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Pérez Herranz, Fernando-M.: «Lenguaje e intuición espacial»<br />

el aspecto puramente sensorial o fonético de las frases que el sentido. Lo que se dice es<br />

puro pretexto, ¡i) Por contra, cuando el texto es muy oscuro, cuasi a-significativo, como<br />

en ciertos poemas herméticos (Góngora, Ungaretti...), por sucesivas repeticiones lo<br />

vamos haciendo cada vez más cercano a contextos familiares, significativos. La<br />

«ambigüedad» del lenguaje, tan importante en las teorías de estructura superficial /<br />

profunda, no es más que un fenómeno accidental, según Thom.<br />

La teoría de la resonancia nos permite, entonces, entender la significación como<br />

la posibilidad de adoptar, bajo la influencia de perturbaciones externas, regímenes<br />

correctores que anulan el efecto de esas perturbaciones.<br />

2) El supuesto Biologicista: La resonancia nos conduce a una teoría del<br />

significado mucho más general, que afecta no sólo a los hombres, sino a todos los<br />

organismos vivos que se encuentran en un medio ambiente (environnement).<br />

La posición tomada por el racionalismo de la preguerra (materialista: Kosic;<br />

espiritualista: Mounin) defendía una doble tesis sobre el lenguaje humano: su<br />

independencia de los lenguajes animales y la arbitrariedad del signo lingüístico. Es<br />

decir, que su estructura sería ajena a la época evolutiva en que hubiera cristalizado<br />

(autonomía de lenguaje) y arbitraria en relación a las cosas del mundo. La Etología, que<br />

ha cristalizado tras la Segunda Guerra Mundial (Lorenz, Tinbergen), introduce<br />

diferencias esenciales en la consideración del lenguaje humano: éste no sería más que<br />

un episodio de los lenguajes de comunicación animal y no sólo no sería independiente<br />

del mundo, sino que estaría vinculado al medio ambiente. Thom se alinea con esta<br />

última posición. Su argumento responde a la pregunta: ¿Es el sentido una cuestión<br />

puramente lingüística! La respuesta ha de ser negativa. El Sentido desborda la actividad<br />

lingüística, porque en el mundo hay «formas» que poseen «sentido» para organismos<br />

que no poseen lenguaje. Pero defender la tesis de la comunicación animal no tiene por<br />

qué conducir a un reduccionismo biológico, puesto que los organismos vivos reaccionan<br />

ante esas «morfologías» sin que sea obligatorio que la respuesta esté vinculada<br />

estrictamente a las formas, a los contornos, a las siluetas...; puede ser un sonido, un<br />

color, un aroma... Lo que sí parece necesario, sin embargo, es que haya una cierta<br />

estabilidad interna. Es más, el sentido de esa forma estará ligado a su inestabilidad:<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año VI, 35 (noviembre 2010). http://www.revistadefilosofia.com 281

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