Saüd de Arabia Saudí y los<br />

sucesivos gobiernos norteamericanos facilitó y continua facilitando la exportación<br />

petrolífera de este país y la permanencia en el poder del régimen monárquico islámico<br />

saudí, sin reformas del sistema político ni revoluciones triunfadoras como las<br />

acontecidas en Egipto, Irak o Irán, que derribaron del poder a las dinastías<br />

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anteriormente apoyadas por los británicos. Los primeros indicios de reforma del sistema<br />

político saudí no se producen hasta la Primera Guerra del Golfo, tras la invasión de<br />

Kuwait por las tropas de Saddam Husein en 1990 y la contundente respuesta<br />

norteamericana, pero sin que la monarquía saudí cediese ninguna parcela de su poder ni<br />

fe religiosa. Una de las más tempranas colaboraciones anglo-norteamericanas en la zona<br />

es la respuesta a la nacionalización de la industria petrolera iraní de 1951 y la acción de<br />

los servicios secretos de inteligencia para la destitución en 1953 del ministro<br />

Mossadegh, ejecutor de la nacionalización del petróleo.<br />

Los países árabes productores de petróleo más Venezuela —objetivos de la ruta<br />

del petróleo de las multinacionales — crean la Organización de Países Exportadores de<br />

Petróleo (OPEP) en 1960 para negociar cánones más elevados por la explotación de sus<br />

recursos con las multinacionales -Shell, Exon, Gulf, Mobil, Chevron, Texaco, British...<br />

—. La OPEP consigue articular su posición negociadora a partir de 1970 y su política se<br />

cruza en la ruta del petróleo de las multinacionales en 1973. La OPEP, liderada por el<br />

ministro saudí del petróleo, Ahmed Zaki Yamani, formado en Harvard, escoge la<br />

coyuntura de la guerra árabe-israelí de principios de la década de 1970 para exigir un<br />

incremento del precio del petróleo y una participación en la propiedad de las compañías<br />

que explotaban las concesiones. Más aun: el bloque árabe de la OPEP impone<br />

restricciones a la exportación de petróleo árabe hacia los países occidentales que apoyan<br />

a Israel como protesta por la guerra del Yorn Kippur de octubre de 1973, que gana<br />

Israel y donde se lucha por elcontrol de las zonas egipcias con mayores reservas de<br />

petróleo. La restricción también afecta a EEUU como represalia por su apoyo a Israel.<br />

El bloque árabe anuncia una disminución de la producción, un aumento del 70% en los<br />

precios y el embargo a EEUU, que pasa de importar más de un millón de barriles diarios<br />

de petróleo árabe a sólo 18.000 en octubre de 1973. El embargo termina en marzo de<br />

1974, pero el precio impuesto por la OPEP se mantiene. Afínales de 1973, la OPEP<br />

aumenta los precios unilateralmente un 300% y el precio del barril pasa finalmente de<br />

1,79 dólares que tiene en 1970 a más de 13 en 1974. De esta manera la OPEP consigue<br />

su objetivo: el aumento de las ganancias de los países exportadores frente a las<br />

compañías explotadoras. Las rentas anuales de los principales países árabes<br />

exportadores de petróleo crecieron enormemente durante los años siguientes. Arabia<br />

Saudí pasó de una renta anual de 4.350 dólares en 1973 a 36.000 en 1978; Irak de 1.800<br />

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dólares a casi 24.000; Kuwait de 1.700 a 9.200 y Libia de 2.200 a 8.800.<br />

Según la hipótesis de Faud Ajami, Los Árabes en el mundo moderno, lo más<br />

significativo de la crisis de 1973 fue su resultado político, que consistió en el<br />

predominio de la influencia de los EEUU en la región y la asunción del liderazgo en las<br />

relaciones entre los países árabes de Arabia Saudí e Irak apoyadas ambas por EEUU en<br />

detrimento de Siria y Egipto. La segunda crisis del petróleo en 1979 también estuvo<br />

vinculada con el conflicto árabe-israelí, con las presiones saudíes a favor del mundo<br />

árabe, y con el aumento del precio del barril de petróleo y la renta de los países<br />

productores; pero la crisis de 1979 alcanza mayores dimensiones que la de 1973 a causa<br />

del conflicto entre Irak e Irán tras el derrocamiento del Sha iraní Reza Pahlevi el mismo<br />

año 1979 por un grupo de fundamentalistas islámicos dirigidos por el ayatollah Jomeini.<br />

El conflicto se inicia en 1980 y no finaliza hasta 1988.<br />

La ayuda norteamericana inicial prestada al gobierno iraquí de Saddam Hussein<br />

en la lucha contra Irán cambia cuando las tropas de Irak invaden Kuwait en 1990 y se<br />

produce una nueva crisis. Además, Irak amenaza con invadir Arabia Saudí, cuya<br />

dinastía consulta a los líderes religiosos, que consienten la intervención militar<br />

norteamericana en defensa de sus pozos de petróleo, y el ejército norteamericano toma<br />

posiciones estratégicas en Arabia Saudí, invade Kuwait y expulsa a los iraquíes. En la<br />

disputa entre Arabia Saudí e Irak se cruza también la lucha por el liderazgo del mundo<br />

árabe y la actividad del islamismo radical contra occidente. Ambos hechos han<br />

motivado que la ruta del petróleo en Oriente Medio se haya visto jalonada por diversas<br />

intervenciones militares y guerras desde 1991. La última manifestación ha sido la<br />

invasión de Irak por las tropas norteamericanas en 2003. No en balde, Irak es<br />

fundamental para la ruta del petróleo, porque su subsuelo posee la segunda reserva del<br />

mundo en crudos.<br />

e) LAS RUTAS DEL DESPLAZAMIENTO<br />

A veces las rutas se configuran con independencia de la intencionalidad de los<br />

sujetos que la recorren. Son rutas construidas por sujetos que tienen otras<br />

preocupaciones, pero que en su acción con-forman (inconscientemente) la Ruta: son las<br />

rutas de los desplazados que van y vienen violentados por otros grupos humanos, por las<br />

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malas cosechas o por catástrofes naturales o provocadas por los propios hombres. Si las<br />

desbandadas, huidas o dispersiones se estabilizan en rutas, siempre habrá alguien que se<br />

acerque a ellas para cantar las gestas de quienes son pioneros, adelantados, precursores,<br />

audaces o mentores y conviertan sus acciones en leyenda.<br />

Ni un punto de la tierra puede sentirse libre de constituirse en fuente de rutas de<br />

exiliados, desplazados, desterrados, enajenados... España-imperio, martillo de herejes,<br />

matriz de pueblos, cátedra de catolicidad... es una de esas fuentes terribles, que tiene el<br />

dudoso privilegio de haber expulsado, entre otros, a las tres religiones monoteístas:<br />

judíos, moros y cristianos (jesuítas). ¿Hay quien dé más?<br />

Son las rutas de todas las guerras, de todas las barbaries, de todos los dogmas, de<br />

todas las pestes... y que dejan a su paso estelas terribles. Hace falta mucho cinismo o<br />

mucho fanatismo para que los actantes de esas rutas sean percibidos como rebaños de<br />

animales por los habitantes de la Frontera. Tanto como considerar «impuros» a quienes<br />

no profesan tu propia religión. Se acosa, se insulta y aun expulsa a los «perros» moros, a<br />

los «marranos» judíos, a los «gorilas» subsaharianos... Se persigue, arrincona y aun se<br />

asesina a los «infieles». ¿Qué hacer cuando se es contemplado como un animal? La<br />

huida, el escondite y la máscara son los aliados; y, a veces, la única salida es la<br />

prostitución. ¿Qué hacer si se es la sobrina del gran escritor Chejov, que se ve obligada<br />

a exiliarse de la nueva URSS? Hacerse artista, codearse, quizá, con las altas esferas<br />

nazis y trabajar para ellos. ¿Qué hacer si se es judío en Alemania, en Polonia, en<br />

Austria... y el viaje obligado es acabar en Mautchausen o Auschwitz?<br />

LAS RUTAS DEL EXILIO<br />

" Algún que otro diputado se quejaba de la situación en la que se encontraban muchos de sus<br />

compañeros a pesar de que esta minoría política disfrutaba siempre de una posición privilegiada en<br />

su ruta hacia el exilio respecto a la masa de población anónima que hacía el mismo camino. El<br />

presidente del Parlamento, Josep Irla, presentó su dimisión, pero no fue aceptada. Estas<br />

disensiones entre los parlamentarios y los partidos que formaban el gobierno de la Generalitat era<br />

el preludio de lo que sería la política de los exiliados en los próximos años".<br />

Estas palabras de Joan Villaroya i Font se refieren al exilio de la Guerra Civil<br />

española de 1939, de más de 40 años de duración, hasta que se recupera la democracia<br />

en España. Pero ya los hombres que construyen España como estado nación liberal<br />

durante el siglo XIX se encontraron sometidos al exilio, desde el mismo inicio del<br />

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proceso de creación del estado. Recordemos algunos momentos: los miles de<br />

deportados, rehenes, prisioneros y refugiados durante la guerra de 1808-1814; el exilio<br />

de los afrancesados o partidarios de José I entre 1813 y 1820; el exilio de los liberales<br />

doceañistas de 1814-1820,1823-1833 y el de 1840-1860 por la persecución de partido;<br />

y, finalmente, el exilio carlista entre 1833 y 1876. No hay mal que por bien no venga,<br />

exclamará el inocente: ¿Acaso no puso las bases para la educación primaria en España<br />

el insigne liberal doceañista Pablo Montesinos gracias a las ideas y experiencias que<br />

pudo vivir y experimentar durante su exilio en Inglaterra?<br />

Las personas siempre se han movido de un lugar a otro, dentro de su mismo país o<br />

fuera de él. En numerosos momentos del pasado, se producen grandes expansiones o<br />

expulsiones crueles y sangrientas que cambian el curso de la historia. Pero en los siglos<br />

XIX y XX, los movimientos migratorios adquieren una dimensión desconocida hasta<br />

entonces, resultado de los efectos de la Revolución Industrial, los procesos de<br />

industrialización, las innovaciones en los medios de transporte de masas y los avances<br />

médicos y biológicos. La confluencia de todos estos avatares concitan una explosión<br />

demográfica sin precedentes en la historia de la humanidad. El planeta tierra se encoge<br />

ante los millones de seres humanos que lo recorren. Si en 1750 el planeta acoge entre<br />

650 y 850 millones de habitantes, en 1850 alcanza entre 1.100 y 1.300 millones, y en<br />

1900, los 1.600 millones. Después de la Gran Guerra, en 1950, la tierra soporta los<br />

2.500 millones, en 1975 sobrepasan los 4.000 millones, y a principios del siglo XXI se<br />

acerca (peligrosamente) a los 6.000 millones. Pero la explosión demográfica no se<br />

produce simultáneamente en todos los continentes del planeta. La Revolución Industrial<br />

surge en Europa y es ahí donde principia la explosión demográfica. En la Europa de<br />

1900 vive el 25% de los seres humanos que pueblan la tierra. La presión demográfica<br />

sobre el espacio, las necesidades primarias de hombres y mujeres y las innovaciones<br />

tecnológicas obligan a los europeos a emigrar hacia América, Australia o el Norte de<br />

África. Los mas destacados historiadores están convencidos de que el éxodo europeo de<br />

1850-1930 ha sido el mayor movimiento migratorio de toda la historia de la humanidad.<br />

Entre 1850y 1930, más de 50 millones de europeos emigran a ultramar. Se trata de<br />

una emigración de colonos que construyen carreteras, puertos y ciudades; roturan<br />

tierras; civilizan y pueblan los nuevos continentes. En América y Australia son<br />

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recibidos por los Gobiernos de los jóvenes estados recién independizados de los<br />

imperios como inmigrantes necesarios y fuente de riqueza para el futuro. La mayoría de<br />

aquellos gobiernos son propiedad de criollos de origen europeo, convencidos de que<br />

gobernar sus estados —parafraseando al presidente e intelectual argentino Domingo<br />

Faustino Sarmiento— no va más allá de poblarlos con europeos. Evidentemente, la<br />

llegada de estos inmigrantes crea un conflicto con los indios y otro con los criollos, que<br />

aún está muy lejos de haberse resuelto.<br />

Cuando las crisis económicas del siglo XX azotan a los países receptores de<br />

emigrantes europeos, los gobiernos de estos países endurecen las barreras para frenar la<br />

entrada de estos inmigrantes. Pero, simultáneamente, Europa alcanza un estadio muy<br />

avanzado de industrialización y consigue unos niveles muy elevados de bienestar en las<br />

décadas de 1950 y 1960, lo que redunda en un nuevo equilibrio demográfico con índices<br />

muy bajos de mortalidad y natalidad, porque los europeos usan métodos anticonceptivos<br />

de forma masiva, que frenan el crecimiento de la población europea y la envejecen.<br />

Mientras tanto, la explosión demográfica se extiende por Latinoamérica, Asia y África,<br />

pero sin industrialización a la europea y sin control de la natalidad. El cambio empieza a<br />

percibirse claramente a partir de la década de 1950. La principal consecuencia fue y es<br />

que a principios del siglo XXI la población europea sólo supone el 12% de la mundial,<br />

mientras que a principios del siglo XX suponía el 25%, y que la dirección mayoritaria<br />

de los emigrantes haya cambiado. Antes, Europa fue lugar de salida de emigrantes;<br />

ahora, Europa es receptora de inmigrantes, que cada vez suponen un porcentaje más<br />

elevado en el conjunto de los habitantes de los países de la Unión Europea. La media de<br />

inmigrantes en la Unión Europea supone casi un 4,5% de su población total ya a<br />

principios del siglo XXI.<br />

Las causas que impulsan a miles de personas a emigrar hacia Europa son muy<br />

diversas: guerras, exilios, la búsqueda de trabajo, el deseo de una vida o un hábitat<br />

mejor, la consecuencia de una crisis económica, epidémica o climática; aunque la<br />

principal de todas es la existencia de unas fracturas demográficas y económicas enormes<br />

entre la Europa del bienestar y del equilibrio demográfico nuevo, caracterizado por el<br />

envejecimiento de la población, y los países de la pobreza y de la explosión<br />

demográfica sin industrialización, poblaciones muy jóvenes y pobres en su mayoría. La<br />

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emigración europea de 1850-1930 tuvo características muy diferentes a las que tiene la<br />

emigración actual de los países pobres hacia la Europa rica. Las sociedades receptoras<br />

de los inmigrantes europeos de entonces también tenían unas características distintas a<br />

las de la sociedad europea que hoy recibe inmigrantes. Eran sociedades que necesitaban<br />

un proceso de modernización y estaban inmersas en una dinámica de expansión<br />

colonial. La sociedad actual europea está modernizada y no experimenta ninguna<br />

dinámica de expansión colonial, pero necesita mano de obra joven tanto para el presente<br />

como para el futuro.<br />

Los movimientos migratorios entrañan siempre graves conflictos, porque existe<br />

un lugar de partida y otro de recepción. En los lugares de partida, la emigración se ve<br />

como un derecho del hombre a buscar la felicidad y un acto legítimo: Toda persona<br />

tiene derecho a buscar riquezas, un trabajo mejor, una vida más placentera o un régimen<br />

político acorde con sus principios. Sus argumentos dependen de la realidad social que<br />

provoca la emigración. Si su Gobierno es medianamente civilizado, legisla a favor de<br />

los emigrantes y regula su marcha, incluso les asiste allí donde van a través de los<br />

Consulados o asociaciones de emigrantes. No se olvide que los emigrantes envían<br />

muchas divisas a sus países de origen y éstos, por la tácita o expresa regla de<br />

reciprocidad, tienen la obligación de corresponderles y cuidarlos en los lugares de<br />

emigración. Cuando se asientan en los lugares de acogida, los emigrantes continúan<br />

pensando que su decisión de permanecer es legítima y, además, consideran que tienen<br />

derecho a organizarse en las nuevas tierras con el propósito de conservar las tradiciones<br />

de sus países de origen.<br />

Desde la perspectiva de los lugares de recepción, la cosa es diferente. Los que<br />

llegan se convierten en inmigrantes y las leyes del país receptor suelen ser reticentes<br />

para unificar los derechos de los recién llegados con los derechos de los autóctonos. Si<br />

la inmigración es poco acusada y no altera el equilibrio de la sociedad receptora, los<br />

problemas son puntuales y anecdóticos. El inmigrante es recibido entre la indiferencia y<br />

la curiosidad por lo exótico. Mas si la inmigración altera el equilibrio de la sociedad<br />

receptora, brotan los conflictos, hasta el punto de que la sociedad receptora pone en<br />

duda el derecho del hombre a inmigrar y olvida incluso que ella misma reconoce el<br />

derecho de sus miembros a emigrar. La sociedad manifiesta sus prejuicios, los<br />

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nacionalismos aportan el aparato ideológico para impedir la entrada de extranjeros en<br />

sus territorios y el Estado pone trabas legales a la inmigración y la regula mediante<br />

leyes. Aunque, si no París, siempre nos quedará el Artículo 13 de la Declaración<br />

Universal de Derechos Humanos, que dice así: «Toda persona tiene derecho a circular<br />

libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado».<br />

La ruta los sefardíes<br />

Por José Hinojosa Montalvo (Universitat d'Alacant)<br />

Febrero del año 2004. Fallece en Valencia el dirigente de la reducida comunidad judía de la<br />

ciudad, Samuel Serfaty, nacido en Larache (Marruecos). Verano de 2004 en Dubrovnik, costa<br />

dàlmata, se celebra un congreso sobre los conversos de judío, donde tengo la ocasión de conocer<br />

al presidente del Coro La Lira, de Croacia, Mihael Montijo, además de otros judíos de Saraje vo.<br />

Emociona escucharlos hablar en la lengua de sus antepasados, en judeoespañol, defender su<br />

tradición, sus ritos; pero el hecho en sí no pasa de ser una anécdota, aparentemente sin<br />

importancia, ya que ¿qué tienen uno y otro en común? Sin duda su condición de sefardíes, una<br />

trayectoria vital marcada por sus raíces hispanas, de las que presumen, en una extraña relación<br />

amor-odio. Amor hacia la "patria", la tierra añorada de Sefarad. Odio, o quizá mejor resquemor<br />

o indiferencia, hacia esa misma tierra -plasmado en la figura de los Reyes Católicos- de la que<br />

hace algo más de quinientos años fueron expulsados. Sus "rutas" vitales pueden haber sido<br />

múltiples, pero todas convergen en torno a Sefarad, y son también, a menudo, los últimos<br />

representantes de un judaismo sefardí, de futuro frágil e incierto, vinculado a una lengua y a una<br />

práctica de culto, cuyo análisis queda fuera de esta breve aportación al libro Las rutas de la<br />

Humanidad.<br />

Precisiones terminológicas: Las fuentes documentales históricas de España designan<br />

siempre a los judíos con los término jueu en catalán o hebreus/he-breo/ebreu si inciden en su<br />

faceta religiosa. La palabra Sefarad aparece en la biblia, en la profecía de Abdías, aludiendo<br />

quizá a la ciudad de Sardis, en Asia Menor, pero luego la tradición judía la identificó con la<br />

Península Ibérica y a los sefardíes con los judíos oriundos de Sefarad y con sus descendientes<br />

tras la expulsión de 1492, de ahí que el marco geográfico de residencia de los judíos sefardíes se<br />

haya ampliado considerablemente, desde Amsterdam al imperio otomano. A menudo el término<br />

sefardí se utiliza con oposición al de askenazí, el otro gran tronco del judaismo: el francogermano-eslavo.<br />

Desde finales del siglo XIX el término sefardí se amplió mucho en sus<br />

fronteras geográficas, pasando a designar a todo aquel judío que no era askenazí, lo que incluyó<br />

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a judíos del Yemen, etíopes, de la India... Pero los historiadores utilizamos el término sefardí<br />

para designar a los judíos descendientes de los expulsados de la Península Ibérica en el siglo XV<br />

o se asimilaron socio-culturalmente a ellos y caracterizándose por haber conservado los rasgos<br />

culturales hispánicos, en particular la lengua, el judeo-español, así como sus peculiaridades<br />

litúrgicas durante su prolongadísimo exilio..<br />

Los judíos en la Península Ibérica: La primera emigración organizada de judíos desde<br />

Jerusalén hacia la Península Ibérica empezó tras la destrucción del Templo de Jerusalén en el<br />

año 70 de nuestra era. Los cánones del concilio de Elvira, en el siglo IV, ya permiten constatar<br />

una importante población judía en Hispania. Tras la desintegración del Imperio Romano, la<br />

constitución en Hispania el reino visigodo con capital en Toledo y la conversión de Recaredo al<br />

catolicismo, los monarcas visigodos buscaron la unidad religiosa del reino bajo la fe católica y<br />

empezaron a dictar prohibiciones contra los judíos como el proselitismo, ejercer cargos con<br />

autoridad sobre los cristianos, tener siervos cristianos, etc. La invasión musulmana de la<br />

Península Ibérica en el año 711 fue vista por los judíos como una liberación del estado de<br />

opresión en el que se encontraban, Los judíos quedaron como comunidad protegida, como<br />

dimmies, restaurándose la vida y las comunidades hebreas, sobre todo en los núcleos urbanos<br />

(Granada, Tarragona o Lucena, por ejemplo, que fueron calificadas como "ciudades judías"), en<br />

los que se dedicaron a las actividades artesanales y mercantiles. Durante la etapa del Califato de<br />

Córdoba, instaura-do por Abd al-Rahmán III en 929, y los posteriores reinos de taifas, la judería<br />

hispana alcanzó una gran vitalidad en el terreno religioso y cultural. Las academias rabínicas de<br />

Lucena y Córdoba fueron sus motores. La contribución judía al esplendor de la ciencia y de la<br />

cultura fue muy nutrida, con personajes de la talla de Hasday ibn Saprut o Yacob ben Yo en el<br />

siglo X y Selomo ibn Gabirol, Yosef ibn Paquda, Yishaq Alfasi o Yosef ibn Migas en el siglo<br />

XI. Pero la llegada de los almorávides a finales del siglo XI y de los almohades en el XII<br />

acabaron con los reinos de taifas y desarrollaron una política de intransigencia en materia<br />

religiosa, que obligó a los judíos a convertirse al islam o emigrar hacia los reinos cristianos del<br />

Norte. Aún así, durante esta época difícil, florecieron intelectuales como Maimónides, Yehudá<br />

Haleví o Moisés ibn Ezrá.<br />

Los judíos en la España cristiana: En contraste con el bienestar y el nivel cultural<br />

alcanzado por los judíos en al-Andalús, en los pequeños reinos y condados cristianos coetáneos<br />

la presencia judía era escasa; aunque, a partir del siglo XI, con el desarrollo del Camino de<br />

Santiago, se instalaron comunidades judías a lo largo del mismo, que gozaron de numerosas<br />

franquicias y fueron considerados parte del tesoro real. El avance de los reinos cristianos del<br />

Norte hacia el Islam, la Reconquista, durante los siglos XI al XIII incrementó la población judía<br />

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de la España cristiana. Los judíos fueron utilizados para repoblar los extensos territorios<br />

conquistados, su experiencia administrativa fue aprovechada con el ejercicio de cargos públicos<br />

y labores de gobierno, y los dedicados básicamente al comercio, la artesanía y el préstamo de<br />

dinero se asentaron en centros urbanos, en barrios específicos cerca de los centros del poder<br />

político o religioso buscando su protección (judería, call), Su consideración como siervos del<br />

rey les brindó protección i beneficios jurídicos a cambio, claro está, de subsidios a la Corona.<br />

En los primeros tiempos, la situación legal en los fueros era de igualdad de derechos entre<br />

judíos y cristianos; pero esta situación se fue deteriorando con el paso del tiempo. En sus<br />

asuntos internos se regían por la ley mosaica y las normas de uso interno dictadas por la aljama,<br />

que era la institución jurídica que regía la vida de una comunidad local (en hebreo cahal). Su<br />

época de mayor esplendor se sitúa en los reinados de Jaime I en la Corona de Aragón y Alfonso<br />

X el Sabio en la de Castilla, en que participando activamente en las tareas administrativas y de<br />

gobierno, y en la labor cultural desarrollada en centros como Barcelona o, sobre todo, la<br />

"escuela de traductores" de Toledo. Sin embargo, sobre todo a partir del IV concilio de Letrán<br />

(1215), la presión social contra el judío fue haciéndose cada vez mayor. El amplio abanico de<br />

medidas restrictivas contra los judíos fue creando una serie de estereotipos y generando un<br />

antijudaísmo (antisemitismo a partir del siglo XV y el problema converso) en la sociedad<br />

cristiana, que hace que el historiador ponga en duda esa pretendida "convivencia" entre<br />

miembros de las tres religiones (judíos, cristianos y musulmanes) en la España medieval. Sin<br />

embargo, la inserción de la minoría judía en la sociedad cristiana era total, en todas las facetas<br />

de la vida diaria, desde la artesanía y el comercio al juego o la prostitución. De ahí la tragedia<br />

que supuso la expulsión de los judíos que persistieran en su fe decretada por los Reyes Católicos<br />

en 1492. El <strong>número</strong> de judíos expulsados, con los datos de que disponemos actualmente, fue de<br />

100.000 o incluso menos, lo que no resta un ápice a la magnitud de la tragedia. Muchos de los<br />

exiliados regresaron años después a sus antiguos hogares y se convirtieron al cristianismo.<br />

El exilio de los sefardíes: La mayoría de los expulsados partieron hacia Portugal, de<br />

donde también se les echaba, marchando al norte de África, sobre todo a Marruecos, y en menor<br />

medida hacia la actual Argelia y Túnez; otros pasaron, de momento, a Navarra, al sur de<br />

Francia, mientras que la mayoría de los judíos de la Corona de Aragón eligieron como destino<br />

las ciudades mediterráneas de la península italiana: Pisa, Nápoles..., desde donde se fueron<br />

extendiendo por el Imperio otomano a lo largo del siglo XVI. Había nacido el mundo sefardí, tal<br />

como se conoció durante muchos siglos, con una unidad y una cultura llamadas a tener un<br />

brillante futuro en los Tiempos Modernos. Desde 1492 hasta ahora, la historia de los sefardíes<br />

atravesó tres fases: la primera va desde la expulsión hasta mediados del siglo XVII, en la que se<br />

busca sobre todo un lugar donde instalarse en los países cristianos y musulmanes, siendo en el<br />

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imperio turco y en el norte de África donde el sefardismo encontró mejores circunstancias para<br />

su pervivencia. Este periodo terminó con la crisis originada por el movimiento del falso mesías<br />

Sabetay Çeví, comenzando la segunda fase, que se desarrolló en el siglo XVIII y parte del XIX.<br />

En esta etapa las comunidades sefardíes se repliegan en sí mismas. A finales del siglo XIX una<br />

crisis política, económica y cultural llevó a los sefardíes a buscar nuevos territorios donde<br />

instalarse, produciéndose lo que se conoce como diàspora secundaria, que les llevó a América,<br />

Europa occidental e Israel. Como consecuencia de ello, las principales comunidades sefardíes ya<br />

no están en sus lugares tradicionales de asentamiento, en el Mediterráneo o Marruecos, lo que<br />

ha supuesto importantes cambios en la identidad cultural de los sefardíes durante el siglo XX,<br />

sobre todo en el ámbito de la lengua, desplazada polla de su nuevo país de acogida, igual que la<br />

identidad cultural. La mayoría de estos sefardíes emigraron hacia América del Norte desde<br />

Oriente y, en menor medida, de Marruecos, aunque ya desde 1654 había sefardíes en Nueva<br />

Ámsterdam, luego Nueva York. En Iberoamérica también hubo sefardíes desde el siglo XVII en<br />

las colonias holandesas, y desde mediados del siglo XIX en el resto de países, con especial<br />

incidencia en Venezuela, Uruguay, Chile, Perú y, sobre todo, Argentina. Los factores que les<br />

empujaron a esta emigración fueron múltiples, desde las epidemias y las dificultades<br />

económicas, pasando por la explosión demográfica en Marruecos, la occidentalización de los<br />

sefardíes, la guerra hispano-marroquí, a la revolución de los Jóvenes turcos, la primera guerra<br />

mundial y el antijudaísmo desatado en los años siguientes en los países balcánicos y Grecia.<br />

Fue, sin embargo, el auge de los nacionalismos y la independencia de los países musulmanes del<br />

norte de África y Oriente la que deterioró las relaciones con los judíos, produciéndose un éxodo<br />

masivo de los mismos hacia Europa, América y, sobre todo, Israel, país que había acogido ya a<br />

importantes contingentes de judíos con motivo de la segunda guerra mundial y las<br />

persecuciones nazis, que provocaron la muerte masiva de sefardíes orientales, en particular de<br />

Grecia, Yugoslavia, Bulgaria o Rumania, en una ruta sin retorno, la del exterminio.<br />

f) LAS RUTAS DE LAS GUERRAS Ahora, en la composición entre el referente y el fin,<br />

intervienen los sujetos que proyectan la ruta de manera explícita: los sujetos —o, al<br />

menos, algunos de ellos, los políticos, los generales, los arbitristas...— se representan el<br />

fin total o un análogo de ese proceso con el que se encontrarán al final de la ruta. Para<br />

conseguir el fin programan y planifican sus objetivos (finis operantis) con mejor o peor<br />

inteligencia, con muchos o pocos medios, con presencia o ausencia de la fortuna. Como<br />

cuando decían los derrotados y perseguidos al final de la guerra civil: «Nos<br />

encontraremos a las puertas del Ayuntamiento de Figueras...».<br />

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LA RUTA DE LAS GUERRAS NAPOLEÓNICAS<br />

La ruta de las guerras napoleónicas materializa la difusión de las ideas de la<br />

Revolución Francesa —igualdad, libertad y fraternidad— y desmonta los viejos<br />

imperios de la Europa continental, incluso el papado romano. Francia no había<br />

conseguido constituirse en un verdadero imperio, y parece que con Napoleón llega la<br />

hora que le tenía reservada el Espíritu (Geist) hegeliano. La «Grandeur de la France»<br />

sólo es posible a costa de las otras «grandezas», los imperios hispano, austríaco,<br />

británico y prusiano. Pero las monarquías europeas se resisten a la Francia<br />

revolucionaria que, tras la Declaración austro-prusiana de Pilnitz de 1791 —un<br />

llamamiento a la unión de los monarcas europeos para restablecer la monarquía en<br />

Francia y el orden anterior a 1791 — , combaten al ambicioso general corso en una serie<br />

de guerras conocidas con el nombre de Guerras de Coalición.<br />

Durante la primera guerra de Coalición (entre 1792 y 1797), los ejércitos<br />

revolucionarios construyen un sistema de estados vasallos creados como repúblicas<br />

revolucionarias hermanas de la francesa: la República Bátava en 1794 (Países Bajos);<br />

las repúblicas Cisplatina (Milán) y Ligur (Génova) en 1797; las repúblicas Helvética<br />

(Suiza) y Romana (Roma) en 1798; y la República Partenopea en 1799 (Nápoles). En la<br />

guerra deslumhra el general más joven del ejército revolucionario, Napoleón Bonaparte,<br />

con una actuación tan destacada durante la Campaña de Italia (1796 y 1797), que le<br />

permite asumir el mando de las operaciones contra el Imperio Británico, al que decide<br />

atacar en el Mediterráneo con la Campaña de Egipto (1798 y 1799).<br />

Durante la Segunda Guerra de Coalición (entre 1799 y 1802), Napoleón derriba<br />

al Directorio que gobierna la República Francesa en 1799 y establece una dictadura<br />

militar. El propio Napoleón asume el mando del ejército de Italia; vence al ejército<br />

austríaco en la famosa batalla de Marengo en el verano de 1800; y firma la Paz de<br />

Amiens de 1802. Concluye esta Segunda Guerra de Coalición con el abandono de sus<br />

aspiraciones expansionistas en Egipto, a la vez que, paradójicamente, abre la ruta de la<br />

egiptología. En la expedición de Napoleón a Egipto en 1798 para arrebatar Egipto a los<br />

mamelucos y diputar la hegemonía a los británicos en el Mediterráneo, el ejército se<br />

encuentra bloqueado. Para entretenerse, el equipo de ingenieros y técnicos se dedica a<br />

estudiar la geografía, las reliquias y los monumentos de aquellas exóticas tierras, y lleva<br />

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a cabo la primera investigación científica del mítico Egipto. El resultado fue la<br />

monumental Description de l'Égypte (10 volúmenes, 3 atlas y 9 vols. complementarios)<br />

bajo la dirección de Jean-Baptiste Fourier.<br />

Napoleón concentra sus fuerzas militares y administrativas en Europa: En primer<br />

lugar, reorganiza los reinos en que estaba dividida la península itálica, donde reinstaura<br />

el Estado Pontificio y el Reino de Nápoles, gobernado por los Borbones del Imperio<br />

Hispánico; funda el Reino de Etruria (Toscana), la República Italiana (antes República<br />

Cisplatina) con el mismo Napoleón como primer cónsul y somete a una administración<br />

militar francesa directa a Parma y el Piamonte. Después, aliado con el Imperio<br />

Hispánico de Carlos IV contra los intereses británicos, intenta reconstruir el imperio<br />

colonial francés en América para combatir al Imperio Británico; pero estalla la Tercera<br />

Guerra de Coalición en 1805, en la que luchan contra Napoleón las tropas de Suecia,<br />

Nápoles y Austria junto a ingleses y rusos. Napoleón cruza con su ejército el Rhin y<br />

vence en Austerlitz, con lo que su ruta continental europea seguía creciendo hacia el<br />

Este. Crea la Confederación del Rhin en 1806 como protectorado francés tras firmar la<br />

paz con Prusia y Austria mediante los tratados de Schönbrunn y Presburgo, aunque no<br />

logra abrir la ruta bélica americana en la Batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805,<br />

lo que significa la consolidación de la hegemonía marítima de los británicos.<br />

La Cuarta Guerra de Coalición (entre 1806 y 1807) es desencadenada por los<br />

prusianos con ayuda de los rusos, a quienes Napoleón habría de vencer. Napoleón<br />

proclama el llamado Bloqueo Continental para enfrentarse a la hegemonía marítima<br />

británica y se alía con el zar ruso Alejandro I, que se suma al bloqueo contra los<br />

británicos, en la Paz de Tilsit (1807), con quien pacta el reparto de Europa en dos zonas<br />

de influencia. Napoleón se asegura su influencia sobre prusianos, sajones y austríacos;<br />

depone al monarca del Imperio Hispánico y ocupa militarmente el territorio peninsular<br />

ibérico, colocando como nuevo emperador hispano a su hermano José I.<br />

En 1809 estalla la Quinta Guerra de Coalición, fomentada por los austríacos, que<br />

no pueden impedir el expansionismo de la ruta europea de las guerras napoleónicas. El<br />

sistema napoleónico impera en el continente, donde surgen focos de resistencia nacional<br />

activa, entre los que destaca como más incisivo y radical el español, que pedirá ayuda a<br />

sus seculares enemigos británicos contra el francés.<br />

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El sistema de Tilsit se fracciona cuando el zar abandona el bloqueo continental y<br />

las tropas del Gran Ejército napoleónico, integrado también por sus socios prusianos,<br />

sajones y austríacos, responden cruzando el río Niemen en el verano de 1812. Ocupan<br />

Moscú en poco tiempo; pero el duro invierno ruso se ceba sobre los 600.000 soldados<br />

ocupantes, a quienes diezma, provocando la mayor catástrofe de la guerra. Con su<br />

ejército maltrecho y desmoralizado, el final del Imperio Napoleónico sólo era cuestión<br />

de tiempo. El ejército ruso no tarda en cruzar el Niemen y penetra en territorio prusiano<br />

en persecución de los restos del Gran Ejército. Los pueblos y estados continentales se<br />

incorporan progresivamente a la lucha contra Napoleón, que convoca a sus tropas<br />

dispersas por los estados y territorios europeos para impedir el avance de la nueva<br />

coalición, que crece cada vez más. Tras la derrota en la Batalla de Leipzig de octubre de<br />

1813, el ejército francés cruza el Rhin y se disuelve la Confederación del Rhin. El<br />

ejército francés es perseguido por las tropas aliadas, que el 31 de marzo de 1814 entran<br />

en París y deponen a su general. Napoleón aún tiene ocasión de intentar reabrir la ruta<br />

de la guerra en 1815, pero es totalmente derrotado en la famosa Batalla de Waterloo<br />

durante los albores del verano de 1815 por un ejército comandado por el general<br />

británico G. Wellington.<br />

Los viejos imperios intentan recuperar el tiempo pasado en el Congreso de<br />

Viena (1814-1815), con la creación de la Santa Alianza en 1815. Las manecillas del<br />

reloj de la historia, empero, han recorrido ya un largo trecho, y la ruta de las guerras<br />

napoleónicas ha cambiado la faz de Europa. Además de haber destruido la soberanía de<br />

los emperadores, el ejército de Napoleón ha difundido las ideas de la revolución<br />

francesa: la fraternidad, que facilita la gestación de los nacionalismos duros y<br />

excluyentes contra el invasor; la libertad, autopista por la que se propaga el liberalismo<br />

británico entre los pueblos resistentes; la igualdad, que inspira los movimientos<br />

anarquistas y socialistas que conducen a las Internacionales obreras. La Europa que<br />

querían restaurar los emperadores es irrecuperable, consecuencia irreversible de la Ruta<br />

desplegada por las guerras napoleónicas.<br />

LA RUTA DE LAS GUERRAS DE LOS EEUU: HACIA LA REPÚBLICA IMPERIAL<br />

La ruta de las guerras de los EEUU hacia su constitución como república<br />

imperial, condición misma del proceso de globalización en curso, responde a planes,<br />

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programas y estrategias diseñadas explícitamente para conseguir el fin propuesto. Se<br />

inicia a finales del siglo XVIII con la guerra de independencia de las trece colonias<br />

británico-norteamericanas, que se constituyen en República Federal Presidencialista con<br />

la primera constitución escrita de la historia en 1787. La primera de las guerras de los<br />

EEUU dura más de seis años (1776-1783) y su fin es el de conseguir la independencia<br />

contra el Imperio Británico. Así lo acuerdan y programan los colonos reunidos en los<br />

congresos de Filadelfia, donde Ricard Henry Lee sugiere en 1776 la constitución de una<br />

confederación de estados, cuya misión fundamental será la de reunir los esfuerzos<br />

necesarios para la Guerra de la Independencia, que se cierra con la Paz de París de 1783.<br />

Cuando ésta termina, la confederación de estados se muestra insuficiente para garantizar<br />

la independencia conseguida y se transforma en federación de estados con un poder<br />

federal más fuerte y con más capacidad de gestión para las guerras externas e internas<br />

por iniciativa de George Washington. La república federal ha de afrontar una segunda<br />

guerra por la independencia contra el Imperio Británico entre 1812 y 1814, que termina<br />

con la firma de la Paz de Gante y consolida la idea de que la república necesita un<br />

gobierno federal con atribuciones fuertes, objetivos comunes e independientes de los<br />

intereses particulares de partido. Henry Clay, senador por Kentucky, identifica estos<br />

objetivos con el «sistema americano», por encima de cualquier rivalidad entre los<br />

partidos políticos.<br />

En 1823, el quinto presidente de los EEUU, James Monroe, expone las líneas<br />

maestras de aquello que, a lo largo del siglo XIX y principios del XX, se convertirá en<br />

uno de los programas fundamentales de la política exterior de la república: «la doctrina<br />

Monroe». Una vez consolidada la independencia de las trece colonias, ampliadas con la<br />

expansión territorial hacia el Oeste y con la creación de nuevos estados federados (en<br />

1821 ya eran 25), la República se autoproclama defensora del continente americano<br />

contra ocupaciones coloniales externas. Pero EEUU no tenía ni el ejército, ni los barcos<br />

de guerra, ni el poder económico y cultural como para poder cumplir lo dictado por el<br />

presidente Monroe en 1823; ni tan siquiera tenía definida la frontera.<br />

La tres guerras siguientes de los EEUU se encaminan a conseguir este objetivo:<br />

La guerra contra México entre 1846 y 1848 les permite ampliar sus fronteras<br />

territoriales hasta el océano Pacífico y el curso del río Grande al Sur; la guerra entre los<br />

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estados del Norte y el Sur entre 1861 y 1865 consolida el sistema de organización<br />

federal y el predominio del proyecto industrializador para la construcción de la<br />

República; y la prolongada guerra contra las poblaciones nativas, las tribus indias,<br />

destruyen los obstáculos que les impiden el proceso de modernización del país en las<br />

planicies del centro de la República (las guerras indias terminan con la matanza de<br />

Wounded Knee en 1890). En la década de 1890, los EEUU se encuentran ya preparados<br />

para la siguiente fase de sus guerras planificadas y programadas: la defensa de su<br />

comercio exterior y la implantación de su hegemonía en el continente americano.<br />

No es una casualidad que en 1890 el capitán Alfred Mahan inicie una campaña a<br />

favor de la construcción de una poderosa marina de guerra y la instalación de bases<br />

seguras para los buques y de avituallamiento de carbón en lugares clave del océano<br />

Pacífico y del mar Caribe. Tampoco es casualidad que en 1890 se constituya la Unión<br />

Internacional de Repúblicas Americanas por iniciativa del Gobierno norteamericano. Es<br />

en este contexto en el que hay que situar tanto la guerra contra España por la ocupación<br />

de las islas de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam en 1898 o de la isla de Hawai el<br />

mismo año, como la política de defensa de los estados iberoamericanos contra la<br />

ingerencia de los imperios europeos. Estas acciones responden al desarrollo de la<br />

«doctrina Monroe» de 1823 adaptado a los tiempos con sucesivos corolarios, entre los<br />

que destaca el del presidente Theodor Roosevelt; pero también responde a su política de<br />

potencia hegemonica en el continente, canalizada a través de las Conferencias<br />

Panamericanas y la llamada «diplomacia de la cañonera», con intervenciones militares<br />

constantes en los países ribereños del Caribe hasta 1933.<br />

Mientras fuerza la hegemonía continental americana, el gobierno de EEUU tiene<br />

la oportunidad de participar en la Primera Guerra Mundial. Los planes y programas del<br />

presidente Wilson tropiezan con el sistema americano de los años treinta, que sólo<br />

persigue la hegemonía en América y la seguridad de su tráfico comercial exterior. De<br />

hecho, la república hegemónica americana decide entrar en guerra sólo cuando los<br />

submarinos alemanes dañan su tráfico comercial -en mayo de 1915 un submarino<br />

alemán hunde al Lusitania. La guerra moviliza a miles de norteamericanos y se<br />

reorganiza toda la actividad interna y la sociedad alrededor del Estado para garantizar la<br />

victoria aliada en Europa. El presidente Wilson sueña con ser el árbitro del mundo, no<br />

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sólo de América, y propone, una vez acabada la guerra, la creación de una Sociedad de<br />

Naciones al estilo de la Unión Panamericana; pero el Congreso de los EEUU no ratifica<br />

el proyecto de su presidente. Seguramente no estaban preparados para ello y el proyecto<br />

no podía formar parte todavía del sistema americano. A diferencia del imperialismo<br />

napoleónico, donde Napoleón decidía, el presidente americano no decide, porque la<br />

República tiene la última palabra y sus planes y programas no dependen de un hombre,<br />

sino del conjunto de los hombres que comparten planes y programas.<br />

La oportunidad llega durante la Segunda Guerra Mundial, cuando EEUU se<br />

convierte en república imperial enfrentada a la URSS por la hegemonía del planeta y<br />

controla la técnica y la energía necesarias para ello. EEUU diseña nuevas estrategias<br />

para intervenir en una guerra que el ingenio periodístico calificó de «Guerra Fría» y en<br />

la que el fin de los EEUU era contener la expansión del comunismo en todo el mundo e<br />

implantar su sistema capitalista. Una de las estrategias más sibilinas consistió en<br />

granjearse aliados con ayudas económicas y alianzas militares: Doctrina Truman,<br />

OTAN, SEATO y ASEAN. La otra fue la intervención militar directa, como había<br />

hecho el ejército y la armada cuando los japoneses atacaron Hawai y dañaron sus<br />

intereses estratégicos.<br />

El primer episodio fue la guerra de Corea de 1950, que supone su primer<br />

fracaso; tampoco evita que la guerra fría llegue al mismo corazón de la hegemonía<br />

norteamericana en el Caribe, tras la Revolución Cubana de 1959. Ello obligó a los<br />

EEUU a diseñar una nueva estrategia, que el presidente Kennedy calificó con el poético<br />

nombre de «Nueva Frontera». Este novedoso proyecto no pudo evitar tampoco la<br />

intervención militar directa en Asia, cuyo siguiente episodio fue la guerra que se<br />

extendió por la península de Indochina en la década de 1960; pero el desarrollo de esta<br />

guerra debilita los ánimos de la república imperial, que se ve forzada a diseñar niveles<br />

de guerra distintos para situaciones distintas con la finalidad de evitar la sangría de<br />

vidas norteamericanas. La más importante de las guerras de la península de Indochina,<br />

la guerra de Vietnam, le había costado a los EEUU más de medio millón de muertos en<br />

sólo tres años y arrojar más bombas que en todas las campañas de la Segunda Guerra<br />

Mundial. Y, sin embargo, no consiguen la victoria.<br />

Durante la presidencia de Ronald Reagan se implanta una nueva estrategia que<br />

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tipifica los niveles de intervención de los EEUU según se trate de guerras de baja, media<br />

o alta intensidad. También planifica una estrategia de nueva dimensión: «La Guerra de<br />

las Galaxias». Con esta estrategia evita intervenciones directas, sangrantes y<br />

prolongadas como las anteriores de Corea y Vietnam. Por un lado, apoya dictaduras en<br />

África, Asia y América para evitar el acceso al poder de regímenes pro soviéticos; por<br />

otro, ayuda a las guerrillas anticomunistas en Angola, Afganistán y Nicaragua..., pero<br />

también se decide a intervenir con las tropas norteamericanas directamente cuando la<br />

situación lo exige, aunque sin estancias prolongadas: Lo hace en el Líbano y Granada en<br />

1983, Libia en 1986, Panamá en 1989.<br />

La victoria en la guerra fría se alcanza sin que la URSS y los EEUU tengan<br />

combate bélico directo alguno entre ellas: el régimen soviético se desintegra en 1991 y<br />

se tiene la sensación de que EEUU impone su sistema como república imperial en todo<br />

el planeta con sus sucesivas guerras; pero un enemigo, que había estado ahí siempre y<br />

que aún no había mostrado su oposición, se le enfrenta: el fundamentalismo islámico se<br />

le cruza en la ruta del petróleo en el Golfo Pérsico. Estalla la Guerra del Golfo en 1991.<br />

Después, ataca el mismo corazón de la república imperial el 11 de septiembre de 2001<br />

con un acto terrorista: las torres del World Trade Center se desploman. Estalla la guerra<br />

en Afganistán contra el cerebro del ataque. Desde entonces, la nueva misión de las<br />

guerras de EEUU es la contención del fundamentalismo islámico y la persecución de los<br />

terroristas, lo que ha motivado una-estancia prolongada de su ejército en Irak desde<br />

2003, contraviniendo las estrategias de la época de Reagan. Pero otro rival, que llevaba<br />

más tiempo ahí que el causante de la última guerra, ataca sin armas de fuego<br />

progresivamente donde más le duele al capitalismo occidental y a su república imperial:<br />

a la economía. Es la puesta en marcha del poderoso comercio y de la industria Made in<br />

China.<br />

LA META-RUTA O LA RUTA DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO<br />

Las rutas de las guerras, que cumplen programas, planes o estrategias, no piden<br />

sólo ser recorridas; es preciso también proyectarlas, dibujar sus itinerarios, puesto que<br />

habrá que «regresar a Ítaca», hacer el viaje de vuelta y dar cuenta de los fines cumplidos<br />

o frustrados. Por eso, es habitual encontrar científicos acompañando a los guerreros en<br />

caravanas o navios. Los casos de Charles Darwin viajando con el capitán Robert Fitzroy<br />

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o el naturalista Joseph Banks, con el capitán James Cook, no son excepciones, sino la<br />

norma. Y, ante todo, las rutas ponen en marcha a los cartógrafos, que han de representar<br />

el mundo conocido, el mundo total. La interrelación «ojo humano / superficie esférica<br />

terrestre» es de tal complejidad que se necesitaron siglos hasta hacerse una composición<br />

más o menos exacta de cómo es la tierra que pisamos los humanos. Y el punto de<br />

referencia que le permite la orientación son las estrellas del cielo.<br />

Los egipcios, los caldeos o los chinos, al observar metódicamente los cielos, van<br />

superando las representaciones míticas tradicionales, representaciones antropológicas en<br />

las que, por ejemplo, Geb, el dios de la tierra, se encontraría tendido bajo la bóveda<br />

celeste, que no era sino la diosa Net recubierta de estrellas. Las narraciones míticas se<br />

reemplazan por modelos que quieren ajustarse con exactitud a las cosas que se<br />

observaban y reproducir el objeto observado. Enseguida estas representaciones recurren<br />

a la forma esférica. En Mesopotamia utilizan el polos, una semiesfera hueca de la que se<br />

suspende una bolita que intercepta la luz del Sol y proyecta su sombra sobre la<br />

superficie, con lo que es posible trazar la imaginaria órbita de la eclíptica. Pero sus<br />

cielos son una bóveda por donde entra la luz de un fuego exterior. Los egipcios<br />

construyen templos, como el de Karnak, de manera que las hileras de columnas<br />

proyectaran su sombra; y al comprobar que cada 365 días el Sol al salir por encima del<br />

horizonte produce sombras alineadas de las columnas, imaginan la formación de un<br />

ciclo solar o anual. Estas representaciones de las estrellas son aún demasiado<br />

cualitativas, sin perjuicio de que fuesen muy eficaces para localizar estrellas.<br />

Los griegos, mediante el uso del gnomón, cuantifican la longitud de las sombras,<br />

direcciones y ángulos, dando origen a los rudimentos de lo que será la trigonometría.<br />

Pero no es suficiente que el cielo se conceptualice como esférico, puesto que el mundo<br />

podría ser un disco plano (Tales, Anaxágoras), un cilindro (Anaximandro) o un cubo (el<br />

kaut'ien o «ciclo esférico» de Lo-Hia-Hong en el s. II ane chino). La concepción de una<br />

Tierra esférica constituye un avance radical para el conocimiento efectivo de las rutas.<br />

Eratóstenes (290-215 ane) se atreve a medir el radio terrestre bajo la hipótesis de que la<br />

tierra era esférica. Sólo tiene que medir la distancia entre las dos ciudades — Siene y<br />

Alejandría— y suponer que los rayos del Sol viajan paralelos y se cortan con un plano<br />

tangente a la tierra. Conociendo el ángulo" que forma el rayo de sol de Alejandría el<br />

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mismo día y a la misma hora que el rayo cae en Siene perpendicularmente, sólo hay que<br />

establecer la proporción: d/"=D/360°, y despejar la variable d, con lo que llega a la<br />

conclusión de que un grado equivale a 140.840 metros aproximadamente. El gran<br />

Claudio Ptolomeo (90-168) utiliza un procedimiento para hallar la diferencia angular de<br />

la altura meridiana de una estrella en dos lugares diferentes situados en el mismo<br />

meridiano, con el fin de aclarar la forma y las dimensiones de la tierra y su situación<br />

respecto de la esfera celeste. El mapa que traza mediante proyección cartográfica será<br />

utilizado hasta el siglo XIV e inspira a los grandes marinos aventureros que alcanzan<br />

con Cristóbal Colón las Américas.<br />

El modelo de la «doble esfera»<br />

Ambas esfericidades — las de la tierra y el cielo — han de coordinarse, dada la<br />

imposibilidad de una observación directa. Los griegos, que utilizan el círculo como un<br />

modelo efectivo del universo, hacen fértiles la gran cantidad de datos que han ido<br />

acumulando babilonios y egipcios. La teoría de la doble esfericidad coordina todas las<br />

normas y reglas por fantásticas que fuesen. Aunque algunos, como Filolao (s. II ane),<br />

tienen la osadía de pensar que la tierra se mueve alrededor del Sol. Mas, para aceptar<br />

esta hipótesis habría de resolverse la cuestión del paralaje estelar, pues si las<br />

constelaciones se ven siempre con la misma estructura, para que la tierra girase<br />

alrededor del Sol, las estrellas habrían de encontrase a una distancia respecto de la cual<br />

el diámetro del círculo recorrido por la tierra fuese despreciable. Este fenómeno, impide<br />

que se tome en serio la teoría heliocéntrica. Entonces, lo que se hace incoherente es el<br />

movimiento retrógrado de los planetas, es decir, que sus trayectorias avancen, se paren y<br />

retrocedan.<br />

La ciencia surge, justamente, para solucionar las inconmensurabilidades y los<br />

conflictos que provocan las distintas técnicas empleadas. ¿Qué habría de salvarse: el<br />

paralaje o el movimiento retrógrado de los planetas? Entre las distintas soluciones<br />

propuestas, la hipótesis de las dos esferas de Eudoxio de Cnido (408-355 ane) es la que<br />

alcanza mayor fortuna. Aristóteles transforma esta hipótesis en un modelo cosmológico<br />

al que dota de una Física, en una de esas operaciones intelectuales que cambian el ritmo<br />

de los tiempos y marcan una singularidad con su más allá y su más acá. Aristóteles<br />

consigue poner en marcha una teoría científica, plenamente elaborada, que explica todos<br />

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los movimientos aparentes. Todos... menos uno: el movimiento parabólico; por este<br />

flanco le llegará a la física aristotélica su crítica, disolución y reemplazo por la física de<br />

Galileo.<br />

El tratamiento del círculo como esquema de identidad, construido en el marco de<br />

las cónicas de Apolodoro, permite la coordinación de la esfericidad de la tierra y de los<br />

cielos. Y tanto el descubrimiento de América como la teoría heliocéntrica de Nicolás<br />

Copérnico (1473-1543) serán así el resultado de la teoría de la esfericidad de la tierra.<br />

El proyecto de Cristóbal Colón (1451-1506) culmina el concepto de esfericidad de la<br />

tierra, de la misma manera que los proyectos de Copérnico y de Képler culminan el<br />

concepto de esfericidad de los cielos.<br />

Esta coordinación se hace plena cuando Fernando de Magallanes (1480-1521) y<br />

Juan Sebastián Elcano (1476-1526) confirman, varios siglos después, el resultado de<br />

Eratóstenes; y lo hacen por mediación de algunos mapas proyectivos que habían<br />

abandonado el estilo fantasioso y fabuloso medieval, muy bien elaborados por<br />

exploradores mallorquines, catalanes e italianos, como el portulano 5 de Dulceti o Dolcet<br />

hecho en Mallorca en 1339 y que sigue un trecho de la costa africana; o el llamado<br />

«mapa catalán» de 1375, que da la verdadera forma a la India; o el atlas de los Médicis<br />

de 1351; o el mapa de Toscanelli (1398-1492), un mapa o representación plana de una<br />

figura esférica, como indica el mismo «descubridor intelectual de América»:<br />

«...Mucho placer hube de saber la privanza y la familiaridad que tienes con vuestro generosísimo y<br />

magnificentísimo Rey, y bien que otras muchas veces tenga dicho del muy breve camino que hay<br />

de aquí a las Indias, adonde nace la especería, por el camino de la mar, más corto que aquel que<br />

vosotros hacéis para Guinea, dicesme que quiere agora Su Alteza de mí alguna declaración y a ojo<br />

demostración, porque se entienda y pueda tomar el dicho camino; y aunque conozco de mí que se<br />

lo puedo mostrar en forma de esfera como está el mundo, determiné por más fácil obra y mayor<br />

inteligencia mostrar el dicho camino por una carta semejante a aquellas que se hacen para navegar,<br />

y así la envío a S.M. hecha y dibujada por de mi mano... (Carta de Paulo Toscanelli a Cristóbal<br />

Colón).<br />

Esta carta muestra cómo Colón tenía presente la esfericidad de la tierra. (Las<br />

medidas concretas que utiliza son las de 56 millas y 2/3 el grado terrestre). Es la primera<br />

confirmación de una teoría compleja y abstracta.<br />

5 .- Un portulano (o carta de compás), precursora de la carta náutica, se caracteriza por la encrucijada de<br />

líneas que le cruzan y señalan con líneas las costas por mediación de distancias; en ella aún no se<br />

determinan las coordenadas geográficas y carecen de meridianos y paralelos.<br />

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CUANTIFICAR ES NECESARIO<br />

A partir de aquí, se revela el trabajo menos espectacular y más laborioso: el de<br />

conocer minuciosamente, por aproximaciones sucesivas, el planeta Tierra; despejar la<br />

duda de las leyendas terroríficas sobre los mares y «comprobar el grado de verdad de<br />

aquellas terroríficas descripciones de las zonas terrestres marítimas vedadas a la planta<br />

humana»; recorrer palmo a palmo sus relieves señalando todos sus detalles. Se pasa de<br />

las grandes especulaciones y de los mundos de sueños o pesadillas al trabajo metódico,<br />

rutinario, aburrido muchas veces, de la ciencia. Después de encontrar el fundamento, el<br />

resto es «puro garabatear», sí; pero ese garabatear / cuantificar también es necesario. La<br />

investigación se traslada de la astronomía a la geografía o, dicho más propiamente, a la<br />

astronomía náutica, que, de tradición islámica, surge de la colaboración entre Abraham<br />

Zacuto (1452-1525) astrónomo de la Universidad de Zaragoza y los náuticos de la Junta<br />

de matemáticas de Lisboa.<br />

Sí, «navegar es necesario»; pero «medir» es su condición de posibilidad.<br />

Aquellos hombres se ven obligados a construir instrumentos más precisos que los<br />

tradicionales: el teodolito —que reemplaza al astrolabio— o el sexante —que reemplaza<br />

al cuadrante y a la ballenilla o bastón de Jacob— permiten medir la latitud por la altura<br />

del Sol. Pero la longitud es un problema mucho más complicado, y calcularla, una labor<br />

que requiere métodos más sofisticados. Su dificultad propicia el estímulo de concursos<br />

para despertar el ingenio, y hasta el propio Galileo se (auto)propone viajar a España y<br />

tratar de resolver el problema bajo la corona de los Habsburgo. Lástima que el abuso en<br />

las condiciones del Conde de Médicis, que pide a cambio el derecho de libre envío cada<br />

año de dos naves francas a las Indias, impidiera el viaje al florentino. Mas al<br />

multiplicarse las técnicas de medición se multiplican las medidas de la Tierra; cada cual<br />

tiene su técnica, «cada maestrillo con su librillo»; los pilotos de las naves usan millas<br />

largas o cortas a su gusto. Al desconocer el punto exacto de ubicación en el mar, los<br />

pilotos navegan de modo aproximativo, lo que produce no pocos extravíos. De ahí que a<br />

estos cálculos, que se hacían por estimación del piloto, se les llamase «estima» o<br />

«fantasía».<br />

La ausencia de medidas exactas arrastra la carencia de un modelo de la Tierra:<br />

¿Cómo es en realidad la tierra? ¿«Esférica», como decía la tradición pitagórica?<br />

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Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

¿«Achatada», como creyeron los Cassini, directores del Observatorio de París? ... La<br />

situación se hace caótica, y la solución tenía que venir de la teoría física más potente.<br />

Pero a la altura del siglo XVII existían dos grandes teorías físicas enfrentadas: la<br />

cartesiana y la newtoniana. Cada una poseía sus ventajas y sus inconvenientes. La única<br />

manera de resolver el dilema era, o al menos eso es lo que parecía en principio, por vía<br />

experimental. La cuestión de la «figura real de la tierra» se convierte en el<br />

experimentum crucis de la ciencia, el primer analogado del método hipotético-deductivo<br />

de la ciencia, que se iba imponiendo desde Galileo: la confirmación experimental<br />

decidiría entre las dos hipótesis. De seguir la teoría cartesiana de los torbellinos, se<br />

podía suponer, mediante hipótesis ad hoc, cierta deformación terrestre. De seguir la teoría<br />

gravitacional de Newton, y dado que la tierra tiene un movimiento de rotación, sería lógico<br />

suponer que hubiese también alguna deformación de la esfera terrestre. Ahora bien, esta<br />

deformación ¿era semejante a un limón — cartesianos— o a una naranja — newtonianos—?<br />

Pero además, la fruta se utiliza operatoriamente como un modelo. En estos términos escribe<br />

Alejo de Venegas en su Diferencia de libros que hay en el universo, de 1540:<br />

"Así como van disminuyendo las rebanadas de melón que van agostándose mientras más se<br />

allegan a los remates que son la frente y pezón. La disminución de este espacio enseña Tolomeo<br />

por <strong>número</strong>s; mas como era muy dificultoso de saber, ora nuevamente Alonso de Santa Cruz, de<br />

quien ya dijimos, a petición del emperador nuestro señor, ha hecho una carta abierta por los<br />

meridianos, desde la equinoccial a los polos en la cual, sacando por el compás la distancia de los<br />

blancos que hay de meridiano a meridiano, queda la distancia verdadera de cada grado, reduciendo<br />

la distancia que queda a leguas de línea mayor". Cf. Rey Pastor, op. cit., p. 90.<br />

En esta tarea de la medición de la Tierra se embarcó un guardiamarina alicantino,<br />

de grata memoria, ejemplo de hombre ilustrado para la nación española: Jorge Juan.<br />

Las rutas de la ciencia: Jorge Juan<br />

Por Emilio Soler (Universidad d'Alacant)<br />

El monarca francés Luis XV, primo del español Felipe V, decidió enviar dos<br />

expediciones, una al Polo Norte y la otra al Ecuador, para tratar de resolver de una vez<br />

por todas la forma y el tamaño de la Tierra. Todo había comenzado en el siglo XVII,<br />

mientras se trabajaba intensamente para definir la esfericidad de nuestro planeta. El<br />

matemático, físico y astrónomo inglés Isaac Newton, presidente de la Royal Society,<br />

había llegado a la conclusión de que la Tierra era una esfera achatada por los polos y no<br />

resultaba, como se había creído hasta entonces, una esfera perfecta. Por su parte, los<br />

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miembros de la familia Cassini, franceses de origen italiano, alentados por Colbert,<br />

fundador del Observatorio Astronómico de París y de la Real Academia de Ciencias,<br />

estimaron, tras nuevas mediciones, todo lo contrario: que la forma esférica del planeta<br />

debía ser un tanto alargada hacia los polos.<br />

A partir de ese momento, comenzó una intensa polémica que iba a convertirse en<br />

el eje de todas las discusiones científicas que se realizaban en media Europa,<br />

enfrentándose la astronomía práctica con la mecánica celeste, la ciencia inglesa, en fin,<br />

contra la francesa: la Tierra estaba achatada, sí, pero ¿por el Ecuador o por los polos?<br />

¿se asemejaba más a un melón o a una sandía? ¿tenía razón Newton, que era partidario<br />

de señalar que Júpiter y la Tierra podrían ser tratados en forma similar en cuanto a su<br />

forma, o los Cassini, que hacían diferencias entre un planeta y otro? Y la pregunta<br />

clave: en función de la forma que tuviere, ¿cuáles eran las dimensiones reales del<br />

planeta?. Cuestión primordial ésta de la dimensión, ya que resultaba fundamental para el<br />

desarrollo de la navegación, única forma de viajar entonces entre continentes. Al utilizar<br />

los marinos el lenguaje, críptico para los no iniciados, de arcos, grados, longitudes,<br />

latitudes, meridianos y paralelos, cualquier error en los cálculos llevaría a desviaciones<br />

de rumbo que concluirían irremisiblemente en forma fatal. Especialmente en una época<br />

en la que ni siquiera existía una medida patrón estable y común a todos los países.<br />

Así pues, cuando finalizaran sus mediciones ambas expediciones al Polo Norte y<br />

al Ecuador y se analizaran los resultados de sus mediciones, se podría comprobar<br />

fielmente si la distancia terrestre de un grado en el Polo Norte era o no diferente a la de<br />

un grado en el Ecuador para determinar la verdadera forma del planeta: de ser<br />

completamente redondo, a un mismo grado de ángulo había de corresponder la misma<br />

longitud del arco terrestre en uno y otro lugar; claro está que, de no serlo, a un mismo<br />

grado angular habría de corresponder distinta longitud. Ahí estribaba el decisivo<br />

empeño en medirlos y compararlos. Así lo entendieron Jorge Juan y Antonio de Ulloa<br />

cuando anotaron en su obra conjunta Observaciones astronómicas y phisicas hechas de<br />

orden de S.M. en los Reynos del Perú...": "El principal fin del viaje fue averiguar el<br />

verdadero valor de un grado terrestre sobre el Ecuador, para que cotejado éste con el<br />

que resultase tener el grado que habían de medir los astrónomos enviados para ello al<br />

Norte, se infiriese, de uno y otro, la figura de la Tierra, y demás de su utilidad, se<br />

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decidiese de una vez, con tan ilustres experiencias, esta ruidosa cuestión, que ha agitado<br />

a todos los matemáticos y aun a las naciones por casi un siglo". Como indican las<br />

palabras de ambos marinos españoles, el asunto era de extrema importancia para los<br />

avances geográficos, cosa que perfectamente justificaban ambos en su obra, también<br />

conjunta, Relación histórica del viaje a la América meridional...: "No sólo se<br />

interesaban la cosmografía y geografía, mas también la náutica y astronomía, y otras<br />

artes y ciencias útiles al común". Si la expedición francesa a Laponia, dirigida por el<br />

astrónomo y matemático Fierre Louis Moreau de Maupertuis, y en la que figuraban<br />

ilustres científicos como Clairaut, Le Monnier o el profesor de Astronomía de la<br />

Universidad de Upsala, Celsius, no tuvo excesivos problemas para calcular la longitud<br />

de un grado de meridiano lo más cerca posible del Círculo Polar Ártico, la proyectada<br />

expedición francesa al Ecuador tropezó con un inconveniente: aquel era territorio bajo<br />

soberanía española. El monarca francés se aprestó a demandar permiso a su primo, el<br />

rey Felipe V, para que les fuese concedido el permiso necesario para que una<br />

expedición comandada por Pierre Bouger, y en la que figuraban, también, científicos de<br />

la talla de Couplet, Godin des Odonnais o Charles de La Condamine, trabajase durante<br />

algunos años en tierras del virreinato del Perú.<br />

Una vez que José Patino, ya Secretario de Marina e Indias, recibió la solicitud<br />

francesa, remitió el documento al Consejo de Indias, órgano encargado de deliberar<br />

sobre el asunto, con fecha del 6 de mayo de 1734. La respuesta afirmativa del Consejo<br />

no se hizo esperar, aunque incluía una recomendación muy especial: "que asistan con<br />

ellos a todas las observaciones que se hicieren, uno o dos sujetos inteligentes en la<br />

matemática y astronomía, a elección de Vuestra majestad, y apunten éstos aparte todas<br />

las que se fueren ejecutando, dando unos y otros cuenta al gobernador del distrito donde<br />

se hallaren para que éste la dé a esta corte en todas las ocasiones que ocurran".<br />

Felipe V, pues, accedió a las peticiones galas para realizar esas determinadas<br />

acciones en tierras de la Corona española pero en ningún instante se le pasó por la<br />

cabeza que la hipotética gloria de esa expedición recayera únicamente en manos<br />

extranjeras. La respuesta afirmativa del monarca español a Luis XV contenía alguna<br />

sorpresa: "... que a este fin quería destinar dos de sus más hábiles oficiales, que<br />

acompañasen y ayudasen a los Académicos franceses en todas las operaciones de la<br />

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medida, no sólo para que así pudiese hacerse con mayor facilidad y brevedad, sino<br />

también para que pudiesen suplir la falta de cualquier Académico..." Una vez tomada su<br />

decisión, las instrucciones reales a Patino de fecha 14 y 20 de agosto de 1734 eran: "que<br />

se eligiesen dos personas en quienes concurrieran no sólo las condiciones de buena<br />

educación, indispensables para conservar amistosa y recíproca correspondencia con los<br />

académicos franceses, sino la instrucción necesaria para poder ejecutar todas las<br />

observaciones y experiencias conducentes al objeto". Al mismo tiempo, y una vez que<br />

fueran designados para cumplir este cometido los jóvenes guardias marinas Jorge Juan,<br />

de 21 años, y Antonio de Ulloa, de 19, por Real Cédula de enero de 1735, ambos<br />

recibieron instrucciones secretas de su gobierno que les ampliaban el desarrollo de su<br />

misión: además de colaborar con los franceses en los trabajos científicos y continuarlos<br />

por su cuenta en caso necesario, informarían al gobierno de la situación política y social<br />

de aquellos lejanos territorios, sin olvidar una cierta tarea policial que deberían ejercer<br />

sobre los expedicionarios galos, causa que llevó a Juan y Ulloa a separarse siempre que<br />

podían para estar presentes en cualquiera de los habituales dos grupos que se formarían<br />

entre los científicos. El nombramiento oficial de Juan y de Ulloa supuso que,<br />

automáticamente, fueran ascendidos, de golpe, a tenientes de navio a partir de la fecha<br />

de su embarque.<br />

Juan y Ulloa, en sus varias obras redactadas en forma conjunta o en las escritas<br />

por separado, atendieron de forma más que satisfactoria a las indicaciones del ministro<br />

Patino. Así ocurrió en su Relación histórica del viaje a la América meridional, editado<br />

originariamente en dos volúmenes en el Madrid del año 1748, en las Observaciones<br />

astronómicas y phisicas hechas de orden de S.M en los Reynos del Perú, publicada<br />

también el 1748, en la Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de<br />

demarcación entre los dominios de España y Portugal, que vio la luz en el Madrid de<br />

1749, o en las célebres Noticias Secretas de América, relación pormenorizada de las<br />

carencias y dificultades que sufría el virreinato del Perú y que los dos españoles<br />

escribieron en forma de informe confidencial para los gobernantes españoles bajo el<br />

nombre de Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del<br />

Perú, documento que inexplicablemente se filtró y fue publicado en el Londres de 1826<br />

por el editor David Barry con motivos claramente políticos y dirigido a un público<br />

hispanoamericano que acababa de independizarse de España. Por su parte, los<br />

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científicos franceses, en teoría mucho mejor preparados que los dos jóvenes oficiales<br />

españoles, publicaron sus conclusiones de aquel viaje por separado. Estableciendo,<br />

además, una lamentable competencia entre ellos. Así, Pierre Bouguer y Charles de La<br />

Condamine se enzarzaron en una ruidosa polémica sobre el resultado de sus mediciones<br />

en Quito, una disputa que se extendería por más de un lustro. Bouguer, concentrado y<br />

serio en su carácter, había publicado en 1749 La figure de la terre, fruto de sus trabajos<br />

americanos, pero el enfrentamiento con La Condamine, más expansivo y jovial que el<br />

bretón, estallaría con la publicación de dos obras fundamentales del químico parisino:<br />

Mesure des tríos premiers dégrés du Meridien, que vio la luz en el año 1751, y su<br />

Introduction Historique. En ambas, La Condamine trataba con un detenimiento muy<br />

superior al de Bouguer las primeras observaciones de amplitud que habían desechado de<br />

mutuo acuerdo al considerarlas erróneas. Bouguer, por su parte, creyendo que La<br />

Condamine trataba de desautorizarlo científicamente, se apresuró a publicar en 1752 su<br />

