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Orejudo Pedrosa, Juan Carlos: «Cassirer y el Humanismo: La Ilustración franco-kantiana en cuestión»<br />

consciente y responsable de sus pensamientos y de sus actos, en suma: su fundamento,<br />

su sub-jectum”. 51<br />

Esta caracterización del humanismo, en términos cartesianos, como dominio por<br />

parte del hombre de la naturaleza, de sí mismo, y de todo lo real, nos conduce a una<br />

figura del sujeto que somete el mundo como totalidad a su voluntad y racionalidad. El<br />

hombre se convierte en soberano absoluto e indiscutible del mundo sometido a la<br />

subjetividad; “Frente a la ambición atribuida a Descartes de convertir al sujeto humano<br />

en señor y dueño de la naturaleza, contra la pretensión de la razón hegeliana de acceder<br />

al Saber Absoluto, el pensamiento contemporáneo….(notablemente después de<br />

Heidegger) se origina (…) en el gesto de un reconocimiento intrínsecamente antimetafísico<br />

de la finitud radical, insuperable, de nuestro saber y de nuestro poder en<br />

relación a lo real.” 52 Esta temática de la finitud radical del hombre no es totalmente<br />

nueva, sino que incluso antes de Heidegger, son muchos los autores, incluso ilustrados,<br />

que no podían creer que la razón pudiera crear un mundo perfecto para el hombre, un<br />

mundo que fuera el reflejo perfecto del pensamiento humano, como pretendía el<br />

racionalismo y el idealismo alemán: “El espíritu de la Ilustración hace el elogio del<br />

conocimiento que libera a los seres humanos de las tutelas exteriores opresoras. Pero no<br />

consiste en decir que, estando todo determinado y por tanto, siendo todo cognoscible,<br />

los hombres puedan lograr controlar íntegramente el mundo y moldearlo según sus<br />

deseos (…) El conocimiento de las sociedades humanas choca con la imposibilidad de<br />

prever y de controlar todas las voluntades; la voluntad del individuo, a su vez, se topa<br />

con su incapacidad de conocer las razones de sus propios actos”. 53<br />

La temática de la finitud, y del inconsciente, rompen con la idea del sujeto como<br />

transparente a sí mismo, que dirige de manera inequívoca su vida hacia un fin elegido,<br />

sin temor a equivocarse o de perder el objetivo propuesto: “opaco a su propia mirada,<br />

lanzado en un mundo que él no constituye, lo que pretendía ser el fundamento de sí<br />

mismo y de lo real se quiebra, y con él se quebrarán los valores del humanismo<br />

(conciencia, dominio, voluntad, autofundación, autonomía, etc..)”. 54 El tema de la<br />

51 Ibid., p. 14.<br />

52 Ibid., p. 15.<br />

53 Todorov, Tzvetan, L’Esprit des Lumières, op. cit., p. 23.<br />

54 Renaut, Alain, op. cit., p. 15-16.<br />

76 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año VI, 36 (enero 2011). http://www.revistadefilosofia.com

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