Año 9, t. 11, 5a. entrega (1901) - Publicaciones Periódicas del ...
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910 Anales de la Universidad El manifiesto que dieron nuestros Constituyentes el año 1830, sometiendo al juramento y adhesión de los pueblos de la República sú Constitución, decía: La forma de gobierno republicano representativo que ha sido sancionada, no sólo es conforme al espíritu público del país, á los principios proclamados desde la revolución de América, y á los deseos de casi todos sus habitantes, sino también la más propia para alcanzar esa libertad que tanta sangre y tantos sacrificios cuesta á los orientales. Vuestros Representantes, siguiendo ese sentimiento nacional, han desenvuelto las bases en que se funda; HAN DIVIDIDO LOS PODERES ; separaron la formación de las leyes, de su ejecución y aplicación; detallaron las atribuciones de cada uno, y reconocieron que residiendo la soberania radicalmente en la Nación, sólo á ella, por medio de sus Representantes, compete formar las que se ha?i de obedecer, porque sólo ella puede imponer los preceptos coercitivos de la libertad natural, cunndo lo exige la felicidad común, único y exclusivo fin de toda asociación política. Sin una autoridad encargada de formar las leyes; sin un Gobierno que cuide de cumplirlas; sin jueces que las apliquen en las contiendas particulares, los hombres no reconocerían otro derecho que el del más fuerte, ni éste otra razón de obrar que su utilidad y su capricho; no habría deberes que llenar ni obligaciones que cumplir, y una confusión perpetua seria el escollo en que vendrian á estrellarse la libertad individual, la seguridad del ciudadano y el tranquilo goce de sus propiedades. Estas verdades que prueban la necesidad de un Gobierno, nos enseñan también que cuando, un mandatario por la fuerza, ó el sufrimiento vergonzoso de los pueblos, pretende y consigue reunir los diversos Poderes que garatiten sus libertades, puede por el mismo hecho mandar lo que quiere y hacer cumplir lo que manda. Entonces las leyes dejan de ser la convención que los hombres hacen entre si para reglar el ejercicio de sus facultades naturales, determinar la legalidad de sus acciones, y lo que debe prohibirse á cada uno por el interés de todos: ellas son el prexepto de un particular que somete á los demás, los esclaviza dejándolos dependientes de sus deseos, y convierte la sociedad en un espectáculo de despotismo y anarquia. De aqui nace la necesidad de estos diversos Poderes conservadores del orden público, y la dificultad de trazar las lineas que detallando sus atribuciones demarquen también los deberes del que manda y las obligaciones del que obedece... Últimamente el Código Constitucional establece un TVibunal Supremo de Justicia, que debiendo juzgar las infracciones de la Constitución y los abusos de autoridad, reprimirá al poderoso por la aplicación de la ley, y desagraviará al miserable. Conteniendo asi las personas que desempeñati las funciones de los Poderes constituidos, los conducirá al solo objeto de su institución y los conservará dentro del círculo de sus respectivas atribuciones. Vuestros jueces, en el ejercicio de la judicatura, no dependerán ya del que manda, ni las sentencias que pronuncien serán el producto de su influjo.