Justification des Mémoires de l'Academie Royale des Sciences. Tras una rocambolesca<br />

vuelta a España en la que los dos marinos decidieron separarse para que los<br />

documentos, que habían sido duplicados, no se perdieran si naufragaban juntos, Juan y<br />

Ulloa se encontraron en el Madrid de 1746. Un nuevo monarca, Fernando VI, se hallaba<br />

al frente de la nación y un nuevo secretario de Estado, el Marqués de la Ensenada, se<br />

encontraba dirigiendo el gobierno. Ambos guardiamarinas tuvieron que esperar algún<br />

tiempo para que se valoraran justamente los alcances de su misión ecuatoriana. No<br />

obstante, finalmente se reconocieron sus méritos y ese mismo año, según consta en su<br />

hoja de servicios, fueron ascendidos al rango de capitán de fragata.<br />

El objetivo de los exploradores contemporáneos no es el de ampliar la visión de<br />

la Tierra, como hacían los navegantes europeos de los siglos XVI al XVIII, sino medir<br />

con la mayor precisión posible cada espacio del planeta Tierra y situarlo en su lugar,<br />

para que el hombre en ruta sepa dónde se encuentra en cada momento. También se<br />

encargan de bautizar los nuevos lugares que van conociendo, porque una montaña, un<br />

río o un lago sin nombre no existe para la geografía de los imperios. Por ejemplo, uno<br />

de los principales exploradores de África, David Livingstone (1813-1873), incorpora el<br />

nombre de las cataratas Victoria a la geografía del Imperio Británico durante su segunda<br />

expedición africana en 1855.<br />

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Algunas exploraciones son incentivadas en el siglo XIX por la creación de<br />

sociedades geográficas en las principales ciudades de los nuevos imperios europeos:<br />

París (1821), Berlín (1828) o Londres (1830); otras son promovidas por los grandes<br />

diarios norteamericanos como el New York Herald de Gordon Benett, que envía a Henry<br />

Stanley en busca de Livingstone a África donde lo encuentra en 1871. La National<br />

Geographic Society de Washington no se fundó hasta 1888, cuando EEUU diseñaba su<br />

plan de imperio; y su revista, la National Geographic Magazine contribuye desde su<br />

creación a divulgar las exploraciones. Pero quienes más empeño y medios ponen en la<br />

empresa son las administraciones de los estados imperiales europeos necesitados de<br />

conocer los nuevos territorios colonizados en el siglo XIX y de formar buenos<br />

funcionarios conocedores de sus propias naciones y de las rutas y territorios coloniales.<br />

Los estados convierten la geografía en ciencia y materia de enseñanza en las<br />

Universidades a su servicio. Así, las sociedades geográficas e institutos geográficos<br />

universitarios se consolidan durante el último tercio del siglo XIX y adquieren una<br />

nueva dimensión científica con el positivismo, que de la mano de geógrafos alemanes y<br />

franceses hace progresar la geografía matemática para resolver el problema de<br />

representar la Tierra mediante proyecciones geométricas. Las reediciones y<br />

perfeccionamiento del atlas de Adolf Stieler, editado por Justus Perthes, tienen una<br />

especial significación.<br />

Se exploran los Polos, el interior de África, Asia y Australia, las selvas del<br />

Amazonas y del Orinoco o la isla de Borneo; se alcanzan los techos del planeta: el Tibet<br />

o el Kilimanjaro; y ya en el siglo XX, se baja hasta el fondo de los océanos. A los<br />

aventureros varones — Livingstone, Eduard Vogel, Ferdinand von Richthofen o Sven<br />

Hedin— se les suma las mujeres aventureras, incorporadas a las exploraciones<br />

decimonónicas en plena lucha del feminismo. Cristina Morato relata en Viajeras<br />

intrépidas y aventureras (2001) el viaje al Polo Norte de la francesa Léonie de Birad<br />

Aunet, la expedición pionera de May French Sheldon en 1891 hasta las faldas del<br />

Kilimanjaro, donde estudia el país de los Masai, o los avatares de Isabella Bird por el<br />

Tibet, la primera mujer en ingresar en la Royal Geographic Society.<br />

En el paso del siglo XIX al XX, geógrafos como Federico Ratzel incluyen al<br />

hombre en los estudios geográficos y así especie humana y geografía quedan unidos<br />

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bajo el rótulo «El Hombre y la Tierra». Un ejemplo que representa esta nueva visión es<br />

la Nouvelle Géographie Universelle de Elysée Reclús. La antropogeografía se completa<br />

con la geografía política, encargada de dibujar las fronteras, y la geografía económica y<br />

urbana, que describe las huellas de las modificaciones antrópicas de la tierra y sobrepasa<br />

la dimensión de las descripciones físicas anteriores y es la base de los itinerarios<br />

modernos y de la nueva geografía.<br />

LAS RUTAS POR ANALOGÍA: LITERATURA, PINTURA, PEDAGOGÍA, FILOSOFÍA, MÍSTICA...<br />

La ruta real ha servido como primer analogado para componer otro tipo de rutas,<br />

que llegan a conformarse como rutas genuinas. Así la ruta nacional:<br />

"La nostra condició de trasplantats marca a la nostra condició de catalans una ruta ben clara,<br />

fàcilment seguidora, perquè ha estat sempre la nostra ruta nacional en una desig d'ascensió per a la<br />

condició humana. Perquè trasplantat no vol dir pas desarrelat. El desarrelament seria el mal:<br />

angoixós, esquerp, eixorc -advers i creador d'adversaris. Però no podem pas ésser desarrelats quan<br />

ens acull una terra generosa, assaonada de cortesia en la dinàmica joia de les seves<br />

germinacions..." (Parlament Presidencial de Margarida Xirgu, Jocs Florals de la Llengua Catalana,<br />

Any LXXXV de llur restauració Jocs Florals de la Llengua Catalana 1943. Santiago de Xile, pàg.<br />

41.<br />

La libertad ha sido imaginada casi siempre como un fin, un resultado a alcanzar en<br />

un futuro más o menos lejano. Vela Zanetti pinta en la ONU, a pocos metros del<br />

Consejo de Seguridad, un gran mural dedicado a los Derechos Humanos, titulado «La<br />

aniquilación del hombre y la Ruta de la Libertad».<br />

La pedagogía de la ruta, trasunto mismo de la vida hacia la muerte. Desde el<br />

clásico «la vida son los ríos que van a dar a la mar...» de Jorge Manrique hasta el<br />

místico Amado Nervo: "Grabó sobre mi faz descolorida / su Mané Thecel Phares el<br />

Dios fuerte, / y me agobian dos penas sin medida: / un disgusto infinito de la vida, / y un<br />

temor infinito de la muerte. / ¿Ves cómo tiendo en rededor los ojos? / ¡ Ay, busco<br />

abrigo con esfuerzos vanos... / ¡En medio de mi ruta, sólo abrojos! / ¡Al final de mi ruta,<br />

sólo arcanos! / (A. Nervo, Místicas).<br />

Plotino (203-270) traduce y extrapola los criterios con los que se explicitan las<br />

rutas de la tierra a las rutas del cielo, si el hombre es un ser espiritual en primera<br />

instancia, que tiene como destino y el fin último de su existencia el regreso al Uno del<br />

que procede, que es verdadero ser. Proclo (410-485) extiende la idea de su maestro a<br />

100<br />

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cualquier criatura emanada del Ser único, según un doble viaje de ida y vuelta: la<br />

criatura emprende el camino de alienación o salida de sí mismo (pro-odos) que le aleja<br />

de Dios, de la casa del Padre; este camino de alejamiento se continúa, sin embargo, por<br />

un camino de retorno que conducirá de nuevo al alma hacia Dios (epistrophé).<br />

El cristianismo recoge las sendas abiertas por la tradición neoplatónica del camino<br />

y llega a sus propios límites, si es cierto que Cristo es el camino real y verdadero por el<br />

que se cumple la salvación de la parte inmortal de los cuerpos finitos, llegando a llamar<br />

«camino» al propio Cristo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre,<br />

sino por mí» (Juan,l,14,6); San Juan de la Cruz: «A oscuras y segura,/ por la secreta<br />

escala disfrazada,/ ¡oh dichosa ventura!,/ a oscuras y en celada,/ estando ya mi casa<br />

sosegada» (Subida al monte Carmelo); Santa Teresa, Camino de perfección...<br />

Los artistas, por su parte, viven el viaje psicodélico (llamado trip) determinado<br />

por la ingestión de la LSD, y descrito por viajeros tan ilustres como Aldous Huxley y<br />

Octavio Paz; porque un viaje en el que, según se dice, se comienza ingiriendo LSD y se<br />

termina sin moverse del asiento alcanzando el núcleo mismo del cosmos, es un viaje<br />

todavía más metafísico que los viajes teológicos de Plotino o de San Buenaventura.<br />

Los filósofos han estado también a la «altura de los tiempos» y no han querido ser<br />

menos que los artistas. La filosofía se viste con el ropaje del viajero. Baltasar Gracián<br />

enseña ética en El Criticón acompañado por dos viajeros mundanos: Andrenio y Critilo.<br />

Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver y Voltaire en Micromegas explican el<br />

relativismo cultural a través de los viajes de sus protagonistas. Goethe en Años de<br />

aprendizaje de Wilhelm Meister narra el camino de la formación del carácter. Hegel<br />

enseña en Fenomenología del espíritu, una experiencia conceptual, que es un camino:<br />

ex-periri es Er-fahrung, que significa también «viaje». Hölderlin emprende el viaje del<br />

descubrimiento de la Nada y las revelaciones de la Angustia..., una ruta que le conduce<br />

a romper con las gentes, abandonar su cargo y aventurarse por el dédalo de la locura, de<br />

la muerte, de la soledad, como sus predecesores los poetas, los locos. ¿Tendrá el<br />

filósofo (Heidegger) el mismo valor que el poeta (Hölderlin) y alcanzará el valor que<br />

predica, el «Mut zur Angst vor dem Tode», el valor para la angustia ante la muerte? ...<br />

José Ortega y Gasset queda preso igualmente de la metáfora de la ruta para explicar la<br />

marcha de la filosofía:<br />

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Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

Las rutas comerciales van desviándose del mar interior y transmigran lentamente<br />

hacia la tierra firme de Europa: los pensamientos nacidos en Grecia toman la vuelta de<br />

Germania. Después de un largo sueño, las ideas platónicas despiertan bajo los cráneos<br />

de Galileo, Descartes, Leibniz y Kant, germanos. El dios de Esquilo, más ético que<br />

metafísico, repercute toscamente, fuertemente, en Lulero; la pura democracia ática en<br />

Rousseau, y las musas del Partenón, intactas durante siglos, se entregan un buen día a<br />

Donatello y Miguel Ángel, unos florentinos de germánica prosapia" [Ortega, O.C., tomo<br />

I,pág.344].<br />

Y los científicos siempre van de viaje, aun sin saberlo, puesto que ya Método<br />

significa eso justamente: «las reglas del caminar».<br />

LAS RUTAS DE LA HUMANIDAD<br />

CAPÍTULO 6 TESTIGOS Y BARDOS DE LAS RUTAS<br />

La Ruta, hipercategoría del conocimiento histórico, nos ayuda a comprender las figuras<br />

históricas de la experiencia humana. Pero es necesario que se diga «la ruta», que la<br />

experiencia adquiera la consistencia de la escritura, no sólo para dejar constancia de lo<br />

que ha sido conocido, sino para que la Ruta pueda ser continuada, prolongada,<br />

administrada. ¿Qué sería de Robinson Crusoe y de Viernes, si no hubiese sido por la<br />

escritura de Defoe? Nada sabríamos de D. Quijote sin la pluma de Cervantes... La<br />

escritura es «compañera de la Ruta».<br />

Homero deja que sólo por el canto de las gestas adquiera la inmortalidad el divino<br />

Aquiles. Desde el viejo aedo, una rara estirpe se dedica a contar lo que ocurre en las<br />

rutas. Son hombres como Hecateo de Mileto (s. VI ané), condenado por Heráclito a<br />

causa de su polimatía, un logopoioí o fabricante de relatos, considerado como un<br />

precursor de la historiografía griega: "Escribo (grápho) estos relatos como me parecen<br />

verdaderos. Pues los relatos (lógoi) de los griegos, tal como se muestran a mis ojos, son<br />

múltiples y ridículos". Hecateo reconoce la fuerza de los signos escritos —la<br />

cartografía—, en la deliberación política. Por ejemplo: ¿Qué decisiones ha de tomar la<br />

ciudad de Mileto? ¿Entablar la guerra o establecer alianzas? Los hombres necesitan<br />

conocer exactamente los distintos territorios si quieren entrar en guerra. Hecateo se<br />

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ayuda de un mapa de las ciudades en conflicto, un mapa de aquellos que había<br />

inventado el filósofo Anaximandro, y muestra las pocas posibilidades que tiene Mileto<br />

si entra en la guerra. El político Aristágoras sacará buena lección y, cuando haya de<br />

negociar las alianzas con otras ciudades, mostrará su estrategia ayudado por una tabilla<br />

de bronce en la que están grabados los contornos de toda la Tierra. Hecateo, que ha<br />

escrito sobre las rutas por las que los héroes griegos después de Deucalión han realizado<br />

sus hazañas, escribe una Periegesis o investigación geográfica sobre las ciudades<br />

lejanas que explora el navegante. Jenofonte narra La expedición de los diez mil o<br />

Anábasis. Y Heródoto (484-426 ane), padre de la historia, recorre la Magna Grecia,<br />

Egipto y el imperio persa; acompaña a los ejércitos para dar testimonio {istoría) de lo<br />

que ve, oye o lee sobre las costumbres, sucesos y hazañas de los hombres, con los que<br />

se encuentra.<br />

En el mundo medieval, el extraordinario Ibn Jaldún (1332-1406) comprende la<br />

historia de la humanidad entera como un hacer y deshacer de rutas. Si la vida de las<br />

ciudades es propensa al vicio, al lujo y a la desviación de las conductas sociales, la dura<br />

vida en el desierto fortalece la solidaridad, el apego a las tradiciones y convierte a sus<br />

habitantes en más resistentes a las duras condiciones ambientales que en las ciudades.<br />

En el mundo contemporáneo algunas voces se han dedicado a cantar la Ruta<br />

sobre la Frontera, el Movimiento sobre el Reposo, la Dinámica sobre la Estática.<br />

Deleuze y Gautari escriben que "una cosa, un animal, una persona, sólo se definen por<br />

movimientos y reposos, velocidades y lentitudes {longitud), por afectos, por<br />

intensidades {latitud). Ya no hay formas, sólo hay relaciones cinemáticas entre<br />

elementos no formados; ya no hay sujetos, sólo hay individuaciones dinámicas sin<br />

sujeto, que constituyen los agenciamientos colectivos".<br />

Incluso hombres sabios a los que la enfermedad o la debilidad física impide salir<br />

de su ciudad, conocen la virtud de la Ruta. El filósofo de la modernidad por<br />

antonomasia, Inmanuel Kant (1724-1804), no necesita salir de su casa de Könisberg<br />

para conocer el callejero de Estambul al dedillo, porque ahora las rutas pueden<br />

estudiarse en los libros, en los mapas. Las rutas, que marcan los movimientos de las<br />

tropas, de los comerciantes, de los cómicos... se ofrecen también a la reflexión, y<br />

permiten componer un campo semántico novedoso y conceptualmente rico. La ruta deja<br />

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de ser camino y se convierte en Ruta, en concepto, en hiper-categoría histórica.<br />

El primer historiador no puede ser archivero —cosa de los refinados<br />

humanistas—, sino testigo, veedor. El primer historiador sale al camino en donde se<br />

encontrará con mercaderes, juglares, guerreros... y podrá mezclar las cosas vistas con<br />

las leyendas que le cuentan y con los mitos que él mismo se cree. El primer historiador<br />

escribirá incluso cantos épicos a los héroes con los que se cruza en las estaciones. El<br />

primer historiador es militar vencedor, viajero curioso, esclavo ilustre, político<br />

derrotado... Y podrá decir, con César, que la suerte está echada.<br />

Recordemos algunos escritores viajeros que dan testimonio de la Ruta, los<br />

verdaderos viajeros. Estarán ausentes quienes se imaginan los viajes, aunque no por ello<br />

sean de menor interés, pues nos dicen por vía negativa que la Ruta siempre es una<br />

aventura en la que podemos encontrarnos los seres más horripilantes o maravillosos —<br />

extrapolaciones de hombres y mujeres nacidos con malformaciones, enanos, gigantes...<br />

— , como aquellos cíclopes, cinocéfalos (hombres con cabeza de perro) o el siempre tan<br />

buscado y nunca hallado reino del Preste Juan, que imagina Jean de Mandeville en<br />

Voyage autour de la Terre (1356). Algunos han recorrido las tierras, otros los mares,<br />

otros los cielos.<br />

CRÓNICAS DE LOS VIAJEROS POR TIERRA<br />

El veneciano Marco Polo (1254-1324) llega hasta los dominios de Kublai Khan,<br />

del linaje del mítico Genghis Khan, que le recibe en el palacio de verano en Shangdu,<br />

cerca de Pekín. A la vuelta, Marco Polo escribe El libro de las maravillas, que despierta<br />

la imaginación de los europeos en mundos insospechados. Marco Polo abre las rutas por<br />

las cuales el Papado, tras el fracaso de las cruzadas, envía a sus monjes embajadores<br />

para explorar las posibilidades de entrar en contacto con mogoles y chinos. Uno de los<br />

primeros, Giovanni P. Carpini (1245), cuenta su peripecia en Historia Mongolorum. La<br />

Edad Media alumbró personajes de una sola pieza: como la increíble inglesa Margery<br />

Kempe (1373-1440), analfabeta que ha dictar sus memorias, viaja por los grandes<br />

centros de la cristiandad —Roma, Santiago, Jerusalén...— para purgar un pecado de<br />

infancia, real o imaginario, se convierte así en la autora de la primera Autobiografía en<br />

inglés; o como el castellano Rui González de Clavijo que parte en 1403 del Puerto de<br />

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Santamaría hacia Tamerlán, para llevar los respectos del rey de Castilla Enrique III al<br />

Gran Khan Timun, señor de los mogoles; esta espectacular aventura la recoge en un<br />

libro tan maravilloso como el de Marco Polo: Misión diplomática de Castilla a<br />

Samarcanda (1403-1406).<br />

Pero si los europeos se emocionan al contacto con los asiáticos y se les dispara<br />

la fantasía, no menos les ocurre a los asiáticos con los europeos, que en El libro de las<br />

montañas y los mares (18 volúmenes redactados a partir del s. VI ane) ven a seres<br />

insólitos que habitan los límites del espacio vital chino. Y El libro de las maravillas de<br />

la India da cuenta de animales exóticos e increíbles: seres mitad humanos mitad<br />

animales; el árbol wac-wac, monos inteligentes...<br />

La Geografía de Abou-Abdallah-Mohammed al-Edrisi (1099-1153) traducida al<br />

latín en 1619 con el título de Geographia Nubiensis, da cuenta de las «islas del mar<br />

tenebroso», que no son otras sino las islas Canarias.<br />

El viajero tangerino Ibn Battuta (1304-1378) recoge en A través del Islam<br />

(Rihla) todo tipo de informaciones antropológicas, geográficas y políticas del mundo<br />

islámico medieval.<br />

El momento más espectacular del descubrimiento, choque, encuentro,<br />

invención... o como cada cual tenga a gala nombrarlo, es la llegada de los españoles al<br />

continente americano, que cambia radicalmente la visión del mundo que se hicieron los<br />

europeos durante siglos. Un cambio que afecta incluso a la escritura, pues los españoles<br />

en América rompen abruptamente con el estilo humanístico italianizante y cualquiera,<br />

ya sea soldado, fraile o mestizo, se siente con derecho a escribir, sin atender al rigor de<br />

los profesionales, los escribanos y los notarios. Cada cual puede escribir crónicas,<br />

historias, demandas de méritos y mercedes o meras curiosidades. No nos referimos ya a<br />

las descripciones geográficas de las Nuevas Indias que realizan a partir de las<br />

experiencias de los pilotos formados en la Casa de Contratación de Sevilla, y que se<br />

consideran altos secretos de Estado. Así, por temor a que cayera en manos de los<br />

enemigos holandeses o ingleses no se publicó hasta 1871 la Geografía y Descripción<br />

universal de las Indias de D. Juan López de Velasco. Algo parecido ocurría en el lado<br />

de los enemigos de España: tampoco hacía públicos sus conocimientos el político y<br />

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mercader Nicolás Witsen de Amsterdam sobre Siberia y el Asia central. Tampoco nos<br />

referimos a los libros de denuncia de las injusticias que sobre los «indios» cometen los<br />

encomenderos españoles, al modo de Bartolomé de las Casas, libros dirigidos más al<br />

príncipe que al vulgo, aunque a la postre sirvieran para iniciar y alimentar la popular<br />

leyenda negra. Crónicas que, como con gran perspicacia pone al descubierto Rafael<br />

Sánchez Ferlosio, se debaten entre los sucesos que les ocurren a los sujetos empíricos y<br />

la prepotencia de la Historia Universal que justifica toda aquella barbarie. Nos fijaremos<br />

sólo en aquellos libros por medio de los cuales se empezaron a abrir las rutas que, a la<br />

larga, conducirían a la Globalización:<br />

El franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590), cuya misión de convertir al<br />

cristianismo a los indígenas aztecas le lleva a conocer sus costumbres, su lengua —<br />

náhualt—, sus dioses... que pone por escrito en Historia general de las cosas de Nueva<br />

España, obra que le hace merecedor del título, siquiera honorífico, de fundador de la<br />

antropología moderna.<br />

El cronista Bernal Díaz del Castillo (1492-1581) toma nota de los<br />

acontecimientos de los que es testigo y aun protagonista, sucesos que vive en su piel y<br />

ve con sus propios ojos, de los que da detalles que sólo puede conocer quien los ha<br />

sufrido y experimentado, sucesos que reúne en Historia verdadera de la conquista de la<br />

Nueva España. Una narración que quería refutar la obra de otro cronista, Francisco<br />

López de Gómara (1510-1560) quien, pegado al conquistador Hernán Cortes, narra su<br />

osadía, ardides y capacidades estratégicas en Historia general de las Indias, atribuyendo<br />

todo el mérito de la conquista a la personalidad del extremeño. El propio Hernán Cortés<br />

(1485-1547) deja su versión en las Cartas de la conquista de México.<br />

Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), testigo directo de todo cuanto<br />

ocurrió en Castillo de Oro, escribe la más completa de todas las crónicas, Historia<br />

general y natural de las Indias.<br />

El explorador Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1527-1559) cuenta la jornada que<br />

hizo a la Florida con el adelantado Pánfilo de Narváez en Naufragios y comentarios.<br />

El cronista Cervantes Salazar (1514-1575), que inaugura el primer curso de la<br />

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recién fundada Universidad de México en 1553, escribe Crónica de la Nueva España.<br />

El cronista criollo Juan Suárez de Peralta (1537-1590), nacido en México, escribe el<br />

Tratado del descubrimiento de las Yndias y su conquista y tiene ya presente los<br />

antecedentes históricos previos a la llegada de Colón.<br />

El jesuita español Pedro Páez Jaramillo (1564-1622), misionero en África,<br />

cuenta en su libro Historia de Etiopía que el 21 de abril de 1618 alcanza las bocas de los<br />

manantiales, desde las que inicia su recorrido el Pequeño Nilo y da salida al Nilo Azul<br />

del lago Tana.<br />

Fray Junípero Serra (1713-1784), mallorquín franciscano, es destinado a Sierra<br />

Gorda en México para llenar el vacío dejado por los jesuítas expulsos. Los franciscanos<br />

reciben el encargo de dirigir y fundar misiones en la Alta California, y el más afamado<br />

de entre todos ellos, Fray Junípero, establece veintiún misiones que se expanden desde<br />

San Diego a San Francisco en la costa oeste de lo que hoy es EE.UU.<br />

El francés Louis-Daniel Le Comte (1655-1728), sacerdote jesuita, publica en<br />

1697 un exitoso libro, Recursos y observaciones sobre China, en el que relata los<br />

progresos asiáticos en la fe cristiana y que se convierte en fuente de todos los tópicos<br />

que los europeos conocen de chinos y japoneses. Otros jesuítas, como Jean Baptiste<br />

Régis o Joashim Bouvet, elaboran mapas de la Muralla China o de Pekín ¡para el<br />

emperador chino!<br />

El espía Domènech Badia, más conocido por Ali Bey (1767-1818), identidad que<br />

adquiere para realizar su viaje por el Magreb, para lo que aprende todos los recovecos<br />

de la cultura árabe hasta el punto de deslumhrar con sus conocimientos a Suleimán, que<br />

le posibilita recorrer el reino. Un viaje que estaba financiado por el poderoso Manuel<br />

Godoy para que el catalán fomentase una revuelta que favoreciese el desembarco de los<br />

ejércitos españoles. Una aventura que conocemos a través de Diario publicado en 1814<br />

...<br />

La decadencia del Imperio Hispánico se convierte a partir del siglo XVIII en<br />

tierra exótica, para asombro o divertimento de viajeros ingleses o franceses, que con sus<br />

diarios, panfletos y crónicas han ido dejando su impronta en la concepción que aun hoy<br />

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se tiene de la península ibérica allende los pirineos: El francés Alexandre de Laborde<br />

(1774-1842) escribe Viaje pintoresco e histórico por España e Itinerario descriptivo de<br />

España, obras que contienen numerosos grabados de los lugares visitados y<br />

reproducidos profusamente en las historias locales de nuestro tiempo. Viaje por España<br />

es título muy común, que registra los viajes del barón de Davilliers, acompañado por las<br />

preciosistas ilustraciones de Gustave Doré, en su viaje de 1862 y publicado en 1874; del<br />

poeta parnasiano Théophile Gautier (1811-1872), repleto de descripciones plásticas y<br />

coloristas; o del filólogo Hans Christian Andersen. La condesa de Gasparin escribe<br />

Paseo por España y Relación de un viaje; Hippolyte Adolphe Taine (1828-1893), Viaje<br />

a los pirineos; Edmondo de Amicis (1846-1908), Diario de viaje de un turista escritor<br />

(1872); George Borrow (1803-1881), La Biblia en España; Richard Ford (1796-1858)<br />

publica en 1845 su famoso The Handbook for travellers in Spain and readers at home<br />

{Manual para viajeros en España y lectores en casa), el mismo año en el que sale a la<br />

luz Carmen de P. Merimée.<br />

Muchos ingleses que vivían aquellos tiempos imperiales se lanzan a la<br />

exploración por curiosidad y espíritu de aventura: James Bruce (1730-1794) narra su<br />

experiencia por Abisinia en Viajes para descubrir la fuente del Nilo. Mungo Park<br />

(1771-1806), la suya por el río Níger en Viajes a los distritos interiores de África... Los<br />

franceses no querían quedarse a la zaga y el coronel Louis Du Gouret publica en 1854<br />

Voy age au pays des Niams-Niams ou hommes à queue, avec le portrait d'un Niam-<br />

Niam et une notice biographique sur l'auteur, con prefacio de Alejandro Dumas y cuyo<br />

título casi excusa el tener que leerlo.<br />

Richard Francis Burton (1821-1890), aquel «diccionario políglota andante»,<br />

explorador, nómada, alcohólico, maestro del disfraz, duelista, traductor de obras<br />

singulares (Las Mil y una noches, Kama-sutra..., poemas de Catulo, Camoens...), nos ha<br />

dejado algunos libros con abundantes descripciones étnicas, culturales o naturalistas: Mi<br />

peregrinación a Medina y la Meca, Las montañas de la luna, Viaje a la ciudad de los<br />

santos,Vagabundeos por el oeste de África, Entretenimientos durante las noches<br />

árabes... y El jardín perfumado, la coronación de su vida. A la muerte de Burton, su<br />

viuda, Isabel Arundell —símbolo del miserable espíritu subjetivo—, quema todos los<br />

papeles que encuentra «raros» y que no encajan en lo que ella considera su honrosa y<br />

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puritana vida en común; menos mal que, al menos, nos quedan sus visiones del viaje a<br />

las fuentes del Nilo y sus desavenencias con John Speke ...<br />

Los aventureros han dejado anécdotas que son ya patrimonio de la humanidad,<br />

como el encuentro entre Livingstone y Stanley. David Livingstone (1813-1873) fue un<br />

misionero escocés, explorador y luchador contra la esclavitud; Henry Morton Stanley<br />

(1841-1904), periodista y aventurero, fue requerido por el director del periódico The<br />

New York Herald para encontrar a Livingston en África. Cuando Stanley dio con<br />

Livinstone, pronuncia una frase incluida ya en cualquier recopilación de citas célebres:<br />

«Dr. Livingstone, I suppose». Ambos exploran el lago Tanganika, y, tras la muerte del<br />

misionero, el periodista continúa la exploración del río Congo y de los grandes Lagos.<br />

Sus aventuras pueden encontrarse en Viaje en busca del doctor Livingstone al centro de<br />

África.<br />

Las tierras americanas del centro y del sur quizá han dejado de ser ya las tierras<br />

que abrieron la imaginación y la fantasía a los europeos, pero continúan siendo ocasión<br />

de narraciones muy sentidas, que despiertan nuestros sentimientos de obra no bien<br />

cumplida y frustrada: la nostalgia de Ramón Morales en Buscando el sur, la<br />

inconmensurabilidad entre el hombre culposo europeo y el mescal contada por Malcolm<br />

Lowry en Sobre el volcán; un título que le sirve a Manu Leguineche para poner su<br />

mirada en el sufrimiento y la desolación de la América latina; o el hoy tan celebrado<br />

viaje en motocicleta de Ernesto Rafael Guevara de la Serna {Che Guevara) con su<br />

amigo Alberto Granado por las tierras interiores y ásperas de Argentina, Perú, Brasil,<br />

Colombia y Venezuela, que recoge en sus Diarios y que ha sido llevado al cine en una<br />

producción, más paradojas, de Robert Reford...<br />

La fuerza atractora del desierto ha dejado algunos testimonios soberbios: T.E.<br />

Lawrence (1888-1935) además de su obra mayestática, Los siete pilares de la sabiduría<br />

(1926), escribe El desierto de Zin (1915) y Revuelta en el desierto (1927). El naturalista<br />

parisino Theodore Monod (1902-2000) narra su viaje a través del desierto del Sahara en<br />

Camellados (Méharées). Exploraciones por el verdadero Sahara, libro publicado en<br />

1937. Ladislaus Almasy (1895-1951), ingeniero húngaro y agente del contraespionaje<br />

alemán, escribe Nadadores del desierto, obra en la que se basa la espléndida película El<br />

paciente inglés. Pierre Loti (1850-1923), marino francés, relata un viaje por el norte de<br />

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Marruecos, recrea un país utópico, ajeno aún a la decadente civilización en Viaje a<br />

Marruecos. Paul Bowles (1910-1999), el mítico nómada de la generación beat, anfitrión<br />

en Tánger de William Burroughs y Jack Kerouac, autor de la novela de culto, El cielo<br />

protector, en la que narra una historia de aventuras trazada en dos planos simultáneos:<br />

en el desierto real y en el desierto interior del espíritu. Una aventura en el desierto del<br />

valenciano Rafael Martínez Esteve (1894-1965) describe los días que permaneció<br />

perdido en el desierto de Arabia, tras sufrir una avería el avión que pilotaba rumbo a<br />

Manila, junto con su compañero el mecánico Pedro Mariano Calvo...<br />

La selva también es capaz de atraer a los espíritus más inquietos: Eric Hansen<br />

cuenta en Forastero en la selva su particular aventura en Borneo, la isla que recorre a<br />

pie a lo largo de siete intensísimos meses. Cees Nooteboom, que escribe Hotel Nómada,<br />

puede ser el símbolo de los escritores actuales de viajes, aunque aún es pronto para<br />

saber si son «verdaderos» libros de viajes o simplemente libros de turista.<br />

La montaña y los misterios que encierran sus entrañas también cuentan con sus<br />

devotos: Conrard Anker y David Roberts narran el descubrimiento de los restos de<br />

Gorge Mallory, montañero desaparecido en la expedición al Everest de 1924 en El<br />

explorador perdido.<br />

Los ferrocarriles han despertado siempre curiosidad incluso a quienes han<br />

recorrido continentes por otros medios, como Paul Theroux, que escribe la trilogía: El<br />

gran bazar del ferrocarril, El viejo Patagònia Express y El Gallo de Hierro.<br />

CRÓNICAS DE LOS VIAJEROS POR MARES Y RÍOS<br />

Cristóbal Colón (1451-1506) atraviesa el océano Atlántico y cree haber topado<br />

con las Indias por el oeste. En realidad había encallado en un continente desconocido<br />

que se conocerá con el nombre de América en honor de un avispado personaje, Américo<br />

Vespucio. Las cartas, memoriales y diarios de Cristóbal Colón están recopilados por<br />

Consuelo Varela bajo el título de Textos y documentos <strong>completo</strong>s. Relaciones de viajes,<br />

cartas y memoriales.<br />

Vasco de Gama (1460-1521), en el momento de mayor esplendor de los<br />

navegantes portugueses, dobla el cabo de Buena Esperanza en 1500, y Pedro Álvarez<br />

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Cabral (1460-1526) descubre Brasil. Ambas gestas recogidas por el cronista Joao de<br />

Barros (1496-1570).<br />

Fernando de Magalhanes (1480-1521), portugués al servicio de la corona de<br />

España, inicia la ruta que demuestra al mundo la esfericidad de la tierra; esa ruta fue<br />

completada por Juan Sebastián Elcano (1476-1526), y puesta por escrito por el marino<br />

veneciano Antonio Pigafetta, Primer viaje en torno del Globo (Relato del viaje de<br />

Magallanes y Elcano.<br />

El cronista Gaspar de Carvajal (1504-1584) acompaña la expedición de Gonzalo<br />

Pizarro y Francisco de Orellana por el río Marañón o Amazonas en busca de la<br />

legendaria tierra de El Dorado en el Perú y escribe Relación del nuevo descubrimiento<br />

del famoso Río Grande de las Amazonas. Carvajal «ve» luchar a las amazonas «mujeres<br />

muy blancas y esbeltas, con el cabello muy largo y trenzado, robustas, van desnudas y<br />

llevan arcos y flechas en las manos y luchan tanto como diez hombres indios». El<br />

soldado y bachiller Francisco Vázquez escribe la relación verdadera de todo lo que<br />

sucedió en la Jornada de Omagua y Dorado, la increíble aventura del paranoico y cruel<br />

Lope de Aguirre (1518-1561), de sobrenombre «el peregrino», que declara la guerra a<br />

Felipe II y alcanza el Atlántico, tras atravesar el Amazonas, el día 21 de julio de 1561.<br />

Charles de Brosses (1709-1777) se ayuda de Maupertuis y describe el<br />

maravilloso espectáculo físico y moral del continente austral, que era perseguido ya<br />

desde el siglo XVII por los franceses. Henri Lancelot Voisin de la Popelinière (1541-<br />

1608) supone que el inexplorado territorio austral debía de estar henchido de bienes y<br />

sólo sería preciso descubrirlo y gozarlos, respectivamente. Y para ello simplemente<br />

tenían que seguir el ejemplo de los necios que habían forjado tan excelente camino, es<br />

decir, de los españoles y de los portugueses.<br />

El culto marino Luis Antonio de Bouganville (1729-1811), que fue el primer<br />

francés que circunnavegó la Tierra, es autor de un Diario en el que cuenta su estancia en<br />

Tahití, referencia geográfica para la utopía del buen salvaje rousseauniano, y publica su<br />

Viaje alrededor del mundo.<br />

James Cook (1728-1779), navegante de la Marina Real británica, descubre<br />

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Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

Nueva Zelanda y multitud de islas (Tubai, Pascua, Hawai...), y elabora la<br />

extremadamente difícil cartografía de la Polinesia y la Melanesia con una precisión por<br />

la que siempre fue reconocido.<br />

Mattew Flinders (1774-1814), encarcelado por los franceses, escribe su periplo<br />

alrededor de Australia, en aquella época un continente desconocido y aún sin colonos.<br />

Jacques-Yves Cousteau (1910-1997), con las nuevas técnicas audiovisuales, nos<br />

dejó, junto a los libros, películas y videos de su aventura submarina.<br />

CRÓNICAS DE LOS VIAJEROS POR AIRE<br />

En la época de los aviones los cronistas que cuentan las aventuras dejan de ser<br />

los propios aventureros o escribanos que los acompañan, y toman su relevo los<br />

periodistas. Los retos que se lanzan al avión son contados por multitud de periodistas y<br />

novelistas ávidos de entrar en la historia junto al héroe: Desde Louis Bleriot, que cruza<br />

el canal de la Mancha en 1909, hasta los italianos Ferrarin y Masiero, que vuelan de<br />

Roma a Tokio en 1922. Francesco de Pinedo sobrevuela tres continentes —Europa,<br />

Australia y Asia— y atraviesa el Atlántico Sur en 1927. Richard E. Byrd llega casi al<br />

Polo Norte en 1925; Ramón Franco y Ruiz de Alda vuelan en el Plus Ultra desde Palos<br />

a Río de la Plata en 1926; y el alemán Charles Lindberg (1902-1974), el «águila<br />

solitaria», cruza por vez primera el Atlántico desde Nueva York a París sin escala en<br />

1927. En medio, la Primera Guerra Mundial sirve de ocasión para perfeccionar las<br />

máquinas voladoras y enaltecer a sus héroes: Roland Garros, creador del avión de caza<br />

que combina el avión y la ametralladora, y Freiherr von Richthofen —el mítico Barón<br />

Rojo—, el aviador que mejor supo hacer uso de él.<br />

Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) escribe el libro de cuentos para niños<br />

más leído del siglo XX, El principito, «pensando desde el aire» cuando sobrevuela<br />

tierras inhóspitas de Argentina. W.E. John crea el personaje de ficción Biggles para<br />

narrar las aventuras, los riesgos y los viajes del mundo de la aviación; Charles Lindberg<br />

cuenta su aventura entre Nueva York y París. Howard Hughes explica en lenguaje<br />

cinematográfico la gran aventura que es la guerra en el aire en Angeles de infierno.<br />

Y los aventureros protagonistas del viaje más espectacular de todos los tiempos:<br />

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Pérez Herranz, F. M. /Santacreu Soler, J. M.: «Las rutas de la humanidad»<br />

el viaje a la luna de Neil Amstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin el 21 de julio de<br />

1969 en el Apolo XI, contado, cantado, y aun puesto en duda, por todo el periodismo del<br />

último tercio del siglo XX.<br />

CAPÍTULO 7. DE LA RUTA ABIERTA O «ÚLTIMA FRONTERA» A LA RUTA CERRADA O «RED<br />

VIRTUAL»<br />

Una vez que el globo terráqueo fue recorrido por Magalhanes en 1522 —primus<br />

circumdedisti me—, alcanzado el Polo Norte por Robert Peary en 1909 (¿o quizá por<br />

Frederick Cook?, la duda siempre se mantiene), el Polo Sur por Roald Amundsen en<br />

1911 y los más de 3.000 metros de profundidad del mar Tirreno por Auguste Picard<br />

(1884-1962) en 1953 con su batiesfera o batiscafo, un recinto herméticamente cerrado<br />

para sumergirse en las profundidades oceánicas, la especie humana queda vinculada<br />

conceptualmente sobre el planeta Tierra, y las rutas se convierten en meras variaciones<br />

de la Ruta global. Entonces es el momento de atreverse con la ruta soñada por Luciano<br />

de Samosata, Cyrano de Bergerac o Julio Verne: la Luna, que es la puerta para imaginar<br />

la más fantástica de las rutas, la de los cielos que envuelven a la Tierra, cuyo silencio<br />

aterrorizaba a Blaise Pascal: «El silencio eterno de los espacios infinitos me espanta»<br />

(Pensamientos, 201/206). Los tiempos empiezan a estar preparados para asomarse a<br />

esos espantosos espacios infinitos que sustituyen a los no menos espantosos espacios<br />

oceánicos: los monstruos venidos del espacio exterior reemplazan a los monstruos<br />

marinos y Moby Dick es sustituido en el imaginario humano por la estirpe de los seres<br />

cartilaginosos que entrevió el sabio Willian Whewel (1794-1866) en On the Plurality of<br />

Worlds (1835), continuados por los seres gelatinosos de las películas norteamericanas<br />

de serie B, y que culmina en el terrorífico Allien. La impresión atroz que los espacios de<br />

la física le producían a Pascal se transforma en suave sensación entre curiosa y aburrida<br />

de los viajes ordinarios, como lo pueda ser un viaje en trasatlántico. El penúltimo reto<br />

que le queda a la especie humana, enseñoreada de tierras y mares, es la colonización de<br />

los cielos: la «última frontera».<br />

LA RUTA ABIERTA O «ÚLTIMA FRONTERA»<br />

Por los cielos sólo pueden pasear los dioses. Las rutas de los espacios siderales<br />

estuvieron reservadas primero a los dioses — Ra o Helios atraviesan con sus carros el<br />

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cielo estrellado... — o a personas elegidas — Elias... —; más tarde, a los animalesnúmenes<br />

que babilonios y antiguos chinos proyectan hacia la bóveda celeste, trasunto<br />

cósmico de la cueva paleolítica: la cabra, el toro, el cangrejo, el león, el escorpión, los<br />

peces... o el conejo, el ratón... Rutas que la curiosidad de los hombres adivinan con una<br />

intención, e inventan artilugios para representar en la Tierra las rutas de los dioses en el<br />

cielo. En Stonehenge nuestros antepasados erigieron un monumento megalítico al sur de<br />

la isla de Gran Bretaña hace más de 3.550 años. La configuración de las piedras y de los<br />

arcos del monumento aún hoy nos permiten observar el movimiento regular de la Luna<br />

y el Sol, la ruta de aquellos dioses luminosos.<br />

La idea de que la Tierra era un astro más entre todos los que componen los<br />

cielos no podía ser más que una blasfemia, y los filósofos griegos sufrirán las iras de los<br />

sacerdotes y adivinos al sostener que las estrellas no eran sino cuerpos como los de la<br />

Tierra: ¿Cómo puede atreverse Anaxágoras a decir que el Sol no es más que una simple<br />

piedra incandescente? Su osadía intelectual la pagará con el destierro a Lámpsaco,<br />

donde fue muy respetado sin embargo. (Parece que a Anaxágoras le debemos una<br />

singular costumbre: Cuando las autoridades de Lámpsaco le piden que exprese un deseo<br />

para recompensarle, su generosidad quiso que los niños disfrutasen un día de vacaciones<br />

en el mes de su muerte). En cualquier caso, la puerta de entrada hacia los caminos de las<br />

estrellas se había abierto y Claudio Ptolomeo podrá diseñar un Cosmos en el que la<br />

Tierra es el centro del Universo y el resto de planetas y estrellas giran a su alrededor. A<br />

pesar de que, a partir de los griegos, las luces del firmamento se transforman en planetas<br />

y estrellas, la ruta del espacio continua siendo patrimonio de los dioses y de las buenas<br />

almas que emprenden esta ruta tras su muerte.<br />

Mas si el Sol, la Luna y las estrellas son gigantescas piedras —según sugiere la<br />

observación a través del telescopio de Galileo— movidas según relaciones entre sus<br />

masas y las distancias que mantienen entre sí —según demuestran las leyes de<br />

Newton—, ¿por qué no hacerles una visita? La tentación viene de lejos. En la<br />

antigüedad Luciano de Samosata (125-192), en su Verdadera historia, se burla de<br />

quienes hablan de una humanidad lunar. Lucrecio (circa 98-55 ane) creía que más allá<br />

de la esfera de las estrellas existían infinitos mundos e infinitas formas de vida...<br />

En la modernidad, Francis Godwin (1562-1633) propone un medio de transporte<br />

114<br />

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para llegar a la luna: un tiro con grandes pájaros; y John Wilkins (1614-1672) vislumbra<br />

la colonización de la luna habitada por seres muy semejantes a los de la Tierra. Cyrano<br />

de Bergerac (1619-1655) identifica el paraíso terrenal en la luna en Los estados y los<br />

imperios del sol. Berard Le Bovier de Fontenelle (1657-1757) viaja a la luna, el sol y los<br />

planetas y advierte que sus habitantes son más parecidos morfológica y<br />

psicológicamente entre sí cuanto más cerca se encuentran, y más diferentes cuanto más<br />

lejos se hallan, en Les Entretiens sur la pluralité des mondes (1686). Voltaire (1694-<br />

1778), en Micromegas (1752), describe un gigante venido de Sirio y un enanos<br />

procedente de Saturno, aunque para el sabio terrícola todo había sido hecho para el<br />

hombre... terrestre ¡naturalmente! Marie-Anne de Roumier (1705-1771) escribe la<br />

primera saga astronómica, Voyages de milord Céton dans les sept planétes. Cari Ignaz<br />

Geiger (1756-1791) viaja a Marte en globo en Reise eines Erdwohners in den Mars<br />

(1790)...<br />

El siglo XIX hara de los planetas no ya rutas imaginarias de explotación y<br />

colonización, sino asiento de los espíritus. Camile Flammarion (1842-1925), autor de<br />

una larga lista de obras sobre los mundos habitados, aspira a suplir el cristianismo, una<br />

religión de expansión desde el Mediterráneo a toda la Tierra, por una nueva religión<br />

válida para todos los mundos en la que el contacto entre ellos se aseguraba a través de<br />

los espíritus.<br />

Los científicos sobrios, sin embargo, van poniendo las cosas en su sitio. La<br />

ciencia había ido tras la ideología, la religión, la utopía o la literatura. Julio Verne se<br />

aleja de los espiritistas e imagina que se puede alcanzar la luna con el disparo de un<br />

cañón inmenso que proporcione la aceleración necesaria a la nave de viajeros al espacio.<br />

Se trata, pues, de mostrar la potencia de la tecnología. Pero la propuesta de Verne no es<br />

posible, porque el impacto del fogonazo provocaría una aceleración tal que haría morir a<br />

los viajeros. El principal problema para iniciar la ruta era salir del planeta Tierra y para<br />

ello se requiere no sólo volar, que se consigue con los aviones a principios del siglo XX,<br />

sino alcanzar una velocidad de 40.000 kilómetros por hora, es decir, 666,66 kilómetros<br />

por segundo. La solución llegará de la mano de la tecnología de los cohetes que<br />

funcionan dejando escapar los gases de combustión a través de una tobera. El escape de<br />

los gases impulsa a gran velocidad la nave colocada delante del cohete en forma de<br />

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cápsula.<br />

Los primeros cohetes que consiguen volar, aunque sin salir de la órbita terrestre,<br />

son los V-2 alemanes, con los que Hitler bombardea Londres durante la Segunda Guerra<br />

Mundial. La tecnología consigue diseñar finalmente el primer cohete que transporta<br />

fuera de la Tierra un satélite artificial en 1957: el cohete soviético Sputnik 1. Los<br />

cohetes que le siguen inician la exploración sistemática del universo: llevan telescopios<br />

sofisticados para desentrañar los misterios de las galaxias; transportan minilaboratorios<br />

para experimentar en condiciones de ausencia de gravedad y... catapultan al hombre<br />

mismo: Un cohete soviético, el Vostok, pone en órbita en 1961, por primera vez en la<br />

historia, a un hombre en 1961: el cosmonauta Yuri Gagarin.<br />

El presidente de Estados Unidos J.F. Kennedy anuncia que los norteamericanos<br />

llegarán más lejos que los soviéticos y promete enviar un hombre a la Luna antes de que<br />

finalice la década de los sesenta. Los norteamericanos usan un cohete Mercury-Atlas<br />

para poner a sus astronautas en órbita y, en 1969, el cohete Saturno V cruza el límite de<br />

la biosfera y consigue que la cápsula Apolo, en la que viajan los astronautas, alcance la<br />

órbita lunar. Neil Armstrong tiene la gloria de ser el primer hombre que pisa la Luna.<br />

De regreso, en la Tierra, ya se puede afirmar que la primera ruta interespacial quedaba<br />

inaugurada.<br />

El viaje ala Luna estuvo precedido por el envío de sondas de exploración<br />

espacial. La primera que llega a la Luna es la Luna 2 soviética, que se estrella contra su<br />

superficie. Las sondas permiten obtener información de la Luna antes de la llegada del<br />

hombre. Hoy, proporcionan información de los planetas a los que el hombre aún no<br />

puede llegar. La Viking viaja a Marte en 1976 y los exploradores robot más modernos<br />

como el Mariner, Pioneer o Voyager continúan las misiones en Marte, Júpiter, Saturno,<br />

Urano... que son los siguientes objetivos de la ruta. El viaje más sonado de los últimos<br />

tiempos es el de la nave Cassini-Huygens, que inicia su viaje en 1997 y lleva a la<br />

subsonda Huygens hasta la órbita de Saturno en 2005, y se posa sobre la superficie de<br />

Titán.<br />

Rutas imposibles para los aventureros solitarios, para el que huye del mundanal<br />

ruido, para el que abandona la cultura: «Suave, mari magno turbantibus aequora<br />

116<br />

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ventis...» ( Lucrecio)... La ruta es empresa de envergadura, que requiere de un proyecto<br />

estatal, de una administración que pueda hacerse cargo de los gastos y dificultades que<br />

acarrea. Poner en órbita naves y hombres comporta un elevadísimo coste de cohetes, en<br />

un principio, no reutilizables y que consumen enormes cantidades de combustible. El<br />

Saturno V va equipado con cinco motores que consumen 3.600 litros de combustible por<br />

segundo cada uno. Poco a poco las lanzaderas reducen el coste de los viajes y se<br />

experimenta incluso con la posibilidad de abrir rutas turísticas en órbita con naves<br />

comerciales.<br />

Y una vez puesta en marcha la ruta interespacial, se necesita graduar el viaje a lo<br />

largo del camino, un fin para el que se construyen las estaciones espaciales. La primera<br />

estación a la que llegan seres humanos, la estación Skaylab de 1973, usa paneles solares<br />

para generar electricidad. En 1975 se produce el primer vuelo conjunto de cosmonautas<br />

soviéticos y astronautas norteamericanos, que acoplan sus naves Apolo y Soyuz en<br />

órbita, iniciándose la cooperación internacional en la conquista del espacio, cuyo hito<br />

más importante es el inicio, en 1998, de la construcción de una estación espacial<br />

internacional, en cuyo proyecto colaboran Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y<br />

Japón. La especie humana se reconoce así, en la conquista de objetivos comunes, como<br />

única.<br />

INTERMEZZO<br />

Y así, cuando el viajero deja su tierra y se adentra más y más en las selvas o en<br />

los desiertos, en los mares o en los cielos, se le han de ir haciendo más tenues las<br />

diferencias entre unas culturas y otras, y se reconocen bajo la identidad de los seres<br />

humanos. El Otro ya no es el indígena encontrado en América o en Oceania, sino el de<br />

los posibles seres que habitan algún lugar de las galaxias recóndito para nosotros. ¿Qué<br />

seña de identidad podría dar el cosmonauta que abandona Cabo Cañaveral al<br />

extraterrestre? Carl Sagan traza un símbolo que representa a la Humanidad entera para<br />

mostrárselo a un eventual extraterrestre que se cruzase con la nave espacial terráquea.<br />

Las rutas han conectado todas las geografías del mundo a lo largo de muchos siglos y<br />

han configurado una totalidad por contigüidad, muy compleja y conflictiva, pero en la<br />

que nadie puede considerarse privilegiado; se homogeneizan las reglas de uso de<br />

artilugios y maquinarias; los objetos de consumo se extienden por todas las naciones; y<br />

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los humanos respondemos a los mismos anuncios publicitarios en el desierto o en las<br />

metrópolis.<br />

¿Cómo conjugar esa homogeneización, esa globalización, ese lenguaje<br />

simbólico que tiende a ser único con la heterogeneidad de cada uno de los pueblos y de<br />

los individuos, de las tradiciones y los recuerdos de nuestros terruños en los que nos<br />

reconocemos? He ahí uno de los complejos temas de nuestro tiempo. Tras veinticinco<br />

siglos de filosofía la gran cuestión sigue procurándonos todos nuestros esfuerzos<br />

intelectuales, políticos y de convivencia: ¿Cómo conjugar o entretejer las necesidades<br />

del Uno con las variaciones de lo Múltiple? Enseñaba Aristóteles que el Ser se dice de<br />

muchas maneras y nosotros decimos que la especie humana se organiza de muchas<br />

maneras. Pero si no queremos desafinar, habremos de escribir una partitura en la que<br />

todas las notas, todos los ritmos y todos los armónicos aparezcan conformados por la<br />

misma clave. Sólo que esta vez no es un tema parcial de los griegos, sino un tema de<br />

todas las naciones del mundo.<br />

LA RUTA CERRADA O «RED VIRTUAL»<br />

Una vez explorado todo el planeta Tierra, la especie humana que la habita ha de<br />

encontrar su propio Espíritu. Lo que San Agustín creyó que era el Espíritu del<br />

Mediterráneo y Hegel, el Espíritu del estado napoleónico (o prusiano), circunscritos a la<br />

órbita de la Europa cristiana, ahora empieza a ser necesario que se realice en el marco<br />

de la Tierra entera. Los primeros pasos ya se han puesto en marcha. Es la ruta<br />

tecnológica de Internet, de la telefonía, de los GPS, de las antenas parabólicas... que<br />

hacen del entramado de comunicaciones una red densa, cada vez más densa, que tiende<br />

a cubrir todas y cada una de las partes del mundo. Los seres humanos empezamos a<br />

aprender a «navegar» por el mundo de las nuevas tecnologías de la informática, un<br />

mundo virtual que tiende a identificarse con la realidad misma, una «nueva frontera»: El<br />

CIBERESPACIO. En los albores del año 2000, casi 500 millones de seres humanos<br />

usan internet. El Ciberespacio — nueva casa del Ser— empieza a superar la dialéctica<br />

Ruta / Frontera. Estamos, no obstante, al inicio del camino y no sabemos si alguna de<br />

las partes con mayor poder —EEUU, China, India, Arabia...— tratará de destruir a las<br />

demás o entrarán en un gran pacto mundial.<br />

118<br />

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Pero esta nueva ruta deja un amplio margen para los aventureros: la ruta del<br />

hombre que se autodefine como un microcosmos se empeñará en viajar sin salir de sí<br />

mismo, un viaje a su interior. Una ruta que se hace más peligrosa cuantos más<br />

individuos pretenden participar de ella, cuando el mercado la convierte en universal, y<br />

el opio o la LSD se popularizan hasta hacer creer a cada uno de los virtuales viajeros<br />

que podrá moverse con total libertad por todos los mundos posibles. La percepción se<br />

convierte en el medio, en el mensaje mismo, una forma de conocimiento que Aldous<br />

Huxley canta en un libro de gran repercusión, Las puertas de la percepción (1954). Un<br />

viaje por los sueños, por lo reprimido, por lo deseos más íntimos no realizados o no<br />

realizables. Se llega así al punto paradójico de la ruta: «el viaje a la totalidad sin<br />

moverse de casa»: Viaje convertido en juego de pobres diablos, de niños mal criados, de<br />

nuevos ricos que han cambiado la biblioteca por la televisión...<br />

Mientras tanto... Mientras estos caminos y veredas no se conviertan en<br />

verdaderas rutas, aún sólo incipientes, no podremos movernos por ellas con la agilidad y<br />

el conocimiento necesarios para aprovecharnos de sus riquezas y tesoros escondidos.<br />

Sólo sabemos que la mayoría de las naciones y de los estados de la Tierra quieren abrir<br />

rutas e impedir que las abran en sus territorios. Por eso las preguntas se nos echan<br />

encima: ¿Chocarán las naciones en los puntos en que se crucen las rutas de cada uno,<br />

hasta que las más débiles desaparezcan? ¿Se cubrirá todo el planeta con una tan densa<br />

red, que se imposibilite su recorrido? ¿Dominará una Ruta sobre las demás, de la cual<br />

serán meras desviaciones?...<br />

EPÍLOGO. MANIFIESTO METODOLÓGICO<br />

Hubo un tiempo no lejano en el que decir «historia» era lo mismo que decir<br />

materialismo histórico en alguna de sus variantes: ya insistiendo en el aspecto<br />

ideológico —lucha de clases—, ya en el aspecto económico — economicismo—, ya en<br />

el punto de vista del vencido —W. Benjamin—..., pero siempre tratando de encontrar<br />

causas y condiciones más allá de las creencias subjetivas, de los planes de reyes,<br />

emperadores o papas. La caricatura más gruesa que pudiera hacerse de tales<br />

consideraciones pintaba al capitalista como un explotador sin escrúpulos, pero a la vez,<br />

un abuelo que podía ser maravilloso y tierno con su familia o sus amigos. De manera<br />

que el interés objetivo de El Capital quedaba aislado de los intereses subjetivos, de los<br />

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sentimientos y emociones de sus ejecutantes.<br />

El materialismo histórico posee abundantes méritos para acercarse a los<br />

acontecimientos históricos, que explica desde las bases materiales (económicas), causa<br />

de las superestructuras jurídicas, políticas e ideológicas. Los problemas se le plantean<br />

cuando pretende explicar la totalidad histórica desde el determinismo económico: El<br />

Beneficio, núcleo de la historia, al que acompañan una sociedad de clases que se<br />

reparten el papel de explotador / explotado y un estado aliado con la burguesía<br />

dominante. Es éste un esquema bronco y demasiado simplificador para analizar<br />

sociedades complejas en las que ideología, propiedad y Estado se encuentran en<br />

interacción continua y en las que incluso la propia nación-estado, conformada como<br />

nación divida en clases, puede presentarse como una unidad explotadora y opresora de<br />

otras naciones-estado.<br />

Y no sólo la historia —rerum gestarum—, sino también sus conceptos desbordan<br />

el esquema economicista. Pues la misma noción de causalidad va más allá del marco de<br />

la metodología histórica, porque es una noción que se aplica en diferentes campos<br />

científicos —física, biología, antropología...— y, por tanto, puede considerarse como<br />

una Idea filosófica. En gran medida, el estructuralismo de los años sesenta y setenta —<br />

Lévi-Strauss, Althusser...— fue un intento de resolver el problema de la causalidad<br />

(científica) por medio de la filosofía. Y, justamente por las insuficiencias que esta idea<br />

conlleva, se han recuperado métodos historiográficos que se daban ya casi por<br />

eliminados por la historiografía positivista, como la historia narrativa, la historia social,<br />

el discurso estético de la historia, la autobiografía...<br />

Aun así, el materialismo histórico nos sigue pareciendo un eficaz método<br />

explicativo por la riqueza de conceptos historiográficos que contiene, pero al que hay<br />

que rectificar. Es necesario establecer la independencia de los distintos planos —<br />

económico, social, ideológico...— a la vez que expresar la subordinación que<br />

reconocemos entre ellos. Y, en primer lugar, hay que rechazar la tesis vulgar del<br />

marxismo que considera las ideologías como reflejos de la infraestructura, como meras<br />

encubridoras de la realidad. Aunque el cómo haya de hacerse esta rectificación es<br />

cuestión abierta a la que trata de responder gran parte de la historiografía actual, sin caer<br />

en el tentador revisionismo tras el derrumbe del Muro de Berlín.<br />

120<br />

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* * *<br />

Si el proceso de Globalización en el que vivimos no es en vano, y los<br />

acontecimientos que nos afectan hoy desbordan continuamente las relaciones que<br />

pueden darse en cualquier Estado, entonces el análisis de los sucesos que vivimos exige<br />

el uso de herramientas conceptuales que —por decirlo al modo orteguiano— estén a la<br />

«altura de esos mismos sucesos» que se tratan de explicar. Pues son los propios<br />

acontecimientos que se estudian —y no nuestros intereses o expectativas— los que<br />

imponen la metodología al historiador. Tal es el primer postulado epistemológico al que<br />

nos acogemos.<br />

Y una de las cuestiones más arduas y difíciles de la investigación histórica, que<br />

en este momento se hace más relevante si cabe, es la valoración misma de las categorías<br />

históricas con las que se clasifican y organizan los materiales historiográficos. Pues en<br />

la historia siempre se entrecruzan los conceptos pretendidamente asépticos del científico<br />

— «guerra», «imperialismo», «intereses de las multinacionales»...— y la Idea filosófica,<br />

que engloba también el futuro, la Historia Universal. Todo ello comporta cargas éticas<br />

muy fuertes en la valoración misma de las categorías históricas: «Es necesario superar<br />

la vida tribal»; «Los imperios son destructores de la vida de las pequeñas<br />

comunidades»; «El nacionalismo es un sentimiento»... Éste es el segundo postulado<br />

ético de los valores que no podemos eludir.<br />

Pero trazar el campo categorial de la Historia no es una tarea ni evidente ni dada<br />

de antemano. Hoy, los sucesos históricos están entretejidos en el proceso de<br />

globalización y co-determinandos por ese mismo proceso. Y esto nos conduce a un<br />

tercer postulado, esta vez ortológico: La interdependencia o interconexión entre todos<br />

los sucesos, algo contrapuesto a la autarquía de los acontecimientos humanos: «Nada<br />

hay en el mundo globalizado que sea completamente independiente». Desde luego,<br />

hemos partido de la crítica a los conceptos de Fin de la Historia de Fukuyama y de<br />

Post-historia de Habermas. La tesis del fin de la historia no nos parece que pueda ser<br />

simplemente desechada como un exabrupto o una defensa puramente ideológica del<br />

gobierno de los EE.UU, una vez que se ha desintegrado el imperio soviético. Porque el<br />

proceso de homogeneización del mundo es un acontecimiento que está teniendo lugar,<br />

una realidad infieri, que está haciéndose ante nuestros propios ojos.<br />

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Cualquier artefacto, electrodoméstico, videojuego..., por no citar el armamento de tierra,<br />

mar o aire, que obtiene éxito en un lugar y momento dados, adquiere una dimensión<br />

planetaria, que afecta a la producción misma, pues las tecnologías —mecánicas,<br />

electrónicas, biomédicas... —, que están sometidas a procesos de universalización<br />

científica, se han convertido en modelos de globalización. Recordando al maestro de<br />

historiadores Johan Gottfried Herder, en la historia todos los sucesos son medio y fin al<br />

mismo tiempo. La homogeneización se constituye en el uso de unas reglas claras y<br />

simples que permiten la expansión del proceso de globalización.<br />

* * *<br />

La intercomunicabilidad y la sobreabundancia de signos intercambiables, en<br />

todo caso, conduce a entender la historia desde el plano político. La caída del Muro de<br />

Berlín, y la subsiguiente disgregación de la URSS., ha provocado un reajuste de todo el<br />

mundo conocido, semejante a otros muchos reajustes que se han dado ya en la historia:<br />

desde la caída del Imperio de Alejandro Magno y el reparto de los territorios<br />

conquistados entre sus generales hasta la Segunda Guerra Mundial y el final del Imperio<br />

Japonés y de los viejos imperios coloniales europeos, pasando por los reajustes tras el<br />

debilitamiento y/o la desaparición de los imperios romano tras la caída del limes; maya<br />

y azteca tras la llegada de los españoles a América; hispánico tras la batalla de<br />

Trafalgar; alemán y turco tras la Primera Guerra Mundial, etc. Nos parece que vivimos<br />

en una singularidad que, cuando se produce en el campo de la historia, obliga a cambiar<br />

las categorías históricas y la valoración de los personajes, escritos y situaciones. Así<br />

ocurrió con Platón quien, tras la derrota de Egospótamos y la decadencia de Atenas, se<br />

ve obligado a escribir la República; con San Agustín, quien, tras el saqueo de Roma por<br />

Alarico, diseña La Ciudad de Dios; con Hegel, quien, tras la revolución francesa,<br />

redacta febrilmente la Fenomenología del Espíritu; con Marx y Engels, quienes, tras las<br />

primeros éxitos de la lucha de las organizaciones obreras, redactan El manifiesto<br />

comunista... Obras todas ellas de significado fundamentalmente histórico.<br />

Y entonces hay que ir más atrás de los fenómenos. Hay que encontrar los<br />

elementos comunes que comparte nuestra época con todas las otras épocas que, como<br />

ésta, vive procesos de globalización. Y lo que comparten todas estas épocas es la<br />

necesidad de buscar, encontrar y hacerse con la posesión de energía: Quien controla y<br />

122<br />

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administra mayor cantidad de energía es quien realmente ejerce el poder. El poder no es<br />

una cuestión subjetiva, una capacidad ingeniosa del Príncipe de Maquiavelo. El poder<br />

significa control de fuentes energéticas, capaces de transformar las materias primas en<br />

materias refinadas: armas, transportes, alimentos... y transportarlas a todos los mercados<br />

posibles.<br />

Un poder que no es propio de nuestros días, sino de todos los tiempos. Filósofos<br />

y teólogos se han planteado sus problemas en el marco de la energía. Aristóteles se vio<br />

en la necesidad de justificar el esclavismo, y los teólogos y metafísicos medievales y<br />

modernos se han preguntado una y otra vez por los criterios que el Dios creador y<br />

providente ha utilizado en el reparto de los recursos de la Tierra. Para Nicolas<br />

Malebranche, François Quesnay y los fisiócratas, por ejemplo, el hombre recibe la<br />

energía de Dios, que le suministra la naturaleza; la primera fuente de valor es su utilidad<br />

para el hombre, y la actividad humana es instrumento de Dios... Para G. W. Leibniz,<br />

Adam Smith y el liberalismo en general, los hombres son los centros de actividad pura y<br />

la fuente de valor, la estimación del trabajo; la armonía preestablecida, trasunto<br />

metafísico del mercado, permite la autorregulación del sistema. Para Karl Marx y la<br />

cooperación socialista, la energía la procura el trabajo humano a partir de una naturaleza<br />

rebosante de energía, que basta para satisfacer las necesidades de «todos» los hombres.<br />

Para el Ecologismo contemporáneo, los recursos naturales son limitados y se hace<br />

necesario administrarlos y preservarlos; desde el Informe de Roma de 1970 hasta la<br />

Cumbre sobre la Tierra de 1992 los líderes mundiales han empezado a reconocer<br />

públicamente los problemas del planeta y sus límites...<br />

Ahora bien, en buena medida las culturas son las respuestas particulares de los<br />

múltiples nichos ecológicos que procura la geografía terrestre, pero son insuficientes<br />

para procurar una vida estable a las poblaciones, que se ven obligadas a salir de sus<br />

nichos y a entrar en otros que estarán habitados por animales o por seres humanos.<br />

Buscamos HIPER-categorías que desborden los límites de las categorías propiamente<br />

históricas —Guerra, Estado, Instituciones políticas... — , HIPER-categorías que<br />

intersecten con categorías históricas, antropológica, biológicas o geográficas, que<br />

permitan explicar el conflicto entre grupos humanos —que puede ser atenuado a través<br />

de pactos, comercio... —, la lucha por el control de los recursos energéticos, diferentes<br />

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según las tecnologías utilizadas. Pues bien, postulamos que la Rutas en su expansión y<br />

búsqueda de energía, y la Frontera de protección y seguridad, de control de todos los<br />

aspectos posibles... son HIPER-categorías que se hallan en todas las singularidades<br />

históricas, condiciones de la Complejidad de las sociedades modernas.<br />

O dicho de otra manera: no se trata de comprender la historia desde las Ideas<br />

filosóficas del Progreso, Decadencia, Nomadismo / Sedentarismo, Destino o Plan de<br />

Dios..., sino desde ciertas HIPER-categorías que en la época de la Globalización<br />

desbordan la historia de las naciones-Estado. Y hasta aquí hemos detectado las<br />

siguientes: Singularidades o acontecimientos imprevisibles; la Ruta en búsqueda de<br />

energía; la Frontera protectora; y la Complejidad de las diversas culturas, técnicas y<br />

planes que se entrecruzan.<br />

Las HIPERcategorías configuran órdenes de realidad que rebajan, a la manera<br />

del cepillo de un carpintero, los salientes que destacan apocalípticos, nihilistas y<br />

filósofos que confunden el Cosmos con el Sujeto (sin atender a la crítica que Kant<br />

estableció para los límites). El nihilismo —profecía filosófica que suele atribuirse a<br />

Nietzsche—, si se contempla desde las HIPERcategorías propuestas no sería sino la<br />

ideología de la industrialización que trivializa la vida humana, porque la productividad<br />

ha superado con creces a la población. Pero cuando no hay posibilidad de ahorro —<br />

como ocurre en múltiples regiones del planeta, entre las que destaca trágicamente buena<br />

parte del África subsahariana—, el nihilismo es una burla, y muchos individuos se ven<br />

obligados a abrir rutas para obtener la energía que necesitan sus comunidades para<br />

sobrevivir y mejorar sus maneras de vivir... a menos que acaben por extinguirse.<br />

La energía no es mero capricho, deseo o juego para el hombre, sino una<br />

dimensión instintiva, compulsiva, trópica... de la existencia humana, pues cualquier<br />

entidad no sólo «tiende a perseverar en el ser», como ya sabía Baruch Spinoza, sino que<br />

existe «una inclinación natural del hombre a mejorar sus condiciones materiales». El<br />

pensamiento teológico occidental ha considerado de manera ingenua que la energía es<br />

infinita, porque la identificaba con Dios, que es, por definición, infinito. Dado que es<br />

una energía que Dios ofrece gratuitamente a los hombres, sólo se disputa sobre quién es<br />

su propietario o su vicario y cómo habría de ser repartida, que es lo que tenían in mente<br />

Santo Tomás, Malebranche, Leibniz o Marx. Pero cuando sabemos que la energía es<br />

124<br />

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finita, que no se trata sólo de encontrarla y tomarla, sino de cuidarla y administrarla,<br />

cuando se ha desvanecido la esperanza de una energía infinita, comprendemos el papel<br />

de la Ruta como HIPERcategoría; no es la Ruta senda o camino por donde discurren la<br />

curiosidad o la aventura humana, sino un resultado de la necesidad: Los hombres abren<br />

vías, rutas, para hacerse con el control de la energía, destruyen unas fronteras por aquí,<br />

construyen otras fronteras por allá, y dejan en el camino una complejidad de normas,<br />

costumbres y éticas que provocan anomalías y problemas de convivencia abundantes y<br />

profundos. Es por esta razón por la que a veces se confunden o identifican los residuos<br />

que van dejando estas confrontaciones con la historia misma. Así que, como hay que<br />

empezar por algún sitio, hemos querido trazar, en esta primera investigación, las figuras<br />

que la Ruta ha tomado como HIPERcategoría histórica.<br />

"La historia o espiritualización del universo es función de la densidad de<br />

población. La humanidad desparramada no segrega espíritu: es menester que se<br />

haga especialmente compacta, que se aprieten unos contra otros los individuos.<br />

Sometida a presión, la humanidad comienza a rezumar espiritualidad y la aventura<br />

propiamente histórica se inicia". J. Ortega y Gasset, Obras completas, II, pág.<br />

575.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

Una bibliografía que pretendiese cubrir la HIPERcategoría de la Ruta es tan extensa<br />

como imposible de realizar. Habría que incluir la mayoría de los libros de economía, de<br />

historia, de antropología, de viajes... Aquí mencionaremos unos pocos textos —sólo en<br />

