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Pérez Herranz, Fernando-M.: «Lenguaje e intuición espacial»<br />

acciones representadas; si no logra este resultado, entonces debes saber, artista, que<br />

todos tus esfuerzos fueron vanos".<br />

La generalización de este concepto nos aleja del mecanicismo y del<br />

reduccionismo típicos de la ciencia, que supone que todos los niveles de realidad se<br />

explican a partir de sus componentes. Así el «jaguar» se explica desde el «quark», según<br />

expresión que se convertirá de acá a poco tiempo en refrán popular. Pero -se pregunta<br />

Thom-, ¿cómo ese conglomerado de electrones, protones, «quarks»... con propiedades<br />

mal definidas, pueden organizar a escala humana un mundo relativamente estable y<br />

coherente, tan lejos del caos cuántico que nos sugiere el mecanicismo reduccionista? En<br />

vez de buscar la estabilidad de una forma en átomos y fuerzas, se ha de buscar en<br />

estructuras algebraico-topológicas dotadas de estabilidad estructural, en los logoi, sea<br />

así dicho en honor de Heráclito.<br />

Pues bien, el lenguaje puede entenderse como un sistema que entra en<br />

resonancia con el cerebro humano, de tal manera que a una frase (regida por un verbo)<br />

corresponde un atractor de la dinámica cerebral tal, que a la audición de una orden, por<br />

ejemplo, la dinámica cerebral sufre una excitación que tiende a estabilizarse<br />

rápidamente al ser capturada por el atractor. Puede el lector imaginar una situación<br />

corriente que ¡lustre este pensamiento: cuando no escucha bien las palabras que se le<br />

dirigen, el niño se pone muy nervioso (inestabilidad máxima), hasta que comprende lo<br />

que se le dice (estabilización). ¿Por qué? Porque -en nuestros términos- una vez<br />

comprendida la frase o el discurso, se estabiliza su sentido, su significado. En gran<br />

medida, comprender es inmunizarse contra los estímulos exteriores, es controlar,<br />

identificar el medio.<br />

A veces, sin embargo, no es necesario comprender el texto. Se escucha como<br />

una música, como una canción en un idioma desconocido. La atención, entonces, recae<br />

en la propia escala fonética: sonoridad, musicalidad, etc. (Ya se ha dado [cap. 3] la<br />

razón gnoseológica de este fenómeno). Cuando el sistema unidimensional se trata en sí<br />

mismo, y no como medio de proyección de morfologías más complejas, se estructura al<br />

modo de las operadores autoformantes o cuasi-autoformantes. Esto en literatura se<br />

comprende bien en dos casos: i) el Ripio, en el que son más importantes la musicalidad,<br />

280 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año VI, 36 (enero 2011). http://www.revistadefilosofia.com

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