Año 9, t. 11, 5a. entrega (1901) - Publicaciones Periódicas del ...

916 Anales de la Universidad
La autoridad encargada de la aceptación de esta renuncia ha de resolver
lo que corresponda, sin demora: pues, si no fuera así, el Juzgado
sería empleo obligatorio, lo que no está en armonía con el espíritu
informante de la institución de los jueces de derecho.
La promoción de los jueces, para que surta efectos, ha de ser consentida
por éstos. El principio de la inamovilidad de los magistrados
es contrario, tanto á su promoción inaceptada, como á su traslación á
otro Juzgado de igual categoría ó inferior del que regentean.
Desde luego que un letrado toma á su cargo un Juzgado en tal ó
cual parte, es porque no siendo obligatorio el cargo, consulta sus propias
conveniencias al mismo tiempo que se considera capaz, y se le
considera para ejercerle; tiene un derecho adquirido á que no se frustren
aquellas esperanzas de ventajas que su posición puede reportarle
y á que no se desdore su prestigio, merced á un cambio de lugar ó de
jurisdicción. Es muy frecuente entre nosotros que el Excmo. Superior
Tribunal se abrogue la facultad de trasladar un Juez de Canelones,
por ejemplo, á Rivera y que en nada se tenga en cuenta la voluntad
del magistrado. Naturalmente, lo primero que ocurre preguntar erl
tales casos, es el por qué de la medida: si el Juez de Canelones es indigno
de ejercer justicia en este Departamento reputado de mayor categoría
en el orden de las promociones, que el otro de los nombrados;
y si es indigno, ¿cómo es que debiendo ser la justicia igualmente prestigiosa
y prestigiada en el país, se saca un mal Juez de un lugar y se
lleva á otro ?
El Juez de Canelones ha sido omiso, ó es incompetente, de pura notoriedad;
pues entonces, se le destituj^e; porque los jueces sólo han de
durar en el empleo durante su buen comportamiento.
El Juez de Canelones ha cumplido siempre con su deber, no se ha
separado nunca del sendero de la verdad y del derecho; pues, entonces,
se le infiere agravio, se le arranca del seno de una sociedad
en la que es querido y respetado, se le arroja fuera de las puertas
de la Capital, de los mayores centros de población y cultura, en premio
de sus merecimientos!
El número 5.° del artículo 16 á(A Código de Procedimiento Civil de
la República Oriental, establece clara y terminantemente que las promociones
deben ser aceptadas por los jueces, no obstante importar un mejoramiento,
un paso más hacia adelante en la carrera forense; y sin embargo,
nuestros Tribunales, de un tiempo atrás hasta ahora, con raras
excepciones tal vez, han procedido trasladando jueces con notorio desmejoramiento
para éstos, valiéndose de un medio indirecto para destituir
sin forma de proceso legal á los que por decoro se ven obligados
á renunciar. Este proceder acusa una gravísima irregularidad, que
redunda en desprestigio y menoscabo de la magistratura, tanto más si
el trasladado se deja estar en el nuevo asiento, burlando el secreto
objetivo de su separación definitiva, j dándose un motivo de des-