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El Mito Internet 1<br />

María Isabel Ackerley<br />

Resumen<br />

En el presente artículo analizamos la Internet desde su origen hasta la actualidad<br />

considerándola como una unidad integrada por otras tecnologías de comunicación e<br />

información, donde todos tienen la posibilidad de hablar. A partir de esta condición<br />

inicial dividimos el análisis en dos direcciones, la red como tecno-capitalismo, y la red<br />

como “comunista” “comunitaria” “solidaria” “socialista” “democrática”.<br />

Palabras claves:<br />

Comunicación; Cultura; Internet; Democracia participativa; Tecno-capitalismo;<br />

Consumismo; Guerras telemáticas; Inclusión; Exclusión; Alteridad; Univocidad.<br />

1 Este artículo fue subvencionado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –<br />

CONICET – Argentina.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008) 137-158. http://www.revistadefilosofia.org


El Mito Internet 1<br />

María Isabel Ackerley,<br />

“Algunas personas piensan que ese es el mundo verdadero. Mientras que<br />

cuando a los políticos mexicanos se les pregunta por el Subcomandante<br />

Marcos dicen: guerra?, ninguna guerra, esa es una guerra de Internet.<br />

Mientras, afuera, los vuelos de helicóptero, las muertes, el hambre, las<br />

trincheras, las negociaciones.” 2<br />

En el presente artículo pensamos a la Internet desde su origen hasta la actualidad<br />

considerándola como una unidad integrada por otras tecnologías de comunicación e<br />

información.<br />

¿Qué sucede en las culturas con un medio de comunicación multilateral, donde<br />

todos tienen la posibilidad de hablar, de oír, de dialogar? 3 Analizamos entonces<br />

“quienes” hablan y de “que” hablan en la Internet, y vemos una multiplicidad alentadora<br />

de vectores/variables que conforman la red. La estrategia y la táctica son eficientes. Así<br />

podemos dividir el análisis en dos direcciones, la red como tecno-capitalismo, y la red<br />

como “comunista” “comunitaria” “solidaria” “socialista” “democrática”.<br />

El exponente mayor de solidaridad ya lo representa el sistema operativo Unix-<br />

Linux, como también el servicio wikipedia, donde todos son autores y lectores, siendo<br />

que ya superó los datos de la prestigiosa Enciclopedia Británica, así de enriquecedor se<br />

presenta el sistema. Podríamos tomar muchos otros ejemplos, entre la gran variedad la<br />

necesidad de solidaridad en los programas para bajar música o películas donde se debe<br />

1 Este artículo fue subvencionado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –<br />

CONICET – Argentina.<br />

2 Ackerley, María Isabel. Poder e Novas Tecnologías. Tesis Maestría. Universidade Federal do Rio de<br />

Janeiro. Escola de Comunicação. RJ, Brasil. Pág. 86, 1996. Este artículo esta relacionado a la tesis de<br />

maestría en 1996, donde la Internet podía y debía ser analizada como potencia, como futuro de los<br />

Medios de Comunicación.<br />

3 Debemos considerar la interrelación entre los diversos medios de comunicación: radio, diarios, revista<br />

(gráfica en general), televisión, Internet, los cuales conforman los MC, referido por la autora a cualquier<br />

medio de comunicación y transmisión de información.<br />

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Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

ser solidario para que sea mejor 4 y donde hay controversias en toda la cadena de<br />

producción, desde el músico hasta el oyente; por otro lado tenemos la zona de<br />

descontrol legal, clasismo, racismo, abuso, publicidades, pornografía, prostitución, trata<br />

de personas, donde la Internet se transforma en un gran negocio comercial y servicial<br />

para quien quiere comprar y/o cometer ilícitos anónimos.<br />

Transitamos por este filo para percibir los cambios en la cultura donde la<br />

tecnología puede ser un medio de comunicación útil socialmente ó un medio de<br />

profanación virtual-real. Incluso si hoy pensamos en medios de comunicación hablamos<br />

de sistemas de pensamiento y podríamos preguntarnos, qué sistema de pensamiento<br />

desenvuelve la red? ¿Qué imaginario social constituye?. Finalmente podemos utilizar<br />

sus mecanismos solidarios para pensar el mundo real, donde la comunicación tiene<br />

estrecha relación con la cultura, tanto que se confunden. Ackerley (2005, p.159) al<br />

respecto afirma que “La comunicación es una construcción inter-social, interrelacional,<br />

institucional, aquello que hace a una cultura, es decir, todo lo que hace a<br />

una sociedad y construye y constituye su sentido.” 5 Cabe recordar la reflexión de<br />

Muniz Sodré de Araújo Cabral 6 , “Eu acho que o objeto da comunicação é a vinculação<br />

social. É como se dá o vínculo, a atração social, como é que as pessoas se mantêm<br />

unidas, juntas socialmente.” 7 La mayoría de los teóricos sociales han quitado<br />

importancia a la relación medios de comunicación y cultura, no percibiendo la<br />

intrínseca relación y el nexo medios – sociedad – cultura. Como dice Armand Mattelart<br />

(www.jrebelde.cu , 2008):<br />

“A partir de la década del ´70 del siglo pasado se retiró la paridad del dólar<br />

con el oro, ocurrió la primera crisis petrolera y otros eventos, que obligaron a<br />

plantearse un modelo de desarrollo a partir de las tecnologías de la<br />

Comunicación y la Información.<br />

Esta propuesta nace ante la necesidad de un nuevo modo de gobernar. En los<br />

años siguientes, los Estados Unidos lo convirtieron en el centro de sus intentos<br />

4 En estos programas, como E-Mule, o Ares, entre otros, cuanta más música o películas se baja y se<br />

comparten -para que otros desde sus hogares bajen también-, más velocidad toma la transmisión de datos,<br />

mas eficiente es el sistema.<br />

5 Ackerley, M. Isabel. La ética de lo Maximal. Buenos Aires: Ed. Vergara 2005.<br />

6 (http://www2.metodista.br/unesco/PCLA/revista9/entrevista%209-1.htm)<br />

7 http://www2.metodista.br/unesco/PCLA/revista9/entrevista%209-1.htm<br />

138<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

por imponer su hegemonía política y militar. Entonces la comunicación se vuelve<br />

un elemento central en medio de esa estructura de poder”. 8<br />

En Le monde diplomatique de agosto, 2007 continúa el debate sobre la<br />

información y la comunicación. En la nota titulada: La guerra de las palabras,<br />

(Mattelart, 2007, p.36) sólo el encabezado del artículo ejemplifica,<br />

“Para qué sirve la comunicación? Se intenta convencernos de que serviría para unificar y<br />

pacificar el mundo. Que bastaría que la comunicación se globalizara –gracias, en particular, a la<br />

conexión entre computadoras y teléfonos, y el auge de Internet- para que los conflictos sociales,<br />

políticos o militares se apaciguaran y desaparecieran. Se trata de un mito, obviamente, que<br />

difunden aquellos que poseen el control de los conceptos. De allí la enorme importancia de la<br />

batalla acerca del sentido de las palabras que se lleva a cabo actualmente”. 9 .<br />

En este sentido se recuerda que en el 2000 en Okinawa en el G8, acompañado de<br />

una “Carta sobre la sociedad global de la información” el concepto “sociedad de la<br />

información” adquirió históricamente un carácter de evidencia, sin que los ciudadanos<br />

ejercieran su derecho a un verdadero debate. Pero el tema se profundiza ya desde 1969,<br />

con el “derecho a la comunicación”, y luego de 40 años vuelve y desde el 2001 los<br />

cuatro principios claves que fundan este derecho a la comunicación - diversidad,<br />

libertad, acceso, y participación- están en el centro de los debates.<br />

Al principio, la Internet fue una idea militar. De hecho, en la década del '60, en<br />

plena guerra fría, el Departamento de Defensa de EEUU quería desenvolver un sistema<br />

que continuase operando si se desencadenase el holocausto nuclear y los radares y<br />

centrales telefónicas fuesen destruidos. Idealizada por Paul Baran, que en 1964 diseñó<br />

una red computada a través de una investigación para U.S Air Force, absolutamente<br />

autárquica, por la cual sería posible el intercambio de mensajes fragmentados,<br />

identificando los paquetes con su remitente y el destino en el que volverían a reunir<br />

personas, con la ventaja de que si alguna de las partes se destruyese esto no invalidaría<br />

el sistema global. Ese fue el origen de ARPANET, la red de computadores del<br />

Departamento de Defensa, que con el tiempo se tornó accesible a las universidades y a<br />

los grupos de investigación norte-americanos, quedando restricta a grupos de<br />

8 Entrevista a Arman Mattelart. L. R. Vázques Muñoz. Verídico juventud Rebelde. La habana, Cuba.<br />

www.jrebelde.cu 04/01/08.<br />

9 Mattelart, Armand. Le Monde diplomatique. El Dipló. América del Sur. Año IX, <strong>número</strong> 98. Agosto<br />

2007.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 139


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

científicos. Incluso estudiantes de universidades norteamericanas fueron los que<br />

impulsaron el uso y la investigación para el protocolo de ARPANET durante las<br />

décadas del ´60, ´70 y ´80. A medida que las personas fueron adquiriendo<br />

computadores personales la idea de ARPANET ganó popularidad, las conexiones<br />

aumentaron y se instalaron redes independientes que en su conjunto derivaron en la<br />

Internet.<br />

La Internet puede ser entendida como una gran red Telemática que permite a los<br />

computadores compartir todos los servicios, como si formasen parte de un gran<br />

supercomputador global. Es un amplio mundo público de computadoras interconectadas<br />

en red que transmiten datos usando el Protocolo estándar de Internet (IP) 10 , un gran<br />

<strong>número</strong> de computadores interconectados permitiendo acceder a información<br />

introducida en cualquier computador conectado a la red, desde máquinas personales,<br />

negocios, redes gubernamentales, que juntas cargan información y servicios, como el<br />

mail electrónico, chat online, transferencia de archivos, y otras páginas interligadas a la<br />

red y otros recursos como World Wide Web (WWW). Podemos definirla como un gran<br />

hipertexto: una combinación de texto escrito, imagen, video y sonido encadenados a<br />

través de conexiones electrónicas. La ambición es que el lector pueda "hojear"<br />

referencias cruzadas de una manera multisecuencial sin caos. Debido a su estructura hay<br />

términos que necesitamos abandonar: la idea de centro, margen, jerarquía y linealidad,<br />

substituyéndolas por conexiones, nodos, redes. Debido a la no secuencia de la escritura,<br />

el "lector" activo explora el texto que, en realidad, no existe hasta que el lector lo<br />

componga de acuerdo con su exigencia, convirtiéndose al mismo tiempo en co-autor,<br />

arrebatando los derechos del autor 11 . En la red productores-emisores-receptores son la<br />

misma persona, el camino es multidireccional, teniendo la interactividad como base del<br />

sistema.<br />

Mientras, el derecho de autor continúa siendo un lugar de conflicto, a raíz de<br />

esto se creó una licencia llamada Creative Commons (CC) que se tornó efectiva a<br />

10 Un protocolo es una convención o la forma standard que controla o posibilita la conexión, la<br />

comunicación, y la transferencia de datos entre dos computadoras. En un nivel más bajo, un protocolo<br />

define el comportamiento de la conexión hardware.<br />

11 J.L. Borges acotaría que siempre somos coautores, por ejemplo en Pierre Menard, autor del Quijote<br />

(Ficciones, 1944).<br />

140<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

partir de 2001 y hasta la fecha hay millones de páginas con contenidos bajo la licencia<br />

CC. Que trae consigo mucho ruido por lo revolucionario (www.creativecommons.org),<br />

ya que abre un espectro de posibilidades entre el copyright (“todos los derechos<br />

reservados”) y el dominio público (´algunos derechos reservados´), esta frase es el<br />

punto de inflexión que abre la posibilidad de la libre circulación de música, películas,<br />

información. Common Content fue puesta en escena por Jeff Kramer con la<br />

cooperación de CC y actualmente es mantenida por voluntarios. El proyecto posibilita el<br />

acceso a links para la mayor cantidad posible de contenidos abiertos (open content) bajo<br />

el régimen de licencias de CC. Estas determinaciones y avances han sido centro de<br />

extensas y actuales críticas y controversias.<br />

Brevemente, la Internet esta compuesta por la “hoja de ruta” World Wide Web<br />

que es un enorme conjunto de documentos, imágenes y otros orígenes, unidos por<br />

hiperlinks y URLs que se encuentran “dentro” igual el HTTP (Hypertext Transfer<br />

Protocol) que es sólo uno de los protocolos usados en la Internet, también por los<br />

softwares de busca ("browsers") como Internet Explorer, Mozilla Firefox, Safari, Opera,<br />

Conqueror, Galeon y por el lenguaje de computación html, programas, algoritmos,<br />

sistemas que organizan la información en forma de hipertexto. Al conectar un <strong>número</strong><br />

inmenso de computadores, esto amplia los límites y la cantidad de información a<br />

acceder.<br />

Hasta hace poco tiempo, la comunicación era unilateral. Leer un libro estimula<br />

nuestra capacidad receptiva y nuestra imaginación, pero a veces neutraliza nuestra<br />

sensibilidad y paraliza nuestra crítica. Al cerrar el libro, no podemos comunicar al autor<br />

nuestro desacuerdo. El libro, de cierto modo, nos roba el derecho y el placer de la<br />

réplica. La televisión también dificulta este derecho. En 2008 se está acelerando la<br />

digitalización de los televisores, entonces la televisión constituirá la red.<br />

Una red que ofrece monopolios informativos privados o gubernamentales.<br />

Ofreciendo la posibilidad de acceso rápido a una base de datos alimentada<br />

mundialmente y estructurada según los criterios de la interactividad y que potencia el<br />

intercambio de conocimientos. La red ha sido definida como un espacio de expansión<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 141


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

no censurado y parece que para comprobar esta idea bastaría pasar los ojos por los miles<br />

de Newsgroups, Redes Sociales, Blogs o Weblogs, Foto-logs, espacios virtuales de<br />

intercambio de opinión que abarcan los más insólitos e inesperados temas, como<br />

también en la creación conjunta de Wikipedia.<br />

En sus comienzos un investigador de la Rand Corporation (Think Tanks del<br />

complejo industrial militar, descrito como la asociación de investigadores más<br />

importante ligada al Pentágono), David Ronfeldt, llegó a decir que la Internet dio lugar<br />

a una revolución informática que corroe las jerarquías en torno de las cuales se<br />

estructuran normalmente las instituciones. Disemina y distribuye el poder, con<br />

frecuencia en beneficio de lo que podrían considerarse actores menos importantes y más<br />

frágiles. Ronfeldt enfatizaba que algunos de los usuarios más importantes de las nuevas<br />

tecnologías y redes telemáticas eran activistas sociales progresistas de centro-izquierda<br />

que trabajaban en derechos humanos, paz, medio ambiente, consumo, trabajo,<br />

migraciones, temas étnicos y de género. 12<br />

Sirve de ejemplo la influencia de las "guerras telemáticas" en la situación<br />

política de México en 1996. El trabajo de activistas sociales en la Internet ha tenido<br />

importante influencia, por ejemplo, divulgando comunicados del Ejército Zapatista de<br />

Liberación Nacional a través de la red. Tal es la preocupación que se desarrollaron<br />

políticas de restricción de lo más diversas. La reacción de las autoridades<br />

estadounidenses no se hizo esperar. El gobierno propuso introducir un chip que<br />

permitiría acceso incluso a la información codificada que circula por la red. Pero la<br />

cuestión no acabó allí. En marzo del ’98 un grupo de hackers paralizó por 24 horas los<br />

sistemas pertenecientes a empresas, universidades y organizaciones gubernamentales de<br />

los Estados Unidos como la Nasa. El ataque consistió en lo que los expertos llaman<br />

“tela azul de la muerte”, que emite un mensaje de error y obliga a cerrar la PC<br />

arruinando los trabajos en proceso. El albo de los piratas fue Windows NT, un programa<br />

que utilizan los computadores en red de las universidades y gobiernos. El atentado<br />

parece que fue en protesta contra las tentativas de monopolio del magnate Bill Gates<br />

12 Jason Wehling. Guerras Telemáticas y el poder de los activistas. Instituto del Tercer Mundo. Dir.<br />

Elect.: redtm@chasque.apc.org 02/05/95.<br />

142<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

que daría una conferencia al día siguiente. 13 Los ejemplos más recientes están<br />

relacionados a las guerras, los atentados y a las manifestaciones en contra de ellas. El 11<br />

de marzo del 2004 hubo una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de la red de<br />

cercanías de Madrid. Los ataques, donde murieron 191 personas y más de 1700<br />

resultaron heridas, generaron diversas posturas de los diversos grupos supuestamente<br />

responsables, los islámicos, ETA, y el gobierno español. Interesante fue el papel de los<br />

medio de comunicación electrónicos, intensificándose las consultas a los blogs y medios<br />

digitales. La mensajería instantánea se utilizó por primera vez en España como medio<br />

de comunicación masivo defendiendo la versión de la hipótesis islamista los días 11 y<br />

14 de marzo y convocando a manifestaciones frente a la sedes del PP (Partido Popular)<br />

la tarde/noche de la jornada de reflexión. Infinidades de correos electrónicos<br />

intercambiando páginas o artículos de todo el mundo referidos al tema, mensajes cortos<br />

a móviles mensajes (SMS) y correos electrónicos advirtiendo sobre la supuesta autoría<br />

del atentado (El gobierno de Aznar daba por sentado que el atentado correspondía a<br />

ETA), y los activistas se inclinaban por grupos islámicos revelados contra el apoyo de<br />

España a EEUU en la guerra contra Irak. 14 El <strong>número</strong> de manifestantes de diversas<br />

opiniones, pero que confluían a repudiar los atentados fue 11,4 millones en toda España.<br />

Otra repercusión fuera de la red fueron los propios resultados de las elecciones en<br />

España, que llevaron al poder al PSOE, cuando una semana antes todos los indicadores<br />

daban como ganador al partido de Aznar. Fue imposible medir cómo se disparó esta<br />

tendencia, siendo que en España es prohibido los sondeos electorales una semana antes.<br />

Todo indica que los medios de comunicación alternativos influyeron en este cambio de<br />

rumbo.<br />

La guerra del Libano e Israel fue contada y filmada por activistas sociales y/o<br />

estudiantes que quieren mostrar al mundo lo que realmente sucedía en ese país, sin los<br />

filtros de los noticieros `legitimados´ por el poder. De esta manera Lebanese Blogger<br />

Forum, From Fort Wayne to Beirut, Bassem Mazloum´s blog, Lebanon Israeli Crisis,<br />

fueron y son algunos de los blogs que se dedican a esparcir las noticias y generar<br />

reacciones en el público para que se envuelvan en el tema y ayuden a la causa que es la<br />

13 CNN Interativo. Internet – infoseek explore. 04/03/1998.<br />

14 En una entrevista televisada, Fidel castro responsabilizó al presidente José María Aznar por falsificar<br />

datos acusando a ETA, para obtener réditos electorales.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 143


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

paz. Incluso la guerra del Libano también aparece reflejada en YouTube, sólo colocando<br />

“Lebanon War” aparecen más de 500 resultados, varios filmados con celulares por<br />

amateurs.<br />

El sueño de la "República Informática" 15 , que la Internet supuestamente crearía,<br />

no es algo nuevo. Los idealistas pós '68 creían en una posible cooperativa de<br />

conocimiento donde el computador estaría al servicio de la comunidad. Esto daría las<br />

espaldas al establishment en la política, pues el computador personal permitiría la<br />

transferencia, la simplicidad, el sentido de control.<br />

¿Será acaso posible esta supuesta democratización de la comunicación? ¿Pero<br />

puede decirse que democratización de la comunicación es simplemente la libre<br />

circulación de información? Parece que estos sueños sólo producen satisfacciones<br />

puramente privadas, dejando intacto el mundo exterior. Aparentemente la red transmite<br />

la ilusión de estar en un espacio donde se manifiestan diversas culturas. Cuando en<br />

verdad, son múltiples culturas que convergen en una, que se funde con la cultura<br />

dominante: la tecnocracia, o tecnocapitalismo.<br />

De un día para otro Internet se convirtió en el lugar donde es preciso estar, en la<br />

vía más corta para conectarse con el futuro. Conociéndola o no, es un tema obligatorio<br />

de conversación. La euforia colectiva como un virus se propaga constantemente,<br />

retroalimentando no sólo a si misma; los otros medios masivos parecen convergir en la<br />

dirección de la Internet colocando correos electrónicos para comunicarse con ellos, y<br />

hasta incentivan a los espectadores al envío de material filmado para ser introducido<br />

tanto en la televisión como en sus informativos de Internet. Películas futuristas la toman<br />

como destaque principal. No hay día que no sea noticia de un diario, creciendo también<br />

el <strong>número</strong> de revistas especializadas que acostumbran tener espacio dentro de la red,<br />

creándose así una gigantesca red. ¿De comunicación? ¿De información? ¿Dónde se<br />

encuentra al otro en este laberinto de palabras anónimas, sin rostro, sin nombre, sin<br />

cuerpo?<br />

15 Lucien Sfez. Crítica da Comunicação. São Paulo: ed. Loyola; 1994., p249.<br />

144<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

En la sociedad actual, los MC son los mediadores de todas las formas de<br />

comunicación; están marcados por la tecnologización del pensamiento y la<br />

mercantilización de la existencia, creando una realidad gobernada por cifras y en pos de<br />

cifras, <strong>número</strong>s e información. Y así, acaban construyendo identidades como objetos de<br />

consumo, las cuales imposibilitan la percepción del otro como sujeto. De este modo, las<br />

relaciones se producen entre objetos.<br />

La Internet es tema de conversación de muchos, pero sólo pocos pueden<br />

acceder, el informe de la UNESCO en 2001 dice que 2,3 de la población mundial ha<br />

utilizado en algún momento la Internet. En el norte de Brasil, Maranhão, Ceará, Piauí,<br />

en largas distancias no hay teléfonos, ni electricidad, la Revolución Industrial todavía<br />

no llegó. Hay países, cerca de Europa, como Marruecos donde el 60% de la población<br />

es analfabeta, en Buenos Aires-Capital- hay deficiencias en la educación escolar. Aquí,<br />

acceder a Internet dignamente exige un equipamiento mínimo de mil dólares, y el pago<br />

de una conexión en torno de 30 dólares mensuales; es preciso todavía tener<br />

conocimientos de inglés y de computación. Ignacio Ramonet (Clarín; 05/11/2001)<br />

especifica con ejemplos la brecha entre inforicos e infopobres,<br />

“Una anécdota como ilustración: estaba en Perú recientemente, durante la campaña<br />

electoral, participando de un evento sobre nuevas tecnologías y modernidad y vinieron todos los<br />

candidatos a dar sus opiniones. Vino Alejandro Toledo, con mucha sinceridad, mucho calor<br />

humano y dijo: "Estoy regresando de Davos, donde pude encontrarme con mi viejo amigo Bill<br />

Gates y me ha prometido que, si mi programa gana las elecciones, él hará todo lo posible para<br />

ayudarme a que instalemos Internet en todas las escuelas del país". Y todo el mundo aplaudió, y<br />

yo creo que Toledo lo cree. ¿Pero cuál es la realidad peruana? La realidad es que no hay<br />

escuelas en los confines del país; entonces, no hay dónde instalar los ordenadores. Segundo, que<br />

una gran cantidad de escuelas de la ruralidad peruana no tiene electricidad, tiene aún menos<br />

teléfonos y, muchas veces, los caminos que llevan a esas escuelas no están asfaltados. Internet, en<br />

ese contexto, no aporta gran cosa. La idea de que Internet nos va a permitir cerrar una brecha<br />

choca con una realidad material muy concreta, que es que Internet, efectivamente, forma parte<br />

de la nueva revolución. Pero olvidamos que en estos casos hay aún una "vieja revolución" que es<br />

la revolución industrial.” 16 .<br />

La histeria se propagó y, aunque todavía muchos nunca se hayan sentado frente a<br />

un computador para acceder a la red, se discute sobre sus ventajas y desventajas.<br />

Acostumbran a referirse a ella como si fuese un ser dotado de vida. Así, en muy poco<br />

tiempo, alimentado por la euforia, se construyó " El Mito Internet": (recordemos a<br />

16 Ignacio Ramonet. Clarín; 05/11/2001.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 145


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

Roland Barthes (1993, p.131) “un ‘mito’ no se define por su mensaje pero sí por la<br />

forma con que se lo profiere y en la forma en que se lo refiere y por lo que connota,<br />

siendo lo que connota lo que le da sentido”). 17 Por eso, lo que se dice acerca de la<br />

Internet es talvez más importante de lo que realmente es.<br />

Recordemos lo que Lucien Sfez (1994, p.77) dijo al respecto de la Internet:<br />

"Aquí, la comunicación no es mas que la repetición imperturbable de lo mismo (tautología), en<br />

el silencio de un sujeto-muerto, o sordo-mudo, encerrado en su fortaleza interior (autismo),<br />

captado por un gran Todo que lo engloba y disuelve hasta tornarlo el menor de sus átomos<br />

paradoxales. Doy a esa totalidad sin jerarquía, a ese autismo tautológico, el nombre de tautismo ,<br />

neologismo que condensa totalidad, autismo y tautología. La comunicación se hace aquí de si<br />

para si mismo, mas un si diluido en un todo. Esa comunicación es, por lo tanto, la que se<br />

establece entre un no-si y un no-si-mismo". 18<br />

Los tradicionales medios de comunicación brindan la ilusión de diversidad,<br />

variedad, cuando en realidad, producen siempre lo mismo; ejercen un poder<br />

fragmentario que nos devuelve un mundo en migajas en el cual perdemos nuestra<br />

unicidad, diluyendo al sujeto individual, sea emisor o receptor, ambos reducidos a nada,<br />

ya que el circuito de las informaciones es que es todo-poderoso. Y continúa, (1994,<br />

p.77) "La comunicación transcurre a través de una red circular sin fin ni objetivo,<br />

ampliando su campo a cada vuelta en un proceso Tautológico en que la realidad remite<br />

a la ficción y donde la ficción constituye la propia realidad". 19<br />

Aquí el problema no es de dominio de unos sobre los otros, todos tienen la misma<br />

capacidad de influir en el medio. Refiriéndonos siempre a los que tienen acceso. Todos<br />

crean su "programa", su home page y la lanzan en la red. En la Internet, se auto fabrican<br />

datos exteriores, algunas veces sin el estímulo de una realidad exterior que la<br />

desencadene, en este caso es auto referente.<br />

La Internet aparece también como la "nueva sociedad de comunicación". Esta<br />

afirmación es tautológica y pertenece al género de afirmaciones circulares que, diciendo<br />

todo, no dicen nada, encerrando una visión solipsista en que yo soy yo porque así lo<br />

creo sin admitir otro juzgamiento. Ya Octavio Paz criticaba la definición de "Sociedad<br />

17 Roland Barthes. Mitologias. Rio de Janeiro: ed. Bertrand Brasil;1993., p131.<br />

18 Lucien Sfez. Crítica da Comunicação., p77. (cit.ant). Traducción de la autora.<br />

19 Idem.<br />

146<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

de Comunicación", refiriéndose a la sociedad en si, afirmaba que la sociedad era mucho<br />

más que eso y que en todos sus aspectos políticos, religiosos, económicos, artísticos,<br />

bélicos y comerciales está presente la comunicación. 20 La comunicación dentro de<br />

Internet es auto-suficiente, por ejemplo, si queremos construir una página, todo lo que<br />

es necesario, instrucciones, elementos, está dentro de ella, así el internauta no precisa<br />

apartarse de su computador. Parece que la Internet substituye el mundo, creando su<br />

propia realidad. En este sentido, es muy común encontrar la información teorizando<br />

sobre si misma y, al referirse a la realidad, lo hace respecto de lo que se encuentra en su<br />

interior.<br />

Podríamos pensar que la Internet es autista porque es una herramienta de<br />

investigación interior, todos sus datos y conocimientos están centrados en su interior,<br />

teniendo ella propia una actitud sordo-muda, ramificada sobre si misma. Se creó la<br />

ilusión de que quien está conectado, está en el mundo; se acostumbra decir que "si<br />

Dios existiese, estaría en la Internet". Podríamos compararla a "La Biblioteca de Babel",<br />

de J. L. Borges:<br />

"No había problema personal o mundial cuya elocuente solución existiese: en algún hexágono. El<br />

universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la<br />

esperanza"... 21 "Cada ejemplar único, insustituible, pero (como la biblioteca es total) hay siempre<br />

varias centenas de millares de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra<br />

o por una coma" 22 .<br />

La comparación no es excesiva. Supongamos que alguien desee saber sobre el<br />

Budismo; siempre tendrá una palabra mas donde clicar con el mouse en ese “laberintodesierto”.<br />

Una red circular, espiral, que amplia su campo a cada instante en un proceso<br />

sin fin.<br />

20 Octavio Paz. Hombres en su siglo. Buenos Aires: ed Biblioteca de Bolsillo;1990., p82.<br />

21 J.l. Borges. Obras Completas. Ficciones. -La Biblioteca de Babel-. Buenos Aires: ed. Emecé; 1990.,<br />

p465.<br />

22 J.L. Borges. Obras Completas. Ficciones. -La Biblioteca de Babel-. Buenos Aires: ed. Emecé; 1990.,<br />

p465.<br />

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Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

La Internet se caracteriza por una circularidad ilimitada. No hay comienzo ni fin.<br />

No hay más actor y espectador, emisor y receptor, representación y expresión, sino que<br />

todo se presenta confundido. 23 Sfez agrega (1994, p.77),<br />

"Desaparecidos aquí: el mensaje, el sujeto emisor, el sujeto receptor. Suprimidas: la realidad<br />

del sujeto, la realidad del mundo y, por lo tanto, la realidad interactiva de los individuos.<br />

Eliminada: toda referencia a la representación cartesiana que pone a distancia el sujeto y el<br />

objeto. Eliminada igualmente: toda referencia a la expresión espinosista, a la delicada inserción<br />

de un sujeto complejo en un ambiente complejo". 24<br />

El ser humano queda sumergido en una vorágine de datos infinitos, perdiéndose<br />

la referencia de principio y fin, queda extraviado, perdido en el exceso de información:<br />

Hoy la censura es el exceso de información. Tenemos la idea de que la censura tiene<br />

que ver con la amputación o con el recorte, pero, en el contexto presente, la censura<br />

funciona mediante “sobre-información” en un contexto de tiempo real, que dificulta la<br />

distinción de la buena y la mala información al mismo tiempo que censura la capacidad<br />

de razonar, de pensar.<br />

La Internet presume abarcar la totalidad, actúa como un todo eclipsando las<br />

instituciones intermediarias, pretende tener un control capaz de auto contener todos los<br />

usuarios, prescindiendo del mundo exterior. Quien viaja por la Internet tiene la ilusión<br />

de hacerlo realmente.<br />

¿La Internet es el mundo? ¿El mundo está en la Internet? ¿La Internet representa<br />

al mundo? Tamaña presunción. ¿La Internet podría representar al mundo? ¿La Internet<br />

expresa al mundo? Absurdas afirmaciones que sólo podrían estar en boca de un<br />

fanático. ¿El mundo es sólo el mundo informático?<br />

Cuando se hace referencia a la Internet es como "símbolo de partida", siendo, en<br />

realidad, "marca de clausura": cosmogonía cerrada sobre sí misma, que tiene sus<br />

categorías propias, su tiempo, su espacio, su plenitud y mismo su propia existencia. Ella<br />

mira su propio ombligo, el exterior toma vida sólo a partir de ella misma, haciendo<br />

tributo a un solipsismo extremo en que todo existe a partir de su propia existencia. El<br />

23 Lucien Sfez. Crítica da Comunicação., p76.<br />

24 Idem., p77.<br />

148<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

"Mito de Narciso" es trasladado a la red, que, enamorada de si misma, queda presa en su<br />

abismo sin dar lugar para ver al mundo exterior, la realidad fuera de si. Ella se cree la<br />

única realidad.<br />

Y el mundillo de la Internet compone su propio lenguaje, para realizar sus<br />

valores míticos "Wired-Planet"; "Surfistas"; "Navegantes da rede"; "Internautas". Los<br />

usuarios "navegan". Cultura ad- hoc, engañosa y presuntuosa. Y aquellos que saben que<br />

no salen de la sala donde está su computador, imaginan que los datos buscados se<br />

encuentran en algún lugar virtual enmarañado por las redes que guardan todo lo que se<br />

procura. Se viaja por el ciberespacio, que está en el intervalo inmaterial existente entre<br />

terminales de computador. Micro islas fluctuantes recticuladas por um sin<strong>número</strong> de<br />

fronteras maleables. Universo virtual invisíble, impalpable mas compreensible por<br />

concepto. Hay quien crea su mundo de relaciones en la red a través de los<br />

"Newsgroups", “Redes Sociales”, autodefinidos como "comunidades virtuales",<br />

reticentes al diálogo cara a cara, en un cambio de milenio cuyas características son el<br />

individualismo, el aislamiento, la alienación, la asepsia, el no contacto como forma de<br />

evitar contagios, como si se procurase la certeza y la libertad del anonimato, o de la noexistencia.<br />

Dentro de la Internet, el cuerpo desaparece, los "contactos" entre personas<br />

son sólo a través de imágenes, palabras y sonidos. Se habla hasta de "romances en la<br />

Internet"; el individuo se resguarda en su isla, se clausura sin rejas, sin juicio acusador<br />

rindiendo homenaje a la cultura de lo privado. Comunicación desmembrada.<br />

Comunicación que se realiza apenas en el plano de algunos aspectos elementares. Puro<br />

flujo digital, bits organizados como lenguaje e imagen. Conocerse sólo por el nombre,<br />

ausente o imaginado, anonimato que realiza los intercambios personales. En esa<br />

comunicación, la familiaridad es descartable y la intimidad fluctuante: hay placer en el<br />

extrañamiento, sin sensualidad directa. Espacio virtual en que nada está sujeto a<br />

satisfacer convenciones sociales o reglas de control cultural, limitaciones en el uso del<br />

lenguaje, autocensura en la expresión de sentimientos y pulsiones. Nombres que se<br />

cambian, reducto donde se exorcizan los fantasmas, fantasías mediadas por las<br />

máquinas. ¿Esto realmente se debe a las nuevas tecnologías? Es necesario analizar el<br />

sistema económico en que está inserida.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 149


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

En el siglo XXI podemos encontrar autores hablando sobre “Social network”,<br />

que como su nombre lo indica son redes sociales, entonces el objetivo es como<br />

encontrarlas, definirlas, delimitarlas en la Internet, y comprender porque se dan estas<br />

relaciones, con que objetivos, etc. También “Social capital”, concepto aplicable para<br />

analizar la economía, organizaciones laborales, en las ciencias políticas y sociología<br />

definido como la ventaja creada por la localización de una persona en una estructura de<br />

relaciones. La denominación “capital social” se debe a Pierre Bourdieu en 1972 quien lo<br />

refiere no sólo en estructuras sociales sino también en conexiones sociales. Quiere decir<br />

que el “capital social” es el conjunto de recursos que puede ser encontrado a partir de<br />

las conexiones entre los individuos de un grupo determinado ya que son el contenido de<br />

esas relaciones. La base de esta teoría es que las redes sociales tienen valor. 25<br />

Un artículo titulado “Redes sociales, reinas de Internet en 2007” comentaba que<br />

un informe realizado por Google establece que siete de esos sitios, llamados redes<br />

sociales, se ubican entre los diez términos más buscados por los usuarios. En la lista<br />

aparecen Badoo, Hi5, Facebook y Second Life, entre otros. (Clarín, 27/12/07)<br />

“El año que termina fue el de la consagración de las redes sociales. Así lo demuestra el<br />

informe “Zeitgeist 2007” elaborado por Google, que afirma que de las 10 búsquedas más<br />

frecuentes realizadas en la página, siete respondieron a ese tipo de sitios de socialización. En el<br />

ranking aparecen la red británica Badoo la hispana Hi5 y la estadounidense Facebook. También<br />

se hacen un lugar los sitios en los que se comparten videos, como YouTube y Dailymotion. Y el del<br />

juego de rol online para chicos Club Penguin. En tanto, el mundo virtual de Second Life -en el<br />

que los participantes asumen el papel de un personaje creado a su gusto para vivir una segunda<br />

vida en Internet- es la última red social registrada recientemente por Zeitgeist entre las 10<br />

búsquedas más frecuentes. Hasta el momento, el mundo sólo vio "la punta del iceberg" en lo que<br />

respecta a las redes sociales, expresó Amit Kapur, un alto directivo de MySpace. "Es un paso<br />

natural en la evolución de la Web que se está volviendo más personal", afirmó. ¿Dónde reside el<br />

atractivo de los juegos de rol y los mundos virtuales? Según Jeremy Bailenson, director de un<br />

laboratorio de Interacción Virtual Humana en la Universidad de Stanford, California, el imán de<br />

esos sitios radica en que "le permiten a la gente interactuar como su 'yo' ideal y no como su<br />

verdadero 'yo' ". Pero el frenesí de las redes sociales llegó también a las esferas financieras:<br />

Microsoft compró en los últimos meses el 1,6 por ciento de Facebook por 240 millones de dólares.<br />

A ese precio, el sitio -que todavía no gana dinero- vale 15 mil millones de dólares, casi tanto<br />

como General Motors.” 26<br />

25 En este sentido también se analiza “The Dunbar Number as a Limit to Group Sizes”, el <strong>número</strong> ideal<br />

con el que puede relacionarse cada indivíduo en la red. Según Allan, C., serían 150 miembros.<br />

http://www.lifewithalacrity.com/2004/03/the_dunbar_numb.html<br />

26 Diario Clarín, Argentina. 27 de diciembre, 2007.<br />

150<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

Hay quienes desean conectarse con el mundo, algunos lo hacen con amigos, otros<br />

con desconocidos, otros como forma mercantil, incluso para ilegalidades. Estos sitios<br />

para conocer gente, muchas veces son utilizados como mercado de personas para<br />

prostitución.<br />

En este sentido cabe anotar que en los países nórdicos desde el gobierno bloquean<br />

las páginas pornográficas, ante el tráfico de personas que esta atrás de ese mercado, el<br />

más valuado en la red. Censura versus libertad, un tema en controversia.<br />

La sociedad capitalista marca los rumbos de la Internet. Pues diga lo que se diga,<br />

la Internet también es un gran negocio. Productos que se comercializan a través de ella,<br />

publicidad salvaje y la unión del computador al teléfono, audio y televisión. En este<br />

marco de enorme transformación tecnológica estamos asistiendo a un nuevo fenómeno<br />

de concentración y alianza, en gran escala, entre los industriales de la comunicación y<br />

los medios propiamente dichos. Tal vez esa industria represente lo que representó en la<br />

década del ´30 y ´40 la industria do automóvil en los Estados Unidos. La Internet es casi<br />

un símbolo del capitalismo financiero transnacional. Flujo de información sin fronteras<br />

y de globalización del capital que circula sin control; modelo en que se reducen los<br />

estados nacionales, y desaparece la acción reguladora de los bancos centrales; planeta<br />

en el cual el derecho financiero internacional es el derecho norte-americano. El modo<br />

ideal de mercado, y sobre ese modelo planetario, permanente, inmaterial se está<br />

construyendo el proyecto de las autopistas de información, pues los mercados<br />

transnacionales funcionan gracias a ella. Circulación de dinero 24 horas, continuo<br />

movimiento de domicilios bancarios. Movimiento económico que tiende a la<br />

homogeneización del mundo. Los mercados marcan las reglas del juego y las reglas son:<br />

consumo, consumo, consumo; hoy cayó en desuso la fórmula "ser es tener",<br />

actualmente "ser es estar conectado a la red" ser parte de la red, ser parte y estar<br />

conectado a las nuevas tecnologías, formar una unidad incentivando la cultura del<br />

individualismo y el consumo. La Internet reproduce este sistema, se retroalimenta. ¿Qué<br />

sería de esta tecnología en otro cuadro cultural? ¿El medio impone su propia lógica?<br />

¿La tecnología posee su propia lógica que determina el mensaje? Octavio Paz (1990,<br />

p.87), en relación a McLuhan, para quien el medio es el mensaje, subraya "los medios<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 151


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

son la sociedad", (...) “los medios reflejan el tipo de sociedad en que están inseridos.” 27<br />

De esta forma cada uno está en la suya, cada uno crea su propia página. ¿Esto es una<br />

forma de incentivar la pluralidad o es un camino en dirección a una cultura autista, no<br />

por la falta más si por el exceso de información? En definitiva la Internet es un medio<br />

de comunicación y un medio de ampliación para los mercados ahora insertados en cada<br />

hogar. 28 Incentivar el consumo es el principal motor de circulación de datos en la<br />

Internet.<br />

El filósofo Jean Baudrillard cree que el poder de hoy no cambia de manos<br />

porque nada controla el proceso. Occidente no tiene mas imaginación ni valores y así se<br />

revela su descomposición. La sociedad tecnológica posee su propia dinámica<br />

prescindiendo de poderes focalizados, teniendo la terrible capacidad de mantener una<br />

cultura tecnocrática. 29<br />

El gran acontecimiento de nuestra contemporaneidad es la constitución de un Yo<br />

ficticio, definido por su relación dentro de una red virtual y fascinada por imágenes de<br />

imágenes. El mundo que se nos propone en la pantalla nos transforma en algo familiar.<br />

En la medida en que nosotros nos contentemos con esa imagen ya no hay relación entre<br />

"yo" y "el", entre el mundo y nosotros. Es una falsa familiaridad. El objeto de esta<br />

fascinación sería menos real que los sueños y las visiones, las cuales todas las culturas<br />

tradicionalmente han podido dar un sentido, porque eran producto de un lugar y de una<br />

cosmología. En la Internet no existe lugar ni cosmología, sólo sonido, palabras e<br />

imágenes.<br />

Ya no es mas el poder lo que está en juego, es el ser mismo. 30<br />

Tal vez podamos hallar a la Internet el paradigma de lo que ya es y de lo que<br />

será la sociedad de control, "mundo donde reina la libertad, y hasta la anarquía", mundo<br />

donde se tiene la falsa creencia de poder “entrar” y “acceder” y moverse cuando en<br />

27 Octavio Paz. Hombres en su Siglo., p.87.<br />

28 ¿No llama la atención que podamos viajar virtualmente con toda libertad al mismo tiempo que se<br />

confinan en los hogares por fobias, miedo de la violencia externa?<br />

29 Jean Baudrillard. El crimen perfecto. Barcelona: ed. Anagrama; 1996., p198-199.<br />

30 Ídem.<br />

152<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

realidad se está inmóvil. Podríamos deducir que en la red de redes el control está<br />

relacionado con o exceso de información, de opciones, con la posibilidad de enredar-se<br />

horas y horas en una comunicación multilateral e infinita.<br />

En las ciudades contemporáneas se vive en un movimiento continuo sin tener<br />

"un lugar donde llegar", todo es “de pasaje”. Somos eternos viajantes en una “ciudaddesierto”<br />

“ciudad-laberinto”, donde en realidad estamos inmovilizados, paralizados.<br />

Autómatas, zombis sin límites y totalmente limitados.<br />

Si observamos un poco podremos percibir que al “navegar” por la Internet, ese<br />

mundo “virtual” es en definitiva un reflejo de este mundo “real”, dos desiertos, dos<br />

“ciudades-desierto”, en la Internet también no hay donde llegar, también se vive<br />

intensamente saltando de una revista para otra, mirando home-pages, museos, cine,<br />

diarios. En definitiva, este exceso también nos inmoviliza, nos paraliza a la hora de<br />

reflexionar de la forma que estábamos acostumbrados desde la modernidad, en el<br />

sentido de una visión profunda de un tema. Hoy son todos datos parciales, partes de<br />

partes, fracciones de fracciones, tenemos un conocimiento de todo pero de nada en<br />

profundidad. O tal vez, una nueva forma de conocimiento está siendo creada. El<br />

conocimiento se está adaptando a la realidad como proceso aleatorio –como sistema<br />

dinámico- en construcción y no más a la ilusoria totalidad ordenada de la modernidad.<br />

La euforia por la Internet no nació aleatoria, su surgimiento es la consecuencia,<br />

en gran parte, de una sociedad transnacionalizada, de un modelo de sociedad que<br />

idolatra a la tecnología y a la información. Dejando de lado a su antiguo Dios, el<br />

hombre se aventura a adorar antiguos y nuevos dioses como respuesta a la ansiedad de<br />

una sociedad de la miseria, del vació y de la soledad. "Y el hombre creó a Dios", y a sus<br />

fetiches, ídolos, y mitos. En definitiva creó y crió un poder superior que lo ayude a<br />

tomar fuerzas para hacer frente a la vida y a la muerte. Hoy, sólo, sin un poder<br />

identificable, sumergido en la vorágine del consumo, perdido en la ilimitada diversidad,<br />

bombardeado e intoxicado por noticias transmitidas por mercenarios, atraído por<br />

millares de sectas, cultos, religiones, el hombre occidental erige a la tecnología como<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 153


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

nuevo fetiche. Es a través de ella y con ella que realiza su ritual, encuentra su paz<br />

sagrada, seducido, hipnotizado, comulga con la inmaterialidad de las redes.<br />

Todavía no sabemos si es un mito, porque pertenece a un grupo reducido y<br />

disperso de personas. Dentro de ese mundo está el mundo científico-tecnológico, aquel<br />

de las ciencias exactas, la tecnología, las ciencias humanas y el arte, es decir, están<br />

aquellos que piensan al mundo buscando e intercambiando conocimiento a través de<br />

ella. En este sentido sería tautista la red? No si la relacionamos con el mundo real. Si<br />

hablamos de la Internet y no decimos que tienen acceso a ella el 3% de la población<br />

mundial no tiene sentido este artículo. Por eso que si queremos analizar Internet y<br />

cultura, Internet y democracia, etc. lo podemos hacer sólo como un modelo. Cómo La<br />

República o la caverna de Platón. Estaba presente la idea de democracia, idea que<br />

todavía ilumina la cuestión gubernamental. Incluso siendo tan maltratado su uso que<br />

podríamos considerarla sinónimo de prostitución. La democracia está prostituida. Su<br />

corrupción por dinero llega a límites ultrajantes. “Ciento veinte millones de niños en el<br />

medio de una tormenta”, colocaba como título Eduardo Galeano (1975, p.3) en Las<br />

venas abiertas de América Latina, ya Marx refería a lo largo de su obra a una sociedad<br />

prostituida por el dinero, brevemente concluimos que la democracia no está dando lo<br />

mejor de si. Pero es el único sistema que tenemos para lograr la libertad del individuo.<br />

Entonces debemos pensar a través de ella y utilizar todos los instrumentos que ayuden a<br />

su bienestar. Qué se hace con la democracia, ese es el desafío de todos. ¿Es un sistema<br />

que incluye el tráfico de personas y la esclavitud? Entonces hay cuestiones urgentes que<br />

erradicar.<br />

El título Tecnología/Un mercado de enorme potencial. Internet se hace fuerte en<br />

China (La Nación, 09/02/08), explica el crecimiento de un 50% del uso de Internet, a<br />

pesar que el gobierno censura algunos sitios. 31 China tiene hoy la mayor cantidad de<br />

usuarios del mundo, superando incluso a EEUU con 253 millones de usuarios<br />

31 La censura sobre la Internet, como por ejemplo, los filtros colocados al acceso de wikipedia, para evitar<br />

material políticamente delicado, paradójicamente hizo que la Internet no pare de crecer.<br />

La Nación 09/02/08.<br />

154<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

aproximadamente. 32 Para muchos usuarios en China la Internet no es una red mundial:<br />

es solamente tan amplia como china.<br />

Parece que la muralla cayó también, luego de miles de años. Paradojalmente la<br />

comunicación via Internet es pensar en una frustración para la evolución humana.<br />

Justamente por la gente que socializa a través de la tecnología y no cara a cara. ¿Qué<br />

será mejor para el gobierno chino en este momento, la censura o la libre información?<br />

Quizá ante el abrupto pasaje al capitalismo de mercado y tecnológico le conviene más la<br />

confusión del exceso de información.<br />

En Japón, las novelas escritas en celulares son Best Sellers. La novela, que era<br />

una referencia al texto <strong>completo</strong> de la modernidad, a la linealidad histórica, donde había<br />

sentido de totalidad, una utopía, un ideal, ahora se puede escribir y leer desde un celular.<br />

Incluso hay novelas creadas en blogs, por los diversos miembros. Interesante es lo que<br />

dijo Chiaki Ishihara (New York Times. Asia Pacific. 20/01/08), un experto japonés en la<br />

literatura en la Universidad Waseda que ha estudiado móvil novelas. "No es que tenían<br />

el deseo de escribir y que el móvil pasó a estar allí. En lugar de ello, en el curso de<br />

intercambio de e-mail, esta herramienta llamada el móvil ha inculcado en ellos (los<br />

usuarios) el deseo de escribir." 33<br />

Por un lado es magnífico este desarrollo y por otro es absurdo cuando hay gente<br />

que todavía no sabe leer en papel. Si la sociabilidad, la ética, pueden transmitirse<br />

directamente desde la tecnología entonces que a las escuelas donde no hay tiza lleguen<br />

computadoras y se socialicen y lean y se formen desde la Internet utilizando todo el<br />

aparato tecnológico que circula en ella. Sería un salto (de la Revolución Industrial) no<br />

necesariamente negativo, hacia la revolución tecnológica. 34<br />

32 http://news.bbc.co.uk/2/hi/technology/7528396.stm y<br />

http://www.nytimes.com/2008/07/26/business/worldbusiness/26internet.html?scp=3&sq=internet%20chi<br />

na%20largest&st=cse<br />

33 http://www.nytimes.com/2008/01/20/world/asia/20japan.html?pagewanted=1&_r=1&emc=eta1<br />

New York Times. Asia Pacific. 20/01/08.<br />

34 Hace 10 años se analizaba como en Mozambique la introducción de la radio en portugués<br />

estaba arruinando las diversas lenguas y culturas que convivían. Tese Maestría Denise Namburett. ECO-<br />

UFRJ, 1999.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 155


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

Tomando como medio de comunicación la llamada enciclopedia global o<br />

www.Wikipedia.org, un modelo de sociabilidad participativa, nos aventuramos a<br />

imaginar otra sociabilidad, otro sujeto, con conciencia de su individualidad al tiempo<br />

que toma conciencia del otro, de ser parte de una red universal, de la enciclopedia como<br />

un todo. Estos valores deberían ser considerados para pensar en otro mundo para<br />

habitar.<br />

Wikipedia, “la enciclopedia libre”, es una organización participativa que no se<br />

basa en contratos, es decir, no existe la imposición de obligaciones entre personas. Cada<br />

usuario de Internet y de la enciclopedia puede crearla, sumar información sobre un<br />

tema, e informarse sobre otros on-line. Cooperativa de conocimiento es la construcción<br />

de esta enciclopedia. Recientemente se inauguró www.wikilengua.org, acarreando<br />

promesas para la lengua castellana. Es un proyecto de la Fundación del Español Urgente<br />

(Fundéu), creada por la agencia de noticias EFE, con financiamiento de la entidad<br />

bancaria BBVA. La organización es presidida por el director general de la Real<br />

Academia Española (RAE), Victor García de la Concha. En Wikilengua el modelo de<br />

supervisión de actos vandálicos (como distorcionar información) es cercano a la<br />

Wikipedia, donde una serie de supervisores revisan los cambios que se van haciendo a<br />

los artículos. Los supervisores salen de la propia comunidad de la Wikilengua.<br />

Conclusión<br />

No sentimos armonía cuando nos damos vuelta y observamos el mundo real, el<br />

mundo no se transforma sólo desde la Internet. Por eso cuando a los políticos del mundo<br />

se les pregunte por la guerra, deberán decir: si, existe una guerra civil mundial, no se<br />

trata sólo de una guerra en Internet.<br />

Lo mejor enriquece la sabiduría de una cultura. Como refiere J.L.Borges en la<br />

Biblioteca de Babel (Borges, 1944) “Qué el cielo exista, aunque mi lugar sea el<br />

infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu<br />

enorme Biblioteca se justifique.” 35 Borges está refiriéndose al mundo, que sería la<br />

35 La Biblioteca de Babel. Ficciones .OC.Tomo I. Pág.470. 1944.<br />

156<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «El Mito Internet»<br />

Biblioteca de Babel. En cuanto a la Internet, que es tecnología y conocimiento, que su<br />

existencia se justifique. Y es en estos espacios como Wikipedia, o el sistema Unix-<br />

Linux, y otros programas donde se justifica porque crece con la participación de todos.<br />

Tomemos el modelo como un ideal. Y veamos que las asambleas en diversos lugares de<br />

resistencia, como en Oaxaca, México, o las asambleas en las Fábricas Recuperadas en<br />

Argentina y en otros movimientos sociales componen una estructura similar. 36<br />

Finalmente es la economía la que determina el ser social. Entonces es la<br />

economía más allá de la tecnología la que debe ser contemplada en función de una<br />

armonía social. Y si definimos la ética como la conciencia que une a todos los puntos de<br />

la red humana, sin ética la red no puede ser porque no existiría el otro, no existiría<br />

sociedad, ni vida.<br />

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158<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Nota antipragmática<br />

Miguel Espinoza<br />

Universidad de Estrasburgo<br />

Resumen.? Este artículo es una crítica de algunos componentes importantes<br />

epistemológicos y políticos de la doctrina pragmática. La parte epistemológica trata,<br />

aunque no exclusivamente, de la noción de verdad, y la parte política de la noción de<br />

ideología. Las afirmaciones principales son las siguientes: 1) En todo orden de cosas el<br />

pragmatismo es la tendencia a actuar sin comprender, actitud que tiende a dar una<br />

imagen erróneamente estrecha del ser humano; 2) La verdad no es la opinión<br />

estabilizada; 3) Por lo menos en la ciencias duras no toda verdad es manufacturada; 4)<br />

La dicotomía pragmatismo / ideología es falsa porque el pragmatismo es una ideología;<br />

5) Así como el pragmático es incapaz de explicar, en tanto que pragmático, porqué las<br />

conjeturas pueden converger, tampoco consigue determinar en virtud de qué – de qué<br />

ideología – se va a arbitrar cuando las acciones que valoran las cosas son incompatibles<br />

entre ellas o indican prioridades diferentes.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008) 158-168. http://www.revistadefilosofia.org


Nota antipragmática<br />

Miguel Espinoza<br />

Universidad de Estrasburgo<br />

1. Contra los aspectos epistemológicos del pragmatismo<br />

Los padres norteamericanos del pragmatismo estarían satisfechos de constatar<br />

cómo las ideas novedosas y marginales que concibieron a mediados del siglo XIX<br />

llegaron a ser parte del sentido común 150 años después. Es difícil encontrar un mejor<br />

criterio de éxito para una idea que la de integrarse al inconsciente colectivo. Ahora<br />

bien, ¿qué valen las ideas pragmáticas? La utilización mayoritaria de algo es criterio<br />

de éxito social, no de validez.<br />

El punto de partida del pragmatismo es filosóficamente técnico y se encuentra<br />

dentro de la teoría del conocimiento. Criticando las normas cartesianas subjetivas de<br />

claridad y de distinción de una idea, el científico y filósofo norteamericano Charles<br />

Sanders Peirce propuso como criterio de significación de un concepto la eficacia, los<br />

efectos prácticos, la manipulación. La consideración de todos los efectos prácticos es<br />

la concepción completa del objeto. Si todos los efectos prácticos del vino muestran<br />

que es vino y no otra cosa, es inútil preguntarse si el vino en un momento dado puede<br />

ser la sangre de Cristo. En física, puesto que la fuerza no puede ser otra cosa que la<br />

serie de sus efectos prácticos, no tendría sentido decir que las fuerzas son<br />

esencialmente inobservables, que observamos solamente sus efectos. El criterio<br />

pragmático de significación califica de absurda la especulación acerca de lo<br />

inobservable. Pero es evidente que una operación, manual o simbólica, no puede ser<br />

criterio de significación porque antes de hacer algo, antes de efectuar una operación<br />

hay que tener ya una idea – una significación clara – de lo que se va a hacer: la<br />

manipulación presupone la significación.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 159


Espinoza, Miguel: «Nota antipragmática»<br />

El pragmatismo introdujo un cambio fundamental con respecto a la tradición<br />

occidental iniciada por los griegos que pensaban que toda comprensión no puede sino<br />

ser teórica, especulativa. Comprender, para los pensadores griegos, quiere decir<br />

explicar lo visible complejo por medio de un mecanismo o de una idea invisible<br />

simple, reducir lo variado a lo uniforme, encontrar la estabilidad oculta detrás de la<br />

inestabilidad aparente. Por ejemplo, según la teoría platónica, detrás de la generación<br />

de la gran variedad de seres están las Ideas porque cada cosa existe en virtud de las<br />

Ideas; luego en la teoría atómica de Leucipo y de Demócrito, toda generación de seres<br />

es el resultado del enlace de átomos de diferentes formas que se mueven en un espacio<br />

vacío, y para Aristóteles, la generación de la gran variedad de seres resulta de la<br />

acción coordinada de las cuatro causas. En cambio, antiespeculativo, el criterio<br />

pragmático de la significación niega el ideal teórico de comprensión. Sería difícil<br />

exagerar la importancia cultural de este cambio. De hecho, no sabemos qué podría ser<br />

una comprensión que no sea teórica, y en la medida en que el hombre se define por su<br />

capacidad de comprensión, por su racionalidad, la negación de la teoría baja al hombre<br />

a la altura de los animales.<br />

Peirce había elaborado su criterio de significación, la eficacia observable, con<br />

vistas a su aplicación en las ciencias naturales. Desde entonces tanto estas disciplinas<br />

como varias otras dentro de las ciencias humanas que tratan de imitarlas llegaron a ser<br />

operacionalistas. La manipulación bien controlada, la experimentación, el acto de<br />

medida, pasaron a ser no solamente criterio de significación, sino también de<br />

conocimiento y de comunicación.<br />

William James retomó y modificó la idea original de Peirce, aplicándola a<br />

preocupaciones que tienden a tocar al hombre más de cerca como la psicología o la<br />

religión. En sus manos, la significación de una verdad llegó a ser el comportamiento<br />

que ella inspira o dicta. La verdad no es la adecuación de lo que pensamos a los hechos,<br />

no es la propiedad intelectual de una idea, sino algo que puede ocurrirle a la idea, y lo<br />

mejor que puede ocurrirle, es que sea benéfica, que satisfaga una necesidad.<br />

160<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


El descubrimiento de leyes científicas matemáticamente formuladas gracias al<br />

desarrollo de la noción de función (Euler) marca el giro pragmático de la física. A partir<br />

de ese momento, el concepto de ciencia llega a ser sistemáticamente ambiguo: por una<br />

parte, su contenido es la búsqueda de inteligibilidad de la naturaleza vinculada a<br />

preocupaciones filosóficas y metafísicas; por otra parte, la ciencia es la búsqueda de<br />

previsión y de control de nuestro entorno vinculada a las preocupaciones pragmáticas:<br />

« el conocimiento es poder » (Bacon). Esta escisión dio nacimiento a una bifurcación en<br />

el concepto de verdad: ésta será metafísicamente realista o pragmática.<br />

De acuerdo a la metafísica realista el enunciado verdadero es un símbolo<br />

superficial y derivado porque expresa una verdad real que le preexiste. Lo profundo y<br />

primero es la verdad de las cosas, una situación independiente de nuestras facultades, y<br />

el tiempo es una variable omisible. El enunciado emergente agrega conciencia a la<br />

verdad, pero iluminar algo no significa darle nacimiento. Por otra parte de acuerdo al<br />

pragmatismo el enunciado verdadero manufactura un hecho en función de nuestra<br />

voluntad y de nuestros proyectos, y el tiempo es ineliminable. En efecto desde este<br />

último punto de vista un enunciado llega a ser verdadero en el momento en que es<br />

verificado o demostrado, antes de eso la verdad no existía, concepción que los<br />

pragmáticos comparten con los intuicionistas. En consecuencia, para un pragmático<br />

coherente, sería erróneo creer en la universalidad de una lógica bivalente según la cual<br />

todo enunciado es intemporalmente verdadero o falso. Hay entonces al menos tres<br />

valores: lo verdadero, lo falso y lo no-determinado, es decir, lo más o menos probable o<br />

lo más o menos verosímil.<br />

De acuerdo al pragmatismo en el sentido de William James, y según el<br />

pragmaticismo en el sentido de Charles S. Peirce, no existe ningún acceso a una realidad<br />

independiente de nuestras facultades que transformaría nuestros problemas en<br />

situaciones decidibles. Lo real es lo que resulta de la investigación, y no lo que la<br />

precede. Se cree que en un momento dado, en cualquier dominio, las opiniones se<br />

estabilizan y se produce un consenso. La noción pragmática de realidad incluye así una<br />

referencia necesaria a la comunidad de científicos sin límites precisos y susceptible de<br />

ensancharse. Estas observaciones describen en particular las posiciones de Peirce y de<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 161


Espinoza, Miguel: «Nota antipragmática»<br />

H. Putnam: ambos creen en una racionalidad que tarde o temprano produce resultados<br />

que hay que aceptar. El pragmaticismo de Peirce postula la existencia de un<br />

conocimiento objetivo. En cambio, si atendemos a lo afirmado por James, Dewey o R.<br />

Rorty, la racionalidad está desprovista de criterios objetivos: la verdad no es otra cosa<br />

que una respuesta adecuada a nuestras necesidades. La naturaleza aparece como una<br />

construcción social velada por nuestras facultades. Peirce y sus seguidores postulan que<br />

la verdad es el consenso más allá del error. Todo pensamiento, toda opinión contiene<br />

componentes erróneos – como cuando se mide algo – debido a lo que hay de arbitrario,<br />

de accidental, de limitado, de circunstancial en un hombre, pero con el tiempo las<br />

opiniones tienden a estabilizarse, y la opinión estabilizada es la verdad. A continuación<br />

expongo tres razones que muestran hasta qué punto es difícil aceptar esta idea.<br />

En primer lugar, la opinión estabilizada no es la verdad porque la primera<br />

puede cambiar como consecuencia de nuevas evidencias o de nuevos razonamientos,<br />

mientras que la verdad es invariable. La justificación es una cosa y la verdad otra cosa<br />

distinta. La primera es subjetiva y depende de creencias cambiantes, ¿cómo describir<br />

esta situación? Habría que decir que en un primer tiempo, dadas las circunstancias,<br />

nuestras creencias estaban justificadas, eran razonables, pero que no eran verdaderas.<br />

He presupuesto aquí naturalmente la concepción realista de la verdad según la cual no<br />

hay verdad sin la aprehensión de un trozo de eternidad. Nótese que el pragmatismo no<br />

es el intento de responder de manera novedosa a las preguntas tradicionales sobre la<br />

realidad y la verdad: cambió de tema.<br />

En segundo lugar, que yo sepa, ningún pragmático ha sido capaz de explicar, en<br />

tanto que pragmático, porqué las opiniones pueden estabilizarse, porqué las conjeturas<br />

pueden converger. El realista ofrece en cambio una respuesta: las investigaciones y las<br />

opiniones son guiadas por una realidad local y parcialmente conocible. Los kantianos<br />

responderán – compartiendo como de costumbre el idealismo de los pragmáticos – que<br />

las opiniones pueden converger en la medida en que el entendimiento individual<br />

desemboca en la subjetividad universal constructora de la realidad.<br />

162<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Finalmente, ¿qué valor puede tener el pragmatismo en las ciencias duras? En las<br />

matemáticas y en la física se distinguen nítidamente, por una parte, los teoremas y los<br />

descubrimientos intemporalmente verdaderos, y por otra parte, los esfuerzos y las<br />

contingencias humanas destinadas a obtenerlos y a interpretarlos. Es tal vez concebible<br />

que el pragmatismo sea a veces de alguna pertinencia en los dominios que parecen<br />

depender en gran parte de nuestra voluntad: pienso en la psicología, en la religión, en la<br />

política; pero probablemente incluso aquí la pertinencia es sólo aparente porque habría<br />

que probar lo imposible, que nuestra voluntad es absolutamente libre.<br />

Los pragmáticos enseñan que hay que conservar las reglas que funcionan,<br />

repetir las experiencias exitosas. Pero una experiencia tiene componentes diversos:<br />

¿cómo saber cuáles son los responsables del éxito, cómo reconocer las reglas útiles?<br />

Se necesitan ideas preconcebidas, sujetas a la verificación. Una de las teorías físicas<br />

que mejor funcionan, una de las mejor corroboradas, una de las que más ha cambiado<br />

nuestro mundo rodeándonos con aparatos que modifican nuestra relación con las otras<br />

personas y con el medio ambiente, la mecánica cuántica, tiene una base<br />

conceptualmente oscura, situación reconocida tanto por sus pioneros como por los<br />

físicos actuales. Eso prueba que es posible predecir con precisión, actuar con éxito, sin<br />

tener una comprensión satisfactoria de lo que se hace.<br />

Entre los responsables del escepticismo actual se cuentan, en efecto, varios de<br />

los científicos que han desarrollado la mecánica cuántica. Esta teoría está demasiado<br />

alejada de las categorías de nuestra percepción natural y a veces incluso las contradice.<br />

Por ejemplo, el nombre « Principio de Complementariedad » desorienta: ¿cómo<br />

calificar de complementarios el comportamiento corpuscular y el comportamiento<br />

ondulatorio de las partículas? A nuestra escala, o lo uno o lo otro, pero no los dos. La<br />

complementariedad implica compatibilidad, como la mandíbula y el aparato digestivo<br />

de los herbívoros. Una oscuridad ha sido erigida en principio, lo que nunca se habrían<br />

atrevido a hacer los antiguos que sabían pensar. Se espera que un principio tenga un<br />

máximo de inteligibilidad porque el significado de las proposiciones derivadas<br />

dependerá del significado del principio.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 163


Espinoza, Miguel: «Nota antipragmática»<br />

La búsqueda de éxito en sentido pragmático – desarrollo de un simbolismo que<br />

funcione aunque comporte sectores incomprensibles – ha enterrado casi completamente<br />

la búsqueda de inteligibilidad. En una teoría tan abstracta como la mecánica cuántica<br />

que hace referencia a entes teóricos, su enlace con los medios empíricos de control es<br />

forzosamente muy indirecto, y según de lo que se trate, el vínculo con lo verificable<br />

puede ser incluso inexistente. Ahora bien, esta característica del enlace explica que la<br />

evidencia a favor o en contra de las hipótesis y de las leyes teóricas sea frágil o<br />

inexistente, y entonces la verdad llega a ser manufacturada.<br />

El montaje experimental, según Niels Bohr, llega a ser criterio de comunicación,<br />

de existencia y de verdad. La verdad no preexiste a la manipulación, y el montaje<br />

experimental, como las categorías kantianas, los símbolos de la lógica o las palabras de<br />

acuerdo a muchos filósofos contemporáneos nuestros, condicionan la existencia: el<br />

aparato a priori construye la realidad, « ser, es ser el valor de una variable », existe<br />

aquello sobre lo cual se habla. El vínculo entre una teoría como la mecánica cuántica y<br />

las doctrinas pragmáticas y positivistas, su concrescencia, no tienen nada de arbitrario<br />

sino que es una situación que cabía esperar y que perdurará mientras la mecánica<br />

cuántica no sea interpretada como una imagen física del mundo. Recordemos, por otra<br />

parte, que para un realista lo esencial del conocimiento es la contribución de una<br />

naturaleza que lleva en ella misma los principios de su comprensión; y para explicarse<br />

el mundo, nuestra conciencia – sistema emergente condicionado por estratos<br />

matemáticos, físicos y biológicos – se sumerge en una naturaleza que la formó con los<br />

mismos mecanismos que emplea en la formación de otros seres.<br />

2. Contra los aspectos políticos del pragmatismo<br />

El 29 de junio de 2007 el actual presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, afirmó<br />

que para encontrar las soluciones al problema del empleo y del crecimiento « es inútil<br />

reinventar el hilo para cortar mantequilla. Todas estas teorías económicas… yo mismo a<br />

veces estoy un tanto perdido. Lo que quiero es que las cosas funcionen ». Pudiendo<br />

elegir, a nadie se le ocurriría ponerse en manos de un médico ineficaz. Es normal exigir<br />

la eficacia. El desvío consiste en considerar la acción eficaz como un fin en sí y no<br />

164<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


como lo que es: algo cuyo valor se deriva del valor del fin. La persona eficaz, en tanto<br />

que eficaz, es un instrumento. La eficacia ha llegado a ser un cliché federativo, una<br />

varita mágica que permitiría a los hombres ponerse de acuerdo en un terreno donde las<br />

ideas preconcebidas sobre los valores lo impedirían.<br />

Las raras veces que un estudioso, atento al significado de los conceptos y a la<br />

estructura de los argumentos, escucha un debate político o lee una declaración política,<br />

no puede sino quedar sorprendido y contrariado, entre tantas otras cosas, por la<br />

oposición sistemática que los representantes de la derecha establecen entre el<br />

pragmatismo, que ellos supuestamente representan, y la ideología, que atribuyen a los<br />

simpatizantes de la izquierda. Y este cliché – la derecha es pragmática, la izquierda,<br />

ideológica – se reproduce mutatis mutandis en los diferentes países donde esta<br />

distinción existe. Otra constante es el elogio que los partidarios de la derecha hacen del<br />

pragmatismo, asociándolo al progreso y la modernidad, mientras repudian la ideología,<br />

asociándola a una situación humana del pasado que no volverá. Llama la atención el<br />

silencio en que se reciben estos errores, malintencionados o cometidos por simple<br />

ignorancia. Una rectificación se impone.<br />

En primer lugar, no existe una alternativa entre la ideología y el pragmatismo<br />

porque el pragmatismo es una ideología. Luego ni la modernidad, ni la postmodernidad,<br />

ni ningún período por venir verá la desaparición de la ideología porque es ésta<br />

indispensable a la vida humana en tanto que humana. Una ideología es mucho más que<br />

una teoría que aspira a dar cuenta de un sector restringido de la experiencia humana: es<br />

un sistema de ideas, de creencias, de valores y de símbolos adoptados por una sociedad<br />

y en cuyos términos los miembros de la sociedad explican, evalúan y justifican sus<br />

propias acciones. La ideología permite a la sociedad apreciar y evaluar su propia<br />

posición con respecto a otras sociedades y finalmente con respecto al mundo<br />

considerado como un todo. Aunque una ideología pueda propagarse deliberadamente,<br />

no todos sus componentes resultan de una elaboración y de una adopción conscientes.<br />

El hecho de compartir una ideología unifica y fortalece a la sociedad, la ayuda a<br />

mantenerse y a defender sus intereses. Por lo tanto, puesto que el ser humano alcanza el<br />

estatuto de persona humana en la medida en que es un ser social y cultural, se sigue que<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 165


Espinoza, Miguel: «Nota antipragmática»<br />

la persona no existe sin ideología. La tarea que se impone entonces no es la eliminación<br />

de la ideología sino explicitarla lo mejor posible para acomodarla a la crítica racional,<br />

para saber, con conocimiento de causa, a cuáles de sus componentes no se está<br />

dispuesto a renunciar y porqué, y cuáles, en cambio, parecen más contingentes o<br />

simplemente erróneos de acuerdo al mejor razonamiento y al mejor conocimiento.<br />