Anales de la Universidad 911 El doctor don José EUauri, miembro informante de la Comisión de Constitución y Legislación de la Asamblea Constituyente, también decía al informar sobre el Proyecto de Constitución: El Poder Judicial, cuya completa organización se deberá d las leyes secundarias, se ve en el Proyecto, constituido en tal independencia, que ella sola hasta para asegurarnos que no serán en lo sucesivo los hombres quienes nos juzguen, sino las leyes. Si en este ramo, el más difícil y complicado SÍJI duda, podemos algún día conseguir la perfección, no quedará nada que desear para ver afianzada la libertad. Los jueces deben, por la seriedad é importancia de la administración de justicia, aplicar toda su voluntad, todos sus sentidos, toda su inteligencia é ilustración al fiel cumplimiento de su misión, desde el principio de cada asunto de su incumbencia hasta la terminación con el fallo que coordine los derechos que entre sí pugnen, y restaure los que sean violados; con reatos, con preocupaciones pasionales, aumentaría para el Juez la dificultad de percibir lo verdadero, de realizar la plenitud de la justicia. Por esto es que el Excmo. Superior Tribunal uruguayo, en el año 1882 declaró que: en todas partes, y especialmente en países menos combatidos por frecuentes luchas políticas, es condición indispensable de buena justicia que los encargados de administrarla observen siempre una conducta tan imparcial y circunspecta, que por el hecho se pongan á cubierto de toda sospecha, por infundada que pueda ser, sobre el fiel cumplimiento de sus deberes; lo que no podría tener lugar si los jueces tomasen, de cualquier manera que sea, participación activa y principal en la vida de los partidos y sus manifestaciones. Que tan marcado ha sido el interés de la ley porque los jueces se dediquen pura y exclusivamente al ejercicio de su cargo, y que no sean distraídos por otras atenciones de carácter permanente, que ha establecido expresamente la incompatibilidad del puesto con el desempeño de otras funciones públicas y prohibido á los jueces ciertos actos de carácter privado. Ejemplo de esto último tenemos en el número 3.» del artículo 27 del Código de Comercio de la República, que prohibe ejercer esta profesión por incompatibilidad de estado, á los magistrados civiles y jueces, en el territorio donde ejercen su autoridad y jurisdicción con título permanente. La circunstancia de no tratarse en determinados casos de una función judicial permanente sino accidental, no modifica el principio de la división de Poderes sobre que se apoya la organización de nuestro Gobierno. Los conjueces son jueces en el asunto sujeto á su decisión, con las mismas prerrogativas y obligaciones de los titulares; luego, pues, la incompatibilidad establecida entre los jueces y los empleados de otros Poderes públicos, por la índole de sus funciones, debe existir respecto de los conjueces y esos mismos empleados, cualquiera que sea su categoría. Con razón se agrega á estos argumentos que la ad-
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Los jueces deben, por la seriedad é importancia de la administración<br />
de justicia, aplicar toda su voluntad, todos sus sentidos, toda su<br />
inteligencia é ilustración al fiel cumplimiento de su misión, desde el<br />
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que sean violados; con reatos, con preocupaciones pasionales, aumentaría<br />
para el Juez la dificultad de percibir lo verdadero, de realizar la<br />
plenitud de la justicia. Por esto es que el Excmo. Superior Tribunal<br />
uruguayo, en el año 1882 declaró que: en todas partes, y especialmente<br />
en países menos combatidos por frecuentes luchas políticas, es condición<br />
indispensable de buena justicia que los encargados de administrarla observen<br />
siempre una conducta tan imparcial y circunspecta, que por el<br />
hecho se pongan á cubierto de toda sospecha, por infundada que pueda<br />
ser, sobre el fiel cumplimiento de sus deberes; lo que no podría tener<br />
lugar si los jueces tomasen, de cualquier manera que sea, participación<br />
activa y principal en la vida de los partidos y sus manifestaciones.<br />
Que tan marcado ha sido el interés de la ley porque los jueces<br />
se dediquen pura y exclusivamente al ejercicio de su cargo, y que no<br />
sean distraídos por otras atenciones de carácter permanente, que ha<br />
establecido expresamente la incompatibilidad <strong>del</strong> puesto con el desempeño<br />
de otras funciones públicas y prohibido á los jueces ciertos<br />
actos de carácter privado.<br />
Ejemplo de esto último tenemos en el número 3.» <strong>del</strong> artículo 27 <strong>del</strong><br />
Código de Comercio de la República, que prohibe ejercer esta profesión<br />
por incompatibilidad de estado, á los magistrados civiles y jueces, en el<br />
territorio donde ejercen su autoridad y jurisdicción con título permanente.<br />
La circunstancia de no tratarse en determinados casos de una función<br />
judicial permanente sino accidental, no modifica el principio de<br />
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con las mismas prerrogativas y obligaciones de los titulares; luego, pues,<br />
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