Año 9, t. 11, 5a. entrega (1901) - Publicaciones Periódicas del ...

Anales de la Universidad 831
últimos, es necesario que las anteriores queden bien determinadas, no
sufran alteración por la flaqueza de la memoria y no sean por el distinto
alcance que se les atribuya por las partes y por los jueces, materia
de discusión, que sería estéril sin una prueba más conforme á la
razón que la prueba escrita.
Al extenderse las actas de la referencia, los procesados podrán
dictar sus declaraciones, y de no hacer uso de este derecho que les recordarán
los jueces, éstos las dictarán fielmente al Actuario ó á quien
le sustituya.
Redactadas las actas, el procesado nodrá leerlas y refrendarlas después,
dando él mismo, así, testimonio de la exactitud de lo en ellas
contenido y su conformidad con sus propios dichos.
Si tampoco usase de este derecho, el Juez leerá, ó el Actuario, poniéndose
constancia de todo ello, así como de las observaciones,
ampliaciones y rectificaciones que hiciere el declarante. Algunos autores
y Códigos dan derecho al defensor para que lea las actas si su
defendido no quiere leerlas.
Pero tanto celo por garantir los derechos del procesado contra
supuestas falsedades, es, á nuestro juicio, rebajar la dignidad de los
jueces, el concepto de imparcialidad y rectitud que tienen y deben
conservar en la conciencia pública.
Debemos evitar tales extremos tan perjudiciales como el hecho mismo
de negar garantías de toda especie al procesado en el acto más
solemne de su enjuiciamiento, como es su declaración y confesión.
Si el procesado es sordo-mudo, que no sabe escribir, ó no habla el
idioma español, el Juez debe tomarle declaración valiéndose de intérpretes,
que jurarán cumplir fielmente su cometido, bajo las responsabilidades
de la ley.
Al dar ciertas declaraciones no puede confiar el procesado á su
memoria la relación de fechas, de cantidades y de otras cosas por el
estilo; para declarar circunstanciadamente sobre estos puntos ha menester
de algunas anotaciones.
En semejante caso, el Juez puede permitirle su lectura, porque conviene
á la recta administración de justicia que no haya error en esas
manifestaciones.
Para simplificar y evitar los inconvenientes de cualquier comunicación
del reo con agentes extraños que le induzcan á falsear la verdad,
y también para levantarle cuanto antes la incomunicación que debe
sufrir mientras no presta totalmente su declaración indagatoria, no se
ha de dividir esta diligencia; debe cumplirse toda ella en un solo acto.
Pero, pudiera acontecer que el estado de ánimo del procesado, una
enfermedad, un ataque imprevisto que alterase sus facultades, no le
permitiesen exponer libremente; entonces los jueces deberán suspender
la toma de declaración, haciendo acta que exprese lo dicho ya
por el reo y las demás circunstancias del acto, que firmará el Juez y