Vimos que en la ideología no todo es consciente o deliberado, ni en lo que<br />

respecta al reconocimiento de los valores, ni en lo concerniente a su realización. Ahora<br />

bien, si a esta observación se agrega que para el pragmático no hay finalidad para la<br />

acción preestablecida racionalmente – razón por la cual se abordan las dificultades a<br />

medida en que aparecen, sólo en orden cronológico – entonces hay en el pragmatismo<br />

un vasto espacio para la ideología, por lo menos en todo lo que hay en él de<br />

inconsciente.<br />

Cuando una persona pone en un sitio de honor la actitud pragmática, el éxito en<br />

la acción, quiere decir que se pretende considerar el valor intrínseco de una acción<br />

haciendo abstracción de los prejuicios. Pero esta creencia presupone precisamente lo<br />

que el pragmático rechaza, que la experiencia y los hábitos están desprovistos de<br />

ideología. Evidentemente la suposición de que algo es exitoso independientemente de<br />

toda ideología conlleva un cierto compromiso con la suposición de que la verdad en<br />

sentido realista existe. Recordemos que para los antiguos como Aristóteles, el hecho de<br />

que algo funcione de manera objetiva, como la adecuación del cuchillo para cortar el<br />

pan, es una marca de su verdad.<br />

El pragmatismo significa una marcada preferencia por la experiencia y por la<br />

experimentación contra la razón, así como la adopción de hipótesis provisorias y de<br />

corto alcance en todo orden de cosas: científicas, sociales y morales. Todo está por<br />

tomar forma en la experiencia, por construirse. El valor de algo, su inteligibilidad, está<br />

determinado por su rol en la acción y no por lo que pueda revelar un razonamiento a<br />

priori. De ahí el lugar privilegiado del éxito en la acción: algo tiene valor en la medida<br />

en que encaja con la acción de alguien. Hay un culto del éxito, sin detenerse a pensar en<br />

su significación, ni en sus causas profundas ni en las consecuencias a largo plazo. Lo<br />

166<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


valioso es lo útil para la satisfacción de las necesidades, de órdenes diferentes, de<br />

alguien en particular. Y por eso una de las actitudes difíciles de justificar por parte de<br />

los políticos pragmáticos es que se autodeclaran representantes de las necesidades de los<br />

otros: el hecho que un gobernante tenga un interés particular por el dinero no significa<br />

que tal sea el interés de los gobernados.<br />

Si el valor positivo de algo se manifiesta en la fluidez que permite a nuestra<br />

acción, y si al contrario, el valor negativo de algo, desde un punto de vista cognitivo o<br />

moral, es medible por la magnitud del obstáculo que pone a la acción, entonces uno de<br />

los problemas del pragmatismo es determinar en virtud de qué – de qué ideología – se<br />

va a arbitrar cuando las acciones que valoran las cosas son incompatibles entre ellas o<br />

indican prioridades diferentes. ¿Quién decide, y con qué criterios, que tal fin es más<br />

deseable que tales otros? ¿Quién decide qué es una dificultad, que tal vía de solución<br />

es preferible a tales otras, que algo es exitoso? Y estas preguntas cubren otras tan<br />

profundas y complejas como ellas: ¿Qué es una necesidad? ¿Cómo ordenar las<br />

necesidades en una jerarquía? ¿Cómo conciliar las necesidades individuales con las<br />

colectivas? ¿Qué hacer cuando hay conflicto? ¿Cómo no ver en este criterio de verdad<br />

(lo que satisface una necesidad) una complacencia egoísta, una tendencia a la<br />

autoindulgencia? De manera ingenua, los pragmáticos creen que por una especie de<br />

sentido común natural el interés individual y el interés colectivo van a coincidir, pero<br />

la experiencia muestra que no es así: la sociedad se asemeja más a una competencia de<br />

tirar la cuerda en sentidos opuestos que a un equipo de remeros. Por lo demás, el<br />

sentido común es poco natural; es, en gran parte, el sedimento de ideas que fueron<br />

otrora verdaderos descubrimientos.<br />

Por todo eso un filósofo no puede sino quedar perplejo ante la facilidad con que<br />

los gobernantes, pragmáticos o no, toman a diario decisiones que afectan la vida de<br />

tantas personas: ¿qué saben ellos, con conocimiento de causa, de las propiedades que<br />

condicionan los problemas; qué saben ellos de las consecuencias de las decisiones?<br />

Salta a la vista que para describir, interpretar y resolver estos problemas se necesitan<br />

teorías e ideologías. Pero el pragmático evita también la teoría: lo que cuenta « es que<br />

las cosas funcionen ».<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 167


Espinoza, Miguel: «Nota antipragmática»<br />

Los animales saben, sin comprender a la manera humana, cómo actuar<br />

eficazmente en sus tareas vitales de alimentación y de reproducción, inconsciencia que<br />

no les impide superarnos en esto, como los insectos que sobreviven a nuestro intento<br />

de exterminación química. Nuestra diferencia específica se sitúa en el dominio de la<br />

comprensión de las cosas y en el alto grado de conciencia que ilumina nuestras<br />

facultades y nuestro comportamiento. El gato se ve en un espejo, no se reconoce y<br />

cree que tiene compañía. Enseguida verifica: camina detrás del espejo, y constatando<br />

que él es el único animal en la pieza, abandona el asunto y se acuesta tranquilamente<br />

en su hamaca. El hombre ve su cara reflejada en al agua, y para entender lo que<br />

sucede, elabora una teoría física sofisticada, la óptica. ¿Por qué detener nuestra<br />

curiosidad ahí donde se contenta el animal?<br />

En suma, lo que está en juego es nada menos que la definición del hombre, el<br />

futuro de la comprensión como una de las propiedades esenciales del ser humano. Las<br />

consecuencias son intelectuales y morales. No hay que cerrar los ojos ante esta<br />

evidencia: presentarse como moderno y pragmático, como alguien que está<br />

convencido de que la teoría, la ideología y la metafísica son una carga inútil al<br />

profesional, es felicitarse de actuar sin comprender, actitud tan poco digna como la del<br />

positivista orgulloso de conocer sin comprender.<br />

* * *<br />

168<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Reseña sobre la posición de Séneca a los viajes<br />

Maximiliano Korstanje.<br />

Buenos Aires<br />

De alguna u otra manera, los viajes han cautivado a los filósofos clásicos y<br />

medievales. Entre ellos, en la siguiente reseña se discutirá la posición de Lucio Anneo<br />

Séneca, filósofo romano-espanyol contemporáneo de los emperadores Cayo César<br />

Germánico (Calígula), Claudio Nerón César, llegando a ser consejero personal de éste<br />

último.<br />

Asimismo, en sus Cartas Morales a Lucilo, el filósofo escribe “por lo que<br />

siento, concibo buenas esperanzas, ya que no andas vagando y no te afanas en cambiar<br />

de lugar. Estas mutaciones son de alma enferma; yo creo que una de las primeras<br />

manifestaciones con que un alma bien ordenada revela serlo es su capacidad de poder<br />

fijarse en un lugar y de morar consigo misma …a los que pasan su vida corriendo por<br />

el mundo les viene a suceder que han encontrado muchas posadas, pero muy pocas<br />

amistades”. 1<br />

En la conformación del Alto Imperio, las costumbres romanas experimentan un<br />

cambio sustancial. Se pasa de una rígida moral campesina, a la importación de las más<br />

extravagantes costumbres y con ellas se promueve la exacerbación de los placeres<br />

mundanos, y el lujo ostentoso de ciertos grupos patricios. La filosofía estoica se declara,<br />

en consecuencia, enemiga directa de las nuevas costumbres y comienzan a reivindicar<br />

un retorno a la austeridad y al sosiego del espíritu 2 . Aun cuando sumariada, la<br />

explicación que antecede ayuda a comprender la posición de Séneca con respecto al uso<br />

y abuso de los viajes. En sí, ello no significa que el filósofo estuviera en contra de los<br />

desplazamientos, mas bajo ciertas circunstancias los promueve, pero si con respecto al<br />

viaje como símbolo de distinción social. En sus cartas, tituladas Los viajes no curan el<br />

espíritu, Séneca asume que “¿por ventura crees que sólo a ti te ha sucedido, y te<br />

1 Séneca, L A. Cartas Morales a Lucillio. Buenos Aires, Ediciones Orbis, 1984, Tomo I, carta II, pág. 16.<br />

2 Robert, J. N. Los Placeres en Roma. Madrid, Editorial Edaf, Págs. 26-37.


Korstanje, Maximiliano: « Reseña sobre la posición de Séneca a los viajes»<br />

admiras de ello como de algo nuevo, si en un viaje tan largo y por tanta variedad de<br />

países no has conseguido liberarte de la tristeza y la pesadez del corazón?. Es el alma<br />

lo que tienes que cambiar, no el clima. Ni que cruces el Mar, tan vasto, ni que, como<br />

dice nuestro Virgilio se pierdan ya tierras y ciudades, los vicios te seguirán<br />

dondequiera que vayas” 3 . Viajar no necesariamente es ir “errante” o cambiar de lugar;<br />

el desplazamiento continúo lleva a despojarse de las obligaciones y los obstáculos de la<br />

vida y “cualquier cosa que hagas los haces contra ti mismo, y hasta el movimiento te<br />

daña porque sacudes a un enfermo”. 4<br />

A propósito de esta frase, el propio Séneca –en su vejez- cae en cama producto<br />

de una enfermedad por la cual (paradójicamente) su médico le recomienda emprender<br />

un viaje 5 ; y entonces, sugiere “¿Qué se saca de atravesar el mar y de cambiar de<br />

ciudad?. Si quieres huir de estas inquietudes que te atormentan, no precisa estar en<br />

otro paraje, sino ser otro. Hazte cargo que has ido a Atenas o a Roda: escoge una<br />

ciudad a tu gusto ¿Qué importan en tu caso las costumbres de ese lugar, tu aportas las<br />

tuyas. ¿Creerás un bien la riqueza y la pobreza te dará tormento; y algo más mísero<br />

aún, la pobreza imaginaria?. Ya que, por mucho que poseas, como hay que posee más<br />

que tú, te crees necesitado de todo aquello en que aquel otro te aventaja”. 6<br />

¿Qué significan exactamente estas declaraciones últimas y cual es su impacto en<br />

el problema estudiado?. Para un correcto análisis de esta cuestión conviene separar el<br />

problema del viaje en Séneca en tres dimensiones: la primera, hace referencia a la<br />

ambición como forma de expansión del conocimiento sensible, viajar es conocer más<br />

paisajes, costumbres y pueblos pero a la vez no lleva a la “sabiduría”, ya que el espíritu<br />

se niega así mismo. En segunda instancia, el ansia de posesión traerá consigo temor a la<br />

pérdida. En efecto, “será tan grande la demencia de la ambición, que ya no te parecerá<br />

que exista nadie detrás de ti si existe siquiera uno sólo delante. Tendrás a la muerte por<br />

el peor de los males, siendo la realidad que únicamente tiene de malo aquello que la<br />

3 Séneca, Lucio Anneo. Cartas Morales a Lucillio. Buenos Aires, Ediciones Orbis, 1984, Tomo I, carta<br />

XXVIII, pág. 71.<br />

4 Op. Cit. Pág. 72.<br />

5 Se recuerda, que en la antigua Roma los viajes no sólo tenían una función onírico sino también<br />

terapéutica. En ocasiones, los médicos aconsejaban a sus enfermos camb iar de climas y paisajes para<br />

restituirse de su convalecencia.<br />

6 Op. Cit. Tomo II, Carta CIV, Págs. 132-133<br />

170<br />

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Korstanje, Maximiliano: « Reseña sobre la posición de Séneca a los viajes»<br />

precede: ser temida. Te asustarán no sólo los peligros sino las alarmas; y vivirás<br />

siempre agitado por cosas vanas” 7 . En otras palabras, quien mucho tiene mucho quiere<br />

y teme perder. Finalmente, el movimiento adquiere una naturaleza alienante y negada<br />

por cuanto pone al hombre de espaldas a la vida. De esa forma, se teme aquello a lo cual<br />

se niega. Es ridículo, que un mortal (el cual por sólo serlo morirá) tema a la muerte,<br />

como también que quien posea algún bien tema perderlo. Las riquezas, el oro y la plata<br />

no compran la libertad, asimismo los viajes no curan el espíritu ni crea a los oradores o<br />

a los doctores, tampoco sosiega la ira o los vicios. El mensaje principal de Séneca versa<br />

en una crítica a la voluptuosidad y con ella a las nuevas costumbres romanas de<br />

ostentación y estatus.<br />

Luego de esta lectura, se podría construir la siguiente hipótesis de trabajo: el<br />

temor o el miedo surge de la negación de la vida, y quien incurra en ella necesita del<br />

movimiento para no enfrentarla, pero a la vez quien más viaja más temor se<br />

experimenta. También, el conocimiento juega en contra del hombre cuando se aleja de<br />

la mesura y sigue las reglas de la voluptuosidad 8 .<br />

Esta última idea puede enlazarse tranquilamente con los principios de<br />

proximidad y contigüidad propuestos por Korstanje en su trabajo Reflexiones sobre el<br />

viaje y el conocimiento. En el mismo, el autor sostiene que en un viaje existen dos<br />

elementos intrínsecos (principios): el de la contigüidad y de la proximidad. El primero<br />

se construye por medio de la relación de un yo con otro, soy en cuanto el “otro” me<br />

define. “Según la contigüidad los eventos se suceden en una esfera subjetiva e ideal; un<br />

matrimonio puede estar espacialmente cerca aunque contiguamente lejos. En este<br />

sentido, la contigüidad adquiere una dinámica vinculante. El segundo principio, el de<br />

proximidad (por el contrario) se refiere en aspectos físicos y espaciales definidos (o no)<br />

en un tiempo. En cuanto a que no obedece necesariamente a marcos temporales<br />

7 Op. Cit. Pág. 133.<br />

8 Jean Marie Robert explica el mito de Psique y voluptas de la siguiente manera “el placer toma pues el<br />

aspecto de cáncer obligado en toda la civilización, un mal que todos toman por un remedio de la<br />

existencia, pero que contribuye a la larga a su decadencia. Es precisamente esta expansión del goce lo<br />

que hemos querido conocer mejor de la civilización romana, tomando el término placer en su sentido<br />

más amplio, aplicado a los más variados dominios de la vida cotidiana y que en latín se llama voluptas,<br />

del nombre mismo de la hija de Amor y Psiqué”. Robert, J.N. Los Placeres en Roma. Madrid, Editorial<br />

Edad, pág. 14.<br />

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Korstanje, Maximiliano: « Reseña sobre la posición de Séneca a los viajes»<br />

determinados, la proximidad funciona paradójicamente distanciando en lo contiguo. La<br />

proximidad geográfica de lo físico o visible se distingue en lo contiguo o ideal. Esta<br />

relación que podría ser pasada por alto, explica las contradicciones y tensiones entre<br />

lo local y lo global. A diferencia del principio anterior, su dinámica es política e<br />

indagante” 9 . Explica el autor cuando, el principio de contigüidad supera en energía al<br />

de proximidad el hombre experimenta un miedo que luego se transforma en pánico<br />

hacia los espacios cerrados, mientras que cuando el principio de proximidad supera al<br />

de contigüidad, el miedo se dirige hacia el mundo circundante.<br />

9 Korstanje, M. “Reflexiones sobre el viaje y el conocimiento: la construcción capitalista”. Material<br />

inédito en proceso de publicación. Revista Observaciones Filosóficas, Septiembre – <strong>número</strong> 9, 2008. Pág.<br />

24.<br />

172<br />

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Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo 1<br />

Alberto Hidalgo Tuñón<br />

Universidad de Oviedo<br />

Nadie es perfecto – según la etimología latina – hasta que se muere. Por eso<br />

todos preferimos estar in-fectos de vida, como le ocurre al filósofo Gustavo Bueno. En<br />

este espléndido curso de La Granda dedicado a celebrar el 400 aniversario de la<br />

Inauguración del edificio histórico de la Universidad de Oviedo (que no de su actividad<br />

intelectual) y los 30 años de estos prestigiosos cursos de verano es, sin duda, una<br />

deferencia inapreciable que su Director, D. Juan Velarde Fuertes y el Rector, D.<br />

Teodoro López Cuesta, durante cuyo mandato (1975-1983), se creó la especialidad de<br />

de Filosofía, hayan querido destacar su figura en vida. Al compararlo con Unamuno en<br />

relación a la Universidad de Salamanca, don Juan Velarde justifica su decisión con<br />

creces. Pero en el contexto de la Universidad de Oviedo la figura con la que debe<br />

parangonarse es la del orensano Benito Jerónimo Feijoo, que obtuvo aquí cátedra de<br />

Teología a principios del siglo XVIII (1709) –como recordó con precisión D. Silverio<br />

Cerra-. Ambos son “foriatos”, pero ovetenses de adopción, ambos viven rodeados de<br />

polémicas y conflictos, pero producen una prolífica obra crítica y, sobre todo, ambos<br />

son sensibles a las corrientes intelectuales más avanzadas de sus respectivas épocas con<br />

las que se confrontaron “ilustradamente”. Que a través del compañero Jaime Alberti me<br />

hayan elegido a mi para glosar su figura puede deberse a razones de proximidad<br />

geográfica, pero prefiero pensar que el exRector Teodoro López-Cuesta se acuerde no<br />

sólo de que la creación de las Facultades de Filosofía y Ciencias de la Educación se<br />

1 Conferencia impartida en el Curso 11 de Verano de la Granda, organizado por la Fundación Escuela<br />

Asturiana de Estudios Hispánicos bajo el título, “Dos aniversarios: IV Centenario de la Universidad de<br />

Oviedo y XXX aniversario de la Fundación”, dirigida por D. Juan Velarde Fuertes, el pasado 27 de<br />

agosto de 2008.<br />

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Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

produjo durante su mandato, sino que ese fue el motivo por el que yo empecé a<br />

colaborar como docente en la Universidad de Oviedo en el Departamento de Filosofía,<br />

cuyas iniciativas siempre apoyó con el entusiasmo y la generosidad que le caracterizan.<br />

Para no perdernos en detalles biográficos que se pueden consultar fácilmente<br />

tanto en Internet como en la reseña autorizada que aparece en la página web de la<br />

Fundación Gustavo Bueno voy a ceñir mi exposición a las relaciones del filósofo con la<br />

Universidad de Oviedo, en la que encajó como anillo al dedo con el rasgo distintivo tan<br />

bien caracterizado desde el primer día en este curso acerca de su proyección (la de la<br />

universidad de Oviedo, se entiende) hacia la sociedad asturiana circundante a través de<br />

la extensión universitaria. Es difícil calibrar si fue el espíritu de la extensión<br />

novecentista de esta Universidad el que contagió a Gustavo Bueno o si fueron las<br />

funestas compañías de Zaragoza, Madrid y Salamanca o sus inclinaciones marxistas las<br />

que propiciaron que su paso por Oviedo fuese acompañado de una agitación intelectual<br />

sin precedentes. Lo que si me consta es la habilidad dialéctica con la que convierte la<br />

crítica y la argumentación lógicas en instrumento de iconoclastia y heterodoxia política.<br />

La relación de Gustavo Bueno con la Universidad de Oviedo se extiende desde 1960 a<br />

1998 como “funcionario”, y aunque en la mencionada página Web se dice con verdad<br />

que “desde entonces desarrolla su labor en la Fundación que lleva su nombre, que tiene<br />

su sede en Oviedo, ciudad que en 1995 le reconoció como Hijo Adoptivo”, la<br />

disociación que enuncia es más de índole lógica que real. De hecho su relación real con<br />

Asturias se remonta a su abuelo médico Gustavo Bueno Arnedillo, donde curó al<br />

indiano de Colombres, Iñigo Noriega, que le habló de Llanes antes de conocer y casarse<br />

con Carmen Sánchez. Se trata, pues, de una relación “trascendental” en el sentido<br />

castellano del término que él mismo le da, pues antecede a su conciencia corpórea, por<br />

un lado, mientras, por otro, sus obras siguen operando activamente en la Universidad de<br />

la que se siente desvinculado como funcionario. Todavía el año pasado pronunció una<br />

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conferencia en el Salón de la biblioteca del Campus de Humanidades con motivo del 30<br />

aniversario de la fundación de la Sociedad Asturiana de Filosofía y se cuentan por<br />

docenas los profesionales de la filosofía que se consideran en deuda con su sistema.<br />

Pero vayamos al grano, este universitario que el próximo primero de septiembre<br />

cumplirá 84 años y que sigue produciendo escritos con más fecundidad que cuando<br />

estaba en activo, fue seducido para la filosofía por el filogermánico Eugenio Frutos<br />

Cortés en la Universidad de Zaragoza, donde simultaneaba los estudios de Filosofía y<br />

Letras y Derecho hacia 1942. Compañero de curso en aquella universidad de Félix<br />

Monje Casado, Constantino Láscaris Comneno, Manuel Alvar López y Fernando<br />

Lázaro Carreter, hizo en Madrid una carrera meteórica, acabando la Licenciatura de<br />

Filosofía en 1945 y leyendo su tesis doctoral, Fundamento formal y material de la<br />

moderna filosofía de la religión, bajo la dirección de Santiago Montero Díaz el 24 de<br />

octubre de 1947. En 1949 lo encontramos ya instalado como Catedrático de Instituto en<br />

Salamanca, donde compatibiliza su cargo de Director en el I.E.M. “Lucia Medrano” con<br />

el de profesor encargado de impartir cursos de Lógica Matemática en aquella<br />

Universidad como recuerda el P. Vicente Muñoz. Testimonio de esta afición de<br />

apasionado cultor de la Lógica matemática y del pensamiento combinatorio abstracto de<br />

estirpe escolástica son sus artículos “Una nueva exposición de la silogística” (1951) y<br />

“Estructuras metafinitas” (1955) – el primer artículo en que se manifiesta con claridad<br />

su original forma matricial de pensar –, y sus colaboraciones en la Revista Theoría, de<br />

efímera existencia, (1952-1955), mediante la que, junto con Miguel Sánchez Mazas,<br />

Carlos París y Drudis Baldrich, introdujo en España el interés por la Teoría de la<br />

Ciencia de corte positivista (Russell, Carnap, etc.) y por la historia epistemológica de<br />

las ciencias francesa (Meyerson, Bachelard, etc.). En Salamanca reclutará a uno de sus<br />

primeros seguidores Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, que le seguirá a Oviedo, después<br />

de obtener Cátedra de Instituto en 1961.<br />

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Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

Con este bagaje, unos veinte artículos, tres libros de textos para Bachillerato y<br />

Escuelas de magisterio y una docena de reseñas de libros alemanes, franceses e ingleses<br />

obtiene la Cátedra de la Universidad de Oviedo de acuerdo con el esquema de Cuerpos<br />

de enseñanza diseñado por la Ley Moyano. Cinco facetas voy a desgranar en esta charla<br />

de su relación con la Universidad de Oviedo, su faceta de profesor-seductor en olor de<br />

multitudes, su faceta de organizador y director de Departamento, su faceta de<br />

investigador original, promotor y director de investigaciones de equipo, su faceta de<br />

escritor de ensayos y artículos filosóficos, y, finalmente, su faceta de provocador<br />

irónico o agitador de conciencias ciudadanas de estilo socrático. Aunque las cinco<br />

facetas se entrelazan en una symploké, a veces inextricable, creo que pueden disociarse.<br />

1.- Gustavo Bueno como profesor es uno de esos maestros que se olvida de su<br />

cuerpo cuando habla, respira con agitación y da la impresión de que sus conexiones<br />

neuronales aventajan de tal forma a sus cuerdas vocales que uno queda con la impresión<br />

de que el orador ha dicho más de lo que se ha podido escuchar. No digo que Gustavo<br />

Bueno se haya convertido en un poderoso atractor de alumnos por su forma de<br />

expresarse. Estoy convencido de que su capacidad de seducción reside en lo que dice,<br />

en sus contenidos, más que en su verbo vivaz y contagioso. En lo que a mi respecta, fuí<br />

“reconducido hacia la filosofía” (que consideraba superada tras leer esas fastuosas<br />

exequias fúnebres de la Metafísica Occidental que, en mi opinión, se celebran en la obra<br />

Ser y Tiempo de Heidegger), cuando le vi en 1967 pelear en clase a brazo torcido con<br />

los estructuralistas franceses a quienes sólo citaba para refutarlos. Emilio Alarcos,<br />

colega inteligente y complementario confiesa su decepción “cuando dos cabezas<br />

poderosas, que despuntaban en lo lingüistico, como Vidal Peña y el malogrado Alfredo<br />

Deaño, se enrolaron con cuerpo y alma en las disciplinas filosóficas, arrebatados por el<br />

encanto seductor de Bueno”. Este maestro del verbo, que busca estructuras debajo de<br />

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los sonidos, le describe en aquellos años de docencia en el caserón de San Francisco de<br />

esta guisa: “Había que ver a Gustavo Bueno salir de clase, todavía hablando,<br />

discutiendo, ampliando, aclarando infatigable las cuestiones tratadas y las apostillas<br />

tímidas de los discípulos ansiosos de más ciencia, y con el traje y hasta las gafas y la<br />

espesa cabellera untados de espesa tiza (antes clarión) y sacudiendo con el nervio<br />

dialéctico del brazo la ceniza del cigarro (entonces todavía fumaba) sobre las solapas y<br />

las hombreras de la chaqueta”.<br />

No puede decirse, sin embargo, que el espectáculo fuese gratuito. Gustavo<br />

Bueno elevó de tal modo el nivel de las dos asignaturas de Comunes, que hasta entonces<br />

habían sido unas “marías”, que al mismo tiempo que atraía, centrifugaba. El manual de<br />

Ferrater Mora y H. Leblanc, juntamente con el de Manuel Sacristán de Lógica<br />

Matemática eran de obligado estudio en primero y había una prueba de vocabulario<br />

filosófico que ponía a cada uno en su lugar en una escala del 500 al 0. Pero no había en<br />

ello nada de formalismo. En segundo, la exposición de la filosofía dialéctica (Kant,<br />

Hegel, el marxismo y, por supuesto, Platón) provocaba fuertes reacciones, nunca<br />

indiferencia. Todo ello estaba aderezado con conferencias, cursillos y seminarios sobre<br />

temas de actualidad, que estimulaba la participación interdisciplinar de todos, por las<br />

tardes, fuera del horario lectivo. Por si fuera poco, Gustavo Bueno sorprendía a los<br />

alumnos, algunos cursos con test (ignoro cómo había logrado hacer acopio de un<br />

minilaboratorio de psicología experimental), y otros formando tribunales populares<br />

para la autoevaluación de los alumnos.<br />

Algunos de los que estamos aquí recordamos que las clases de Gustavo Bueno se<br />

atiborraban de tal forma que los que no estaban matriculados en la asignatura anterior,<br />

corrían el peligro de tener que seguir la clase desde la puerta. Venían a escucharle de<br />

todas las Facultades, incluidas las de Ciencias (más los geólogos que los químicos) y al<br />

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final de las mismas el humo de los cigarros de los asistentes nublaba hasta la tarima.<br />

Podría pensarse que la agitación de aquellos años se debía al contexto político de los<br />

sesenta, pero lo cierto es que su última lección en la Universidad fue realizada en las<br />

escaleras de la Facultad de Filosofía del Milán el 26 de Octubre de 1998 y los alumnos<br />

que la grabaron la publicaron en una Revista titulada Limitáneus reprodujeron la<br />

situación de los 60. Hacía mucho que la transición había concluido y ya no se fumaba<br />

en las aulas. Alfredo Deaño, que murió de un infarto a los 34 años, había profetizado<br />

que “Gustavo Bueno moriría en olor de docencia”. No acertó a definir el término, pero<br />

sí la manera en que se jubiló el maestro.<br />

2.- Como Catedrático de Universidad Gustavo Bueno disfrutó durante más de 22<br />

años de los atributos cuasi-feudales que venían aparejados funcionalmente a la jefatura<br />

del Seminario y bajo su mando unificado se generaron tres nuevas Facultades, la de<br />

Filosofía, la de Psicología y la de Ciencias de la Educación.<br />

Ramón Rodríguez en la historia de la biblioteca que presentó en estos mismos<br />

cursos, pasó por alto el largo periodo, casi hasta los años 90, en los que eran los<br />

Seminarios los que se encargaban de seleccionar y comprar los fondos bibliográficos,<br />

antes del proceso de centralización que él llevó a cabo. La adquisición de libros<br />

(clásicos y novedades) fue probablemente una de las principales obsesiones de Gustavo<br />

Bueno desde su llegada a la Universidad de Oviedo. Cuando yo entré como becario de<br />

FPI en Ciencias Sociales (1972) en el Departamento de Filosofía me encontré con<br />

algunos procedimientos organizativos que revelan el talante de Gustavo Bueno. Todos<br />

los miembros del departamento desde el Catedrático hasta el último becario teníamos la<br />

misión de “ojear” las novedades en las librerías. La compra se decidía colectivamente.<br />

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Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

Hecha la adquisición las tareas de fichar y tejuelar se hacían colectivamente en sesiones<br />

programadas ad hoc. 2<br />

Pero la principal preocupación de Gustavo Bueno era la propia organización del<br />

conocimiento subyacente por debajo de la Librería. Lo más importante en el manejo de<br />

los libros era acertar a clasificar una producción cada vez más abundante en una<br />

sistemática racional. Ello generaba algunas controversias interesantes. Dos años antes<br />

de llegar Gustavo Bueno a la Universidad de Oviedo, en 1958, Fernand Braudel escribía<br />

en los Annales E.S.C.: «Hay una crisis general de las ciencias del hombre: todas ellas se<br />

encuentran abrumadas por sus propios progresos, aunque sólo sea debido a la<br />

acumulación de nuevos conocimientos y a la necesidad de un trabajo colectivo, cuya<br />

organización inteligente está todavía por establecer; directa o indirectamente, todas se<br />

ven afectadas, lo quieran o no por los progresos de las más ágiles entre ellas, al mismo<br />

tiempo que continúan, no obstante, bregando con un humanismo retrógrado, insidioso,<br />

incapaz de servirles ya de marco. A todas ellas, con mayor o menor lucidez, les<br />

preocupa el lugar a ocupar en el conjunto monstruoso de las antiguas y recientes<br />

investigaciones, cuya necesaria convergencia se vislumbra hoy» 3 .<br />

Creo que hay que interpretar el hecho de que a lo largo de la década de los 60<br />

puedan contarse sus artículos con los dedos de una mano en este contexto organizativo<br />

y que debe interpretarse esa obra seminal que aparece en 1970, pero está escrita desde<br />

1968: El papel de la Filosofía en el conjunto de saber, como la elaboración teórica de<br />

quien tiene que organizar y dirigir un Seminario de Filosofía, para el que ya no servían<br />

2 El Departamento de Filosofía Fundamental fue creado por O. M. de 28/05/1966, al amparo de la Ley<br />

83/1965, que estructuraba las Facultades. En la conferencia de José María Martínez Cachero de este<br />

mismo Curso se cuenta la historia de la Facultad de Filosofía y Letras, que fue establecida como Tercera<br />

Facultad en 1939. Antes sólo existían la Facultad de Derecho y la de Ciencias, de precaria existencia.<br />

3 F. Braudel (1958), «Histoire et sciences sociales: la longue durée», Annales E.S.C., nº 4, Oct-Dic.<br />

Débats et Combats, p. 725-753 (traducción en La historia y las ciencias sociales, Alianza, Madrid, 1968).<br />

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las autoconcepciones habituales. Esta primera obra sistemática, en la que propone una<br />

Noetología, define la forma canónica del problema filosófico y se desmarca de todos los<br />

embrollados pleitos respecto a las fronteras de las distintas disciplinas, se la interpreta<br />

habitualmente como una polémica entre marxistas (contra Sacristán) acerca de si la<br />

filosofía debía desaparecer como especialidad (dadas sus connivencias con el<br />

franquismo), pero también como síntoma de la elevación del nivel de disputas<br />

endógenas en nuestro país (Elías Díaz) o incluso como una defensa gremialista de la<br />

especialidad de Filosofía. Visto en la perspectiva de las querellas sobre la antropología<br />

estructural de Levi-Strauss o en general de las ciencias del hombre, puede interpretarse<br />

sencillamente como el titánico esfuerzo por responder a una situación de crisis<br />

generalizada de la materia, definiendo sus objetivos, sus métodos y sus superioridades,<br />

evitando imperialismos ajenos y disponiéndose a franquear fronteras. Sólo así se<br />

explican tanto su excesiva dimensión (respecto al opúsculo de Sacristán), como, sobre<br />

todo, la fina categorización de la “república de las ciencias”, en la que la filosofía<br />

aparece mendigando respetuosamente que le permitan permanecer bajo al amparo de la<br />

legalidad racional, en calidad de “extranjera”. Hay un cierto paralelismo en esta<br />

resistencia a desaparecer con la estrategia de Deleuze, aunque en lugar de la “lógica del<br />

sentido”, Bueno anduviese a la búsqueda más bien del “sentido de la lógica”.<br />

Puesto que el Seminario de Filosofía iba creciendo en competencias y efectivos<br />

y a nivel nacional se inicia un proceso de multiplicación de los estudios universitarios,<br />

Gustavo Bueno emprende con el apoyo y complicidad del Rector Teodoro López<br />

Cuesta la gestación primero de la Subdivisión de Filosofía, Psicología y Ciencias de la<br />

Educación dentro de la Facultad de Filosofia y Letras y más tarde las tres Facultades<br />

mencionadas arriba con la consiguiente multiplicación de asignaturas y profesores 4 .<br />

4 La División de Filosofía y Ciencias de la Educación, se creó con tres secciones: (Filosofía, Psicología y<br />

Pedagogía) en 1976, cumpliendo con la costumbre de comenzar a operar antes de su aprobación que<br />

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Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

Fernand Braudel preguntaba en el mencionado artículo del 58: «Pero, ¿quién está<br />

preparado para franquear fronteras y prestarse a reagrupaciones en el momento en que<br />

la geografía y la historia se encuentran al borde del divorcio?». En el mismo proceso de<br />

multiplicación de las Facultades se consumará también en Oviedo ese divorcio.<br />

Los psicólogos y pedagogos de la Universidad de Oviedo deben su existencia a<br />

Gustavo Bueno, a quien siguen invitando a sus congresos, pese a saber de antemano<br />

que va a criticar su oficio sin la mínima compasión en los términos que usó en su<br />

Prólogo al Protágoras de Platón (1980). Desde un punto de vista institucional y<br />

organizativo, la vieja Universidad de Oviedo no perdió esa carrera y pudo generar<br />

especialidades competitivas gracias al fondo bibliográfico del Seminario de Filosofía,<br />

que peregrinó de Oviedo a Gijón y al hecho de que en torno al Seminario se había<br />

concentrado una masa crítica de allegados que permitió ir asumiendo con dignidad las<br />

crecientes tareas docentes.<br />

3.- Pero quizá la faceta más sobresaliente de Gustavo Bueno es la que le afecta<br />

en tanto que investigador. A nivel internacional (en varios diccionarios como el de<br />

Huismann, la Enciclopedia Garzanti, la Brockhaus Enzyklopädie) el nombre de Gustavo<br />

Bueno viene asociado al de un sistema que recibe el nombre de materialismo filosófico<br />

y que consta de los siguientes elementos fundamentales:<br />

A.- Una ontología centrada en la Idea de Materia en lugar de en la idea de Ser y<br />

que fue expuesta en Ensayos Materialistas (1972) al público español y al<br />

alemán en el artículo Materia de la Europäische Enzyklopädie (1990). Esta línea<br />

ocurrió formalmente por Orden Ministerial de 6 de Diciembre (BOE, 15/01/1977). En Enero de 1982 se<br />

consumó en la Universidad de Oviedo la fragmentación (a la que aludo en el texto) de la antigua Facultad<br />

de Filosofía y Letras, que genró la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, de la que Gustavo<br />

Bueno fue su primer Decano.<br />

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de investigación ha generado, entre otras, las tesis doctorales de Vidal Peña<br />

sobre El materialismo de Spinoza, la de Juan Ramón Álvarez Bautista sobre La<br />

causalidad estructural y la de Mª Isabel Lafuente también sobre la Idea de<br />

Causalidad en Piaget. En sentido lato, los trabajos destinados a leer la tradición<br />

filosófica desde el materialismo, con una fuerte base filológica (caso eminente<br />

los del recientemente desaparecido Decano de nuestra Facultad D. Santiago<br />

González Escudero, en particular su tesis sobre Epicuro y Marx), podrían<br />

adscribirse también a esta línea.<br />

B.- Una gnoseología conocida con el nombre de teoría del cierre categorial y que<br />

ha tenido un notable desarrollo en numerosas tesis como las de Pilar Palop,<br />

Julián Velarde, Tomás Ramón Fernández, la de Carlos Iglesias, o la mía sobre la<br />

Gnoseología de las ciencias de la administración o algunas de las que yo mismo<br />

he dirigido, en particular, la de Fernando Pérez Herranz sobre la Teoría de las<br />

Catástrofes o la de Evaristo Álvarez sobre la Geología. Los Congresos<br />

internacionales de Teoría y Metodología de las Ciencias, que en los años 80 se<br />

celebraron en Oviedo y Gijón sirvieron para confrontar esta gnoseología con<br />

especialistas de distintas ciencias y otros enfoques metacientíficos.<br />

C.- Una antropología filosófica que critica la Idea absoluta de Hombre y propone<br />

analizar los materiales humanos a través de un “espacio antropológico”<br />

compuesto de tres ejes: circular, radial y angular. Son tesis de esta línea de<br />

Investigación las de Elena Ronzón, la de David Alvargonzález y la de Carmen<br />

Baños, entre otras.<br />

D.- Una Filosofía de la religión levantada sobre el eje angular que supone la<br />

relación de los hombres con los númenes y que implican una reinterpretación de<br />

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las religiones en términos de la Etología. A ella cabe adscribir las tesis de<br />

Alfonso Fernández Tresguerres o la de Oscar Clemotte Silvero.<br />

E.- Una Filosofía política, orientada por la Idea de Eutaxia y que discrimina tres<br />

capas en toda sociedad (basal, conjuntiva y cortical) así como una dinámica que<br />

se alimenta de 9 fuentes distintas de poder y energía, mediante la que intenta<br />

superar el clásico terceto de Montesquieu. Ello exige una reelaboración de la<br />

Ética, la Moral, el Derecho y la política, que ha dado lugar a nuevas extensiones<br />

del materialismo como las de Francisco José Martínez en la UNED o las de<br />

Silverio Sánchez Corredera. La tesis de Jesús Vega sobre las normas pueden<br />

considerarse enmarcada también en esta línea de investigación.<br />

En los límites de esta presentación no cabe una explicación detallada de este<br />

complejo sistema doctrinal. El circularismo dialéctico que practica Gustavo Bueno<br />

permite además entreverar estas líneas e incluso reinterpretar el conjunto desde<br />

distintos ángulos. Así, por ejemplo, la necesidad de priorizar los puntos de vista<br />

antropológicos y políticos y de distanciarse de todo dualismo espiritualista (incluyendo<br />

a Platón, Husserl, Marx y, tal vez gran parte de la tradición filosófica que antes se<br />

pretendía “reinterpretar” enérgicamente) presentando esquemas alternativos trinitarios<br />

ha llevado en el siglo XXI a redefinir el materialismo filosófico en términos del espacio<br />

antropológico, de modo que en el eje radial, que abarca todas las conceptualizaciones<br />

realizadas en el presente sobre el mundo se describe como un “materialismo<br />

cosmológico” fundado en las categorizaciones científicas analizadas por el materialismo<br />

gnoseológico. Pero desde el eje circular se aproxima mucho al materialismo histórico<br />

de Marx, al que, no obstante, pretende dar otra vuelta al revés. Semejante umstülpen se<br />

observa, sobre todo, en el eje angular, donde se define como materialismo religioso<br />

fundado en el principio interpretativo de que «El hombre no hizo a los dioses a imagen<br />

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y semejanza de los hombres, sino a imagen y semejanza de los animales» y acabando<br />

así con la idea del «opio del pueblo» 5<br />

Para dar una visión más académica de las relaciones entre Gustavo Bueno y la<br />

Universidad, voy a limitarme a presentar con cierto rigor técnico (incluidas citas) las<br />

fuentes principales de la ontología materialista y el resumen del cierre categorial que se<br />

ofrece en el primer volumen de los 5 que se comenzaron a publicar en 1992.<br />

A.- Gustavo Bueno presentó en público su ontología materialista hace más de<br />

treinta y cinco años con el escueto título de Ensayos Materialistas 6 . Desde entonces ha<br />

sido explicada con cierta extensión y profundidad en varias ocasiones y por distintos<br />

autores. Vidal Peña fue el primero que lo hizo en el capítulo 2º de su tesis El<br />

materialismo de Espinosa 7 , que vio la luz en 1974 y, poco después, en su colaboración<br />

al Diccionario de Filosofía Contemporánea de Miguel Angel Quintanilla, sub voce<br />

“Ontología” 8 , obra que supuso la irrupción de la mal llamada “Escuela de Oviedo” en el<br />

panorama nacional. También en los años 70 recibió Gustavo Bueno un esmerado<br />

estudio de Alain Guy de la Universidad de Toulouse-Le-Mirail 9 . Calificada de<br />

“vigorosa” y “heterodoxa” por el propio Guy, desde el principio, sin embargo, esta<br />

ontología suscitó sospechas de conservadurismo precisamente por su sólido anclaje en<br />

5 Este giro se observa en la presentación de Wikipedia, que resume la presentación en inglés que aparece<br />

en la mencionada página Web de la Fundación, que concluye: «Man made God in the image and likeness<br />

of animals.» http://www.fgbueno.es/ing/gbm.htm. En el Homenaje al Profesor Gustavo Bueno, que le<br />

rinde la Universidad de Oviedo bajo la presidencia del Rector, Juan S. López-Herranz, con motivo de su<br />

jubilación forzosa, yo mismo advertí este “inflexión trascendental” de su pensamiento: «La segunda<br />

navegación de Gustavo Bueno», Servicio de publicaciones de la Universidad de Oviedo, Enero, 1990.<br />

6 G. Bueno, Ensayos Materialistas, Taurus, Madrid, 1972<br />

7 V. Peña, El materialismo de Spinoza, Revista de Occidente, Madrid, 1974.<br />

8 En ese diccionario, además de la voz “Ontología” (pp.348-62) de Vidal Peña aparecieron varias voces<br />

relacionadas con la ontología del materialismo filosófico, tales como “Categoría”, “Contradicción”,<br />

“Dialéctica”, “Diamérico”, “Idea”, “Materialismo”, “Mecanicismo”, “Progressus”, “Regressus”,<br />

Sinexión”, “Symploké”, etc. M.A. Quintanilla (director), Diccionario de Filosofía Contemporánea,<br />

Editorial Sígueme, Salamanca, 1976<br />

9<br />

Alain Guy, “Le matérialisme critique et socialiste de Gustavo Bueno”: Penseurs hétéroxes du Monde<br />

Hispanique, Publications de l’Université de Toulouse-Le Mirail, serie A, tome 22, pp.300<br />

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la tradición. Así Fernando Savater aprovechó la reseña que hizo del libro de Vidal para<br />

arremeter contra el carácter pre-hegeliano del materialismo filosófico 10 .<br />

Dejando polémicas aparte -algunas de fuerte calado como la suscitada a<br />

propósito de la interpretación de los Grundrissse de Marx como un esbozo de la<br />

ontología materialista en la que se enmarca El Capital 11 -, el propio G. Bueno ha ido<br />

perfilando circunstancialmente sus posiciones ontológicas al hilo de su investigación<br />

sobre los procesos constructivos de las ciencias, sobre la historia de la filosofía o a<br />

propósito de la antropología. Así, por ejemplo, al tratar de explicar los procesos<br />

constructivos y explicativos de las ciencias, ha debido desarrollar una noción de<br />

“causalidad” de fuerte sabor ontológico, pero, sobre todo, ha tenido que explorar el<br />

significado profundo de la Idea de “categoría” en conexión con su noción de verdad<br />

como “identidad sintética” con el obvio propósito de fundamentar filosóficamente el<br />

mundo de los referentes semánticos construidos técnicamente por la ciencia 12 . En esa<br />

confrontación Gustavo Bueno ha tenido que ajustar cuentas directamente con<br />

Aristóteles y Kant, y con todo el bagaje ontológico que se oculta detrás de sus<br />

10<br />

Fernando Savater, “Spinoza, en Oviedo”, Triunfo, núm. 648, 1-III-1975, p 52. Yo mismo repliqué a<br />

Savater en aquella ocasión en la amplia reseña que hice para Zona Abierta, Madrid, nº 4, verano, 1975,<br />

pp.137-145.<br />

11 Gustavo Bueno, “Sobre el significado de los “Grundrisse” en la interpretación del marxismo”, Sistema,<br />

nº 2, Mayo, 1973 pp.15-40, y “Los “Grundrisse” de Marx y la “filosofía del espíritu objetivo” de Hegel”,<br />

Sistema, nº 4, Enero, 1974, pp. 35-46. En el mismo <strong>número</strong> apareció la dura recensión de Julio Rodríguez<br />

Aramberri, sobre el libro de Althusser, Réponse à John Lewis (pp.123-29), que fue el detonante de la<br />

polémica “Sobre Althusser” entre G. Albiac, G. Bueno y el propio Aramberri , Sistema, nº 7, Octubre,<br />

1974, pp. 131-35.<br />

12<br />

Cfer. “Causalidad” en Román Reyes (ed.): Terminología científico social. Aproximación crítica.<br />

Anthropos, Barcelona, 1987; o las aclaraciones que hace ya en el inédito aún Estatuto gnoseológico de las<br />

ciencias humanas (Fundación Juan March, 1976), objeto ahora de una exposición sistemática aún<br />

incompleta en los proyectados 15 volúmenes de Teoría del Cierre Categorial, Pentalfa, Oviedo, 1992 y<br />

ss. Ver en particular el capítulo 2 de la Sección 2ª, titulado “La doctrina de las categorías como<br />

presupuesto implicado por la teoría del cierre categorial”, op. cit. Vol. 2, 1993, pp. 425-626. Permanece<br />

sin publicar la IIIª parte, en cuyas secciones 1 y 3 deberán afinarse mucho más los compromisos<br />

ontológicos básicos en torno al “constructivismo” que se postula, aunque lo ya publicado permite<br />

conjeturar los lineamientos principales.<br />

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respectivas tablas de categorías. Al mismo tiempo, en relación a sus estudios sobre la<br />

historia de la filosofía, no ha cesado de plantear una reinterpretación polémica de la<br />

metafísica tradicional en términos del materialismo filosófico, algunas veces, como en<br />

el caso de su estudio sobre la monadología de Leibniz, de forma asaz absorbente 13 . La<br />

antropología, a su vez, le ha obligado a diseñar el concepto de “espacio antropológico”<br />

sobre la base de la noción ontológica pluralista de “materiales” 14 . Finalmente, como una<br />

exigencia interna de su filosofía de la religión, en la década de los ochenta, ha debido<br />

poner a punto una dinamicista teoría de la esencia, según la cual en todo constructo<br />

realmente existente, incluida una realidad tan etérea como la religión, debe poder<br />

distinguirse siempre un núcleo, un curso y un cuerpo 15 ; teoría de la esencia que arroja<br />

sus más preciados frutos prácticos a propósito de la elaboración sistemática de una<br />

brillante filosofía política, de cuya importancia pocos políticos se han percatado para<br />

sus análisis 16 .<br />

A pesar de esta incesante preocupación ontológica en todos sus trabajos, hay<br />

que esperar a la década de los 90, para asistir a un resurgimiento o rebrote de las<br />

preocupaciones ontológicas en y sobre su filosofía. Síntomas obvios de esa nueva<br />

eclosión es, en primer lugar, su opúsculo Materia 17 , aparecido en Pentalfa ya en 1990,<br />

13<br />

“Introducción” a Leibniz, Monadología, Pentalfa, Oviedo, 1981 pp.11-47. Cfer. también, La<br />

Metafísica Presocrática, Pentalfa, Oviedo, 1974, pero, sobre todo, Materia, Pentalfa, Oviedo, 1990.<br />

14 “Sobre el concepto de “espacio antropológico”, El Basilisco, 5, 57-70, 1978, reimpreso en Jesús Muga<br />

y Manuel Cabada (eds.) Antropología filosófica: planteamientos, Luna, Madrid, 1984, pp. 209-241;<br />

corregido y ampliado en El sentido de la vida. Seis lecturas sobre filosofía moral. 2ª Lectura, Pentalfa,<br />

Oviedo, 1996, pp. 89-114<br />

15 El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión, Pentalfa, Oviedo, 1985, reedición<br />

ampliada, 1995.<br />

16 Primer ensayo sobre las categorías de las “Ciencias políticas”, Biblioteca Riojana, Logroño, 1991.<br />

17 Junto con “Todo y Parte”, “Materia” forma parte de la contribución ontológica realizada por Gustavo<br />

Bueno a la Europäische Enzyklopädie zu Philosophie und Wissenschaften, dirigida por Hans Jörg<br />

Sandkühler de la Universidad de Bremen, Edit. Felix Meiner Verlag, Hamburgo, 1992. Ambos trabajos<br />

aparecieron primero en español, el primero en Cuadernos del Norte, IX, 50, 1988, pp.123-136, el segundo<br />

como libro, en Pentalfa, Oviedo, 1990, 99 pp.<br />

186<br />

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en segundo lugar, la celebración de un Congreso en la Universidad Complutense de<br />

Madrid, celebrado en Enero de 1989. En sus actas hay dos contribuciones dignas de<br />

nota: la de Vidal Peña sobre “Los Ensayos Materialistas y la historia de la filosofía”,<br />

que concluye enunciando cuatro dificultades internas que el materialismo filosófico<br />

presenta en cuanto herramienta hermenéutica y las “Consideraciones sobre el<br />

materialismo” de Quintín Racionero, que constituye la primera valoración argumentada<br />

desde fuera del sistema que se ha ejecutado hasta el presente 18 . Y es que<br />

lamentablemente ese <strong>número</strong> monográfico constituía hasta el Congreso de Murcia en el<br />

2003 el único intento de examinar conjuntamente dos de los aspectos más significativos<br />

de su producción filosófica (su ontología materialista y su gnoseología), que pone las<br />

bases para una segunda reflexión ontológica que se hará explícita más tarde en la crítica<br />

de Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina sobre la superfluidad del Ego trascendental 19 .<br />

Entre ambos acontecimientos hay más noticias relevantes para la ontología del<br />

materialismo filosófico. Citaré tres para no abrumar La publicación de un denso y<br />

extenso capítulo sobre “La doctrina de las categorías como presupuesto implicado por<br />

la teoría del cierre categorial” 20 , el libro La ontología materialista de Gustavo Bueno<br />

escrito por Felipe Giménez, del que me ha tocado escribir el prólogo 21 , la aparición del<br />

libro de Pérez-Herranz Árthra hê péphyken (las articulaciones naturales de la<br />

filosofía), cuyo capítulo 5º emparenta la ontología de Bueno con la tradición<br />

18 La filosofía de Gustavo Bueno, Editorial Complutense, Revista Meta, Madrid, 1992<br />

19<br />

Ricardo S. Ortiz de Urbina: «Cuerpo y materia», en Patricio Peñalver, Francisco Jiménez y Enrique<br />

Ujaldón (eds.) Filosofía y cuerpo. Debates en torno al pensamiento de Gustavo Bueno, Ediciones<br />

Libertarias, Madrid, 2005, pp. 21-34. En esta obra aparecen excelentes estudios sobre G. Bueno. Sobre la<br />

citada polémica, vide los artículos del <strong>número</strong> 19 (Julio,2008) de Eikasía. Revista de filosofía. Edición<br />

electrónica en www.revistadefilosofia.com/<br />

20 Cfer. Referencia citada supra en la nota 7<br />

21 “Materia y complejidad” en F. Giménez Pérez La ontología materialista de Gustavo Bueno, Pentalfa,<br />

Oviedo, 1994, pp. 9-31<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 187


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

fenomenológica 22 .<br />

B.- Vamos ahora con el cierre. Gestada a finales de los sesenta en la atmósfera<br />

intelectual de aquel Restaurant estructuralista francés, cuyos cuatro chefs (Althusser,<br />

Foucault, Lacan y Lévi-Strauss) cocinaban al unísono sabrosos y espectaculares menús,<br />

la teoría del cierre categorial de Gustavo Bueno fue vista entonces como un simple<br />

envite coyuntural destinado a evitar la muerte súbita del lánguido pensamiento español<br />

a manos de la nouvelle cuisine gabacha. Así se explica que su anti-levistraussiana<br />

Etnología y Utopía (1971) y su irreverente Ensayo sobre las Categorías de la<br />

Economía Política (1972) fuesen tan bien recibidos en los círculos carpetovetónicos<br />

más contrapuestos. Hasta la Fundación Juan March financió un proyecto de<br />

investigación destinado a determinar el estatuto gnoseológico de las ciencias humanas<br />

(1972-1976) 23 . Aludiendo a este contexto suelo decir que si a Ortega y Gasset se le<br />

considera José I de España y Vº de Alemania, valdría lo mismo para Gustavo Bueno<br />

respecto de Francia.<br />

Pero ya en aquellos (aún inéditos) seis volúmenes que se enviaron como<br />

Memoria de Investigación a la Fundación March, que totalizaban más de tres mil<br />

páginas, podían atisbarse las reales dimensiones de la empresa acometida por G. Bueno.<br />

Nada más y nada menos que averiguar (emulando al Husserl de las Investigaciones<br />

Lógicas) "lo que hace que las ciencias sean ciencias en efecto". Sólo que, en lugar de<br />

despreciar las "apariencias categoriales" en nombre de una supuesta captación eidética<br />

22<br />

Fernando Pérez Herranz, Árthra hê péphyken (las articulaciones naturales de la filosofía),<br />

Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1988, pp. 107-26<br />

23 Estatuto gnoseológico de las ciencias humanas, 6 tomos, 3040 páginas, Fundación Juan March. Inédito<br />

[pero reelaborado y refundido en su mayor parte a lo largo de artículos y en los tomos de la Teoría del<br />

cierre categorial]. El comentario que sigue se refiere en exclusiva a Teoría del cierre categorial, volumen<br />

1 (Introducción general, Siete enfoques en el estudio de la ciencia), Pentalfa, Oviedo 1992, págs. 1-380.<br />

Las páginas aparecen en el texto entre paréntesis.<br />

188<br />

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Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

de la esencia filosófica de la cientificidad, la teoría buenista del cierre categorial se<br />

sumergía en ellas, aceptaba irónicamente sus pretensiones e instalaba el virus de la<br />

crítica en sus entrañas. No es extraño que tanto rodeo gnoseológico en torno a la<br />

estructura operatoria de cada ciencia particular haya tardado más de veinte años en<br />

desarrollarse como teoría general de las ciencias. El pensamiento de Gustavo Bueno se<br />

rectifica (y refina) sin parar. A medida que avanza, incorpora polémicamente nuevos<br />

materiales, de forma que la versión definitiva que ahora ve la luz apenas deja traslucir<br />

las huellas de aquellos orígenes post-estructuralistas y no está exenta de novedades,<br />

incluso para sus más asiduos lectores.<br />

Por primera vez, en efecto, abandona Gustavo Bueno el estilo indirecto del<br />

ensayo, la aplicación apresurada y la polémica coyuntural en favor de la publicación de<br />

un tratado sistemático, programáticamente titulado Teoría del cierre categorial, de<br />

cuyos 15 volúmenes anunciados el primero es sólo un aperitivo. Aperitivo espléndido y<br />

algo suntuoso, pero imprescindible para quien quiera probar anticipadamente la calidad<br />

y variedad de los manjares que componen la carta del chef español: banderillas<br />

picantes contra el "formalismo" y "bizantinismo" del gremio burocrático de teóricos de<br />

la ciencia , variedad de patés semánticos en torno a los sabores filosóficos de "ciencia"<br />

y "filosofía", bandejas de mariscos presentando los cuatro tipos básicos de teorías<br />

gnoseológicas, pièce de résistence con abundancia de salsas y guarniciones (es decir,<br />

suculento capítulo 3º sobre la estructura general de la ciencia braseado en el hogar de la<br />

identidad sintética), carta de vinos clasificada según su modo operatorio y postre<br />

dialéctico.<br />

Tal es el contenido de la "Introducción General", cuyo designio principal ("dar<br />

un sumario resumen de las líneas generales de la teoría del cierre categorial que va a ser<br />

desarrollada en las sucesivas partes de la obra" pp. 225-6) no sólo se satisface<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 189


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

cumplidamente por lo que hace a la terminología y al orden y conexión de las ideas,<br />

sino que se desborda puntualmente, cuando la novedad lo requiere. En particular, yo<br />

destacaría los cuatro epígrafes (del §27 al §30), en los que Gustavo Bueno explica con<br />

detalle su concepción constructivista de la verdad como identidad sintética. Pues,<br />

aunque las tesis que defiende el maestro ovetense huelen a rancias, a fuer de clásicas<br />

(esto es, que la verdad es un predicado esencial e interno de la ciencia y que la esencia<br />

de la verdad científica consiste en la identidad), el modo de defenderlas e interpretarlas<br />

rompe con todos los tópicos usuales, tanto antiguos como postmodernos.<br />

Guardémonos de las viejas patrañas conceptuales que ponen la verdad en las<br />

palabras, en su adecuación a un estado de cosas (Sachverhalt), en isomorfismos<br />

extrínsecos o en la mera manifestación de las cosas en sí, tal como son. Maestro de la<br />

sospecha, Gustavo Bueno desvela cómo las fuerzas interpretativas de la idea de verdad<br />

provienen del foco de la identidad, cuya claridad cegadora (refleja, reflexiva) impide<br />

penetrar en los entresijos de su pluralidad operatoria, en los procesos de construcción<br />

que la constituyen in actu exercito. Sólo a través de un recorrido por la variedad de<br />

identidades (sustanciales, esenciales, esquemáticas, sistemáticas, etc.) y tras un<br />

despliegue de ejemplos (algebraicos, químicos, físicos, etc.), suelta G. Bueno una<br />

andanada, cuyo calibre polémico suena así: "Nosotros no sostenemos que, en el plano<br />

lógico, los juicios analíticos no existan; decimos que existen sólo como un límite<br />

dialéctico de los juicios sintéticos. Todo juicio es, según esto, sintético; y lo es por su<br />

génesis (porque requiere la síntesis algorítmica de operaciones) y sólo, en el plano de la<br />

estructura, puede darse como caso límite, ideal, el concepto de un juicio analítico" (p.<br />

156).<br />

Dicho en clave nietzscheana: "No hay ninguna realidad científica en si, más<br />

allá del hacer, del actuar científico, de la construcción. La verdad, en tanto que<br />

190<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

determinación o predicado interno de la construcción científica misma, no añade nada<br />

al hacer (ni siquiera la forma de la construcción, pues ésta no es nada al margen de los<br />

materiales usados para su fabricación), el hacer es todo, Verum factum est ". A pesar<br />

de toda su frialdad, las teorías analíticas de la ciencia siguen sometidas a la seducción<br />

del lenguaje y duplican el hacer con nuevas "cosas en sí" de cuño kantiano. La verdad<br />

de una máquina consiste ciertamente en que "funcione", pero eso no significa que el<br />

predicado "verdadero" sea ocioso, reiterativo o pleonástico, matiza Gustavo Bueno<br />

ahora contra el incontrolado activismo nietzscheano. Se trata de un predicado modular,<br />

y es precisamente tras el formato de ese módulo operativo donde hay que escarbar.<br />

¿Cómo definir la idea de verdad con el módulo o patrón de la identidad<br />

sintética, sin que tal definición resulte redundante? Con retranca dialéctica, niega<br />

Bueno que el módulo de la identidad sintética sea la garantía de la verdad gnoseológica,<br />

"debido a que hay diversos tipos de identidades sintéticas"(p. 160), señaladamente dos:<br />

las esquemáticas (ejemplificadas por los procesos que tienen lugar en la construcción<br />

de las configuraciones del mundo fenoménico) y las sistemáticas (asociadas a la verdad<br />

científica, estas sí, por cuanto son relaciones constitutivas del sistema de los términos<br />

que logran trabar intrínsecamente, sea de forma sustancial o esencial). La peculiaridad<br />

de estas últimas es que presuponen la construcción previa de "contextos determinantes"<br />

(término, cuya exégesis desborda los marcos de esta reseña), verdaderos "núcleos de<br />

cristalización" de los cierres categoriales de las respectivas ciencias (sic. pp. 163 y ss.).<br />

En cualquier caso, es obvio que la idea de verdad científica que maneja Gustavo Bueno<br />

no tiene nada de absoluta, pues ni es rígida, ni exenta; admite franjas, grados de<br />

incorporación del material gnoseológico históricamente dado en vecindad con la<br />

oscuridad y el error, que forman así, junto con los ya mencionados contextos<br />

determinantes, "el horizonte perpetuo de las ciencias" (p. 180).<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 191


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

Pero el volumen 1º de Teoría del cierre categorial no termina en el antes citado<br />

"postre dialéctico" (tres sorbetes de sabores antitéticos en los que cada ciencia se<br />

contrapone a su medio extracientífico, a su propia historia "interna" y al resto de los<br />

ciudadanos que habitan en la República de las ciencias), sino que se completa con una<br />

excitante guía turístico-gastronómica titulada "Siete enfoques en el estudio de la<br />

ciencia" (pp. 233-366). Se trata de un interesante análisis comparativo de los menús<br />

analíticos ofrecidos por otras tantas teorías de la ciencia actualmente vigentes. La<br />

cocina gnoseológica de G. Bueno (sofisticada, artificial, aunque sustanciosa y recia en<br />

su base nutritiva) se contrapone ahora a otras concepciones gastronómicas de muy<br />

variada procedencia y concepción.<br />

El tour de force, sin embargo, concierne siempre a la metodología empleada<br />

para el análisis de las ciencias, y en la medida en que los enfoques positivos (desde la<br />

Lógica Formal, la Psicología, la Sociología, la Informática, la Epistemología y la<br />

Historia filológica) gozan de operatoriedad categorial, en esa misma medida topan con<br />

una irrebasable limitación en su alcance. Así, por ejemplo, el enfoque lógico-formal<br />

aparece como una mera tecnología apta sólo "para re-formular el cierre proposicional<br />

de las ciencias formalizadas" (p. 258); el enfoque psicológico, pese a los esfuerzos de<br />

Piaget, es inconmensurable con el enfoque histórico, debiendo excluirse como<br />

"parciales y distorsionadas" las analogías entre escuelas históricas y fases psíquicas (p.<br />

275); el enfoque informático, pese al interés que reviste como fuente de datos<br />

cuantitativos sobre los textos científicos, tiene un alcance gnoseológico "muy bajo y<br />

genérico, anque no por ello despreciable" (p. 327); a su vez, "la Epistemología<br />

biológica, en cuanto disciplina positiva, se mueve en el ámbito de un dialelo, o círculo<br />

constitutivo" (p. 345), que, si bien permite desbordar la inmanencia antropocéntrica del<br />

fenomenismo kantiano, reduce las ciencias a meros conocimientos, obturando así la<br />

apertura hacia las dimensiones sociales e históricas, cuyos enfoques respectivos<br />

192<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

considera Gustavo Bueno intrínsecamente relevantes, como condimentos, para su<br />

propia cocina gnoseológica.<br />

En suma, este repaso por los múltiples enfoques de la teoría de la ciencia sirve a<br />

Gustavo Bueno para descartar el megalómano proyecto de una "Ciencia de la ciencia"<br />

(la muy soviética Nauka Nauki ), pero también para excluir la no menos metafísica<br />

"síntesis de los diferentes planteamientos filosóficos" sobre las ciencias. Para el chef<br />

ovetense el pluralismo culinario es síntoma de vitalidad filosófica también en el campo<br />

de la teoría de la ciencia, en la que de modo gratuito y esterilizante se trata de imponer<br />

un método de cocina anglosajón a base de hamburguesas, perritos calientes y cerveza.<br />

4.- Como el tiempo apremia, despacharé la faceta de escritor de Gustavo Bueno<br />

con dos afirmaciones. La primera concierne a la homérica cantidad de sus escritos.<br />

Más de 30 libros, unos 100 capítulos de libros y más de 200 artículos, sin contar notas,<br />

entrevistas, reportajes y trascripciones. No se puede decir que Gustavo Bueno sea un<br />

estilista brillante, pero algunas de sus páginas tienen una fuerza y un vigor indiscutible.<br />

La segunda observación hace referencia a la creación de la revista El Basilisco,<br />

que ha servido como órgano de expresión casi permanente del quehacer filosófico del<br />

maestro, al tiempo que ha servido para acoger numerosas contribuciones de tomas de<br />

posición crítica respecto a las nuevas aportaciones científicas de muchos profesionales<br />

de distintas ramas del saber, con especial atención a las Ciencias Humanas y a la Teoría<br />

de la Ciencia y de la Cultura. La sección de crítica de libros en la modalidad breve,<br />

sobre todo, es una especie de almanaque a través del cual se puede atisbar la pluralidad<br />

de los intereses de Bueno y la amplitud asimoviana de sus variados conocimientos.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 193


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

El ritmo de producción literaria de Gustavo Bueno está en un libro y diez<br />

artículos al año. Sin embargo, la obra fundamental sobre el Cierre categorial permanece<br />

inédita en su parte sistemática general-<br />

5.- Respecto a la última faceta, la faceta mundana del pensador, sus<br />

compromisos políticos, sus polémicas televisivas, su ateísmo militante nada diré aquí,<br />

pese a ser la más controvertida. Constituye, sin duda, el aspecto que le ha hecho más<br />

famoso y, en mi opinión, refleja una última torsión de su pensamiento sobre la que<br />

aparecen abundantes reflexiones en la obra colectiva Filosofía y Cuerpo, publicada en el<br />

2005 por profesores de la Universidad de Murcia que organizaron junto a la Sociedad<br />

murciana de Filosofía, el último gran simposio sobre el pensamiento de Gustavo Bueno.<br />

El desconcierto que ha generado su aparente defensa a ultranza de España frente<br />

a Europa (1998), la supuesta deslegitimación de la izquierda en El Mito de la Izquierda<br />

(2003) o incluso del régimen democrático que los españoles nos hemos dado en 1978 en<br />

Telebasura y democracia (2002) o Panfleto contra la democracia realmente existente<br />

(2004), deben ser balanceados con las tesis más originales y potentes de obras, también<br />

de divulgación, pero más rigurosas, como El mito de la cultura. Ensayo de una filosofía<br />

materialista de la cultura (1996) y Televisión: Apariencia y Realidad (2000), que, en mi<br />

opinión, supone una tercera inflexión de su pensamiento, una autentica Verwindung, un<br />

desnivel provocado por su “descenso a la caverna”.<br />

En este periodo mundano de su filosofía, que tanta popularidad le ha dado en los<br />

medios de comunicación a los que alimenta no sólo con sus reflexiones, sino también<br />

con su propia imagen, le está pasando lo que el propio Platón preveía para los sabios,<br />

194<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo Tuñón, Alberto: «Gustavo Bueno y la Universidad de Oviedo»<br />

cuyos “ojos se ofuscan cuando se trasladan de la luz a las tinieblas” : Que “se comportan<br />

mal y parecen quedar en ridículo” 24<br />

24 «απιταραξεις ομμασιν εκ τε ϕωτος εις σκοτος μεθιστανενον», (518 a) es lo que explica la<br />

ofuscación del sabio que «ελθων κακα ασχημονει τε και ϕαινεται σϕοδρα γελοιος, (517d)» Platoni<br />

Opera, edición de John Burnet, Oxford University Press, 1903<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 195


Merleau-Ponty: percepción,<br />

corporalidad y mundo<br />

Asier Pérez Riobello.<br />

Universidad de Oviedo.<br />

Resumen<br />

Se exponen las líneas maestras de la fenomenología de la percepción de<br />

Merleau-Ponty, desde sus planteamientos iniciales partiendo de los últimos trabajos de<br />

Edmund Husserl hasta las conclusiones finales, donde se muestra que la fenomenología<br />

termina convirtiéndose fundamentalmente en una filosofía de la corporalidad y la<br />

cotidianeidad compartida socialmente. La percepción es entendida por Merleau-Ponty<br />

como un acto inteligente que siempre va acompañado por un horizonte que remite a<br />

nuestro cuerpo y experiencia vital, de modo que los conceptos de espacio y tiempo se<br />

ven enriquecidos por la idea de un mundo de vida preexistente; un mundo que es visible<br />

gracias a nexos de convivencia social intersubjetivos y antepredicativos.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008) 197-220. http://www.revistadefilosofia.org


Merleau-Ponty: percepción,<br />

corporalidad y mundo<br />

Asier Pérez Riobello.<br />

Universidad de Oviedo.<br />

“El propio cuerpo está en el mundo como el corazón en el<br />

organismo: mantiene continuamente en vida el espectáculo visible, lo<br />

anima y lo alimenta interiormente, forma con él un sistema”<br />

Maurice Merleau-Ponty<br />

0. A modo de proemio.<br />

Maurice Merleau-Ponty fue durante toda su vida un<br />

gran amante de la pintura; en base a esa declarada pasión,<br />

nosotros identificamos una posible estructuración de su<br />

filosofía. En el Renacimiento era frecuente que los<br />

pintores expresaran sus ideas en frescos y en trípticos;<br />

éstos últimos eran gigantescas pinturas enmarcadas en un<br />

lienzo dividido en tres partes, cada una de ellas podía<br />

funcionar como un cuadro en sí misma, pero unidas<br />

componían un dibujo mayor: el cuadro <strong>completo</strong>.<br />

Nosotros queremos escribir un ensayo en forma de tríptico; tomaremos aquellas ideas<br />

que consideramos centrales en la filosofía de Merleau-Ponty: la percepción, la<br />

corporalidad y su idea de mundo, de modo que cada idea pueda sostenerse por sí misma<br />

pero que, al juntarse, puedan componer una pintura mayor e igualmente autónoma: la<br />

fenomenología de la percepción de Merleau-Ponty.<br />

1. De Husserl a Merleau-Ponty.<br />

No parece arriesgado afirmar que, dentro de la Historia de la Filosofía, la escuela<br />

fenomenológica destaca por su planteamiento y su evolución institucional. Hoy en día<br />

podemos asegurar que todo filósofo le debe algo a la fenomenología de manera más o<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

menos directa. Por supuesto, se debe sobre todo a Edmund Husserl el que esto haya<br />

terminado sucediendo, pero también a muchos de sus continuadores. Gracias a ellos, la<br />

fenomenología sobrevivió efectuando un movimiento arriesgado y original llevado a<br />

cabo laboriosamente: el paso al existencialismo. Martin Heidegger es buena muestra de<br />

ello, pero también Sartre, Levinás y Merleau-Ponty. Sobre la filosofía de este último<br />

gran fenomenólogo va a tratar este ensayo.<br />

¿En qué consiste este rumbo existencialista del que estamos hablando? ¿Es que no<br />

fue siempre la fenomenología una filosofía existencialista? Existe una pregunta previa<br />

que merece ser respondida: ¿Qué es la fenomenología? He aquí una respuesta curiosa de<br />

