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Año 19, t. 24, nº 91 (1914) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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348 Anales de la Universidad<br />

tículo 3.0 de la ley de <strong>19</strong>12, que permite el acceso á todo<br />

el que haya cursado el tercer año en las Escuelas Rurales,<br />

ó el quinto año en las Urbanas. Decía más, Honorable<br />

Consejo: que al amparo de esa disposición se habían<br />

formado Liceos con un número crecido de alumnos, sin<br />

la preparación previa para iniciarse en el estudio de las<br />

materias que forman la Enseñanza Secundaria. Aquella<br />

disposición fué derogada en parte, pero subsiste todavía<br />

en cuanto admite como prueba de competencia, el certificado<br />

de .5,0 año. Quiere decir, pues, que los efectos perniciosos<br />

de esa disposición persisten y persistirán mientras<br />

no sea derogada por completo. Es necesario palpar<br />

de cerca sus efectos, para darse cuenta acabada de los<br />

perjuicios que causa á esa multitud de jóvenes — lanzados<br />

los más de ellos por los propios padres — en una tarea<br />

imposible ó difícil de vencer. Esa disposición resulta doblemente<br />

perjudicial por la forma en que ha sido interpretada,<br />

y de allí provienen los abusos y los fracasos. El<br />

certificado de haber cursado el 5.o año en las Escuelas <strong>del</strong><br />

Estado, no es una prueba de saber. El haber cursado el<br />

año, no quiere decir que se haya ganado, sobre todo, tratándose<br />

de exámenes de Instrucción Primaria, en los que<br />

no existe la prueba individual. Se aprueba la clase en<br />

conjunto, y esa preparación general es el título que acredita<br />

al maestro que la dirige, sin que en ningún caso pueda<br />

servir como elemento de juicio para probar la competencia<br />

de un alumno. Basta recordar el procedimiento de los<br />

exámenes en las Escuelas, para convencerse de lo que<br />

afirmo. Se examina la clase, pero no al alumno, de manera<br />

que aún cuando aquélla obtenga muy buen resultado, no<br />

se proporciona el antecedente que ha de servir de criterio<br />

para distinguir al alumno aprovechado <strong>del</strong> que no lo<br />

es. Y eso se ha palpado en todos los casos, y se continuará<br />

palpando, mientras no se ponga remedio al mal.<br />

Creo que la verdadera solución para los Liceos sería<br />

aquella que exigiese el examen de ingreso para todos, en<br />

la misma forma y con arreglo á los programas vigentes.

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