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Pérez Herranz, Fernando-M.: «Lenguaje e intuición espacial»<br />

El poeta utiliza los verbos entregar, dar, sin objetos que cumplan el papel de<br />

intermediarios. Ahora bien, como no tendría sentido usar el verbo dar como arquetipo<br />

cúspide -puesto que dar es siempre dar algo-, se habrá de entender, entonces, que el<br />

verbo dar está siendo usado en este contexto como un verbo bivalente, sinónimo de<br />

verbos de tipo cúspide, parte del arquetipo mariposa.<br />

ii) Las Umbílicas<br />

Los verbos de tipo umbílico son mucho más complejos y, por tanto, mucho más<br />

difíciles de analizar. Poseen cuatro actuantes, si seguimos la que podríamos llamar<br />

«convención de Thom», que nos permite utilizar los puntos sillas y los máximos como<br />

actuantes, con lo que se amplía la utilización de los puntos singulares, que no quedan<br />

restringidos -en lo que a los actuantes se refiere- a los mínimos del potencial. Si fuera<br />

éste el caso, no podrían utilizarse las umbílicas para asociarse a los verbos tetravalentes,<br />

porque, ciertamente, las umbílicas sólo tienen uno o tres mínimos, pero no cuatro [Cap.<br />

4]. Para poder tratarlas como generadoras de gratos actanciales es preciso considerarlas<br />

en el despliegue de catástrofes superiores X 9 de centro organizador x 4 +y 4 . En cualquier<br />

caso -y hasta que se resuelva técnicamente este problema- seguimos la sugerencia de<br />

Thom, que considera las umbílicas dotadas de cuatro puntos singulares aunque no sean<br />

todos ellos mínimos y, por tanto, como aruqetipos tetra-valentes.<br />

Para el análisis de las umbílicas se seguirá el camino inverso al que se ha llevabo<br />

a cabo con las cuspoides. En lugar de comenzar por la singularidad más simple, el<br />

análisis se inicia con la umbílica parabólica, que es la más compleja y que, además de<br />

hacer honor así al espíritu que arropa esta segunda vía de análisis, progresando de lo<br />

complejo a lo simple, tiene la ventaja técnica de poner a la par las umbílicas elíptica e<br />

hiperbólica, ninguna de las cuales es jerárquicamente superior a la otra, porque ambas<br />

son las componentes, por deformación topológica, de la umbílica parabólica.<br />

Esta consideración no puede olvidarse, porque, como ya se dijo [Cap. 4], existe<br />

alguna dificultad de carácter matemático para representar el espacio de control de la<br />

umbílica parabólica, lo que nos invita a estudiarla en términos, precisamente, de las<br />

otras dos umbílicas: la elíptica y la hiperbólica. Para ejemplificar esta idea se ha elegido<br />

374 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año VI, 36 (enero 2011). http://www.revistadefilosofia.com

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