Husserl que nos puede situar en el camino correcto: “Fenomenología designa una<br />

ciencia, un nexo de disciplinas científicas. Pero, a un tiempo, y ante todo,<br />

fenomenología designa un método y una actitud intelectual: la actitud intelectual<br />

específicamente filosófica; el método específicamente filosófico” 1 . Así que Husserl<br />

parece considerar que su fenomenología es la filosofía misma… Este planteamiento<br />

resulta un tanto exagerado. Pero indaguemos algo más en esta definición. ¿Realmente<br />

está diciéndonos Husserl que la fenomenología trascendental es la filosofía misma? En<br />

realidad no, lo que Husserl indica es que la fenomenología es la puesta en relieve del<br />

método filosófico concreto, por tanto, estamos ante una filosofía metodológica en<br />

sentido estricto. Ahora prosigamos con la mayor cautela y preguntémonos más cosas.<br />

Un método es un modo de proceder. ¿Cómo procede la fenomenología? O mejor<br />

dicho, ¿qué pretende hacer la fenomenología? La respuesta es bien conocida: estudiar y<br />

definir con exactitud la esencia de las cosas, determinar el ser de las cosas, situar la<br />

esencia en la existencia. Rescatamos una de nuestras preguntas anteriores, ¿podemos<br />

considerar que la fenomenología fue un tipo de existencialismo desde sus inicios?<br />

Explícitamente no, porque al fin y al cabo, Husserl siempre pensó que su fenomenología<br />

trascendental no era sino una pulida y refinada crítica del conocimiento que continuaba<br />

la tradición kantiana, pero implícitamente sí, porque sin ir más lejos el propio Merleau-<br />

Ponty consideró en su momento que el intento por conocer la esencia de las cosas venía<br />

exigido por nuestra existencia y resaltó que ni siguiera los coqueteos de Husserl con el<br />

platonismo le llevaron a separar el reino de la esencias del mundo. Todo formalismo,<br />

que encuentra en la estructura del lenguaje su campo de estudio más adecuado, ha de ser<br />

1 Husserl, Edmund, La idea de la fenomenología, Fondo de Cultura Económico, México, 1989, pg. 24<br />

198<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


consciente de que las esencias están enraizadas en el lenguaje y de que éste se encuentra<br />

enraizado en la conciencia ante-predicativa, esto es, en el mundo de la vida<br />

(lebenswelt): “Buscar la esencia del mundo no es buscar lo que éste es en idea, una vez<br />

reducido a tema de discurso, sino lo que es de hecho antes de toda tematización para<br />

nosotros” 2 .<br />

La reducción fenomenológica, que tantos quebraderos de cabeza le provocó al viejo<br />

Husserl, no será entendida por más tiempo como una puesta entre paréntesis del mundo<br />

con el único fin de estudiar cómo se configuran los objetos en mi conciencia; tampoco<br />

será el paso previo necesario para analizar la direccionalidad de ésta. Consistirá de<br />

manera definitiva en “asombrarse” ante las cosas mismas y en comprender al hombre y<br />

al mundo a partir de su facticidad. Porque, como bien supo ver Heidegger, no se puede<br />

hablar del hombre (de la existencia) sin tomar como punto de partida el “estar-en-elmundo”.<br />

A esto se refiere el propio Merleau-Ponty cuando nos revela uno de los<br />

secretos de su filosofía: el ser fiel a la opacidad del mundo. A que las cosas, por así<br />

decirlo, “nos pesan” y “nos son” dentro de nuestra propia coexistencia con el mundo y<br />

con los otros.<br />

Conviene detenerse en este punto aunque sea brevemente. Esto que denominamos<br />

“opacidad del mundo” nos avisa de un detalle sumamente importante: la fenomenología<br />

es para Merleau-Ponty una filosofía de la luz y la visión en un sentido casi platónico.<br />

Esta idea nos lleva a pasar de la celebérrima conciencia intencional de Husserl a una<br />

nueva consideración de la conciencia: la conciencia perceptiva y la visión del mundo. El<br />

mundo es opaco (repetimos: como si pesase), pero mis experiencias intersubjetivas lo<br />

conforman y vuelven transparente. Lo que podríamos denominar “disolución de la<br />

opacidad del mundo” no es sino el sentido último del mundo.<br />

Pero Merleau-Ponty justificó aún más este giro existencialista que llevó a cabo a<br />

través de sus obras. Al repasar los escritos últimos del viejo Husserl, se percató de que<br />

en éstos se constataban unos pocos fenómenos que parecían rebasar el estudio de las<br />

determinaciones noético-noemáticas de la conciencia intencional: los fenómenos del<br />

cuerpo, los tiempos subjetivos y la otreidad. Con esto, Merleau-Ponty encontró por fin<br />

las ideas que servirían de base a su filosofía: la conciencia perceptiva, la primacía de la<br />

2 Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999, pg. 15<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 199


Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

corporalidad y el mundo de vida. No se trataba por su parte de contradecir a su<br />

admirado Husserl sino de ser fiel a sus últimos hallazgos.<br />

2. Primer cuadro: la percepción.<br />

Junto con la fenomenología, la disciplina que más influyó al joven Merleau-Ponty fue<br />

la Psicología de la Gestalt, cuya enseñanza principal consistió en demostrar que nuestro<br />

conocimiento no versa de sensaciones sino de percepciones, entendiendo por ello que<br />

nuestro acceso a la realidad no es desnudo y que las sensaciones nos llegan como un<br />

todo y no de forma separada. Esta idea se oponía al sensualismo propio del empirismo y<br />

le permitió a Merleau-Ponty enriquecer su filosofía fenomenológica.<br />

2.1. Fenomenología y Psicología de la Gestalt<br />

Es un hecho: vemos cosas, recibimos información. Pero la manera en que vemos<br />

difiere de esa vieja idea de que cada observable, por decirlo de algún modo, se muestra<br />

con independencia del resto de observables. Merleau-Ponty, con el fin de librarnos de<br />

esa vieja concepción sensualista de la percepción, nos propone contemplar estas dos<br />

figuras típicas de la Psicología de la Gestalt:<br />

En la primera figura vemos dos líneas rectas paralelas de igual tamaño. En la segunda<br />

figura volvemos a ver esas dos líneas pero ahora acotadas en sus extremos, de modo que<br />

la de abajo parece (se me da) más larga que la de arriba. En rigor, así es como vemos:<br />

los términos de nuestra observación (las líneas rectas) se perciben en el seno de un<br />

fondo o figura (la acotación de las líneas rectas).<br />

200<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Tomemos otro ejemplo también típico de la Psicología de la Gestalt, lo que se conoce<br />

como “fenómeno fi” a partir de los trabajos de Wertheimer. Conducimos tranquilamente<br />

a través de una autopista y vemos un gran panel horizontal donde media docena de<br />

focos que despiden una luz roja se encienden y apagan sucesivamente. ¿Qué estamos<br />

viendo en realidad? ¿Acaso seis focos trabajando por separado? Obviamente no. Vemos<br />

un haz de luz oscilante, una figura-fondo, tal y como lo expresaría el propio<br />

Wertheimer. Aplicando esta idea a la fenomenología, afirmamos que este fondo en el<br />

que se me dan los términos de mi observación es el contexto u horizonte que acompaña<br />

a toda la información recibida en nuestros actos perceptivos. El empirismo y la<br />

psicología asociacionista prescindían de esta idea, situándose en las antípodas de la<br />

filosofía de la percepción que estamos exponiendo.<br />

2.2. El horizonte de la percepción.<br />

Este horizonte de sentido presente en toda percepción es el “juego” que nos aporta el<br />

mundo en cada una de nuestras observaciones 3 y permite que un aspecto de la cosa nos<br />

lleve a otro, porque de la misma manera que “los aspectos que vemos en un momento<br />

dado, apuntan siempre a otros aspectos por venir, y así sucesivamente” 4 . Así, dice<br />

Merleau-Ponty que: “El conocimiento se presenta como un sistema de sustituciones en<br />

donde una impresión anuncia otras impresiones sin nunca dar razón de ellas; en donde<br />

las palabras dejan esperar unas sensaciones como deja el ocaso esperar la noche. La<br />

significación de lo percibido no es más que una constelación de imágenes que empiezan<br />

a reaparecer sin razón alguna” 5 . El significado de lo percibido no es el resultado de<br />

una asociación (de lo contrario, jamás acabaríamos reconociendo que las líneas rectas<br />

de la figura segunda parecen tener distinto tamaño), porque la cosa se me da ya como<br />

unidad, formando parte de ésta las relaciones entre las determinaciones de la cosa<br />

misma.<br />

3 La noción de “juego” es aquí empleada en sentido heideggeriano y no wittgensteiniano, es decir, como<br />

un margen de libertad y no como un conjunto de reglas. En castellano estamos familiarizados con este uso<br />

del término cuando decimos cosas como “este volante tiene mucho juego” o también “es una persona que<br />

da mucho juego”. Tiene un matiz de amplitud o ensanchamiento. Ver: Vattimo, Gianni, Las aventuras de<br />

la diferencia, Ediciones Península, Barcelona, 1986, pg. 186.<br />

4 Levinas, Emmanuel, Teoría fenomenológica de la intuición, Ed. Sígueme, Salamanca, 2004, pg. 51<br />

5 Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999, pg. 37.<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

Una de estas relaciones de las que hablamos y que sin duda forma parte de este<br />

horizonte de percepción es el recuerdo. “Conocer es recordar”, dice el viejo lema<br />

platónico. ¿Admitimos esta idea desde la fenomenología de la percepción?<br />

Concedámosle a Platón el beneficio de la duda y digamos que, en principio, parece que<br />

nuestro aprendizaje depende en gran medida de nuestra memoria. Pero sigamos nuestras<br />

investigaciones fenomenológicas y analicemos las figuras siguientes, esta vez<br />

propuestas por el propio Merleau-Ponty.<br />

En la primera figura tenemos un pequeño rombo; en la segunda tenemos ese mismo<br />

rombo pero integrado dentro de una figura más compleja:<br />

Es evidente que sólo podremos percatarnos del segundo fenómeno siempre y cuando<br />

tenga presente el primero (he de saber qué son los rombos para poder ver rombos), de lo<br />

contrario no vería más que una figura geométrica concreta. En este sentido conocer el<br />

segundo rombo implica en cierta manera recordar el primero, en este caso el recuerdo<br />

funciona como “la puesta en forma de los datos, la imposición de un sentido al caos<br />

sensible” 6 .<br />

Volvamos a Platón. Según lo dicho hasta ahora parece que, efectivamente, conocer es<br />

recordar. Ahora bien, ¿conocer es únicamente recordar? Parece que no; percibir<br />

solamente completar la información que nos llega puramente a través de nuestros<br />

sentidos gracias a los recuerdos, es también prestar atención a aquello que emerge ante<br />

nuestros ojos. Nosotros podemos descubrir un rombo en la segunda figura expuesta<br />

anteriormente; la cuestión es que ese rombo no será el mismo que el de la figura<br />

primera. Percibir no sólo es recordar sino también innovar, aunque los recuerdos sirvan<br />

a enriquecer el horizonte de nuestra percepción.<br />

6 Ibid, pg. 43.<br />

202<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Exigimos a Merleau-Ponty una definición de horizonte que conecte con todo lo dicho<br />

hasta ahora: “El horizonte es, pues, lo que asegura la identidad del objeto en el curso<br />

de la exploración, es el correlato del poder próximo que guarda mi mirada sobre los<br />

objetos que acaba de recorrer y que ya tiene sobre los nuevos detalles que va a<br />

descubrir” 7<br />

3. Segundo cuadro: la corporalidad.<br />

Hasta ahora hemos presentado a Merleau-Ponty como un filósofo de la percepción<br />

influido por la fenomenología y la psicología de la gestalt, pero nos queda afrontar los<br />

elementos más importantes de su filosofía, aquellos que están relacionados con la<br />

experiencia de nuestro propio cuerpo, su motricidad y su relación con el mundo. ¿Qué<br />

es nuestro cuerpo? ¿Cómo nos relacionamos con él? ¿Qué puentes teje entre nosotros<br />

mismos y nuestro mundo?<br />

3.1. La experiencia de nuestro cuerpo.<br />

Cultivemos o no una filosofía del cuerpo, no hay duda de que éste forma parte del<br />

mundo, pero yendo más allá de la mera constatación de este fenómeno, podemos decir<br />

que nuestras acciones están comprometidas directamente con nuestra propia<br />

corporalidad, aunque entendamos esto como una mera limitación. Merleau-Ponty,<br />

presentándose esencialmente como un filósofo del cuerpo, considera que es nuestro<br />

cuerpo aquello que asegura que existan para nosotros objetos. Por lo tanto, mi cuerpo no<br />

es un objeto cualquiera del mundo, es un medio de comunicación entre nosotros y el<br />

mundo. Si vemos, es gracias a que estamos instalados en un cuerpo y, dado este<br />

fenómeno, podemos decir que percibimos objetos. Esta idea está en conexión con todo<br />

lo dicho anteriormente: nuestro cuerpo es el horizonte de nuestra percepción, “el<br />

centinela que asiste silenciosamente a mis palabras y mis actos” 8 . Representamos esta<br />

idea con este sencillo gráfico 9 :<br />

7 Íbid, pg. 88.<br />

8 Merleau-Ponty, Maurice, El ojo y el espíritu, Editorial Paidós, Barcelona, 1986, pg. 11.<br />

9 Obsérvese que la línea superior avanza desde el propio yo, porque la percepción incluye el horizonte<br />

personal de cada cual; en cambio la línea inferior parte del cuerpo, ya que la visión se encarna en él.<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

Percepción<br />

YO (PENSAMIENTO) ↔ CUERPO ↔ MUNDO DE VIDA<br />

Visión<br />

Mi experiencia del cuerpo radica en esta relación expresada por un doble<br />

coimplicador; el primero relacionaría el cuerpo con el mundo de vida (compartido con<br />

otros cuerpos) y permitiría entender el cuerpo como “cuerpo-objeto”, el segundo<br />

relacionaría el cuerpo conmigo mismo y completaría la estructura empírica 10 de la<br />

corporalidad al introducir la noción de “cuerpo-sujeto”.<br />

Pero acerquémonos más a esta idea, contemplemos más de cerca eso que llamamos<br />

nuestro cuerpo.<br />

3.2. La espacialidad y motricidad de nuestro cuerpo.<br />

¿Acaso es nuestro cuerpo un conjunto de músculos, arterias, nervios y órganos?<br />

Científicamente sí, al menos desde la fisiología, pero filosóficamente no. Lo primero<br />

que tenemos que decir es que, fenoménicamente, el cuerpo se presenta como un todo o<br />

esquema que envuelve todos mis miembros. Merleau-Ponty se apoya de nuevo en la<br />

Psicología de la Gestalt, pues ese esquema corporal del que estamos hablando “ya no<br />

será el simple resultado de unas asociaciones establecidas en el curso de la<br />

experiencia, sino una toma de consciencia global de mi postura en el mundo<br />

intersensorial, una forma en el sentido de la Gestaltpsychologie” 11 .<br />

Pero esta forma o esquematismo que acompaña a nuestra percepción es sobre todo<br />

algo dinámico, por lo tanto, se me presentará también como un conjunto de posturas<br />

actuales o posibles, es decir, como una “espacialidad de situación”.<br />

10 La noción de “estructura empírica” la tomamos de Julián Marías. Es en realidad la constatación de los<br />

supuestos circunstanciales que están presentes en todos los órdenes de la realidad. Ver: Marías, Julián,<br />

Tratado de lo mejor, Alianza Editorial, Madrid, 1996, pg. 46<br />

11 Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999, pg. 116<br />

204<br />

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Es este espacio corpóreo lo que, dicho al modo heideggeriano, nos permite abrir el<br />

mundo (dotarlo de sentido, dicho de manera amplia): “El espacio corpóreo puede<br />

distinguirse del espacio exterior y envolver sus partes en lugar de desplegarlas porque<br />

este espacio es la oscuridad de la sala necesaria para la claridad del espectáculo, el<br />

fondo de somnolencia o la reserva de potencia vaga sobre los que se destacan el gesto y<br />

su objetivo, la zona de no-ser ante la cual pueden aparecer unos seres precisos, figuras<br />

y puntos” 12 . La negatividad (el no-ser), que en realidad se refiere a la posición, es<br />

aquello que me permite identificar la positividad (el ser).<br />

Pensemos en nuestra acción de señalar un objeto. Extiendo mi brazo y apunto con mi<br />

dedo a la persona que me acompaña, identificándola con mí gesto: he ahí una persona.<br />

Pero esto lo puedo hacer porque detrás está mi cuerpo, que me permite ejecutar esta<br />

acción. De modo que, recuperando la distinción que hemos introducido hace un<br />

instante, la de “cuerpo-sujeto” y “cuerpo-objeto” (porque mi cuerpo ve y es visible al<br />

mismo tiempo), el cuerpo en sí es una especie de momento intermedio llamado por el<br />

propio Merleau-Ponty “cuerpo fenomenal”, gracias a él y a su disposición a la situación<br />

y la acción el espacio en el que se mueve se convierte en un espacio roturado por<br />

nuestras acciones actuales pasadas y futuras. El espacio es siempre un “espacio<br />

orientado”.<br />

3.3. Cuerpo, temporalidad y lenguaje<br />

A lo que nos conducen todas estas ideas fenomenológicas es, entre otras cosas, a la<br />

destrucción del dualismo sujeto-objeto, tan caro a la modernidad. Esta destrucción se<br />

lleva a cabo desde otras muchas filosofías. Por ejemplo, entre nosotros, desde el<br />

Materialismo filosófico de Gustavo Bueno, que se edificó en los años setenta como una<br />

crítica al psicologuismo promoviendo con ayuda de algunas ideas de Husserl lo que<br />

Gustavo Bueno denominó “noetología”, una disciplina filosófica que ocuparía un puesto<br />

mediador entre la lógica y la psicología (lo que en términos clásicos podría ser<br />

analogable a una “lógica material del concepto”).<br />

Dentro de esta “noetología”, pero también en la entonces prefigurada gnoseología de<br />

la Teoría del cierre categorial, se consideró que la distinción sujeto-objeto era “meta-<br />

12 Ibid, pg. 117.<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

mérica” y que por lo tanto hipostasiaba al sujeto y al objeto de conocimiento. Gustavo<br />

Bueno proponía entender la oposición de forma “dia-mérica”. Se trataba, básicamente,<br />

de dinamizar dialécticamente la distinción aduciendo que el sujeto se enfrenta al objeto<br />

a través de otros sujetos (S-S-O) y que el objeto se puede poner en relación al sujeto a<br />

través de otros objetos (O-O-S). Pero también que el sujeto se enfrentaría de igual<br />

manera a otros sujetos a través de los objetos (S-O-S) y los objetos podrían ponerse en<br />

relación a otros objetos a partir del sujeto (O-S-O). Este “campo noetológico”<br />

seguramente cristalizó en lo que Bueno llamaría posteriormente “campo gnoseológico”<br />

dentro de su teoría de la ciencia 13<br />

Pero muchas otras corrientes filosóficas adoptaron posiciones similares. Por ejemplo<br />

el pragmatismo y la hermenéutica de Martin Heidegger, que en Ser y tiempo pasa a<br />

entender el viejo objeto de la epistemología como el “ente-a-la-mano”.<br />

Nuestro cuerpo dota de significación a las cosas que nos rodean en base a una<br />

intencionalidad encarnada. Vemos un objeto frente a nosotros y en nuestro horizonte de<br />

percepción está incluido el esfuerzo corporal que hemos de efectuar para acercarnos o<br />

alejarnos de él. El significado de lo que nos rodea está “manchado”, si cabe hablar así,<br />

por nuestra propia corporalidad. Esto afecta igualmente a lo que podríamos denominar<br />

“imagen verbal”: “Así como Pedro imaginado no es más que una de mis modalidades<br />

de ser-del-mundo, la imagen verbal no es más que una de las modalidades de mi<br />

gesticulación fonética, dada junto con muchas más en la consciencia global de mi<br />

cuerpo” 14 . Pero no sólo la espacialidad de la percepción se ve comprometida por este<br />

fenómeno, sino también la temporalidad, pues es nuestro cuerpo el que apuntala el<br />

extraño dato que es el recuerdo consciente, es mi cuerpo el que abre las puertas de la<br />

memoria y se convierte en un puente de comunicación entre nuestro pasado y nuestro<br />

presente.<br />

Respecto al lenguaje, reconocemos que éste posee una especie de “interior” formado<br />

por su propia gramática o incluso, si se quiere, su lógica. Pero este interior no está en<br />

absoluto cerrado sobre sí mismo, porque el lenguaje no expresa puros pensamientos<br />

sino también la “toma de posesión del sujeto en el mundo de los significados” 15 . Por<br />

13 Bueno, Gustavo, El papel de la filosofía en el conjunto del saber, Editorial Ciencia Nueva, Madrid<br />

1970, pg. 164 y ss.<br />

14 Íbid, pg. 199.<br />

15 Ibid, pg. 210<br />

206<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


eso el sujeto pensante debe fundarse en el sujeto encarnado, porque estamos en el<br />

mundo ante todo debido a que ocupamos una posición corporal dentro de él.<br />

Es cierto que siempre se ha advertido que la palabra, acompañada del gesto,<br />

transformaba el cuerpo, pero es preciso reivindicar la idea de que es el cuerpo el que<br />

sostiene el pensamiento y la palabra. Es el cuerpo el que habla en base a su espacialidad,<br />

motricidad e intencionalidad.<br />

3.4. El problema de la otreidad. La búsqueda del verdadero trascendental.<br />

Si algo preocupó a Husserl fue encontrar el camino que condujese correctamente<br />

hacia una filosofía trascendental. Suele decirse que lo encontró al final de su vida,<br />

cuando apuntó la posibilidad de cultivar una ciencia de la doxa que fundamentara una<br />

posterior ciencia de la episteme. Pero para ello tuvo que dar un paso complicado:<br />

enfrentarse al problema de la existencia compartida, el propio método fenomenológico<br />

de Husserl impedía saltar por encima de las dificultades y partir sencillamente de una<br />

existencia de los otros situada al mismo nivel que la del observador. Lo importante para<br />

Husserl era rechazar el solipsismo, pues éste forzaba en última instancia a considerar el<br />

significado (y con él la verdad misma) algo relativo y, por lo tanto, resbaladizo.<br />

Este punto de llegada que efectúo Husserl en su última etapa filosófica es uno de los<br />

puntos de arranque de Merleau-Ponty.<br />

Se trata de volver sobre el problema del estatus ontológico y epistemológico del otro,<br />

tal y como éste se me presenta cotidianamente. Evidentemente hay dos órdenes<br />

presentes en el hombre que se entremezclan constantemente, la naturaleza y la cultura.<br />

Todo hombre, dice Merleau-Ponty teniendo presente a Heidegger, está arrojado en la<br />

naturaleza; pero además, también lo está en un mundo cultural o social que lo envuelve.<br />

Ambas dimensiones tienen un encuentro sorprendente en nuestra corporalidad, porque<br />

el cuerpo es un espacio natural y simbólico: “No solamente tengo un mundo físico, no<br />

solamente vivo en medio de la tierra, del agua y del agua, tengo a mi alrededor<br />

carreteras, plantaciones, ciudades, ciudades, calles, iglesias, utensilios, un timbre, una<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 207


Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

cuchara, una pipa” 16 . Tenemos sobre todo utensilios, de hecho en buena medida una<br />

civilización se me manifiesta como tal a través de ellos.<br />

En el mundo cultural el otro se hace presente más que nunca, pero lo hace de una<br />

forma muy particular, bajo la figura del impersonal y el anonimato. El otro es aquí una<br />

figura colectiva. No es el “tú” y tampoco es el “ellos”, es el “nosotros” siendo estudiado<br />

por un miembro de esa colectividad, que parece separarse en su empresa filosófica,<br />

aunque esa separación no sea más que una ilusión. Decía Hegel que “el yo es el<br />

contenido de la relación y la relación misma; es él mismo contra otro y sobrepasa al<br />

mismo tiempo este otro, que para él es también sólo el mismo” 17 . Nosotros decimos<br />

inspirados por esta tesis que el yo presupone siempre al otro, que tomamos conciencia<br />

de nosotros mismos siempre a partir de la otreidad. Ahora bien, cómo se nos da el otro<br />

es algo que es importante investigar.<br />

Para Merleau-Ponty, el otro se me da como no podía ser de otro modo, a través de su<br />

cuerpo: “Los otros hombres jamás son para mí puro espíritu: sólo los conozco a través<br />

de sus miradas, sus gestos, sus palabras, en resumen a través de su cuerpo” 18 . Se<br />

produce entonces un fenómeno curioso: vemos al otro a partir de su cuerpo, pero lo<br />

vemos gracias a que nosotros vivimos en nuestro propio cuerpo, por tanto es la<br />

corporalidad la que asegura tanto nuestro “ensimismamiento” como nuestra “alteración”<br />

(como lo expresaría Ortega y Gasset).<br />

El cuerpo es el verdadero portador del comportamiento. Ahora bien, parece preciso<br />

evitar los razonamientos por analogía, como también supo ver Scheler: “La otra<br />

consciencia no puede deducirse más que si las expresiones emocionales del otro y las<br />

mías se comparan e identifican, y si se reconocen unas correlaciones precisas entre mi<br />

mímica y mis hechos psiquicos” 19<br />

¿Cómo podemos ir más allá de la mera apariencia? ¿Cómo podemos decir que lo que<br />

tengo enfrente no es un mero ser vivo, sino también un hombre? Precisamente en la<br />

medida en que el cuerpo que tengo frente a mí tiene las mismas estructuras que mi<br />

propio cuerpo, en tanto el otro realiza acciones similares a las que yo haría de estar en la<br />

situación del otro. Pero sobre todo, reconocemos que el otro es otro-hombre si estoy<br />

16 Ibid, pg. 359.<br />

17 Hegel, G.W.F, Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 2004, pg. 107.<br />

18 Merleau-Ponty, M, El mundo de la percepción, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pg. 48.<br />

19 Merleau-Ponty, M, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999 pg. 363<br />

208<br />

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dispuesto a que lo sea: “El conflicto del yo y el otro no comienza solamente cuando se<br />

quiere pensar al otro, ni desaparece si uno reintegra el pensamiento a la consciencia<br />

no tética y a la vida refleja; está ya allí si quiero vivir al otro, por ejemplo en la<br />

ceguera del sacrificio. Concluyo un pacto con el otro, me he resuelto a vivir en un<br />

intermundo en el que doy la misma cabida al otro como a mí mismo” 20 .<br />

Debemos, entonces, redescubrir tras el mundo natural el mundo social no como<br />

objeto o suma de objetos sino como campo o dimensión de existencia compartida. Es el<br />

terreno a partir del cual tienen cabida nuestras representaciones y nuestro conocimiento.<br />

Es el fundamento de todo trascendental, pero es preciso ver en qué medida cumple esta<br />

función. Con esto inauguramos el tercero de nuestros cuadros y completamos nuestro<br />

tríptico fenomenológico.<br />

4. Tercer cuadro: el mundo compartido de la percepción.<br />

El “mundo compartido de la percepción” es lo que Husserl denominaba “mundo de<br />

vida” (lebenswelt), aquel que damos por supuesto antes de cualquier tipo de teorización<br />

y que siempre estamos tentados a olvidar. Es el mundo vivido, antes de que sea<br />

comprometido por la ciencia.<br />

4.1. El mundo vivido.<br />

Merece la pena detenerse a considerar en primer lugar, si bien de manera breve, si<br />

Husserl considera a la ciencia como un saber objetivo. Es evidente que la<br />

fenomenología siempre pretendió fundamentar de una vez por todas las ciencias, y<br />

también es evidente que para ello adoptó como método lo que el propio Husserl<br />

denominó como empirismo trascendental. Dicho esto, ¿podemos considerar que la<br />

ciencia se edifica a partir del suelo de la experiencia? El problema es, por supuesto, el<br />

concepto de experiencia que estemos manejando. La idea clásica (que llega hasta el<br />

positivismo) es que, sobre los hechos desnudos, edificamos nuestras teorías. Tras las<br />

críticas acerca de lo que se denominó la “carga teórica de la observación” sabemos que<br />

esto es incorrecto. La experiencia nunca acontece desnuda, siempre va acompañada de<br />

20 Ibid, pg. 368<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

algo. Ahora bien, para Husserl eso que acompaña a la experiencia es el “mundo de<br />

vida” ya que la experiencia científica, ya lo hemos dicho más arriba, presupone la vida y<br />

se remite a ello se quiera o no.<br />

Por todos estos motivos Husserl propone que, dentro del campo de estudio de una<br />

ciencia, entre a considerarse la importancia de los utensilios, los propios científicos, el<br />

ámbito donde se desarrolla la ciencia, etc. Sirva todo esto como un contraejemplo a<br />

aquellos que consideran a Husserl un simple positivista. Una cosa es decir que la ciencia<br />

apunta a la verdad (o que es el “conocimiento objetivo”), y otra muy distinta añadir que<br />

la verdad remite incansablemente a la vida, que permitiría edificar al mismo tiempo la<br />

propia ciencia.<br />

Volviendo a Merleau-Ponty, el “mundo de vida” es también el mundo que percibimos<br />

y que trabajamos entre todos; en el que actuamos y al que la modernidad renunció.<br />

Descartes, tras pronunciar su “vive ocultamente”, cerró sus ojos, renunció a la<br />

apariencia (a la percepción) y encontró la verdad, el cogito. Y tras él, todo lo que se<br />

propusiera encontrar: el espacio, dios, el mundo físico, los animales, etc. Su afán era en<br />

cierta manera positivista: de una certeza sólo pueden seguirse certezas, de modo que la<br />

cadena resultante pasaría a convertirse en una verdadera teoría acerca de la realidad.<br />

Frente a estos planteamientos, sin duda demasiado estáticos, Merleau-Ponty toma los<br />

estudios del último Husserl: el “mundo de vida” es, además, un horizonte gracias al cual<br />

los objetos se me revelan como tales. Nuestro mundo no debe ser entendido como algo<br />

que existe al margen de nosotros. Vivimos en él, y esto implica “vivir-en-la-certezadel-mundo”,<br />

lo que significa a su vez “vivencializar” esa certeza del ser del mundo. En<br />

este sentido, los objetos también forman parte de él, son objetos gracias al mundo,<br />

también están-en-el-mundo. Así pues, llegamos a otro punto importante: el “mundo de<br />

vida” da como resultado la separación (como si se tratase más bien de una decantación)<br />

entre sujeto y objeto. Se reivindica de esta manera otro tipo de conocimiento, el que<br />

surgiría de la praxis vital, de modo que nuestro conocimiento no se reduciría a<br />

planteamientos cientificistas: es preciso renunciar a ocupar la posición de un observador<br />

absoluto y reconocer que “el hecho percibido y de una manera general los<br />

acontecimientos de la historia del mundo no pueden ser deducidos de una cierta<br />

cantidad de leyes que compondrían la cara permanente del universo” 21 .<br />

21 Merleau-Ponty, El mundo de la percepción, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pg. 14.<br />

210<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


4.2. De lo cuantitativo a lo cualitativo. El ser-en-el-mundo.<br />

La diferencia entre el punto de vista de Descartes y el Merleau-Ponty radica en que el<br />

primero presta atención a lo cuantitativo mientras que el segundo presta atención a lo<br />

cualitativo.<br />

Tomemos un ejemplo: la noción de espacio. Para Descartes, el espacio es el medio<br />

donde las cosas están distribuidas según tres dimensiones y donde conservan su<br />

identidad a despecho de todos los cambios de lugar. Pero esta concepción del espacio se<br />

desmorona cuando irrumpe la geometría no euclidiana, entonces el espacio pasa a<br />

concebirse como una curvatura propia, una heterogeneidad de las partes del espacio y de<br />

sus dimensiones que deja de ser sustituible. Se vuelve imposible distinguir las cosas y el<br />

propio espacio.<br />

Según Merleau-Ponty, un cambio similar se habría producido en la pintura. En las<br />

enseñanzas clásicas podía distinguirse perfectamente el dibujo y el color (de hecho, lo<br />

primero precedía a lo segundo). Pero entonces saltó a la escena Cézanne y dijo: “a<br />

medida que se pinta, se dibuja”. La filosofía de Merlau-Ponty quiere percatarse de que<br />

nuestra relación con el espacio no es la de un puro sujeto descarnado y un objeto lejano,<br />

sino la de un habitante encarnado del espacio con su medio familiar. Ciencia, filosofía y<br />

arte parecen empeñarse en superar la modernidad.<br />

4.3. Sobre la pintura.<br />

Antes del célebre “giro copernicano” kantiano, las cosas eran las únicas responsables<br />

de que se produjera eso que llamamos conocimiento. Tras poner Kant el acento en el<br />

sujeto como generador del conocimiento, las cosas mismas fueron relegadas a un<br />

segundo plano y el sujeto casi acabó por devorar al propio mundo. La fenomenología,<br />

en su intento por volver “a las cosas mismas” trató de devolverle al idealismo el rigor<br />

perdido tras los exagerados envites de la metafísica. Se trataba de volver a<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 211


Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

conceptualizar la relación entre el sujeto y las cosas. Merleau-Ponty es el responsable,<br />

entre otros muchos, de incluir el estudio estético en esta relación.<br />

La pintura acude en nuestra ayuda una vez más, porque “vuelve a ubicarnos<br />

imperiosamente en presencia del mundo vivido” 22 . Los objetos de la pintura detienen<br />

nuestra mirada, la interrogan. Nos piden un juicio de valor al manifestársenos de una<br />

determinada manera. Por eso, para Merleau-Ponty, la pintura no es una mera<br />

representación del mundo, sino un mundo en sí misma. Un cuadro es como un pequeño<br />

mundo que podemos contemplar en tan sólo un instante, “su objetivo jamás es evocar el<br />

propio objeto sino fabricar sobre la tela un espectáculo que se baste a sí mismo” 23 .<br />

Todo esto ejemplifica un fenómeno singular: la esencia de las cosas y su manera de<br />

acaecer no pueden disociarse. O también, la forma y el fondo de un objeto van de la<br />

mano en todas nuestras percepciones. De modo que el arte parece ser un pequeño<br />

fragmento de ese mundo de la percepción que se nos da en nuestra práctica vital.<br />

4.4. Sujeto y temporalidad.<br />

Como no podía ser de otro modo, el estudio del tiempo forma parte del trabajo de<br />

Merleau-Ponty, siguiendo los pasos de sus admirados Husserl y Heidegger. Éste último,<br />

en su primera etapa, decía del tiempo lo siguiente: “El Dasein cotidiano que se toma su<br />

tiempo encuentra el tiempo primeramente en lo a la mano y en lo que esta-ahí, en<br />

cuanto entes que comparecen dentro del mundo. El tiempo así experimentado es<br />

comprendido por el Dasein en el horizonte de la comprensión inmediata del ser, es<br />

decir, como algo que en cierto modo también esta-ahí” 24 . El significado del tiempo, su<br />

importancia, ha de ponerse en relación con nuestras nociones de sujeto (o Dasein, en<br />

terminología heideggeriana) y mundo (o mundaneidad y cotidianidad).<br />

Generalmente se habla del sentido del tiempo como se habla del sentido de un<br />

torrente de agua o de una señal de tráfico, apelando a una aparente dirección presente en<br />

toda temporalidad. Pero esta consideración desaparece si consideramos más de cerca las<br />

cosas mismas: el tiempo no es el tránsito del pasado al presente y del presente al futuro.<br />

22 Íbid, pg 59.<br />

23 Íbid, pg 62.<br />

24 Heidegger, Martin, Ser y tiempo, Editorial Trotta, Madrid, 2006, pg. 420.<br />

212<br />

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Nietzsche ya advirtió esto cuando introducía su noción de eterno retorno para romper la<br />

idea tradicional de la linealidad presente en el tiempo 25 .<br />

Supongamos que el tiempo se divide en pasado, presente y futuro. Eso que llamamos<br />

pasado, ¿existió realmente con anterioreidad al presente? Ahora supongamos que sí, que<br />

el pasado es aquello que sucedió antes que el presente. Estamos diciendo entonces que<br />

el tiempo es el tránsito del pasado al presente, y que el pasado es lo que sucede antes del<br />

presente…, presuponiendo ya una idea de tiempo que cuenta con la idea de pasado. Es<br />

un planteamiento que no nos lleva a ningún sitio.<br />

Lo que sucede es que, siempre que hablamos de un acontecimiento pasado, contamos<br />

inconscientemente (esto es, introducimos una creencia no declarada públicamente,<br />

como señalaría Ortega) con un sujeto observador de ese pasado: “Cuando digo que<br />

anteayer las nieves produjeron el agua que ahora está pasando, sobrentiendo un testigo<br />

sujeto a un cierto lugar en el mundo y comparo sus puntos de vista sucesivos”. Es este<br />

sujeto sobrentendido (¿acaso yo mismo?) el que contempla la nieve derretirse y el agua<br />

discurrir por una ladera, hasta “fundirse” conmigo y mi posición de una forma<br />

instantánea y casi mágica.<br />

Sólo para el sujeto hay tiempo, según Merleau-Ponty, mientras que para el mundo y<br />

las cosas mismas sólo hay presente eterno. El tiempo nace en base a la relación que<br />

nosotros efectuamos con las cosas, es pues algo relativo a nuestra posición y nuestro<br />

“campo de presencia”. El propio Husserl pareció llegar a ideas similares cuando<br />

introducía categorías gramaticales al hablar del tiempo: el pasado es un “todavía-no” y<br />

el futuro un “ya-no”, retenciones y protenciones respectivamente.<br />

Observemos el siguiente esquema, realizado por Merleau-Ponty a partir de los<br />

estudios sobre la conciencia interna del tiempo de Husserl, donde las intersecciones<br />

entre las líneas verticales y diagonales representan las modulaciones o escorzos de la<br />

conciencia 26 . Es preciso indicar que en el diagrama original la línea superior no es<br />

bidireccional (tampoco unidireccional), pero consideramos que esta rectificación<br />

nuestra no sólo no es infiel al texto de Merleau-Ponty sino que respeta aún más su<br />

espíritu. Este matiz no está en los análisis del tiempo de Husserl, situados siempre<br />

25 Nietzsche introducía también el concepto de “tiempo kairos”, como el tiempo-instante que llamaría al<br />

superhombre a la acción. Entre nosotros, también Eugenio Trías ha rescatado esta idea en muchas de sus<br />

obras, sobre todo a partir de los años ochenta, en su filosofía del límite.<br />

26 Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999, pg. 425<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

dentro del paradigma de la conciencia y la representación, pero en lo sustancial el<br />

diagrama mantiene aún mucha impronta husserliana.<br />

PASADO A B C FUTURO<br />

A’<br />

B’<br />

A’’<br />

En esencia la línea superior representa el transcurrir del tiempo, pero éste ahora es<br />

relativo a la posición existencial del sujeto. Las líneas perpendiculares verticales<br />

representan “cortaduras” en el tiempo, por ejemplo los recuerdos, pero en esta ocasión<br />

arrastran la idea de vivencia fáctica, acontecimientos sucedidos en el pasado o que están<br />

por venir: “Mi presente se sobrepasa hacia un futuro y hacia un pasado próximos y los<br />

toca allí donde están, en el pasado, en el futuro mismos” 27 .<br />

Las líneas diagonales descendentes, ya sean del presente o del futuro, invaden el<br />

ámbito del pasado una y otra vez. De modo que las tres dimensiones temporales se<br />

mezclan entre sí constantemente y llegan a conformar un todo fenoménico que, si bien<br />

para Husserl estaba a la base de la intencionalidad de la conciencia, para Merleau-Ponty<br />

constituiría el horizonte de temporalidad presente en toda percepción corporal.<br />

5. Apéndice. Fenomenología de la fenomenología.<br />

27 Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaza, Barcelona, 1999, pg. 426. La<br />

influencia de Heidegger es notable en este punto. Pasado, presente y futuro son conceptos temporales<br />

relativos al Dasein y la estructura del cuidado, que consiste en un continuo anticiparse a sí mismo en el<br />

estar-en-el-mundo<br />

214<br />

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Hemos hablado de las líneas principales de la filosofía de Merleau-Ponty, sobre todo<br />

de su Fenomenología de la percepción. Ahora vamos a exponer nuestra fenomenología<br />

de la fenomenología.<br />

Se repite hasta la saciedad: la fenomenología tiene por lema “ir a las cosas mismas”,<br />

ahora bien, qué sean las cosas para la fenomenología es una cuestión algo ardua y que<br />

conviene dejar en suspenso por el momento. Un asunto que requiere un abordaje más<br />

urgente es explicitar en qué consiste el método fenomenológico, sobre todo en la obra<br />

de Edmund Husserl, que es donde más fuerza adquiere. Esto nos permitirá ver cómo se<br />

nos presenta la propia fenomenología y, a partir de ello, encontrar lo esencial de esta<br />

filosofía.<br />

Si entendemos la filosofía (la fenomenología trascendental) como una crítica del<br />

conocimiento y no como un tipo de conocimiento directo al modo de las ciencias, lo<br />

primero que realiza la fenomenología es una puesta entre paréntesis de los juicios<br />

científicos o, más concretamente, de la “actitud natural”. También debemos hacer<br />

abstracción de toda posible metafísica: “Si hacemos abstracción de las miras<br />

metafísicas de la crítica del conocimiento y nos mantenemos puramente en su tarea de<br />

aclarar la esencia del conocimiento y del objeto del conocimiento, entonces tal crítica<br />

es fenomenología del conocimiento y del objeto de conocimiento y constituye el<br />

fragmento primero y básico de la fenomenología en general” 28 .<br />

Esta “crítica del conocimiento” comienza considerando al mundo como una entidad<br />

problemática. Tanto es así, que Husserl pone entre paréntesis su propia existencia como<br />

paso previo a la identificación del sentido último del mundo. Esto es lo que se conoce<br />

como epojé trascendental; cuando realizamos este paso volvemos a la conciencia<br />

intencional, que no se refiere a sí misma sino a las cosas tal y como en ella se dan, a los<br />

fenómenos mismos dados a través de los campos hiléticos (materiales). Es lo que se<br />

conoce como reducción fenomenológica.<br />

Se distinguen entonces dos niveles en la conciencia, el polo noético y el noemático, la<br />

objetualidad y la subjetualidad (entendida, no psicológicamente, sino lógicamente)<br />

respectivamente: “Lo puramente inmanente hay que caracterizarlo aquí, en principio,<br />

por medio de la reducción fenomenológica: yo miento precisamente esto que está aquí;<br />

no lo que ello mienta transcendentemente, sino lo que es en sí mismo y tal y como está<br />

28 Husserl, Edmund, La idea de la fenomenología, Fondo de Cultura Económico, México, 1989, pg. 24<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

dado” 29 . Porque la certeza sobre la cual se apoya la fenomenología no es el “pienso<br />

luego existo” de Descartes, sino que las cosas se me dan en cierto modo y desde una<br />

determinada perspectiva.<br />

Aristóteles, cuando hablaba de lo cognoscible, ofrecía la siguiente tesis: “Desde<br />

luego hay que comenzar por las cosas cognoscibles, pero éstas son de dos clases:<br />

cognoscibles para nosotros y en sentido absoluto, por lo que quizá debemos comenzar<br />

por las cosas conocidas para nosotros […] Porque el principio es el qué y si éste<br />

quedara suficientemente claro, no hará ninguna falta el porqué. Y una persona así ya<br />

tiene, o podría captar fácilmente, los principios” 30 . Parece que nos vamos acercando a<br />

la tarea que se propone realizar la fenomenología: ahora sí podemos determinar que son<br />

las cosas mismas para el proceder fenomenológico.<br />

Qué sea una determinada cosa es algo bastante enigmático. Para la fenomenología es<br />

evidente que la cosa preexiste materialmente, pero también es evidente que siempre<br />

vemos determinados aspectos de la cosa de manera continuada, como si éstos fluyeran a<br />

través de nuestra percepción. El ser, para la fenomenología, se presenta y estudia en<br />

base a distintas ontologías regionales; los campos hiléticos, noéticos y noemáticos.<br />

Ahora bien, en la medida en que la existencia absoluta de la conciencia prima por<br />

encima de cualquier otro tipo de entidad, la preexistencia del mundo material ha de<br />

ponerse en conexión con este fenómeno. Husserl distingue entonces la conciencia<br />

actual de la conciencia potencial. Vistas las cosas desde la primera (desde el acto<br />

mismo de percibir, sentir, temer, etc.) la preexistencia del mundo material no tiene<br />

ningún tipo de importancia; pero vistas desde la potencialidad de la conciencia (el ir<br />

hacia las cosas mismas, por no poner ejemplos de otra índole) presupone la existencia<br />

material de las cosas, que se me dan mediadas por distintos horizontes de aprehensión.<br />

Emmanuel Levinas expresa esta idea diciendo: “El objeto que perdemos de vista no<br />

desaparece de la conciencia, sino que se ofrece bajo su forma potencial, como objeto<br />

de una conciencia actual posible” 31 . Pero, repetimos, la potencialidad de la conciencia<br />

requiere un campo hilético previo.<br />

La cuestión es que, al percibir un determinado aspecto del objeto al que nos<br />

enfrentamos, lo que nos aparece como oculto es completado como si realizásemos una<br />

29 Ibid, pg. 46.<br />

30 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Alianza Editorial, Madrid, 2007, pg. 51<br />

31 Levinas, Emmanuel, La teoría fenomenológica de la intuición, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004.<br />

216<br />

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especie de síntesis dialéctica. Esto lo podemos realizar, dicen los fenomenólogos,<br />

porque por encima de las partes, el todo, manifestado como forma o figura, nos fuerza a<br />

ello; porque en realidad podemos atender a la pared frontal de una casa ya que primero<br />

vemos una casa. En un territorio totalmente desconocido para nosotros no veríamos<br />

nada en sentido estricto porque no conoceríamos los objetos de nuestro alrededor. Dice<br />

Husserl a este respecto: “Viendo [la cosa], la imagino constantemente junto con todos<br />

los lados que en modo alguno me están dados, tampoco bajo la forma de un hacer<br />

presente previo intuitivo. Así pues, la percepción tiene consciencialmente en cada caso<br />

un horizonte perteneciente a su objeto (al objeto en cada caso mentado en ella)” 32<br />

De modo que la fenomenología se nos revela como una suerte de descripcionismo o<br />

empirismo trascendental que accede a la realidad de las cosas que le suministra la<br />

percepción acompañada de un horizonte donde la cosa se me da, porque “la percepción<br />

de una cosa es su percepción en un campo visual” 33 . Las representaciones que tenemos<br />

de las cosas se van ligando en una continua formación temporal (a modo de “río<br />

heraclíteo”) de sentido.<br />

La cosa es, en definitiva, un amalgamado dinámico de determinaciones siempre<br />

abierto a cualquier punto de vista. Pero su identificación plena, nos dice el último<br />

Husserl, requiere de un esfuerzo colectivo: “En este contexto, los co-sujetos de esta<br />

experiencia son, ellos mismos, para mí, y cada uno de ellos es un horizonte abierto e<br />

infinito de hombres que posiblemente se encuentran y que, entonces, entran en una<br />

conexión actual conmigo y entre sí” 34 .<br />

Percepción<br />

Esencia:<br />

Unidad de<br />

síntesis vivencial<br />

Percepción<br />

32 Husserl, Edmund, La crisis de las ciencias europeas, Editorial Crítica, Barcelona, 1991.<br />

33 Ibid, pg. 171<br />

34 Ibid, pg. 173<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

El diagrama es una posible representación de la génesis dialéctica del conocimiento<br />

en Husserl, tal y como se expone sobre todo en Meditaciones cartesianas. Las líneas en<br />

forma de flechas representan las percepciones de la cosa misma tal y como se da, y la<br />

esfera, trazada en línea discontinua, la frontera entre el fenómeno de la cosa misma y su<br />

esencia. Puede sorprender que la esencia de los fenómenos se produzca en base a un<br />

proceso dialéctico, pero así es. Husserl remarca que las esencias son identidades<br />

sintéticas resultado de una multiplicidad de fenómenos vivenciales, que harían las veces<br />

de momentos dialécticos.<br />

En el horizonte se dan absolutamente todas las instancias de percepción (vivencias),<br />

tanto las realizadas como las no realizadas, al mismo nivel. El cogito las tiene todas en<br />

mente. Así por ejemplo, la esencia de un cubo se me presenta “horizontalmente”, en el<br />

sentido que, al mismo nivel que las caras que puedo ver, está la cara que no puedo ver.<br />

Cuando las aúno, se forma una síntesis, una esencia 35<br />

Por supuesto, todo lo dicho está presente en la fenomenología de la percepción<br />

corpórea de Merleau-Ponty. Pero hay ligeras matizaciones. Para empezar, se acentúa el<br />

papel de la visión (encarnada en un cuerpo, que es el de cada cual), por tanto la cosa es<br />

ante todo y sobre todo objeto de nuestra visión. Pero la visión, ¿desde qué punto de<br />

vista? Desde ninguno en particular…, y particularmente desde todos ellos: “Ver, ¿no es<br />

siempre ver desde alguna parte? Decir que la casa no se ve desde ninguna parte, ¿no<br />

será decir que es invisible? No obstante, cuando digo que veo la casa con mis propios<br />

ojos no digo nada que pueda ser contestado […] La casa misma no es la casa vista<br />

desde ninguna parte, sino la casa vista desde todas partes. El objeto consumado es<br />

translúcido, está penetrado por todos sus lados de una infinidad actual de miradas que<br />

se entrecortan en su profundidad y que nada dejan oculto 36<br />

Llegados a este punto, parece que nos hemos topado con el que quizá es el punto<br />

esencial de la fenomenología; es preciso acentuar el giro pragmático que ha efectuado<br />

este particular método filosófico que propone la fenomenología. En rigor, este aspecto<br />

35 Para el análisis detallado de la dialéctica husserliana, ver: Sánchez Ortiz de Urbina, Ricardo, “Adorno y<br />

Husserl: dos dialécticas”, El Basilisco nº 5, 1978.<br />

36 Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999, pg. 88<br />

218<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


pragmático siempre estuvo presente en la fenomenología 37 , pero en este rumbo<br />

existencial que hemos tratado de caracterizar desde el inicio de estas páginas cobra<br />

mucha más fuerza al menos en dos sentidos:<br />

A) En el caso de Merleau-Ponty y su corporalización de la existencia y la conciencia<br />

humanas, la perspectiva conlleva más que nunca un matiz de movilidad o acción<br />

imposible de obviar.<br />

B) Al volver sobre el mundo de la vida y reconocer la otreidad, la suma de<br />

perspectivas ya no se daría tanto en la conciencia individual sino en la acción conjunta o<br />

compartida. Dicho al modo de Husserl, en el “vivir-los-unos-con-los-otros”. El papel<br />

que ocupa ahora la conciencia es simultáneo al de la propia acción.<br />

Podemos decir que, con esto, subrayamos el aspecto práctico de la fenomenología.<br />

Estamos ante una filosofía que, desde esta fuerza conceptual (pensemos en los primeros<br />

trabajos de Husserl), tiende constantemente a proponer ejemplos u objetos de análisis<br />

conocidos por todos nosotros. Objetos con los cuales ya estamos familiarizados. Pero se<br />

trata precisamente de eso: de atender a lo cotidiano, a lo que damos por hecho. Es por<br />

ello que, al tratar de encontrar ese sentido perdido de las cosas que realmente más nos<br />

importan (un triángulo, el color rojo, pero también la casa que vemos desde nuestra<br />

ventana o la habitación que nos envuelve mientras escribimos), la fenomenología se nos<br />

revela como una filosofía tremendamente edificante, como un proceder que se<br />

preocupa, por encima de todo lo demás, de lo experimentado, lo verificado y lo<br />

comunicable.<br />

Es posible que con esto nos estemos separando un tanto de lo que se puede leer en los<br />

textos fenomenológicos, pero desde luego estamos siendo más fieles que nunca a lo que<br />

se puede comprender de ellos. Todo aquel que quiera internarse en la fenomenología,<br />

más concretamente en la obra de Husserl, ha de saber que se encontrará ante uno de los<br />

filósofos más comprometidos que haya habido; comprometido con nuestra visión del<br />

mundo, un compuesto de fenómenos que cada uno percibe de cierta manera, pero que es<br />

el mismo para todos nosotros. Esta es, quizá, la lección esencial de la fenomenología.<br />

37 La mayor parte de los fenomenólogos, al menos los que se preocuparon en mayor medida de asuntos<br />

epistemológicos, suelen hacer hincapié en la necesitad de “poner atención” o “fijarse” en las cosas que<br />

nos rodean como una modalidad de la intencionalidad de la conciencia. Este aspecto activo del<br />

conocimiento es, por supuesto, herencia del kantismo más estricto. No se pierda de vista que Kant<br />

subrayó a lo largo de toda su vida la primacía de la razón práctica sobre la razón teórica.<br />

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Pérez Riobello, Asier: «Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo»<br />

Terminamos planteando lo que consideramos como uno de los temas filosóficos más<br />

importantes de nuestro tiempo: ¿En qué sentido puede proponerse una filosofía<br />

fenomenológica de la cotidianeidad que pretenda ser al mismo tiempo racional? El no<br />

ser capaces de responder no ha de ser visto como un inconveniente, sino como el<br />

privilegio de poder seguir preguntando.<br />

7. Bibliografía básica.<br />

Heidegger, Martin, Ser y tiempo, Editorial Trotta, Madrid, 2006.<br />

Husserl, Edmund, Idea de la fenomenología, Fondo de Cultura Económico, México, 1989<br />

–– La crisis de las ciencias europeas, Editorial Crítica, Barcelona, 1991<br />

Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, Editorial Altaya, Barcelona, 1999<br />

–– El mundo de la percepción, Fondo de Cultura Económica, México, 2003<br />

–– El ojo y el espíritu, Editorial Paidós, Barcelona, 1986.<br />

Levinás, Emmanuel, La teoría fenomenológica de la intuición, Sígueme, Salamanca, 2004<br />

220<br />

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El ego transcendental a debate<br />

Pelayo Pérez<br />

Oviedo<br />

Las repercusiones del artículo de Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina 1 , acerca del<br />

Ego transcendental y de su supresión, como señala en su respuesta Alberto Hidalgo en<br />

estas mismas páginas, están mostrando no sólo la transcendencia del asunto, sino la<br />

potencia del planteamiento y del talento de los autores en él implicados, como por otra<br />

parte no podía ser de otro modo, pues no es un asunto que ‘cualquiera’ pueda abordar ni<br />

de cualquier manera. Se requiere, obvio es decirlo, haber recorrido el entramado<br />

filosófico, cuanto gnoseológico, pero también, y con acuidad como es el caso, haber<br />

experimentado durante años la cuestión fenomenológica por excelencia, la cual tiene<br />

precisamente en la subjetividad su anclaje y sus modulaciones diversas, pero también la<br />

fuente de controversias y reflexiones que, claro está, desbordan a la propia<br />

fenomenología en cuanto tal.<br />

Nuestro papel, agradecido y pregnante, enriquecido y estimulado por el prisma<br />

que construyen los ‘protagonistas’ aquí implicados, debe limitarse a estas notas<br />

mediadoras e introductorias, por más que deseáramos, incluso en este formato, ampliar,<br />

comentar, extender lo que el texto publicado explicita con el enriquecido bagaje de los<br />

comentarios peripatéticos al respecto con Alberto Hidalgo, por caso, o las charlas en las<br />

terrazas veraniegas con Sánchez Corredera y los correos electrónicos que cubren las<br />

distancias entre nosotros y Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, núcleo principal de esta<br />

diatriba fértil y agradecida sin reparos por todos.<br />

Román Garcia, que dirige esta Revista y que como tal oficia, ha participado<br />

también en estas series interrogativas y me insta a publicar ya la importante respuesta de<br />

Alberto Hidalgo, la cual sin duda generará nuevas ocasiones de encontrarnos en este<br />

1 .- Sánchez Ortiz de Urbina, Ricardo: ¿Para qué el Ego Transcendental?.<br />

http://www.revistadefilosofia.org/18-02.pdf<br />

Exite tambien unas objeciones de Siverio Sanchez Corredera y la repuesta de Ortiz de Yrbuba en el<br />

<strong>número</strong> 19<br />

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Pérez, Pelayo: «El ego transcendental a debate»<br />

foro que, así, va adquiriendo una calidad y una viveza filosófica hoy día tan escasa,<br />

cuando no escamoteada o disfrazada, como comprobamos una y otra vez en tantas<br />

publicaciones, estén pegadas a la tierra o mirando al cielo.<br />

La decisión de dividir la respuesta de Hidalgo en dos partes, fue mía, pero<br />

aceptada y compartida por el autor, como él mismo explica en el resumen introductorio<br />

a su respuesta; los lectores encontrarán ya una referencia al texto de Corredera y su<br />

encaje en el espacio antropológico, por lo cual, bajo esa rubrica nos parecía más<br />

oportuno dejar esos comentarios para una siguiente ocasión, permitiendo así una lectura<br />

pausada y centrada, en aspectos determinantes, como son, en este caso, los conceptos de<br />

‘transcendental y de gnoseológico’ en juego.<br />

Así pues, con esta primera parte, continuamos con el debate en torno al Ego<br />

Transcendental y esperamos que nuestro común amigo, Ricardo Sánchez Ortiz de<br />

Urbina, siga provocándonos, estimulándonos y regalándonos sus incisivas como<br />

decisivas reflexiones definitorias de su materialismo fenomenológico.<br />

Aclaremos, por último, como Hidalgo mismo nos hizo saber, que su respuesta<br />

se sitúa en la necesidad de encuadrar y ‘encajar’ este despliegue fenomenológico en el<br />

espacio, digamos, del materialismo filosófico, en tanto en cuanto no es un materialismo<br />

fenomenológico, sin que ello quiera decir que uno u otro se excluyan. Pero su resumen<br />

adjunto aclara perfectamente la diana y la dirección de su crítica, como comprobará el<br />

lector.<br />

Este encuadre, y ajuste a la metodología y al espacio filosófico, recoge algunas<br />

de las implicaciones del seísmo causado por Ortiz de Urbina; pero a nuestro entender<br />

no se mueven en el mismo plano, ni lo pueden hacer por otra parte. El lector deberá<br />

tener en cuenta esto, problema ya clásico en fenomenología, y al que hace mención<br />

Hidalgo a propósito de los egos, y recogido en el polémico texto acerca de la VI<br />

meditación, de Eugen Fink (cfr. VI Cartesianische Meditation. Teil 1. Die Idee einer<br />

Tranzendentalehren. Kluwer Ac. Publischer, 1988. Hay traducción francesa en Jérôme<br />

Millon, 1994, y también un artículo extenso y fructífero al respecto de J. San Martín con<br />

222<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez, Pelayo: «El ego transcendental a debate»<br />

ese mismo título.) Pero sin llegar a estas exigencias, el “corte” entre lo facticial y lo<br />

factual, entre el “lenguaje” y la “lengua”, así como el problema de las ‘instituciones” y<br />

de la arquitectura del sentido, recorre toda la polémica y estas respuestas. Todo ello<br />

plantea problemas, no de oposición, dualidad o semejantes, sino acaso de perspectivas<br />

y, como planteaba Fink, de “lenguajes” (el filosófico y el fenomenológico... que tiene<br />

que valerse del primero no obstante). Perspectivas a las que nos obligan las lecturas<br />

atentas de los implicados en este debate, y al cambio de posiciones, de dimensiones<br />

diríamos, incluyendo a quien esto escribe, en cada caso.<br />

Como quiera que los nombres de Marc Richir o Henri Maldiney, poco<br />

conocidos entre nosotros, aunque solo sea por no haber sido traducidos, y porque son<br />

autores alejados de los medios sociológicos habituales a la filosofía dominante,<br />

prepararemos un dossier para darlos a conocer en la Revista, sin que ello implique un<br />

exhaustivo tratamiento de su obras que, aunque leídas, requieren, ya lo advertimos, un<br />

cuidado análisis y unas relecturas reposadas, a las que este debate contribuye. Su<br />

influencia y su inexcusable referencia, como es el caso de Ricardo Sánchez Ortiz de<br />

Urbina, nos obliga a ello, y no dudamos que todo este movimiento del pensar<br />

contribuye a enriquecer los espacios, un tanto esclerotizados, del propio materialismo<br />

filosófico que propugnamos.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept 2008). http://www.revistadefilosofia.org 223


«Egos trascendentales» y «caballos de Troya».<br />

Primera Parte.<br />

Apunte sobre lo «trascendental» en el materialismo.<br />

Alberto Hidalgo<br />

Universidad de Oviedo<br />

Resumen<br />

La propuesta gnoseológica de Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina de retirar al Ego<br />

trascendental sus funciones gnoseológicas no es inocua para el materialismo. Tiene<br />

consecuencias ontológicas y socio-antropológicas. En esta primera parte se ilustran las<br />

primeras, discutiendo las diferencias entre el materialismo filosófico del Gustavo<br />

Bueno, tal como aparece formulado en sus textos canónicos, y el materialismo<br />

fenomenológico, que propone Urbina a propósito de lo “trascedental”. Para ello uso<br />

como filtro crítico un tercer materialismo, el de Gilles Deleuze, sobre cuya filosofía<br />

nómada sólo se efectúan unos apuntes esquemáticos, pero suficientes para «espantar» a<br />

los fantasmas de la razón. La referencia a Deleuze en el debate sobre las consecuencias<br />

ontológicas que trae el planteamiento de Urbina es obligada, no sólo por las<br />

prevenciones que manifiesta Urbina en su texto «a causa de su radicalidad», sino sobre<br />

todo, porque sus propuestas estaban ya presentes (como referencia implícita) en las<br />

propias formulaciones iniciales del materialismo filosófico.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008) 225-239. http://www.revistadefilosofia.org


«Egos trascendentales» y «caballos de Troya».<br />

Primera Parte.<br />

Apunte sobre lo «trascendental» en el materialismo.<br />

Alberto Hidalgo<br />

Universidad de Oviedo<br />

En los párrafos que siguen quiero plantearle a Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina 1<br />

dos problemas que me suscita su propuesta de supresión del Ego trascendental para<br />

lograr que entren en contacto directamente las experiencias empíricas de los sujetos con<br />

la materia misma. Ambos afectan al uso de dos términos característicos del argot<br />

filosófico: «trascendental» y «gnoseológico». Pero el asunto mayor, la supresión del<br />

Ego trascendental por motivos gnoseológicos, tiene implicaciones tanto ontológicas<br />

como socio-antropológicas. En efecto, en su propuesta inicial Urbina evita el término<br />

«trascendental», pero abusa de «gnoseológico», lo que suscitó lógicas suspicacias socioantropológicas<br />

en Silverio Sánchez Corredera, de las que me ocuparé en un segundo<br />

momento. Al objeto de observar mejor las diferencias entre el materialismo filosófico de<br />

Gustavo Bueno, tal como aparece formulado en sus textos canónicos, y el materialismo<br />

fenomenológico, que propone Urbina, uso como filtro crítico un tercer materialismo, el<br />

de Gilles Deleuze, sobre cuya filosofía nómada no puedo hacer, sin embargo, más que<br />

unos apuntes esquemáticos, a sabiendas de que estaba destinada, como decía M.<br />

Foucault, a «desilusionar» a los fantasmas de la razón. La referencia a Deleuze en el<br />

debate sobre las consecuencias ontológicas que trae el planteamiento de Urbina es<br />

obligada, no sólo por las prevenciones que manifiesta Urbina en su texto «a causa de su<br />

radicalidad», sino sobre todo, porque sus propuestas estaban ya presentes (como<br />

referencia implícita) en las propias formulaciones iniciales del materialismo filosófico.<br />

En ese sentido se justifica también que no tome en cuenta otras referencias<br />

materialistas actuales que ponen al cuerpo en el centro de sus reflexiones y que un<br />

1 .- Sánchez Ortiz de Urbina, Ricardo: ¿Para qué el Ego Transcendental?.<br />

http://www.revistadefilosofia.org/18-02.pdf<br />

Existe también unas objeciones de Silverio Sánchez Corredera y la repuesta de Ortiz de Urbina en el<br />

<strong>número</strong> 19<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 225


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

debate más amplio debiera tener en cuenta, además de la tradición fenomenológica a la<br />

que se acoge Urbina 2 .<br />

Si por «trascendental» entendemos simplemente la reflexión sobre el «hacer<br />

gnoseológico», es decir, sobre la praxis de la conciencia en el proceso de su constitución y<br />

de la constitución del mundo [M] o [M i ] es obvio que Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina<br />

dinamitaría su propia escritura en el momento en que negase tal dimensión. Pueden<br />

pedírsele explicaciones entonces sobre el no-uso del término en su primer artículo, salvo en<br />

las dos expresiones en que aparece explícito: «ego trascendental» e «ilusión trascendental».<br />

Interesa la segunda, porque remite de entrada a ciertos elementos críticos constantes en la<br />

percepción de Urbina. En efecto, la cancelación de la interfacticidad de la pluralidad de<br />

singulares E 1 absolutos y anónimos, sea mediante el recurso a un posible imaginario o<br />

mediante la totalización de E 1 en un E 2 «funcional» se considera una «surrepción en la<br />

forma de una ilusión trascendental» (p. 70) 3 y de ese planteamiento no parece apearse<br />

Ricardo en su respuesta a Silverio Sánchez Corredera. ¿Es, entonces, la “totalización” (toda<br />

totalización filosófica) un engaño o la insidia consiste en el uso de “funciones”, que<br />

provocan la evacuación de lo singular en moldes vacíos?<br />

Lo que sí resulta sintomático en tal respuesta es el recurso a «la posición extrema»<br />

de Deleuze para quien también «la representación es el lugar de la ilusión trascendental». Y<br />

es cierto que el materialismo como filosofía de la repetición o de la multiplicación<br />

distributivista (lógica) de lo idéntico abomina del principio de la analogía como ratio<br />

essendi. Arguye Deleuze que «para la representación es preciso que toda individualidad sea<br />

personal (Yo), y toda singularidad, individual (Sí Mismo)…. Resulta forzoso a partir de<br />

entonces, que lo sin-fondo sea representado desprovisto de toda diferencia, puesto que está<br />

desprovisto tanto de individualidad como de singularidad… Sin embargo, el Yo, como yo<br />

pasivo, no es más que un acontecimiento que ocurre en campos de individuación previos:<br />

contrae y contempla los factores individuantes de dicho campo, y se constituye en punto de<br />

resonancia de sus series. Igualmente, el Yo como Yo fallido deja pasar todas las Ideas<br />

2 Me refiero naturalmente a la trasdición pragmatista americana y, en particular, a la obra de George<br />

Lakoff y Mark Johnson (1999) Philosophy in the Flash. The Embodied Mind and its Challenges to<br />

Wertern Thought, (Basic Books, New York), pese a que la llamada Embodied Philosophy (filosofía<br />

corpórea o encarnada), esté demasiado impactada por el pregnante carácter metafórico del lenguaje . De<br />

ella pueden encontrarse abundantes referencias en Internet (wikipedia.org/wiki/Embodied_philosophy, el<br />

artículo “Embodied Cognition” en http://www.iep.utm.edu/e/embodcog.htm, etc.)<br />

226<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

definidas por sus singularidades, previas ellas mismas a los campos de individuación» 4 . La<br />

crítica a la representación como ilusión exterior límite (trascendental, por tanto) es lo que<br />

abre paso, según Deleuze, al simulacro y a su sistema de categorías que Urbina tanto<br />

denuesta por ser la noche blanca de los gatos pardos 5 . Ahora bien «el sistema del simulacro<br />

afirma la divergencia y el descentramiento» para Deleuze, mientras para Urbina lo que<br />

caracteriza al espiritualismo es justamente «el centramiento en el ser que es correlativo del<br />

centramiento en el sujeto». Exige Urbina a los registros gnoseológicos que analiza las<br />

propiedades de «disociación, inercia ytraspasibilidad» mientras Deleuze usa, entre otros,<br />

los categoremas de «series dispares» (2º), de «puros dinamismos espacio-temporales» (5º) y<br />

«centros de envolvimiento que dan fe de la persistencia (tanto de las cualidades como de las<br />

extensiones)» (7º), lo que, sin duda, enriquece el propio concepto de inercia, y finalmente<br />

las «resonancias internas» (4º) asimilables con ciertas formas de traspasibilidad por<br />

acoplamiento.<br />

El paralelismo entre ambos materialismos hace tanto más sospechosa la celeridad<br />

con la que en su respuesta a Silverio Sánchez, (quien, por cierto, tilda a Deleuze de<br />

positivista por su recurso a las «máquinas deseantes» y lo asimila a Hume, de forma harto<br />

discutible), se desmarca Urbina del francés, cuya «filosofía del Afuera» define «por<br />

oposición a la fenomenología y al idealismo trascendental». No diré nada aquí del dudoso<br />

diagnóstico de Waldenfels, que sitúa a Deleuze en los antípodas de la fenomenología 6 , pero<br />

no puedo pasar por alto que el materialismo de la diferencia sea tildado de solución radical<br />

en la que no hay «ni trascendentalidad, ni subjetividad», porque al quedar reducida «la<br />

subjetividad» al subproducto de un mero «pliegue del ser», no sólo se niega función alguna<br />

al Ego trascendental, sino que «nos retrotrae a posiciones prekantianas». Dejando de lado<br />

que la descalificación genérica de ser prekantiana afecta, según muchos, a la propia<br />

doctrina de los tres géneros de materialidad de Gustavo Bueno (porque bebe de Wolf), lo<br />

que no me parece consistente es que Urbina pretenda zafarse del materialismo «nómada»<br />

3 Cito por el texto que aparece en papel en el BOLETÍN nº 8 de la SAF<br />

4 Gilles Deleuze (1968), Diferencia y repetición, Júcar, Gijon, 1988; pp. 437-8, traducción de A. Cardín<br />

5 No obstante, ese mundo del «se» o del «ellos» es justamente lo que trata de superar la filosofía de la<br />

diferencia: «Que lo sin-fondo carezca de diferencia, a pesar de su hormigueo interno, es la ilusión límite,<br />

la ilusión exterior de la representación, que resulta de todas las ilusiones internas. ¿Y qué son las Ideas,<br />

con su multiplicidad constitutiva, sino esas hormigas que entran y salen por la falla del Yo?» Ibid., p.438<br />

6 B. Waldenfelds (1997), De Husserl a Derrida. Introducción a la fenomenología, Paidós. Barcelona. Las<br />

relaciones de Deleuze con la fenomenología son objeto del minucioso e insuperable rastreo de Alain<br />

Beaulieu. Gilles Deleuze et la phénomenologie, Sils Marie, Bélgica, 2004<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept 2008). http://www.revistadefilosofia.org 227


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

(recuérdese que el movimiento viene de nomos, por oposición al logos sedentario de la<br />

representación) conservando la «subjetividad» para preservar las funciones de lo<br />

