Año 19, t. 24, nº 91 (1914) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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390 Anales de la Universidad tados de sus propios alumnos. Los otros, los que á falta de preparación agregaron su omisión y su indiferencia, esos, dicho sea en honor de la justicia, fueron separados de la manera menos perjudicial á los intereses de la enseñanza y á los suyos propios. Muchos hay todavía que no satisfacen, sea por el poco empeño demostrado en el año, sea por falta de entusiasmo, dada la situación transitoria en que han sido colocados. Una gran parte de los Profesores, aún aquellos que podrían calificarse de buenos, no se ajustan por completo á las verdaderas prácticas d© un Profesor, no se identifican en forma alguna con la institución de que forman parte, y miran aquello como algo transitorio y eventual. El Profesor, en esas condiciones, no resulta un Profesor liceal. Será muy bueno y alcanzará resultados en otro género de enseñanza, en la enseñanza superior, si se quiere, pero no en los Liceos donde su misión no es tanto ilustrativa como de educación, y en esa forma su influencia resulta nula. En general, todos pretenden ser profesores, pero de eso á cumplir con su verdadera misión existe un abismo que no se llena. Por eso dije en mi informe anterior, y lo repito ahora: la mejor condición del profesorado sería aquella que le diera espíritu de cuerpo, que lo sindicase por su contracción y dedicación especial, y que lo identificase en una palabra, con el centro educativo de que forma parte. Hay personas que por su profesión y por el género de las ocupaciones que desempeñan, no pueden ni deben formar parte del profesorado. Esas personas son los médicos, especialmente los que prestan servicio oficial, los Inspectores de Escuelas y todas las demás personas que en razón del cargo que desempeñan, deben transportarse de un punto á otro. Esas personas no atienden debidamente sus clases,faltan á ellas con frecuencia, y relajan en esa forma el espíritu de disciplina. La puntualidad en el cumplimiento del deber es el timbre más glorioso que el hombre puede ostentar, y el que no la tiene ni la

Anai'efi de la Universidad 391 respeta, pierde el derecho á la consideración de los demás. Dentro del profesorado liceal existen algunos que se dedican á dictar cursos particulares á sus propios alumnos. Observé el año anterior el inconveniente de esa costumbre y el principio de inmoralidad que entrañaba. Los hechos se reproducen, aunque con distinta forma. El Profesor X da á sus alumnos lecciones en la materia que dicta Z, y éste á los suyos en la que dicta X. Hay en eso un juego muy conocido que demuestra por sí la falta de moralidad con que se procede. Debe cortarse de raíz esa práctica tan perniciosa, especialmente en los Liceos Departamentales, donde la ausencia de un profesorado completo y abundante, obliga á más de uno á ser tributario de tales abusos. XI LA KEMUXERACIÓN DE LOS ENCARGADOS DE GRUPO En uno de los parágrafos de este informe me ocupé de historiar la manera y forma con que han sido distribuídos los estudiantes por grupos, observando la poca prudencia con que se ha procedido al mantener aquéllos hasta ñn de curso, sin necesidad alguna y con evidente perjuicio para el Estado, dado que la disminución bastante pronunciada en los alumnos de algunos Liceos, especialmente de primer año, imponía la limitación de los grupos, como se hace siempre en la Sección de Preparatorias y también en la Secundaria. Con ese motivo me permití algunas observaciones tendientes á reglamentar para el futuro la formación de esos grupos, á fin de que en todo momento puedan ser fiscalizados por las autoridades universitarias. Debía haber dicho más, pero ex profeso reservé para este parágrafo especial un hecho nuevo? una coincidencia, si se quiere, pero que grava un tanto la enseñanza liceal, sin objeto alguno, y en forma suma-

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respeta, pierde el derecho á la consideración de los demás.<br />

Dentro <strong>del</strong> profesorado liceal existen algunos que<br />

se dedican á dictar cursos particulares á sus propios alumnos.<br />

Observé el año anterior el inconveniente de esa costumbre<br />

y el principio de inmoralidad que entrañaba. Los<br />

hechos se reproducen, aunque con distinta forma. El Profesor<br />

X da á sus alumnos lecciones en la materia que<br />

dicta Z, y éste á los suyos en la que dicta X. Hay en<br />

eso un juego muy conocido que demuestra por sí la falta<br />

de moralidad con que se procede. Debe cortarse de raíz<br />

esa práctica tan perniciosa, especialmente en los Liceos<br />

Departamentales, donde la ausencia de un profesorado<br />

completo y abundante, obliga á más de uno á ser tributario<br />

de tales abusos.<br />

XI<br />

LA KEMUXERACIÓN DE LOS ENCARGADOS DE GRUPO<br />

En uno de los parágrafos de este informe me ocupé de<br />

historiar la manera y forma con que han sido distribuídos<br />

los estudiantes por grupos, observando la poca prudencia<br />

con que se ha procedido al mantener aquéllos<br />

hasta ñn de curso, sin necesidad alguna y con evidente<br />

perjuicio para el Estado, dado que la disminución bastante<br />

pronunciada en los alumnos de algunos Liceos, especialmente<br />

de primer año, imponía la limitación de los<br />

grupos, como se hace siempre en la Sección de Preparatorias<br />

y también en la Secundaria. Con ese motivo me<br />

permití algunas observaciones tendientes á reglamentar<br />

para el futuro la formación de esos grupos, á fin de que<br />

en todo momento puedan ser fiscalizados por las autoridades<br />

universitarias. Debía haber dicho más, pero ex profeso<br />

reservé para este parágrafo especial un hecho nuevo?<br />

una coincidencia, si se quiere, pero que grava un tanto<br />

la enseñanza liceal, sin objeto alguno, y en forma suma-

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