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Ballén Rodríguez, Juan Sebastián: «Aproximación a la antropología fenomenológica en Max Scheler»<br />

de estimulo y respuesta mediante el ensayo y el error, lo que particulariza el<br />

comportamiento animal es justamente la estructura genética hereditaria. Un ejemplo,<br />

para explicar estas variables, es la observación de toda la serie de movimientos que<br />

realiza un felino al momento de cazar una presa. En el estar agazapados entre el follaje,<br />

con el movimiento de sigilo de todas sus extremidades, las orejas inclinas hacia atrás,<br />

etc., todo ello hace parte del ritmo y del objetivo, o la relación de sentido, que persigue<br />

el instinto de caza, característico en estos animales. Este mismo instinto es legado a las<br />

generaciones futuras, de tal manera que la vida de la especie continúa sin que ningún<br />

tipo de modificación de conducta externa, altere este orden natural.<br />

Conviene aclarar que el instinto, tal y como lo plantea Scheler, no es<br />

modificable. Mejor dicho, su estudio fenomenológico puro, descubre que la descripción<br />

del instinto animal, no puede ser entendida de manera objetiva, si se parte del supuesto<br />

de que a partir de un <strong>número</strong> de ensayos dirigidos por un agente externo, se podrá<br />

modificar el comportamiento del animal. El instinto no se desenvuelve de manera<br />

programática y mecanizada sino libre. Es recurrente observar a animales de presa<br />

puestos en cautiverio que pierden el instinto de la caza al encontrarse en un espacio<br />

abarrotado y estrecho. La estructura innata de los instintos reacciona de manera distinta<br />

dependiendo de la circunstancia específica en la cual se encuentra el animal en su<br />

medio. De ahí que el comportamiento animal responda ontológicamente al lugar natural<br />

y a la manera de ser del instinto, que se pone en movimiento de acuerdo a la situación<br />

de caza, de cortejo, etc. En esta medida, el instinto es fruto, particularmente, de un<br />

proceso de adaptación de los organismos al medio natural, y no el resultado de una<br />

respuesta deliberada y venida de afuera bajo la orden de otro ser vivo. Por ello enfatiza<br />

nuestro autor que el instinto no es una facultad de asociación ni de aprendizaje, sino<br />

“[…] una forma del ser y del acontecer psíquicos más primitiva […]” (SMK 42)<br />

Ahora bien, mientras que las formas más evolucionadas del instinto, como la<br />

inteligencia en los mamíferos superiores, se caracteriza por la producción biopsíquica de<br />

asociaciones entre dos cosas diferentes, el instinto, en tanto que forma biopsíquica<br />

primitiva, es una potencia creadora, que se caracteriza por disociar lo que el<br />

entendimiento une. Esta fractura lejos de ser destructiva es creadora, en tanto que<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año VI, 35 (noviembre 2010). http://www.revistadefilosofia.com 39

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