«trascendental». Tal maniobra, en efecto, no resuelve la cuestión de fondo que le permitiría<br />

mantenerse en el «filo del materialismo» sin «retroceder» a la pura exterioridad del fluir<br />

repetitivo de la diferencia. ¿Acaso no hay registros específicamente trascendentales, que no<br />

se correspondan con un Ego? Si el objetivo que persigue Urbina es exclusivamente despojar<br />

al Ego trascendental de su lugar privilegiado en el materialismo filosófico, en tanto que<br />

mediador universal entre la Materia y el Mundo, ¿acaso no logra ese mismo objetivo el<br />

materialismo estructuralista de la diferencia? ¿No sorprende que en todo este ejercicio no<br />

aparezca menciona da la Idea clave del materialismo filosófico, la symploké, que si no me<br />

equivoco es la Idea que nos permite tener acceso a la propia Idea de Materia? O preguntado<br />

de otra forma, ¿en qué consiste realmente ese «registro fenomenológico sin Stinftung» al<br />

que apela Ricardo como soporte real o fundamento de las funciones cognitivas<br />

antepredicativas de las experiencias que se reconocen implícitamente como humanas? ¿O<br />

es que la symploké, en virtud de su trasfondo técnico y su semántica cinegética es también<br />

otro engaño, otra trampa que hay que evitar?<br />

Basta esta breve alusión a Deleuze (quien no prescinde de la trascendentalidad más<br />

de lo que lo hace Urbina) para mostrar que la polémica suscitada entre el sedicente<br />

planteamiento gnoseológico de éste y el más antropológico de Silverio Sánchez Corredera<br />

acerca del Ego trascendental sólo indirectamente tiene que ver con la realizada en<br />

noviembre de 2006 por Javier Pérez Jara acerca de la necesidad intrínseca que tendría el<br />

materialismo filosófico de apelar a una instancia crítica de textura claramente idealista (por<br />

lo que debiera exorcizarse para que no pudiera “colarse” en el sistema materialista como<br />

una suerte de caballo de Troya terminológico semejante entidad trascendental). Ningún<br />

materialismo estructuralista puede dejar de plantear las cuestiones de la subjetividad y del<br />

alcance de sus categorías, pues el caballo de Troya insoslayable es siempre el hecho de que<br />

todo filósofo piensa encarnado en un Yo corpóreo, en una conciencia corpórea. En este<br />

sentido, todos los contendientes en este debate damos por supuesta la naturaleza<br />

“materialista” de la escueta y airada respuesta del propio Gustavo Bueno recordando la<br />

naturaleza relacional (múltiple, social) y práxica (operatoria, semoviente) del Ego<br />

trascendental, en tanto que «proceso recurrente de paso al límite de las relaciones de<br />

identidad (terciogenéricas) al que tienden los sujetos operatorios (segundogenéricos,<br />

228<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

alineados en el eje pragmático: autologismos, dialogismos, normas) en tanto<br />

interactúan, a través de sus individuos o términos corpóreos (primogenéricos) en el<br />

proceso de constitución del Mundo». Esta respuesta canónica supone cristalizado el<br />

sistema buenista en términos tanto de la ontología de los Ensayos como de la gnoseología<br />

del cierre categorial. Lo que plantea Urbina en el siglo XXI, sin embargo, no concierne<br />

tanto al carácter materialista de esta instancia crítica de carácter intersticial que funciona<br />

lógicamente y de forma derivada cuando ya las «identidades» (también derivadas) han sido<br />

constituidas, cuanto a las consecuencias que se derivan precisamente del tajante postulado<br />

materialista de que la racionalidad misma se da a escala del cuerpo humano y supone, por<br />

tanto (al menos en el regressus crítico), una situación «originaria» en la que los sujetos<br />

concretos operan, en el límite de su disolución, el descentramiento de los términos<br />

corpóreos individuales carentes de «identidad». O dicho de otro modo, ¿cómo si el sujeto<br />

operatorio es corpóreo (finito, esférico, espacio-temporalmente ubicado) puede ser<br />

trascendental?<br />

El Ego Trascendental (al margen de sus orígenes fenomenológicos, como veremos)<br />

funciona en el sistema materialista de Gustavo Bueno como la clave de bóveda del mundus<br />

adspectabilis, cuyo estatuto crítico actúa como agujero o lumbrera por el que se transita de<br />

la Idea de Materia ontológico-general a las materialidades que se condensan en el lado de la<br />

ontología especial. No es que Urbina por acudir a la fenomenología genética suponga la<br />

existencia de un origen esencial o algo por el estilo, más allá del aparecer que es el plano<br />

fenoménico, evasivo en el que desarrolla su discurso. Ricardo Sánchez parte de los logros<br />

gnoseológicos del materialismo filosófico desde los que critica a Husserl y a toda la<br />

filosofía moderna por haber colocado en el núcleo originario de la fenomenología la<br />

conciencia reflexiva, cuyas vivencias inmanentes quedan esencializadas trascedentalmente<br />

y niega a una con Deleuze que la subjetividad se funde en las representaciones. Ambos<br />

quieren regresar a los componentes materiales que se usan en la construcción de la<br />

perspectiva trascendental, donde se puede prescindir de los Egos, pero no de las<br />

“experiencias” que los constituyen. Este problema se plantea también en los Ensayos<br />

Materialistas en sus propios términos, que son los que definen lo que, sin exageración,<br />

podríamos denominar el estructuralismo dialéctico de Gustavo Bueno o el constructivismo<br />

estructural (como el mismo lo bautizó en El Papel…, p. 258). Si el caballo de Troya del<br />

materialismo se quiere localizar en las arenas de la trascendentalidad, que se hunden en el<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept 2008). http://www.revistadefilosofia.org 229


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

piélago sin fondo de la Materia, no porque desaparezca misteriosamente, sino porque es uno<br />

de los componentes de ese fondo material, será preciso analizar simultáneamente las<br />

justificaciones que los materialistas hacen de su aparición en el discurso filosófico. Pues<br />

tengo para mi que la “deconstrucción“ (derridiana) del Ego Trascendental que Urbina<br />

propugna se parece mucho a la tarea de un deshollinador que intenta despejar la lumbrera<br />

gnoseológica de una cúpula para que “corra el aíre” y se ventile el ambiente “ideológico”<br />

producido por el “descenso a la caverna”. «En mi opinión, dice al final de sus explicaciones<br />

a Silverio Sánchez, si retiramos el tapón de E, fluye con toda naturalidad la ampliación que<br />

propongo». Pero la pregunta que queda pendiente es ¿qué pasa con la bóveda del sistema?<br />

¿Qué ocurre con su symploké? La ampliación del sistema materialista que propugna Urbina<br />

¿no pone en peligro el antiguo edificio? ¿Se conservan los cimientos, las paredes maestras,<br />

el alzado las galerías? Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, descendiente de arquitectos,<br />

debiera aclarar que si además de desmontar el Ego trascedental, quiere acabar con la<br />

representación como Deleuze, porque quizá entonces haya que reconvertir el edificio, que<br />

deja de ser un theatrum mundi.<br />

Comencemos, así pues, por Gustavo Bueno, cuya esforzada dramatización<br />

ontológica ha ocupado el centro de la escena española, sin que (a diferencia de lo ocurrido<br />

con otros «artistas» españoles) hasta la fecha haya sido invitado a debutar en París, pese a su<br />

filiación polémica con el estructuralismo francés. En efecto, los procesos paralelos de<br />

constitución del sujeto (o de la conciencia, E, en tanto que sujeto) y del mundo material (o<br />

de la Materia, M, como Mundo) se ejecuta en el progressus, según Bueno, por medio de los<br />

Tres Géneros de Materialidad en los Ensayos. Pero el rasgo de trascendentalidad viene<br />

arrastrado desde el regressus por lo que en la página 104 de El papel de la Filosofía en el<br />

conjunto del saber se definió como Materia Trascendental (M.T., siglas que con muy mala<br />

leche los “analíticos” de nuestro país interpretaron como Modus Tollens), pero que en el<br />

libro en cuestión se define con toda precisión como «el límite universal» al que en cada<br />

momento histórico llega la razón crítica en su proceso de trituración de todas las partes<br />

en todos los marcos. En tanto que idea límite de la razón hay un claro contagio de la<br />

terminología kantiana, que sólo queda corregida en el materialismo por la pretensión<br />

estructuralista de geometrización que subtiende toda la obra de G. Bueno. De hecho,<br />

leemos en la citada página que «M.T. es algo así como el “espacio o universo<br />

230<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

ontológico” que contiene virtualmente todas las formas, a la manera como el espacio<br />

geométrico contiene virtualmente todas las figuras» 7 .<br />

Retengamos este concepto porque de acuerdo con él se procede a definir la<br />

Filosofía como un proceso sustantivo y contradictorio, tendente a construir una<br />

«totalización trascendental crítica», de modo que la trascendentalidad aparece como un<br />

rasgo vinculado a la conciencia filosófica y resulta superflua fuera de este contexto de<br />

autojustificación dialéctica del oficio filosófico. «Por consiguiente, concluiríamos que las<br />

autojustificaciones del oficio filosófico se mueven siempre en un plano trascendental, y<br />

cualquier otra justificación desarrollada en otro plano (“se filosofa para poder<br />

desarrollar las matemáticas, o para dirigir a los pueblos”) es siempre oblicua y parásita».<br />

Como totalización trascendental ejercida por filósofos la M.T. carece de toda capacidad<br />

causal material y funciona como un límite de la propia racionalidad. Aquí difiere<br />

Gustavo Bueno de G. Deleuze, pues al negar toda positividad metafísica a la M.T. la<br />

reduce a un «concepto puramente negativo» 8 sin poner por detrás de la misma la<br />

afirmación de las diferencias. Pero este diagnóstico sólo puede ser verificado a propósito de<br />

las respectivas autoconcepciones filosóficas de ambos materialistas, no así por lo que<br />

respecta a los análisis categoriales como puede comprobarse en la crítica que se hace al<br />

corte epistemológico de Althusser en el Ensayo sobre las categorías de la economía<br />

política 9 . Confirmando el diagnóstico en cuanto al regressus filosófico a la M.T., es cierto<br />

que mientras G. Bueno se pone en línea más con Platón, Kant, Hegel y Marx, G. Deleuze<br />

quiere seguir la senda de Duns Scoto, Espinosa y Nieztsche, si bien ambos explican la<br />

ausencia de determinación de forma muy similar: «la M.T. no es la pura indiferencia (i.e. no<br />

7 G. Bueno (1970). El papel de la Filosofía en el conjunto del saber, Ed. Ciencia Nueva, Madrid, p. 104<br />

8 Ibid. p. 107<br />

9<br />

«El esquema del cierre categorial nos presenta, originariamente, el proceso de establecimiento de<br />

conexiones positivas que, por el hecho de estar dadas, determinan la sustantivación de un campo, en<br />

virtud de un mecanismo análogo al de la causalidad circular. “Omnis determinatio est negatio”. Es la<br />

realidad positiva, la positiva conexión entre las cosas, lo que genera su separación, y no al revés. Poner el<br />

corte epistemológico en el principio de la inteligibilidad racional es tanto como reiterar, en Gnoseología,<br />

la tesis metafísica de la potencia de la negación, reiterar la imagen mítica según la cual en el Principio era<br />

el Caos, el ápeiron, hasta que la separación de las partes –separación determinada por una escisión que<br />

puso a un lado el Cielo y al otro la Tierra– hizo posible que surgiese la luz frente a las Tinieblas (¿Acaso<br />

las clases sociales han brotado por la potencia de la negación, por la virtud de una gratuita alienación?).<br />

Más que al concepto de apeiron de Anaximandro, habría que mirar al concepto de sphairos de<br />

Empédocles para encontrar el esquema de aquello que se separa, a consecuencia de una unión previa,<br />

frente al esquema de aquello que se une, a consecuencia de una buena separación» pp. 32-3 de Ensayo de<br />

las categorías de la economía política, La Gaya Ciencia, Barcelona, 1972 (el argumento va<br />

específicamente contra Balibar, quien en 1975 vendrá a Oviedo a responder)<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept 2008). http://www.revistadefilosofia.org 231


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

es la negación de la diferencia), sino el límite de la descomposición, por tanto, la negación<br />

cualificada de las estructuras negadas». Como se sabe, Gustavo Bueno se mantiene siempre<br />

en una posición crítica porque hace de la contradicción misma (no de la diferencia) el<br />

hypokeímenon de su filosofía, pero mantiene en los años sesenta las mismas reticencias que<br />

Deleuze hacia la trascendentalidad. Como una cuestión de hecho, el Ego trascendental,<br />

objeto de esta polémica sólo aparece en El papel de la filosofía como una de las instancias<br />

posibles de la M.T., precisamente la que Husserl denominó así. Merece la pena citar el texto<br />

<strong>completo</strong>, porque revela cómo Gustavo Bueno entiende la trascendentalidad en aquella<br />

época seminal, es decir, antes de que cristalizase el sistema desde el que se zanja la<br />

polémica sobre el caballo de Troya del idealismo en el texto citado al principio: «El tipo B 2<br />

de totalización, al ser crítico opera con la “conciencia corpórea”, como si fuese una<br />

“hipótesis irrevocable”. Pero, entonces, ¿cómo puede ser trascendental? He aquí mi<br />

respuesta: la totalización trascendental es, sin duda, característica de la conciencia<br />

filosófica, en tanto regresa incesantemente a la M.T. (al ápeiron de Anaximandro, la migma<br />

de Anaxágoras, el Infinito del “Filebo”, el Dios de Cusa o de Kant, la sustancia de Spinoza<br />

– con infinitos atributos –, la Idea de Hegel, la materia de Marx, el Ego trascendental de<br />

Husserl… pueden interpretarse como testimonios de la M.T.) para progresar<br />

constantemente al “mundo de los fenómenos”, a lo que Platón llamó “el descenso a la<br />

caverna”. El hiato que se abre entre la fase regresiva y la progresiva de la totalización sólo<br />

podría cerrarse mediante el “parámetro crítico”. Sólo a su través cabe concebir el enlace<br />

entre la M.T. y las formas contruídas» 10 . No niega, así pues, Gustavo Bueno que su discurso<br />

filosófico tenga «ecos trascendentales» 11 que provienen de la caverna filosófica misma,<br />

pero esta palabra se halla vinculada más a la praxis operatoria de la conciencia humana que<br />

a la perspectiva metafísica de ciertas “formas a priori trascendentales”. No obstante, G.<br />

Bueno se ve obligado a separarse continuamente de esta contaminación kantiana. «Desde<br />

un punto de vista materialista, no podemos suponer dada la conciencia como unidad desde<br />

la que queda asegurada la homogeneidad o armonía de los objetos más heterogéneos<br />

(nouménicos), sino que precisamente suponemos que la conciencia se va configurando en<br />

ese proceso y no es previa a él. En una palabra, que la unidad producida por el<br />

“enfrentamiento” de los hérulos a la Sinfonía concertante es precisamente la unidad de la<br />

10 Ibid. pp. 115-6<br />

11 Cfer. pp. 139-40.<br />

232<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

conciencia: una unidad histórica, temporal, y no una unidad kantiana, en la que el tiempo<br />

está dado en la conciencia» 12 .<br />

Si reparamos en los quiasmos con que Gustavo Bueno arguye su inversión de la<br />

filosofía tradicional, quizá sus tesis efectivas no se vean tan alejadas de la inversión del<br />

platonismo que propugna Deleuze, aunque la selección que ambos hacen de la tradición<br />

sea “diferente”, según la ocasión. No obstante, por lo que al Ego trascendental se refiere<br />

es obvio que sólo en los Ensayos Materialistas alcanza un estatuto independiente de los<br />

usos categoriales que la conciencia corpórea como parámetro de la racionalidad tiene en<br />

otras construcciones. ¿Cómo y porqué se produce esa cristalización sistemática que<br />

acaba anudando los ricos y diversos usos de la trascendentalidad en El Papel… (como<br />

regressus al límite de la materia, como pluricategoriedad intersticial, como praxis de la<br />

conciencia corpórea, como “método diamérico” ejercido por Hegel en la<br />

Fenomenología del Espíritu, como Noetología, etc.) en una instancia única de contornos<br />

dogmáticos, denominada Ego Transcendental, expresión sacada de la Fenomenología<br />

husserliana? Ciertamente eso ocurrió muy rápido entre 1971 y 1972. Sería interesante<br />

que algún testigo presencial, además de Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, que era<br />

profesor encargado de Curso en la Universidad de Oviedo en esas fechas, pusiese sus<br />

recuerdos a común contribución. Por lo que a mí respecta, sigo manteniendo la hipótesis<br />

de que esa primera Verbindung o torsión (o si se quiere “pliegue”) de su pensamiento<br />

ocurrió por el abandono del proyecto de Noetología, como he subrayado en otras partes,<br />

y su sustitución por la gnoseología del cierre categorial, un territorio, sin duda más<br />

fértil, que la problemática psico-lógica, en la que se debatía Husserl a quien consideraba<br />

un maestro y todavía leía con asiduidad G. Bueno por aquellas fechas 13 .<br />

Según mi hipótesis, así pues, el “caso” del Ego trascendental (en sentido<br />

jurídico, procesal) es una mera secuela de esta cristalización onto-gnoseológica del año<br />

1972, que, por cierto, hace que muchos seguidores de Bueno que recibieron el sistema<br />

ya construido tiendan a simetrizar la ontología con la gnoseología (por ejemplo, los tres<br />

12 Ibid. pp142-3<br />

13 Cfer. A.Hidalgo (2005) «De la Noetología a la Gnoseología. Abandono y recuperación de la teoría del<br />

conocimiento» en Patricio Peñalver, Francisco Jiménez, Enrique Ujaldón (Editores) Filosofía y cuerpo.<br />

Debates en torno al pensamiento de Gustavo Bueno, Ediciones Libertarias, Madrid, pp. 35-66. El ajuste<br />

de cuentas con Husserl concierne también a la herencia del Ego trascendental que sigue operando en el<br />

materialismo filosófico, pese a su autor.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept 2008). http://www.revistadefilosofia.org 233


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

géneros con los tres ejes, etc.), de manera que se da pie a una síntesis por identificación<br />

del sujeto gnoseológico (que en las ciencias naturales, alfa-operatorias, por ejemplo,<br />

debe ser neutralizado, suprimido) con el Ego trascendental, como instancia onto-lógica<br />

insuprimible. No estoy diciendo que Urbina ignore que para Bueno la fuente la<br />

trascendentalidad del Ego gnoseológico es la pluricategoricidad, mientras la del Ego<br />

Transcendental es el regressus a M.T., pues por eso insiste tanto en el carácter<br />

gnoseológico de su planteamiento. Pero lo que no está claro es que ambos estén<br />

entendiendo lo mismo bajo esta rúbrica, no sólo en el progressus, sino también en el<br />

regressus. Gustavo Bueno prometió en El Papel… que «la Noetología, partiendo de una<br />

conciencia lógico material ya constituida –por tanto, cristalizada en condiciones<br />

históricas analizables– establecerá ciertos axiomas – que pueden ser tan obvios y<br />

sencillos en sí mismos como lo son los de la Mecánica– a partir de los cuales estará<br />

dispuesta a emprender el análisis de la conducta empírica de la conciencia racional» (p.<br />

166). El cumplimiento de esta promesa requiere retrotraer el conocimiento a una<br />

perspectiva constituyente, incluso biológica, reconoce G. Bueno, que señala a la noción<br />

biológica de Homeóstasis y al análisis gestaltista del silogismo como precedentes de su<br />

proyecto y al functor de incompatibilidad Scheffer como más originario que el de la<br />

mera negación (pp. 170 y 184). Pues bien, al quedar incumplida esta promesa de<br />

mediación entre la psicología y la lógica (en la que se reconoce todavía el planteamiento<br />

fenomenológico que Urbina estaba investigando) y al priorizar una Gnoseología<br />

General que obligaba a dar cuenta de la «totalidad de las ciencias», el Ego trascendental<br />

que en Ontología servía de puente para salvar el hiato entre regressus y progressus,<br />

pasó a convertirse en el unificador lógico-general de los procesos de conocimiento sin<br />

reparar en que su naturaleza lógica (nada arregla interpretar la teoría de la ciencia como<br />

lógica material) le impedía dar cuenta de los procesos perceptivos, orgánicos,<br />

cinestésicos e historico-culturales que estaban a la base de la conducta empírica de la<br />

conciencia racional.<br />

Y es en este punto, en el que la recuperación del cuerpo obliga a volver a<br />

Husserl, de quien El Papel… es todavía deudor. Cierto que la vindicación que se hace<br />

allí de la Idea de Humanitas se adscribe más a la «perspectiva cósmico-dialéctica del<br />

estoicismo» que a las fórmulas de Husserl en La Crisis…, pero, al hacerla solidaria de<br />

la sabiduría filosófica, sus argumentos de fondo se identifican, (aunque no quiero<br />

234<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

suscitar aquí la cuestión del humanismo y de los derechos humanos que es la víctima<br />

incruenta de la caída de la URSS). Lo único que me interesa argumentar aquí a<br />

propósito del Ego trascendental (en tanto que posible totalización distributiva de los E 1<br />

en la Idea de Humanitas) es que ese residuo husserliano, que ahora tilda Ricardo<br />

Sánchez Ortiz de Urbina de «ilusión trascendental», marca justamente el sesgo<br />

particular y fenomenológico que el constructivismo estructural de Bueno tiene respecto<br />

al estructuralismo francés con el que polemiza intensamente aquellos años. Por más que<br />

sea cierta la tesis de Foucault sobre la invención de la Idea de Humanitas, «es una línea<br />

divisoria de la conciencia filosófica frente a otras formas de conciencia, en el sentido de<br />

que quien prescinde de esta Idea – y prescindir de ella, por ejemplo, para contemplar<br />

metodológicamente a los hombres como hormigas es la condición para cosechar<br />

abundantes conocimientos – no podrá considerarse como defensor de una “Filosofía<br />

desarrollada al margen de la Idea de Humanitas, de una filosofía mecanicista”, por<br />

ejemplo, sino simplemente deberá ser considerado, según la hipótesis, como prófugo de<br />

la misma sabiduría filosófica», se arguye contra Lévi-Strauss en defensa subliminal de<br />

J.P. Sartre 14 . Y es que, como Sartre, por aquellas fechas Gustavo Bueno se esforzaba<br />

también por vincular la Filosofía al Socialismo (o al comunismo) como único horizonte<br />

racional para la humanidad.<br />

Baste esta somera contextualización para explicar cómo entiendo yo el sentido<br />

en que plantea Urbina su tesis de la superfluidad del Ego Trascendental, pues lo que no<br />

aclara es precisamente qué alcance da a la gnoseología en su materialismo<br />

fenomenológico. Porque una cosa es que Urbina se haya servido de la filosofía de la<br />

ciencia de Gustavo Bueno para señalar las insuficiencias del análisis de Husserl respecto<br />

al estrato operatorio externo institucionalizado de los sujetos de conocimiento y otra<br />

muy distinta que se puedan seguir utilizando los registros gnoseológicos de las ciencias<br />

empíricas constituidas para regresar a la perspectiva constituyente del conocimiento en<br />

general. Este ultimo uso que implica desbloquear fragmentos de conocimiento<br />

categorial como si fueran objetos flotantes absolutos se adscribiría más a un proyecto<br />

noetológico que al gnoseológico desarrollado académicamente por Gustavo Bueno. Es<br />

cierto que Urbina ha hablado de cierres tecnológicos, pero eso, más allá de las analogías<br />

verbales, suscita nuevos problemas. Sería interesante a este respecto clasificar o<br />

14 Cfer. El Papel…. p. 304<br />

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Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

traducir, si fuera posible, las propias categorías “ontológicas” que utiliza Richir y usa<br />

Ricardo sin explicar en los términos del materialismo filosófico, más allá de la mera<br />

mención de que la «codeterminación» y la «pluralidad» de la materia de Bueno se<br />

corresponde con determinabilité y quantitatibilité del francés como dimensiones activa<br />

y pasiva que ambos extrapolan de la actividad técnica. 15 Dice Urbina que el Ego<br />

Trascedental no desaparece cuando se le “retira”. Queda en la reserva para impedir el<br />

retorno a posiciones prekantianas, pero ¿no basta para ello el Ego trascendental de<br />

Kant? Su aufgehoben hegeliana no impide en absoluto su negación real por sustitución<br />

o por “transpasibilidad”.<br />

Sin que sirva de sucedáneo para esa tarea ni de enjuiciamiento alguno de los<br />

planteamientos de Richir, lo que yo saco de los escritos de Urbina es una diferencia<br />

importante respecto al materialismo canónico de Gustavo Bueno, que concierne a la<br />

trascendentalidad. Dicho en román paladino, a mi me parece que mientras para Bueno<br />

el plano de regresión a la que accede la conciencia corpórea como límite es la Materia<br />

trascendental (la muy manoseada M.T. que más tarde en los Ensayos aparecerá como<br />

Materia ontológico-general) y por eso necesita corporeizarse mundanamente para no<br />

disolverse críticamente en la pluralidad nihilista, el materialismo fenomenológico de<br />

Urbina exige regresar al plano fenoménico, que no es el de las apariencias, pero<br />

tampoco el de las esencias, sin que deba confundirse por ello con la simple presencia o<br />

patencia de las cosas porque está siempre transido de operatoriedad. Urbina toma de<br />

Bueno la dinámica de la operatoriedad y de Husserl el rigor de las distinción de los<br />

planos fenoménicos espacio-temporales. Por eso necesita el hermoso concepto de<br />

aparencia, que es lo que aparece, lo apareciente, detrás de lo cual se oculta el<br />

fenómeno. «La “aparencia” no es contenido sensible, ni es subjetiva, ni absoluta, pero<br />

es la única posibilidad que tenemos de inscribirnos en el mundo. Y no se ofrece a una<br />

conciencia descarnada, sino a un operador incorporado. La plenitud del conocer<br />

conduce al ser, la originariedad del aparecer remite a la materia» 16 Pero en este<br />

regressus al plano fenoménico originario lo único «necesario» que remeda cierta<br />

trascendentalidad es el hecho de que en el aparecer la materia en tanto que mundo hace<br />

referencia a un polo subjetivo, que sin embargo, no es subjetivo porque carece de<br />

15 Ricardo Sánchez Ortíz de Urbina, «Cuerpo y Materia», en (2003) Filosofía y Cuerpo, op. cit. p. 34<br />

16 OP. CIT . P 24<br />

236<br />

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Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

interioridad independiente, sino mero cuerpo interno, sede de síntesis pasivas. Esta<br />

problemática husserliana permite a Urbina ciertamente instalarse en el esquivo campo<br />

fenoménico e interpretar a la conciencia como un parpadeo en la expansión de una<br />

materia en estado de “pulsación permanente”, pero se trata de un escenario en el que se<br />

esfuma la trascendentalidad, del mismo modo que, o al menos no en menor medida, que<br />

se le esfuma a Deleuze. Lo único que separa a Urbina de Deleuze es la jerarquía<br />

arquitectónica en el que el primero escalona los registros gnoseológicos, pero por lo que<br />

hace a la materia, en el registro gnoseológico último, ambos afirman lo mismo: que sólo<br />

existe una pluralidad de singulares en tanto que aquí-ahí absolutos (sin espacio previo) y<br />

anónimos o nómadas, es decir, en tránsito.<br />

No es que Gustavo Bueno ignore el campo fenoménico al que alude Urbina,<br />

pero para el materialismo filosófico aparece como la instancia que se produce al<br />

categorizar la materia como mundo en el progressus. He señalado ya en otro momento el<br />

posible cambio de perspectiva que en su libro Apariencia y realidad sobre la Televisión<br />

parece insinuar. En todo caso es indudable que el materialismo filosófico se desentiende en<br />

este punto de la problemática a la que se retrotraen los exegetas de Edmund Husserl a<br />

propósito de las discusiones suscitadas por Merleau-Ponty en relación con la celebre VI<br />

Meditación sobre la distinción entre el yo fenoménico, el yo natural y el yo trascendental<br />

como simple cháchara metafísica. En cambio para el materialismo fenomenológico la<br />

cuestión es central y es una prueba notable de ello que el propio Urbina recuerde al final de<br />

su primer artículo que la construcción efectuada por Gustavo Bueno en las páginas 65-67 de<br />

Ensayos Materialistas, donde el Ego trascendental aparece como un Jano bifronte de dos<br />

caras, subtendiendo una praxis aparentemente contradictoria, por un lado la praxis<br />

constitutiva del mundo (de su sentido) y por otra la crítica destructiva, la trituración<br />

gnoseológica, una praxis identificada con la epojé fenomenológica por él mismo, es la que<br />

distingue Eugen Fink con los nombres de “Ego constituyente” y “yo fenomenológico”…<br />

Diagnostica Ricardo que en este nivel, que designa como B, Gustavo Bueno y Edmund<br />

Husserl se alinean frente a Heidegger, Fink y Heiss que se niegan a identificar ambas<br />

instancias. Es preciso volver a leer con atención estos textos, porque las interpretaciones no<br />

son unívocas en este delicado punto, donde aparece la importante palabra Urstiftung, la<br />

fundación originaria del conocimiento, la génesis del mismo a partir de esquemas de<br />

implicaciones que no se apoyan en ningún yo, sino más bien sirven de soportes o andamios<br />

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Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

a los yoes en los procesos del “aprender a conocer originario” (ursprüngliches<br />

Kennenlernen), ya que Urbina, negándolos, pretende, sin embargo, atenerse a<br />

planteamientos exclusivamente gnoseológicos, apelando a la anamórfosis como una<br />

“deformación coherente”, que permite el paso o salto del nivel fenomenológico al<br />

simbólico.<br />

Parecería, así pues, que esta es la razón por la que Ricardo denomina su<br />

interpretación del problema como «materialismo fenomenológico» por contraposición al<br />

materialismo filosófico de Gustavo Bueno o al materialismo nómada o rizomático de<br />

Deleuze.. La fenomenología de un golpe se sitúa en el meollo del asunto, quiere ir a las<br />

cosas mismas (no a la Realität, ¡ojo!, sino zu du Sachen), se ubica en el corazón de las<br />

tinieblas y desde allí se resiste tanto a las tentaciones trascendentales del Ser que trata de<br />

absorberlo todo en la univocidad irredenta del Ser-Uno como de los navajazos empiristas del<br />

positivismo que cortan toda posibilidad de descentramiento, toda escisión, toda mitosis,<br />

toda elevación, cualquier anábasis, haciendo peligrar incluso el paso al límite requerido por<br />

los cierres categoriales. Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina describe, en efecto, la apertura<br />

categorial de la filosofía como un descierre de la epojé para separarse de Husserl (a quien<br />

cataloga de idealista sin remedio), pero al mismo tiempo sobrepasa a Gustavo Bueno<br />

explicando que la anamórfosis se produce por katárgesís, neologismo con el que designa la<br />

actividad catargética que es, en realidad, producción pasiva de síntesis sin identidad, de<br />

modo que todo el constructo estructural acaba referido en última instancia a la<br />

traspasibilidad de Maldiney, es decir, otra vez el inconsciente como estructura. En suma, y<br />

regresando ahora a los planteamientos de los Ensayos Materialistas, E deja de ser Ego y se<br />

convierte en Estructura. Pero, tras este alambicado proceso ¿ha logrado Urbina<br />

desprenderse del bagaje “trascendental”?<br />

A mi me parece que sí, porque la subjetividad que resta, la unidad del sujeto que en<br />

Gustavo Bueno es síntesis precaria y confluencia de contradicciones en ebullición, sólo<br />

puede albergar ya en sí la remisión a la muerte como lo trascendental. Y también en esto<br />

podría buscarse otro paralelismo con Deleuze para quien el Principio Tanático de S. Freud<br />

también era trascendental.<br />

Por último, y antes de pasar al examen de los argumentos de Silverio Sánchez<br />

Corredera quiero dejar apuntado que la ampliación gnoseológica de Urbina goza del<br />

238<br />

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Hidalgo, Alberto: «Egos trascendentales» y «caballos de Troya I».<br />

máximo interés, porque pone al descubierto el trasfondo gnoseológico del materialismo<br />

filosófico de una manera mucho más rica que los simples “paralelismos” a los que acuden<br />

ciertos doctrinarios, presos en la terminología buenista. Pero ese análisis requiere un<br />

desarrollo más amplio con remisión a ejemplos concretos, que Urbina sí hace, por cierto,<br />

con ejemplos matemáticos ¡Ah, cómo sigue pesando la representación geométrica del<br />

Logos!<br />

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El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua<br />

Román García.<br />

Oviedo<br />

Cuestiones generales sobre la disciplina filosófica<br />

Todavía es el día de hoy que muchos colegas, algunos de ellos “especialistas en<br />

Historia de la Filosofía Antigua” definen la filosofía “etimológicamente” como una<br />

tendencia o predisposición del hombre al “saber”, un “amor al saber”. Dándose por<br />

satisfechos con tal enunciación, como si tal tendencia explicase algo al estilo de “tiene una<br />

tendencia al alcohol o como si ese “amor al saber”, más que una desviación sexual tuviera<br />

que ser, por si misma, filosófica. No vamos a discutir aquí una mala interpretación del<br />

Banquete de Platón. Pero sí aclararemos que este “amor” es más bien un deseo, una<br />

tendencia. Cási siempre el deseo de saber tiene que ver con la práctica, tecnológica o<br />

científica, y muchas veces frívola curiosidad o curiosidad infantil; y como si la filosofía no<br />

fuese también algo más que un mero amor al saber, es decir, como si la filosofía no<br />

comportase por sí misma un saber (o como diría Sócrates: un saber que me sirve para saber<br />

que no se nada).<br />

En la medida en que la filosofía no es un mero amor al saber, sino un cierto saber,<br />

el filósofo ha de ser, de algún modo, un sabio, dotado de una sabiduría sui generis (aun<br />

cuando su contenido no sea, según algunos, muy distinto del de una docta ignorancia).<br />

Desde este punto de vista podría confundirse con un majadero todo aquel que se llame a sí<br />

mismo filósofo, aunque pretenda justificar su majadería apelando a la respuesta<br />

etimológica. Porque filósofo, como sabio —es decir, no sólo profesor de filosofía—, es una<br />

denominación que sólo puede recibirse como aplicada por los demás. También es verdad<br />

que aplicado por los demás no siempre tiene un aspecto positivo, filosofo también se le<br />

denomina al mal sofista, al embaucador, al que lía las cosas en vez de “dividirlas por sus<br />

junturas naturales”.<br />

La filosofía, como cierto saber específico y, en mayor o menor forma diferenciado<br />

de otros, tiene un material propio de estudio. Esta materia no es un nombre que designe<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

alguna “cosa”. Se refiere a un proceso, a un conjunto de procesos que se realizan en el<br />

regresus al mundo y que nos conducen siempre a una situación originaria de caos e<br />

indiferenciación que nos enfrenta siempre con un primitivo material homogéneo. La<br />

filosofía es – o más bien ha de ser – siempre crítica, clasificatoria con el fin de distinguir<br />

unas cosas de otras.<br />

«En cualquier caso, el saber filosófico no es un saber doxográfico, un saber del<br />

pretérito, un saber acerca de las obras de Platón, de Aristóteles, de Hegel o de Husserl. El saber<br />

filosófico es un saber acerca del presente y desde el presente. La filosofía es un saber de segundo<br />

grado, que presupone por tanto otros saberes previos, «de primer grado» (saberes técnicos,<br />

políticos, matemáticos, biológicos...). La filosofía, en su sentido estricto, no es «la madre de las<br />

ciencias», una madre que, una vez crecidas sus hijas, puede considerarse jubilada tras<br />

agradecerle los servicios prestados. Por el contrario, la filosofía presupone un estado de las<br />

ciencias y de las técnicas suficientemente maduro para que pueda comenzar a constituirse como<br />

una disciplina definida. Por ello también las Ideas de las que se ocupa la filosofía, ideas que<br />

brotan precisamente de la confrontación de los más diversos conceptos técnicos, políticos o<br />

científicos, a partir de un cierto nivel de desarrollo, son más abundantes a medida que se produce<br />

ese desarrollo.». Bueno, Gustavo: ¿Qué es la filosofía?, Pentalfa Ed. 1995<br />

Por lo tanto la filosofía no se nos presenta como un saber o forma de conocimiento<br />

del mundo exento, enajenado, sino que ha de entenderse como mediado por el mundo en el<br />

que se desarrolla y condicionado, por lo tanto, por las condiciones materiales políticas,<br />

sociales, económicas y productivas de la sociedad en la que se desarrolla. No existe una<br />

filosofía exenta del mundo, es decir, desde esta postura ni tan siquiera podemos considerar<br />

a la Ontología exenta o separada del mundo.<br />

«A los filósofos no los ha impulsado en absoluto sólo y exclusivamente la fuerza del<br />

pensamiento, como algunos se imaginan. En realidad, lo que los ha impulsado ha sido<br />

principalmente el progeso de las ciencias naturales y de la industria». Ludwig Feuerbach y el fin<br />

de la filosofía clásica alemana, Carlos Marx y F. Engels, en Obras escogidas, Tomo III, Ed<br />

Progreso, 1974.<br />

Podríamos señalar, simplificando mucho, que existirían dos tendencias generales en<br />

la concepción de la filosofía.<br />

1) Por una parte, contrapuesta a las posiciones que sostenemos, serían aquellas que<br />

consideran que el impulso fundamental del desarrollo filosófico se encontraría (y<br />

reduciría) a factores de carácter espiritual tales como el anhelo humano de alcanzar<br />

la verdad, las razones subjetivas del pensamiento o bien en las fantásticas<br />

abstracciones como las particularidades y exigencias de la “razón pura”, de la “idea<br />

absoluta”, etc. Estas perspectivas ejercerían así una desconexión del ejercicio de la<br />

242<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

filosofía con sus contextos materiales de génesis y desarrollo como pueden ser el<br />

estado de las ciencias en ejercicio, la técnica y la tecnología o las condiciones<br />

económicas, productivas y de organización social. Desde esta perspectiva, las ideas<br />

filosóficas, por si solas, sin ningún tipo de mediación o influencia, podrían originar<br />

y originarían otras ideas filosóficas y todo el desarrollo de la filosofía estaría única<br />

y exclusivamente relacionada con la filiación de ideas. La filosofía consistiría<br />

básicamente en desprender o derivar unas ideas del seno de las ya existentes.<br />

2) Por otra parte, y de forma contrapuesta, estarían aquellas consideraciones que<br />

vinculan el desarrollo de la filosofía a la actividad y práctica del sujeto. La filosofía<br />

surge de la propia actividad y producción (en sentido fuerte del término) del<br />

hombre, si bien no cabe reducirse toda concepción filosófica al contexto material de<br />

desarrollo, tampoco puede entenderse sin el estudio de las condiciones de<br />

desenvolvimiento en que el sujeto (pues la actividad filosófica la hace alguien, no es<br />

un pensamiento puro etéreo) está inmerso. La filosofía está siempre políticamente<br />

implantada.<br />

Pero en primer lugar cabe plantearse de que filosofía vamos a hacer Historia, pues la<br />

filosofía puede ser considerada en dos sentidos distintos, aunque no desconectados: 1)<br />

Sentido amplio; 2) Sentido estricto. Corresponden respectivamente a la Filosofía mundana<br />

de Kant y la Filosofía académica.<br />

La Filosofía mundana se encuentra en todo grupo social que haya rebasado un<br />

cierto nivel histórico (posesión de un idioma, etc) y puede ser expresada en grupos<br />

primitivos a través de danza, música, etc…<br />

Se puede definir como el conjunto de ideas que un pueblo tiene sobre una serie de<br />

cuestiones. Pues siempre, en un grupo social, a pesar de la gran variedad de opiniones que<br />

se pueden recoger, a partir de ese conjunto variado sumamente variado; siempre podemos<br />

llegar a una serie de rasgos comunes, a una cierta coherencia entre las ideas de los<br />

individuos que pertenecen al grupo o clase social y que dan lugar a unas estructuras y<br />

superestructuras entre las que se encuentra la filosofía propia de ese grupo o clase social.<br />

La Hª de la Filosofía Mundana sería una exposición de las concepciones de<br />

diferentes sociedades sobre una serie de temas (siempre determinables). Tendría un carácter<br />

eminentemente sociológico y representa lo que podríamos denominar weltanchaung.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 243


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

La Filosofía Académica es aquella que tiene una tradición que va abordando los<br />

problemas de forma sistemática, practicando una dialéctica entre generaciones,<br />

estableciendo métodos y que tiene por tanto una Historia, en cuanto tradición<br />

ininterrumpida pero que existe no tanto por una fundación mítica, en un momento concreto<br />

(reconstruido), como por la propia reconstrucción que estamos obligados a hacer los<br />

especialistas que nos dedicamos a ella. En este sentido la crítica por eurocentrismo o<br />

occidencentrismo, en la medida que es un producto “griego”, carece de sentido puesto que<br />

filosofía solamente hay una. La crítica, por tanto, que se le puede hacer a la Filosofía, en<br />

todo caso, es no haber tratado tal problema o no haber incorporado tal método y las<br />

acusaciones de eurocentrismo, racismo, fascismo, etc., se podrán hacer a un pensador<br />

concreto. Por otra parte, es necesario decir dos cuestiones contra estúpido argumento de<br />

etnocentrismo (que no quiere decir, como seña lábamos anteriormente, que no existan<br />

posiciones etnocéntricas o racistas como las de Gabineau 1 , por señalar un ejemplo), pero la<br />

filosofía es una crítica de la cultura, de la propia cultura y por tanto se da la paradoja de que<br />

el etnocentrismo sólo puede ser criticado desde posiciones filosóficas. Por otra, la propia<br />

metáfora de “griega” oculta el hecho de que se trata del círculo cultural helénico. Más que<br />

un pueblo o país se caracteriza por ser una civilización que estuvo abierta a todas las<br />

innovaciones contemporáneas, recoge en sí influencias de todas las sociedades<br />

desarrolladas de Oriente y del Mediterráneo, por lo que se puede considerar compendio de<br />

todas.<br />

Esta amalgama de confluencias históricas que determinan el desarrollo de unos<br />

pueblos en una zona del Mediterráneo que sólo pueden ser concebidos unitariamente<br />

cuando entraban en conflicto con otros (y no cuando lo estaban entre ellos), es lo que<br />

determina que la Filosofía no es solo el reflejo de una sociedad. Creer que en las<br />

condiciones sociales están todas las claves para explicar la filosofía de una época es<br />

reduccionismo sociológico. Las condiciones sociales, que determinan en gran medida toda<br />

superestructura, no son todo, hay que tener en cuenta también una tradición, una escuela<br />

que dé continuidad y haga posible esa expresión filosófica que no podría nacer «segregada»<br />

únicamente por unas condiciones sociales. Los reflejos sociales de cualquier<br />

superestructura son innegables pero existen a nivel diferencial, reflejan diferencias, no<br />

1 .- Joseph Arthur de Gobineau (1816-1882). Su obra más famosa es el Ensayo sobre la desigualdad de las<br />

razas humanas (1853–1855), en la que afirma que la raza de los germanos, que habita en Gran Bretaña,<br />

Francia y Bélgica , es la única raza pura de entre aquellas que proceden de la raza superior de los arios, por<br />

estar las demás más mezcladas con las razas «negra» y «amarilla».<br />

244<br />

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términos absolutos y no dudamos que esas “superestructuras” ayudaron a canalizar los<br />

desarrollos productivos y sociales en una dirección y no en otra.<br />

Se dice que la filosofía clásica alemana es un reflejo de la burguesía alemana del<br />

siglo XVIII y XIX, una superestructura nacida a partir de un proceso sublimador de la<br />

revolución que la burguesía alemana no realizó y que aparece reflejado en su filosofía. Esto<br />

es cierto en tanto que nos permite explicar y conocer mejor esa filosofía y diferenciarla de<br />

las nacidas en grupos y circunstancias sociales distintos. Pero esa filosofía no habría sido<br />

posible sin una tradición y una serie de escuelas filosóficas en las que encuentra sus fuentes<br />

y sus bases.<br />

Regresando en la Historia de la Filosofía Occidental llegamos a Platón y los<br />

presocráticos, pero anteriormente a estos no encontramos nada que pueda considerarse con<br />

propiedad una filosofía. Hay ideas, sí, pero de carácter mágico o mitológico (mitología<br />

homérica, etc) no de carácter sistemático-racional. No podemos sostener que los poemas de<br />

Homero no sean “racionales”, claro que en las construcciones, tanto de los versos como de<br />

las metáforas existe racionalidad, pero esta no es una racionalidad sistemática, no exige una<br />

coherencia fuera del discurso narrativo, como será el caso de la filosofía.<br />

La Filosofía como tal se inicia no sólo en el paso del mito al logos, pues surge con<br />

la base en las mitologías precedentes pero (y esto es lo que la caracteriza) con una crítica y<br />

modificación de esa mitología. Pero la Filosofía también surge como dialogo y crítica a<br />

otros métodos categoriales que se plantean como alternativa al mito, como son por ejemplo<br />

la Historia y la Medicina.<br />

Ese proceso que se aprecia claramente en Grecia no es exclusivo de esta cultura. En<br />

los demás círculos culturales también se están dando procesos similares. Quizá sólo se<br />

quedaron en eso: en un proceso de diálogo. De ahí, que, en cuanto proceso frustrado, las<br />

filosofías orientales se ha yan querido considerar como las fuentes de toda filosofía,<br />

colocándolas en el origen del pensamiento filosófico. Es por ello que es importante aclarar<br />

esta cuestión y determinar influencias, semejanzas y diferencias entre ambas filosofías o<br />

más correctamente entre la Filosofía Griega y la filosofía o protofilosofía oriental:<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

1.- Para establecer un esquema básico sobre la aparición del pensamiento<br />

filosófico a partir del cual introducimos en la Filosofía Griega.<br />

2.- Por las actuales influencias del orientalismo en la cultura de Occidente,<br />

fenómeno que comienza a finales del siglo XIX con el conocimiento del Sánscrito y<br />

reproduce a escala mundial lo que en la época griega y alejandrina se produjo en el<br />

Mediterráneo.<br />

3.- Las influencias mutuas de ambas filosofías son abundantes y en absoluto<br />

puede decirse que la filosofía Occidental esté influenciada por la India, pero no al<br />

contrario.<br />

4.- Las semejanzas son también múltiples y pueden extremarse hasta<br />

establecer paralelismos exagerados y forzados.<br />

5.- Pero la cuestión más importante a nivel operativo, más útil, es determinar<br />

cuales son las diferencias, que nos aportaría gran claridad sobre este confuso<br />

problema.<br />

Con diferentes criterios podríamos catalogar:<br />

Filosofía<br />

Oriental<br />

Mitológica<br />

Práctica<br />

Relato Acrítica Ahistórica<br />

Filosofía<br />

Occidental<br />

Racional<br />

Especulativa<br />

Discurso Crítica /<br />

interrelacionada<br />

Protohistórica o<br />

histórica<br />

Pero esto podría ser considerado unas divisiones escolásticas carentes de sentido.<br />

Para ello podríamos, además, proponer una fórmula positiva (por tanto discutible) que<br />

podría ser:<br />

A) La Filosofía Oriental sería un saber somatológico (expresada con el<br />

propio cuerpo, respiración, yoga, etc). Lo demás, el cuerpo, las ideas, pensamientos,<br />

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máximas, ha de ir reducido a la experiencia y transformación del cuerpo. Este gran<br />

interés por el cuerpo se debe a la teoría de la reencarnación; toda filosofía va<br />

destinada a salvar el cuerpo.<br />

B) La Filosofía Helénica es fundamentalmente lógica (logos= lenguaje). La<br />

construcción, transformación y acción de la misma se realiza en el lenguaje<br />

separado del propio cuerpo. El medio en el que estamos instalados es el lenguaje. La<br />

propia metodología establece la diferencia con la Filosofía Oriental .<br />

La Filosofía India. Generalidades:<br />

Los Vedas - Se considera generalmente que la filosofía india nace en la literatura de<br />

los Vedas. Esto significa un grave error. El pensamiento de los Vedas tiene carácter<br />

mitológico, no es filosofía, aunque en parte servirá de base a la filosofía india. La verdadera<br />

filosofía vendrá de la crítica y destrucción del método mitológico y su sustitución por el<br />

método racional. La utilización platónica de mitos, por poner un ejemplo, supone una<br />

indagación del método mitológico y una modificación sustancial de los mismos.<br />

En el pensamiento védico encontramos:<br />

Estructura social de castas<br />

Trinidad: Las divinidades más importantes del hinduismo componen una terna, de<br />

carácter indoeuropeo (como veremos más adelante) son: Brahma, Visnu y Shiva. Trinidad<br />

está relacionada con M1-fenómenos físicos-,M2 - fenómenos psicológicos y sociológicos-,<br />

M3 - fenómenos lógicos-. Todos ellos en relación de Symploké.<br />

Propensión al panteísmo<br />

Los textos del Veda (especialmente el<br />

Rigveda) son: los Brahamana, los Upanixads, el<br />

poema religioso Bhagavad-Gita ('Canto del<br />

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Textos vedas


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Altísimo') junto con el Mahabharata del que forma parte, constituyen los grandes textos o<br />

corpus de la tradición hindú.<br />

El Budismo significa junto con los Darshana (posteriores) una ruptura con el<br />

pensamiento mitológico de los Vedas, representa un filosofía incipiente. Son las primeras<br />

muestras de verdadera filosofía en Oriente, equiparables al pensamiento presocrático. Debe<br />

tenerse en cuenta a la hora de establecer quién ha sido influenciado por quién, que los<br />

Darshana son posteriores a los principios de la filosofía griega.<br />

El Budismo (s. -VI) es un movimiento de características peculiares; aparece en la<br />

casta de los sátiras, no en la de los brahamanes en la zona del Ganges (Benadés), poco<br />

influida por la doctrina de los Vedas. Hay unas causas sociológicas claras para explicar su<br />

aparición, puesto que rompe con la estructura de castas, además de esto algunas autores -<br />

Masson Orursel- unen a este proceso interno en la evolución védica una influencia externa<br />

que será la de Zoroastro. También se aprecian influencias de Zoroastro en Pitágoras, lo que<br />

explicaría algunas de las semejanzas que existen entre ambos. El Budismo representa una<br />

revolución en tanto que significa la aproximación a un pensamiento abstracto (necesario<br />

para la aparición de la Filosofía) menos mitológico, es más que una religión convencional.<br />

Se disgrega en dos escuelas: 1) Budismo Mahayana (dirigido a grandes masas); 2)<br />

Budismo Hinayana (de carácter minoritario, que desarrolla una escolástica teológica propia<br />

de su naturaleza y espíritu de casta sacerdotal.)<br />

Por parte de los brahamanes se produce una reacció n frente a esta escolástica<br />

budista y aparece la necesidad de reconstruir la teoría védica, lo que hace nacer el Darshana<br />

como racionalización ortodoxa de los vedas.<br />

Volviendo al problema de que fórmula utilizar para<br />

determinar las diferencias entre Filosofía Oriental y Filosofía<br />

Occidental y partiendo de la hipótesis de que existen<br />

diferencias profundas, recordemos que habíamos establecido<br />

que la diferencia básica era de orden metodológico y<br />

calificamos a la filosofía oriental de somatológica y la<br />

Filosofía occidental de lógica (basada en el discurso, en el<br />

lenguaje).<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Sería una reducción pensar que el carácter somatológico de la filosofía oriental no<br />

significa más que unas transformaciones del propio cuerpo, reducción semejante a la que<br />

convierte el discurso filosófico en género epilíptico (en el que el discurso queda convertido<br />

en algo semejante a la música en el que solo se valora la mayor o menor belleza de la<br />

construcción).<br />

Ante el problema de la eficiencia de una y de otra filosofía parece evidente que es<br />

más práctica la “filosofía oriental”, que se deriva de ella una transformación del mundo más<br />

directa. Las críticas que en este sentido se hacen a la Filosofía occidental, en el pasado<br />

desde el cristianismo y actualmente desde supuestos distintos -marxistas, etc- objetan a la<br />

filosofía su carácter verbal, en el caso del cristianismo (porque la palabra no salva); y en el<br />

campo del marxismo porque, se dice, la filosofía no transforma la realidad 2 . Esta crítica<br />

carece de valor en tanto no se redefina, concrete y delimite el concepto "transformación de<br />

la realidad" pues en el sentido amplio todo y también la filosofía transforma la realidad, el<br />

que construye un discurso ha transformado la realidad, es imposible no hacerlo.<br />

De las múltiples semejanzas e incluso paralelismos que se pueden establecer entre<br />

algunos sectores de la Filosofía Oriental y Occidental uno de los más acusados es el que<br />

existe entre la Filosofía Oriental y los Presocráticos. En este caso la diferencia fundamental<br />

vendría dada por la pertenencia a estructuras distintas, la filosofía presocrática aún cuando<br />

es semejante a la Oriental está integrada en un proceso que se continúa desarrollando a<br />

partir de ella y llega a la actualidad. Constituye el primer escalón de la cadena. Esta<br />

prolongación, esta cadena, no existe en la filosofía Oriental que se ha mantenido en el<br />

mismo estado de desarrollo.<br />

Metodología de la Hª de la Filosofía<br />

En la metodología que se utiliza para hacer Historia de la Filosofía podemos<br />

considerar se nos ofrecen dos métodos:<br />

1.- Método reductivo:<br />

2 .- Recuerdese la tesis 13 de Marx contra Feueyerbach<br />

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Es una metodología de exposición de la Historia de la Filosofía que va reduciendo<br />

sistemáticamente los contenidos de la filosofía a otras categorías (religiosas, sociológicas,<br />

incluso científicas) sin pretenderlo explícitamente como Collins 3 . Ej: Unamuno hace<br />

reduccionismo sociológico. Comte, por su parte, propone reducirla a esquemas religiosos,<br />

Marx a una superestructura dependiente del sistema de producción económica.<br />

La característica fundamental de la reducción sociológica es que presenta conceptos<br />

filosóficos como superestructuras que son reflejo de estructuras sociales, políticas,<br />

económicas, donde se pretende que están las claves que explican las concepciones<br />

filosóficas.<br />

Este es un método potente que debe ser utilizado y puede ser fructífero para<br />

entender el origen de ciertos planteamientos pero que aplicado sistemáticamente<br />

convertiría la Historia de la Filosofía en Sociología o Historia Sociológica de la filosofía.<br />

Debe practicarse siempre que de cuenta sin residuo de la filosofía estudiada; es necesario<br />

siempre reducir la filosofía a sus fuentes y si estas son extrafilosóficas concluiremos que no<br />

estábamos estudiando una filosofía, sino que aquello era una mera ideología.<br />

Pero este método debe verificarse en cada caso y es limitado en virtud de otros<br />

mecanismos que son esquemas de absorción.<br />

2.- Método de absorción:<br />

La reducción en un episodio de un proceso dialéctico más amplio y que ha de ir<br />

acompañada de un proceso inverso: la absorción.<br />

El concepto de triángulo es catego rial, esto significa que reductivamente y según<br />

Schuck solo podríamos hablar del triángulo en términos geométricos.<br />

3 .- Collins, R.: Una historia sociológica de la filosofía. Hacer, 2005.<br />

250<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Comprobemos si es cierto:<br />

Del triangulo se puede decir (entre otras posibilidades) que es una estructura lógica<br />

combinatoria formada por un conjunto de tres elementos y la clase nula<br />

Concluimos, pues, que el triángulo no se agota en la geometría, desborda este<br />

campo.<br />

Esta estructura lógica sirve para analizar la propia estructura lógica del triángulo<br />

que es semejante a determinadas estructuras sociológicas (Semmel) e incluso de tipo<br />

mitológico - la Trinidad-.<br />

Si sometemos a un cuadrado a una serie de transformaciones:<br />

Giros, rotaciones…Obtenemos una estructura<br />

lógica, el grupo de transformaciones del cuadrado; al<br />

mismo tiempo suponemos que el centro es invariante y<br />

que el triángulo que gira se mantiene dentro de los límites<br />

del «lugar» en el sentido de Aristóteles: «Primera<br />

superficie inmóvil que envuelve a un cuerpo», este lugar<br />

es un 2 invariante.<br />

Se realizan en este ejemplo dos ideas que desbordan el campo categorial de las<br />

transformaciones del cuadrado: los invariantes, 1- el centro, el mismo, el que no cambia<br />

entendido como sustancia; 2- el invariante, lugar correspondiente a la esencia.<br />

Comprobamos que las ideas son tan reales como los conceptos, la Idea de punto o<br />

sustancia es tan real como el punto, como el concepto de punto.<br />

Estas Ideas, que constituyen el tema de la filosofía, son tan objetivas como pueden<br />

serlo los conceptos como hemos visto, y cruzan las categorías desbordándolas, se realizan<br />

en los conceptos categoriales, pero no se agotan en ellos.<br />

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Las Ideas no surgen de la nada ni son previas a las realidades categoriales, se dan<br />

por la mediación de los conceptos o categorías pero desbordándolos.<br />

En toda Idea debemos analizar sus determinaciones categoriales (reducción), pero<br />

esa determinación queda absorbida en la Idea, no la Idea reducida a ella.<br />

Se pueden analizar numerosos ejemplos respecto al problema de la<br />

reducción/absorción:<br />

Un reduccionismo economicista podría pretender asimilar las Ideas de Platón sobre<br />

"materia", "forma","individuo"(obtenido mediante la multiplicación de una forma sobre una<br />

materia) a un reflejo de la practica de acuñar monedas; existe una materia contínua (cobre,<br />

plata, etc…) que es subdividida, cada porción recibe mediante el acuñar, una forma y tiene<br />

valor por el cuño que la ha conformado. Quizás históricamente pueda ser demostrado y<br />

admitido que la practica de acuñar monedas sirvió de modelo a la especulación, pero esto<br />

no reduce las ideas a aquella práctica sino que esa misma práctica está absorvida por la<br />

teoría de Platón.<br />

Otro caso semejante se encuentra en la diez categorías que establece Aristóteles y<br />

las preguntas de identificación que se hacían a un testigo según el derecho procesal griego.<br />

Por último, es un error grave de reduccionismo el pretender que el sistema de<br />

numeración decimal (por más que históricamente, está demostrado, haya tenido su origen<br />

en los dedos de la mano) pueda ser reducido a los dedos de la mano a modo de sus<br />

emblemas.<br />

Son los dedos de las manos los que resultaron absorbidos por el esquema de la<br />

numeración decimal a la cual dieron origen.<br />

Reducción y absorción forman parte de un proceso dialéctico<br />

252<br />

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Quaestio nominis<br />

La denominación de las disciplinas, si prescindimos temporalmente de los<br />

calificativos de «Antigua», «Media» y «Contemporánea», nos remite inmediatamente a la<br />

consideración de dos términos o conceptos: «Historia» y «Filosofía». Si centramos nuestra<br />

atención en el primer término tendremos que afirmar, en consecuenc ia, que la Historia de la<br />

Filosofía es una disciplina histórica (al igual que la Historia de la Economía, de la Música,<br />

de la Química, etc.) y como tal disciplina se la pueden aplicar los métodos de investigación<br />

propios de la Historia. Por ello cabe realizar en torno a la Historia de la Filosofía las<br />

mismas distinciones que los historiadores efectúan respecto a la Historia in genere; a saber,<br />

la distinción entre la historia como realidad y la Historia como «ciencia». Al hablar de la<br />

historia como realidad nos estamos refiriendo a la<br />

historia objetiva, al proceso histórico, a la<br />

sucesión de ciertos acontecimientos humanos, lo<br />

que hizo o le pasó a Alcibíades, Alejandro Magno,<br />

César, ..., cuyas tramas fueron la Atenas del siglo<br />

V, la campaña de Asia, el paso del Rubicón, etc.<br />

En cambio, cuando hablamos de la Historia en<br />

cuanto ciencia nos situamos en el ordo<br />

cognoscendi, es decir, nos referimos a la<br />

disciplina que se ocupa de estudiar los hechos<br />

históricos, a las Historias de Heródoto, Tácito,<br />

Tito Livio, Ranke, G. Niebuhr, etc. Las palabras<br />

griegas istoria, istorein, significan no la<br />

historia en el sentido objetivo sino la actividad<br />

subjetiva desplegada en la investigación de los<br />

«hechos». Esta distinción conceptual, correlativa<br />

de la existente entre realidad y conocimiento, ha<br />

sido también traducida en diferentes expresiones: res gestae (realidad histórica) frente a<br />

memoria rerum gestarum (conocimiento histórico), historia objetiva frente a historia<br />

subjetiva en Hegel 4 , historia frente a historiografía en B. Croce 5 , los pensadores de<br />

4 .-<br />

En sus Lecciones sobre la filosofía de la historia afirma Hegel: «En nuestra lengua la palabra historia<br />

[Geschichte] une el aspecto subjetivo y el objetivo y significa tanto historiam rerum gestarum como res<br />

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tradición germánica suelen utilizar las expresiones Geschichte e Historie, etc. Para poder<br />

diferenciar estos dos conceptos nosotros vamos a utilizar, en lo sucesivo, la distinción entre<br />

historia (con minúscula) que hace referencia a la realidad histórica, e Historia (con<br />

mayúscula) que hace referencia a la ciencia de la historia. Ahora bien, los dos significados,<br />

aunque separables conceptualmente están intrínsecamente relacionados y su unión en una<br />

misma palabra no parece, como ya subrayó Hegel, una mera contingencia 6 . En efecto, y<br />

toda la tradición materialista podría subscribirlo, parece evidente que sin historia (con<br />

minúscula) no es posible la Historia (con mayúscula); pero, por otra parte, ¿cómo podemos<br />

determinar la realidad histórica si no es a partir de la ciencia de la historia?, o dicho en<br />

términos más clásicos: ordo essendi la historia es la causa determinante de la Historia, pero<br />

ordo cognoscendi la Historia es la premisa sine qua non para el conocimiento de la<br />

historia. Pero la distinción entre estos dos órdenes, aunque clara en apariencia, y necesaria<br />

para tomar conciencia del problema, es completamente confusa desde el momento en que<br />

nos planteamos la propia relación de los órdenes (essendi/cognoscendi) a la hora de<br />

determinar la realidad histórica. Evidentemente, si ordo cognoscendi el relato histórico, la<br />

Historia con mayúscula, es condición para el conocimiento de los acontecimientos<br />

históricos, de la realidad histórica, de la historia (con minúscula), acaso habrá que<br />

sospechar también que, en el ordo essendi, la realidad histórica (la historia objetiva en<br />

términos hegelianos) no es independiente de la conciencia de la historia, del relato<br />

histórico, ligado por otra parte a la aparición de la escritura. Esta es una de las cuestiones<br />

centrales que tiene planteadas la filosofía de la historia y que Hegel expresó en los<br />

siguientes términos:<br />

«El tiempo (que podemos fijar como siglos y milenios) transcurrido hasta la aparición de la<br />

historia escrita ha podido estar lleno de revoluciones, de migraciones, de las transformaciones más<br />

violentas; careció, no obstante, de historia objetiva porque no ha dejado ninguna historia subjetiva,<br />

ningún relato histórico» 7 .<br />

gestae; tanto el relato histórico como lo acontecido, los actos y los hechos mismos». La razón en la historia.<br />

Seminarios y Ediciones, Madrid 1972, p. 207.<br />

5 .- CROCE, B.: Teoría e storia delta storiografia, 1917; Bari 1927; ed. esp.. Buenos Aires, Imán, 1953.<br />

6 .- «Esta unión de ambos significados debe ser considerada como algo más que una simple contingencia<br />

externa. Hay que pensar que el relato histórico aparece al mismo tiempo que los actos y los acontecimientos<br />

históricos propiamente dichos, y es un común fundamento lo que les hace surgir juntos», Hegel, op. cit.. p.<br />

207.<br />

7 .- Ibid.. p.208.<br />

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En torno a nuestra disciplina se puede establecer también la distinción entre historia<br />

de la filosofía (con minúscula), cuyo contenido serían las ideas y sistemas filosóficos dados<br />

históricamente, e Historia de la Filosofía (con mayúscula) que consistiría en el análisis<br />

«científico» (o «filosófico») de esas ideas y sistemas. Pero este análisis se podrá establecer<br />

desde dos puntos de vista: el filológico y el filosófico. Es decir, la Historia de la filosofía<br />

puede ser entendida desde dos perspectivas: como disciplina histórico-fílológica (Historia<br />

filológica de la Filosofía); y como disciplina filosófica (Historia filosófica de la Filosofía).<br />

Ahora bien, la distinción anterior puede ser cruzada a su vez con otras dos perspectivas: la<br />

técnica y la histórico cultural (social, ontológica) 8 . Según la perspectiva técnica se<br />

propenderá a una Historia de la Filosofía haciendo abstración de las restantes formas<br />

culturales. Se trata pues de una perspectiva técnico-abstracta (escolástica). El tecnicismo se<br />

refiere al tecnicismo intrafílosófíco, a la consideración abstracta de las ideas y doctrinas<br />

filosóficas, en cuanto segregadas (abstraídas) de las determinaciones culturales de que<br />

brotan. Se trata, en fin, de una Historia escolástica, para «filósofos profesionales», lo cual<br />

no quiere decir que sea más filosófica. La perspectiva técnica abarcaría tanto la «Historia<br />

de los sistemas filosóficos» entendida en sentido taxonómico (Historia del Monismo, del<br />

Idealismo, etc.), como la Historia filológica sensu stricto, o la Historia de las ideas<br />

filosóficas en tanto en cuanto se suceden históricamente unas a otras, según una disposición<br />

u orden interno. Frente a ella, la perspectiva histórico cultural propendería al estudio de la<br />

filosofía en relación con las demás formas culturales que constituirían el «ámbito» de esa<br />

filosofía. Cruzando los dos criterios surgen cuatro tipos de Historia de la Filosofía.<br />

I. Filológica II. Filosófica<br />

A. Técnica H a filológica<br />

(sensu stricto)<br />

H a sistemática<br />

H a interna<br />

8 .- Cfr.:. BUENO, Gustavo.: El papel de la Historia de la Filosofía en el conjunto de las ciencias históricas.<br />

Oviedo, Centro de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras, 1974, pp. 6-12.<br />

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B. Cultural H a cultural<br />

(social)<br />

H a filosófica<br />

(ontológica)<br />

La Historia de la Filosofía como disciplina histórica. Historia filológica de la Filosofía<br />

En cuanto disciplina histórica la vamos a denominar Historia filológica de la<br />

Filosofía. El aspecto filológico es tomado aquí en un sentido muy amplio que cubre tanto la<br />

Historia filológica sensu stricto de la Filosofía y la Historia de la Filosofía en sentido<br />

histórico-cultural (social). Queremos señalar, aunque creemos que queda suficientemente<br />

claro a lo largo de este trabajo, que no se niega la necesidad de tener en cuenta las<br />

aportaciones de la Filología, ni de la Historia, ni tan siquiera de la Sociología, pues<br />

continuamente estamos haciendo regressus a estas disciplinas. Lo que cuestionamos,<br />

vamos a cuestionar más adelante, es el reduccionismo de la Historia de la Filosofía a estas<br />

posiciones, normalmente realizadas por colegas de profesión, más que científicos de esas<br />

disciplinas a las que se reduce la Historia de la Filosofía.<br />

l.-La Historia de la Filosofía como ciencia filológica-histórica incluiría toda el<br />

conjunto de técnicas y prácticas de crítica textual (establecimiento de los textos, fijación de<br />

la cronología, etc.), así como la exposición, desde los propios textos, de las ideas y sistemas<br />

filosóficos dados históricamente, desde una perspectiva interna y, al menos<br />

intencionalmente, neutral. En cuanto Historia científico-filológica depende ante todo de las<br />

fuentes, y principalmente, dentro de ellas, de las obras de los propios filósofos, cuya<br />

claridad y riqueza varían en los diferentes tiempos.<br />

En lo relativo a las obras de la época moderna los problemas filológicos se han<br />

minimizado, pues con el descubrimiento de la imprenta la tradición literaria no ofrece<br />

dificultades y asistimos así a una escasez casi total de controversias respecto a la<br />

256<br />

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autenticidad 9 y origen de las obras 10 . Pero, aunque mínimos, los problemas no han<br />

desaparecido. Perduran algunos problemas de autoría relativos a obras con pseudónimos de<br />

plagios sobre traducciónes y se manifiestan, sobre todo, en las ediciones postumas de obras<br />

inéditas y de cartas, no exentas en algunas ocasiones de falsificaciones deliberadas. Tal es<br />

el caso de la hermana de Nietzsche, creadora del «Archivo Nietzsche», falsificadora de<br />

textos de su hermano, y sobre todo de cartas 11 . Otras veces los problemas se suscitan en<br />

tomo a publicaciones sin firma de autor, como en el caso de los artículos anónimos<br />

aparecidos en la Revista crítica de Filosofía, dirigida por el joven Schelling, entre 1802-<br />

1803, que más tarde los discípulos de Hegel y de Schelling reivindicarían para sus<br />

respectivos maestros 12 . Los problemas de identificación se plantean también a propósito de<br />

las obras realizadas en colaboración, con aportación de artículos o partes sin declaración de<br />

lo que corresponde a cada uno de los colaboradores, tan frecuentes en nuestros días en lo<br />

referente a manuales de enseñanza. Estos son los problemas planteados, por ejemplo, en<br />

torno a los siguientes títulos de Marx-Engels: La sagrada familia. La ideología alemana, y<br />

El manifiesto comunista.<br />

Las dificultades irán en aumento conforme nos remontamos en el tiempo. En lo<br />

referente a la filosofía medieval se puede afirmar que, a partir del siglo XIX, se ha editado<br />

o, en su caso, reeditado el grueso de las obras de que se tiene noticia, no sólo de la filosofía<br />

9 .- Los criterios de discriminación utilizados en las investigaciones relativas a la autenticidad de las obras se<br />

suelen agrupar en dos clases: externos, constituidos por los testimo nios y datos históricos referentes a la obra<br />

y al autor; internos, relativos al contenido y al estilo de los escritos. Sobre el valor relativo y limitado de los<br />

mismos y las reservas que es necesario tomar en su uso cfr.: MONDOLFO, R.: Problemas y métodos de<br />

investigación en historia de la filosofía. Buenos Aires, Eudeba, 1960.2 a ed., pp. 175 ss.<br />

10 .- Refiriéndose al mundo moderno, afirma W. Windelband: «Son raros los casos en que el problema de la<br />

autenticidad y origen de las obras da lugar a controversias: aquí carece de importancia una crítica filológica y,<br />

donde surge, como, por ejemplo, en las diversas ediciones de las obras de Kant, se ocupa de puntos<br />

subordinados, y en última instancia, inesenciales. También aquí se posee el material más importante: lo que se<br />

ha extraviado o lo que pueda aparecer en posteriores publicaciones apenas habrá de tomarse en cuenta. Si el<br />

agudo análisis filológico ha aportado en los últimos decenios algo nuevo sobre Spinoza, Leibniz, Kant, Fichte,<br />

Schelling, Hegel, Schieiennacher, Schopenhauer, Maine de Biran, no por eso ha variado la estructura general<br />

ya elaborada de la filosofía moderna. Casi siempre se trata en estos casos de complementos; sobre todo, lo<br />

más relevante se reduce a correspondencia epistolar que viene, claro está, a esparcir más luz acerca del factor<br />

individual en el desarrollo histórico de la filosofía». Historia general de la filosofía. T. Francisco Larroyo,<br />

Barcelona, El Ateneo, 1970, p. 15.<br />

11<br />

.- Cfr.: SÁNCHEZ PASCUAL, Andrés.: «Introducción», en: NIETZSCHE, F.: Ecce homo. Madrid,<br />

Alianza Editorial, 1971, p. 11.<br />

12<br />

.- MONDOLFO, R.: op. cit. p. 173.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

escolástica cristiana, sino también de la musulmana y de la judía. Esta labor ha sido<br />

abordada en primer lugar por V. Cousin y su escuela 13 , pero la colección más importante<br />

respecto a la filosofía cristiana medieval y a los Padres de la Iglesia será la Patrología de<br />

