Año 9, t. 11, 5a. entrega (1901) - Publicaciones Periódicas del ...

926 Anales de la Universidad
brado para juzgar con arreglo á ella, y no para juzgarla. Nada está
fuera de la ley, y es prevaricar eludir sus disposiciones so pretexto de
que se resiste la equidad natural. En Jurisprudencia, agrega el citado
autor, no hay ni puede haber razón más razonable, equidad más equitativa,
que la razón ó la equidad de la ley. Desgraciadamente, esta
regla no es bien comprendida en la práctica; se ve todos los días á los
jueces tratar con vanas sutilezas las disposiciones de la ley y pervertirlas
á fuerza de equidad. Nada más perjudicial en Jurisprudencia que
esta manía de preferir á la regla siempre fija de la ley el prestigio engañoso
de la equidad natural. Esta equidad resulta ser á veces el capricho
por ley, la anarquía bajo la apariencia del orden, la auxiliar de
los que por amor propio ó por interés ponen su razón por sobre de la
legalidad. Todo el mundo habla de la equidad, pero nadie la define.
Se ha dicho que es un fulgor de la razón que la naturaleza ha puesto
en todos los espíritus.
Pero, sea lo que fuere; lo cierto es que no existe en todos en igual
grado; es más ó menos vivo según los tiempos y los lugares, según la
edad del hombre y la educación.
Cada uno comprende la equidad á su manera y por esto es precisamente,
porque ella varía con el capricho y las pasiones, que el legislador
siente la necesidad de fijar reglas á la conducta y al derecho humano,
por medio de la ley escrita.
El legislador ha sido injusto al hacer la ley, se ha equivocado; pues
bien, no es á los jueces á los que pertenece corregir el error. De otro
modo, nuestras leyes serían letra muerta; nada estaría garantido;
nuestros más sagrados derechos estarían comprometidos. El pueblo,
afirma Mourlón, con su natural instinto, se apercibe de todo esto; y
como ejemplo de sus prevenciones sobre la equidad, nos da este autor,
el de la Saboya, cuando al ser conquistada por Francisco 1, demandó
como gracia especial á este monarca, no ser juzgado según la equidad.
Si la ley es obscura, el juez debe esforzarse en descubrir su sentido,
recurriendo á las reglas de interpretación, á su intención ó espíritu, á
la historia de su sanción.
Si la ley calla absolutamente, si no ha previsto, ni directa ni indirectamente,
el caso que da lugar al proceso ¿ qué partido hay que seguir?
Al juez no le es permitido abstenerse, yn lo sabemos. ¿Cuál
será su norte ? ¿La equidad natural ? Esto no puede ser en materia
penal; puesto que en esta materia lo que no está prohibido ó castigado
por la lej^, concretamente, es lícito : los argumentos por analogía
sólo pueden ser permitidos en materia procesal penal, pero no en materia
penal, propiamente dicha, que es de estricta y rigurosa interpretación,
como las leyes de excepción: EXCEPTIONES SUÍTT STRICTISSIM^
iNTEEPRETATiONis. No hay otras penas aplicables fuera de las pre
determinadas por una ley positiva : NULLA PJ5NA SINE LEGE.
¿ Qué hará entonces, el Juez, si hay acusación por un hecho que la.