Migne 14 . Obras de Abelardo, Adelardo de Bath, Avicebrón, Saadía y Roberto Grosetete han<br />

sido publicadas en la «Beiträge zur Geschichte der Philosophie der Mittielalters» 15 , en las<br />

Mélanges de Munk 16 , y en las Recherches de Jourdain sobre las traducciones medievales<br />

de Aristóteles 17 . No obstante, a propósito de las obras de filosofía medieval se han<br />

presentado problemas de falsas atribuciones. Un caso relativamente reciente es el de la tesis<br />

doctoral de Heidegger sobre La doctrina de las categorías y de la significación en Duns<br />

Escoto (1916), fundada en la Gramática especulativa atribuida tradicionalmente a Duns<br />

Escoto (1265 a 1308) y reconocida actualmente como obra de Tomás de Erfurt (fl. 1325).<br />

Otras obras atribuidas tradicionalmente a Duns Escoto tampoco le pertenecen:<br />

Conclusiones de Metafísica de Gonzalo de Balboa y Barcarcel 18 , y las obras: Exposición<br />

de los XII libros de Metafísica y Comentario a la física, son apócrifas. En cambio los<br />

Theoremata, atribuidos durante mucho tiempo a círculos ockhamistas, se reconoce<br />

actualmente como obra auténtica de Duns Escoto. Son apócrifas también las obras, Summa<br />

totius logícae y De regimine principum, atribuidas en otro tiempo a Tomás de Aquino<br />

(1225 a 1274). El propio V. Cousin incluyó y atribuyó a Pedro Abelardo (1079 a 1142) en<br />

la edición de las obras de este último el tratado que lleva por título Degenenbus et<br />

speciebus. Sin embargo Ritter negó esta atribución atribuyendo esta doctrina a Gausleno<br />

[Joscelino, obispo de Soissons] 19 . Otras veces los problemas se plantean en torno a los<br />

13 .- Además de sus Fragments de Philosophie scolastique (5 vols.. París, 1865-1866), Cousin editó<br />

anterioremente un grupo de obras de lógica de Abelardo (Oeuvres Inédites d’Abelard. Paris, 1836), y las<br />

obras completas del mismo (COUSIN, V. /JOURDAIN, C. /DOPIS, E.: Petri Abaelardi opera. 2 vols., Paris,<br />

1849 vol. 1, 1859 vol. 2).<br />

14 .- MIGNE, J.P.: Patrologiae cursus completus. Serie 1 a , Patrologia graeca. 162vols. (con trad. latina).<br />

París, 1857-1866. Serie 2 a , Patrología latina. 221 vols, Paris, 1844-1866.<br />

15 .- Munich, a partir de 1891. Cf. del presente trabajo la parte relativa a las «Fuentes».<br />

16<br />

.- MUNK, S.: Mélanges de Philosophie juive et árabe. Paris, 1859.<br />

17 .- JOURDAIN, A.: Recherches critiques sur l'age et l'origine des traductions latines d' Alistóte. Paris<br />

1819,1843,2 a ed.<br />

18 .- Según Gonzalo Diaz Diaz, son pocos los datos que tenemos de este franciscano que debió nacer a<br />

mediado del siglo XIII, posiblemente en Galicia, y fue Regente de la Universidad de París en 1302 y contaba<br />

entre sus discípulos a Duns Escoto. DIAZ DIAZ, Gonzalo.: Hombres y documentos de la Filosofía<br />

Española. Tomo I. Madrid, CSIC, 1980, pp.467 y ss.<br />

19 .- RITTER, H.: Geschichte der Philosophie. Hamburgo, 1844, vol. 7, p. 364. Según WULF la obra había<br />

sido atribuida por John de Salisbury a Gausleno en Metalogicon, II., 17. «Est et alius qui cum Gausleno<br />

Suessioni episcopo, universalitatem rebus in unum collectis attribuit, et singulis eamdem demit». WULF,<br />

Maurice De.: History of Medieval Philosophy. Traducción inglesa de P. Coffey. London-New York-Bombay-<br />

Calcutta, 1909. Cap.2.<br />

258<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

pensadores cuyas obras se han perdido. Tal es el caso de las obras de Roscelino (1050 a<br />

1120) — de las que se conserva tan sólo la carta dirigida a Pedro Abelardo (1079 a<br />

1142) 20 , y cuyas fuentes doctrinales nos vienen dadas por sus enemigos: San Anse lmo de<br />

Aosta (1035 a 1109) y Abelardo. Caso parecido es el de Arnalarico de Bena y David de<br />

Dinant cuyas obras «fueron condenadas a ser quemadas en el Concilio Lateranense en<br />

1215. Las fuentes de Arnalarico se encuentran en Juan Gersón (1363-1429) y las de David<br />

de Dinant en Alberto Magno (ca. 1200 a 1280) y Tomás de Aquino (1225 a 1274). En otras<br />

ocasiones la crítica filológica ha establecido la identidad entre pensadores considerados<br />

como independientes como ocurrió con el autor de Fons Vitae que los escolásticos<br />

creyeron que era árabe y se llamaba Avicebrón (ca. 1022 a 1057-70), opinión dominante<br />

hasta mediados del siglo XIX en que Munk estableció la identidad entre Avicebrón y el<br />

filósofo judío Ibn-Gabirol 21 .<br />

Las mayores dificultades a la hora de fijar las fuentes y donde mayor importancia<br />

tiene el método filológico es en la filosofía antigua. Como fuentes directas de la filosofía<br />

antigua se conservan algunas obras originales de la parte medular de los escritos de Platón<br />

y de Aristóteles y de las obras de la última época (Cicerón, Séneca, Sexto Empírico,<br />

Plutarco, Padres de la Iglesia y neoplatónicos). Pero la mayor parte de las obras de la<br />

Antigüedad se han perdido: presocráticos, sofistas y la mayor parte de las obras de los<br />

epicúreos, escépticos y estoicos. De todos ellos sólo poseemos un puñado de fragmentos<br />

conservados en citas (en estilo directo) en las obras de otros pensadores. Recopilaciones de<br />

conjunto de los fragmentos antiguos han sido realizadas por Jacoby, Mullach, Müller, Diels<br />

y Wolf 22 . Las recopilaciones clásicas de los presocráticos, sofistas, estoicos, y epicúreos<br />

http://www.nd.edu/Departments/Maritain/etext/homp171.htm. Para la edición latina digital del Metalogicon,<br />

cf.: Joannis Saresberiensis Metalogicon edidit J.B. Hall , auxiliata K.S.B. Keats-Rohan in Corpus<br />

Christianorum - Continuatio Mediaevalis XCVIII.<br />

http://www.abaelard.de/abaelard/060013metalogicon.htm<br />

20 .- La Carta de Roscelino a Abelardo ha sido publicada en las obras de Abelardo editadas por V. Cousin, en<br />

Patrología Latina , vol. 178, pp. 357 ss.; ed. de Reiners, «Beitráge zur Geschichte der Philosophie der<br />

Mittielalters», VIII, 5, 63-80.<br />

21<br />

.- MUNK.: Literaturbiatt des Orients, 46,1845, col. 721.<br />

22 .- JACOBY, F.: Die Fragmente der griechischen Historiker. Berlin, 1923. MULLACH, F.W.A.: Fragmenta<br />

philosophorum graecorum. 3 vols., Paris, 1860-81. MÜLLER, G.: Fragmenta hisoaricorum graecorum. Paris,<br />

1883. WOLF, J.Ch.: Fragmenta et elogia mulierum Graecarum. Gotinga, 1739. DIELS, H.: Poetarum<br />

philosophorum fragmenta. Berlin, 1901.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

son las de Diels-Kranz 23 , Untersteiner 24 , Arnim 25 y Usener 26 , respectivamente. El trabajo<br />

relativo a ediciones críticas ha sido muy amplio durante todo el final del siglo XIX,<br />

desbordando un tratamiento más amplio el marco de este trabajo, sin embargo para<br />

selecciones más específicas nos remitimos a la parte relativa a las «Fuentes». Además de<br />

las obras conservadas y de los fragmentos de la filosofía antigua es necesario hablar<br />

también de los testimonios de Platón y Aristóteles sobre los pensadores anteriores a ellos, y<br />

de la tradición doxográfica, es decir, de aquéllos escritos que nos informan<br />

sistemáticamente de las opiniones (dÒxai) de los filósofos. La obra fundamental de la<br />

doxografíá la llevó a cabo Teofrasto 27 , discípulo de Aristóteles, y las obras de los demás<br />

doxógrafos (Alejandro de Afrodisia, Simplicio, Aecio, Cicerón, Sexto Empírico, Eusebio,<br />

Galeno, etc.), se nutren de su obra. La obra clásica sobre doxografíá ha sido realizada<br />

también por Diels 28 .<br />

2.- La Historia de la Filosofía cultural propenderá al restablecimiento de las<br />

conexiones entre la filosofía y el resto de las formaciones culturales. Partimos del supuesto<br />

de que el conjunto cultural se encuentra estructurado categorialmente, según categorías<br />

económicas, políticas, sociológicas, religiosas, psicológicas, científicas (matemáticas,<br />

biológicas) y artísticas. Se trata en este epígrafe de la articulación de la filosofía y el resto<br />

de las categorías culturales consideradas distributiva o colectivamente. Esta articulación,<br />

cuando nos situamos en la perspectiva histórico-científíca se nos manifiesta como una<br />

articulación reductiva.<br />

Ahora bien, aun cuando la reducción de la filosofía a las categorías culturales -sobre<br />

todo en el caso de las reducciones sociológicas- tiende a la disolución de los problemas<br />

filosóficos y, en última instancia, a la reducción de los planteamientos histórico-fílosófícos<br />

a la Sociología; sin embargo, cuando las reducciones manifiestan su adecuación, debemos<br />

reconocer en ellas el camino de una reducción positiva de las ideas filosóficas a la<br />

estructura de un sistema cultural dado. En otras palabras, cuando una reducción se nos<br />

23<br />

.- DIELS, H. /KRANZ , W.: Die Fragmente der Vorsokratiker. Berlín, 1903. Reelaborado posteriormente<br />

por W. Kranz, Berlín, varias ediciones de 1934 a 1954; Dublín-Zurich, 1972.<br />

24<br />

.- UNTERSTEINER, M.: I Sofistí: Testimoníame e frammentí. 4vols., Florencia 1949; Florencia, La<br />

Nuova Italia, 1967 (edición bilingüe griego-italiana).<br />

25<br />

.- ARNIM, H. Von,.: Stoicorum veterum fragmenta. Leipzig, 1903-1905; 1924.2 a ed;<br />

4vols.,Stuttgart,1964.<br />

26 .- USENER, H.: Epicúrea. Leipzig, 1887.<br />

27 .- TEOFRASTO.: Theophrastí Eresti Opera quae supersunt omnia. Ed. F. Wimmer. Leipzig, 1854-1862;<br />

Paris, 1866; Francfort, 1964. De sensu et sensibilibus, en Diels, Doxographí Graeci, pp. 499-527.<br />

28 .- DIELS, H.: Doxographi Graeci. Berlín 1879, reimp. 1958.<br />

260<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

manifiesta como una reducción efectiva, cumple entonces una función eminentemente<br />

crítica positiva: porque lo que se critica no es la filosofía en sí misma, sino particulares<br />

ideas o doctrinas ligadas a la propia conciencia filosófica, es decir, contenidos ideológicos<br />

inmersos en los propios desarrollos filosóficos. Distinguiremos varios tipos de esquemas<br />

reductores: biográficos, sociológicos, científicos, religiosos y artísticos.<br />

a) Reduccionismo biográfíco-psicológico.<br />

La biografía filosófica como género historiográfíco aparece ya en la Antigüedad y,<br />

aunque Diógenes Laercio 29 nos habla de los escritos biográficos perdidos de Aristóteles<br />

(Perˆ tîn Puqagore…wn a/, Perˆ; Perˆ tÁj 'Arcute…ou filosof…aj; Perˆ tÁj<br />

Speus…ppou kaˆ Xenokr£touj) como práctica historiográfíca efectiva empieza a<br />

desenvolverse entre sus discípulos. Untersteiner 30 y Braun 31 consideran a Aristoxeno de<br />

Tarento, discípulo de Aristóteles y autor de la obra titulada Pl£twnoj b…oj como el primer<br />

cultivador deliberado del género biográfico. Si embargo, no debemos olvidar a Platón, que<br />

como hemos intentado demostrar en otra parte 32 es a nuestro entender el iniciador del<br />

genero especialmente con la Carta VII. El que desarrollará el género, será Dicearco, otro<br />

peripatético, (b…oj `Elladoj; Perˆ b…wn), pero es en la época Alejandrina cuando se<br />

generaliza su uso con la introducción de repertorios y listas de filósofos: Calímico de<br />

Cirene realiza un catálogo de los autores ilustres y de sus obras (Pˆnakej = lista, relación,<br />

catálogo), Aristófanes de Bizancio continúa el catálogo de Calimaco, además de Antígono<br />

Carystio (b…oi), Sátiro (b…oi), Dioclés de Magnesia (b…oi filosÒfwn) Flavio Filóstrato<br />

(Vidas de sofistas. Vida de Apolonio de Tyana), Diógenes Laercio 33 ('Istor…a perˆ b…wn,<br />

dogmatwn kai ¢pofqegm£twn tîn šn filosof…a), Porfirio (232/233 a 304) (Vidas de<br />

Pitágoras y de Platino), Eunapio 34 (Vidas de filósofos y sofistas), Jámblico (240 a 325)<br />

(Vida de Pitágoras). El género biográfico, como sucesión biográfica de personalidades,<br />

pasa a la Edad Media y continúa practicándose desde el Renacimiento hasta nuestros días y,<br />

29 .- Diogenes Laercio, V, 25 5-6<br />

30<br />

.- UNTERSTEINER, M.: «Le biografie dei filosofi: il Bios», cap. 8 de Problemi di filología filosófica, ed.<br />

L. Sichirollo y M. Venturi Femólo, Milán, 1980, pp. 229 ss.<br />

31<br />

.- BRAUN, L.: Histoire de I 'histoire de la philosophie. Paris, ed. Ophrys, 1973, p. 22.<br />

32 .- GARCIA FERNANDEZ, Román.: Una teoría de la imagen y la publicidad en Platón. Oviedo, <strong>Eikasia</strong>,<br />

2001.<br />

33 .- Escribio estos libros entre el 225 y el 250.<br />

34<br />

- Escribio esta obra entre el 345/346<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

a pesar de ser considerado como un método deficiente y defectuoso 35 , ha servido de modelo<br />

a Historias generales de la filosofía 36 . José Ferrater Mora en su Diccionario presenta la<br />

práctica biográfica como una modalidad de la doxografia, consis tente en la presentación de<br />

la Historia de la Filosofía como Historia de los filósofos. Pero, si se acepta este supuesto, la<br />

técnica biográfica desaparecería como género propio, convirtiéndose simplemente en la<br />

Historia sistemática cuando los sistemas filosóficos se asocian a los nombres propios de los<br />

filósofos. Historia sistemática e Historia de los filósofos serían simplemente las variantes<br />

ondulatoria y corpuscular de la Historia de la Filosofía. Ciertamente la biografía filosófica<br />

consiste en la conexión de un conjunto de fílosofemas u opiniones (dÒxai) filosóficas con<br />

un nombre propio 37 , pero este nombre propio es un b…oj, es decir, un centro viviente, una<br />

35 .- WINDELBAND /HEIMSOETH.: Historia general de la filosofía, op. cit., p. 17.<br />

36 .- En el siglo XIX es concebido de esta forma el libro de LEWES , G.H.: A Biographical Histoiy of<br />

Philosophy from its origin in Greece down to the present day. Londres, 1846. The history of Philosophy<br />

from Thales to the present day. 2 vols., Londres, 1866,3 a ed.<br />

37 .- Las técnicas historiográfícas antiguas son, además de la biografía, la doxográfíca, la diadoquista y la<br />

herética (cfr. LAFUENTE, Isabel.: Teoría y metodología de la Historia de la filosofía. Universidad de León.<br />

1986, pp. 168-175). La doxografía consistirá en reunir y ordenar las opiniones (dÒxai,, plácita) de los<br />

filósofos en torno a un tema o rúbrica. Su fundador es Teofrasto y a él se remite en última instancia toda la<br />

tradición doxográfíca de que hablamos anteriormente. Una evolución de la doxografía, dentro ya del mundo<br />

medieval, son los Léxica de Focio y Suidas, y lo que hoy día denominamos la «Historia temática» (p. ej.: la<br />

Historia general de la Filosofía de Windelband) puede ser considerado como una generalización de esta<br />

técnica. La práctica diadoquista toma su nombre del término di£docoj (sucesor) y asocia los distintos<br />

filosofemas a los escolarcas sucesores del fundador de una escuela. Esta técnica da cuenta principalmente de<br />

la constitución de la tradición escolar, y sus principales representantes en el mundo antiguo son Soción de<br />

Alejandría (Perˆ di£docîn tîn filosÒfwn), Alejandro «Polihístor» (Diadocaˆ tîn filosÒfwn), y<br />

Sosícrates (Diadocaˆ). La práctica herética toma su nombre del término a†resij (secta), y hace referencia a<br />

la exposición de la doctrina de una escuela diferenciándola cuidadosamente de las doctrinas de otras sectas o<br />

escuelas. Desarrollaron, entre otros, esta técnica: Clitómaco (Perˆ tîn aƒršsewn), Epicuro (Perˆ<br />

aƒršsewn), Apolodoro de Atenas (Perˆ tîn filosÒfwn aƒršsewn), Galeno (De sectis), Hipólito (kat£<br />

paqîn aƒršsewn œlegcoj). Estas no son, por otra parte, las únicas técnicas historiográficas desarrolladas en<br />

la Antigüedad: Panecio de Rodas escribe también una Historia de sectas pero con una finalidad bien distinta a<br />

la que está a la base de las prácticas heréticas. No se trata tanto de marcar las diferencias y fronteras<br />

infranqueables entre las escuelas; no se trata tanto de poner al descubierto la diferencia de opiniones<br />

(diafwn…a tîn dÒxwn) -de ahí que la práctica herética sea el caldo de cultivo del escepticismo griego y<br />

cristiano-, sino de encontrar un denominador común a las diferentes escuelas. Por ello Panecio auna en una<br />

misma tradición a Sócrates, Platón. Aristóteles y estoicos, para mostrar que a las escuelas dogmáticas les une<br />

más que lo que las diferencia. Otra práctica utilizada en la Antigüedad es la de los comentarios de textos<br />

(profanos o sagrados), desarrollada sobre todo por los filósofos neoplatónicos (comentarios a Platón y<br />

Aristóteles). En sí misma no es una práctica historiográfíca, pero constituyen un importante material en la<br />

misma línea de la técnica doxográfíca. Esta práctica, junto a las summulas y las quaestiones tendrán un gran<br />

desarrollo en la Edad Media. La biografía y la doxografía evolucionan hasta dar lugar a las compilaciones,<br />

técnica usada frecuentemente en la Edad Media. La técnica de la compilaciones la técnica del fichero con un<br />

índice de registros (p. ej.: índice de autores), y donde cada registro se divide en un <strong>número</strong> invariable de<br />

campos (origen de un autor, escuela, escritos, etc.). Ejemplo de ello es Hesiquio de Mileto (hacia 525) en su<br />

262<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

unidad de conducta, un carácter 38 . El bios que está a la base de la construcción biográfica<br />

en la Antigüedad aparece asociado, según Untersteiner 39 , a las ideas de Ãqoj (carácter),<br />

p£qoj (experiencia, sentimiento, sensación interna) y a la doctrina de los tÚpoi (tipos)<br />

(vanidoso, descontento, fanfarrón, etc.) desarrollada en los Caracteres de Teofrasto (372 a<br />

288). La biografía filosófica no puede ser retraducida sin más a la Historia de los filósofos,<br />

pues en el fondo del método biográfico asistimos, al menos intencionalmente, a la<br />

consideración de las ideas filosófi cas como ideas puramente subjetivas, meras<br />

segregaciones cerebrales, cuya explicación última reside en el sustrato psicológico,<br />

biológico o patológico de la personalidad de los filósofos. Este método ha sido explotado<br />

también en la Historia in genere. Así, la morfología y sus interpretaciones patológicas son,<br />

según el Dr. Marañon, las bases de la clínica arqueológica 40 ; y las relaciones entre la<br />

constitución corporal y el carácter son, según Kretschmer, las bases para rehacer el retrato<br />

de personajes pretéritos 41 .<br />

b) Reduccionismo sociológico.<br />

Los esquemas de este tipo, vinculados a ciertas premisas económico-políticas,<br />

propenden a la reducción de las filosofías de una época a la mera expresión ideológica de<br />

los intereses de clase o de un grupo social determinado: desde los intereses y tensiones de<br />

las clases sociales se propicia la explicación histórica de las doctrinas filosóficas. Así para<br />

Vernant 42 , el cosmos de Anaximandro no será otra cosa que el emblema de la nueva polis<br />

obra titulada Perˆ tîn paide…an dialamy£ntwn), una evolución del catálogo de Calimaco de Cirene. La<br />

compilación aparace en otras ocasiones bajo la forma de repertorio bibliográfico, como en la Bibliotheca o<br />

Miriabiblion de Focio. El título exacto de esta obra era: 'Apograf» kaˆ sunar…qmhsij tîn ¢negnwsmšnwn<br />

ºm‹n bibl…wn, în e„j kefalaièdh di£gnwsin Ð ºgaphmšnwn ¹mîn ¢delfÒj Tar£sioj («Descripción y<br />

enumeración de los doscientos setenta y nueve libros leídos por nosotros, cuyo contenido ha querido<br />

conocer nuestro querido hermano Tarasio»).<br />

38 .- BRAUN, L.: Histoire de I 'histoire de la philosophie. Paris, ed. Ophrys, 1973, p. 22.<br />

39 .- UNTERSTEINER.: «Le biografíe dei fílosofi: il Bios», Problemi di filología filosófica, ed. L. Sichirollo<br />

y M. Venturi Femólo, Milán, 1980, pp. 226-28.<br />

40<br />

.- MARAÑÓN, G.: Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo. Madrid, 1964,10 a ed., p.<br />

33: «Nadie ignora con cuanta frecuencia la gran tramoya de los hechos públicos ha sido conducida por<br />

individuos, o francamente enfermos, o de esos otros que, como los funámbulos en una cuerda, atraviesan la<br />

vida balanceándose entre la normalidad y la patología».<br />

41<br />

.- KRETSCHMER.: Geniale Menschem. Berlín, 1929.<br />

42 .- VERNANT, J.P.: Mito y pensamiento en la Grecia Antigua. Ariel, Barcelona 1983; Los orígenes del<br />

pensamiento griego. Trad. Marino Ayerra. Buenos Aires, Eudeba, 1965.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

democrática en la que el príncipe o monarca ha sido sustituido por el equilibrio de fuerzas<br />

democráticas que se contraponen en tomo a un centro: el agora. Incluso el género literario<br />

de Anaximandro (su libro en prosa, frente al verso esotérico de los poetas) no es sino la<br />

expresión de la forma pública democrática (ˆsonom…a, ˆshgor…a) del nuevo orden. La<br />

reducción de la filosofía a una expresión ideológica de los conflictos e intereses de clase es<br />

el postulado de la obra de Thomson: «es evidente que las especulaciones cosmológicas de<br />

los primeros filósofos naturales pertenece plenamente al dominio de la ideología» 43 , y a<br />

partir de esta premisa metodológica asimila a Pitágoras y su escuela a la clase mercantil e<br />

industrial -Pitágoras como acuñador de monedas- del sur de Italia, ligada a la democracia<br />

frente a las clases aristocráticas terratenientes, equidistante, pues, de los eupátridas y de los<br />

campesinos pobres, lo que daría cuenta de la teoría pitagórica del término medio, de la<br />

moderación, de la media armónica y de la igualdad geométrica. En otras palabras, las<br />

claves últimas de la ontología del término medio se encuentra en la posición intermedia de<br />

la nueva clase de mercaderes. Pero los efectos más corrosivos de este sociologismo se<br />

encuentran en tesis tipo Farrington que reducen filosofía de Platón y su contribución a la<br />

ciencia a mera ideología, y la teoría de las ideas, en particular, a la ideología de la clase<br />

ociosa: «La teoría de las ideas ... era posible únicamente para gente que sólo pensaba acerca<br />

de las cosas, pero que no actuaba sobre ellas» 44 . Posiciones análogas a las de Farrington<br />

han sido expuestas por Jerez Mir cuando afirma de Platón: «Este filósofo no se esfuerza en<br />

ocultar (o al menos no lo hace siempre) que su famosa “teoría de las ideas", con la que<br />

pretende dar consistencia y objetividad al saber humano, está al servicio de un punto de<br />

partida ético-político de corte elitista, es decir, de la reacción aristocrática» 45 . A la doctrina<br />

aristocrática de Platón se suele oponer la realista de Aristóteles, reducido a la condición de<br />

meteco: «para los atenienses de vieja cepa, Platón plantea los principios de un idealismo<br />

aristocrático, imbuido de religiosidad. Pero el realista de mirada penetrante, que conoció y<br />

formuló en nueva forma cuanto supieron y pensaron los griegos de todos los países, es el<br />

Estagirita Aristóteles, a quien sucede Teofrasto de Eresos, el hijo de un batanero» 46 .<br />

Semejantes esquemas son puestos en funcionamiento también por Dynnik 47 , Garaudy 48 ,<br />

43 .- Studies in Ancien Greek Society. vol. 2: «The firts philosophers», Londres, Lawrence & Wishort, 1961,<br />

p. 157.<br />

44 .- FARRINGTON, B.: Greek science. Pelican Books, Middiesex, 1963, pág. 123.<br />

45 .- JEREZ MIR , R.: Filosofía y sociedad. Una introducción a la Historia social y económica de la<br />

Filosofía. Madrid, Ayuso, 1975, p. 123.<br />

46 .- OLMEDA, Mauro.: Las fuerzas productivas y las relaciones de producción en la antigüedad<br />

grecorromana. Madrid, Ayuso, 1973, p. 270.<br />

47 .- Transcribimos a título de ejemplo su concepción global de la filosofía medieval: «El papel de la Iglesia y<br />

el carácter general de la ideología medieval determinaban también la situación de la filosofía como "sierva de<br />

264<br />

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con su presentación de la Summa Theologica de Santo Tomás como reflejo de la estructura<br />

feudal, y Goldmann 49 , al poner de manifiesto las relaciones entre la ideología de Pascal y la<br />

situación que la burguesía de toga alcanzó en la Francia del absolutismo.<br />

c) Reducción de la Filosofía desde categorías religiosas o mitológicas.<br />

Si bien los esquemas reductivos del sociologísmo son relativamente recientes,<br />

herederos de los métodos desplegados por el Materialismo Histórico y de la Sociología del<br />

Conocimiento, el intento, en cambio, de dar cuenta de la filosofía a partir de la religión se<br />

remonta a los primeros siglos de nuestra era, a Filón de Alejandría (s. I) y a Numenio de<br />

Apamea (s. II). Este modo de proceder se conoce con el nombre de la tesis del préstamo: lo<br />

que los filósofos griegos nos han dicho ha sido tomado de la sabiduría oriental. Se trata de<br />

buscar a la cultura griega fuentes orientales de tal modo que Pitágoras y Platón no han<br />

enseñado otra cosa que la vieja sabiduría de los brahmanes, magiares, egipcios y,<br />

principalmente, judíos. En esta línea Numenio llegará a afirmar que Platón no era sino<br />

Moisés hablando en Griego. Justino (s. II), basándose en el prólogo al Cuarto Evangelio,<br />

afirmará que todo el linaje humano participa del logos, parcialmente revelado antes del<br />

advenimiento de Cristo, y que aquellos que vivieron de acuerdo con la razón son cristianos<br />

aunque no hayan conocido a Cristo: «Nosotros aprendimos que Cristo es el primogénito de<br />

Dios y que es la razón, de la cual participa todo el linajes humano. Y los que vivieron según<br />

la razón son cristianos aunque fueran considerados ateos: entre los griegos Sócrates,<br />

la teología". Su misión de clase consistía en infundir en las masas la idea de que Dios había instituido y<br />

sancionaba la jerarquización feudal, la división de la sociedad en estamentos y la opresión de clase y que, por<br />

tanto, luchar contra este orden explotador significaba revelarse contra la voluntad divina. La misión inmediata<br />

de la escolástica era fundamentar, sistematizar y defender la ideología eclesiástica oficial mediante argucias<br />

artificiales de carácter lógico-formal. La escolástica propagaba el fanatismo religioso, la intolerancia hacia la<br />

independencia de pensamiento. También se caracterizaba por su idealismo extremo y exagerado formalismo»;<br />

DYNNIK, M.: Historia de la Filosofía. México, Grijalbo, 1960. El mismo esquema de Dynnik (el carácter<br />

lógico-formal de la filosofía escolástica reducido a una ideología justificativa del orden social reinante) se<br />

utilizará desde la filosfia del Diamat en la Unión Soviética de la época estalinista (hasta 1950) en la crítica a<br />

la lógica analítica y formal: la lógica analítica, en cuanto suprime la contradicción, no será sino un instrumento<br />

ideológico cuya finalidad última reside en la ocultación de las contradicciones reales del capitalismo. Ello<br />

llevaría a la supresión de la enseñanza de la lógica formal en la Unión Soviética hasta el año 1946. Sobre la<br />

lógica marxista cfr.: VELARDE LO<strong>MB</strong>RAÑA, Julián.: Historia de la Lógica. Universidad de Oviedo, 1989,<br />

pp. 233-41.<br />

48 .- GARAUDY, R.: L'Eglise, le Communisme et les Chrétiens. París, Editions Sedales, 1947.<br />

49<br />

.- GOLDMANN, L.: Le Dieu caché. Paris, Gallimard, 1955.<br />

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Heráclito y otros como ellos; y entre los bárbaros Abraham y Ananías, Azarías, Misael,<br />

Elias y otros muchos» 50 . No sólo aparece la teoría del préstamo entre los concordistas<br />

cristianos, sino también en antilogistas como Tertuliano, pues, a pesar de su desprecio a la<br />

filosofía, «no negaremos que alguna vez los filósofos han opinado de un modo cercano al<br />

nuestro. Séneca es frecuentemente uno de los nuestros» 51 , pero aún en estos casos raros, lo<br />

poco que sabían lo habían tomado del Antiguo Testamento. Este esquema se mantiene en la<br />

Filosofía medieval y moderna. La doctrina del tradicionalismo avanza en esta misma<br />

dirección. Roger Bacon (s. XIII) ha diseñado sus primeras líneas con la doctrina de las tres<br />

revelaciones 52 . En el siglo XVII los neoplatónicos de Cambridge, Ralph Cudworth, Henri,<br />

More, y Theophilus Gale, habrían aplicado sistemáticamente la doctrina del préstamo como<br />

método de investigación histórica que, a partir del axioma de un origen último de la<br />

filosofía en la revelación, entenderá las filosofías dadas histórica mente como desviaciones<br />

(Historia stultitiae) de su origen común. Por lo tanto, se concederá primacía doctrinal a una<br />

filosofía según unas normas de apreciación vinculadas a motivos religiosos 53 . Theophilus<br />

Gale, en su Court of the Gentiles, resucita las ideas neopitagóricas (Apolonio de Tyana,<br />

Numenio de Apamea) del origen del pensamiento griego en el pensamiento hebraico, de tal<br />

manera que lo que los filósofos antiguos tienen de admirables lo han tomado de la<br />

revelación 54 . El tradicionalismo continúa en Francia con la Restauración: Bonald, De<br />

Maistre, Chateaubriand. También Comte, aunque desde una orientación distinta, continúa la<br />

línea tradicionalista con su teoría del estadio metafísico, al defender que toda idea<br />

metafísica -lo que equivale en él a toda idea ontológica- no es sino el reflejo o<br />

transformación de una idea teológica previa.<br />

En resumidas cuentas, el reduccionismo religioso opera sobre el supuesto de que las<br />

ideas filosóficas constituyen sólo el resplandor o reflejo de las fuentes de luz míticas, e<br />

inspirará el modo de proceder de tantos historiadores que propenden a ver la filosofía<br />

50<br />

.- JUSTINO.: Apología Primera, 46.<br />

51 .-. «Non negabimus aliquando philosophos iuxta nostra sensisse. Séneca saepe noster».<br />

52<br />

.- La primera revelación, la de Adán, se conserva en los lenguajes populares donde está contenida nuestra<br />

filosofía; la segunda revelación, la de Moisés, fue la fuente de los filósofos griegos; la tercera revelación, la<br />

evangélica, es fuente de la verdadera filosofía, la cristiana. «De utilitate Gramaticae», Opus Majus, Pars<br />

Tertia, ed. John Henri Bridges, vol. supl., reimp. Francfort, 1964, pp. 80 ss.<br />

53<br />

.- No obstante, en líneas generales, los neoplatónicos de Cambridge, en cuanto ven en el platonismo la<br />

concepción original religiosa del universo, pueden ser interpretados también en orden a la Historia filosófica<br />

de la Filosofía.<br />

54 .- Para los neoplatónicos de Cambridge, cfr.: TULLOCH, J.: Rational Theology and Christian Philosophy<br />

in the Seventeenth Century. 2 vols., Londres, 1872. Cfr. también: MALUSA, L.: «I neoplatonici de<br />

Cambridge e la storiografia filosófica», Storia delle storia generali della filosofía. Vol. 1, pag. 316.<br />

266<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

griega, o al menos la filosofía presocrática, como una simple continuación del pensamiento<br />

mítico, inspirados en el principio metodológico de la reducción sistemática de los<br />

fílosofemas a mitologuemas o teologuemas. Esta es la inspiración que orienta la obra de<br />

Comford 55 y de Guthrie 56 .<br />

d) Esquemas reductivos por medio de categorías científicas.<br />

Desde estos esquemas cada sistema filosófico se nos presentará como la<br />

«proyección», reflejo o extrapolación de unas categorías científicas determinadas. La<br />

filosofía «organicista» de Aristóteles o de Leibniz podrá verse como el reflejo de categorías<br />

biológicas. El atomismo de demócrito y la symploké de las ideas de Platón aparecerán como<br />

una extrapolación de doctrinas gramaticales: los átomos son similares a las letras, de cuyas<br />

combinaciones surgen las palabras correspondientes a las cosas. La filosofía cartesiana o la<br />

pitagórica serían un reflejo de sus correspondientes doctrinas matemáticas. Ejemplo de ello<br />

es la opinión que merece a Aristóteles la filosofía pitagórica: «Los denominados pitagóricos<br />

(oƒ kaloÚmenoi PuqagÒreio…) se dedicaron a las matemáticas y fueron los primeros en<br />

hacerlas progresar; pero absortos en su estudio creyeron que sus principios eran los<br />

principios de todas las cosas (t¦j toÚtwn ¢rc¦j tîn Ôntwn ¢rc¦j ò»qhsan e•nai<br />

p£ntwn). Puesto que los <strong>número</strong>s son, por naturaleza, los primeros principios (peˆ d•<br />

toÚtwn oƒ ¢riqmoˆ fÚsei prîtoi), en los <strong>número</strong>s creían ver muchas semejanzas con los<br />

seres existentes» 57 . En el fondo, la interpretación de Aristóteles se puede desgajar en las dos<br />

proposiciones siguientes: 1) los pitagóricos hacen progresar la ciencia categorial autónoma<br />

de las matemá ticas; 2) la filosofía pitagórica se reduce a la «proyección» de las<br />

matemáticas a otros campos distintos de las matemáticas de tal modo que la afirmación de<br />

que «todo es <strong>número</strong>» y de que «los <strong>número</strong>s son internos a las cosas mismas» se nos<br />

presenta como una atrevida generalización, como una aplicación de lo cuantitativo a lo que<br />

«realmente» no es cuantitativo.<br />

55<br />

.- CORNFORD, F. M.: Principium Sapientiae. Cambridge, 1959; NewYork; 1965; trad. Madrid, 1988.<br />

From Religión to Philosophy. Cambridge, 1952; trad., Barcelona 1984.<br />

56<br />

.- GUTHRIE, W. K. C.: The Greeks and their Gods. Londres 1950. Orfeo y la religión griega. Buenos<br />

Aires, Tr. Juan Valmard, Eudeba, 1970.<br />

57<br />

.- Metafísica, A5.985b.23-28.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

e) Reducciones de la filosofía desde categorías artísticas y poéticas.<br />

En el fondo de todo sistema filosófico habría que poner una intuición poética o<br />

musical. Recordemos en esta sentido las palabras de Unamuno:<br />

«sin duda los pueblos la tienen [su filosofía] manifiesta o velada. Pero si [España] la<br />

tiene, hasta ahora no se nos ha revelado, que yo sepa, sino fragmentariamente, en símbolos,<br />

en cantares, en decires, en obras literarias como La vida es sueño, El Quijote o Las moradas<br />

y en pasajeros vislumbres de pensadores aislados» 58 .<br />

1.3. La Historia de la Filosofía como disciplina filosófica. Historia filosófica de la<br />

Filosofía<br />

La Historia filosófica de la Filosofía tendrá por objeto la interpretación de las ideas<br />

y sistemas filosóficos dados históricamente a partir igualmente de ideas y sistemas<br />

posteriores al material historiado. El filósofo que expone la Historia de la Filosofía tratará<br />

de ordenar el material histórico desde unas coordenadas sistemáticas que son por así decirlo<br />

«exteriores» y «anacrónicas» a ese material. Pero esta «exterioridad» es paradógica en sí<br />

misma, en tanto en cuanto es constitutiva de lo que se denomina la «Historia in terna»<br />

(Brehier). La exterioridad viene dada por la traducción de un sistema histórico A, a partir<br />

de un sistema B posterior y diferente a A, pero dentro de la misma tradición filosófica.<br />

Desde esta perspectiva filosófica cabría hablar de una Historia de la Filosofía desde<br />

supuestos idealistas, materialistas, espiritualistas, deterministas, etc., de tal manera que<br />

cuando el filósofo polemiza con otros historiadores no les objetará su sistematismo -su<br />

sectarismo o partidismo- sino el contenido del mismo. En fin, la posición del filósofo que<br />

explica la Historia de la Filosofía se pondría condensar en la tesis kantiana que afirma que,<br />

58 .- UNAMUNO, M.: Sobre la filosofía española, en Ensayos, vol. 1, ed. Aguilar, p. 555.<br />

268<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

desde nosotros, es posible entender a Platón mejor que él mismo se entendía 59 .<br />

Distinguiremos también aquí dos especies: la Historia técnica y la filosófico-ontológica.<br />

1.- La perspectiva técnica de la Historia filosófica es una perspectiva abstracta en<br />

tanto en cuanto corta sus vínculos, a efectos operativos, con el resto de las categorías<br />

culturales. Abarcará tanto la «Historia de los sistemas filosóficos» (Historia del Monismo,<br />

del Idealismo, etc.), como la Historia de las ideas filosóficas en cuanto se suceden unas a<br />

otras según un orden interno. Ahora bien, el análisis de las ideas y sistemas filosóficos<br />

dados históricamente ya no es neutral, sino orientado: supone siempre la referencia a un<br />

sistema terminal, desde el cual se ordenan de modo inmanente los fílosofemas. Ejemplos<br />

típicos de este modo de proceder sistemático-fílosófíco los encontramos en Aristóteles y<br />

Hegel.<br />

Aristóteles, en todas sus obras, al plantear un problema presenta los resultados<br />

obtenidos por sus predecesores. En la Metafísica (A, 3-10), en particular, nos ofrece un<br />

enfoque crítico de los principios de los primeros filósofos desde Tales a Platón. Pero en su<br />

reconstrucción de la filosofía anterior procede de un modo sistemático, aplicando, en la<br />

organización del material histórico, conceptos que caracterizan su propia teoría, tales como<br />

la doctrina de las cuatro causas 60 . Este modo de proceder se nos manifiesta bajo dos<br />

aspectos: a) crítico. Las filosofías anteriores que afirman una o algunas, pero no las cuatro<br />

clases de causas, adquieren sentido desde su teoría completa y se nos mostrarán como<br />

aproximaciones parciales a la verdad, b) la superposición del orden lógico-sistemático y del<br />

orden cronológico, al postular una sucesión cronológica en la que afirma haberse planteado<br />

59 .- Es este aspecto el que permite a Ortega separar el punto de vista filosófico del histórico: «El interés y el<br />

punto de vista del filósofo sistemático no son idénticos a los del historiador. Este debe rehuir, por lo pronto,<br />

entender a Platón mejor que él mismo se entendía. Ya es mucho si consigue entenderlo según él mismo se<br />

entendió»; Ortega y Gasset, de su «Introducción» a la Historia de la Filosofía de Brehier, en Historia como<br />

sistema . Madrid, Revista de Occidente, 1975, p. 96.<br />

60 .- La posición de Aristóteles sobre la Historia de la Filosofía no se reduce a éste proceder sistemático. Entre<br />

el libro A de la Metafísica, y los libros G o Z «se entrevé una evolución que ha conducido a Aristóteles de una<br />

concepción finalista y optimista de la historia de la filosofía a una concepción dialéctica y relativamente<br />

pesimista» (AUBENQUE, P.: El problema del ser en Aristóteles. Trad. Vidal Peña, Madrid, Taurus, 1981, p.<br />

92). Aristóteles habría sido también el autor de una serie de biografías filosóficas hoy perdidas (Sobre los<br />

Pitagóricos, La filosofía de Arquitas, Sobre Espeusipo y Jenócrates).<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

progresivamente los problemas de las causas según su ordenamiento sistemático: la causa<br />

material nos remite a la eficiente, y juntas a la final y formal. Tal como afirma Aubenque:<br />

«Si el libro A de la Metafisica nos ofrece una conjunción tan perfecta del orden<br />

cronológico y del orden lógico, si nos persuade de que, de hecho como de derecho, la causa<br />

material debía ser descubierta antes que la causa eficiente, la causa eficiente antes que la final<br />

y la final antes que la formal, es que Aristóteles, por lo demás muy consciente, se toma<br />

algunas libertades con la historia» 61 .<br />

En sus Lecciones sobre la Historia de la Filosofía, Hegel resume su concepción de<br />

esta disciplina con las siguientes palabras:<br />

«el resultado general de la historia de la filosofía es éste: en primer lugar, que no ha<br />

existido en todo tiempo más que una filosofía, cuyas diferencias coexistentes representan<br />

otros tantos aspectos necesarios de un sólo principio; en segundo lugar, que la secuencia de<br />

los sistemas filosóficos no es una sucesión fortuita, sino la sucesión necesaria de la evolución<br />

de esta ciencia; en tercer lugar, que la filosofía final de una época es el resultado de esta<br />

evolución y la verdad en la forma más alta que acerca de sí mismo alcanza la conciencia de sí<br />

del espíritu» 62 .<br />

La Filosofía según Hegel es la «ciencia objetiva de la verdad», y la verdad es una,<br />

luego sólo puede haber una filosofía verdadera y las demás serán errores. La Historia de la<br />

filosofía considera sólo una filosofía que divide en diversos grados. La multiplicidad de<br />

sistemas filosóficos dados históricamente se convertirán, de esta forma, en el desarrollo de<br />

la filosofía misma pues «la historia de la filosofía es el desarrollo de la razón pensante» 63 .<br />

Por ello, la Filosofía, a su vez, es de por sí un sistema en desarrollo que va totalizando todas<br />

las filosofías anteriores: «la filosofía más reciente contiene los principios de todas las<br />

filosofías precedentes, es el resultado de todas las anteriores» 64 . La filosofía verdadera será<br />

siempre tal que contenga en su estructura sistemá tica el propio proceso de su<br />

desenvolvimiento histórico, la filosofía es pues necesariamente lógico-dialéctica. Reaparece<br />

aquí también la misma superposición entre el orden lógico y el orden histórico que<br />

detectamos en Aristó teles: «(la) sucesión en la historia de los sistemas de la filosofía es la<br />

misma que la sucesión, en su deducción lógica, de las determinacio nes conceptuales de la<br />

61<br />

.- AUBENQUE, P., op. cit. p. 77.<br />

62 .- HEGEL.: Lecciones sobre la Historia de la Filosofía. Trad. Wenceslao Roces. México, F.C.E., 1977, pp.<br />

517-518.<br />

63 .- HEGEL.: Introducción a la Historia de la Filosofía. Trad. y prólogo Eloy Terrón. Buenos Aires,<br />

Aguilar, 1956, p. 74.<br />

64 .- Ibid. p.80.<br />

270<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Idea» 65 . En Hegel se parte, pues de un sistema terminal 66 desde el cual se procede a<br />

construir (re-construir) el proceso histórico. Desde este sistema terminal la historia de la<br />

filosofía se nos manifiesta como los diferentes grados de desarrollo de la filosofía, por lo<br />

que la filosofía misma es un sistema en desarrollo. Ahora bien, para que este sistema pueda<br />

manifestarse como la verdad y la totalización de todos los anteriores será obligado pensarlo<br />

como su resultado necesario y, por ende, la secuencia de los sistemas dados históricamente<br />

no puede ser una secuencia gratuita, sino necesaria:<br />

«Cada filosofía se presenta como una determinación necesaria de la Idea. En la<br />

sucesión de las filosofías no tiene lugar ninguna arbitrariedad; el orden en que surgen está<br />

determinado por la necesidad. Cómo está estructurada ésta, se mostrará en la ejecución de la<br />

propia Historia de la Filosofía. Cada momento expresa la totalidad de la Idea en una forma<br />

unilateral, se cancela [aufhebt] a causa de esta unilateralidad, y refutándose así como algo<br />

último, se une con su determinación opuesta, que le faltaba, y se hace así más profundo y más<br />

rico. En esto consiste la dialéctica de las determinaciones. Pero este movimiento no concluye<br />

en la nada, sino que las determinaciones superadas son también de naturaleza afirmativa. Es<br />

en este sentido que debemos exponer la Historia de la Filosofía» 67 .<br />

Los planteamientos hegelianos que hemos presentado apretadamente en el párrafo<br />

anterior son de vital importancia para el desenvolvimiento posterior de la Historia de la<br />

Filosofía y para nuestra concepción de la misma. Sus consecuencias profundas son las<br />

siguientes:<br />

a) La Historia de la Filosofía de Hegel señala el comienzo de la Historia de la<br />

Filosofía como disciplina académica regular: «estableció este tema -afirma Kaufmanncomo<br />

esfera de importancia central para los estudios de filosofía: antes de él, ningún gran<br />

filósofo había profesado tales lecciones ni insistido en que sus alumnos lo estudiaran. Así,<br />

pues, esta parte de su sistema representa una de las hazañas de Hegel más dignas de<br />

65 .- Ibid. p.252.<br />

66<br />

.- Terminal aquí significa simplemente el más reciente, y no hay razones suficientes para suponer que Hegel<br />

haya considerado su sistema como sistema final. Solamente en el supuesto de que en su Filosofía de la<br />

historia haya considerado «seriamente» el Estado Prusiano como la realización última de la Idea, estaremos<br />

autorizados a la identificación del sistema hegeliano con el sistema final.<br />

67<br />

.- Introducción a..., op. cit p.100<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

mención, y por ser una aportación de importancia verdaderamente revolucionaria forma una<br />

culminación idónea del sistema» 68 .<br />

b) La dialéctica de las determinaciones dará lugar en la ejecución de la Historia de<br />

la Filosofía a una clasificación sistemática de las épocas históricas. Esta lectura epocal es la<br />

que inspira gran parte de los desarrollos historiográfícos del siglo XIX 69 : Zeller, Erdmann,<br />

Fischer, Feuerbach, Ueberweg.<br />

c) A partir de su concepción filosófica de la Historia de la filosofía Hegel está<br />

criticando al mismo tiempo las concepciones ingenuas de todos los que conciben la Historia<br />

como el estudio neutral del pasado: «No nos ocupamos en la filosofía ni en su Historia de<br />

lo pasado, sino que nos ocupamos de las ideas filosóficas en las que está presente nuestro<br />

espíritu» 70 . La Historia de la filosofía no consiste en una recopilación o enumeración de las<br />

ideas, sino que se seleccionan, filtran y reexponen.<br />

2.- la casilla IIB, del cuadro inicial, nos pone frente a la posibilidad -al menos<br />

combinato ria- de una Historia de la Filosofía en el sentido filosófico y cultural, es decir<br />

ontológica. Abre la posibilidad de una Historia orientada desde un sistema filosófico<br />

determinado, pero un sistema tal que se concibe a sí mismo y a la propia filosofía<br />

generándose en un ámbito histórico social determinado, dentro de un campo ontológico tal<br />

que la conciencia filosófica sólo puede ser entendida en relación con otro conjunto de<br />

formas de conciencia culturales, que constituyen el ámbito de esa filosofía. Pero suponemos<br />

además que esta posibilidad no es simplemente combinatoria -formal- sino que nos remite a<br />

un concepto real, no vacuamente verdadero, cuyas línea generales iremos desarrollando en<br />

la segunda parte. Suponemos, además, que el concepto de una Historia fílosófícoontológica<br />

de la Filosofía no es un concepto nuevo, sino que ha sido ensayado desde la<br />

Historia de la Filosofía -si no en cuanto a su ejecución, al menos en el trámite de su<br />

concepción-. Kant y Brehier, entre otros, han establecido las líneas de tal concepto.<br />

a) La primera impresión que nos causa la concepción kantiana de la Historia de la<br />

Filosofía parece bien diferente del concepto que tratamos de establecer. Kant ha esbozado<br />

sus ideas sobre la Historia de la Filosofía en la segunda parte de la Crítica de la razón<br />

pura, que tiene por objeto la exposición de la teoría transcendental del método. Ahora bien<br />

68 .- KAUFMANN, W.: Hegel. Trad. de Víctor Sánchez Zabala. Madrid, Alianza Editorial, 1986, p.382.<br />

69 .- Cf. BRAUN, L.: Histoire de I 'histoire de la philosophie. Paris, ed. Ophrys, 1973, p. 327.<br />

70 .- HEGEL.: Introducción a..., op. cit p. 39.<br />

272<br />

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la metodología se divide en cuatro secciones que denomina respectivamente: Disciplina<br />

(censura, dogmática y crítica), Canónica, Arquitectónica, e Historia de la razón pura. Pero<br />

el modo de proceder de Kant en la sección relativa a la Historia nos acercaría a una<br />

concepción técnico-escolástica de la Historia de la filosofía que se reduciría a una<br />

taxonomía de los sistemas filosóficos según tres criterios: el objeto de nuestros<br />

conocimientos, el origen de nuestros conocimientos y el método 71 . En lo referente al objeto<br />

de todos nuestros conocimientos racionales existen dos sistemas filosóficos principales: los<br />

sensualistas, con Epicuro como representante más celebre, y los intelectualistas, con Platón<br />

a la cabeza. En relación con el origen de nuestros conocimientos las filosofías se clasifican<br />

en empíristas (Aristóteles, Epicuro, Locke) y en noologistas (o innatistas) como es el caso<br />

de Platón y Leibniz. El método es siempre un procedimiento por principios y puede ser<br />

natural o científico. El natural toma por principio que sólo por la «sana razón» y sin ciencia<br />

puede llegarse al éxito. Su principio es una simple «misología» propia de quienes parecen<br />

poseer el secreto de «sacar la verdad del profundo pozo de Démostenes», sin preocuparse lo<br />

más mínimo de la ciencia. Desechado el método natural los que siguen el método científico<br />

deben optar entre el camino dogmático (Wólf) y el escéptico (Hume). Tras ellos queda<br />

abierto aún un camino: el de la crítica. La concepción de la Historia de la filosofía nos<br />

remite pues a un modo de proceder taxonómico y abstracto en que los sistemas filosóficos<br />

se ordenan en tomo a las oposiciones sensualismo/ intelectualismo, empirismo/innatismo y<br />

escepticismo/dogmatismo. Este modo de proceder es el propio del concepto escolástico de<br />

la filosofía cuya finalidad reside en la unidad sistemática del saber y la perfección lógica<br />

del conocimiento. Pero en la Arquitectónica de la razón pura, Kant añade al conceptus<br />

scholasticus (académico: Schulbegriff) de la filosofía, un conceptus cosmicus (mundano:<br />

Weltbegriff) 72 , que da una dimensión completamente nueva a su Historia de la Filosofía,<br />

pues a través de esta distinción se está construyendo el concepto de lo que nosotros<br />

denominamos Historia filosófica y cultural. Kant asigna funciones muy precisas a la<br />

sabiduría mundana y académica: la filosofía mundana es la «legisladora de la razón», el<br />

filósofo académico es, en cambio, el «artista de la razón» 73 . Pero la oposición<br />

mundano/académico no puede reducirse a una simple oposición empírica entre un<br />

71<br />

.- KANT, I.: Crítica de la razón pura. Trad. J. Ribas. Madrid, Alfaguara, 1978, Parte II, sección 4.<br />

72 .- Ibid., Parte, sección 3.<br />

73<br />

.- Sobre la oposición mundano/académico cfr. BUENO, Gustavo.: El papel de la filosofía en el conjunto<br />

del saber. Madrid, Ciencia Nueva, 1970, pp 244 -251; Ensayos materialistas. Madrid, Taurus. 1972, pp.25-44<br />

y 261-62.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

pensamiento popular al margen de las aulas y un pensamiento desarrollado en las aulas,<br />

pues entre las aulas y la calle existe, y siempre ha existido, una relación de osmosis (si bien<br />

es cierto que la filosofía académica hace referencia a una «casta sacerdotal», al cuerpo de<br />

profesores, a los «artistas de la razón»). La oposició n kantiana nos permite, al menos,<br />

hablar de la sabiduría filosófica en dos perspectivas diferentes: 1) en tanto que independiente<br />

de las disciplinas científicas -de la racionalidad científica, aunque no al margen<br />

de toda racionalidad-, y 2) dependiente de esa racionalidad y asumiéndola en cuanto tal. La<br />

filosofía mundana será la filosofía ejercitada al margen de la filosofía científica,<br />

contituyente de la academia, lo que no excluye que sea la legisladora de la razón, en cuanto<br />

pone en relación todo conocimiento con los fines de la razón humana (teleología rationis<br />

hamanae). Kant, siguiendo la tradición ilustrada, identifica el poder legislativo (el mundo)<br />

con la Humanidad. Para otros el poder legislativo residirá en el Volksgeist, el «espíritu del<br />

mundo» realizado en los grandes pueblos de la historia (Hegel), en el pueblo simpliciter<br />

(Unamuno, Sobre la filosofía española 74 ), o en la clase social (la conciencia de clase como<br />

legisladora de las ideas verdaderamente filosóficas 75 ). El concepto de filosofía mundana<br />

nos presenta al filósofo como ciudadano o como miembro de una clase social desde donde<br />

pueden ser legisladas las estructuras de la razón. Pero lo verdaderamente importante para la<br />

Historia de la Filosofía no es la discusión sobre el lugar del poder legislativo, cuanto la idea<br />

de que existe ese poder legislativo. El significado profundo de la distinción kantiana reside,<br />

pues, en asignar a la filosofía mundana el poder legislativo de la razón, reside -añadiríamos<br />

nosotros- en considerar la sabiduría mundana como «fuente universal» de toda sabiduría,<br />

puesto que negamos cualquier tipo de fuente de revelación sobrenatural o supramundana,<br />

ahondando en el ideal cartesiano de la razón universal, como patrimonio de todos los<br />

hombres. Los límites del mundo son los límites de la conciencia filosófica, pero esto no<br />

resta importancia a la filosofía académica, sino más bien al contrario, pues es en virtud de<br />

su legislación mundana que el análisis filosófico académico se constituye en un verdadero<br />

análisis de la conciencia social. Que las estructuras de la razón queden legisladas por el<br />

mundo no quiere decir, sin embargo, que la racionalidad académica se reduzca a la<br />

mundana. Entre la racionalidad académica y la mundana existe una distancia que hemos<br />

mensurado en la conexión de la filosofía académica con la racionalidad científica 76 . La<br />

74 .- UNAMUNO, M.: Sobre la filosofía española, en Ensayos, vol. 1, ed. Aguilar, p. 555.<br />

75 .- LUKACS, G.: Histoire et conscience de classe. Paris, Minuit, 1960. Sobre Lukács cfr:. MUÑOZ,<br />

Jacobo.: «Reconsiderando a Lukács», en Lecturas de filosofía contemporánea. Barcelona, Materiales, 1978,<br />

pp. 37 -58.<br />

76 .- Esta conexión no es, como muchos historiadores se sienten inclinados a establecer, un fenómeno reciente,<br />

propio de la filosofía moderna a partir de Descartes, Leíbniz, o Kant. La relación de la filosofía con la<br />

274<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

filosofía académica es una «filosofía científica» en este sentido. Pero filosofía científica no<br />

significa la «filosofía de los científicos», pues la filosofía «espontánea» de los científicos 77<br />

es también uno de los cursos posibles por donde transcurre la filosofía mundana. La<br />

Academia representa, ante todo, el mecanismo de emancipación de las determinaciones<br />

mundanas. Pero ello sólo es posible cuando la institución académica entra también en otras<br />

corrientes de experiencia procedentes de otras sociedades, pueblos y clases. Y si lo puede<br />

hacer será en virtud de su continuidad histórica como tradición filosófica en sentido<br />

estricto, de donde la Historia de la Filosofía, el contacto con los clásicos, se nos presenta<br />

como uno de los canales inevitables por donde la filosofía académica puede ejercer su<br />

función crítica. «Tal es -afirma Bueno- la única manera posible de entender la misión<br />

revolucionaria y crítica de la Academia por respecto de la sociedad en la cual se soporta. La<br />

presencia de estas sociedades diferentes -esencialmente diferentes, puesto que son, sobre<br />

todo, sociedades fenecidas- es lo que constituye la sabiduría crítica específica de la<br />

Academia. Y esta presencia tiene la forma, en general, de una disciplina científica y<br />

racional, en nuestras sociedades avanzadas» 78 .<br />

b) La concepción Hegeliana de la Historia de la filosofía es un caso típico de lo que<br />

Brehier en su análisis sobre la causalidad en la historia de la filosofía denomina «Historia<br />

interna», contrapuesta a la «Historia externa», y diferente de la «Historia crítica» 79 . En la<br />

«Historia interna» la filosofía se postula como un orden autónomo que se desarrolla según<br />

racionalidad científica es una relación originaria, constitutiva de la propia filosofía desde su origen, inherente<br />

al propio logos filosófico. Volveremos a este problema al hablar de la relación entre el mito y el logos.<br />

77 .- En nombre de esta filosofía «espontánea» de los científicos han propuesto, primero Havemann y<br />

posteriormente -entre nosotros- Sacristán la eliminación de la filosofía como disciplina académica. «Al<br />

establecer la originaria unidad de todas las ciencias, no necesitamos ya ninguna ciencia especial de esa<br />

unidad. No necesitamos ningún sistema especial de teoremas y afirmaciones de filosofía. No necesitamos más<br />

que las ciencias positivas y la conciencia de su gran conexión interna. Esto significa la superación dialéctica<br />

de la fílosofía» (HAVEMANN, R.: Dialéctica sin dogma. Tr. Manuel Sacristán. Ariel, Barcelona. 1971, pp.<br />

260-61).«La opción que se desprende de las anteriores consideraciones críticas es: suprimir las secciones de<br />

filosofía de las Facultades de letras -suprimir, esto es, la licenciatura de filosofía-, y eliminar,<br />

consiguientemente, la asignatura de filosofía de la enseñanza media» (SACRISTÁN, M.: Sobre el lugar de la<br />

filosofía en los estudios superiores. Barcelona, Nova Térra, 1968, p. 17). En definitiva, esta posición que,<br />

expuesta de una u otra forma, ha tenido una amplia difusión, esta a la base del positivismo y de su concepción<br />

de la ciencia y la filosofía.<br />

78 .- BUENO, G.: Ensayos materialistas. Madrid, Taurus. 1972, p.38.<br />

79<br />

.- BREHIER, E.: «La causalité en histoire de la philosophie», Theoria, 4 (1938), pp. 97-116. Para un<br />

análisis más detallado de las tesis de Brehier cfr.: LAFUENTE, Isabel.: Teoría y metodología de la Historia<br />

de la Filosofía. Univers idad de León. 1986, p. 58 ss.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

un orden inmanente. Desde ella cada sistema filosófico colabora al desarrollo de la razón,<br />

de tal modo que cuando en esta perspectiva inquirimos sobre las causas, las causas de la<br />

filosofía se identifican con la propia razón filosófica. En cambio, la «Historia externa»<br />

mantendrá un punto de vista causal, no filosófico. Se propenderá entonces a ver la filosofía<br />

«desde afuera», como el efecto de causas extrafilosóficas, como el producto de las<br />

formaciones culturales (sociales, religiosas, psicológicas, etc.). Ahora bien, según Brehier,<br />

ninguna de ellas resulta apropiada para la Historia de la Filosofía. La externa es inadecuada<br />

por establecer soluciones causales entre términos inconmensurables, pues la heterogenidad<br />

entre la supuesta causa y el efecto hace que la investigación de las causas no afecte al<br />

efecto y viceversa. La interna resulta inaceptable por su apriorismo que, aplicado<br />

sistemáticamente a la investigación histórica, conduce no en pocas ocasiones a forzar los<br />

propios hechos históricos para que encajen perfectamente en el sistema. Frente a ellas<br />

propone Brehier la «Historia crítica» 80 que se construye en torno a la idea de influencia.<br />

Desde la crítica la filosofía ya no es entendida como una esfera autónoma al modo de la<br />

«Historia interna». El pensamiento filosófico es un producto, pero un producto del<br />

pensamiento. La Historia crítica tendrá por objeto la indagación de las fuentes doctrinales,<br />

detectables lingüísticamente, que han influido en la formación de una filosofía. Por otra<br />

parte la influencia no es mecánicamente determinista: no tiene por qué ser pasiva, pues el<br />

influenciado, él mismo selecciona una influencia, entre otras alternativas, en un contexto<br />

histórico dado. La fuerza y el valor de una influencia «depende de quien la recibe, o más<br />

bien, de quien, en cierto sentido, la elige en medio de las innumerables influencias que<br />

puede experimentar» 81 . Ahora bien, Brehier nos habla de dos tipos de influencias: por un<br />

lado hablaríamos de las influencias que discurren por la corriente interna de la filosofía en<br />

su desarrollo histórico y, por otro de influencia s de formas cruzadas entre campos diversos<br />

que están realmente, cruzados entre sí, aunque puedan ser considerados por separado con<br />

80 .- La propuesta de una «Historia crítica», resulta en Brehier más intencional que real. Pues, aparte de su<br />

declaración de intenciones, en sus trabajos históricos efectivos, Brehier se mueve en la atmósfera del<br />

desarrollo autónomo de la filosofía. Por ejemplo en su Historia de la filosofía (vol. 1, ed. Buenos Aires,<br />

Sudamericana, 1962,5 a ed., p. 610 ss.) al enfrentarse con el concepto de «Filosofía cristiana» se mantiene en<br />

la tesis racionalista del desarrollo autónomo de la razón en el que no ha interferido para nada el cristianismo.<br />

La filosofía cristiana en cuanto cristiana no sería filosofía, y en cuanto filosofía resulta un mero epígono de la<br />

filosofía griega. La forma de conciencia filosófica y la forma de conciencia cristiana siguen cursos<br />

completamente autónomos aunque puede hablarse de un desarrollo paralelo entre ambos: la enseñanza moral<br />

de Séneca y de Epicteto es paralela a las Cartas de San Pablo; el platonismo de Plutarco y Apuleyo se<br />

correspondería dentro del desarrollo del cristianismo con el Cuarto Evangelio, y con la apologética y el<br />

gnosticismo cristianos; la filosofía de Plotino tiene su paralelo en Orígenes y Clemente de Alejandría; y<br />

Proclo y Damascio tendrían su paralelo en San Agustín.<br />

81 .- BREHIER, E.: « La causalité en histoire de la philosophie», Theoria, 4 (1938), p.108.<br />

276<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

cierta autonomía. Al comparar las tesis de Brehier con los cuatro tipos de Historia de la<br />

filosofía de que hemos hablado obtendremos las siguientes correspondencias: La Historia<br />

interna y la Historia extema de Brehier se pueden relacionar sin ningún tipo de problema<br />

con los tipos analizados en la casilla IIA (Historia filosófica técnica) y en la casilla IB<br />

(Historia cultural). En cuanto a la Historia crítica -puesto que depende del concepto de<br />

influencia en su doble acepción- supone una totalización de las dos anteriores que pueden<br />

dar como resultado una doctrina filosófica original que no se reduce a las fuentes que<br />

influyen en ella. Las fuentes influyentes o bien nos remiten a formas de conciencia también<br />

filosóficas, es decir a fílosofemas (Historia interna), o bien nos remite a otras formas de<br />

conciencia no filosóficas (políticas, sociales, religiosas, científicas), propias de la Historia<br />

extema. La «concentración» de estas influencias en una filosofía es lo que caracterizaría la<br />

Historia crítica que se correspondería con la casilla IIB, es decir con la historia filosófica en<br />

sentido ontológico.<br />

Hacia una concepción constructivista de la Historia de la Filosofía<br />

Como hemos tratado con anterioridad. Si la Historia de la Filosofía funciona con<br />

reduccionismos categoriales, como pueden ser, los antes aludidos: el filológico, el<br />

sociológico, el cultural, el biográfico psicológico, etc. Consideramos que lleva a su propia<br />

disolución como disciplina filosófica o del campo de la filosofía. No estamos diciendo que<br />

no sean pertinentes esos acercamientos, incluso necesarios para el propio desarrollo de una<br />

Historia de la Filosofía, pero estudios como los que realiza Randall Collins, por citar uno,<br />

creemos que lleva a que esta disciplina se convierta simplemente en sociología.<br />

No creemos que ocurre lo mismo cuando se hacen interpretaciones internas desde<br />

posiciones filosóficas, como el mismo idealismo o la fenomenología, o cualquier otra<br />

posición. No se le puede negar al idealismo la categoría filosófica. Por tanto estas<br />

reducciones (si se entienden así) remiten los resultados al propio campo de la Filosofía y se<br />

engloban en el concepto de Historia Filosófica de la Filosofía.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Sin embargo, la perspectiva Historia Filosófica de la Filosofía, término ya utilizado<br />

por Gustavo Bueno en La Metafísica Presocrática (1974), aunque ahí simplemente se<br />

utiliza para oponerse fundamentalmente a lo que él denomina Historia Filológica de la<br />

Filosofía, para expresar el enfoque que se quiere dar a la disciplina es insuficiente.<br />

Entendemos que es válido para demarcar el campo de otras disciplinas, históricas,<br />

psicológicas, sociológicas, filológicas, etc.<br />

a) Historia de la Filosofía Constructivista<br />

Es necesario, una vez situados en el plano de una Historia Filosófica de la Filosofía<br />

determinarla con algún aspecto más, que sobrepase otros enfoques que se nos ván a<br />

imponer, como p.e. una Historia de la Filosofía Sistemática o de Autores o de las Ideas. El<br />

modelo constructivista que proponemos trata ante todo de superar la oposición entre la<br />

Historia de los Sistemas y la Historia de los Filósofos: «Tomamos como término específico<br />

de la Historia de la Filosofía al Sistema. Adviértase que esta decisión la adoptamos no<br />

tanto a partir del supuesto de que la filosofía sea sistemática (Hegel; «la Filosofía sólo<br />

existe en el Sistema»), sino a partir del supuesto de que la Historia de la Filosofía procede<br />

estableciendo estos sistemas, incluso ante materiales que no tienen forma sistemática, sea<br />

porque acaso se perdió (la reconstrucción del sistema de Anaximandro a partir de los<br />

fragmentos), sea porque no quiso existir (Nietzsche)» 82 .<br />

En efecto, el filósofo que expone la Historia de la Filosofía adopta deliberadamente<br />

unas coordenadas sistemáticas desde las cuales intenta interpretar aquello que los textos nos<br />

dicen- y cuando polemiza con otros historiadores, seguramente no les objeta su<br />

sistematismo (si se quiere, su sectarismo), sino el contenido del mismo.<br />

82 .- BUENO , G.: La Metafísica presocrática. Oviedo, Pentalfa, 1970 p. 15<br />

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Es necesario, también mantener una perspectiva evolucionista. El evolucionismo se<br />

ha dado como una teoría científica, pero el evolucionismo es también una perspectiva<br />

filosófica gestada por Comte y Spencer, con influencias no sólo en el campo de la Biología,<br />

como es el caso de Darwin y Wallace, sino también en Antropología como es el caso de<br />

Morgan.<br />

La palabra evolucionismo proviene (del latín evolvere, desarrollo, desenvolvimiento<br />

o paso de un estado a otro de forma gradual o paulatina) y se opone etimológicamente a<br />

tanto al fijismo como a revolución, o transición rápida o convulsiva. El término<br />

evolucionismo significaría, pues, aceptación de procesos evolutivos de forma progresiva y<br />

continuada. En este sentido, existen teorías evolucionistas no sólo en biología, sino en<br />

historia, antropología, física,... ect.,<br />

En general se pueden considerar teorías evolucionistas tanto en biología, las que,<br />

separándose del fijismo y los cortes (Althuser) o revoluciones (Kuhn), ma ntienen los<br />

siguientes principios:<br />

• Cualquier hecho que se analice procede de otro u otros anteriores, es decir, que se<br />

da una derivación, unos de otros, de las formas menos complejas a las más<br />

complejas.<br />

• Todos los hechos están sometidos a un cambio constante<br />

• Hay una continuidad del mundo natural y cultural.<br />

Por otra parte, contextos históricos o sociales aparecerán no ya como explicativos<br />

del pensamiento de tal autor, sino simplemente como contextualizadores y el propio<br />

pensamiento del autor y de otros autores como determinantes de ese propio contexto, como<br />

podemos ver en autores como Vidal Peña, Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, M.I. Lafuente,<br />

Alberto Hidalgo, Carlos Iglesias, Manuel F. Lorenzo. Santiago G. Escudero, Vicente<br />

Domínguez, Julian Velarde, Perez-Herranz, etc..<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

CRONOLOGÍA<br />

Siglos -VII a VI<br />

Siglo Filosofía y ciencia Literatura y arte Política y sociedad<br />

-VII<br />

-VI<br />

-V<br />

-IV<br />

624 Nace Tales de Mileto<br />

610 Anaximandro de Mileto<br />

585 Anaxímenes de Mileto<br />

570 Jenófanes de Colofón<br />

572 Pitágoras de Samos<br />

544 Heráclito de Éfeso<br />

540 Parménides de Elea<br />

500 Anaxágoras de<br />

Clazomene<br />

495 Empédocles de Acragas<br />

480 Protágoras de Abdera<br />

469 Sócrates<br />

60 Demócrito de Abdera<br />

445 Antístenes (E. cínica)<br />

427 Platón (Academia)<br />

384 Aristóteles (Liceo)<br />

372 Teofrasto (aristotélico)<br />

377 Hipócrates de Cos<br />

360 Pirrón de Elis<br />

(Escepticismo)<br />

341-270 Epicuro de Samos<br />

(El Jardín)<br />

341 Zenón de Citio (La Stoa)<br />

330 Euclides de Alejandría<br />

310 Aristarco de Samos<br />

Persiste la influencia de Homero<br />

y Hesíodo, reconocidos como los Predominio de la aristocracia y la nobleza<br />

educadores del pueblo griego. terrateniente que irán perdiendo su poder hacia<br />

Predominio del pensamiento finales de siglo en beneficio de la ciudad, con<br />

mítico y religioso.<br />

sus nuevas formas de organización política y<br />

Calino de Éfeso y Tirteo de social.<br />

Atenas en poesía elegíaca.<br />

Creciente influjo y desarrollo de<br />

la filosofía Teognis de Megara,<br />

poesía elegíaca. Baquilides de<br />

Ceos y Píndaro, poesía lírica.<br />

Es el siglo de Esquilo, Sófocles y<br />

Eurípides, en la tragedia.<br />

El de Aristófanes en la comedia.<br />

Mirón, Fidias y Polícleto en<br />

escultura, e Ictinos y Calícrates<br />

en arquitectura.<br />

Desarrollo de la cerámica ática:<br />

perspectiva, sombreado y<br />

expresión de las emociones.<br />

Heródoto y Tucídides<br />

Jenofonte, Scopas, Praxíteles y<br />

Lisipo en escultura.<br />

Demóstenes, Apeles. Lisipo.<br />

Menandro 320 (?). Teócrito. 310<br />

Calímaco<br />

Reformas de Solón, en Atenas,a partir del -<br />

594. Reacción y tiranía de Pisístrato (560-527),<br />

seguida de las reformas democráticas de<br />

Clístenes, ya hacia finales de siglo (510).<br />

Paralelamente Jonia se ve sometida a la<br />

dominación Persa, perdiendo influencia y<br />

siendo tom ado el relevo por Atenas.<br />

Entre el 500 y el 479 tienen lugar las guerras<br />

médicas, que terminan con la victoria de los<br />

griegos sobre los persas y consagran la<br />

supremacía de Atenas. Pericles gobierna<br />

Atenas durante casi treinta años, (desde - 462),<br />

afianzando la democracia y la hegemonía<br />

política, militar y cultural de Atenas. Se<br />

producen numerosos cambios en la vida<br />

política ateniense que atraerán a los sofistas,<br />

ejerciendo una gran influencia en la vida<br />

pública. La guerra del Peloponeso se<br />

desarrolla entre los años 431-404.<br />

El siglo terminará con el gobierno reaccionario<br />

de los Treinta Tiranos, en el que participó algún<br />

familiar de Platón, y la posterior restauración<br />

de la democracia.<br />

Esparta derrota a la Liga Calcídica (382-379).<br />

Tebas contra Esparta. Victoria de<br />

Epaminondas en Leucra e invasión tebana del<br />

Peloponeso. Atenas y Esparta contra Tebas.<br />

Filipo de Macedonia extiende su poder por el<br />

norte de Grecia (hacia el 346), venciendo en la<br />

batalla de Queronea (338) a una alianza de<br />

ejércitos de la Grecia central. A partir del 335<br />

comienzan las campañas de Alejandro Magno,<br />

imponiendo el poder de Macedonia en Grecia,<br />

282<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Asia y África. Muerto en el 323 de unas fiebres,<br />

su Imperio se dividirá, gobernando Seleuco en<br />

Asia, Demetrio en Macedonia y Ptolomeo en<br />

Egipto.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 283


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

-III<br />

-II<br />

- I<br />

I<br />

II<br />

III<br />

287 Arquímedes de Siracusa<br />

275 Eratóstenes de Cirene<br />

219 Carnéades de Cirene<br />

185 Panecio de Rodas<br />

135 Posidnio de Aparnea<br />

106 Cicerón<br />

Andrónico de Rodas<br />

20 Filón de Alejandría<br />

4 Séneca (originario de<br />

Córdoba)<br />

Séneca (-4 a 65)<br />

23 Plinio el Viejo<br />

40 Plutarco de Queronea<br />

50 Epicteto de Hierápolis<br />

62 Plinio el Joven<br />

100 Justino<br />

121 Marco Aurelio<br />

129 Galeno<br />

135 Ireneo de Lyon<br />

145? Clemente de Alejandría<br />

155 Tertuliano<br />

187 Orígenes<br />

175 Anmonio<br />

(neoplatonismo)<br />

198 Alejandro de Afrodisia<br />

(?) Sexto Empirico<br />

205-270 Plotino<br />

234 Porfirio<br />

297 Apolonio de Rodas<br />

290 Fundación de la Biblioteca y<br />

el Museo de Alejandría<br />

(?) Licofrón de Calcis<br />

255-4 Plauto<br />

234 Catón<br />

185 Terencio<br />

100 Cayo Julio César<br />

96 Lucrecio<br />

86 Salustio<br />

84 Catulo<br />

70 Virgilio<br />

65 Horacio<br />

59 Tito Livio<br />

47 Propercio<br />

43 Ovidio<br />

40 Marcial<br />

(?) Vitrubio "De architectura"<br />

35 Quintiliano<br />

39 Lucano<br />

50 Plutarco<br />

(?) Petronio<br />

55-4 Tácito<br />

69 Suetonio<br />

(?) Caritón de Afrodisias<br />

(?) Jenofonte de Éfeso<br />

125(') Luciano de Samósata<br />

125 Apuleyo<br />

130 Aulo Gelio<br />

160(?) Filóstrato<br />

(?) Longo<br />

(?) Heliodoro<br />

(?) Nemesiano<br />

Aunque el apogeo de Macedonia supuso el fin<br />

de la ciudad-estado se produjo una gran<br />

difusión de la cultura griega en el llamado<br />

período helenístico.<br />

264 Comienzan las guerras púnicas<br />

212 Roma conquista Siracusa<br />

Roma conquista Macedonia (168) y Grecia<br />

(146).<br />

134-121 La Roma de los Gracos.<br />

63 Conjura de Catalina<br />

60 Triunvirato de Pompeyo, César y Craso.<br />

46 Dictadura de César, tras la guerra civil con<br />

Pompeyo.<br />

43 (2º triunvirato) Antonio, Lépido y Octavi o<br />

(Cayo Julio Cesar Octaviano).<br />

30 Conquista de Alejandría y anexión de<br />

Egipto.<br />

27 El Imperio. Octavio pasó a llamarse<br />

Imperator Caesar Augustus. (Modificación de<br />

los papeles y cometidos del Senado, de las<br />

magistraturas, del ejército y de las provincias).<br />

14-37 Tiberio<br />

37-41 Caligula (despotismo imperial)<br />

41-54 Claudio<br />

54-68 Nerón (64) incendio de Roma<br />

54-68 Período de los cuatro emperadores:<br />

Galba, Otón, Vitelio, y Vespasiano.<br />

Vespasiano (69-79)<br />

79-81 Tito<br />

81-96 Domiciano (limes germano)<br />

96-98 Nerva<br />

98-117 Trajano<br />

101-107 Guerras dácidas<br />

113-117 Guerras párticas<br />

117-138 Adriano<br />

138-161 Antonino Pio<br />

161-180 Marco Aurelio y Lucio Vero<br />

Fin de la época dorada del imperio: deterioro<br />

de la situación económica; epidemias, guerras<br />

fronterizas.<br />

166-180 Guerras germánicas<br />

180-192 Comodo<br />

191 incendio de Roma<br />

193 Fin de las guerras civiles; dinastía de los<br />

Severo ( Septimio Severo, emperador, 193-<br />

211)<br />

212 Ciudadanía romana para los habitantes del<br />

Imperio<br />

284<br />

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250 Jámblico 235-284 Emperadores militares (el período de<br />

la llamada anarquía militar: más de 60<br />

emperadores, legítimos o usurpadores, se<br />

suceden en este período: Claudio II, Aureliano,<br />

Tácito, entre los más destacados)<br />

Valeriano y las persecuciones de cristianos<br />

284 Diocleciano (implantación del sistema<br />

tetrárquico y superación de la crisis anterior,<br />

restableciendo la unidad política del imperio)<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

IV<br />

V<br />

VI<br />

330 Gregorio Nacianceno<br />

334 Juan Crisóstomo<br />

335 Gregorio de Nisa<br />

340(?) Jerónimo de Dalmacia<br />

354 Agustín de Hipona<br />

412 Proclo<br />

480 Boecio<br />

480 Casiodoro<br />

(?)Pseudo Dionisio<br />

500(?) Simplicio<br />

560 Isidoro de Sevilla<br />

307 Claudio Claudiano<br />

310 Ausonio<br />

348 Prudencio<br />

(?) Macrobio<br />

(?) Rutilio Namaciano<br />

(?) Nonno<br />

(?) Museo<br />

550 Procopio de Cesarea<br />

Nueva situación caótica con siete<br />

emperadores.<br />

312 Constantino ent ra en Roma<br />

324 fin de la tetrarquía<br />

325 Concilio de Nicea<br />

Creación de Constantinopla<br />

361-363 Juliano<br />

División del Imperio entre Valentiniano (364-<br />

375) y Valente (364-378).<br />

Teodosio; Edicto de Tesalónica: decretando el<br />

catolicismo la religión obligatoria.<br />

Agravación del los problemas en las fronteras<br />

381 Concilio de Constantinopla<br />

388 Constantinipla, capital del imperio.<br />

392: Prohibición del culto pagano.<br />

395 Arcadio en oriente/Honorio en occidente<br />

(división definitiva del imperio)<br />

408-450 Teodosio II en oriente, sucedido por<br />

varios emperadores hasta Justiniano (en 518)<br />

411-455 En occidente, Constacio, valentiniano<br />

III<br />

410 Visigodos (Alarico) saquean Roma<br />

430 Vándalos en Hipona<br />

431 Concilio de Éfeso<br />

451 Concilio de Calcedonia<br />

455 Vándalos saquean Roma<br />

Hispania, África, Galia y Dalmacia, controladas<br />

por visigodos, francos y ostrogodos.<br />

475-476 Caída del imperio de occidente<br />

(Rómulo Augusto es depuesto por Odoacro)<br />

Teodorico, rey de Italia, establece su corte en<br />

Rávena.<br />

518 Justiniano<br />

525 Fundación del monasterio de<br />

Montecassino por San Benito.<br />

529 Justiniano ordena el cierre de las escuelas<br />

filosóficas.<br />

570 Mahoma<br />

286<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

La génesis de la historia de la filosofía<br />

Debemos comenzar por señalar que La Historia de la Filosofía como<br />

disciplina académica no surge hasta finales del siglo XVIII y principios del<br />

XIX. Es muy corriente pensar que esta actividad se realiza desde “siempre”,<br />

sin embargo, la aparición de citas y datos en los textos filosóficos sobre los<br />

pensadores anteriores dista mucho de lo que hoy podemos considerar como<br />

una verdadera Historia de la Filosofía. Es a partir de Aristóteles, con Teofrasto<br />

el primero que inaugura el tema de reducir el pasado a opiniones o dogma que<br />

se pueden criticar de acuerdo a la mayor o menor cercanía a las posiciones<br />

propias, en este caso el aristotelismo, y fue seguida por los doxografos como<br />

ha señalado Diels: “Doxographi Graeci”, (Berlin, 1879, reimp. 1958) y es el<br />

Teofrasto de<br />

Ereso -372 a -287<br />

método seguido mayoritariamente. Pero ello tampoco hace que podamos englobar de la misma<br />

manera bajo el nombre de “doxografos” a todos estudiosos del tema 83 . Eso no significa que no<br />

existiera otro método desarrollado por Platón y Aristóteles y que consistía en la mimesis o<br />

representación de la argumentación de un pensador a fin de analizar con su método un problema.<br />

Sin embargo, no debemos considerar a Platón y Aristóteles (Metafísica, libro primero A<br />

libros III –VII) como historiadores pues su exposición problemática está dirigida, no<br />

tanto a la fidelidad de la exposición del pensamiento de un determinado autor como a<br />

sostener su propia doctrina (como se ve en el libro VII de la Metafísica).<br />

La forma de exposición en lista, por filósofos y escuelas se la debemos a Diógenes Laercio,<br />

seguramente con una gran deuda de Teofrasto.<br />

Mucho mas tarde, la idea de oposición entre las escuelas y la sucesión de fílósofos va a<br />

prevalecer en el Renacimiento como se puede notar en la obra de Horn Historiae philosophicae<br />

libri septem (Leyden 1645).<br />

83 .- Para un análisis en detalle de las historias de la filosofía vid. Francisco Romero: Sobre la Historia de la<br />

Filosofía, buenos Aires, 1943 y Dilthey: Historia de la Filosofía. P.12-14.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 287


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Durante el siglo XVII tenemos la History of philosophy, de Stanley (1655), la de<br />

Jac. Thomasius y la de Pierre Bayle (Dictionnaire, 1697).<br />

En el XVIII la de Brucker (Historia critica philosophiae, 5 vols., 1742-1744, 2ª ed.,<br />

1766-1767), que siguiendo las líneas de San Agustín, entiende la Historia de la Filosofía no<br />

como la historia de las escuelas, sino que trata de extraer de ellas lo “verdadero”, a partir de<br />

la consideración de Leibniz como la autentica filosofía.<br />

Tennemann, en Geschichte der Philosophie, 12 vols., 1789-1819, combina el estudio<br />

personal de las fuentes con la crítica inspirada en la filosofía de Kant. En la historia de la<br />

filosofía trata de reflejar la penosa trayectoria de la razón para comprender la Naturaleza.<br />

La historia comparada De Gërando 84 (Paris 1804) parece superar este punto de vista<br />

externo impuesto desde Laercio y toma métodos de las ciencias de la naturaleza tomando<br />

algunas de sus categorías clasificatorias.<br />

El tratamiento verdaderamente científico de la materia surge cuando al método<br />

“literario” creado por la filosofía alemana se une el ordenamiento de las diversas manifestaciones<br />

"literarias" dentro de la trama de un desarrollo ascendente, faena que la filosofía<br />

alemana había ido perfilando poco a poco a partir de Herder. Los métodos filológicos para<br />

la reconstrucción de obras perdidas, el conocimiento de cómo se origina y a qué propósitos<br />

una obra determinada, la captación de la conexión causal existente entre las diversas obras<br />

de un autor, las relaciones entre diferentes obras y autores dentro de un mismo movimiento<br />

literario y otros recursos semejantes, fueron aplicados por primera vez al campo de la<br />

historia de la filosofía antigua por Schleiermacher (cf., además de sus trabajos especiales,<br />

sus Vorlesungen über Geschichte der Philosophie, edit. por Ritter, 1839), quien se inspiró<br />

en Fr. A. Wolf y en los hermanos Fr. y A. W. Schlegel; más tarde esos métodos fueron<br />

perfeccionados por Boeckh, K. Fr. Herrmann, Jac. Bernays, Usener, Diels y otros. La<br />

dificultosa aplicación de estos métodos filológicos o literarios al campo de la filosofía<br />

medieval y al de la moderna todavía se practica en forma muy deficiente y fragmentaria.<br />

Pero será Hegel quien confiera a la Historia un valor, una trayectoria y unos momentos<br />

que es preciso determinar por la filosofía. Así la comprensión filosófica a base de la idea de<br />

84 .- Histoire comparee des systemes de philosophic relativement aux principes des connaissauces humaines<br />

(Paris, 1804, 3 vols.).<br />

288 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

desarrollo ha sido lograda por vez primera por G. W. F. Hegel en sus Vorlesungen über die<br />

Geschichte der Philosophie (edit. Michelet, 3 vols., 1833-1836, 1840-1843). Y será a partir<br />

de la publicación de estas lecciones por Michelet, cuando se desarrolla una orientación que<br />

lleva al análisis de cada época histórica y a la comprensión de las doctrinas filosóficas<br />

dentro de la misma. “Sin embargo, -como señalará Diltey 85 - Hegel desdeñó la base rigurosa<br />

de los métodos filológicos y estableció entre los sistemas una conexión evolutiva deficiente<br />

porque se valió de relaciones lógicas completamente abstractas”.<br />

La generación que siguió a Schleiermacher y a Hegel empleó los métodos filológicos<br />

para llegar al conocimiento efectivo de la trabazón evolutiva. Tenemos una historia universal<br />

prolija, Ritter, Geschichte der Philosophie, 12 vols., 1829-1853, 2ª ed., vols. 1-4: 1836-<br />

1838; discípulo de Schleiermacher, su obra está anticuada en diversos respectos. Zeller,<br />

Philosophie der Griechen, 3 partes en cinco volúmenes, 3ª ed., 1869-1882, vols. 1 y 2 de la<br />

4ª ed., 1889 ss., combinó de modo ejemplar la forma histórico-evolutiva fundada por Hegel<br />

con los métodos filológicos y literarios, trabajando con gran vigor en el campo de la<br />

filosofía antigua. él mismo carácter histórico-universal que distingue a esta obra por virtud de<br />

su postura histórico-evolutiva y porque destaca las transiciones de la filosofía antigua a la<br />

cristiana encontramos también en obras como la de Kuno Fischer, Geschichte der neueren<br />

Philosophie (a partir de 1897, nueva edición completa), la de Windelband, Geschichte der<br />

neueren Philosophie (2 vols., 1878-1880) y la de Hoffding, Historia de la filosofía<br />

moderna, 1896. Otra versión de la Historia de la Filosofía más relacionada con el entorno de<br />

cada filósofo es la iniciada por Pensadores Griegos (Griechische) Diels Kranz iniciada en<br />

1893 86 .<br />

Estas historias de la filosofía procuran averiguar la conexión causal que los sistemas<br />

filosóficos han mantenido con la totalidad de la cultura y con la cual han influido sobre ésta.<br />

Para el idealismo 87 en una dirección, para el materialismo en la contraria. La historia de la<br />

85 .- Diltey, p.11.<br />

86 .- Diels, H. - Kranz, W. :Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlín 1903. Reelaborado posteriormente por<br />

W. Kranz, Berlín, varias ediciones de 1934 a 1954; Dublín -Zurich 1972. Esta obra se toma como referencia<br />

para la anotación de textos.<br />

87<br />

.- Semejante intento de exponer el desenvolvimiento de la filosofía en forma histórico-universal se ensayó<br />

Dilthey Einleitung in die Geistes-wissenschaften, vol. 1883 (Antigüedad y Edad Media). 1 Prolongan ese<br />

libro sus ensayos posteriores en Archiv für Geschichte der Philosophie (editado por Stein en colaboración<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 289


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

filosofía nos hace patentes las actitudes de la conciencia ante la realidad, o de la realidad en<br />

la conciencia<br />

No seguimos mencionando los compendios modernos, a los que nos referimos en la<br />

bibliografía general.<br />

También tenemos que tener en cuenta para una Historia de la Filosofía se ha ido<br />

“especializando” con exposiciones de la historia de ramas especiales de la filo sofía 88 : Como<br />

la Lógica (Bochensky), la Estética (Tartakiewicz, Lukas) etc., a las que hay que hacer<br />

referencia y tener en cuenta cuando se trata de hacer una Historia de la Filosofía. Así<br />

mismo, el Filósofo o el Historiador de la Filosofía, no puede olvidar que esta se encuentra<br />

inmersa en una dimensión cultural mucho mayor y en esa medida existen muchos artículos<br />

en revistas especializadas en otras ramas científicas que pueden estar relacionados con<br />

problemas relativos a la historiografía antigua.<br />

Nos hemos ceñido a la programación didáctica en Historia de la Filosofía Antigua,<br />

frente a una Historia de la Filosofía o una Historia de la Filosofía Antigua y Medieval, lo<br />

cual pide una pequeña explicación. Como troncal aparece la Historia de la Filosofía,<br />

aunque nadie suele entender que la programación es sobre una Historia de la Filosofía<br />

desde sus Orígenes hasta el presente. La Academización de las disciplinas y especialmente<br />

de la Filosofía hace que la especialización valla pidiendo que se profundice en<br />

con Diels, Dilthey, Erdmann, Zeller), que tratan, a partir del vol. IV (1891), del desarrollo de la historia de la<br />

filosofía desde el siglo XV al XVII.<br />

Cita a: Los mejores compendios de historia universal de la filosofía: Über-weg Heinze, Grundriss der<br />

Geschichte der Philosophie. Primera parte, Antigüedad, 8ª ed., 1894. Segunda parte, la época media o la<br />

patrística y escolástica, 8ª ed., 1898. Tercera parte, la época moderna hasta fines del siglo xvm, 9ª ed., 1902.<br />

Cuarta parte, el siglo xrx, 1902. De una solidez y rigor ejemplares por lo que a la exposición histórica atañe, ha<br />

sido proseguida con gran objetividad por Heinze, desde el punto de vista de la investigación actual, con<br />

bibliografías completas que se prolongan hasta la situación presente de la filosofía. Erdmann, Grundriss der<br />

Geschichte der Philosophie, 4ª ed., preparada por Benno Erdmann, 1896, 2 vols., sobresale en la exposición de<br />

la Edad Media y del siglo xvin. Windelband, Geschichte der Philosophie, 1892, 4 expone sagazmente la<br />

historia de la filosofía de modo que se haga patente la totalidad trabada y conexa, desarrollando como<br />

diferentes en cada periodo los problemas que lo determi nan y poniendo de relieve en cada problema la<br />

confluencia de los trabajos correspondientes de los diversos filósofos. Por eso en su obra, como en mis<br />

trabajos, en lugar de una ordenación por filósofos encontramos la disposición por grandes movimientos<br />

filosóficos.<br />

88 .- la ejemplar Geschichte der Logik de Prantl (incompleta); Dühring, Geschichte der Mechanik; Siebeck,<br />

Geschichte der Psychologie (incomp., el siglo XVIII por Dessoir); Zimmermann, Geschichte der Ästhetik;<br />

Stahl, Geschichte der Rechtsphilosophie (de la filosofía política y jurídica, por Hildebrand, vol. I, solamente<br />

Antigüedad)<br />

290<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

determinados temas, de tal forma que hace imposible un temario tan extenso. Aunque el<br />

opositor ha participado como co-director de una Historia de la Filosofía que presentamos<br />

entre los méritos y ello nos parece que hace cumplir el requisito general.<br />

Pero entendemos que la Historia de la Filosofía representa un lugar común que<br />

necesita una justificación pues puede ser entendida de diversos enfoques:<br />

a.- Como una disciplina exenta y con contenidos propios que se agotan en si<br />

mismos. Es decir de forma categorial. (Historia Filológica, Histórica, Sociológica<br />

etc.) (O’Donel, Chatelet, Colins, ..)<br />

b.- La Historia de la Filosofía como un refugio al que nos vemos avocados<br />

desde la academización de la filosofía en el siglo XIX y en ese sentido no podría ser<br />

asumida por otras disciplinas filosóficas o por una historia general.<br />

Nosotros hemos desechado estas dos perspectivas, que aunque puedan aportar<br />

cuestiones importantes a nuestra posición, entendemos que llevan a la disolución de la<br />

Historia de la Filosofía en otras disciplinas (caso “a”) o a entender la historia de la filosofía<br />

como la historia de los errores o en todo caso como una etapa infantil del pensamiento (al<br />

estilo de la epistemología de Piaget). Esta posición, la de entender la Historia de la<br />

Filosofía como la historia de las opiniones (doxografía) tiene una amplia tradición iniciada<br />

por Aristóteles y seguida por todos sus imitadores 89 y que reduce la historia de la filosofía a<br />

una exhibición erudita de la disciplina y cuyo claro ejemplo puede ser las colecciones de<br />

sentencias –como ha señalado Marrou que ocurría en el helenismo- 90 .<br />

c).- Tampoco podemos olvidar otra forma de considerar la Historia de la<br />

Filosofía entendida como una búsqueda de la verdad, en este sentido la Filosofía<br />

que parte –como señala San Agustín 91 - de Dios y en ella se van dando las verdades,<br />

como Filosofía Verdadera, lo que le llevara a Brücker en su Historia critica<br />

philosophiae a mundi incunabulis ad nostram aetatem perducta (Leipzig 1742) a<br />

89<br />

.- Cfr. el estudio de Diles: Doxographi Graeci. Berlin 1958.<br />

90 .- Vid. MARROU, H.I.: Historia de la Educación en la Antigüedad. Buenos Aires, 1976 (París, 1965)<br />

91<br />

.- Cfr. La ciudad de Dios, VIII, cap IX<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

intentar juntarlas en un eclecticismo crítico a partir de la filosofía de Leibniz como<br />

auténtica filosofía.<br />

En nuestro entender estas posiciones no permitirían el desarrollo de una Historia de<br />

la Filosofía que se justificase ella misma como Filosofía.<br />

Por una parte, consideramos que la Historia de la Filosofía y especialmente una<br />

Historia de la Filosofía Antigua debe explicar que es lo que hace a la Filosofía distinta de<br />

otros saberes y en ese sentido debe distinguirla de otras disciplinas y fenómenos sociales 92 .<br />

Cuestión que desde nuestro punto de vista es fundamentalmente filosófica y no solamente<br />

histórica.<br />

Incluso creemos que una Historia de la Filosofía Antigua, debe abordar la<br />

problemática del origen de la filosofía y si la filosofía nace en un sitio concreto y en una<br />

época concreta, si es así y porqué. Lo que por una parte es un problema de partida, pues<br />

determina nuestro enfoque y determina que estén abordados unos autores y no otros. Es por<br />

ello que lo incluimos como tema I la explicación de motivos por los que aparece algo<br />

peculiar, que no existe en otros lugares con anterioridad. Pero ello conlleva también la<br />

opción de que donde recogemos la importancia de Homero, Hesiodo y los “siete Sabios”<br />

para el desarrollo de la filosofía, pues sin esas oposiciones no sería posible la misma.<br />

Creemos que con las razones expuestas hasta el propio Gigon compartiría nuestra inclusión.<br />

Pero no sólo incluimos antecedentes, sino que demarcamos con respecto a otros<br />

elementos, estableciendo una autentica symploké, en la que forman parte de los<br />

antecedentes de la filosofía determinados hitos, pero no todos y no de la misma manera.<br />

“Escribir una historia de la filosofía griega es describir el período de<br />

formación de nuestro propio pensamiento, la elaboración del sistema que lo<br />

sustentó hasta por lo menos la última parte del siglo XIX.<br />

(…)<br />

… Los griegos representan para nosotros el principio del pensamiento<br />

racional europeo. De aquí se deduce que nosotros no deberemos interesarnos<br />

exclusivamente por la explicación razonada o la observación científica, sino<br />

92 .- Cfr. Bueno: “Los orígenes de la filosofía”, en Simploké . Gijón 1987. en Documentos<br />

http://iepc.dyndns.org/claroline/document/goto/?url=%2FBiblioteca%2FBueno_Filosofia.pdf<br />

292<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

observar la aparición de estas actividades desde las brumas de una época<br />

precientífica. Esta aparición no es súbita, sino lenta y gradual. Indudablemente,<br />

yo intentaré justificar la pretensión tradicional de considerar a Tales como el<br />

primer filósofo europeo, pero con ello no pretenderé afirmar que se cruzó de<br />

un salto la línea divisoria que existe entre concepciones prerracionales, míticas<br />

o antropomórficas y un punto de vista puramente racional y científico. Nunca<br />

existió una línea tan claramente delimitada, ni tampoco existe hoy. Además de<br />

apreciar lo que posee un valor permanente en el pensamiento” 93<br />

El paso del mito al logos<br />

La concepción evolucionista que mantenemos nos lleva a ver una continuidad entre<br />

el míto y la filosofía. No existiría la ruptura que se suele señalar con el eufemismo del paso<br />

del mito al logos 94 , aunque tampoco asentamos la filosofía en el mito como hace Juan<br />

Cepeda 95 , pues ello supondría que todos los pueblos que tienen mitos deberían haber dado<br />

como consecuencia la filosofía.<br />

Desde nuestra posición la polémica entre mitos y logos es una falsa oposición: mitos<br />

no se opone a logos, como lo demuestran los diálogos platónicos y especialmente el<br />

Protágoras, donde éste da a elegir a Sócrates contestarle con uno u otro, según su<br />

preferencia.<br />

Logos se opone a epos, o sea al mundo de Homero y Hesiodo, y la relevancia que el<br />

primero tendrá, como ha señalado Heidegger 96 , la diferencia de discurso entre epos y logos<br />

es que este último tiene como función “hacer ver”, de ahí que pueda ser verdadero o falso.<br />

El “origen”<br />

93<br />

.- GUTHRIE, W.K.C.: Historia de la Filosofía Griega. Madrid, Gredos, 1984 (Cambridge, 1962), p.15.<br />

94 .- Nestlé, W. Von Mythos zum Logos. Scientia, Stuttgart 1966.<br />

95<br />

.- Cinta de Moebio No. 16. Marzo 2003. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile<br />

http://www.moebio.uchile.cl/16/cepeda.htm<br />

96<br />

.- Ser y tiempo. Trd., Jorge Eduardo Rivera. Madrid, Trotta, 2003, p.56 [33]<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Aunque la mayor parte de los autores sostiene que la Filosofía se inicia con Platón<br />

Gigon señala este hecho con con Aristóteles<br />

Respecto a la división a mediados de la década de los cincuenta 97<br />

“… la opinión de que la Filosofía griega había recibido influjos decisivos de<br />

culturas orientales, ya sean de origen egipcio, fenicio, babilónico, persa o incluso indio, ha<br />

sido, sin embargo, y ante todo a través de un profundo examen de la cuestión, llevado a<br />

cabo por Zeller, como se ha llegado a poner fin, esperemos que definitivamente, a tales<br />

fantasías faltas de solidez científica.” 98 Y sigue –Capelle- con que deben más de sus<br />

conocimientos técnicos y principios de Astronomía que de filosofía, que es “la más original<br />

creación del espíritu griego…” 99<br />

Los influjos orientalistas, que por otra parte son reconocidos por los propios<br />

griegos, poseen una amplia tradición que proviene del judío Filón, cuyo criterio fue<br />

adoptado por la mayoría de los Padres de la Iglesia, se atrevieron a afirmar que Moisés<br />

había poseído ya toda la sabiduría de los pensadores griegos, y que incluso el propio Platón<br />

había tomado de él sus “ideas” 100<br />

Posidonio de Apamea (apx. -130 a -50), un sirio helenizado, después de Aristóteles<br />

y Teofrastro, como organizador de la Doxografía, esto es de las colección científica de las<br />

“opiniones” (dóxai), es uno de los responsables de la idea de que los pueblos orientales y<br />

primitivos occidentales y nórdicos (v. gr. Los druidas celtas), tenían una secreta y<br />

profundísima sabiduría, fuente originaria de las enseñanzas filosóficas (Capelle, 1954, p.9).<br />

La Historia de la Filosofía Antigua, la iniciamos, como viene siendo tradicional<br />

antes de Sócrates-Platón o Aristóteles, que es el primer filósofo según Gigon. Sin embargo,<br />

viene siendo tradicional iniciar una Historia de la Filosofía por los “precursores”, los<br />

llamados presocráticos, siguiendo una tradición aristotélica iniciada en el libro primero de<br />

la Metafísica.<br />

97 .- CAPELLE, W.: Historia de la Filosofía Griega. Madrid, Gredos, 1976 (Berlín, 1954).<br />

98 .- CAPELLE, W.: Historia de la Filosofía Griega. Madrid, Gredos, 1976 (Berlín, 1954), p.8.<br />

99 .- CAPELLE, W.: Historia de la Filosofía Griega. Madrid, Gredos, 1976 (Berlín, 1954), p.8.<br />

100 .- CAPELLE, W.: Historia de la Filosofía Griega. Madrid, Gredos, 1976 (Berlín, 1954), p.9.<br />

294<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Por otra parte, sin caer en una historia de las mentalidades del tipo iniciado por<br />

Chatêlet y continuado por los historiadores, en el sentido gnoseológico, modernos. He<br />

incluido aspectos historicos y míticos en la Historia de la Filosofía Antigua, que creemos<br />

nada sorprendentes, desde los estudios de Hyland, Kirk, Raven y M. Schofield. Si bien<br />

podría ser un poco más discutible introducir a Homero y Hesiodo y los siete sabios. Creo<br />

que tal y como lo he presentado podría ser admitido como tema introductorio por la mayor<br />

parte de los especialistas.<br />

“¿Qué es realmente preguntar por los orígenes de la filosofía? ¿Son históricos estos<br />

orígenes? ¿Son, de suyo, filosóficos o, de algún modo, prefilosóficos, es decir, míticos? Y,<br />

de ser así, ¿cual es la relación entre los orígenes prefilosóficos de la filosofía y la filosofía<br />

misma? Y, si los orígenes de ésta son históricos de un modo u otro, ¿cómo podemos<br />

entender la plausible creencia de que cada hombre debe originar la filosofía dentro de sí<br />

mismo? ¿Cómo, si esto fuera así, podría cada filósofo, tras el primero, ser un filósofo<br />

original? Permítase reiterar que mi intención es mas reflexionar acerca de estas<br />

cuestiones que ofrecer respuestas definitivas. Estoy 'lejos de creer que yo o cualquier otro<br />

dispongamos de tales respuestas. Para tomar el ejemplo quizá más obvio, mi análisis de la<br />

relación entre los llamados orígenes míticos de la filosofía y la filosofía misma no procura<br />

tanto dar una respuesta a esa relación como mostrar que la cuestión misma es<br />

inmensamente compleja, en tanto se supone que lo que es el mito y lo que es la filosofía<br />

está claramente formulado.” 101<br />

Los periodos y límites de la Historia de la Filosofía Antigua.<br />

Una forma clásica de entender la Historia de la Filosofía Antigua es entenderla<br />

como griega, en el sentido no geográfico sino lingüístico-cultural.<br />

Teniendo en cuenta que no existe una periodización clara y unánime entre los<br />

historiadores, que dividen la época en capítulos convencionales; sin embargo, suele<br />

hablarse de Periodo Presocrático, Filosofía Clásica y helenismo<br />

101 .- HYLAND, Dew A.: Los orígenes de la filosofía en el mito y los presocráticos. Buenos Aires, Ateneo,<br />

1975 (Ney Cork, 1973), p.XI-XII.<br />

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García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Sobre los periodos.<br />

Si bien existe un ciento consenso en cuanto a los periodos de la Filosofía Antigua,<br />

no dejan de existir problemas en cuanto a los límites, por ejemplo en el segundo: si bien<br />

debe empezar en Sócrates o en los Sofistas. Si bien este debate fue importante durante la<br />

década de los 60, hoy parece ampliamente aceptado incluirlos, tras los numerosos estudios,<br />

que tienen como deudora la Paideia de Jaeger 102 .<br />

Sin embargo, menos aceptado, pero con importantes razones a su favor sería el tema<br />

de incluir a Demócrito en este apartado, como sostiene Capelle (1954, 12).<br />

Advertimos del prejuicio, mantenido desde Aristóteles de considerar Físicos o<br />

naturalistas a los autores presocráticos. Es cierto que sobre los textos estrictamente es difícil<br />

mantener algo distinto, si nos centramos a los milesios, y ahí entendemos que hacemos una<br />

interpretación basando toda la justificación en la visión que tenemos sobre el origen de la<br />

filosofía (utilizo la palabra origen a pesar de que no es un término adecuado desde<br />

posiciones evolucionistas), y que en todo caso es de una opción gnoseológica, pero aunque<br />

en algunos autores podría ser discutible, creo que el caso de los pitagóricos, nadie podría<br />

mantener el calificativo de “físicos”, yo añadiría otros autores como Empédocles o<br />

Heráclito.<br />

Respecto a los límites cronológicos, por abajo, se suele tomar el año 476, en que<br />

tuvo lugar la deposición de Rómulo Augústulo, último emperador romano de Occidente,<br />

como el fin de la antigüedad, aunque hay que tener en cuenta el «carácter artificial» de las<br />

fechas como hitos cronológicos.<br />

Actualmente se pone el punto de partida entre el final del siglo III y el siglo V,<br />

haciendo coincidir el periodo de transición con la crisis política del Imperio Romano y, por<br />

tanto, marcando unos límites más laxos.<br />

Desde el punto de vista de una Historia de la Filosofía que se atenga a criterios<br />

internos, hemos tomado la opción de entender el fin de la Filosofía de Antigua en el año<br />

529, momento en que Justiniano clausura las Escuelas de Filosofía en Atenas y supone, por<br />

una parte, la perdida de la conexión con la Filosofía Clásica griega y el Helenismo y el<br />

102 .- Jaeger, Werner (19 57): Paideia: Los Ideales de la Cultura Griega. Fondo de Cultura Económica<br />

296<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

triunfo definitivo del cristianismo, por otra, lo que tendrá unas consecuencias importantes<br />

para la Historia de la Filosofía.<br />

Esta coherencia es la que nos lleva a incluir a los padres de la iglesia en el temario.<br />

La religión cristiana sólo alcanzó su verdadero significado de forma efectiva a partir de su<br />

reconocimiento por el Estado romano y más tarde por los estados sucesores del Imperio<br />

romano que se convertirá en la textura en la que se desarrollarán las relaciones entre<br />

religión, ciencia y filosofía. Según esta concepción, toda forma del mundo y todo mundo de<br />

las formas acaban subsumidas en un Dios personal cuestión difícil de entender en el mundo<br />

antiguo. Es una situación nueva frente a la Antigüedad según la cual Dios es la explicación<br />

última de las cosas del mundo. Pero no se trata sólo de una cuestión de «mentalidad», sino<br />

que es la situación material, histórico-cultural, la que requiere esa nueva concepción<br />

ontológica.<br />

Los Padres de la Iglesia habían usado numerosas ideas en el proceso de los debates<br />

teológicos. Los cristianos se sirvieron de la filosofía griega para ayudarse a entender sus<br />

creencias religiosas y para elaborar su discurso frente a otras posiciones doctrinales, incluso<br />

dentro del mismo cristianismo. Había que traducir la revelación religiosa de las Escrituras a<br />

un lenguaje inteligible y aceptable por individuos que habían sido educados en la filosofía<br />

griega.<br />

Hemos intentado hacer con todos los autores lo que con Platón: exponer a Platón<br />

desde Platón mismo, sin acudir, como en el caso de Slezark, Kremer y Reale a elementos<br />

externos como el neoplatonismo. Cuestión que como señalo en el tema correspondiente<br />

cuestionamos que sea el termino más adecuado, aunque hemos optamodo por denominarlo<br />

neoplatonismo y no Plotinismo, como sería más correcto o menos equivoco. En todo caso,<br />

creemos independientemente del papel que le asignen al platonismo en la doctrina de<br />

Plotino, se reconocen en él, como por otra parte ya es habitual, influencias de doctrinas<br />

externas al platonismo (pitagorismo, religiones mistéricas, incluso del estoicismo ...)<br />

Por lo que respecta a Platón hemos adoptado por una posición novedosa, en la que<br />

el eje central de su filosofía es la imagen y no la ontología o la Filosofía del conocimiento<br />

como viene siendo tradicional en la interpretación clásica (con todas sus variantes).<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org 297


García, Román: «El Ámbito de una Historia de la Filosofía Antigua»<br />

Se evita, de esta forma, dos de los problemas fundamentales que tienen las<br />

interpretaciones mencionadas que son, en un caso la disolución del propio Platón por las<br />

numerosas contradicciones internas de la obra. Y la coherencia del Platón oral que termina<br />

convirtiendo a Platón en Plotino.<br />

Como consecuencia inmediata de la tesis que mantenemos se desprende una nueva<br />

visión de Sócrates, más en la línea de entender a Sócrates dentro del movimiento sofístico,<br />

como ya había señalado Jaeger, y como mantiene en España Andrés Martínez Lorca y que<br />

hemos defendido en un artículo publicado recientemente (“Sócrates. El personaje y la<br />

imagen”, Septiembre 2005)<br />

Podemos dejar aquí esta introducción e ir viendo en el desarrollo lo novedoso y sus<br />

continuidades en la interpretación que mantenemos sobre Platón y el resto de los autores.<br />

298<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


J. L .Borges y la Ética 1<br />

María Isabel Ackerley<br />

Resumen:<br />

Borges, un escritor ecuménico en los bordes insondables del infinito del otro.<br />

Borges, un pensador del tiempo que lo acompaña en una oscuridad que ilumina. Un<br />

artista que el mismo tiempo se aventura a perpetuar. Un filósofo que soslaya la palabra<br />

cuya adivinanza nos seduce al límite de lo innombrable. Un ser donde la ética es su<br />

obra.<br />

De esta obra en la cual se refleja su ética, o de esa ética donde su obra es la<br />

autora, es de lo que nos atrevemos a disertar.<br />

1 Este ensayo fue subvencionado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –<br />

CONICET- Agosto 2008. Este ensayo es una continuidad de una investigación de larga data sobre el tema<br />

de la ética. La ética era el centro en la tesis de Doctorado finalizada en septiembre del 2003 fundamentada<br />

en el pensamiento filosófico de G. W. Leibniz y la literatura de J. L. Borges. En el año 2005 esta tesis se<br />

editó en el libro llamado La ética de lo maximal. En el mismo año, presenté en la Fundación Internacional<br />

J. L. Borges el ensayo G. W. Leibniz y J. L Borges, abordando entre otros el tema de la identidad. En<br />

2006 presenté en la misma fundación el ensayo Borges, el Islam y la búsqueda del otro ; este año, desde<br />

otro punto de vista, intento abordar la ética en Borges.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008) 299-308. http://www.revistadefilosofia.org


J. L .Borges y la Ética 1<br />

María Isabel Ackerley<br />

Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones<br />

y que hablan en diversos idiomas.<br />

Han tomado la extraña resolución de ser razonables.<br />

Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades.<br />

(…)<br />

Mañana serán todo el planeta.<br />

Acaso lo que digo no es verdadero; ojalá sea profético.<br />

“Los conjurados”.<br />

Jorge Luís Borges<br />

Borges, un escritor ecuménico en los bordes insondables del infinito del otro.<br />

Borges, un pensador del tiempo que lo acompaña en una oscuridad que ilumina. Un<br />

artista que el mismo tiempo se aventura a perpetuar. Un filósofo que soslaya la palabra<br />

cuya adivinanza nos seduce al límite de lo innombrable. Un ser donde la ética es su<br />

obra.<br />

De esta obra en la cual se refleja su ética, o de esa ética donde su obra es la<br />

autora, es de lo que nos atrevemos a disertar.<br />

La ética es la rama de la filosofía que se ocupa de los principios de la vida<br />

conforme a la sabiduría filosófica, en este sentido elabora una reflexión sobre las<br />

razones de desear la justicia y la armonía y los medios de alcanzarla. Es la convivencia<br />

de la mayor cantidad de variables con el fin de dar continuidad al universo, o en otras<br />

palabras es la existencia en armonía con el otro, para que haya más vida, más mundo.<br />

1 Este ensayo fue subvencionado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –<br />

CONICET- Agosto 2008. Este ensayo es una continuidad de una investigación de larga data sobre el tema<br />

de la ética. La ética era el centro en la tesis de Doctorado finalizada en septiembre del 2003 fundamentada<br />

en el pensamiento filosófico de G. W. Leibniz y la literatura de J. L. Borges. En el año 2005 esta tesis se<br />

editó en el libro llamado La ética de lo maximal. En el mismo año, presenté en la Fundación Internacional<br />

J. L. Borges el ensayo G. W. Leibniz y J. L Borges, abordando entre otros el tema de la identidad. En<br />

2006 presenté en la misma fundación el ensayo Borges, el Islam y la búsqueda del otro ; este año, desde<br />

otro punto de vista, intento abordar la ética en Borges.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

El diamante es la imagen de la ética mineral, esta gema brilla por la estética y por su<br />

perfección matemática que refleja la inteligencia del universo. En este sentido las<br />

palabras combinadas por J. L. Borges son un diamante en el arte literario.<br />

Dentro de las cinco disertaciones orales de Borges en 1978, en Emanuel<br />

Swedenborg 2 cuenta que éste propone en su religión la salvación por la inteligencia y la<br />

ética, y que William Blake agrega las expresiones estéticas. El ser humano se salva del<br />

exterminio a mano de seres superiores cuando estos contemplan, las divinidades del<br />

Shinto, una obra humana, un verso, un símbolo, que Borges omite para<br />

la intuición y libre albedrío del lector 3 .<br />

Nos cuenta que Swedenborg posee su propia religión, en ella el cielo es de amor<br />

y sobretodo de trabajo, un cielo altruista. En el infierno los hombres se sienten felices a<br />

su modo. No hay monarca y continuamente están conspirando unos contra otros. “Es un<br />

mundo de baja política, de conspiración”, aclara. Nadie está condenado a ellos, sino<br />

que cada uno busca los compañeros que quiere y los busca según el apetito que ha<br />

dominado su vida.<br />

En el poema Infierno V, 29, perdona a Paolo y Francesca, condenados por Dante<br />

al infierno, porque considera que el amor es arte 4 . Por eso considera que Dante escribió<br />

la Divina Comedia sólo para tener un reencuentro con la irrecuperable Beatriz. 5 De<br />

igual modo recordemos a Shahrazad disponiendo de infinitas noches junto al rey para<br />

detener la muerte.<br />

“Resistir es liberar la vida de las prisiones creadas por los seres humanos. Esto<br />

es, obviamente, lo que los artistas hacen”, dice Gilles Deleuze. Y luego: “No existe arte<br />

2 Emanuel Swedenborg. Borges, Oral. Emecé editores; Pág. 199. Tomo IV.<br />

3 Borges, J. L. De la salvación por las obras. Atlas, 1984. O.C. Tomo III, 1989.<br />

4 “Dejan caer el libro, porque ya saben que son las personas del libro. (Lo serán de otro, el máximo, pero<br />

eso, que puede importarles.) Ahora son Paolo y Francesca, no dos amigos que comparten el sabor de<br />

una fábula. Se miran con incrédula maravilla. Las manos no se tocan. Han descubierto el único tesoro;<br />

han encontrado al otro. No traicionan a Malatesta, porque la traición requiere un tercero, y solo existen<br />

ellos dos en el mundo. Son Paolo y Francesca y también la reina y su amante y todos los amantes desde<br />

aquel Adán y su Eva en el pasto del Paraíso. Un libro, un sueño les revela que son formas de un sueño<br />

que fue soñado en Gran Bretaña. Otro libro hará que los hombres, sueños también, los sueñen”. Borges,<br />

J.L. Tomo III, La Cifra. Infierno V, 129; Pág.323.<br />

5 Nueve ensayos dantescos. La última sonrisa de Beatriz. Tomo III.<br />

300<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

que no sea también una liberación de las fuerzas de la vida, no existe un arte de la<br />

muerte.” En este caso Deleuze esta tomando a la filosofía, al pensamiento como arte. La<br />

estética no alcanza para que el mundo sea mejor.<br />

La estética 6 es ir afuera para transformar el interior. Si no hubiera acción y<br />

praxis quedaríamos en la utopía de Platón con La República, de San Agustín con La<br />

ciudad de Dios, o en Tomás Moro con Utopía, etcétera, no sería la armonía, porque no<br />

se reintegra a la realidad, queda en el afuera de lo ideal, lo divino, lo utópico. Las<br />

distopias ya se encargaron de demostrarlo. Son construcciones literarias de indudable<br />

belleza que quedan restringidas a la estética, aunque en ellas esté presente la<br />

inteligencia.<br />

En el prólogo de Elogio a la sombra 7 , Borges afirma “Por lo demás descreo de<br />

las estéticas. En general no pasan de ser abstracciones inútiles; varían para cada<br />

escritor y aún para cada texto y no pueden ser otra cosa que estímulos o instrumentos<br />

ocasionales”.(…) “Un volumen no es en sí un hecho estético, es un objeto físico entre<br />

otros, el hecho estético sólo puede ocurrir cuando lo escriben o leen.” 8<br />

Volviendo a Swedenborg y las tres posibles salvaciones, la inteligencia es<br />

necesaria para pensar, para reflexionar. En este sentido ya dijo Heráclito “Pensar reúne<br />

todo”, y también “Es dado a todos los hombres conocerse y pensar. 9 O como<br />

interpretó Blake el ingreso al paraíso: “Hay que descartar la santidad; hay que<br />

investirse de inteligencia”. También se puede ser inteligente sin ética y sin arte, sin<br />

amor. La arquitectura de la destrucción (Architektur des Untergangs), (Architecture of<br />

Doom, de 1989), un documental del nacional-socialismo cuyo tema es abordado desde<br />

el punto de vista estético, acompaña la ambición “artística” del Führer, quien se<br />

consideraba un "artista en la política". Como un arquitecto dispuesto a "embellecer" el<br />

6 Alexander Baumgarten ilustró en el libro Estética la unidad en el arte de lo ético-político, lo cognitivo y<br />

lo estético-libidinal hasta el siglo XVIII. Allí hubo una escisión, separadas la política, la ética y lo<br />

cognitivo del arte. El arte se tornará una búsqueda cada vez más marginal y la estética (gr. Aisthetikós, de<br />

aisthanesthai: percibir, sentir) se convierte en mercadería. Eagleton, Terry. Ideologia da Estética. Rio de<br />

Janeiro: Jorge Zahar Editor; 1990., p22.<br />

7 Elogio a la sombra. OC. Tomo II. 353.<br />

8 Elogio a la sombra. Prólogo. Tomo II. Pág. 353.<br />

9 Heráclito. Os pensadores originarios, frase 113, 116. Editorial Vozes: Petrópolis 1991, Brasil.<br />

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Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

mundo, planeaba reconstituir la sociedad alemana a través de lo que él considera una<br />

estética. Una estética de la muerte, de la destrucción. Donde aquel que no tuviera sangre<br />

aria y poseyera características determinadas debía ser excluido. Una estética desprovista<br />

de ética, porque elimina la alteridad, en consecuencia representa la muerte.<br />

Curiosamente es la estética cultivada por los medios de comunicación y por las<br />

empresas en la actualidad.<br />

Las llamadas bellas artes pueden adjudicarse un lugar único de denuncia y<br />

transformación pero en la práctica no se sostiene esta idea, no existe transformación.<br />

Conferencias sobre cualquier ámbito del pensamiento no consiguen mejorar el sistema.<br />

Está expresado en el arte el dolor de la realidad y el sistema no se transforma, el sistema<br />

demora en sublimarlo en la acción inteligente. El Grito de Munch, el Guernica de<br />

Picasso, la soledad de la repetición consumista de Warhol no fue suficiente para una<br />

toma de conciencia en el siglo XXI. El teatro, el cine, la literatura con su multiplicidad<br />

de variables no han conseguido tampoco un camino a un mundo mejor.<br />

La historia en el universo es muy breve, con todo, Borges deja entrever el eterno<br />

retorno, la circularidad, lo laberíntico de la existencia, un libro de arena circunscripto al<br />

desierto, mismo así, siempre tiene presente al otro como centro del discurso. El poema<br />

EL HA<strong>MB</strong>RE, en el libro EL OTRO, EL MISMO, es una denuncia a la incapacidad del ser humano<br />

de pasar el estadio de la miseria:<br />

“Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,<br />

borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.<br />

(…)<br />

Tú que de pinares haces surja el lobo<br />

Y que guiaste la mano de Jean Valjean al robo.<br />

Una de tus imágenes es aquel silencioso<br />

Dios que devora el orbe sin ira y sin reposo,<br />

El tiempo. Hay otra diosa de tinieblas y de osambre;<br />

Su lecho es la vigilia y su pan el hambre.” 10<br />

(…)<br />

10 O.C.Tomo II. El otro, el mismo, pág. 299.<br />

302<br />

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Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

Borges, talvez sin percibirlo, yo creo que si, legó una obra como el espacio de<br />

resistencia que refirió Deleuze, donde artificiar es arte. Se nos presenta: este soy yo, que<br />

es una mera casualidad que no sea usted, lector, ciego, escritor, que les entrego estas<br />

palabras para perpetuar la existencia, no la mía, si la del bello e infinito universo, la del<br />

otro, la de usted. Borges diseña un sistema complejo con recursos mínimos. Para él, el<br />

libro es el otro. Las cosas que lo expresan por ejemplo, no son las que escribió, sino<br />

aquellas escritas por otros. En la poesía Mis Libros afirma,<br />

“(…) Pienso que las palabras esenciales<br />

Que me expresan están en esas hojas<br />

Que no saben quien soy, no en las que he escrito.<br />

Mejor así. Las voces de los muertos me dirán para siempre”. 11<br />

Claro que finalmente expresa como se va transformando un libro con la relectura<br />

y como leer un libro es leer todo el tiempo que media entre ese libro y nosotros, y nos<br />

confiesa su culto al libro, y concluye “El libro puede estar lleno de erratas, podemos no<br />

estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo sagrado, algo<br />

divino, no con respeto supersticioso, pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de<br />

encontrar sabiduría.” 12<br />

En el prólogo del libro Biblioteca personal, Prólogos, Borges se cita a sí mismo,<br />

dice: “que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de<br />

aquellos que me fue dado leer” 13 .<br />

En la conferencia El Libro, de las disertaciones Borges, oral, nos confiesa que<br />

continúa jugando a no ser ciego, que sigue comprando libros, y que siente la presencia<br />

de esos libros en su casa, junto a una suerte de felicidad “Un libro no debe requerir<br />

esfuerzo, la felicidad no debe requerir esfuerzo”, dice refiriendo a Montaigne quien<br />

sostenía “No haga nada sin alegría”. También por esto sostiene que hoy quizá son<br />

obscenas las grandes bibliotecas, que quizá es mejor releer un libro. En esta disertación<br />

11 O. C. La rosa profunda. Mis libros.<br />

12 Aunque al mismo tiempo advierte lo que dijo San Anselmo “Poner un libro en manos de un ignorante<br />

es tan peligroso como poner una espada en manos de un niño”.<br />

13 Biblioteca personal. Prólogos. Tomo IV. Pág. 477.<br />

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Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

sobre el libro nos recuerda que los antiguos no profesaban nuestro culto al libro.<br />

Sostenían que: “la palabra escrita es algo duradero y muerto”. “En cambio, la palabra<br />

oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón”. Y ahí nos<br />

recuerda como los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente maestros<br />

orales. Así toma el ejemplo de Pitágoras quien sintió “sin duda”, aquello de que “la<br />

letra mata y el espíritu vivifica” y que por ello sus discípulos decían “Magíster dixit”<br />

“El maestro lo ha dicho”. Luego nos recuerda a Platón reviviendo eternamente a<br />

Sócrates. Por otro lado dice, “De Cristo sabemos que escribió una sola vez algunas<br />

palabras que la arena se encargó de borrar”. Y refiere como en Oriente continúa el<br />

concepto de que un libro no debe revelar las cosas, sino ayudarnos a descubrirlas y<br />

confiesa su estudio de la Cábala y su lectura de versionas inglesas y alemanas del Zohar<br />

(El libro del esplendor), El Sefer Yetzira (El libro de las relaciones), dice “sé que estos<br />

libros no están escritos para ser entendidos, están hechos para ser interpretados, son<br />

acicates para que el lector siga el pensamiento”. Estos libros son la interpretación de la<br />

Tora ó el Pentateuco, los cinco primeros libros que componen la Biblia (en Griego),<br />

también llamada El Libro, que comparten las tres religiones monoteístas de Occidente y<br />

Oriente próximo y medio.<br />

En el siglo XX, un escritor escribe la eternidad. El tiempo y el espacio son<br />

circunstanciales. Dios, una forma estética. Su país natal, una abstracción que se<br />

materializa en la falta del otro: “Cuarenta naipes han desplazado la vida” escribe en el<br />

poema El Truco del libro Fervor en Buenos Aires (1923) y en el ensayo El truco del<br />

libro Evaristo Carriego, donde refiere el juego vulgar, nocivo, repetitivo.<br />

En nuestro pobre individualismo destaca la imposibilidad del argentino de<br />

sentirse ciudadano. De reconocer al otro. De conformar una polis. Los escritos sobre<br />

Argentina constituyen un papel relevante para la historia. Sus escritos son un<br />

documento de nuestro pasado. Con aguda sutileza en algunos casos, como en la poesía<br />

El desterrado (1977), 14 donde expresó:<br />

14 Tomo III. La rosa profunda. Pág.107. Esta poesía me recuerda a los que se vieron obligados a<br />

abandonar sus tierras, sus campos, en la última dictadura militar desde 1976 y sufrieron un exilio<br />

olvidado por el pueblo argentino.<br />

304<br />

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Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

“Alguien recorre los senderos de Itaca<br />

Y no se acuerda de su rey, que fue a Troya<br />

Hace ya tantos años;<br />

Alguien piensa en las tierras heredadas<br />

Y en el arado nuevo y el hijo<br />

Y es acaso feliz.<br />

En el confín del orbe yo, Ulises,<br />

Descendí a la casa de Hades<br />

Y vi la sombra del tebano Tiresias<br />

Que desligó el amor de las serpientes<br />

Y la sombra de Heracles<br />

Que mata sombras de leones en la pradera<br />

Y asimismo está en el Olimpo.<br />

Alguien hoy anda por Bolívar y Chile<br />

Y puede ser feliz o no serlo.<br />

Quién me diera ser él.”<br />

Curioso cuando refiere como cada país escoge un libro que sea una especie de<br />

contraveneno de sus defectos, y que por lo tanto han elegido escritores que no se<br />

parecen demasiado a ellos, por ejemplo refiere a Inglaterra que eligió a Shakespeare, y<br />

Shakespeare es el menos inglés de los escritores ingleses. Dice que lo típico de<br />

Inglaterra es el decir un poco menos de las cosas. En cambio Shakespeare tendía a la<br />

hipérbole en la metáfora, y no nos sorprendería nada que Shakespeare hubiera sido<br />

italiano o judío; en Alemania se eligió el tolerante Goethe, y en Argentina José<br />

Hernández y su libro el Martín Fierro, cuando nos identificaría más el Facundo de<br />

Sarmiento y agrega: “pero no; nosotros con nuestra historia militar, nuestra historia de<br />

espada, hemos elegido como libro la crónica de un desertor, hemos elegido el Martín<br />

Fierro, que si bien merece ser elegido como libro, ¿cómo pensar que nuestra historia<br />

está representada por un desertor de la conquista del desierto? Sin embargo es así,<br />

como si cada país sintiera esa necesidad”, concluye. Continuando con este<br />

pensamiento, si el argentino elige ser un desertor, un fuera de ley, debemos considerar<br />

que lo opuesto sería un ciudadano legalmente constituido. La historia de un desertor y<br />

elegir al desertor talvez es el destino del argentino, quien no llega a ser un ciudadano,<br />

sino sólo un individuo, y luego, incapaz de pensar en una comunidad apuesta a la<br />

salvación individual. 15<br />

15 Ver de este escritor el ensayo, Nuestro pobre individualismo.<br />

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Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

En Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, cuenta el instante, y sólo ese instante le<br />

interesa, cuando Cruz define su identidad al comprender su íntimo destino de lobo, no<br />

de perro gregario; “Comprendió que el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura;<br />

Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara<br />

a un valiente y se puso a pelear contra los soldados, junto al desertor Martín Fierro”.<br />

En ese instante la ética es la que define la identidad y es aquí cuando Borges se<br />

identifica con el desertor.<br />

En Prólogo con un prólogo de prólogos “Domingo F. Sarmiento. Recuerdos de<br />

Provincia” (1974), escribió, “La peligrosa realidad que describe Sarmiento era,<br />

entonces lejana e inconcebible, ahora es contemporánea (…) La sola diferencia es que<br />

la barbarie, antes impremeditada, instintiva, ahora es aplicada y consciente, y dispone<br />

de medios más coercitivos que la lanza montonera de Quiroga o los filos mellados de la<br />

mazorca.<br />

He hablado de la crueldad; el examen de este libro demuestra que la crueldad<br />

no fue el mal de esa época sombría. El mal mayor fue la estupidez, la dirigida y<br />

fomentada barbarie, la pedagogía del odio, el régimen embrutecedor de divisas vivas y<br />

muertas.” 16<br />

En el mismo libro, en el prólogo de “Facundo” continúa, “No diré que el<br />

Facundo es el primer libro argentino; las afirmaciones categóricas no son caminos de<br />

convicción sino de polémica. Diré que si lo hubiéramos canonizado como nuestro libro<br />

ejemplar, otra sería nuestra historia y mejor.”<br />

Interesante la Historia del guerrero y de la cautiva del libro El Aleph, donde<br />

relata la historia de un bárbaro lombardo que al combatir contra los romanos acaba<br />

seducido por la civilización; en otro espacio-tiempo una inglesa, símbolo de la<br />

civilización en aquel momento, es la cautiva de indígenas en Argentina, ante la<br />

16 Prólogos, con un prólogo de prólogos. Domingo F. Sarmiento. Recuerdos de provincia. Tomo IV,<br />

2005.<br />

306<br />

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Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

posibilidad de volver a la civilización elige quedarse en la barbarie. Borges dice que<br />

estas dos historias pueden ser el anverso y reverso de la moneda. 17<br />

Si el coraje es una virtud, deberíamos re considerar las palabras de éste escritor<br />

para quien el coraje es primordial para vivir. En Fragmentos de un Evangelio Apócrifo<br />

del libro Elogio a la sombra, testimonia, “Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la<br />

arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena…”. 18 .<br />

La coexistencia social tiende al caos, a la perversión de los sentidos, donde no<br />

existe otro orden que el libre albedrío de un Aleph que deforma continuamente la<br />

realidad. En esta realidad Borges, que vivió el siglo de las guerras, nos ofrenda un<br />

mundo enriquecido a través de la palabra.<br />

Las clasificaciones arbitrarias, los ríos de arena con peces de oro, el caos, la luna<br />

de los persas, los tigres, el libro de arena, los cuchillos, el caballo, la ceguera, la<br />

memoria de Funes, el budismo, la bifurcación, el tango, la metáfora, el tiempo circular,<br />

Spinoza, las pesadillas, el elogio a la sombra, el desierto, un lobo, la cábala, Buenos<br />

Aires, Whitman, la noche, el Aleph, los mitos, Bagdad, el amor, Inglaterra, el infinito,<br />

poseen un hilo conductor: todo es parte de la misma red; en este sistema si se mueve la<br />

cuerda en un lugar, la consecuencia es global, entonces hay una responsabilidad. El<br />

filósofo Leibniz en el siglo XVII concluyó que la justicia es placer del sabio. En este<br />

sentido, hay virtudes que se han olvidado o han sido desprestigiadas, como por ejemplo<br />

la compasión. Borges finaliza su conferencia con estas palabras: “Es decir, una triple<br />

salvación: tenemos que salvarnos por la bondad, por la justicia, por la inteligencia<br />

abstracta, y luego por el ejercicio del arte.” 19<br />

17 Ver ensayo “Borges, el Islam y la búsqueda del otro”. M. Isabel Ackerley, 2006.<br />

18 Nota 41.Tomo II. Algo similar escribió en “El hilo de la fábula”: “El hilo se ha perdido; el laberinto se<br />

ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos<br />

azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo;<br />

acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que<br />

se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.” “Los conjurados”.Tomo III.<br />

19 Emanuel Swedenborg. Borges, Oral. 1978. OC. Tomo IV, 2005.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org 307


Ackerley, María Isabel: «J. L .Borges y la Ética»<br />

Recordemos que cuando se fundó Buenos Aires, ésta era sinónimo de todo el<br />

territorio, creo que al referir Buenos Aires Borges refiere a todo el territorio. Incluso en<br />

Fervor de Buenos Aires escribe en Notas que en su poema Rosas ignoraba su parentesco<br />

y aclara, “El hecho nada tiene de singular, si consideramos la escasez de la población y<br />

el carácter incestuoso de nuestra historia”. Incestuosa como la guerra, como el racismo.<br />

En Fundación mítica de Buenos Aires, del libro Cuadernos de San Martín escribió,<br />

“(…) Una cerrajería sahumó como una rosa<br />

El desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,<br />

Los hombres compartieron un pasado ilusorio.<br />

Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.” 20<br />

(…)<br />

Faltó la vereda de enfrente, faltó el otro. En Borges la ética es el otro, quizá<br />

por eso su obra contribuya a justificar la existencia de este mundo.<br />

Bibliografía<br />

Borges, Jorge Luís. Obras Completas. Emecé Editores S. A: Buenos Aires, 1989. (T: IV) 2005.<br />

Ackerley, M. Isabel. La ética de lo maximal. Buenos Aires: Ed. Vergara, 2005<br />

_______________ . J. L. Borges y G. W. Leibniz. Ensayo, 2005.<br />

_______________ . Borges, el Islam y la búsqueda del otro. Ensayo, 2006.<br />

Eagleton, Terry. Ideologia da Estética. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor; 1990., p22.<br />

20 “A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:<br />

La juzgo tan eterna como el agua y el aire.”<br />

308<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

El tiempo de las aves<br />

Javier López Alós<br />

Si el tiempo a veces se nos pasa volando es porque atraviesa el espacio anudado<br />

a las patas de los pájaros, igual que las promesas huyen atadas a las palomas<br />

mensajeras.<br />

Hay horas de vuelo raso, que peinan las heridas con las alas, que se nos hacen<br />

más ligeras aunque son las más peligrosas: un error en la trayectoria significa estrellarse<br />

contra una sombra hueca o contra aquel pilar donde una vez imaginamos la torre del<br />

reloj.<br />

Ilustración: El tiempo de las aves, Dani Sanchis (2008).<br />

Del mismo modo, hago aviones de papel con hojas de calendario y desde ellos<br />

puedo hacer recuento de los días de altos vuelos, que, a decir verdad, tampoco son<br />

muchos. He visto fuego en las alas, pero he visto también a Ícaro más rápido y más<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

desesperado en la caída. Cuando has estado cerca del sol la ley de la gravedad suena<br />

como una cuenta atrás que no querrá coincidir con el cero.<br />

Yo crío aves y crío años y los lanzo al aire a ver si vuelan o si flotan o si quedan<br />

a salvo de los hombres de brazos largos. Pero a veces tengo la sensación de que los<br />

pájaros se mantienen en el cielo y los años se me caen encima con todo su peso<br />

uniformemente acelerado. Otras veces, en cambio, diviso bandadas que emigran y<br />

emigran –siempre es invierno- y que el tiempo, mi tiempo, se va con ellos.<br />

312<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

Relato bibliográfico<br />

Javier López Alós<br />

Antes de escribir “La biblioteca de Babel”,<br />

Jorge Luis Borges trató infructuosamente de<br />

publicar un trabajo previo e imposible. Su<br />

propuesta fue rechazada por todos los<br />

editores, que lo tomaron por loco o por<br />

estafador. Ni siquiera su vieja amiga,<br />

Victoria Ocampo, pudo esta vez ponerse de<br />

su lado: en una lacónica nota alegó falta de<br />

fondos y zanjó la cuestión.<br />

Ilustración: Monsieur Personne, Dani Sanchis<br />

(2008).<br />

Borges vivió varias semanas de una intensa tristeza, pero al cabo concibió el<br />

relato de la biblioteca que encierra el universo. Respecto a su primera idea, torció el<br />

gesto y pensó en que habría de tomar otro camino. Así nació el libro El jardín de los<br />

senderos que se bifurcan.<br />

Pero su primera ficción, el proyecto original, consistía en elaborar y publicar por<br />

semestres, durante los cuarenta y cinco años que había leído que le quedaban de vida,<br />

una bibliografía universal: la recopilación de todos los títulos escritos a lo largo de la<br />

historia y en todos los idiomas. Con los beneficios del Premio Nobel –pensaba, aunque<br />

dijese lo contrario, que por esto sí se lo otorgarían- crearía una fundación para que otros<br />

continuaran la obra cuando él muriese. Con un poco de tiempo, nadie en el mundo, ni<br />

siquiera la Academia, podría ignorar el mérito de una obra que consistiría ni más ni<br />

menos que en una inmensa nota a pie de página.<br />

Los tomos que aquí presento –escribió en un corto prólogo, en la única página de<br />

su infinito proyecto- encierran la respuesta a la interrogación que plantea el título:<br />

“¿Quién?” Contestarlo da la cifra secreta del saber <strong>completo</strong>, el libro de todos los<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

libros. Los argivos, los guerreros mayas, aquel cordobés que quiso aprender a escribir<br />

para cantar las glorias de su señor, el monje ruso que contaba los milagros y el primer<br />

impresor de la tabla periódica: todos se preguntaron una vez ¿quién? Yo lo formulo<br />

otra vez y apunto uno a uno los nombres. ¿Quién?<br />

Pero las siguientes páginas están en blanco, como si el Polifemo perfecto que fue<br />

Borges, ese gigante que a oscuras recitaba a Homero, gritase de nuevo: “Nadie.”<br />

310<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Humoremas violentos y delincuentes<br />

Antonio José López Cruces<br />

En “acuchillar” oímos chillar a la víctima.<br />

El policía: “Atrapé a este chorizo cuando robaba un jamón”.<br />

Más que a los violentos temo a lo viorrápidos.<br />

El inquisidor baja a la sala de torturas: “Voy a estirar un poco las piernas”.<br />

Sobre sustos no hay nada esgrito.<br />

En “detenido” sobra “ido”.<br />

Descubrieron que el cerebro de la banda terrorista era un descerebrado.<br />

Asesina en serie: la Muerte.<br />

Los violentos sólo regalan a sus hijos rompecabezas.<br />

Se opuso a la Declaración de los Grandes Simios con la ferocidad de tres<br />

gorilas.<br />

Noticia: “Niña de tres años ataca a mordiscos a un rothweiller”.<br />

La mataron en una pensión de mala muerte.<br />

El terrorista: “El Universo comenzó con una explosión”.<br />

Unos atracan bancos; otros se atracan en banquetes.<br />

A los asesinos les encanta poner a la gente en el disparadero.<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Masacre: “Mata a veinte personas. Afortunadamente, la escopeta era de<br />

cañones recortados”.<br />

Sucesos: “Contable acusado de un ajuste de cuentas”.<br />

Cárceles de Alta Inseguridad.<br />

El estrangulador: “El que mucho abarca poco aprieta”.<br />

Temo tanto al crimen organizado como al desorganizado.<br />

La planchadora disparó contra su señora a quemarropa.<br />

Animales domésticos: maridos que maltratan a sus mujeres.<br />

Los ladrones todos lo hacen a hurtadillas.<br />

Fue atendido en el hospital de diversas facturas de consideración.<br />

Creía que aguantarse era liarse a guantadas.<br />

El coche-bomba de Damocles.<br />

Tres heridos de bala y cinco heridos de bulo.<br />

El lobo: “El hombres es un hombre para el hombre”.<br />

Refrán: “La unión hace la fuerza bruta”.<br />

El ex-terrorista se ganaba la vida escribiendo guiones para películas de terror.<br />

Aquí te pillo aquí te ultimátum.<br />

Los anarquistas de la burguesía en vez de bomba usaban bombín.<br />

El asesino a sueldo: “Mato, luego existo”.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

En aquella dictadura existía libertad de presa.<br />

Desgraciadamente las bandas de desalmados no son bandas de desarmados.<br />

Sus guardaespaldas lo hablaban todo a sus espaldas.<br />

Zanjó la cuestión arrojándolo a una zanja.<br />

“Doctor, lo veo todo disturbio”.<br />

Fue aprobada la ley de la selva sin ningún voto en contra.<br />

El adiós del masoquista: “No te olvides de darme un telefonazo”.<br />

Los barcos se quejan de que los atracan en el puerto.<br />

El terrorista: “Hay que cuidar el miedo ambiente”.<br />

Viosexolencia.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, IV, 20 (septiembre 2008). http://www.revistadefilosofia.org


20<br />

r e v is t a d e f ilo s o f ƒa<br />

www.revistade filosofia.com

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